Watchman Nee Libro Book cap.16 Libro de lecciones nivel 4: La vida

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HACER FRENTES A NUESTRA CONSTITUCIÓN NATURAL AL INDIVIDUALISMO Y A LA DIVISIÓN

Lección dieciséis

HACER FRENTE A NUESTRA CONSTITUCIÓN NATURAL, AL INDIVIDUALISMO Y A LA DIVISIÓN

Lectura bíblica

Gn. 28:20-22; Hch. 7:22; Ef. 1:22-23; 5:23b, 25b; 4:16; 1 Co. 1:13; 12:20-21, 25

Bosquejo

  1. La constitución natural del hombre
    1. Una definición
    2. Quebrantar nuestra constitución natural
  2. El individualismo
    1. Una definición
    2. Quebrantar el individualismo
  3. La división
    1. Una definición
    2. La división daña el Cuerpo de Cristo

Texto

I. LA CONSTITUCIÓN NATURAL DEL HOMBRE

A. Una definición

Quebrantar nuestra constitución natural es una experiencia más profunda. Tal vez usted se pregunte: “¿Qué es la constitución natural?” [La palabra “constitución” según se utiliza aquí, significa “el conjunto de las facultades físicas y mentales del hombre”. En la Biblia no encontramos la expresión “constitución natural”, y rara vez la mencionan los cristianos; no obstante, sí existe tal cosa en nuestra experiencia. La constitución natural es una característica del hombre que vive centrado en el alma y es una expresión predominante del vivir del viejo hombre, en el cual se ve la habilidad, la capacidad, la sabiduría, el ingenio, las maquinaciones y las destrezas humanas.]

En el Antiguo Testamento Jacob es un buen ejemplo al respecto. [Ciertamente, era muy apto, ingenioso, sagaz, diestro y estaba lleno de maquinaciones. Por lo tanto, era extremadamente fuerte en su constitución natural.

La constitución natural de Jacob fue expresada aun antes de su nacimiento. Estando aún en el vientre de su madre, se asió fuertemente del calcañar de Esaú, luchando con éste por nacer primero. Posteriormente, cuando creció, ideó astutamente la forma de llevar la ventaja usando la intriga para engañar a Esaú y robarle la primogenitura. Así, urdiendo una hábil artimaña, obtuvo de su padre la bendición reservada para el primogénito. Cuando dejó su hogar y vagó sin rumbo fijo, Dios se le apareció en Bet-el y le prometió que lo bendeciría; allí también usó su habilidad y negoció con Dios. El dijo: “Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios. Y esta piedra que he puesto por señal, será casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartaré para ti” (Gn. 28:20-22). Dios le había prometido bendecirlo incondicionalmente; sin embargo, él regateó con Dios sobre ciertas condiciones. ¡Esto muestra cuán astuto y sagaz era Jacob!

La razón por la cual Jacob era tan astuto por naturaleza, residía en la fuerza de su constitución natural. A causa de esto, durante toda su vida Dios estaba trabajando en su constitución natural. Las aflicciones, sufrimientos y problemas que le sobrevinieron, tenían como fin quebrantar su constitución natural. La crisis de su vida ocurrió cuando Dios tocó el tendón de su muslo en Peniel. Finalmente, en Génesis 35, Dios le pidió a Jacob que fuera a Bet-el y edificara allí un altar para El, quien se le había aparecido cuando huía de la presencia de su hermano. Desde aquel momento, Jacob dejó todas sus maquinaciones y su hombre natural fue quebrantado ante Dios. Toda su habilidad, astucia, inteligencia y destreza, evidentemente desaparecieron, cesaron. Así, su ser fue cambiado completamente.]

B. Quebrantar nuestra constitución natural

[La carne, el yo y nuestra constitución natural son la expresión del viejo hombre. Por lo tanto, el principio bajo el cual permitimos que ellos sean quebrantados es el mismo: por un lado, tenemos el hecho objetivo, y por otro, necesitamos la experiencia subjetiva. El hecho objetivo es que Cristo ya ha crucificado nuestro viejo hombre, mientras que la experiencia subjetiva, es la aplicación de la muerte de Cristo a nosotros, la cual es efectuada por el Espíritu Santo. Al aplicar esta experiencia a la carne, anulamos la carne; si la aplicamos a nuestra propia opinión, anulamos el yo; y si la aplicamos a nuestra habilidad y capacidad naturales, anulamos nuestra constitución natural.]

No debemos pensar que ya no es necesario estudiar porque Dios quiere tocar nuestras habilidades naturales. Aunque ciertamente Dios quiere trabajar en ellas, como quiera debemos educarnos y adiestrarnos en cada área de nuestra vida humana. Tal vez usted se pregunte: ¿Por qué? Porque Dios quiere vasos que le contengan, le expresen, le sirvan y que, junto con El, edifiquen Su iglesia. Si alguien no aprende a leer, ¿cómo podrá el Señor mostrarle Su revelación a través de Su palabra santa? Si alguien no aprende a escribir, no podrá redactar un folleto del evangelio. Por consiguiente, necesitamos educarnos, cuanto más, mejor.

[En Hechos 7:22 dice: “Y fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras”. Bajo el arreglo soberano de Dios, Moisés aprendió toda la sabiduría de los egipcios mientras vivió en el palacio real como el hijo de la hija de Faraón. Mediante esta educación egipcia, llegó a ser una persona muy culta y obtuvo la educación más elevada del mundo.] [No piense que Dios usará la energía y fuerza naturales de usted para cumplir Su propósito. Si deseamos que Dios nos use, debemos ocuparnos sólo de El y de Sus intereses y al mismo tiempo dejar a un lado nuestras fuerzas naturales.] [Dios tomó los primeros cuarenta años de la vida de Moisés para formar un hombre que era fuerte en su vida natural y luego usó otros cuarenta años para despojarle de toda su habilidad natural.] De esta manera, Dios perfeccionó a Moisés.

El principio es el mismo para nosotros hoy en día. Tenemos que esforzarnos por aprender todo lo que es útil, aun sabiendo que Dios quebrantará todas nuestras habilidades naturales para luego usarnos después. Los jóvenes deben aspirar a obtener las mejores calificaciones y el grado más elevado, pero no deben aferrarse a tales cosas ni depender de ellas.

II. EL INDIVIDUALISMO

A. Una definición

La intención de Dios no es tener muchos hijos individuales, sino obtener el Cuerpo de Cristo. Individualmente, podemos crecer en vida y expresar al Señor en nuestro diario vivir, pero esto no es la plenitud de Cristo. Efesios 1:22-23 dice: “La iglesia, la cual es Su Cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo”. Los cristianos individuales no son la plenitud de Cristo; pero la iglesia sí es la plenitud de Cristo. Efesios 3:18-19 dice: “Seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la altura y la profundidad … para que seáis llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios”. De nuevo, individualmente no podemos comprender las dimensiones de Cristo, ni somos capaces de ser la plenitud de Dios, pero corporativamente sí lo podemos hacer. Por un lado, el Señor murió por cada uno de nosotros, pero por otro, El murió por el Cuerpo (Ef. 5:25b). A muchos creyentes les gusta decir que Jesucristo es nuestro Salvador personal. Esto es correcto, pero no es totalmente completo, porque El es también el Salvador del Cuerpo (Ef. 5:23b). El Señor no sólo nos salvó como individuos, sino también como miembros del Cuerpo y para el Cuerpo.

Cuando Adán comió del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, se independizó de Dios. La Biblia también dice que los hombres se independizaron unos de otros. Esta naturaleza independiente está arraigada en nosotros y nos hace ser individualistas. Aun cuando leemos la Biblia, nos gusta leerla a nuestra manera, y si los demás no quieren hacerlo según nuestro gusto, preferimos leerla solos, o simplemente no leerla. Hacemos lo mismo cuando servimos al Señor. Hoy muchos cristianos sirven al Señor, pero lo hacen independientemente. ¿Por qué sucede esto? Por nuestro individualismo. Debido a nuestro individualismo, el Cuerpo de Cristo no puede ser edificado. Tenemos que ser salvos del individualismo por el bien del Cuerpo de Cristo, y sólo la vida divina puede hacerlo.

B. Quebrantar el individualismo

Debido a que el individualismo es una consecuencia de la caída del hombre y es parte del viejo hombre, la manera de quebrantarlo es la misma que se mencionó anteriormente. La razón por la cual muchos cristianos no tocan este problema es porque no han visto el Cuerpo de Cristo ni han visto lo maligno que es el individualismo. Debemos orar pidiéndole al Señor que nos revele el Cuerpo y ponga en evidencia nuestras conversaciones, pensamientos y acciones individualistas. Tan pronto como descubrimos cualquier rasgo de individualismo, debemos orar: “Oh Señor Jesús, perdóname por mis maneras individualistas. Soy muy independiente. Señor, me arrepiento. Límpiame y lléname con Tu Espíritu. Quiero ser edificado con otros para ser Tu Cuerpo y expresar Tu plenitud”. Si usted ora de esta manera, estará dando muerte a su individualismo; estará limpiándose, estará llenándose del Espíritu y estará creciendo en la vida divina. Cada vez que la luz del Señor brille sobre usted, no argumente, sino arrepiéntase, confiese y ore. El Espíritu operará en usted para quebrantar su individualismo.

[Cuando el Señor nos pone en evidencia, El tiene la oportunidad de vivir en nosotros. Así que, no culpen a la iglesia ni culpen al Señor. Al contrario, deberían decir: “Señor, cuánto te agradezco por esta situación. Amo la iglesia, no porque ella sea perfecta, sino porque me pone en evidencia. Señor, ponme sobre el altar y toca mi mente, mi parte emotiva y mi voluntad, para que Tú puedas vivir en mí”. En tanto que El mora en nosotros, nos salva. Su vida salvadora obra en nosotros sólo cuando le damos la oportunidad de vivir en nosotros. Entonces la vida divina nos salva de ser individualistas. Al ser salvos en Su vida, llegamos a ser el Cuerpo y miembros los unos de los otros. ¡Que el Señor tenga misericordia de nosotros para que veamos nuestra gran necesidad de ser salvos en Su vida, del individualismo, con miras a la edificación del Cuerpo!]

III. LA DIVISIÓN

A. Una definición

En nuestra constitución natural existe un elemento faccioso. Antes de ser salvos, probablemente no nos dábamos cuenta de que tal elemento existía en nuestro ser, pero ahora vemos claramente que en nuestra vida natural tenemos la tendencia de causar divisiones, lo cual es peor que ser naturales o individualistas. Si alguien es individualista, preferirá que le dejen en paz, pues no querrá que le molesten ni que interfieran con él. Simplemente querrá ser lo que él es. Pero ser faccioso es causar división de manera activa. En contraste con los individualistas, los que causan división son muy activos para formar bandos. Ellos tienen contacto con los santos con el propósito de dividirlos. Incluso, pueden viajar de un lugar a otro con la mera intención de causar divisiones.]

B. La división daña el Cuerpo de Cristo

Una de las principales estrategias de Satanás contra el Cuerpo de Cristo es la división. Piense qué sucedería si su mano se separara de su brazo, sus pies de sus piernas y sus extremidades de su cuerpo. ¿Qué clase de cuerpo tendrá usted? Sin duda, estaría muerto. Podemos aplicar el mismo principio al Cuerpo de Cristo. Todos los miembros reciben el suministro de vida directamente de la Cabeza, que es Cristo, e indirectamente a través de los miembros, mediante la comunión del Espíritu Santo. Por lo tanto, como miembros del Cuerpo de Cristo debemos esforzarnos por mantener la comunión en unidad y no permitir que haya ninguna división. Esto edificaría el Cuerpo en amor (Ef. 4:16). El Señor Jesús dijo en Mateo 16:18: “Edificaré Mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”. Cuando estamos edificados, somos fuertes y victoriosos. Pero cuando estamos divididos, nos debilitamos y somos derrotados.

¿Ha actuado alguna vez de una manera facciosa? ¿Ha hablado en contra de otro santo alguna vez? ¿Ha tenido pensamientos sectarios? Incluso si escucha a alguien que es faccioso, causa división. ¿Ha escuchado alguna vez a alguien hablar en contra de un anciano o en contra del ministerio que lo introdujo a usted en la economía neotestamentaria? Debemos rechazar tal hablar y huir de él. Y si nosotros mismos hemos sido facciosos, tenemos que arrepentirnos ante el Señor y ante aquellos de quienes hemos hablado negativamente. O aun si tan sólo lo hemos pensado, aunque no hayamos verbalizado tales cosas, debemos arrepentirnos ante el Señor, y con eso será suficiente. Si hemos escuchado a otros hablar de cosas facciosas, también debemos arrepentirnos ante el Señor y decirle al que pronunció tales cosas que ni el Señor ni nosotros estamos de acuerdo con su hablar faccioso. Debemos encarar cualquier división entre nosotros, a fin de ser plenamente maduros en Cristo y ser edificados en el Cuerpo de Cristo y así llegar a ser la plenitud de Dios.

Preguntas

  1. ¿Qué queremos decir con la expresión “la constitución natural”?
  2. ¿Por qué Dios desea quebrantar nuestra “constitución natural”?
  3. ¿Cuál es la raíz del individualismo?
  4. ¿Cuál es la diferencia entre el individualismo y la división?
  5. ¿Ha sido faccioso con sus padres u otros santos?
  6. Mencione nombres de personas de la Biblia que causaron división o que tenían una fuerte constitución natural.

Citas tomadas de las publicaciones de Lee y del LSM

  1. La experiencia de vida, págs. 257-265.
  2. Estudio-vida de Exodo, págs. 29-31.
  3. Estudio-vida de Romanos, págs. 566-567.