Watchman Nee Libro Book cap.8 Libro de lecciones nivel 2: El Dios triuno

Watchman Nee Libro Book cap.8 Libro de lecciones nivel 2: El Dios triuno

EL DIOS TRIUNO NO SEGÚN SE REVELAN EN LOS EVANGELIOS Y EN HECHOS

Lección ocho

EL DIOS TRIUNO SEGÚN SE REVELA EN LOS EVANGELIOS Y EN HECHOS

Lectura bíblica

Lc. 15:4-32; Hch. 2:21; 9:14; 22:16; 8:16; 19:5.

Bosquejo

  1. El amor del Dios Triuno hacia los pecadores
    (Lucas 15)
  2. El Dios Triuno en el libro de Hechos
    1. La práctica de invocar el nombre del Señor
    2. La práctica de ser bautizados en el Señor

Texto

El Dios Triuno se revela progresivamente desde Génesis hasta Apocalipsis. Aunque el Antiguo Testamento muestra muchos aspectos del Dios Triuno, eso no es suficiente para entenderlo cabalmente, ya que El es presentado de una manera velada y simbólica. Sin embargo, en el Nuevo Testamento, comenzando con los cuatro evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, la revelación del Dios Triuno es más abundante y clara. Mateo 28:19 es el primer libro de la Biblia que menciona claramente a los tres de la Trinidad en conjunto. Los evangelios son una gran revelación de la distinción entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; Dios es tres económicamente a fin de llevar a cabo Su propósito.

Mateo, Marcos y Lucas hablan acerca de la venida de Jesús el Hijo y de Su obra redentora. El evangelio de Juan profundiza más para mostrarnos que este Jesús es el Dios Triuno, quien viene para ser nuestra vida esencialmente. El evangelio de Juan, entre todos los libros de la Biblia, es el que con mayor frecuencia se refiere a la vida divina y a la relación entre el Padre, el Hijo y el Espíritu. Ya hemos utilizado muchos versículos de Juan para describir al Dios Triuno y nuestra experiencia de El; sin embargo, hay un pasaje de Lucas que debemos considerar en esta lección.

I. EL AMOR DEL DIOS TRIUNO HACIA LOS PECADORES (LUCAS 15)

Lucas 15 revela el amor del Dios Triuno hacia los pecadores. Hay tres parábolas en este capítulo que, a manera de cuadros maravillosos, describen la salvación que la Trinidad Divina lleva a cabo. Las tres parábolas se refieren a los tres de la Trinidad Divina. La primera parábola habla acerca del pastor que sale a buscar una oveja perdida (vs. 4-7); esto hace referencia al Hijo. La segunda parábola habla acerca de la mujer que enciende una lámpara para buscar una moneda perdida (vs. 8-10); esto señala a la persona del Espíritu Santo. La tercera y última parábola habla acerca del padre amoroso que recibe de regreso a su hijo pródigo o despilfarrador (vs. 11-32); esto alude al Padre celestial.

La secuencia de estas parábolas no corresponde a la secuencia esencial presentada en Mateo 28:19, la cual hace referencia a la persona misma del Dios Triuno, sino que corresponde a nuestra experiencia progresiva de acceso o entrada al Dios Triuno, como se menciona en Efesios 2:18. En los cuatro evangelios, el Hijo, caracterizado como el buen Pastor, viene primero a efectuar la redención; éste es el fundamento de la salvación de Dios. Luego en Hechos el Espíritu interviene para encontrarnos, lo cual resulta en nuestro arrepentimiento. Y finalmente, regresamos a Dios el Padre, quien nos espera y nos recibe.

El Hijo como Pastor vino al desierto en busca de la oveja perdida (v. 4). A los ojos de Dios el mundo entero es un desierto, un lugar árido y desolado donde todos están perdidos. La manera en que el Hijo nos busca es que muere por nosotros (Jn. 10:15). El Espíritu Santo vino para encontrarnos, tal como la mujer buscó la moneda perdida en la casa (v. 8). La casa denota nuestra persona, nuestro ser. La obra “barredora” del Espíritu consiste en alumbrar todo nuestro ser: la mente, la parte emotiva, la voluntad y la conciencia, de una manera detallada y cuidadosa a fin de encontrarnos. La lámpara utilizada por la mujer representa la palabra de Dios (Sal. 119:105, 130). El Espíritu usa la palabra para poner al descubierto nuestra posición y condición. Este es el significado de ser “hallados”. Después de ser alumbrados nos arrepentimos, lo cual significa que tomamos la decisión de volver al Padre. El Padre aguarda nuestro retorno (v. 20) y finalmente nos trae de regreso a Su casa (v. 25), que es la iglesia.

¡Qué maravilloso es el amor divino expresado en estas parábolas! ¿Alguna vez se ha considerado usted como una oveja perdida en el desierto? Lea Lucas 15 otra vez mientras estudia esta lección. Apreciará cuán preciosos somos para el Dios Triuno.

II. EL DIOS TRIUNO EN EL LIBRO DE HECHOS

Los evangelios narran el ministerio del Jesús encarnado mientras estuvo en la tierra. Posteriormente, Hechos describe la obra del Cristo resucitado y ascendido a los cielos. Esta obra se lleva a cabo en la tierra por medio de los creyentes, en quienes El vive. Esto es posible debido a que el Señor se hizo el Espíritu vivificante, y como tal El puede entrar en ellos. Todo lo que el Señor Jesús obtuvo se imparte y se aplica en los discípulos a fin de que ellos sean la propagación de Cristo y establezcan iglesias por todo el mundo. A la vez, el libro de Hechos muestra dos prácticas mediante las cuales podemos participar del Dios Triuno y disfrutarle, que son: invocar el nombre del Señor y ser bautizados.

A. La práctica de invocar el nombre del Señor

A pesar de que la práctica de invocar al Señor se menciona frecuentemente en el Antiguo Testamento, en el Nuevo Testamento se menciona por primera vez en Hechos 2:21 cuando Pedro predicaba el evangelio. Los primeros cristianos eran reconocidos porque invocaban el nombre del Señor (Hch. 9:14, 21). Inmediatamente después de que Saulo de Tarso, quien se convirtiera en Pablo, fue cautivado por el Señor, Ananías le instó a que fuera bautizado invocando el nombre del Señor (Hch. 22:16).

Invocar Su nombre es la manera más práctica de disfrutar todo lo que el Dios Triuno es, tal como amor y luz, y todo lo que El ha realizado y obtenido, tal como el perdón de pecados, así como el logro de Su ascensión. Todos sabemos que Su nombre hoy es “Señor Jesús”. Ahora podemos disfrutar ricamente al Dios Triuno que se procesó en los evangelios, al ejercitar nuestro espíritu e invocar: “¡Señor Jesús!”

B. La práctica de ser bautizados en el Señor

En Mateo 28:19 el Señor encargó a los discípulos que bautizaran a los creyentes en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Pero vemos que más tarde, en el libro de Hechos, ellos bautizaban en el nombre del Señor Jesús (Hch. 8:16; 19:5). ¿Cometieron ellos un error? Ciertamente no. Más bien, este hecho confirma lo que hemos dicho anteriormente; esto es, que El Señor Jesús es la corporificación del Dios Triuno. El es el Dios Triuno. De manera que, ser bautizados en el nombre del Señor Jesús equivale a ser bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Cuando usted fue bautizado en el nombre del Señor Jesús, fue puesto en la Persona misma del Señor, es decir, en el Dios Triuno. ¡Ya no está más en usted mismo ni en el mundo, sino en Dios!

Saulo odió la iglesia y persiguió a los creyentes hasta que el Señor lo salvó. Cuando se bautizó, todo su pasado quedó enterrado y él fue puesto en Cristo. En ese momento experimentó el lavamiento de sus pecados e invocó el nombre del Señor. Al invocar al Señor recibió la Persona misma en la cual estaba siendo bautizado.

Quizá usted no se sienta tan malo como Saulo, que encarcelaba a los creyentes. Pero tal vez a menudo termina discutiendo con los miembros de su familia. En realidad esto también es pecaminoso ante el Señor. Supongamos que usted tiene un desacuerdo con su madre. Una hora después, aún se siente perturbado y molesto; no puede entender por qué ella no ve las cosas de la misma manera que usted. Mientras más piensa en ello, más se consume por dentro. En ese momento usted se encuentra en su yo. Tal vez piense que está en lo correcto, pero aun así, se siente miserable. Así que comienza a invocar en voz suave el nombre del Señor; cuanto más le invoca, más su ira disminuye. De pronto comprende que ha ofendido a su madre, y se siente avergonzado por ello. Así que empieza a orar: “Señor, estaba equivocado, perdóname”. Incluso se disculpa con su madre y experimenta tal liberación que aun siente que ella es tan amada como el propio Señor.

Esta es nuestra experiencia al invocar y al bautizarnos. En tal situación, ¿podría usted por sí mismo admitir que estaba equivocado y disculparse? Probablemente no. Pero mientras más invoca, más del Dios Triuno como Espíritu se añade a usted. El vino como luz, perdón y amor. Mientras invocaba, el Señor lo iluminó y pudo darse cuenta de su falta, pero El también vino como perdón y amor. ¡Alabado sea el Señor! Usted experimentó ser trasladado del yo y de sus sentimientos al Dios Triuno. Siempre debemos tener presente esto e invocar el nombre del Señor, así nos daremos cuenta de que ya no estamos en el mundo, en el yo ni en nuestros pecados. Más bien, somos aquellos que han sido bautizados en el Señor Jesús y que invocan el amado nombre de nuestro Señor.

Preguntas

  1. Explique cómo Lucas 15 nos revela el amor del Dios Triuno hacia el hombre.
  2. ¿Qué nos enseña Mateo 28:19, Hechos 8:6 y Hechos 19:5 acerca del Dios Triuno?

Referencias adicionales

  1. Concerning the Triune God—the Father, the Son, and the Spirit [Acerca del Dios Triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu] (Lee/LSM), págs. 14-15.
  2. Life-study of Matthew [Estudio-vida de Mateo] (Lee/LSM), págs. 829-830.
  3. Life Messages [Mensajes de vida] (Lee/LSM), tomo 2, págs. 303-304.
  4. The Vision of God’s Building [La visión del edificio de Dios] (Lee/LSM), págs. 200-201.
  5. Estudio-vida de Génesis (Lee/LSM), págs. 344-345, 354-355.
  6. The Stream [El manantial] (Lee/LSM), tomo 13, núm. 3, págs. 7-8.
  7. The Mending Ministry of John [El ministerio remendador de Juan] (Lee/LSM), págs. 30-35.