Watchman Nee Libro Book cap.11 Libro de lecciones nivel 3: Los dos espíritus

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LA OBRA DEL ESPÍRITU EN LOS CREYENTES LOS FORTALECE Y LOS ABASTECE PARA QUE PROCLAMEN A CRISTO (5)

Lección once

LA OBRA DEL ESPÍRITU EN LOS CREYENTES LOS FORTALECE Y LOS ABASTECE PARA QUE PROCLAMEN A CRISTO

(5)

Lectura bíblica

1 Co. 9:16; Hch. 1:8; 1 Co. 2:4; 1 Ts. 1:5; Hch. 4:31

Bosquejo

  1. Los creyentes nos caracterizamos por proclamar a Cristo
    1. Testigos del Cristo vivo
    2. Tenemos al Espíritu sobre nosotros y en nosotros
  2. Predicar el evangelio
    1. Con poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre
    2. Nuestro poder es el Dios Triuno como Espíritu
    3. Con oración, el Espíritu y denuedo
    4. Con el depósito que tenemos de la Palabra viva y rica
    5. Los santos jóvenes predican con poder
  3. Proclamar a Cristo
    1. A nuestros parientes
    2. A todos, en todo lugar

Texto

I. LOS CREYENTES NOS CARACTERIZAMOS POR PROCLAMAR A CRISTO

En las cuatro lecciones anteriores vimos la obra esencial que el Espíritu efectúa en los creyentes. Ahora debemos ver que también existe un aspecto económico. La función del Espíritu económico, el Espíritu de poder, consiste principalmente en motivarnos a hablar. Él es el Espíritu que habla. En 1 Corintios 9:16 Pablo dice: “Me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no predico el evangelio!”

[Debemos darnos cuenta de que el deseo de Dios es que los creyentes nos caractericemos por proclamar a Cristo y debemos esforzarnos para cumplir Su deseo.]

A. Testigos del Cristo vivo

[En Hechos 1:8 el Señor Jesús dijo a Sus discípulos: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”.] [No solamente en nuestras reuniones, sino también en nuestra vida diaria y todo el tiempo, Cristo debe ser el mismo elemento que hablamos, y nosotros constantemente debemos hablar por Él y proclamarle. En cualquier momento y dondequiera que abramos nuestra boca, debemos impartir a Cristo, hablar por Él y proclamarle. Un testigo es uno que habla solamente de cosas con respecto a aquél de quien da testimonio. Nosotros somos testigos de Cristo, y por ende, debemos hablar por Él y proclamarle siempre que se nos presente la oportunidad. Aun los jóvenes cuando van a visitar a sus abuelos, no deben hablar mucho de otras cosas. Más bien, deben impartir a Cristo, hablar por Él y proclamarlo.]

B. Tenemos al Espíritu sobre nosotros y en nosotros

[Según el principio revelado en las Escrituras, para que Dios sea el contenido de lo que decimos, o sea, para proclamar nosotros a Cristo y hablar por El, requerimos al Espíritu. Sin el Espíritu no podremos hablar, y aun si habláramos, nos sentiríamos avergonzados. Cuando alguien habla de ciencia, geografía, historia, o de la situación política, cuanto más habla, más orgulloso se siente. No hay restricción ni frustración al hablar de estas cosas. Pero cuando alguien habla de Jesús, el sentimiento de vergüenza se presenta inmediatamente. Le resulta difícil abrir su boca para hablarle a la gente de Jesús. A menos que el Espíritu esté con nosotros, será verdaderamente difícil que proclamemos a Cristo. Pero cuando estamos llenos del Espíritu, nos exaltamos, y disfrutamos hablando acerca de Cristo.]

Para hablar, necesitamos al Espíritu, sobre nosotros y en nosotros. ¡Aleluya! Fuimos bautizados en el Espíritu, y por consiguiente, el Espíritu reposa sobre nosotros. Además, bebemos del Espíritu, así que, el Espíritu está dentro de nosotros. Tenemos al Espíritu. Ahora sólo debemos ejercitarnos, decir amén a lo que la Biblia dice. Las Escrituras dicen que el Espíritu está sobre nosotros, y nosotros decimos: “Amén”. La Biblia dice que el Espíritu está dentro de nosotros, y nosotros decimos: “Amén”. Si ejercitamos el espíritu, confirmamos que estamos realmente en el espíritu y que el Espíritu está sobre nosotros y en nosotros. Cuando hablo, Él habla en mis palabras. Debemos practicar esto diariamente. Si no hay alguien a quien hablarle, háblele a los ángeles que están en los aires, o a los demonios que estén a su alrededor.]

II. PREDICAR EL EVANGELIO

A. Con poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre

En 1 Corintios 2:4 Pablo dice: “Y ni mi palabra ni mi proclamación fue con palabras persuasivas de sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder”. En 1 Tesalonicenses 1:5 él dijo: “Pues nuestro evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre, como bien sabéis qué clase de personas fuimos entre vosotros por amor de vosotros”.

Debemos aprender que para predicar el evangelio tenemos que hacerlo con poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre. Mientras predicamos el evangelio, debemos tener la certeza de que éste es un evangelio que salva. El evangelio que predicamos es poderoso para salvar a los hombres. Si los pecadores han de creer en el evangelio, nosotros mismos debemos creerlo primero. Debemos creer que el evangelio es poderoso para salvarlos. Lo que reflejan las caras de los que se oponen, es un engaño. Debemos tener la seguridad de que el evangelio que predicamos puede salvar aun a los más acérrimos opositores.]

B. Nuestro poder es el Dios Triuno como Espíritu

[En realidad, nuestro poder reside en el Dios Triuno como Espíritu. ¿No cree que el Dios Triuno está con nosotros? Yo creo que Él está conmigo cuando hablo. Antes de ministrar la palabra, usualmente oro: “Señor, vindica el hecho de que Tú eres un espíritu conmigo; yo por mi parte, deseo ejercitarme para ser un espíritu contigo. Te pido que mientras hablo, manifiestes que Tú eres un espíritu conmigo. Señor, comunica Tu palabra por medio de mis palabras”. De esta forma oro antes de dar un mensaje. Por tanto, tengo la certeza de que mientras hablo, El es un solo espíritu conmigo y que Él es quien habla en mí. Este es el verdadero poder.]

C. Con oración, el Espíritu y denuedo

[Cuando comunicamos la palabra de Dios, debemos hacerlo con denuedo. En Hechos 4:31, el denuedo se relaciona con la proclamación de la Palabra. Este denuedo está estrechamente relacionado con el Espíritu, y el Espíritu está ligado a la oración. Este versículo incluye tres elementos. Mientras rogaban, es decir, mientras hacían peticiones y oraban a Dios, fueron llenos exteriormente del Espíritu de poder. Mediante la oración experimentaron al Espíritu, y con este Espíritu hablaron la palabra de Dios con denuedo. Podemos ver que predicar la palabra de Dios implica tres elementos: la oración, el Espíritu y el denuedo. No podemos tener denuedo sin el Espíritu, y no podemos experimentar el Espíritu, sin orar. La oración nos introduce al Espíritu, y el Espíritu es el denuedo. No es que el Espíritu nos dé el denuedo, sino que Él mismo es el denuedo. Cuando estamos carentes del Espíritu, somos tímidos y no tenemos denuedo. El denuedo proviene del Espíritu, y éste lo recibimos orando. Estos tres elementos —la oración, el Espíritu y el denuedo— están ligados a la función de hablar. Debemos aprender a orar de tal manera que obtengamos al Espíritu. Entonces, tendremos el denuedo para hablar la palabra de Dios.]

D. Con el depósito que tenemos de la Palabra viva y rica

[Los creyentes somos testigos de Cristo; así que, debemos proclamarlo habitualmente. Cuando vaya a visitar a su tía, olvídese de las últimas noticias, y háblele de Cristo. Desarrolle este hábito. Pero debe creer que mientras habla, el Espíritu Santo está presente en sus palabras y que las honra; si lo hace, la gente será salva. Aprenda a hablar la palabra viva y rica. No diga: “Tía, tiene que creer en el Señor Jesús, de lo contrario irá al infierno”. Esta manera de hablar ofenderá a la gente. Debe aprender a comunicar al rico Cristo. Dígale a su tía que cinco años atrás no sabía cuánto el Señor Jesús era para usted. Pero enumérele las ricas cualidades de Cristo. Puede decirle: “Ahora sé que Cristo es el poder y la sabiduría de Dios para mí, y que es mi justicia, mi satisfacción y mi redención”.

Si va a comunicar unas palabras tan ricas como éstas, tiene que estudiar 1 Corintios 1. Aprenda a extraer las riquezas de la Palabra.] [No debe confiar en la inspiración. Suponga que nunca aprendió inglés, y espera que por inspiración podrá hablarlo. Le aseguro que puede esperar hasta que el Señor regrese, y aún no hablará en inglés.]

E. Los santos jóvenes predican con poder

[Quizás dirá: “Hermano Lee, usted ha ministrado la Palabra por más de cincuenta años. ¿Pero cómo podemos nosotros ser poderosos al predicar el evangelio siendo tan jóvenes en el Señor?” Permítanme testificar que aun cuando era joven, mis palabras estaban llenas de poder, debido a que estaban presentes estos tres elementos: la oración, la Palabra y el Espíritu (la unción). Esto indica que aun los creyentes jóvenes pueden predicar el evangelio con gran poder e impacto, si confían en la oración, la Palabra y el Espíritu.

Jóvenes, tomen un pasaje de la Palabra y predíquenselo a alguien. No confíen en la elocuencia. Es posible ser elocuentes, y carecer de poder e impacto. Por otro lado, puede ser que alguien no sea tan elocuente, e incluso pronuncie mal las palabras, pero tenga impacto y poder en su predicación del evangelio. Si confiamos en la oración, la Palabra y el Espíritu, el Señor podrá usar aun a alguien con mala pronunciación, para salvar a otros.]

III. PROCLAMAR A CRISTO

A. A nuestros parientes

[Queridos santos, ahora estamos en el recobro del Señor y creo que es el tiempo de que el Señor lleve a cabo Su mover actual. Todos en el recobro del Señor debemos impartir a Cristo diariamente a nuestros padres, hermanos, primos, cuñados y suegros. Le debemos mucho a nuestros parientes. Trate de hacer una lista de todos los nombres de sus familiares. De entre ellos, quizás sólo el veinte por ciento sean salvos, y los demás permanecen en incredulidad. Ellos necesitan que usted les hable. Todos sus parientes necesitan la ayuda que usted les proporciona al hablarles de Cristo. No les predique de una manera religiosa; antes bien, impártales a Cristo de una manera viviente. Minístrele a su padre, a su madre, a su tía, a su tío y a su hermano. Aun si tanto usted como su hermano ya son cristianos, deben hablarse el uno al otro. Permita que sus padres oigan sus conversaciones. No hablen de computadoras, de física ni de matemáticas, sino únicamente de Cristo. ¡El es el tesoro único! Hable acerca de Jesús, de Cristo, del Espíritu vivificante y del Dios Triuno procesado y todo-inclusivo. Sus padres se maravillarán al oír todo esto.]

B. A todos, en todo lugar

[Continúe proclamando a Cristo cada día. Todos los seres humanos necesitan a Cristo, y debemos hablarles acerca de El. Hable de una manera viviente y práctica, conforme a su experiencia.] Hable en la escuela, [en la oficina, durante la hora de descanso, durante el almuerzo; por lo menos debemos hablar cinco minutos cada día, cinco días a la semana, cuatro semanas al mes. Esto le proporciona al menos veinte ocasiones al mes para ministrarles a Cristo.]

[Ciertamente creemos que hoy el Señor es el Espíritu procesado que mora en nosotros y sobre nosotros; no importa si lo percibimos o no. Creemos que mientras le servimos y hablamos por El, especialmente al proclamarlo, El está con nosotros. Tenemos Su presencia en nosotros como unción. A través de la oración, la Palabra y el Espíritu, podemos tener el verdadero poder e impacto.] Si somos fieles en hablar de esta manera, seguramente muchos de nuestros queridos amigos y parientes serán traídos al Señor.

RESUMEN

Dios desea que los creyentes sean personas que proclamen a Cristo, que constantemente hablen acerca de El, que sean testigos de Aquel en quien han creído. Para esto, necesitamos al Espíritu. El Espíritu mora en los creyentes y permanece sobre ellos, así que, lo que tienen que hacer es ejercitar el espíritu. Esto se logra por medio de la oración. De esta manera, el Espíritu se convierte en el poder y denuedo con los cuales predicamos el evangelio. El contenido de lo que hablemos debe ser la Palabra viva y rica. Aun los santos jóvenes pueden predicar con poder e impacto, si confían en la oración, la Palabra y el Espíritu.

Preguntas

  1. ¿Qué significa ser un testigo?
  2. ¿En qué consiste el poder y el denuedo al proclamar a Cristo? ¿Cómo recibimos tal poder y denuedo?
  3. ¿Cuáles son los tres elementos en los que confiamos para predicar el evangelio con poder e impacto?

Citas tomadas de las publicaciones de Lee y LSM

  1. The Home Meetings—The Unique Way for the Increase and the Building Up of the Church [Las reuniones de hogar: La manera única de hacer crecer y edificar la iglesia], pág. 58.
  2. The Divine Speaking [El hablar divino], pág. 19.
  3. The Home Meetings—The Unique Way for the Increase and the Building Up of the Church, págs. 58-59, 64-65.
  4. Life-study of First Thessalonians [Estudio-vida de 1 Tesalonicenses], págs. 12-13.
  5. Life-study of Acts [Estudio-vida de Hechos], pág. 429.
  6. The Home Meetings—The Unique Way for the Increase and the Building Up of the Church, págs, 84, 81.
  7. Life-study of Acts, pág. 430.
  8. The Divine Speaking, págs. 25-26.
  9. Life-study of Acts, pág. 428.