Watchman Nee Libro Book cap.6 Libro de lecciones nivel 6: La Biblia
LAS PRUEBAS DE QUE LA BIBLIA ES LA PALABRA DE DIOS 2
Lección seis
LAS PRUEBAS DE QUE LA BIBLIA ES LA PALABRA DE DIOS (2)
Lectura bíblica
Is. 55:11; 2 Ti. 2:9b; Is. 59:21; Mt. 24:35; Sal. 12:6; 2 P. 1:19; 1 P. 1:25; Ap. 12:11; Jn 1:1; 6:63, 68; Mt. 4:4; Dt. 11:18-21; Sal. 119:103; Job 23:12; Esd. 9:4; Ap. 1:9; 3:8, 10; 6:9; 22:18, 19
Bosquejo
- Lo comprueba la historia del pueblo judío:
- Escogido por Dios.
- Llega a ser una gran nación.
- Guiado por los jueces.
- La cumbre de su experiencia.
- La degradación.
- Llevado por doquier.
- El recobro del templo y de la ciudad de Jerusalén.
- La primera venida del Señor.
- La destrucción del templo y de la ciudad; es esparcido de nuevo.
- Guardado como pueblo.
- La restauración de la nación de Israel.
- Lo comprueba su indestructibilidad.
- Lo comprueba su propagación durante la persecución:
- Una Biblia oculta en una silla.
- Una Biblia horneada dentro de un pan.
- Lo comprueba la palabra del Señor y los demás escritores de la Biblia.
- Lo comprueba los documentos antiguos:
- Tres manuscritos antiguos principales.
- Libros y cartas de primeros creyentes.
- Lo comprueba la arqueología:
- El descubrimiento de los rollos del mar Muerto.
- El descubrimiento de tablas de arcilla.
- El descubrimiento de Nínive.
Texto
I. LO COMPRUEBA LA HISTORIA DEL PUEBLO JUDÍO
A. Escogido por Dios
La historia del pueblo judío también comprueba que la Biblia es la Palabra de Dios. El pueblo judío es un pueblo especial; es el pueblo escogido de Dios. Inició con Abraham, quien fue escogido y llamado por Dios para ser la cabeza del linaje escogido. Casi todo el Antiguo Testamento narra su historia (Gn. 12:1—Malaquías).
B. Llega a ser una gran nación
El nieto de Abraham, Israel, junto con sus descendientes —setenta en total—, descendieron a Egipto en busca de alimento, y con el tiempo crecieron hasta convertirse en una nación. Fueron esclavizados y perseguidos en Egipto por cientos de años. Dios envió a Moisés para librarlos de la tiranía de Faraón y sacarlos de Egipto. Después de escapar del ejército de Faraón al cruzar el mar Rojo, vagaron por el desierto durante cuarenta años. Finalmente, bajo la dirección de Josué y con la ayuda de Caleb, entraron en la buena tierra que Dios había prometido a Abraham. Dividieron la tierra en porciones para cada tribu y familia. Cada uno recibió una porción de la buena tierra como herencia de parte de Dios (Gn. 46:1—Josué).
C. Guiado por los jueces
No mucho tiempo después de que los hijos de Israel se establecieran en la buena tierra, ellos comenzaron a apartarse de Dios. Dios permitió que los enemigos los atacaran. Ellos clamaron a Dios para que les librara, y Él les dio jueces, quienes los libraron de sus enemigos. Este ciclo continuó por varios cientos de años (Jueces).
D. La cumbre de su experiencia
Dios levantó a Samuel para que fuera Su profeta, y Samuel ungió a David el rey. David venció a todos sus enemigos y trajo paz al pueblo de Dios. Además, David aseguró el sitio apropiado y reunió las riquezas y los materiales necesarios para edificar la casa de Dios. Salomón, su hijo, edificó la casa de Dios en Jerusalén. Esa fue la cumbre de la experiencia de los hijos de Israel: Dios moraba entre ellos; tenían paz y prosperidad en la buena tierra que Dios había prometido a Abraham (1 S. 3—2 Cr. 9:28).
E. La degradación
La degradación comenzó después que fue edificado el templo. Primero, los hijos de Israel abandonaron a Dios y adoraron ídolos. Segundo, establecieron otros dos centros de adoración, Dan y Betel, fuera del lugar de adoración que Dios había escogido, a saber, Jerusalén. Estos dos hechos fueron sumamente malignos a los ojos de Dios y le ofendieron e hicieron que Él abandonara temporalmente a Su pueblo (1 R. 11:5—13:34).
F. Llevado por doquier
El Señor profetizó en Jeremías 24:9-10: “Y los daré por escarnio y por mal a todos los reinos de la tierra; por infamia, por ejemplo, por refrán y por maldición a todos los lugares adonde yo los arroje. Y enviaré sobre ellos espada, hambre y pestilencia, hasta que sean exterminados de la tierra que les di a ellos y a sus padres”. El ejército de Babilonia subió contra ellos y mató a muchos, destruyó el templo y la ciudad, y llevó de regreso a Babilonia a los que quedaron. El ejército incluso tomó las vasijas del templo y las colocó en su propio templo, el cual estaba lleno de ídolos (Jer. 6—27).
G. El recobro del templo y de la ciudad de Jerusalén
Después de setenta años de cautiverio, según profetizó Jeremías (Jer. 29:10-14), el Señor despertó a Ciro, rey de Persia, para que permitiera que el pueblo regresara a reconstruir el templo y la ciudad de Jerusalén. Los hijos de Israel regresaron y, después de muchas luchas, terminaron la labor (2 Cr. 36:23—Esd. 6; Neh. 2:9—7).
H. La primera venida del Señor
Después de cientos de años, el Señor vino a Su pueblo, en cumplimiento de las profecías dadas en el Antiguo Testamento. Él nació de una virgen (Mt. 1:23), llevó una vida humana perfecta y genuina (2 Co. 5:21), fue rechazado por Su propio pueblo (Jn. 1:11), luego fue entregado al sumo sacerdote y a los escribas y se le dio muerte en la cruz (Mt. 20:18-19), y resucitó al tercer día conforme a las Escrituras (1 Co. 15:4; Mateo—Juan).
I. La destrucción del templo y de la ciudad; es esparcido de nuevo
El Señor, antes de ser crucificado, profetizó en Mateo 24:2 respecto al templo que no quedaría piedra sobre piedra que no fuera derribada. Esto indicaba que el templo sería destruido y que el pueblo sería esparcido nuevamente. Esta profecía se cumplió en el año 70 d. C., cuando un príncipe romano llamado Tito vino y destruyó la ciudad y el templo. Cuando el pueblo crucificó al Señor, dijo: “¡Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos!” (Mt. 27:25). Desde entonces, ellos han sufrido maltrato, filo de espada, hambre y pestilencia. Han sido consumidos de generación en generación.
En el año 70 d. C., el ejército romano mató aproximadamente dos millones de personas, y más de la mitad de los que quedaron murieron de hambre. El resto fueron vendidos como esclavos. Cincuenta años más tarde, otros cincuenta mil fueron asesinados porque se rebelaron contra el Imperio Romano. El pueblo judío fue esparcido por toda la tierra y ha sufrido por siglos. Antes de la segunda guerra mundial, decenas de miles de judíos murieron en Rusia; fueron llevados a campo abierto y masacrados con armas de fuego y granadas. Durante la segunda guerra mundial, seis millones de judíos fueron asesinados por el ejército alemán. Se usaron varios métodos de tortura para ejecutarlos; eran como ovejas llevadas al matadero (Sal. 44:22; Jer. 12:3).
J. Guardado como pueblo
Números 23:9 dice: “He aquí un pueblo que habitará confiado, y no será contado entre las naciones”. Ellos no eran como cualquier otro pueblo. La cultura, la comida y los hábitos de vida de los demás pueblos eran sucios. Sólo el pueblo judío era limpio. Por tanto, ellos consideraban a los otros pueblos como cerdos y perros. Los judíos no vivían ni comían con otras personas, sino que se mantenían aislados. Estuvieron sin país por dos mil quinientos años, pero fueron preservados como nación. Por lo general, toma unos quinientos años para que un pueblo pierda su identidad después de que su nación sea destruida. Sin embargo, debido a las profecías que Dios hizo en la Biblia con respecto a Israel, Él los mantuvo separados de las diferentes naciones entre las que habitaron, para que permanecieran como un pueblo distinto.
K. La restauración de la nación de Israel
El Señor los preservó como pueblo para que, después de dos mil quinientos años pudieran restablecer su nación. Según la Biblia, la nación de Israel tenía que ser restaurada antes de que pudiera llegar el fin del mundo (Ro. 11:26-27). La restauración de la nación de Israel ocurrió en 1948. Según las experiencias y conceptos humanos, esto es algo imposible. Para el hombre es imposible, pero para Dios todo es posible (Lc. 18:27). La Biblia también profetizó que “Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan” (Lc. 21:24). Jerusalén fue devuelta al pueblo de Dios en 1967. Este hecho confirma también lo que dijo el Señor, de que Su segunda venida está cerca (Mt. 24:33-34).
Conclusión
Puesto que la Biblia y el pueblo de Dios están relacionados entre sí, su historia y existencia comprueban que la Biblia es verdaderamente la Palabra de Dios.
II. LO COMPRUEBA SU INDESTRUCTIBILIDAD
Durante el curso de la historia humana, no ha existido un libro que haya sido atacado tanto como la Biblia. Cada ataque ha fracasado; la Biblia nunca ha sido destruida. La gente puede destruir fácilmente un carro o un edificio. Casi todo lo que existe puede ser destruido; sin embargo, la Biblia, la Palabra del Dios eterno, es indestructible. Es indestructible porque su Autor es eterno; y Dios requiere de un libro que hable por Él eternamente. La gente que ataca la Biblia se envejece y muere, pero la Biblia ha permanecido desde el principio hasta ahora. La gente finita, que existe en el tiempo, no puede jamás destruir algo que es infinito y eterno. Por el contrario, cuanto más la gente trata de destruir la Biblia, más la leen las personas.
Alrededor del año 300 d. C., Diocleciano, césar del Imperio Romano, usó muchos métodos crueles para deshacerse de la Biblia. Destruyó casi todo ejemplar de la Biblia que existía en aquel tiempo, y también mató a decenas de miles de creyentes. Luego, levantó un monumento con una inscripción que afirmaba que la fe cristiana había sido exterminada (Extincto Naminechristionorum). No obstante, veinte años más tarde, la Biblia reapareció en público otra vez.
Hubo un alto funcionario en Inglaterra llamado Engersol. Él se opuso vigorosamente a la Biblia; buscó cada ejemplar de la Biblia y lo quemó. Pero después que murió, la Sociedad Bíblica compró su residencia para imprimir Biblias. Engersol murió, pero la Biblia continuó. Nadie puede durar más que la Biblia. Nadie puede destruir la Biblia.
III. LO COMPRUEBA SU PROPAGACIÓN DURANTE LA PERSECUCIÓN
La propagación de la Biblia en tiempos de persecución prueba que la Biblia es la Palabra de Dios. La mayoría de la gente abandonaría algo cuando se les persiga por poseerlo; pero con respecto a la Biblia, la actitud de las personas es diferente. Cuando las personas en Europa fueron perseguidas por tener Biblias, se rehusaron a abandonarlas. Muchos ejemplares fueron confiscados y quemados. Era peligroso tener una Biblia; con todo, la gente no abandonaba sus Biblias, incluso ante el riesgo de sufrir severa persecución.
A. Una Biblia oculta en una silla
Una familia de Francia, que amaba la Biblia, tenía un ejemplar. Ellos estaban dispuestos a abandonar cualquier cosa antes que abandonar su Biblia. Si la Iglesia Católica hubiera descubierto que ellos tenían una Biblia en su casa, los habría enjuiciado. Ellos no querían enterrar su Biblia en la tierra, pues querían leerla todos los días; así que encontraron la manera de esconderla en la parte hueca de una silla. Utilizaban la silla para sentarse hasta que llegaba el momento de leer la Biblia. Luego ponían la silla al revés y abrían el compartimiento secreto para sacar la Biblia. De esta manera, se protegían y continuaban leyendo la Biblia cada día.
Cierto día, un “padre” de la Iglesia Católica vino a registrar la casa de ellos. Aunque lo intentó, no pudo hallar el lugar donde ocultaban la Biblia. Mientras toda la familia observaba nerviosa, él se sentó en la silla donde se hallaba oculta la Biblia, para pensar acerca del lugar donde ésta podía estar escondida. Todos sintieron alivio cuando finalmente se dio por vencido y se fue decepcionado.
A causa de la persecución, esta familia emigró después a los Estados Unidos, donde todos pudieron leer la Biblia libremente.
B. Una Biblia horneada dentro de un pan
Una hermana en Europa poseía una Biblia, lo cual iba en contra de la voluntad del papa de la Iglesia Católica Romana. Él había “decretado” que cualquiera que ocultara una Biblia, sería ejecutado. Un día los “padres”, llevando a cabo el decreto del papa, fueron a registrar la casa de esta hermana. Sucedió que ella estaba horneando un pan. Cuando ella escuchó que los “padres” estaban a la puerta, envolvió su Biblia con la masa del pan que estaba amasando y horneó la Biblia dentro del pan. Los “padres” se fueron con las manos vacías, y la hermana y su Biblia permanecieron a salvo y seguras. Debido a la persecución, ella también se mudó a los Estados Unidos, donde pudo leer la Biblia libremente.
Existen muchos testimonios de esta índole. Es imposible escribirlos todos aquí. Estos testimonios nos prueban que la Biblia es la Palabra de Dios. La gente no arriesga su vida por otros libros, como lo hace por la Biblia.
IV. LO COMPRUEBA LA PALABRA DEL SEÑOR Y LOS DEMÁS ESCRITORES DE LA BIBLIA
El Señor Jesús dijo a los judíos: “Porque si creyerais a Moisés, me creeríais a Mí, porque de Mí escribió él. Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a Mis palabras?” (Jn. 5:46-47). El Señor a menudo citó la Biblia y se refirió a ella. Esto muestra que Él creía que el Antiguo Testamento era la Palabra de Dios. En el Evangelio de Mateo, Jesús se refirió al Antiguo Testamento cuarenta y nueve veces. A continuación incluimos algunas referencias cruciales que Él usó en los cuatro evangelios:
- El Señor dijo en Marcos 10:6: “Pero desde el principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios”. Él se refería a Génesis 1:27.
- El Señor dijo en Lucas 17:26-27: “Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos”. Se refería a Génesis 7:21-23.
- El Señor dijo en Lucas 11:51: “Desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que murió entre el altar y el templo; sí, os digo que será demandada de esta generación”. Se refería a Génesis 4:8-11.
- El Señor dijo en Lucas 17:29: “Mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos”. Se refería a Génesis 19:24-25.
- El Señor dijo en Juan 3:14-15: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en El cree, tenga vida eterna”. Se refería a Números 21:8-9.
El Señor dijo en Mateo 5:17-18: “No penséis que he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir. Porque de cierto os digo, que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido”. Él no sólo creía que el Antiguo Testamento era la Palabra de Dios, sino que estaba en la tierra para cumplir lo que había sido escrito allí.
¿Podemos usar lo que está escrito en el Nuevo Testamento para probar que el Antiguo Testamento es la Palabra de Dios? Sí, podemos. La Biblia no fue escrita por un solo hombre; la Biblia fue escrita por aproximadamente cuarenta personas. Quizás no le creamos al autor de un libro si éste dice en el último capítulo de su libro que los capítulos anteriores son ciertos. Pero cuando un grupo de escritores da fe que los libros anteriores son la Palabra de Dios —que es el caso de los que escribieron la Biblia—, esto es muy creíble. Una y otra vez, los escritores de la Biblia citaron libros anteriores y luego escribieron la revelación adicional que recibieron de parte de Dios. Cuando el rey David escribió algunos de los salmos, él citó los libros previos del Antiguo Testamento —por ejemplo, el Pentateuco—, y luego añadió más revelación (Sal. 119:135, cfr. Nm. 6:25; Sal. 119:166, cfr. Gn. 49:18). Otros escritores, tales como Pedro, Pablo y Juan, también citaron versículos del Antiguo Testamento en sus escritos (1 P. 2:6, cfr. Is. 28:16; Jn. 1:23, cfr. Is. 40:3; Jn. 2:22, cfr. Sal. 16:10; Ro. 9:17, cfr. Éx. 9:16). El Señor y los escritores del Nuevo Testamento citaron el Antiguo Testamento cientos de veces. El hecho de que cuarenta escritores tomaran mil seiscientos años para escribir la Biblia, y que ellos citaran en diferentes épocas a los escritores anteriores, representa una prueba contundente de que la Biblia es inspirada por Dios.
V. LO COMPRUEBA LOS DOCUMENTOS ANTIGUOS
Algunas personas que dudan que la Biblia es la Palabra de Dios quizás no puedan contradecir las pruebas que mencionamos anteriormente, pero posiblemente argumenten que la Biblia que tenemos hoy no es necesariamente igual que la Biblia original. Es cierto que no queda un solo ejemplar de los manuscritos originales de la Biblia; pero existen manuscritos, documentos y cartas de tiempos antiguos que confirman que la Biblia que tenemos hoy es fidedigna.
A. Tres manuscritos antiguos principales
Existen más de dos mil trescientos manuscritos de la Biblia. Los manuscritos son copias antiguas de la Biblia. Ninguno de ellos está completo. Hay tres manuscritos antiguos principales.
El Codex Vaticanus, o manuscrito Vaticano, está guardado en la Biblioteca del Vaticano, Ciudad del Vaticano, Italia. El Vaticano es la sede de la Iglesia Católica Romana, donde reside el papa. La Iglesia Católica Romana ha tenido este manuscrito en su posesión por más de quinientos años. Este manuscrito fue copiado a mediados del cuarto siglo d. C.; es de gran tamaño, pues mide alrededor de un pie cuadrado y consta de 759 páginas. Aunque le faltan algunas páginas, es el manuscrito más completo.
El Codex Sinaiticus, o manuscrito Sinaítico, fue escrito sobre más de cien pieles de oveja, probablemente en el cuarto siglo. Lo descubrió por casualidad el doctor Tischendorf de Alemania, en 1844, en un monasterio al pie del monte Sinaí. Había sido colocado entre papel desechado y estaba a punto de ser quemado. Él lo rescató, y más tarde fue depositado en la Biblioteca Nacional en San Petersburgo, Rusia. Fue vendido a Inglaterra en 1934 por quinientos mil dólares, y ahora está guardado en el Museo de Londres.
El Codex Alexandrinicus, o manuscrito Alejandrino, está guardado en la Biblioteca Nacional del Museo Británico. Este manuscrito consta de cuatro tomos; le faltan algunas páginas. Se cree que fue copiado por un mártir llamado Thekla durante el quinto siglo. Fue presentado al patriarca de Alejandría en 1078.
Es bueno que tengamos tantos manuscritos diferentes, a fin de que los eruditos puedan compararlos y así producir la colección más fiel y completa de los libros de la Biblia. Al leer la Biblia, podemos estar seguros de que es correcta.
B. Libros y cartas de primeros creyentes
La Biblia de hoy es igual que la Biblia de los primeros siglos.
Clemente, colaborador del apóstol Pablo (Fil. 4:3), escribió una carta a la iglesia en Corinto. En su carta, él hizo referencia a las palabras de Pedro, Jacobo, Juan y Lucas. También citó de los libros de Hechos, Romanos, Corintios, Tesalonicenses, Tito, Jacobo, Pedro y Hebreos. Se han descubierto cartas similares que citan versículos del Nuevo Testamento.
Un creyente que vivió al final del segundo siglo citó en sus libros más de dos mil quinientos versículos del Nuevo Testamento. Otro creyente escribió varios libros al principio del tercer siglo; sus libros citaron dos terceras partes del Nuevo Testamento. Otros libros de los primeros siglos incluyen cientos de citas del Nuevo Testamento.
Al comparar los manuscritos antiguos, las cartas y los libros de los creyentes de antaño, podemos ver que la Biblia de hoy es igual que la Biblia antigua. Cuánto alabamos al Señor por haber preservado la Biblia para nosotros hasta el día de hoy.
VI. LO COMPRUEBA LA ARQUEOLOGÍA
A. El descubrimiento de los rollos del mar Muerto
Los rollos del mar Muerto fueron descubiertos en 1947. Estos rollos habían sido guardados en siete cuevas al noroeste del mar Muerto, a quince millas de Jerusalén. Fueron escritos en pieles de oveja. Se estima que los rollos del mar Muerto fueron copiados en el año 100 a. C.; no contienen toda la Biblia. Isaías está completo, pero otros libros sólo están parcialmente completos. Estos rollos sirven el propósito de confirmar que el Antiguo Testamento que tenemos es auténtico.
Según la historia, hubo creyentes que se mudaron a esas cuevas para escapar la pecaminosidad de las ciudades. Seguramente guardaron los rollos en las cuevas cuando huyeron de la guerra que se suscitó en esa área. ¡Cuán soberano fue Dios al propiciar tal evento para que se preservara esta valiosa prueba!
B. El descubrimiento de tablas de arcilla
Diecisiete mil tablas de arcilla, que datan del año 2300 a. C. al año 2500 a. C., fueron descubiertas en la parte norte de Siria. Estas tablas de arcilla narran parte de la historia humana que se remonta hasta el año 2900 a. C. Hablan de Heber, la sexta generación antes de Abraham, del arca de Noé durante el diluvio, de la destrucción de Sodoma y Gomorra, y de Jerusalén. Estas tablas de arcilla nos prueban que lo que está escrito en la Biblia no es ficticio.
C. El descubrimiento de Nínive
La Biblia habla de una ciudad llamada Nínive, la capital de Asiria. Era una ciudad pecaminosa. Jonás fue enviado allí a predicar el evangelio. Él se rehusó a ir y fue tragado por un gran pez. Después que se arrepintió, el pez lo vomitó. Entonces, él fue a Nínive y llevó a la ciudad al arrepentimiento (Jonás).
Nínive fue destruida durante una guerra; estuvo enterrada bajo arena por miles de años y fue descubierta el siglo pasado. Los arqueólogos encontraron allí escritos que hablan de muchas cosas que se narran en la Biblia, los cuales todavía no habían sido escritos en los libros de historia.
CONCLUSIÓN
En la redacción, canonización y preservación de la Biblia, vemos definitivamente la mano soberana de Dios. Por ejemplo, cuando el Codex Sinaiticus estaba a punto de ser quemado, un erudito —que “casualmente” pasaba por allí— reconoció su valor y lo rescató. Debido a esto, ahora tenemos tres manuscritos que pueden ser comparados a fin de que sepamos con certeza que la Biblia que tenemos hoy es fidedigna. La preservación de los rollos del mar Muerto también fue dispuesta por Dios soberanamente para nuestro beneficio. Si no fuera por la guerra, los creyentes que vivían en cuevas cerca de Jerusalén no hubieran ocultado los rollos en las cuevas. Los manuscritos se habrían desgastado por el mucho uso y no los tendríamos hoy. Como sucedió, estos valiosos manuscritos fueron guardados de tal manera que pudieron ser preservados hasta su descubrimiento casi dos mil años después.
Alabamos al Señor por darnos tan grande regalo: la Biblia. Las pruebas presentadas en estas dos lecciones aumentan nuestra fe en la Biblia, así como nuestro aprecio por ella. El Señor y los que le aman sufrieron mucho para que se preservara la Biblia durante miles de años a fin de que nosotros, los que amamos al Señor, tengamos este gran regalo. Debemos valorar mucho la Biblia y estudiarla como lo más preciado que tenemos.
Preguntas y ejercicios
- ¿Cómo comprueba la historia del pueblo judío que la Biblia es la Palabra de Dios?
- ¿Ha sido totalmente destruida la Biblia alguna vez?
- ¿Por qué amaban las personas la Biblia a tal grado que estaban dispuestas a arriesgar sus vidas por conservar un ejemplar?
- ¿Qué pensaban los escritores de la Biblia los unos de los otros? ¿Qué nos dice esto?
- ¿Cómo sabemos que la Biblia que tenemos hoy es fidedigna?
- Intente comprobarle a sus compañeros que la Biblia es inspirada por Dios.
Referencias adicionales
- Is the Bible inspired by God? [¿Es la Biblia inspirada por Dios?], en chino (Y. L. Chang/Librería Evangélica de Taiwan), págs. 49-69.
- Estudio-vida de Mateo (Lee/LSM), págs. 739-741.
- Life-study of 2 Peter [Estudio-vida de 2 Pedro] (Lee/LSM), págs. 73-75, 118-119.