Watchman Nee Libro Book cap.4 La autoridad y la sumisión
DAVID CONOCÍA LA AUTORIDAD
CAPÍTULO CUATRO
DAVID CONOCÍA LA AUTORIDAD
Lectura bíblica: 1ª Samuel. 24: 4-6; 26:9, 11; 2ª Samuel. 1: 14
DAVID SUBE AL TRONO SIN TENER QUE RECURRIR A LA REBELIÓN
Durante el establecimiento del reino de Israel, Dios oficialmente estableció Su autoridad sobre la tierra. Cuando los israelitas entraron en Canaán, le pidieron a Dios que les diera un rey; por tanto Dios envió a Samuel a ungir a Saúl como su primer rey (1ª Samuel. 10: 1). Dios escogió a Saúl y lo constituyó como autoridad, es decir, como autoridad delegada. Pero cuando éste llegó a ser rey, no se sometió a la autoridad de Dios. Saúl violó la autoridad de Dios y se rehusó a matar al rey de Amalec y preservó lo mejor de su ganado, rebelándose contra Dios y desobedeciendo Sus palabras. Debido a esto, Dios lo desechó y ungió a David por rey (1ª Samuel. 15—16). Sin embargo, David seguía bajo la autoridad de Saúl y era uno de sus súbditos; más aún, era un soldado de su ejército e incluso llegó a ser su yerno. Estos dos hombres habían sido ungidos por Dios, pero Saúl procuraba matar a David. Había dos reyes en Israel. Uno había sido desechado pero todavía estaba en el trono, y el otro había sido escogido pero no reinaba todavía. En esos momentos David se encontraba en una situación muy difícil.
En 1 de Samuel 24 Saúl perseguía a David en el desierto de En-gadi. Saúl entró en una cueva para hacer sus necesidades, pero David y sus hombres estaban en los rincones de la cueva. Los soldados de David le sugirieron que diera muerte a Saúl, pero David rechazó la propuesta. No se atrevió a rebelarse contra la autoridad (versículos. 1-7). David había sido ungido por Dios. En cuanto a subir al trono, David se mantuvo en la posición adecuada y actuó conforme a la voluntad y el plan de Dios. ¿Quién se habría podido oponer a que fuera rey? ¿Qué habría de malo en que David hiciera algo para hacerse rey? ¿No era bueno que ayudara a Dios a realizar Su voluntad? Pero David percibía en lo profundo de su ser que él no podía hacer esto. Si hubiera matado a Saúl, habría actuado sobre el principio de la rebelión contra la autoridad de Dios, debido a que la unción de Dios todavía reposaba sobre Saúl. Aunque Saúl fue rechazado, seguía siendo el ungido de Dios. Si David hubiera dado muerte a Saúl, podría haberse hecho rey inmediatamente, y la voluntad de Dios no se habría atrasado. Pero David era un hombre que se negaba a su yo. El prefería que su reinado se pospusiera y que el plan de Dios se retrasara que convertirse en un rebelde. Como resultado, llegó a ser la autoridad de Dios.
Anteriormente Dios había puesto a Saúl como rey, y David estaba bajo su autoridad. Si David hubiera matado a Saúl, habría obtenido el reinado a costa de la rebelión, y habría caído en la esfera de la rebelión; pero David no se atrevió a hacer esto. Este es el mismo principio por el que Miguel no se atrevió a proferir juicio de maldición contra Satanás (Jud. 9). La autoridad es un asunto muy delicado.
LA SUMISIÓN ES MÁS IMPORTANTE QUE LAS OBRAS
Si uno desea servir a Dios, debe someterse a la autoridad, pues la sumisión es más importante que las obras. Aun si David hubiera puesto todo el reino en orden, si no se hubiera sometido a la autoridad de Dios, no le habría valido de nada y habría estado en la misma condición que Saúl. En el Antiguo Testamento Saúl no destruyó lo mejor de las ovejas y del ganado, y lo preservó para ofrecerlo en sacrificio a Jehová. Tal acción se halla en el principio de la rebelión, igual que la acción de Judas, en el Nuevo Testamento, que traicionó al Señor Jesús por treinta piezas de plata (Mateo. 26: 14-16). Los sacrificios no pueden cubrir la rebelión. Si David hubiera querido cumplir la voluntad y el plan de Dios, podía haber quitado de en medio a Saúl y así habría podido servir a Dios inmediatamente, pero él no se atrevió a hacer esto, sino que esperó a que Dios obrara. El estuvo dispuesto a someterse. David solamente cortó la orilla del manto de Saúl y hasta eso hizo que su corazón se turbara. Su sentir interno fue como el de un creyente neotestamentario, que no sólo rechaza el homicidio, sino incluso considera equivocado y parte de la rebelión cortar un trozo de la ropa de otro. La murmuración, el menosprecio y el rencor tal vez no sean un asesinato, pero son como cortar la ropa de otro, y eso proviene de un espíritu de rebelión.
David conocía en su corazón la autoridad de Dios. El fue perseguido por Saúl muchas veces; y aún así, se sometía a la autoridad de Dios. El consideraba a Saúl su señor y el ungido de Jehová. Esto nos habla de un asunto importante. La sumisión a la autoridad no significa someterse a una persona, sino a la unción depositada sobre una persona cuando Dios la estableció como autoridad. David sabía que la unción reposaba sobre Saúl, pues éste había sido ungido por Dios. Por eso, sólo podía escapar de él, pero no extender su mano para herirlo. Saúl desobedeció el mandato de Dios, por lo cual Dios lo rechazó, pero esto era un asunto entre Saúl y Dios. La única responsabilidad que David tenía delante de Dios era someterse a Su ungido.
DAVID DEFIENDE LA AUTORIDAD DE DIOS DE UNA MANERA INCONDICIONAL
Dios desea defender Su autoridad de una manera absoluta y tiene que recobrar este asunto. Examinemos de nuevo 1ª Samuel 26. Algo similar sucede en el desierto de Zif. Se presenta una segunda tentación. Saúl se quedó dormido, y David llegó al lugar donde él dormía. Abisai quería matar a Saúl, pero David se lo impidió y le dijo: “¿Quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová y será inocente?” Esta fue la segunda vez que David dejó libre a Saúl. El sólo tomó la espada y la vasija de agua de Saúl (versículos. 7-12). Su conducta fue mejor que la de la tentación anterior. David no tomó nada del cuerpo de Saúl, sino algo que estaba al lado. El renunció a la oportunidad de rebelarse y honró la autoridad de Dios.
De acuerdo con 1ª Samuel 31 y 2ª Samuel 1, Saúl murió por su propia mano. Pero un joven amalecita vino a David para reclamar el crédito, diciendo que él había matado a Saúl; sin embargo, David continuó negándose a su yo y sometiéndose a la autoridad de Dios. El le dijo al hombre, “¿Cómo no tuviste temor de extender tu mano para matar al ungido de Jehová?” (2ª Samuel. 1: 14), y ordenó la ejecución de aquel mensajero joven.
Puesto que David mantuvo la autoridad de Dios, se dice que él era un hombre conforme al corazón de Dios. Su reino ha sido preservado hasta ahora, pues el propio Señor Jesús es un descendiente suyo. Sólo los que se someten a la autoridad pueden ser autoridad. Este es un asunto serio. Debemos erradicar la rebelión de entre nosotros. Para poder llegar a ser una autoridad debemos primero someternos a la autoridad. Este es un asunto decisivo. Si no entendemos esto claramente, no podremos seguir adelante. La iglesia es un órgano de sumisión. No debemos temer a los débiles en la iglesia, pero sí a los rebeldes. Debemos someternos a la autoridad de Dios desde lo profundo de nuestro corazón. Sólo así la iglesia será bendecida. El camino que tenemos por delante depende de nosotros. Debemos vivir nuestros días con mucha sobriedad.