Watchman Nee Libro Book cap.14 Los hechos, la fe y nuestra experiencia

Watchman Nee Libro Book cap.14 Los hechos, la fe y nuestra experiencia

SER SINCEROS Y NO ENGAÑADOS

CAPITULO CATORCE

LO TOCANTE A SER SINCEROS,

POSEER CONOCIMIENTO ESPIRITUAL

Y NO SER ENGAÑADOS

El conocimiento espiritual siempre es útil, pues nos provee una dirección más clara con miras al progreso espiritual. La ignorancia siempre nos conducirá a cometer errores.

Los santos se desvían debido a que carecen de conocimiento espiritual. Satanás se vale principalmente de la insensatez o ignorancia de los creyentes para engañarlos. El Espíritu Santo no teme que el hombre adquiera conocimiento espiritual. Cuanto más conocimiento espiritual posea una persona, más fácil le será al Espíritu guiarla. El diablo es la autoridad de las tinieblas, ya que se vale de las tinieblas, ama las tinieblas y desea mantener al hombre en tinieblas. Cuanto menos conocimiento posea una persona, más fácil le será a Satanás engañarla.

Existe un error muy común entre los cristianos, el cual consiste en pensar que siempre y cuando ellos sean sinceros, no serán engañados. Ellos piensan para sí: “Soy muy sincero en mis intenciones y, por lo tanto, no seré engañado”. ¡Qué lejos están de comprender que son principalmente las personas sinceras las que son engañadas! Por lo general, los santos que son engañados por Satanás creen estar en busca de la verdad con un corazón muy sincero. Ellos oran, leen las Escrituras, ayunan y procuran experiencias espirituales; sin embargo, siguen siendo susceptibles al engaño. No se dan cuenta de que Satanás muy fácilmente puede inyectar ideas erróneas en sus mentes. Tampoco se dan cuenta de que Satanás puede fácilmente generar en ellos una voluntad obstinada con respecto a su manera de pensar y, así, llevarlos a considerar que sus ideas son las verdaderas y que aparte de ellas no hay otra verdad. Ellos piensan que debido a que buscan el don de Dios con un corazón sincero, ciertamente Dios los guardará de todo engaño. Cuán lejos están de percatarse de que Dios exige ciertas condiciones para guardar al hombre de cualquier engaño. Si un santo no coopera con Dios al perseverar oponiéndose a Satanás, si deja de pedirle luz al Señor a fin de discernir la verdadera naturaleza de la situación que enfrenta, o si no se somete a las palabras de Dios, entonces Dios no podrá guardarlo. Dios no ha prometido guardarnos incondicionalmente; más bien, nosotros debemos laborar juntamente con Dios. Sólo entonces podrá Dios guardarnos.

Primero, Satanás engaña a los santos diciéndoles: “Ustedes jamás serán engañados”. Aquellos que tienen la certeza de que nunca serán engañados, serán engañados con mayor frecuencia y más seriamente que los demás. Fue debido a su soberbia que Satanás se convirtió en Satanás; por tanto, su manera de operar es hacer que las personas se ensoberbezcan. Sin embargo, hay cierta soberbia que es obvia y hay cierta soberbia que está escondida. (¡Algunas veces el orgullo está tan escondido que una persona puede llegar a pensar que nunca será engañada y, a la vez, en secreto menosprecia a los demás por no haber tenido las experiencias extraordinarias que ella ha tenido!) Aquellos que son orgullosos y piensan que jamás serán engañados, deberían ser muy cuidadosos porque, de lo contrario, serán engañados.

Si somos humildes y no somos obstinados ni nos creemos sabios en nuestra propia opinión, si estamos conscientes de que podemos ser fácilmente engañados, si buscamos de forma pura al Señor a fin de que nos revele el verdadero significado que se esconde detrás de cierta experiencia o asunto, y si resistimos férreamente las obras y artimañas del enemigo, entonces sabremos si tales experiencias espirituales proceden de Dios o de Satanás.

Deberíamos saber que Satanás se puede transformar en ángel de luz y que sus espíritus malignos pueden transformarse en ministros de justicia. Las experiencias extraordinarias que hayamos tenido pueden ser muy buenas y quizás nos ayuden a seguir adelante. Tal vez dichas experiencias hayan encendido una llama en nuestro corazón y nos causen gran gozo. Es posible que incluso hablemos en lenguas, recibamos sanidades, soñemos sueños, escuchemos sonidos espirituales, constantemente tengamos experiencias del tercer cielo y lleguemos a conocer las cosas más misteriosas. Y en algunos casos, bien podemos ser afectados por un espíritu externo a nosotros que nos hace sentir que Jesús es precioso en gran manera. Al orar, tal vez sintamos que el Señor está en la misma habitación y que no hay necesidad de orar al Dios que está en los cielos, sino que basta con conversar con el Señor que está en nuestra habitación. Sin embargo, nunca debiéramos dar por sentado que estas experiencias proceden de Dios, pues es posible que estemos siendo engañados. No debemos pensar que simplemente porque buscamos a Dios con un corazón sincero, jamás podremos ser engañados. Un corazón sincero no garantiza que seremos guardados del engaño. Existen cientos de miles de creyentes muy sinceros que han sido engañados. Difícilmente podríamos afirmar que nosotros jamás seremos engañados. Por este motivo, debemos adquirir conocimiento espiritual.

Debemos conocer las leyes espirituales. Dios opera según ciertos principios definidos. Si los creyentes no conocen las leyes por las que Dios opera ni andan conforme a éstas, Dios no podrá guardarlos. Una pregunta crucial que debemos hacernos es: ¿Estamos dispuestos a rechazar nuestras maravillosas y extraordinarias experiencias si es que ellas no proceden de Dios?

No crean que siempre estamos dispuestos a rechazar tales experiencias. En realidad, muchas veces nuestro corazón está renuente a ello. ¡Me temo que nuestro corazón ama sobremanera las maravillosas experiencias que tenemos! A menos que resolvamos este asunto, no podremos obtener conocimiento a fin de avanzar espiritualmente. Después que hayamos dado el primer paso, podremos dar el segundo. Por ahora, nuestra actitud debería ser: “Si esta experiencia no proviene de Dios, me resistiré a ella y estaré en contra de la misma. Me resisto a todo lo que provenga de Satanás y me opongo a ello. Al estar en la presencia de Dios, incesantemente le ruego que me revele la verdadera situación que está detrás de todo asunto o experiencia”. Si hacemos esto, Dios nos guiará e iluminará en Su debido tiempo. Con respecto a toda experiencia sobrenatural, a menos que realmente hayamos comprobado de qué fuente procede, no deberíamos creer en ella a la ligera. Cuando se trate de asuntos pertenecientes a la esfera espiritual, no es confiable ni que especulemos ni que deduzcamos nada. Si Dios no nos ha revelado en nuestro espíritu la realidad subyacente a un determinado asunto o experiencia y si no hemos comprobado fehacientemente que procede de Dios mismo, no debemos asumir que procede de Dios. A menos que Dios nos imparta tal conocimiento, no tenemos en qué creer. La sinceridad de nuestro corazón no puede guardarnos del engaño. Si no queremos ser engañados, Dios tiene que impartirnos conocimiento de tal manera que lleguemos a comprender la verdadera condición subyacente a todo asunto o experiencia.