Watchman Nee Libro Book cap.5 El nuevo pacto 1931

El nuevo pacto 1931 capitulo 5 Watchman Nee Libro Book

EL NUEVO PACTO 5

CAPÍTULO CINCO

EL NUEVO PACTO

(5)

Lectura bíblica: Mt. 26:28; He. 8:6-12

Ya hemos visto que nuestro Dios es un Dios que hace pactos con el hombre. También vimos que no se exaltó a un nivel inaccesible, sino que se despojó a Sí mismo, descendiendo a nuestro nivel, para que pudiéramos disfrutar de los mismos derechos que El tiene. También dijimos que Dios nos ha elevado a un nivel que nos permite relacionarnos con El para poder exigir lo que nos legó según Su pacto. Dios nos permite que demandemos para entonces proceder a nuestro favor. Despertemos y ejercitemos nuestra fe asiéndonos de El.

Podemos ver que en el lenguaje original, la palabra pacto tiene dos significados: pacto y testamento. Estas dos palabras tienen la misma connotación en el griego. En libro de Hebreos, la palabra pacto se usa en repetidas ocasiones. Primero nos dice que Cristo es superior a los profetas, a los ángeles, a Moisés, a Josué y a Aarón. Todo esto es maravilloso, pero no es la meta principal de este libro. En verdad Hebreos enseña esto, y los expositores de la Biblia han hecho un trabajo digno de elogio. No obstante, la meta específica de Hebreos es presentarnos el nuevo pacto. Muchas veces se da énfasis a esto en los capítulos del seis al trece. Aunque este libro menciona también otras cosas tales como la sangre, Aarón, Moisés y los sacrificios; lo hace con relación al nuevo pacto. La meta principal de estos capítulos es mostrarnos lo que es este nuevo pacto.

LOS DOS ASPECTOS: EL PACTO Y EL TESTAMENTO

¿Quién es éste que hizo un nuevo pacto con nosotros? ¿Dios o el Señor? No fue el Señor, sino Dios. El Señor Jesús fue el que derramó Su sangre para realizar el nuevo pacto, pero el que hizo el pacto con nosotros fue Dios. El es la otra parte interesada. ¿Por qué decimos que el pacto es también un testamento? El pacto es un acuerdo que Dios llevó a cabo, pero también es algo que el Señor Jesús nos dejó al morir, por eso es un testamento. Un pacto no requiere que su hacedor muera para entrar en vigencia, pero un testamento sí. Se sabe universalmente que mientras un hombre viva, su testamento no puede hacerse efectivo. Esta es la razón por la cual decimos que Dios hizo un pacto con nosotros, y que el Señor Jesús nos dejó un testamento. Por un lado, el Señor adquirió la herencia con Su sangre; y por otro, nos dejó este nuevo pacto como una herencia.

En Hebreos 9:15-17 dice: “Y por eso es Mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo una muerte para remisión por las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna. Porque donde hay testamento, es necesario que conste la muerte del testador. Porque el testamento se confirma sólo en caso de muerte; pues no es válido mientras el testador vive”.

Y en Hebreos 10:16-17 dice: “Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré Mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré. Y añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados e iniquidades”.

Observe que Hebreos 8 dice que Dios hizo un nuevo pacto. “Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré … porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor de ellos” (vs. 10-11). Vemos aquí que el capítulo diez es la repetición del capítulo ocho.

El capítulo nueve nos dice que el Señor Jesucristo es “el Mediador de un nuevo pacto”. La traducción más exacta sería: “el Ejecutor de un nuevo pacto”. En Hebreos 10:16 dice que Dios estableció el nuevo pacto. Con respecto al pacto, Dios es el Autor, y con respecto al testamento, Cristo es el Mediador. Veamos ahora una lista de los asuntos incluidos en este nuevo pacto:

NO SE HA PODIDO CARGAR LA IMAGEN

El pacto consta de tres partes principales: la limpieza, que se relaciona con el pecado; el conocimiento, que está relacionado con el conocimiento de Dios; y la vida y el poder, que tienen que ver con la victoria. En lo que se refiere al pacto que hizo con nosotros, Dios nos limpia, nos concede conocerlo, y nos da vida y poder. En cuanto al testamento, la voluntad de Cristo es limpiarnos, darnos el conocimiento de Dios, y la vida y el poder.

Hermanos: ¿cuál es la similitud entre un pacto y un testamento? Lo que recibimos del pacto es lo mismo que obtenemos del testamento. Sin embargo, en lo que a Dios respecta, estos dos términos son diferentes. En lo que a nuestra relación con Dios se refiere, es un pacto; pero con respecto a nuestra relación con el Señor; es un testamento. El Señor también es el Ejecutor de este testamento. Debemos aclarar que un testamento no entra en vigor sino hasta que el testador muere. Por eso el capítulo nueve hace énfasis en la sangre del pacto. El Señor Jesús llevó la sangre al lugar Santísimo, lo cual nos muestra que el testador murió. Dios sabe que el testador murió y que nosotros también. En la noche que fue traicionado, el Señor Jesús alzó la copa y el pan como señal de que debíamos recordar Su muerte. Pablo nos dice que el propósito de la copa y del pan es declarar la muerte del Señor. Así que podemos declarar que el Señor murió, y que el testamento fue puesto en vigencia.

En la época de Jeremías se hablaba del nuevo pacto. A pesar de que durante esos quinientos o seiscientos años ese convenio ya existía, éste no había entrado en vigencia. Esto es semejante a un testador que deja su testamento al cuidado de un abogado. La voluntad de este hombre no tendrá vigencia sino hasta que muera. Entonces, todo lo establecido en el testamento estará disponible. Antes de que el testador muera, el testamento es simplemente un papel. Un día, el Señor inesperadamente dijo: “Tomad, comed; esto es Mi cuerpo … Bebed de ella todos; porque esto es Mi sangre del pacto” (Mt. 26.26-28). Esta declaración nos permite recibir el testamento. El pacto más grande y más glorioso que existió por quinientos o seiscientos años es ahora nuestro. Hermanos, mi intención no es tratar de entretenerlos hablándoles acerca del contenido del nuevo pacto, sino mostrarles el nuevo pacto. El nuevo pacto es el testamento del Señor; es Su herencia. Ahora podemos conocer a Dios sin ayuda de nadie, y podemos complacerlo y hacer Su voluntad. Estas son las cosas que el nuevo pacto de Dios y el testamento del Señor nos legaron.

Para hacer un testamento, es crucial que esté presente un testigo, pero es más importante que alguien ejecute el testamento. En muchas ocasiones algunos abogados ejecutores de testamentos son deshonestos. Pero gracias a Dios que el que estableció y ejecutó el testamento fue el Señor Jesús. El Señor Jesús en Su muerte hizo el testamento, y lo ejecutó en Su resurrección. El nos dio las mejores y más preciosas bendiciones. Nos dio la salvación y la victoria. Aunque el nuevo pacto parece que sólo incluye estos tres aspectos, todas las necesidades y demandas de un cristiano están incluidas allí. El Señor introdujo la sangre en el Lugar Santísimo declarando que el testador murió. Como Sumo Sacerdote, El llegó a ser el Mediador del nuevo pacto en los cielos.

En Hebreos 12:22-24 dice: “Sino que os habéis acercado al monte de Sión, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, y a miríadas de ángeles, a la asamblea universal, a la iglesia de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel”. Aquí se nos dice que no nos hemos acercado al monte Sinaí, sino al monte de Sion, el cual es el lugar de reunión de Dios, los ángeles, los justos resucitados y los primogénitos. Este lugar es también donde el Señor Jesús, el Mediador del nuevo pacto está. El no sólo es el Sumo Sacerdote, sino también el Mediador eterno. El vive por los siglos de los siglos haciendo que el nuevo pacto este vigente. El verá el resultado del derramamiento de Su sangre: el hombre conocerá a Dios, y tendrá la vida y el poder para obedecerle. Con este propósito El ha llegado a ser el Mediador. Debido a la fidelidad y la justicia de Dios, este pacto nunca podrá ser revocado o anulado; y por el poder de la resurrección de Cristo, estará vigente para siempre.

El Señor Jesucristo es el testador que nos ha dejado una herencia. Recibir lo estipulado en el testamento significa obtener algo que no teníamos antes. Lo obtenemos sin ningún esfuerzo o trabajo. Es algo que El nos dio. Esto es lo que significa heredar el nuevo pacto. Algunas personas tienen ideas absurdas acerca de esto. Piensan que si han pecado, deben esforzarse por hacer el bien, hasta que sus pecados le sean perdonados. Posiblemente pasarán muchos años antes que crean que sus pecados han sido perdonados. Otras piensan que tienen que orar hasta sentir paz para ser perdonados. En verdad, esto es lo que ellos hacen, pero no es lo que el testamento les ofrece.

Pablo dijo algo muy significativo: “Los hijos no deben atesorar para los padres, sino los padres para los hijos (2 Co. 12:14b). Un testamento es un legado que nos permite disfrutar del producto de la labor de otros sin ningún esfuerzo ni trabajo.

Muchos me han preguntado cómo pueden conocer la voluntad de Dios, y por qué ellos no la conocen. En mi revista escribí que un cristiano puede distinguir la voluntad de Dios, de la misma manera que distingue la cizaña del trigo. Un creyente leyó mi publicación y me escribió diciendo que él no podía distinguir la voluntad de Dios, al igual que no distinguía entre la cizaña y el trigo. Lo que nos capacita para distinguir la voluntad de Dios es la sabiduría espiritual. Esta sabiduría nos permite conocer la voluntad de Dios sin esfuerzo ni vanos intentos. Esta sabiduría es la voluntad de la herencia que nos ha sido otorgada en el testamento del Señor Jesús. Esta sabiduría está en nuestro interior y nos permite conocer la voluntad de Dios. Por consiguiente, los cristianos pueden y deben conocer la voluntad de Dios. Ningún creyente puede negar esto.

Algunos cristianos dicen: “La enseñanza de la Biblia es correcta doctrinalmente, pero sigo igual de débil aún después de conocerla. Cuando las tentaciones se presentan caigo sin ninguna resistencia”. Todo aquél que ha experimentado Romanos 7 sabe cuán débil es. Los que no conocen el poder de Dios, no tienen la fuerza en sí mismos para vencer el poder del mundo, ni el poder que está dentro de ellos, el cual es el poder de Satanás. Hermanos, esto no se puede lograr por nuestros propios esfuerzos. Tenemos un testamento y no tenemos que esforzarnos ni luchar para poder recibirlo porque es nuestro gratuitamente.

El ejecutor de un testamento es el responsable de la vigencia de éste. Este legado es nuestra porción por derecho. El Señor Jesús es el Ejecutor fiel, y jamás seremos privados de ninguna de las cosas que están incluidas en este testamento. Recibiremos limpieza, vida y poder, las cuales satisfacen nuestra vida espiritual. El Señor Jesús murió y resucitó por nosotros. El no sólo nos dejó Su testamento, sino que El mismo es el Ejecutor fiel. Por lo tanto, no debemos tener una vida pobre, seca, y carente de poder, sino que debemos levantarnos y avanzar, ejercitando nuestra fe para recibir todas las promesas.

¿Por qué el bautismo se hace una vez y el partimiento del pan muchas veces? ¿Por qué en el tiempo de los apóstoles la iglesia partía el pan los domingos? La copa es la copa del nuevo pacto, que nos recuerda que la postura del cristiano se basa en lo pactado. La sangre se refiere a la gracia de Dios, y la copa a Su justicia. Esta copa es la copa del pacto. Cada domingo recordamos el nuevo pacto con la copa, recibiendo así lo que éste contiene. El Señor dijo que debemos beber esta copa, porque es la copa del pacto. No debemos mirar esto como simple vino, sino recordar que esta es la copa del pacto y que el Señor quiere que la bebamos hasta estar satisfechos. Debemos beber todo lo que El nos ha dado. El Señor quiere que recordemos que El está atado por este pacto, y Su satisfacción es darnos todas Sus promesas. El quiere que siempre recordemos que podemos disfrutar eternamente de este legado. Siempre que recordamos al Señor delante de Dios, El nos muestra estas cosas. El pan y la copa nos recuerdan al Señor. El Señor se relaciona con nosotros de acuerdo a las condiciones estipuladas en este pacto; por eso, cada vez que recordamos al Señor, recordamos que El está presente. Si usted desea ser lleno del Espíritu Santo, conocer la voluntad de Dios o ser limpio, lo puede lograr.

Hebreos 8:10-12 nos muestra tres cosas: (1) Dios pondrá Sus leyes en nuestras mentes, y las escribirá en nuestros corazones; y será nuestro Dios, y nosotros seremos Su pueblo. (2) No enseñaremos a nuestro prójimo ni diremos a nuestro hermano: “Conoce al Señor”, porque todos lo conoceremos desde el menor hasta el mayor. (3) El será propicio a nuestras injusticias y nunca más se acordará de nuestros pecados.

Podemos ver que el nuevo pacto incluye tres áreas distintas: (1) Dios nos ha dado el poder de la vida nueva como nuestra fortaleza para hacer Su voluntad. (2) Ahora podemos hacer lo que como hermanos y vecinos no podíamos. (3) Dios nos da el conocimiento de acuerdo al nuevo pacto, para que entendamos que Su muerte es nuestra muerte, y que Su castigo es nuestro castigo. Somos salvos por creer en El.

Hermanos, hemos sido perdonados y limpiados de nuestros pecados; éstos no han sido simplemente olvidados. Nuestros pecados son perdonados; pero esto no sucede con el transcurso del tiempo o porque nos olvidamos de ellos. Quizá podemos olvidarnos del pecado por un tiempo, pero la conciencia no muere; sólo duerme. De repente ésta se despierta y nos condena de nuevo. Nuestra conciencia no se queda quieta indefinidamente. Por consiguiente, Dios permitió que el Señor Jesús muriera para que nuestros pecados pudieran ser perdonados y nuestras injusticias limpiadas. Delante de Dios, el problema de nuestros pecados ya se resolvió para siempre.

Aparte de esto, El nos colocó en una nueva posición y en un nuevo hogar para empezar a servir a Dios. Al comienzo de nuestro servicio a Dios, sentimos que lo hacemos mal, que no es correcto. Si pensamos que no sabemos cómo servir a Dios ni cómo dirigirnos a El, sufriremos mucho. Pensaremos que si hubiéramos conocido la voluntad de Dios antes, no habríamos cometido tantos errores. Si no conocemos a Dios nos angustiamos constantemente. Pero permítanme decir que Dios no solamente olvidó nuestros pecados, sino que nos ha dado la sabiduría para conocer Su voluntad y Su corazón. Somos aquellos que conocen la voluntad y el corazón de Dios. El significado de esto es muy profundo. Esto significa que no tenemos que acudir a Dios para juzgar y discernir conforme a Sus juicios. Quizás algunos hermanos conocen la voluntad de Dios. Pero el nuevo pacto no se limita a esto; este convenio nos permite conocer el corazón de Dios y juzgar y discernir basándonos en éste.

Permítanme decir esto: una cosa es conocer la voluntad de Dios y Su corazón, y otra poder cumplirla. No sólo debemos saber a dónde vamos, sino que también debemos tener el poder para llegar. En este nuevo pacto, Dios nos ha dado el poder. No nos dio simplemente conocimiento, sino también el poder para llevar a cabo Su voluntad. Hermanos, si tenemos esto, es suficiente. Hemos sido perdonados, limpiados y hemos recibido el conocimiento, la vida y el poder, y estamos satisfechos. Debemos saber que Dios sólo nos ha dado un nuevo pacto, y con él nos llena.

Lo primero que se estipula en el nuevo pacto es la purificación, la cual tiene que ver con la salvación; lo segundo es el conocimiento, que se relaciona con nuestro entendimiento de Dios; y lo tercero es la vida y el poder, relacionado con nuestra victoria. Si el primer asunto es digno de confianza, entonces el segundo y el tercero también deben serlo. ¿Por qué muchas personas han recibido lo primero, y tan pocos lo segundo y lo tercero? Los creyentes podemos recibir los tres al mismo tiempo. No tenemos que recibirlos en diferentes ocasiones, ni necesitamos buscar a Dios una segunda vez para obtenerlos. Aquél que se levante hoy, y se aferre a Dios por fe y le diga: “Señor, Tú pacto dice que puedo conocer Tu corazón, Tu naturaleza, que puedo entenderte y saber como eres”. Este conocimiento no es un conocimiento común, es la vida eterna la cual nos capacita para conocer a Dios. Este conocimiento es para jóvenes y viejos. Todos podemos conocer a Dios. Sin embargo, necesitamos ser limpiados para obtener conocimiento, vida y poder. Por eso existe el perdón de pecados. Sin embargo, esto no significa que al recibir el nuevo pacto experimentaremos esto en diferentes etapas.

Mucha gente considera la salvación y la victoria como dos etapas diferentes. Realmente, no hay necesidad de separar la salvación y la victoria de esta manera. No necesitamos una segunda obra de la gracia de Dios para poder ser vencedores. Podemos recibir salvación, victoria y poder a la vez. Debido a que la vida de algunos es enfermiza, necesitan la obra de la gracia de Dios por segunda vez. Pablo no tuvo una segunda experiencia; él se llenó del Espíritu Santo desde el primer momento. No todos los salvos pueden ser de inmediato creyentes maduros, fieles y experimentados. Un cristiano necesita crecer, pero esto no significa que es limpiado, recibe vida y poder y conocimiento en diferentes etapas.

Puede ser que los que han sido salvos recientemente no tengan la experiencia de aquellos que han sido fieles en el Señor por veinte años o más. Sin embargo no deben estar en una condición de escasez como muchos cristianos de hoy. Cuántos cristianos escuchan la voz interior y saben cómo ser guiados por Dios; y cuántos hacen lo correcto sin tener necesidad de que otros les enseñen. Unos necesitan que se les diga que deben y que no deben hacer; de lo contrario se equivocan en sus decisiones. Otros son muy amorosos, pacientes y buenos, pero necesitan que alguien los guíe. Para cada cosa, preguntan qué hacer. Cuántos pueden ir adelante de acuerdo a la Biblia y a la guía interior sin tener que preguntar a otros qué hacer. Cuántos han recibido la verdad, el poder, el conocimiento y la limpieza legados en el nuevo pacto.

¿Cuántos entre nosotros son poderosos? Sabemos que en nosotros mismos no tenemos poder. Por eso tan pronto se presentan las tentaciones, fallamos. Somos débiles y “nuestros corazones se derriten como agua” (Jos. 7:5), y no podemos vencer. Pero en el nuevo pacto tenemos provisiones maravillosas. El nuevo pacto satisface todas nuestras necesidades. No se le puede agregar ni quitar nada. Dios ha hecho un trabajo perfecto. Esto es lo que todo cristiano recibe. Dios salva a una persona y le da estas tres cosas para que pueda vivir sin desear nada más por el resto de su vida.

Antes de ser salvos, pecábamos y nuestra conciencia no estaba en paz, y nos preguntábamos qué hacer acerca de esto, y qué sucedería si nos arrepintiéramos. Cuando escuchamos que Dios podía perdonar todas nuestras injusticias y nuestros pecados, cuestionábamos Su disposición y capacidad para perdonar. No comprendíamos que Dios envió al Señor Jesús a la tierra para salvarnos, que Su pacto confirma esto y que no teníamos que esperar más. Ahora nosotros vemos la gloria que está en el nuevo pacto de Dios. En el nuevo pacto, está la limpieza, el conocimiento y el poder. Sin embargo, aquellos que no tienen fe no cambiarán.