Watchman Nee Libro Book cap.13 Libro de lecciones nivel 3: Los dos espíritus

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EL ESPÍRITU HUMANO

Lección trece

EL ESPÍRITU HUMANO

Lectura bíblica

Pr. 20:27; Job 32:8; Zac. 12:1; Mal. 2:15; Ro. 1:9; Gá. 6:18; Ro. 8:16; 1 Co. 2:11; Jn. 4:24; Sal. 51:10; 1 Co. 5:3; Ef. 6:18; 2 Ti. 1:7

Bosquejo

  1. El espíritu humano según se revela en la Escritura
  2. El espíritu humano
    1. La morada del Espíritu Santo
    2. El centro estratégico donde se experimenta la vida interior
    3. El órgano receptor
  3. Las tres partes del espíritu: la conciencia, la comunión y la intuición
  4. La importancia de la conciencia
    1. Mantener una conciencia despejada
    2. Purificar la conciencia mediante una confesión cabal
  5. El resultado de una conciencia purificada

Texto

Hemos hablado mucho acerca del Espíritu divino, el Espíritu de Dios. Pero la Biblia también habla de otro espíritu: el espíritu humano, el espíritu del hombre.

I. EL ESPÍRITU HUMANO SEGÚN SE REVELA EN LA ESCRITURA

La mayoría de los cristianos no tienen un entendimiento adecuado acerca del espíritu humano. ¡Muchos ni siquiera han escuchado que el hombre posee un espíritu humano! Sin embargo, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento contienen muchos versículos que tratan sobre este tema.

En Proverbios 20:27 dice: “Lámpara de Jehová es el espíritu del hombre, la cual escudriña lo más profundo del corazón”. Job 32:8 afirma que “espíritu hay en el hombre”. Salmos 31:5 dice: “En tu mano encomiendo mi espíritu”. Todos debemos conocer Zacarías 12:1, donde dice que el Señor “extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él”. Y en Malaquías 2:15, leemos: “Guardaos, pues, en vuestro espíritu”. Además se puede encontrar muchos otros versículos en el Antiguo Testamento que hablan del espíritu del hombre.

En el Nuevo Testamento Pablo a menudo usó la expresión: “mi espíritu” (Ro. 1:9; 1 Co. 14:14; 16:18; 2 Co. 2:13); “vuestro espíritu” (Gá. 6:18; Fil. 4:23; 1 Ts. 5:23; 2 Ti. 4:22); y “nuestro espíritu” (Ro. 8:16). En 1 Corintios 2:11 se habla del “espíritu del hombre”. Está claro que el espíritu mencionado en todos estos versículos no se refiere al Espíritu divino, sino al espíritu humano, es decir, a nuestro espíritu.

II. EL ESPÍRITU HUMANO

A. La morada del Espíritu Santo

[¿Por qué recalcamos la diferencia entre el Espíritu Santo y el espíritu humano? Porque nuestro mayor problema es que no conocemos al Espíritu que mora en nosotros, y que no nos damos cuenta de que nuestro espíritu es la morada del Espíritu Santo. Tampoco hemos visto que estos dos espíritus se mezclan como uno solo. ¡Es lamentable que no sepamos esto! Este es el objetivo de la economía de Dios, y muchos cristianos lo ignoran, errando así al blanco. Es como una casa a la cual no tenemos acceso porque hemos perdido la llave. Unicamente la llave puede abrirnos la casa a fin de disfrutar de todo lo que en ella hay. Por siglos el enemigo ha escondido de nosotros la llave. ¿Cuál es esta llave? Es saber que nuestro espíritu humano es la morada del Espíritu Santo, y que nuestro espíritu se ha hecho uno con el maravilloso Espíritu Santo.]

B. El centro estratégico donde se experimenta la vida interior

[El espíritu humano es el centro estratégico donde se experimenta la vida interior. Todos debemos conocer nuestro espíritu humano. Es ahí donde nacimos de nuevo y donde hemos de adorar a Dios. “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y con veracidad es necesario que adoren” (Jn. 4:24); esto no se refiere al Espíritu Santo, sino a nuestro espíritu humano. En nuestro espíritu humano regenerado adoramos a Dios, le servimos, tenemos comunión con los demás creyentes, y crecemos en vida. Además, es allí donde experimentamos la vida de iglesia.]

C. El órgano receptor

[El hombre puede compararse con un radio. El Espíritu Santo es como las ondas de radio celestiales, y el espíritu humano, como el radio receptor. El receptor es nuestro espíritu. Dios ya ha hecho Su parte y ahora nosotros debemos hacer la nuestra, cuidar de nuestro espíritu. Debemos cooperar con Dios preparando este órgano apropiado para recibir lo que Dios es, lo que ha hecho y lo que hará. No es necesario que cuidemos del Espíritu Santo; Dios ya se encargó de eso. Simplemente debemos hacer nuestra parte, cuidar de nuestro espíritu humano.]

III. LAS TRES PARTES DEL ESPÍRITU: LA CONCIENCIA, LA COMUNIÓN Y LA INTUICIÓN

Ahora veamos algo sobre la composición del espíritu humano. [El espíritu es una entidad completa, compuesta de tres elementos o funciones: la conciencia, la comunión y la intuición. El área sombreada en el siguiente diagrama muestra las partes del espíritu.]

[La conciencia se menciona en Romanos 9:1: “Mi conciencia da testimonio conmigo en el Espíritu Santo”. Al unir 9:1 con 8:16, podemos ver que la conciencia está localizada en el espíritu humano. Por un lado, el Espíritu Santo da testimonio con nuestro espíritu. Por otro, nuestra conciencia da testimonio con el Espíritu Santo. Esto implica que la conciencia debe ser una función de nuestro espíritu.]

[Es fácil conocer la conciencia; todos estamos familiarizados con ella. Una de las funciones de la conciencia es percibir lo correcto y lo incorrecto (Sal. 51:10; 34:18). Condenar o justificar es otra de sus funciones (1 Co. 5:3). También es fácil saber lo que es la comunión. La comunión se refiere a nuestra relación con Dios (Jn. 4:24; Ro. 1:9). En nuestro espíritu, tal función hace posible que tengamos contacto con Dios (Ef. 6:18; Lc. 1:47; 1 Co. 6:17). En otras palabras, tener comunión es tocar a Dios. Conocer la intuición, sin embargo, no es tan fácil. La intuición habla de un sentir o conocimiento interno (Mr. 2:8). Este sentir proviene de nuestro espíritu, sin necesidad de analizar las razones, circunstancias o trasfondo. Es un sentir interior donde no interviene la razón, un sentir que no es “razonable” (1 Co. 2:11). Este es un sentir directo que proviene de Dios, un conocimiento directo que viene de El. Esta función es a lo que llamamos la intuición del espíritu. Por lo tanto, el espíritu incluye las funciones de la conciencia, la comunión y la intuición.]

IV. LA IMPORTANCIA DE LA CONCIENCIA

A. Mantener una conciencia despejada

La conciencia es la parte que rige nuestro espíritu. [Si no tenemos limpia nuestra conciencia, se interrumpe la comunión, y cuando se interrumpe la comunión, la intuición no funciona. Por lo tanto, es crucial la forma en que cuidamos de la conciencia. Una conciencia despejada nos introduce en la presencia del Señor y permite que tengamos una comunión viva con El. Esta comunión hace posible que nuestro espíritu perciba la voluntad de Dios directamente; ésta es la función de la intuición.]

[De todas las criaturas de Dios, únicamente los seres humanos tenemos conciencia. Esta es la parte interna que nos acusa o justifica (cfr. Ro. 2:15). Cuando purificamos nuestra conciencia, tratamos con nuestro espíritu y nuestro corazón. Si nunca hemos limpiado nuestra conciencia, no podemos ser útiles al Señor. Un radio tiene un pequeño receptor, sin el cual no funciona. La cubierta del radio puede estar rota, pero éste seguirá funcionando, en tanto que el receptor esté operando. Lo mismo puede aplicarse a nuestra conciencia; ésta debe mantenerse funcionando adecuadamente. Cuando recibimos el evangelio, el Señor requirió que confesáramos nuestros pecados. Confesar nuestros pecados limpia nuestra conciencia. Sin un arrepentimiento y una confesión de nuestros pecados, no podríamos ser salvos. El Espíritu de Dios no podría entrar en nosotros. Una vez que nos arrepentimos y confesamos, el Espíritu entra en nuestro ser. Mientras más cabal sea la confesión, más se infunde el Espíritu en nuestro interior.]

B. Purificar la conciencia mediante una confesión cabal

[Necesitamos acudir al Señor para purificar nuestra conciencia. Tal vez usted sienta que sólo tiene algo pequeño e insignificante que confesar. Pero si lo confiesa, esta confesión será un pequeño inicio que lo encausará a esa senda, y enseguida descubrirá que necesita mucho tiempo para completar su confesión.

Tan pronto como decida acudir al Señor de esta manera, tal vez sonará el teléfono. Si contesta la llamada, le será difícil regresar a la esfera de la confesión. Una vez que ha confesado dos cosas más, tal vez suene el teléfono de nuevo, probablemente sea un número equivocado esta vez. Esta es la obra del sutil enemigo. Es mejor que se aleje del teléfono y de todas las demás interrupciones, o incluso que descuelgue el teléfono. Si comparte la habitación con alguien, debe encontrar un lugar donde nadie lo interrumpa.

Una vez que se presenta delante del Señor y abre su ser a El, ya sea de rodillas o sentado, descubrirá que la senda de la confesión tiene muchos kilómetros. Tal vez necesite horas para confesar todas sus faltas, debilidades, perversidades, inmundicia y toda obra carnal. Cuando comienza a limpiar su casa, quizás piensa que terminará en quince minutos. Pero una vez que comienza, encontrará basura y polvo por todas partes, por todos los rincones. Usted es como su casa. En cada rincón de su ser, en cada habitación, en cada estante, hay polvo. Sus ojos han sido contaminados por tantas cosas pecaminosas que han visto. Sus oídos se han ensuciado con los chismes. Y su boca también necesita ser limpiada de los chismes que ha divulgado.]

V. EL RESULTADO DE UNA CONCIENCIA PURIFICADA

[Después de realizar tal confesión, no querrá ni regresar a su casa. Tendrá temor de escuchar más chismes. Se requiere un gran esfuerzo para limpiar una ventana llena de grasa. Por tanto, una vez que la limpia, tratará de mantenerla limpia. Esta es la manera de mantener libre el acceso para que Cristo entre en nosotros. Este acceso, nuestra conciencia purificada, nos preservará de todo chisme … Una vez que hayamos purificado nuestra conciencia, reconoceremos que somos pobres en espíritu. No pensaremos más que lo sabemos todo. Seremos humildes y estaremos hambrientos por tener una verdadera experiencia con el Señor. Si somos orgullosos, nuestro espíritu no está abierto al Señor y El no tiene libertad de habitar en todo nuestro ser. Pero la purificación de nuestra conciencia, produce un espíritu abierto.]

Además, [nuestra mente se volverá aguda, y su discernimiento claro. Nadie ni nada podrá engañarnos. Esto es a lo que la Escritura llama una mente sobria o un sano juicio (2 Ti. 1:7). Siempre que escuchemos un mensaje, nuestra mente tendrá la agudeza para captar y confirmar lo que se dice.

Una conciencia purificada afectará también nuestra parte emotiva. Antes de confesar cabalmente nuestros fracasos y debilidades, nuestras emociones eran tibias.] Si nuestra parte afectiva fuese fría, iríamos a lugares de entretenimiento en lugar de asistir a las reuniones. [Pero una vez que hacemos una confesión cabal, nuestras emociones tibias se encenderán, y declararemos: “¡Señor Jesús, te amo! ¡Estoy ferviente por Ti!”

Nuestra voluntad también cambiará, de una voluntad obstinada, a una sumisa. Entonces disfrutará la obediencia (cfr. Fil. 2:12). Estará dispuesto a obedecer en cualquier cosa, grande o pequeña.

Una conciencia purificada, un espíritu abierto, un corazón puro, una mente sobria, una parte emotiva que ama y una voluntad sumisa, harán posible que disfrutemos un fluir rico del Señor en todo nuestro ser, y entonces permaneceremos en El, y El en nosotros. Así permitimos que el Señor se imparta a nosotros continuamente. La clave es efectuar una confesión exhaustiva.]

RESUMEN

La Biblia le da gran importancia al espíritu humano, porque éste es la clave para experimentar el Espíritu divino. Nuestro espíritu es la morada del Espíritu Santo y el órgano por el cual recibimos al Espíritu de Dios. Nuestro espíritu tiene tres partes: la conciencia, la comunión y la intuición. Debido a que la conciencia es la parte principal del espíritu, debemos mantenerla limpia mediante la confesión. Una conciencia pura ayuda a que las otras partes de nuestro ser interior funcionen debidamente y permiten que el Señor fluya en nosotros de manera continua.

Preguntas

  1. Mencione tres versículos del Antiguo y del Nuevo Testamento que utilicen la frase “el espíritu del hombre”.
  2. ¿Por qué es importante conocer el espíritu humano?
  3. ¿Cuáles son las tres partes del espíritu? ¿Y cuál es la función de cada una?
  4. ¿Cuál es el resultado de una conciencia despejada?
  5. Explique lo que significa “purificar la conciencia”.

Citas tomadas de las publicaciones de Lee y LSM

  1. La economía de Dios, págs. 38-39.
  2. Nuestro espíritu humano, págs. 21, 39-40.
  3. La economía de Dios, págs. 62-63, 85.
  4. Life Messages [Mensajes de vida], tomo 1, págs. 43-46.