Watchman Nee Libro Book cap.15 Libro de lecciones nivel 2: El Dios triuno

Watchman Nee Libro Book cap.15 Libro de lecciones nivel 2: El Dios triuno

EL VIVIR HUMANO DE CRISTO

Lección quince

EL VIVIR HUMANO DE CRISTO

Lectura bíblica

Jn. 1:45; Mt. 13:54-56; 9:10-11; Jn. 4:6-7; 11:33, 35; Lc. 2:51; Mr. 10:45; Mt. 11:29; Jn. 6:57; 5:30; Mt. 12:28; 2 Ti. 2:22.

Bosquejo

  1. Cristo es un hombre genuino
  2. Cristo es un hombre perfecto y cabal
    1. Obediente
    2. Servicial
    3. Sin apariencia de maldad
    4. Con la personalidad cabal
  3. El expresaba la divinidad por medio de Su humanidad
  4. El vivió por el Padre y por el Espíritu Santo
  5. La humanidad apropiada para la vida de iglesia

Texto

Ya vimos que, por medio de la encarnación, el Dios Todopoderoso se hizo hombre. Jesús era el Dios Triuno manifestado en la carne. Desde Su nacimiento hasta Su muerte, el Señor vivió en la tierra por aproximadamente treinta y tres años y medio. La vida del Señor, descrita en los evangelios, muestra que El vivió como un hombre genuino. Más aún, Su vivir humano fue perfecto. El vivió conforme a la norma más pura y elevada. En esta lección veremos que la humanidad de Cristo es el modelo para nuestra vida humana.

I. CRISTO ES UN HOMBRE GENUINO

Previamente vimos cómo la encarnación de Cristo muestra que El era un hombre genuino. Su niñez y Su vida como adulto también muestran que El era un hombre verdadero. Al octavo día de Su nacimiento, Jesús, siendo bebé, fue circuncidado, se le dio un nombre y fue presentado a Dios. La ley judía requería esto de todos los niños de Israel. Felipe lo vio como “el hijo de José, de Nazaret”, un verdadero hombre (Jn. 1:45). Sus propios paisanos lo llamaban “este hombre”. Ellos lo conocían como “el hijo del carpintero”, el cual tenía “madre”, “hermanos” y “hermanas” (Mt. 13:54-56). Estos hechos demuestran claramente que El era un hombre como cualquier otro. El comía con los hombres (Mt. 9:10-11; Lc. 7:36; Jn. 12:2). En una ocasión, “cansado del camino” y sediento, le pidió agua para beber a una mujer (Jn. 4:6-7). Además, en otra ocasión, El “lloró” ante la muerte de Lázaro al igual que los demás que estaban presentes en aquel momento (Jn. 11:33, 35). Todos estos hechos muestran que en verdad El era un hombre genuino.

II. CRISTO ERA UN HOMBRE PERFECTO Y CABAL

Por un lado, El era un hombre común, pero por otro, era único. Cada aspecto del vivir humano de Jesús era absolutamente apropiado y perfecto.

A. Obediente

Lucas dice que cuando Jesús tenía doce años, El sabía cómo atender a la voluntad de Su Padre celestial y a la vez estar sujeto a Sus padres terrenales. En esa ocasión El explicó a Sus padres por qué había permanecido en el templo, pero al mismo tiempo estaba sujeto a ellos. Jesús les dijo: “¿No sabíais que en los asuntos de Mi Padre me es necesario estar?” (Lc. 2:49). Sin embargo, en el versículo 51 dice que regresó con ellos y estaba sujeto a ellos. Algunos jóvenes dirán: “¡Yo vivo para el propósito de Dios!”, pero en la casa son desobedientes a sus padres. Esto no concuerda con la humanidad fina y equilibrada de Jesús.

B. Servicial

En Marcos 10:45 el Señor dijo: “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir”. Muchas personas, principalmente los jóvenes, quieren que en su casa les sirvan, pero a ellos no les gusta servir. Por ejemplo, no ayudan a limpiar la casa; no lavan los trastes; no planchan su ropa; ni siquiera hacen su propia cama; no hacen absolutamente nada. Sólo les gusta comer, dormir y pasear todo el tiempo. Esa no es la humanidad de Jesús. La humanidad de Jesús se distingue por servir, no por ser servido. Necesitamos un espíritu dispuesto a servir diligentemente.

C. Sin apariencia de maldad

Durante Su ministerio El Señor tuvo contacto con muchas clases de personas. Al hablar con la gente siempre mostró interés en la salvación de ellos; jamás reflejó una sombra de maldad al relacionarse con las personas. En Juan 3 vemos que Jesús se entrevistó con un anciano religioso ya entrada la noche. Pero en el capítulo 4, cuando habló con una mujer, lo hizo a plena luz del día, en un lugar público y al aire libre. El fue muy cuidadoso no sólo para evadir el mal, sino también para evitar cualquier apariencia de maldad. Era absolutamente íntegro al tratar con personas del sexo opuesto. En la sociedad actual tal clase de humanidad íntegra es menospreciada e incluso ridiculizada. Como resultado de esto, muchos jóvenes caen en la dañina trampa de la inmoralidad.

D. Con la personalidad cabal

La personalidad del Señor era cabal y adecuada. El era manso y humilde de corazón (Mt. 11:29), no sólo en apariencia sino de corazón. Era tan manso que aun los niños pequeños podían acercarse a El (Mt. 19:14), y era tan humilde que una mujer pecadora y despreciable podía acudir a El y llorar a Sus pies (Lc. 7:38-39). Era tan gentil que Juan, el discípulo joven, tuvo la confianza de recostarse en Su pecho mientras cenaban (Jn. 13:23). Sin embargo, vemos que en el templo volcó las mesas de los perversos cambistas (Mt. 21:12-13). También sabía cuándo regocijarse y cuándo llorar; se regocijaba en la voluntad del Padre (Lc. 10:21), pero lloraba por la condición del pueblo de Dios (Lc. 19:41). En cualquier tipo de situación Jesús el hombre actuaba de una manera fina y equilibrada.

III. EL EXPRESABA LA DIVINIDAD POR MEDIO DE SU HUMANIDAD

Necesitaríamos muchas lecciones para abarcar cada aspecto de la vida de Jesús. Mientras más leemos acerca de El, más nos atrae Su Persona. ¿Cómo pudo El tener un vivir humano tan perfecto? Solo por ser un Dios-hombre. El Señor Jesús no sólo era un buen hombre, sino un hombre lleno de Dios. Su divinidad se expresaba por medio de Su humanidad. Por eso nos impresiona Su pureza, Su amabilidad y lo equilibrado de Su humanidad. Su vida no puede ser imitada; si queremos vivir como Jesús vivió, tenemos que ser llenos de Dios. Ya que el propósito de Dios consiste en que el hombre lo exprese, El creó a Adán a Su propia imagen con miras a que éste comiera del árbol de la vida. Si Adán hubiera hecho esto, se habría mezclado con Dios y hubiera sido capaz de expresarlo.

El evangelio de Lucas narra muchos casos en donde la divinidad del Señor fue expresada mediante Sus cualidades humanas. En Lucas 7:11-17 vemos que El tuvo compasión de una madre que lloraba y resucitó a su hijo muerto. El versículo 12 dice: “Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda; y había con ella una considerable multitud de la ciudad”. Esta situación era muy triste y nadie podía consolar a esta viuda afligida. Primero ella había perdido a su esposo y ahora había perdido a su único hijo.

Lucas 7:13-15 dice: “Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores. Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate. Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre”. Aquí vemos la compasión del Señor expresada al hablarle a la viuda y al tocar el féretro. ¿A usted le agradaría tocar el féretro de un muerto? El Señor hizo esto movido por Su compasión humana. Su divinidad se expresó por medio de Su compasión humana al levantar al joven de entre los muertos. Aquí vemos que Jesús, el Dios-hombre, poseía la humanidad más elevada mezclada con Su divinidad.

IV. EL VIVIÓ POR EL PADRE Y POR EL ESPÍRITU SANTO

El Señor Jesús llevó una vida humana totalmente consagrada al Padre (Jn. 6:57). Aunque El era Dios en la carne, jamás asumió la posición de Dios, sino que vivió como un hombre consagrado a Dios y guiado por El. En el evangelio de Juan, Jesús dijo: “No puedo Yo hacer nada por Mí mismo … no busco Mi propia voluntad, sino la voluntad del que me envió” (5:30); “Mi enseñanza no es Mía, sino de Aquel que me envió” (7:16); “Yo no busco Mi gloria” (8:50); “Yo hago siempre lo que le agrada” (8:29b); y “Yo y el Padre uno somos” (10:30).

El Señor Jesús nunca obró confiando en Sí mismo, sino dependiendo del Espíritu Santo. El dijo en Mateo 12:28: “Yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios”. En Lucas vemos que El estaba lleno del Espíritu, que era guiado por el Espíritu y que se conducía en el poder del Espíritu (4:1; 4:14). En conclusión, vemos que el vivir humano del Señor se llevó a cabo absolutamente en Dios, por Dios, con Dios y para Dios.

V. LA HUMANIDAD APROPIADA PARA LA VIDA DE IGLESIA

Dios desea obtener un grupo de personas que, tal como el Señor Jesús, sean llenas de Dios y lo expresen. Para lograr esto necesitamos una humanidad apropiada, la cual hace que la vida de iglesia sea sólida y fuerte. Satanás intenta frustrar el propósito de Dios atacando la humanidad del hombre. El ataca especialmente a los jóvenes usando la inmoralidad, las drogas y las enfermedades mentales. Estas cosas pueden dañar a los jóvenes e inutilizarlos para expresar a Dios. No debemos ignorar ni subestimar las artimañas del enemigo. Muchos jóvenes han sido arruinados e incluso han muerto por causa de las drogas y el alcohol.

Sin embargo, ahora el Señor Jesús vive en nosotros. Usted debe haber percibido en su conciencia al Señor oponiéndose cuando usted peca en lo que hace, en lo que ve, e incluso en su estilo de vestir. Este mundo está diseñado para incitar la lujuria, lo cual es una estrategia que Satanás usa para dañar la humanidad. Por lo tanto, al enfrentarse con el mundo no debe considerarse tan “espiritual”, pensando que es capaz de resistir cualquier tentación. Antes bien, ¡huya de inmediato! Luego, busque al Señor con los que de corazón puro le invocan (2 Ti. 2:22).

Debemos tener presente que Satanás es muy sutil, y debemos estar conscientes de que nuestro descuido y pereza pueden frustrar la obra del Señor en nosotros. Debemos ser tan sensibles al Señor que podamos percibir Su voz objetando en nuestro interior cuando arrojamos los calcetines al piso. Es más cómodo dejarlos allí, pero eso no expresa la humanidad del Dios-hombre, sino a nuestro yo perezoso. ¿Qué verán nuestros amigos cuando vayan a nuestro cuarto? Aunque les hablemos frecuentemente acerca del Señor, ellos sólo recordarán nuestro cuarto desordenado. ¡Cuánto necesitamos la fina humanidad del Señor! Debido a que somos la iglesia, debemos ser diferentes de esta sociedad degradada, para que así el Señor se exprese por medio de nuestra humanidad apropiada.

No diga: “Yo no soy Jesús, así que no puedo ser como El. Tal vez cuando crezca seré mejor”. ¡No! Más bien, ahora mismo, al ver que su condición es muy inferior a la humanidad de Jesús, usted debe abrirse a El, invocarle y recibir el Espíritu. No podemos imitar el vivir humano del Señor, pero podemos hacerlo nuestro al permitirle que habite en nosotros. Hemos dicho anteriormente que todo lo que Cristo es y ha hecho se halla en el Espíritu vivificante. El Espíritu hoy es el Espíritu del Jesús humano. En este Espíritu no sólo se halla la divinidad de Jesús sino también Su humanidad. Esto nos provee la manera de crecer en Cristo. Tal vez no podamos imitar Su vivir, pero tampoco debemos esperar hasta el futuro para ser como El. Hoy mismo podemos asirnos de El y expresarlo mediante nuestro vivir. Lo que necesitamos en la vida de iglesia es Su humanidad fina, elevada y perfecta. Entonces Dios se expresará por medio de nosotros y obtendrá el testimonio de Jesús. Si vivimos de tal manera, otros serán impresionados y atraídos a la iglesia.

Preguntas

  1. ¿Qué versículos demuestran que Jesús era un hombre genuino?
  2. Mencione algunos versículos que comprueben que Jesús era un hombre perfecto.
  3. Cite algunos pasajes que muestren que Jesús vivió por la vida del Padre y que trabajó por el poder del Espíritu.
  4. Explique por qué la humanidad elevada, fina y perfecta de Jesús es nuestra mayor necesidad en la vida de iglesia.

Referencias adicionales

  1. Concerning the Person of Christ [Acerca de la persona de Cristo] (Lee/LSM), págs. 32-35.
  2. Christ as the Reality [Cristo la realidad] (Lee/LSM), págs. 61-63, 69-78, 131-136, 153-159.
  3. Estudio-vida de Lucas (Lee/LSM), págs. 68-69, 84-87, 129-130, 137-138.
  4. The Divine Dispensing of the Divine Trinity [La impartición divina de la Trinidad Divina] (Lee/LSM), págs. 121-124.
  5. Life-study of Matthew [Estudio-vida de Mateo] (Lee/LSM), págs. 410-411.