Watchman Nee Libro Book ap.2 Mensaje para Edificar a los creyentes nuevos

Watchman Nee Libro Book ap. 2 Mensaje para edificar a los creyentes nuevos ​

ESPERAMOS EL REGRESO DEL SEÑOR

APÉNDICE DOS

ESPERAMOS EL REGRESO DEL SEÑOR

Lectura bíblica: 2 P. 3:11; 1 Co. 1:7; 1 Ts. 1:9-10; Fil. 3:20; Tit. 2:11-13

(El siguiente mensaje fue dado por Watchman Nee en Kuling el 23 de septiembre de 1948 como parte de la serie de mensajes titulada: “Nuevos creyentes”.Posteriormente fue excluido de la publicación de esta serie de mensajes. La presente síntesis es una recopilación de las notas tomadas por el hermano K. H. Weigh.)

I. LA PROMESA BÍBLICA ACERCA DEL REGRESO DEL SEÑOR

La Biblia contiene la maravillosa promesa del regreso del Señor. Todos los libros, tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo, tocan el tema del regreso del Señor. Aquellos que estudian la Biblia han contado las numerosas veces que el Nuevo Testamento habla sobre este tema y nos han dicho que uno de cada veinte versículos del Nuevo Testamento hace referencia al regreso del Señor. Éste es un tema muy importante. No debemos pensar que todo terminó con la venida del Hijo de Dios y la obra de redención que Él efectuó. El Señor regresará a esta tierra. Desde Génesis hasta Malaquías, el Antiguo Testamento reiteradamente habla sobre la segunda venida de Cristo; y lo mismo ocurre en el Nuevo Testamento, desde Mateo hasta Apocalipsis. Podemos decir que este tema es el tema de mayor relevancia en la Biblia. El registro bíblico de la primera venida del Señor es mucho más reducido que el de Su segunda venida, por lo que debemos prestar especial atención al tema de Su segunda venida. Debemos memorizar, por lo menos, unos cuantos pasajes de las Escrituras que hablan sobre este tema. Por favor, lean detenidamente las siguientes referencias: Juan 14:1-3, Hechos 1:10-11 y Hebreos 9:28. Una cuarta referencia está en el último libro de la Biblia: Apocalipsis. Este libro fue escrito más de sesenta años después de la ascensión del Señor. Para entonces, Jerusalén ya había sido destruida, y la primera generación de apóstoles casi había desaparecido. Sin embargo, todavía en ese entonces el Espíritu Santo habló en Apocalipsis 22:20 sobre el regreso del Señor Jesús.

II. UN LLAMAMIENTO CELESTIAL

Hoy en día, no solamente ponemos nuestra vista en la obra de la cruz que se efectuó en el pasado, sino que también dirigimos nuestra mirada hacia delante, a la segunda venida de Cristo. No estamos aquí solamente sirviendo al Señor, sino también estamos aguardando Su regreso. Ni es nuestra única intención sólo servirle a Él en esta tierra. Ya hemos hablado en diversas ocasiones sobre el tema del partimiento del pan. Al partir el pan, nosotros recordamos al Señor, y tal recordación se prolongará hasta que el Señor retorne. Los ojos de todos los cristianos deberían estar puestos en la segunda venida de Cristo. Si bien es cierto que predicamos acerca de la obediencia, la alabanza, el servicio y muchos otros temas, no nos proponemos servir de este modo para siempre. Nuestra esperanza es que la iglesia, un día, se convierta en la novia de Cristo. Todo cuanto hacemos es con miras a la segunda venida de Cristo. Si bien hacemos hincapié en las iglesias locales y en nuestra labor, nosotros no estamos edificando nada aquí en la tierra hoy. Estamos aguardando la venida del Señor. No estamos predicando la doctrina de la segunda venida de Cristo; verdaderamente estamos esperando Su regreso. Nuestro llamamiento es un llamamiento celestial, no es un llamamiento terrenal. Nuestro ministerio y servicio es de índole celestial. No estamos procurando obtener un gran edificio aquí en la tierra, pues todo cuanto hay en la tierra un día se desvanecerá. En la Biblia hay cinco grandes señales que nos indican que la venida del Señor está muy cercana.

La vida cristiana aquí en la tierra es una vida en la cual se aguarda el regreso del Señor. ¿Qué significa esperar por Su regreso? Esperar por Su regreso significa que mientras vivimos como los demás, en nuestro interior abrigamos la esperanza de Su retorno. La señorita M. E. Barber era una persona en quien yo no pude encontrar el menor indicio de que ella deseara permanecer en esta tierra por mucho tiempo. Era una persona que verdaderamente estaba esperando el regreso del Señor. Cierta vez, me encontraba caminando a su lado en la calle y me dijo: “Quizás me encuentre con el Señor al dar la vuelta a esta esquina”. Me pidió que caminara a cierta distancia de ella al otro lado de la acera mientras repetía: “No sé si ésta será la esquina para mí”. Aquellos que aguardan el regreso del Señor son semejantes a una persona que desciende por una cuesta empinada, quien no sabe con certeza si al voltear una esquina se encontrará con alguien que sube por ese mismo camino. Nuestra hermana genuinamente esperaba el regreso del Señor cada día y cada hora. Nótese que estamos refiriéndonos a nuestra expectativa con respecto a Su regreso, no a lo que creemos con respecto a Su regreso. Son muchos los que pueden hablar sobre el regreso del Señor; estudian el tema y creen en Su regreso, pero esto no significa que ellos estén esperando Su regreso. Mucha gente le presta gran atención a temas como el arrebatamiento, el tribunal de Cristo, el milenio, la Nueva Jerusalén, y los cielos nuevos y la tierra nueva. Son muchos los que están familiarizados con las profecías acerca del regreso del Señor, pero ellos no necesariamente están aguardando Su regreso. Tenemos que recordar que somos ciudadanos celestiales. Se nos debe enseñar mediante la gracia a esperar el regreso del Señor. Nosotros no depositamos esperanza alguna en este mundo, pues sabemos que el mundo jamás mejorará. Mientras servimos, trabajamos y colaboramos con Dios aquí en la tierra, estamos llamando y reuniendo a un grupo de personas a que vengan y permanezcan en el nombre del Señor para procurar Su satisfacción. Servimos y trabajamos con miras a Su segunda venida.

III. LAS DOS VENIDAS DE CRISTO

Cristo tiene dos venidas, y estas dos venidas difieren entre sí. En Su primera venida a la tierra, Él murió en la cruz para remisión de nuestros pecados. Por lo cual, los pecadores son reconciliados con Dios, y pueden acercarse a Dios y ser partícipes de Su vida. Pero esta obra en beneficio de los hombres, sólo ha llegado a medio camino. El problema del pecado ha sido resuelto, pero el pecado mismo todavía está en nuestro medio. El poder de la muerte ha sido anulado en nosotros, pero nuestro cuerpo aún experimenta la muerte. Si bien tenemos en nosotros una nueva vida, todavía no contamos con un ambiente nuevo. Si Cristo no regresa, nada será completado. Cuanto más santos seamos interiormente, más tenebroso, más pecaminoso y más anárquico será para nosotros el mundo externo. Nuestros labios eran inmundos, pero un día el fuego santo descendió sobre nosotros y limpió nuestros labios. Sin embargo, todavía vivimos en medio de personas que tienen labios inmundos. La segunda venida de Cristo no resolverá el asunto de nuestros pecados personales, sino el de todos los pecados de este mundo. En Su primera venida, Él resolvió el problema de nuestros pecados personales. En Su segunda venida, Él resolverá los pecados de este mundo.

IV. LOS PROBLEMAS DE ESTE MUNDO

A. Los problemas sociales

Hoy en día, el mundo está lleno de toda clase de problemas. ¿Cómo serán resueltos estos problemas? ¿Cuál debería ser nuestra actitud con respecto a estos problemas? Muchos reformadores sociales prestan gran atención a los problemas que se suscitan en la sociedad. Algunos les dicen a los cristianos: “Tus problemas personales ya han sido resueltos. ¿Pero qué me dices acerca de la existencia de las clases sociales, la pobreza de la gente del campo, el sufrimiento de los animales y la proliferación de establecimientos pecaminosos tales como los cines, los burdeles, los salones de baile y los casinos?”. Aquellos que prestan tanta atención a la sociedad, se sienten turbados al ver tantos males en ella, males tan persistentes como el crimen, las enfermedades, la pobreza y las desigualdades entre los hombres. Ellos nos preguntan qué debería hacerse con respecto a estas cosas. Debemos decirles a tales personas que Dios no ignora estos problemas. Dios no desea solamente que los individuos sean salvos, sean perdonados y vayan al cielo. Tenemos que decirles que la salvación de la cual habla la Biblia no es solamente para individuos. Los cielos no se relacionan únicamente con el asunto de la salvación individual, sino que se relacionan con un tiempo en el que el mundo entero se volverá a Cristo. (Sin embargo, no estamos hablando del movimiento universalista.) La Biblia primero habla de la salvación personal, pero esto no significa que ella ignore los problemas sociales. No podemos enfrentarnos a los problemas sociales ahora, porque no tenemos la capacidad de solucionarlos en el tiempo presente. Según la Biblia, Dios nos ha hecho un llamamiento celestial, lo cual significa que los cristianos únicamente son responsables por la predicación del evangelio. La responsabilidad de la iglesia es la de reunir a los hombres en el nombre de Cristo. Nuestra esperanza no está puesta en este mundo, ni nuestra labor es para este mundo. No estamos aquí para mejorar la sociedad. El Señor dijo que no hay paz ni esperanza en este mundo. Todos los problemas sociales serán resueltos cuando el Señor regrese. Cuando Él regrese, todas las dolencias sociales serán eliminadas. El cristianismo sí se enfrenta a estos problemas, pero permanece la cuestión del tiempo en el cual se le dará solución a dichos problemas. Cuando el Señor regrese, estos problemas serán resueltos.

Los hijos de Dios no tienen otra obligación que la de llevar a los hombres a Cristo y esperar por Su regreso. No esperamos que sean eliminadas las distinciones de las clases sociales en este mundo. Tampoco tenemos la expectativa de que el pecado y el crimen sean erradicados de este mundo. Un día el Señor se encargará de todos los problemas que los sociólogos y científicos no han podido resolver. Nuestra expectativa difiere de las expectativas que abriga el mundo. Nosotros esperamos el día en que el Señor regrese, y ese día ya se acerca. Existen dos aspectos relacionados con la venida del Señor: el personal y el mundial. En lo personal, esperamos Su retorno porque anhelamos verle a Él. En lo que concierne al mundo, el regreso del Señor resolverá los muchos problemas que tiene este mundo. Muchos cristianos procuran reformar la sociedad y, al final, son corrompidos por la misma sociedad. Muchos buenos cristianos tratan de cambiar el mundo, pero a la postre ellos mismos son contaminados. Jamás debiéramos involucrarnos en esta clase de trabajos, porque nosotros sabemos que éste es el trabajo del Señor.

B. El sufrimiento de las criaturas vivientes

Hoy en día, muchas personas nos dicen que los animales están sufriendo y que se abusa de ellos al grado que están a punto de extinguirse. Ellas afirman que debiéramos hacer algo para protegerlos. El problema es que, en nuestros días, los seres humanos mismos son tratados peor que las vacas y los caballos. ¿Cómo podríamos primero atender a las criaturas inferiores? En algunos países hay activistas que defienden los derechos de los animales. Romanos 8 dice que toda la creación gime por su liberación. Sabemos que un día toda la creación será libertada de la esclavitud de corrupción. Entonces, tal como se anuncia en el Antiguo Testamento, el mundo será un lugar donde “morará el lobo con el cordero, / Y el leopardo con el cabrito se acostará; / El becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, / Y un niño los pastoreará. / La vaca pacerá junto a la osa, / Sus crías se echarán juntas; / Y el león como el buey comerá paja” (Is. 11:6-7). Sabemos que un día todas las criaturas serán liberadas, pero ese día no es el día de hoy. Hoy en día, proteger a los animales no es nuestro trabajo.

C. Las pugnas terrenales por el poder

Todas las agrupaciones políticas de todas las naciones del mundo pugnan por ser la figura central y todas las naciones de este mundo procuran aprovecharse de las otras naciones. Tanto en el ámbito nacional como internacional afloran disputas y crisis. Nosotros no estamos llamados a involucrarnos en la labor de la Liga de las Naciones; nuestra labor no consiste en ayudar a las naciones más débiles e inestables. Un día los ángeles proclamarán que el reinado de este mundo ha pasado a nuestro Señor y a Su Cristo (Ap. 11:15). Incluso en nuestros días podemos responder a los incrédulos con estas palabras.

Los problemas personales que afectan a los cristianos, han sido resueltos por la primera venida de Cristo. Los problemas sociales de este mundo serán resueltos cuando llegue el tiempo de la segunda venida de Cristo. En ese entonces el mundo no será como el mundo en el que vivimos actualmente. Todos los problemas antes citados desaparecerán en un abrir y cerrar de ojos.

V. QUÉ DEBEN HACER LOS CRISTIANOS HOY

¿Qué deben hacer los cristianos en este mundo? Un cristiano debe esforzarse al máximo por ayudar a los demás. Por ejemplo, un médico debe esforzarse al máximo por ayudar a los demás al tratar sus enfermedades. Un científico debe esforzarse al máximo por ayudar a los demás por medio de enriquecer los niveles de nutrición y otras cosas parecidas. Pero hay que tener siempre en cuenta una cosa: debemos seguir siendo puros delante del Señor. No debemos contaminarnos con este mundo; tampoco debemos cerrar nuestros ojos a los asuntos de este mundo. En Su primera venida, Cristo trabajó en el individuo; Él no trató de hacer nada con respecto al sistema social. Del mismo modo, hoy en día los cristianos deben laborar en el individuo; no tienen que tratar de erigir un sistema o una institución. Antes que nuestros problemas personales fuesen resueltos o antes que los problemas de este mundo sean resueltos, nosotros éramos pecadores y vivíamos entre pecadores. Hoy hemos creído en el Señor. Nos hemos convertido en justos que están en medio de los pecadores. Pero llegará el día en que los justos estarán entre los justos. Todos los problemas serán resueltos el día en que el Señor regrese. Hoy en día debemos darles a los demás lo que podemos darles. No debemos involucrarnos en ninguna clase de revolución. Las revoluciones se suscitan porque existen malas instituciones, y los hombres inician revoluciones debido a que odian a esas instituciones. Ellos incluso derraman su propia sangre por causa de sus revoluciones. Pero nosotros no podemos ofrecer en sacrificio nuestra sangre para destruir ningún sistema social. Cuando Cristo venga por segunda vez, Él cambiará todos los sistemas sociales y las instituciones. Si nosotros nos involucramos en tales labores hoy, es muy probable que seamos desaprobados. Sería necio de nuestra parte ofrecernos hoy en sacrificio. El mundo ha llegado a estar como está, debido a que demasiada gente inocente se ha sacrificado. Los cristianos no deben aspirar a cambiar ninguna institución de este mundo.

La Biblia nos presenta un llamamiento celestial. Nuestro llamado no se ha hecho para la tierra. Este mundo no es lo que nos importa. Nosotros vivimos día a día en este mundo, pero nada con respecto a nosotros es permanente, nada es indispensable para nosotros y nada nos es obligatorio. En este mundo, no hay nada sin lo cual no podamos vivir y no hay nada que tengamos que tener. Nosotros aceptamos lo que el Señor nos provea en este mundo. Está bien si tenemos más y está bien si tenemos menos. Si el Señor ha dispuesto una jornada placentera para nosotros, la aceptamos. Si el Señor ha preparado para nosotros una ardua jornada, también la aceptamos. Estamos aquí aguardando la venida del Señor; no estamos procurando obtener las bendiciones de este mundo. Cuando Cristo regrese, todo lo terrenal habrá llegado a su fin. Mientras vivamos en esta tierra, no vivimos para nosotros mismos, para nuestras familias, ni para la sociedad; sino que vivimos para el Señor. Cuando el Señor regrese, ese será el más feliz de nuestros días. En este mundo todo cambia; únicamente las cosas relativas a la justicia permanecen para siempre. Si no pertenecemos a este mundo y no echamos raíces en este mundo, aquel día será un día de gloria inefable para nosotros. En aquel día, la gloria del Señor llenará la iglesia. Su reino vendrá a la tierra y el universo entero estará sujeto a Cristo. Por esto la iglesia no siente ningún afecto que le haga aferrarse a las labores de esta tierra.

VI. A LO QUE PONDRÁ FIN CRISTO CUANDO VENGA

A. La injusticia

Cuando el Señor regrese, a lo primero que dará fin es a la injusticia. Hoy en día, el problema más grande que hay en el mundo es la injusticia. Isaías 11:4 dice que el Señor “juzgará con justicia a los pobres, / Y resolverá con equidad a favor de los mansos de la tierra”. Juzgar con justicia es más de lo que el mundo puede hacer hoy, pero tampoco es el trabajo de un cristiano. Cuando el Señor regrese, Él ejecutará justicia.

B. Las guerras

Cuando el Señor regrese, pondrá fin a todas las guerras. Hoy en día los hombres no pueden hallar solución al problema que representan las guerras. La Segunda Guerra Mundial apenas cesó, pero muchas regiones del mundo todavía están en guerra. Todos estamos de acuerdo en que debe hacerse la paz, pero no hay verdadera paz. Los hombres no pueden lograr la paz por medio de las guerras. Mas Isaías 2:4 dice que cuando el milenio venga, los hombres “convertirán sus espadas en rejas de arado, / Y sus lanzas en hoces; / No alzará espada nación contra nación, / Ni se adiestrarán más para la guerra”. Debemos darnos cuenta de que nosotros no somos los que les quitarán a los hombres sus espadas y sus lanzas. Nosotros no libramos batallas ni detenemos batallas con la esperanza de lograr la paz. Estas cosas están fuera de nuestro alcance. Cuando Cristo venga, Él pondrá fin a todas las guerras y traerá la paz.

C. Las enfermedades

Cuando Cristo venga, Él pondrá fin a todas las enfermedades. Hoy en día, mucha gente se preocupa por la salud pública, la higiene y la ayuda médica, pero las enfermedades jamás serán erradicadas completamente en nuestros días. En la Biblia, los dos libros que hablan más que cualquier otro acerca de las plagas son Ezequiel y Jeremías. Ambos libros nos muestran que las plagas están en las manos del Señor: el Señor tiene esto bajo Su control. En las profecías de Apocalipsis y de Mateo dice que las plagas aumentarán al final de los tiempos. Un cristiano no debiera entregarse meramente a trabajos de higiene pública y ayuda médica. Tenemos que percatarnos que las enfermedades de este mundo irán en aumento. Isaías 33:24 dice que cuando Cristo venga, nadie dirá: “Estoy enfermo”. En Ezequiel 47:12 dice que en los cielos nuevos y la tierra nueva, el árbol de la nueva ciudad será para sanidad de las naciones. Por tanto, cuando el Señor regrese, el problema que las enfermedades representan será resuelto.

D. El hambre

Cuando el Señor venga nuevamente, el problema del hambre también será resuelto. Recientemente en China, muchas personas han pasado a concentrar su atención en el problema del hambre. Algunas de ellas han realizado labores encomiables. Algo interesante que nuestros ojos han captado es que la cosecha, que es fruto de la labor del hombre, siempre requiere de mucho arar y labrar la tierra, mientras que las espinas, los cardos y la mala hierba crecen muy bien sin necesidad del cuidado humano. La cizaña no requiere de la siembra, pero crece junto al trigo. No importa cuánto se esfuercen los científicos y horticultores, no pueden detener el crecimiento de la mala hierba. En Génesis vemos que Dios maldijo la tierra, y ésta no volvió a darle su fuerza al hombre. Esto es un hecho. Hoy en día, la tierra no ha vuelto a darle su fuerza al hombre. Jamás hemos escuchado que un espino necesite ser labrado por el hombre. Es cierto que hemos avanzado en cuanto a técnicas de irrigación y maquinarias agrícolas, y se han obtenido mejores semillas y fertilizantes, pero, todavía no hemos podido eliminar la mala hierba. Tampoco hemos podido atender todas las otras necesidades del hombre.

El hombre tiene que luchar contra la naturaleza y pelear contra ella para poder sobrevivir. Si permitiera que la naturaleza siga su propio curso, no obtendría cosechas de ella. No estamos menoscabando los esfuerzos que realizan los científicos. Simplemente decimos que tales problemas no pueden ser resueltos por los hombres. Tampoco es el propósito de Dios que la iglesia resuelva tales problemas. Estamos aquí únicamente para esperar el regreso del Señor. La Biblia nos dice que cuando Cristo regrese, la tierra volverá a dar su fuerza al hombre. Isaías 43:19-20 y 35:1 declaran que Dios hace correr “ríos en el desierto” y que el yermo florecerá “como la rosa”. En Isaías 51:3 dice que Dios cambiará el “desierto en paraíso”. Cuando Cristo regrese, no habrá más desiertos, y las espinas y cardos desaparecerán.

E. La educación y el conocimiento

Los pedagogos y filósofos enseñan a los hombres acerca del bien y del mal, y les enseñan a alejarse del mal y a elegir el bien; pero nadie puede resolver el problema del pecado que radica en el corazón del hombre. Ningún pedagogo puede darle al hombre el conocimiento de Dios. Hebreos 8:10-11 nos dice que cuando Cristo regrese, obtendremos el conocimiento de Dios que procede de nuestra intuición y todos conoceremos a Dios, del menor hasta el mayor.

F. Los establecimientos que fomentan el vicio

En este mundo hay muchos establecimientos que fomentan el vicio. Muchos lugares son un medio de cultivo para el pecado. La iglesia y los cristianos están salvando a los hombres de tales sitios pecaminosos. Sin embargo, estos establecimientos no cambian. Mateo 13:41-42 nos dice que cuando el Señor venga nuevamente, los ángeles echarán fuera todo lo que sirve de tropiezo y a los que hacen iniquidad, es decir, a los que corrompen a otros. En un instante, el Señor limpiará la tierra.

VII. LOS CRISTIANOS NO ECHAN RAÍCES EN ESTA TIERRA

Podemos considerar lo dicho anteriormente como la filosofía social de un cristiano. En otros capítulos hemos visto diversos aspectos de la fe cristiana y de la conducta propia de los cristianos. Mientras permanezcamos en la tierra, tenemos que hacer todo lo que es menester, pero nuestros corazones siempre deben estar anhelando el regreso del Señor. Nuestra atención debe estar centrada en el llamamiento celestial. Nosotros no tenemos planes permanentes con respecto a las cosas de este mundo. Ni siquiera los asuntos más espirituales deben atarnos al ámbito terrenal ni hacernos presos de este mundo. Los cristianos no deben arraigarse en esta tierra, ya que la tierra no es el lugar donde los cristianos deben echar raíces. La palabra de Dios se está cumpliendo poco a poco, y el Señor está a la puerta. Hoy en día, nuestros ojos no están puestos en los problemas de la iglesia, sino que estamos aguardando la venida del Señor. Éste es nuestro llamamiento celestial. Quiera el Señor otorgarnos Su gracia y que nuestra mirada esté fija solamente en Su regreso.