Watchman Nee Libro Book cap.8 Libro de lecciones nivel 3: Los dos espíritus

Watchman Nee Libro Book cap.8 Libro de lecciones nivel 3: Los dos espíritus

LA OBRA DEL ESPÍRITU EN LOS CREYENTES LA SANTIFICACIÓN (2)

Lección ocho

LA OBRA DEL ESPÍRITU EN LOS CREYENTES LA SANTIFICACIÓN (2)

Lectura bíblica

2 Ts. 2:13; 1 P. 1:1-2; Ro. 6:19; 8:2, 10; Jn. 20:22; 1 Ts. 5:23; Jn. 6:63; 17:17

Bosquejo

  1. La santificación
  2. Los dos aspectos de la santificación
    1. Antes de la justificación
    2. Después de la justificación
      1. La santificación en cuanto a nuestra posición
      2. La santificación en cuanto a nuestra persona
  3. La santificación es efectuada por la Palabra y por el Espíritu

Texto

I. LA SANTIFICACIÓN

La santificación es el proceso por el cual una persona es hecha santa. Muchos dirían que ser santificado consiste en no pecar y en mantenerse alejado de toda maldad. Esto es verdad, pero es sólo una pequeña parte de la santificación.

[El propósito eterno de Dios es forjarse en nuestro ser y mezclar Su persona con nosotros a fin de que le expresemos. Cuando Dios nace en nosotros, se inicia el proceso de la mezcla. ¡Pero esto es sólo el comienzo! Se requiere que crezcamos. Sin el crecimiento, no podríamos disfrutar la primogenitura. Dios nace en nuestro espíritu, el centro de nuestro ser, pero Su deseo es extenderse desde allí y transformar las partes de nuestra alma, y además, transfigurar nuestro cuerpo físico. Mediante este proceso todo nuestro ser es impregnado de la esencia de Dios. Esta es la verdadera santidad o santificación: ser completamente mezclados con Dios.]

En 2 Tesalonicenses 2:13 dice: “Dios os haya escogido desde el principio para salvación en santificación por el Espíritu y en la fe en la verdad”. [El Espíritu santifica a los creyentes, apartándolos para el propósito eterno de Dios. Desde el día que oímos el evangelio por primera vez, el Espíritu empezó a santificarnos impartiendo al Dios Triuno en nuestro ser.]

II. LOS DOS ASPECTOS DE LA SANTIFICACIÓN

[La santificación consta de dos aspectos: el primero ocurre antes de la justificación, y el segundo, después de la misma. En el segundo aspecto, vemos dos lados: uno tiene que ver con nuestra posición y el otro con nuestra persona. Una vez que Dios nos justifica y nos regenera, el Espíritu que santifica inicia Su obra de separarnos para Dios. Primero, el Espíritu nos separa de las cosas comunes y mundanas. Esta es una santificación en cuanto a posición, y es objetiva. Simultáneamente, el Espíritu comienza a santificarnos en nuestra forma de ser, en nuestra inclinación natural, impregnándonos consigo mismo. Este es el lado subjetivo de la obra santificadora del Espíritu Santo. La santificación subjetiva es lo que conocemos como la obra de transformación. La santificación subjetiva incluye la transformación de nuestro carácter, y de nuestras partes internas. Por lo tanto, esta transformación es la santificación que el Espíritu efectúa en nuestro carácter.]

A. Antes de la justificación

En 1 Pedro 1:1-2 dice que fuimos elegidos “según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo”.

[Pedro dice que la santificación empieza cuando el Padre nos escoge, aun antes de que Cristo nos redime. Según este versículo, la santificación del Espíritu es lo que nos lleva a obedecer y ser rociados con la sangre de Cristo. Ciertamente, esto quiere decir que la santificación del Espíritu acontece aún antes de que experimentamos la redención que efectuó Cristo.]

Dios nos eligió en la eternidad pasada. Pero ¿cómo experimentamos esta elección? Mediante la aplicación del Espíritu. Todos podemos testificar de esto basados en nuestra experiencia. Anteriormente anduvimos vagando por la tierra, sin tomar en cuenta a Dios. Pero un día, el “viento” del Espíritu “sopló” y nos condujo a un lugar donde escuchamos el evangelio. Al escucharlo se nos infundió la fe. De esta manera la elección de Dios se hizo una realidad para nosotros. Además, también se nos aplicó la redención de Cristo. En este sentido, la santificación del Espíritu sucedió antes de que experimentáramos la redención que efectuó Cristo.]

[Usaré mi propia experiencia como ejemplo de lo que es la santificación del Espíritu. Yo nací en el contexto de la religión cristiana, pero, por supuesto, aún no había nacido en Cristo. De joven, tuve una actitud muy rebelde, al ver algunas cosas inadecuadas en el cristianismo con las que no estaba de acuerdo.

Pero un día, a la edad de diecinueve años, fui cautivado por el Espíritu santificador. Una joven evangelista llegó a mi pueblo natal, y por curiosidad, fui a escucharla. En la reunión, mientras estaba sentado, el Espíritu me preguntó: “¿Qué haces aquí? He estado tratando de capturarte desde hace tiempo, y ahora llegó el momento de lograrlo”. Desde aquel día fui capturado por el Señor, me arrepentí, comencé a obedecerlo y acepté todo lo que El ha logrado por mí. Sin duda, allí mismo fui rociado con la sangre de Cristo y experimenté el primer aspecto de la obra santificadora del Espíritu. A partir de ese momento, el Espíritu me ha estado santificando gradualmente. Esta obra, el segundo aspecto de la santificación del Espíritu, continúa hasta el día de hoy.

La obra santificadora del Espíritu comenzó aun antes de que Dios nos justificara, y desde entonces, continúa avanzando. Antes de que se nos justificara, fuimos separados para obedecer y ser rociados con la sangre de Cristo.]

B. Después de la justificación

1. La santificación en cuanto a nuestra posición

[Lo primero que Dios hace es apartarnos para El, a fin de que lleguemos a ser santos; esto incluye separarnos de nuestros familiares, vecinos, colegas y amigos.] Esto no significa necesariamente que debamos apartarnos de ellos físicamente, sino que seamos diferentes a todos en la manera en que pensamos, hablamos y actuamos.

Romanos 6:19 dice: “Hablo en términos humanos, por la debilidad de vuestra carne; que así como presentasteis vuestros miembros como esclavos a la inmundicia y a la iniquidad para iniquidad, así ahora presentad vuestros miembros como esclavos a la justicia para santificación”.

[Existen muchos cristianos, sin embargo, que son salvos, pero que no están separados. Lo normal es que una vez que alguien se salva, se separe del mundo. Por esto se le llama a los creyentes, santos. La mayoría de los cristianos de hoy son casi iguales a la gente común del mundo. No viven separados para Dios. Sus parientes y amigos no saben que son cristianos. Ser santo es estar separado para Dios. Esto, por supuesto, habla de un cambio de posición.]

Debemos entender que esta separación no es un asunto muy profundo; es simplemente un cambio de posición. Pero no piensen que esto no es importante; pues lo es, y mucho. Como santos que somos, tenemos una posición separada, y debemos mantenerla.]

2. La santificación en cuanto a nuestra persona

[En la etapa subjetiva de la santificación Dios nos impregna consigo mismo. La separación se efectúa rápidamente, en corto tiempo, pero se requiere mucho tiempo para que Dios sature nuestro ser. Si somos fieles al Señor, la naturaleza de Dios se nos impartirá continuamente. Por el lado de Dios, El desea llenarnos consigo mismo; por nuestro lado, debemos permitírselo. Esto toma tiempo. Este es el proceso por el que llegamos a ser santos.]

[Para lograr esto, Dios se procesó y ahora es el Espíritu de vida, que está disponible a nosotros (Ro. 8:2). Antes de procesarse, Dios no estaba disponible ni podía efectuar la obra subjetiva de santificación. Antes de que Dios pasara por el proceso, El pudo crear el mundo, pero no pudo entrar en Sus criaturas. Aunque hizo muchas cosas fuera del hombre, no podía entrar en él, hasta que pasara el proceso completo de la encarnación, crucifixión y resurrección. Desde el momento en que se procesó, llegó a ser el Espíritu de vida, disponible a nosotros. Ahora, El es como un soplo que podemos inhalar (Jn. 20:22), y le es muy fácil entrar en nosotros. Dios, el Espíritu de vida, entró en nuestro espíritu, infundiéndole vida. Desde el momento en que Cristo, el Espíritu vivificante, entró en nosotros, nuestro espíritu es vida a causa de la justicia (Ro. 8:10). Por medio de la regeneración, nuestro espíritu fue hecho vida. Ahora, como Espíritu de vida que está en nuestro espíritu, el Señor se extiende desde nuestro espíritu a nuestra alma, mente, parte emotiva y nuestra voluntad. Finalmente, El se extenderá a nuestro cuerpo mortal, y así nos impregnará por completo. A este hecho se le llama santificación. Mediante ella, Dios forja Su naturaleza santa en todo nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo (1 Ts. 5:23). Así todo nuestro ser será completamente impregnado y santificado. Este es el proceso que estamos experimentando actualmente.]

III. LA SANTIFICACIÓN ES EFECTUADA POR LA PALABRA Y POR EL ESPÍRITU

La santificación es efectuada por la Palabra, la cual es la verdad, y por el Espíritu, que es el Espíritu de la verdad. El Evangelio de Juan menciona la Palabra y el Espíritu con mucha frecuencia. En 6:63 el Señor dice: “Las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida”. En 17:17 El oró: “Santifícalos en la verdad; Tu palabra es verdad”.

[De hecho, la Palabra y el Espíritu son uno. Doy gracias al Señor porque muchos hemos regresado a la Palabra y nos sumergimos en ella diariamente. Al acudir a la Palabra por las mañanas, exteriormente tocamos la Palabra, pero interiormente el Espíritu nos toca. De esta manera, la Palabra y el Espíritu, los cuales son la realidad, nos santifican.]

Supongamos que los jóvenes tocan la Palabra con el Espíritu durante el avivamiento matutino antes de irse a la escuela. Ciertamente, durante el día, esta palabra de la verdad trabajará en ellos, los separará y los hará diferentes a sus compañeros; su comportamiento, acciones, obras, pensamientos y sentimientos serán diferentes. Algo operará dentro de ellos y los santificará, los hará santos.

Al tomar la Palabra de esta manera, percibimos que algo del Señor se forja en nosotros. Esto no es un simple conocimiento de la Biblia o de las cosas del Señor, sino la realidad del Dios Triuno, que vive y opera en nosotros y nos separa del mundo. Esto nos hace diferentes de la gente común. Puedo afirmar, al ver las caras de los jóvenes, que ellos experimentan la presencia del Señor. ¡Qué bendición! Todas las mañanas podemos tener contacto con la palabra viva y permitir que la realidad divina se infunda en nuestro ser. Así se infunde en nosotros el Dios Triuno.

RESUMEN

Después de regenerar nuestro espíritu, Dios desea impregnar todo nuestro ser consigo mismo. En esto consiste la obra de santificación que realiza el Espíritu. La santificación consta de dos aspectos: uno se efectúa antes de la justificación y el otro después de la misma. Antes de que seamos justificados, el Espíritu opera en nosotros y nos conduce al arrepentimiento. Después de arrepentirnos y de ser justificados, el Espíritu continúa su obra santificadora en dos maneras: en cuanto a nuestra posición y en cuanto a nuestro modo de ser. Una manera práctica de experimentar la santificación es entrar en la Palabra y permitir que el Espíritu opere en nosotros.

Preguntas

  1. ¿Por qué decimos que ser santificados es más que simplemente no pecar?
  2. ¿Cuáles son los dos aspectos de la santificación? Explíquelos brevemente.
  3. ¿Cuáles son los dos aspectos de la santificación después de que somos justificados? Explíquelos brevemente.
  4. ¿Qué hizo posible que Dios el Creador pudiera entrar en el hombre e impregnar todo su ser?
  5. ¿Qué versículo del Evangelio de Juan afirma que la Palabra nos santifica?

Citas tomadas de las publicaciones de Lee y LSM

  1. God’s Purpose for the Church [El propósito que Dios tiene para la iglesia], pág. 6.
  2. Extractos de los mensajes del entrenamiento de invierno de 1985, pág. 6.
  3. Life-study of 1 Peter [Estudio-vida de 1 Pedro], págs. 42-43, 32-33, 19-20.
  4. Life-study of Ephesians [Estudio-vida de Efesios], págs. 28, 30.
  5. Estudio-vida de Romanos, pág. 222.
  6. Truth Messages [Mensajes de la verdad], págs. 60, 48.