Watchman Nee Libro Book cap.12 Libro de lecciones nivel 4: La vida

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TERMINAR CON EL PASADO

Lección doce

TERMINAR CON EL PASADO

Lectura bíblica

2 Co. 5:17; Lc. 19:1-10; Hch. 19:18-19; Ro. 8:5-6

Bosquejo

  1. La base bíblica para terminar con el pasado
  2. Aquello con lo cual debemos terminar
    1. Lo injusto
    2. Lo impropio
    3. Lo maligno e impuro
    4. La antigua manera de vivir
  3. El fundamento en base al cual damos fin a nuestro pasado
  4. ¿A qué extremo debemos llegar para dar fin a nuestro pasado?

Texto

En las próximas lecciones consideraremos todo aquello que obstaculiza el crecimiento de la vida divina en nosotros. Si, por el Espíritu, nos enfrentamos a tales obstáculos, entonces experimentaremos más vida y crecimiento. Por un lado, el sentir de la vida divina en nosotros nos advierte de la existencia de tales obstáculos. Por otro, necesitamos la ayuda de la Palabra y del ministerio de la misma para reconocerlos. Ya sea que nos hayamos dado cuenta de la existencia de tales obstáculos por medio de nuestro sentir interno o por medio de la Palabra externa a nosotros, eliminar estos obstáculos equivale a experimentar la vida divina, lo cual dará por resultado que nos sintamos llenos de vida y paz y que la vida divina crezca más en nosotros. Esta debe ser nuestra experiencia diaria. Lo primero que debemos hacer es terminar con nuestro pasado junto con nuestra antigua manera de vivir.

I. LA BASE BÍBLICA PARA TERMINAR CON EL PASADO

[No existe una enseñanza específica en las Escrituras acerca de la necesidad de dar fin a nuestro pasado, pero vemos dos ejemplos muy claros acerca de ello: uno de ellos se encuentra en Lucas 19:1-10, donde vemos la historia de cómo Zaqueo puso fin a su pasado después de haber sido salvo; y el otro ejemplo se halla en Hechos 19:18-19, donde se presenta el relato de cómo los efesios terminaron con su pasado luego de haber sido salvos.

En Lucas 19 vemos que en el momento en que Zaqueo fue salvo, comprendió que había extorsionado a muchos en el pasado y que, por lo tanto, era un hombre injusto; también se dio cuenta de que amaba el dinero y que hasta ese día se había conducido como un avaro. Por eso, le dijo al Señor que si había tomado algo de alguien de una manera fraudulenta, voluntariamente lo restituiría cuadruplicado. Además, estaba dispuesto a dar la mitad de sus bienes a los pobres. Esta fue la manera en que él terminó con su pasado. Hechos 19 relata que muchos de los santos de Efeso, después de que Pablo los llevó a la salvación, fueron a él confesando y dando cuenta de sus hechos y que muchos de buena gana trajeron sus libros de hechicería y los quemaron delante del pueblo.

El precio de los libros que fueron incinerados ascendió a cincuenta mil piezas de plata. Ya que cada pieza de plata era aproximadamente un día de salario, podemos ver que estos libros les costaron mucho dinero.] Fue así como ellos dieron fin a su pasado.

II. AQUELLO CON LO CUAL DEBEMOS TERMINAR

[¿Cuáles son los aspectos de nuestro pasado con los que debemos terminar una vez que hemos sido salvos? ¿Qué es aquello con lo cual debemos terminar y de lo cual nos debemos deshacer? Podemos clasificar la totalidad de estos asuntos en cuatro categorías diferentes: 1) lo injusto, 2) lo impropio, 3) lo maligno e impuro, y 4) la antigua manera de vivir. Después de que hayamos sido salvos es necesario que nos deshagamos de todo esto y que les demos fin]. Es posible que incluso después de haber sido salvos hagamos aún estas cosas, en tal caso, debemos aplicar el mismo principio, el cual es válido en ambas instancias.

A. Lo injusto

[La palabra “injusto” se refiere a algo que no es recto, que no es legal. Todo lo que hemos obtenido en el pasado por medios injustos e ilegales; ya sea robar, estafar, tomar por la fuerza, meternos en lo que pertenece a otros, quedarnos con cosas que otros han perdido, no devolver cosas prestadas, y tener relaciones ilegítimas y tratos injustos hacia los demás; a todo este tipo de cosas injustas debemos ponerles fin.]

B. Lo impropio

[Las palabras “impropio” e “injusto” tienen significados parecidos; no obstante, se tratan de dos aspectos distintos. El calificativo “injusto” denota que el método por el cual se ha obtenido algo, o la relación que un objeto tiene con cierto asunto, es indebido o ilegal. El calificativo “impropio” denota que la naturaleza de cierta acción o asunto en el que nos involucramos, es impropia o indecente. Por ejemplo, los artículos usados para juegos de azar y para embriagarse pueden comprarse por medios legales, pero debido a que los juegos de azar y la bebida son impropios e indecentes, la naturaleza de dichos artículos es también impropia e indecente. Además, fumar o leer novelas obscenas no pueden considerarse como actos injustos, pero ciertamente son prácticas inmorales e impropias. Así pues, además de dar fin a lo injusto, debemos también dar fin a todo lo que sea impropio en nuestras vidas.]

C. Lo maligno e impuro

[Lo maligno e impuro es todo aquello que se relaciona con la idolatría, como por ejemplo, ídolos e imágenes, ropa que lleva la imagen del dragón, escritos de religiones mundanas, objetos impuros tales como libros de horóscopos, amuletos, etc. También se refiere a prácticas malignas e impuras, tales como adorar ídolos, adorar a los antepasados, adivinación, leer el futuro, etc. Dios aborrece todo esto más que lo que sea mencionado bajo las dos primeras categorías. Estas cosas son ciertamente intolerables para la vida divina que está en nosotros, la cual es santa y pura. Así que, con mayor razón, todas estas cosas deben ser erradicadas totalmente de nosotros.]

D. La antigua manera de vivir

[Al hablar de la antigua manera de vivir nos referimos a la forma en que solíamos vivir antes de ser salvos. Al ser salvos, no sólo debemos dar fin a todo lo injusto, impropio, maligno e impuro, sino también a nuestra antigua manera de vivir, y debemos tener un nuevo comienzo.

Entonces, ¿qué significa para nosotros terminar con nuestra antigua manera de vivir e iniciar una nueva vida? No significa que una persona, después de ser salva y regenerada, debe cambiar de oficio, o debe abandonar la escuela, abandonar su negocio, desentenderse de su familia, e irse a predicar. Dar fin a la antigua manera de vivir significa que una persona regenerada puede continuar con su profesión original, siempre y cuando ésta sea apropiada, pero que su gusto ya no es el mismo, y su estado de ánimo y sentir hacia su ocupación anterior también ha cambiado. No importa cuál haya sido el trabajo de una persona antes de ser regenerada, su gusto, su estado de ánimo y su sentir estaban inclinados hacia el mundo y totalmente centrados en lograr algo en él. Cuanto más trabajaba, más apreciaba su trabajo y más profundamente se involucraba en él. Pero después de la regeneración, al entrar la vida de Dios en dicha persona, lo que le gustaba se ha vuelto insípido, sus antiguas inclinaciones y preferencias han cambiado y hasta sus sentimientos han cambiado. Incluso tiene un gusto distinto por sus alimentos, su ropa y sus necesidades cotidianas. En este sentido, su antigua manera de vivir ha llegado a su fin, y su antigua vida ha terminado.]

Puede ser que muchos de los jóvenes que se reúnen con nosotros hayan sido salvos a una edad muy temprana; y por ello, tal vez no hayan experimentado muchas de las cosas que los impíos practican. Aún así, la antigua manera de vivir está siempre acechándonos, esperando la oportunidad de poder ejercer su influencia bajo el disfraz de la presión de grupo, en cosas tales como: bromear con el afán de herir los sentimientos de otros, decir palabras ofensivas e insultantes, usar palabras de jerga, participar en ciertas conversaciones y comportamientos que involucran relaciones entre ambos sexos, vestirse a la moda, escuchar música que incite la carne, mirar con desprecio a los estudiantes más dedicados, manifestar actitudes que denotan rebeldía contra las personas en autoridad, etc. Debemos estar alertas para no ser afectados por esta antigua manera de vivir de las personas mundanas. Y debemos desarrollar una nueva manera de vivir, una manera de vivir en el espíritu.

[Aunque poner fin a la antigua manera de vivir es una experiencia preliminar del cristiano; no obstante, tiene un efecto profundo sobre su futuro andar con el Señor. Cuando nuestra antigua manera de vivir termine, nuestra ambición e interés por el mundo sufrirá un cambio, nuestra evaluación y puntos de vista respecto de las personas y todos los asuntos humanos experimentarán una transformación, y nuestro propósito en la vida ya no será el mismo. Así pues, huimos de toda ansiedad, dejamos atrás todas nuestras cargas y corremos la carrera que tenemos por delante en el camino del Señor.]

III. EL FUNDAMENTO EN BASE AL CUAL TERMINAMOS CON NUESTRO PASADO

[El fundamento en el cual nos basamos para terminar con nuestro pasado no es el de demandas o reglamentos externos, sino el del sentir interior de la vida divina. Los cuatro aspectos ya mencionados, los cuales tenemos que resolver, sólo nos ayudan a reconocer ciertos principios. Estos principios no son reglamentos que nos exigen a que demos fin a tales aspectos de nuestro pasado. Cuando, en la práctica, damos fin a nuestro pasado, en realidad es el sentir de la vida divina el que determina a qué debemos poner fin. Por consiguiente, terminamos con nuestro pasado basándonos en el sentir de la vida divina.

Todas las religiones del mundo se fundan en diversos preceptos religiosos. Sus seguidores viven y se comportan de acuerdo con tales preceptos o reglas. Pero la salvación que el Señor efectúa no es así. Al salvarnos mediante la regeneración del Espíritu Santo, el Señor nos da una nueva vida. Al tener tal vida nueva, podemos vivir y comportarnos en la presencia de Dios, siendo guiados por el sentir de esta nueva vida. Este es el principio que rige nuestro vivir como cristianos. El hecho de que terminamos con el pasado también está basada en este principio. Cuando una persona es regenerada y obtiene la vida de Dios, esta vida se mueve en ella, dándole el sentir de que ha cometido muchos actos injustos, impropios y perversos en su pasado, y que tales asuntos, junto con su antigua manera de vivir, son incompatibles con su estado actual de cristiano. De modo que comienza a dar fin a su pasado, según se lo indica el sentir interior.

Los ejemplos de Zaqueo y de los cristianos de Efeso, quienes pusieron fin a su pasado, nos muestran que ni el Señor Jesús ni el apóstol Pablo enseñaron expresamente el asunto de resolver el pasado. No dieron ninguna regla que dijera lo que tenemos que hacer para terminar con nuestro pasado. El “fin” de Zaqueo y de los cristianos de Efeso se debió a que una vez que la salvación del Señor vino a ellos y la vida del Señor entró en ellos, tuvieron un fuerte sentir hacia las cosas injustas e impuras que habían cometido en su pasado y hacia su antigua manera de vivir, que los llevó a dar fin a todo aquello. El hecho que ellos dieron “fin” a su pasado demuestra que no lo hicieron basados en reglas ni enseñanzas externas, sino en el sentir interior de la vida divina.

Puesto que la práctica de poner fin a nuestro pasado se basa en el sentir interno de la vida divina, debemos asirnos a este principio cuando guiamos a otros a terminar con su pasado. No debemos imponer ninguna regla externa para enseñarles que deben dar fin a esto o a lo otro; más bien, hemos de procurar despertar en ellos el sentir interno de la vida divina, y conducirlos a obedecer ese sentir. Primero debemos ayudarles a que se den cuenta de que la vida de Dios está en ellos y a que conozcan el sentir de esta vida. Luego, con la ayuda del ministerio de la Palabra, de la literatura espiritual y de los testimonios de otros santos respecto a terminar con el pasado, hemos de despertar también en ellos algún sentimiento o, tal vez, una sensación profunda respecto a cuáles asuntos de su pasado necesitan ser finiquitados. Una vez que se despierta en ellos este sentir y se hace más agudo, podemos dirigirlos a que den fin a su vida pasada, de acuerdo con su propio sentir. Esta forma de terminar con el pasado está de acuerdo con el principio de la salvación que el Señor efectúa en nosotros y es capaz de ayudar a otros a crecer en vida.]

IV. ¿A QUÉ EXTREMO DEBEMOS LLEGAR PARA DAR FIN A NUESTRO PASADO?

[¿A qué extremo debemos llegar para dar fin a las cosas del pasado? Con respecto a este asunto, ¿a qué grado debemos llegar? El grado de esto se muestra en Romanos 8:6 con las expresiones “vida y paz”.

Ya hemos visto que la práctica de terminar con nuestro pasado tiene como fundamento el sentir interno de la vida divina. Este sentir es generado en nosotros mediante la unción del Espíritu Santo en nuestro interior. Puesto que hemos dado fin a nuestro pasado basándonos en tal sentir, el procedimiento es el mismo que se menciona en Romanos 8:5-6, a saber: seguir al Espíritu o poner la mente en el Espíritu. El resultado, naturalmente, será el mismo: “vida y paz”. Así que, la vida y la paz determinarán a qué extremo debemos llegar para ponerle fin a nuestro pasado de manera concluyente.]

Preguntas

  1. ¿Cuáles son las cuatro categorías que representan aquello a lo cual debemos poner fin?
  2. ¿En qué nos basamos para poner fin al pasado? ¿Cómo debemos conducir a otros para que también pongan fin a su pasado?
  3. ¿Hasta qué extremo debemos llegar para dar fin a nuestro pasado?
  4. Mencione un ejemplo en la Biblia de una persona que dio fin a su pasado.
  5. Comparta una experiencia que haya tenido con respecto a esta práctica.

Citas tomadas de las publicaciones de Lee y del LSM

  1. La experiencia de vida, págs. 15-24.
  2. Estudio-vida de Hechos, pág. 434.