Watchman Nee Libro Book cap.24 Libro de lecciones nivel 3: Los dos espíritus
LA CONSUMACIÓN DE LOS DOS ESPÍRITUS
Lección veinticuatro
LA CONSUMACIÓN DE LOS DOS ESPÍRITUS
Lectura bíblica
Ap. 1:12, 20; Jn. 14:17-20; 16:13-15; Ap. 22:17a, 1:2, 9; 19:7-10; 21:2, 9, 11, 18-21; 22:1-2, 14.
Bosquejo
- La iglesia
- La mezcla de la vida divina y la vida humana
- Los candeleros: la corporificación de Cristo y la réplica del Espíritu
- La Nueva Jerusalén: el Espíritu y la novia unidos
- El matrimonio universal
- La Trinidad se mezcla con Sus redimidos
- La naturaleza del Padre, la redención efectuada por el Hijo y la transformación realizada por el Espíritu
- La consumación de la impartición divina
- Expresa a Dios plenamente por la eternidad
Texto
I. LA IGLESIA
A. La mezcla de la vida divina y la vida humana
En las lecciones anteriores [indicamos que el propósito de Dios al impartirse en el hombre y hacerse uno con él es obtener la iglesia. Para poder impartirse en el hombre, Dios tiene que ser triuno: el Padre, el Hijo y el Espíritu. Además, el hombre necesita la imagen de Dios y un espíritu para recibir a Dios y asimilarlo. Un día, el Hijo de Dios, la corporificación del Padre, se hizo hombre. Después de pasar por la vida humana, la crucifixión y la resurrección, llegó a ser el Espíritu vivificante. Dios como Espíritu, entró en nosotros y se mezcló con nuestro espíritu. Mediante este proceso, se introdujo a nuestro ser una vida híbrida, una entidad compuesta de la fusión de la vida divina con la vida humana. Esto es la iglesia.
Dios ya no es un Dios “crudo”, sino un Dios procesado. El realizó todo lo necesario para entrar en nosotros como Espíritu vivificante. Ahora, debemos creer en El e invocar el nombre del Señor Jesús. Cuando hacemos esto, el Espíritu vivificante entra en nuestro espíritu y se efectúa en nosotros una mezcla de la vida divina y la vida humana. Esta mezcla produce la iglesia.]
[Nuestra experiencia testifica que el propio Cristo, a quien disfrutamos, es el Espíritu vivificante. ¿Acaso no tiene usted la realidad del Dios vivo? El es Cristo mismo, a quien disfrutamos y experimentamos, y de quien participamos en nuestro espíritu. El es el Espíritu vivificante, el propio Cristo. De este modo, Dios se ha corporificado en Cristo, y Cristo es experimentado por nosotros como Espíritu vivificante. Esta experiencia da como resultado la iglesia. Mientras más experimentamos a Cristo de esta manera, más anhelamos la iglesia.]
B. Los candeleros: la corporificación de Cristo y la réplica del Espíritu
En Apocalipsis 1 vemos las iglesias como siete candeleros de oro (véase también las lecciones 7 y 12 del libro de lecciones: El Dios Triuno y la persona y obra de Cristo).
[Cristo nos es hecho real como Espíritu y el Espíritu se expresa en las iglesias. El Espíritu resplandeciente es la realidad del Cristo resplandeciente, y las iglesias resplandecientes son la réplica y expresión del Espíritu resplandeciente, lo cual cumple el propósito eterno de Dios, que tiene su consumación en la Nueva Jerusalén, la ciudad resplandeciente y consumada. Cristo, el Espíritu y las iglesias tienen todos la misma naturaleza divina.]
[Las iglesias son los candeleros, y las lámparas son el Espíritu de Dios siete veces intensificado, como expresión de Cristo. Esta luz es cada vez más resplandeciente, y la visión cada día más clara.
Las iglesias locales, que son los candeleros de oro, resplandecen por medio del Espíritu en esta era obscura. La iglesia realmente necesita el Espíritu de Dios siete veces intensificado para llevar el testimonio de Jesús, el cual resplandece en esta era de tinieblas.
La iglesia es la corporificación de Cristo y la réplica del Espíritu. El Espíritu es la realidad de Cristo (Jn. 14:17-20; 16:13-15), y la iglesia, la réplica del Espíritu (Ap. 22:17a). La iglesia con el Espíritu es la corporificación de Cristo, el testimonio mismo de Jesús (Ap. 1:2, 9; 19:10). Por lo tanto, cuanto más Espíritu haya, más iglesia y más testimonio de Jesús tendremos.]
[La iglesia es la corporificación del Dios Triuno que se imparte en nosotros y se compenetra con nosotros; es el Dios Triuno mezclado con la humanidad, formando una sola entidad (Ap. 22:17a). No es posible separarlos. Este es el Espíritu quien como consumación del Dios Triuno llega a Sus redimidos, y es la consumación de la impartición divina en esta era.]
II. LA NUEVA JERUSALÉN: EL ESPÍRITU Y LA NOVIA UNIDOS
[Finalmente, esta consumación llegará a la etapa final, la Nueva Jerusalén. La Nueva Jerusalén es una entidad singular: la esposa del Cordero, la novia (Ap. 22:17).]
A. El matrimonio universal
[La consumación de la impartición divina resultará en un matrimonio universal (Ap. 19:7-9; 21:2, 9). El Espíritu como consumación del Dios Triuno procesado que se imparte en Su pueblo redimido, estará presente como el Novio; y el pueblo redimido, como consumación de la humanidad redimida, regenerada y transformada, estará allí como la novia. Sabemos esto porque Apocalipsis 22:17 dice así: “Y el Espíritu y la novia dicen: Ven”. En este versículo el Espíritu y la novia, como una pareja, dicen juntamente: “Ven”. El esposo es el Espíritu, y la esposa es la novia.]
B. La Trinidad se mezcla con Sus redimidos
1. La naturaleza del Padre, la redención efectuada por el Hijo y la transformación realizada por el Espíritu
[La Nueva Jerusalén se compone de la Trinidad Divina y el pueblo que Dios redimió. Primeramente se compone de la naturaleza de Dios el Padre, representada por el oro. La ciudad y su calle son de oro puro (21:18, 21b), lo cual simboliza a Dios el Padre en Su naturaleza. Las doce puertas de la Nueva Jerusalén, las cuales son doce perlas (21:21a), representan a Dios el Hijo, quien vence la muerte, y Su resurrección, que imparte vida. Una ostra es un pequeño animal que vive en las aguas de muerte. Tiene una vida que vence dichas aguas y que al secretar un elemento vivo, produce perlas. La muerte victoriosa de Cristo, más Su resurrección que imparte la vida, secretan el “jugo” de la vida divina, a fin de transformarnos en perlas. Así que, en la perla podemos ver al Hijo en Su muerte y resurrección. La perla representa al pueblo de Dios, redimido y regenerado. Según Juan 3, la regeneración es la entrada al reino. No se puede entrar al reino de Dios a menos que se nazca del Espíritu (Jn. 3:5). La regeneración es la entrada, la puerta a la Nueva Jerusalén.
Las piedras preciosas representan la obra transformadora de Dios el Espíritu (Ap. 21:11, 18-20). Después de la regeneración, el Espíritu sigue obrando y transforma al pueblo regenerado de Dios, para hacer de cada uno de ellos una piedra preciosa. Vemos así que la Nueva Jerusalén se compone del Padre como substancia, del Hijo como entrada y del Espíritu, quien realiza la transformación. Es el edificio compuesto de la Trinidad y la humanidad redimida, regenerada y transformada.]
2. La consumación de la impartición divina
[La Nueva Jerusalén está llena de Dios el Espíritu, quien es el río de agua viva que fluye del trono de Dios el Padre y del Cordero, Dios el Hijo. En el río crece el árbol de vida (Ap. 22:1-2). El agua de vida, que es Dios el Espíritu, sacia nuestra sed; y el árbol de vida, Dios el Hijo, nos nutre. Toda la ciudad, la cual es una entidad compuesta de la Trinidad y Su pueblo redimido, es abrevada, alimentada e saturada con la vida divina, lo cual es nada menos que el Dios Triuno (Ap. 22:1-2, 14, 17), quien se imparte en Su pueblo redimido y lo satura consigo mismo. ¡Qué cuadro tan maravilloso! Esta es la compenetración del Dios Triuno con Su pueblo redimido. La naturaleza del Padre es la substancia; la redención efectuada por el Hijo, incluyendo Su muerte y resurrección, es la entrada; y la transformación realizada por el Espíritu es la operación que nos hace divinos y preciosos. Tal entidad es la Nueva Jerusalén, la cual está llena de la vida eterna, que es el mismo Dios Triuno. Esta es la consumación de la impartición divina.
Espero en el Señor que a través de estos mensajes ustedes reciban la visión de la economía de Dios, de la meta de Dios y de lo que Dios realiza para alcanzar Su meta. Lo que Dios hace es impartirse en nosotros como el Padre, la fuente, como el Hijo, la expresión, y como el Espíritu, quien entra en usted y en mí. Esta es la obra que El realiza día y noche. El está trabajando para lograr esta meta, a fin de que todos lleguemos a ser el candelero que exprese al Dios Triuno en esta era, y finalmente, la novia por la eternidad, una entidad compuesta de la humanidad redimida y regenerada, saturada del Dios Triuno como vida.]
C. Expresará a Dios plenamente por la eternidad
[Esta entidad, compuesta del Dios Triuno y Su pueblo redimido, expresará a Dios plenamente por la eternidad (Ap. 21:11a). Así que, al final de los sesenta y seis libros de la Biblia, el Espíritu es la consumación final del Dios Triuno.
Ahora entendemos por qué Juan declara que el Hijo vino en el nombre del Padre, y el Espíritu, en el nombre del Hijo. En su evangelio, Juan prepara el camino para mostrarnos que estos tres —el Padre, el Hijo y el Espíritu— no están separados, de hecho son uno. La fuente, la expresión y la entrada a nosotros se convierten en la consumación. El Espíritu no está separado del Hijo ni del Padre. El Espíritu es la consumación del Dios Triuno. Este Espíritu, quien es el novio, es la totalidad y la consumación del Dios Triuno. El es apto para ser el esposo que se casa con la esposa, quien es la consumación de todo el pueblo de Dios, redimido y regenerado. Esta es una pareja universal que se produce al casarse la divinidad con la humanidad.]
[Así vemos dos consumaciones. En la primera, la divinidad pasó por un proceso —la encarnación, crucifixión, resurrección y la ascensión— para llegar a ser el Espíritu, la totalidad y la consumación del Dios Triuno, a fin de ser el Novio. En la segunda, la humanidad también pasó por un proceso —la redención, la regeneración y la transformación— para llegar a ser la consumación de los escogidos, redimidos, regenerados y transformados de Dios. La consumación del Dios Triuno y la consumación del pueblo que Dios escogió, redimió, regeneró y transformó, se fusionan en un matrimonio universal. El hombre procesado se corresponderá al Dios procesado para siempre, a fin de ser Su plena expresión y satisfacción.]
RESUMEN
El Dios Triuno procesado, quien es el Espíritu vivificante, se imparte en el hombre y se mezcla con él para producir la iglesia. Ya que el Espíritu es la realidad de Cristo, cuanto más nos mezclemos con el Espíritu, más seremos la corporificación de Cristo. También hemos de ser los candeleros que resplandecen con el Espíritu siete veces intensificado en la era obscura, para constituir el testimonio de Jesús. Esta mezcla de Dios y el hombre se consuma finalmente en la Nueva Jerusalén, donde el Espíritu como Novio y la iglesia como novia se unen en un matrimonio universal. La Nueva Jerusalén, el producto final de la impartición del Dios Triuno en el hombre, que expresará al Dios Triuno por la eternidad.
PREGUNTAS
- ¿Qué significa el término “consumación”?
- ¿De qué manera se mezcla el Dios Triuno con el hombre para producir la iglesia?
- ¿Cómo muestran los candeleros de oro de Apocalipsis 1 que las iglesias son la corporificación de Cristo y la réplica del Espíritu?
- ¿Qué significa la Nueva Jerusalén, ya que no es una ciudad física?
- ¿Qué representan el oro, la perla y las piedras preciosas en la Nueva Jerusalén?
- Con relación al matrimonio universal de Apocalipsis:
- ¿Quién es el Novio?
- ¿Quién es la novia?
- ¿En qué consiste el proceso por el cual pasó el Novio?
- ¿En qué consiste el proceso por el cual pasó la novia?
Citas tomadas de las publicaciones de Lee y LSM
- Life-study of Ephesians [Estudio-vida de Efesios], pág. 573.
- Estudio-vida de Apocalipsis, págs. 78-79, 87, 93.
- The Divine Dispensing of the Divine Trinity [La impartición divina de la Trinidad Divina], págs. 143-146.