Watchman Nee Libro Book ap.2 La fe cristiana normal
HAY UN DIOS
APÉNDICE DOS
HAY UN DIOS
Lectura bíblica: Sal. 14:1; He. 11:6; Ro. 3:19-20
Esta tarde hablaremos de un tema diferente. De hecho quizás sea bastante difícil hablar de ese tema. Debo admitir que ésta es la segunda vez en mi vida que he hablado de este tema. ¿Cuál es el tema? Es lo que Hebreos 11:6 dice: “Porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay”. También es lo que dice en Salmos 14:1: “Dice el necio en su corazón: No hay Dios”. Realmente, no hay necesidad de hablar acerca del tema de la existencia de Dios. La Biblia no debate este tema; asume que el hombre cree que hay un Dios. Este asunto está aparentemente establecido. Pero todavía hay algunos en el mundo que se consideran ateos. Dicen que no hay Dios y no aceptan la existencia de un Dios que rige sobre todo. Esta filosofía parece estar bastante de moda y atrae a los hombres. Los que sostienen tal filosofía se creen ser más progresivos que los otros en su mentalidad y más capaces que otros. Por lo tanto, se atreven a hablar de esa manera. Pero antes que señale sus errores, me gustaría primero mostrarles que hay diferentes clases de ateos. ¿Cuántas clases de ateos hay? Algunos no merecen nuestra discusión; ni merecen nuestro saludo. Otros son más nobles, y vale la pena discutir con ellos. Puede haber unos ateos entre nosotros. Tengo que decirles que vale la pena discutir con sólo algunos ateos. Déjenme preguntarles: “¿Qué clase de ateos son?”. Aunque los ateos no admiten que hay diferentes clases, los que estamos fuera somos más objetivos y podemos clasificarlos según su clase.
LOS ATEOS INMORALES
No hay necesidad de hablar de esta clase de ateos ni de tener argumentos con ellos. Todo lo que tenemos que hacer es ver su conducta. Aunque muchas personas no admiten que son ateos, su conducta nos dice que lo son. No hay necesidad de que digan nada; de hecho, no tienen la base para decir nada, porque su inmoralidad habla más fuerte que sus palabras. Se han vuelto ateos porque su conducta les requiere que sean ateos, no porque tengan amplias razones para respaldar sus perspectivas. Su inmoralidad nos los deja admitir que hay un Dios en el universo. A un ladrón le gustaría creer que no hay policías, a un mal estudiante que no hay maestro, a un empleado problemático que no hay jefe, a una persona mala que no hay ley. Eso no quiere decir que realmente crean que todas esas personas no existen. Solo significa que su conducta los obliga a decir que no existen. Si una persona dice: “No creo en Dios; no hay tal cosa como un Dios en mi mente”, puede uno tomar su mano y preguntarle: “Amigo, ¿eres moral?”. No necesita uno decir nada más; sólo necesita preguntar si es moral. Un hombre puede creer que no hay Dios, pero no puede creer que no hay moralidad. Aunque no soy viejo, el noventa y nueve por ciento de los ateos que he conocido a través de los años han tenido carácter moral dudoso. Nunca he visto a un ateo cuyo carácter moral sea confiable. Algunos de ustedes sentados aquí son mas viejos que yo. No sé si han conocido algún ateo cuyo carácter moral sea confiable. Los ateos entre nuestros compañeros de clase, colegas y amigos no creen en Dios porque son malos moralmente. Debo decirles un hecho: cuando Dios sale de la vida de un hombre, la inmoralidad entra.
En América había un predicador famoso de nombre R. A. Torrey. Una vez estaba predicando en un lugar, y un estudiante del colegio se le acercó y dijo: “Yo creía que había un Dios. Pero ya no creo”. Cuando el señor Torrey le preguntó por qué, dijo: “Cuando empecé mis estudios universitarios, adquirí más conocimiento y ya no quise creer más en Dios. Después que leí este libro y aquel otro, Dios no estaba por ninguna parte”. El señor Torrey dijo: “No, no me engañes. Yo también me gradué de la universidad y he leído muchos libros. Aun he recibido un doctorado. Pero no he echado a Dios a un lado por causa de mis estudios. Debe haber alguna otra razón. De otro modo, sería imposible hacer a Dios a un lado por tu estudio. Déjame hacerte una pregunta. Desde que niegas la existencia de Dios, ¿qué le ha pasado a tu carácter moral?”. El estudiante contestó honestamente: “Sólo puedo admitir que no soy tan moral como lo era antes”. El señor Torrey entonces le dio una respuesta maravillosa: “No hay necesidad de que discuta ya más contigo, ni hay necesidad de que te dé las razones de la existencia de Dios. Si tú dejas tus malas obras, y si tu carácter moral se vuelve más noble, inmediatamente Dios regresará a ti”. Esto es un hecho. Muchas personas no creen en Dios porque tienen miles de pecados que les impiden creer, no porque tengan muchas razones. Son obligados a ser ateos.
LOS ATEOS EMOCIONALES
¿Qué es la emoción? Es la parte psicológica del hombre que controla lo que quiere, lo que le gusta, lo que le disgusta, lo que prefiere y lo que no prefiere, y lo que le place y lo que no le place. Algunas personas no quieren a Dios; les disgusta Dios. Puesto que prefieren no tener Dios, dicen que no hay Dios. Déjame contarles una historia. Hay una ave que se llama avestruz. Tiene un cuerpo grande y es alta. Aun un hombre puede montarse en ella. Pero es muy tonta. Para poder apresarla, algunos hombres pueden rodearla y corretearla hasta que se canse. El avestruz tiene un cuerpo grande, pero su cabeza es muy pequeña. Cuando ve a muchas personas persiguiéndola y a muchos hombres a su alrededor, escarba un pequeño hoyo en la tierra con sus patas y entierra su pequeña cabeza en el hoyo. La avestruz piensa que estará segura si no ve a nadie. No se da cuenta de que aunque su cabeza esté en el hoyo, los hombres aún están presentes. Su gran cuerpo aún está expuesto y no está escondido. Hay personas que desean que no hubiera Dios. Desean que no hubiera tal cosa como Dios. ¿Puede significar su deseo algo? ¿No va a existir Dios sólo porque ellos desean que no haya Dios?
Una vez estaba predicando el evangelio en un lugar, y una persona muy mala a propósito se me acercó y me dijo: “No me diga nada acerca de Jesús, la Biblia ni el evangelio. No tiene que hablar acerca de esas cosas, porque el problema básico no se ha resuelto. ¿Cómo puede hablar acerca del evangelio cuando aún no se ha resuelto el punto más crucial de si hay o no Dios?”. Entonces le pregunté: “Amigo, ¿usted no cree que hay Dios?”. El dijo: “Ya le he dicho que no hay Dios. ¿Por qué cree que Dios existe? Por favor explíquelo”. Le dije: “Por supuesto, usted no cree que hay Dios”. El preguntó: “¿Por qué insiste usted en que hay Dios, cuando yo le digo que no hay Dios?”. Dije: “Usted sabe la respuesta”. Pareció desorientado y dijo: “¿Cómo lo sé?”. Yo dije: “Dentro de usted lo sabe”. Estaba un poco frustrado y dijo: “¿Qué quiere decir con que lo sé dentro de mí?”. Le dije: “Usted desea que no hubiera Dios. No hay necesidad de que yo diga más. Dentro de usted lo sabe”. Pareció que entendió un poco y se fue turbado. No hay necesidad de decirles nada ni discutir con ellos. En realidad, no se les puede considerar como ateos; solamente están tratando de rechazar a Dios en sus sentimientos.
LOS ATEOS NOMINALES
Esas personas no argumentan de la razón; simplemente afirman con su boca que no hay Dios. Son muy testarudas, y no hay manera de discutir con ellas. Si les pregunta por qué no creen en Dios, no pueden dar ninguna razón. Simplemente dicen que no creen. Uno puede darles cientos de razones de por qué hay Dios, y volverán ciento una veces para decirle que no hay Dios. Aun si puede dar mil razones, se opondrán con mil y una razones. Uno no puede hacer nada con esas personas. Simplemente son obstinadas. No cambiarán de lo que han dicho. Aun si uno discute con ellas por tres días y tres noches, y aun cuando sepan que están equivocadas, insistirán y discutirán con uno. Aunque quizás den muchas razones, todas sus razones son prejuiciosas y presuntuosas. Son muy insistentes en lo que dicen, y nadie puede hacer nada acerca de ellas. Sus mentes están vacías y nulas de razones. Sin embargo, sus bocas están llenas de jerigonzas ateas. Por eso, los llamo ateos verbales.
Es imposible razonar con los tres grupos de personas anteriores. Pero hay otro grupo de ateos. Hay más esperanza para este grupo, aunque su número es muy pequeño. ¿Qué clase de ateos son éstos?
LOS ATEOS INTELECTUALES
¿Quiénes son los ateos intelectuales? Estos son los que quieren razonar. Si uno puede darles razones apropiadas, aceptarán su palabra. Hay alguna justificación y valor en debatir con esta clase de ateos. Pero, ¿cuántos ateos en el mundo son así? Me temo que son muy pocos. No estoy diciendo que no hay ni uno. Estoy diciendo que hay muy pocos; el número no es grande. Hoy yo no debatiría con ellos ni daría muchas razones para probarles que hay un Dios en el universo. La Biblia no ha dirigido el asunto de la existencia de Dios; sólo menciona a Jesucristo, al Espíritu Santo, etc. Esto quiere decir que el asunto de la existencia de Dios no es esencial, porque cada quien sabe la respuesta. La existencia de Dios es un hecho inconmovible; por lo tanto, se asume implícitamente.
¿COMO SE ATREVE ALGUIEN A DECIR QUE NO HAY DIOS?
Si algún amigo ateo (con quien frecuentemente nos encontramos en nuestra predicación del evangelio) llega hoy y habla acerca de la existencia de Dios, seguramente dirá que no hay Dios. Uno puede preguntarle por qué piensa que no hay Dios, y tal vez le dé una o dos razones. Cada vez que me encuentro con tal persona, no le doy la oportunidad de que termine con sus palabras. En vez de eso digo: “¿Cómo se atreve una persona como usted a decir que no hay Dios?”. Quizás tenga una o dos razones, pero le diré lo mismo: “¿Cómo se atreve una persona como usted a decir que no hay Dios?”. Quizás se pregunte por qué hago eso una y otra vez. Luego le digo que primero debemos aclarar el resultado de su calificación antes de poder discutir lo que está diciendo. “¿Cómo se atreve una persona como usted a decir que no hay Dios?”. Quizás algunos piensen que es presuntuoso contestar de esa manera. Ciertamente, tal palabra quizás ofenda a la persona. Pero el punto importante es qué clase de persona uno es. Uno no está calificado para discutir la existencia de Dios. Haciéndolo más claro, ¿qué sabe usted para que tenga el atrevimiento de decir que no hay Dios? Hay 1,900,000,000 criaturas en la tierra. ¿Quién es usted? Uno ni siquiera conoce su cuerpo ni las cosas que están sucediendo en su alrededor cada día. ¿Cómo puede decir que no hay Dios? ¿Sabe cómo crecen sus uñas y cómo late el corazón? Uno no sabe si va a llover mañana ni aun si va a comer mañana. Ni puede uno conocer algo tan insignificante. ¿Cómo se atreve a decir que no hay Dios? Yo sólo he estudiado química por dos años. Por eso no me atrevo a decir mucho acerca de la química; de otra manera, los que saben más acerca del tema se reirán de mí. Usted es sólo uno de los 1,900,000,000 personas que hay en este mundo, pero se atreve a decir que no hay Dios. Por eso digo que una persona o criatura, tan pequeña como usted, no califica para decir que no hay Dios. ¿Sabe usted qué tan pequeño es? Ahora hay 1,900,000,000 “cosas” como usted en esta tierra. ¿Sabe qué tan grande es la tierra? Quizás sea listo y diga que la tierra no es tan grande. Entonces, ¿cuán grande es el sistema solar? Quizás todavía piense que no es muy grande. ¿Puede uno traer el sol y medir qué tan grande es? Si fuera posible vaciar el interior del sol, ¿cuántas tierras podrían ponerse allí? Una sola tierra no lo llenaría. Dos no lo llenarían. Uno podría seguir poniendo más y más tierras en él, cien, mil, diez mil, cien mil, y aún un millón, y el sol aún estaría bastante vacío. ¿Cuántas tierras puede contener el sol? ¡Por lo menos un millón y medio! Hay muchísimos sistemas solares en los cielos que son tan grandes como el nuestro. Un astrónomo dijo que en el universo había quinientos millones de estrellas del tamaño de nuestro sol. ¿Qué tan grande es usted? ¿Cómo puede decir que no hay Dios?
Déjenme contarles una historia. Tengo un hermano menor. Cuando salió del jardín de infancia a la edad de seis años, trajo un certificado. El estaba muy orgulloso y pensaba que había logrado algo supremo. Se me acercó diciendo: “¡Hoy me gradué!”. Le pregunté de qué se había graduado. Me contestó: “De la universidad del jardín de la infancia”. ¡Hay muchas personas que se han graduado de las universidades del jardín de la infancia hoy! ¡Hay muchos doctorados del jardín de la infancia!
Regresemos a la astronomía. Los astrónomos nos dicen que la velocidad de la luz es de ciento ochenta y seis mil millas por segundo. Una milla es como tres millas chinas. En un segundo, la luz viaja ciento ochenta y seis mil millas. ¿Cuántas millas viaja en un minuto? ¿En un día? ¿En un mes? ¿En un año? No es fácil para nosotros imaginarnos esa velocidad. Aunque la luz viaja a esa tremenda velocidad, los astrónomos nos dicen que la luz de algunas estrellas ha viajado por dos mil años, sin embargo su luz aún no ha llegado a la tierra. ¡Cuán vasto es el universo! Un hombre sólo tiene seis pies de alto, y sólo ocupa un pie cuadrado de tierra. Sin embargo, ¡se atreve a decir que no hay Dios! Eso es lo más presuntuoso y cómico que jamás uno pueda decir. ¿Es apropiado para ese hombre pequeño pararse y anunciar orgullosa, solemne y asertivamente que no hay Dios? No tengo nada que decir; todos ustedes saben la respuesta.
¿QUIEN GOBIERNA EL UNIVERSO?
No sé si alguien pudiera ser tan atrevido para decir que no hay Dios en el universo. Pero hagamos a un lado este asunto por ahora. Consideremos otra vez el universo. Es muy grande, pero al mismo tiempo, es muy pequeño. Objetos que pasan desapercibidos para el microscopio tienen estructuras definidas, leyes y orden. Eso es cierto con cualquier objeto microscópico que uno considere. Los hombres decían que los átomos eran los objetos más pequeños. Recientemente, los hombres han encontrado que hay partículas que son aun más pequeñas que los electrones. Aunque estas partículas son pequeñas, tienen principios definidos, leyes, y orden que las gobierna. Si no hay Dios, ¿quién está organizando esas cosas? ¿Cómo puede ser coincidencia? Tiene que haber un Dios que rige y arregla todo. De otra manera, ¿cómo podemos tener el orden maravilloso que ahora tenemos? El orden de las cosas sólo puede hablar de dos posibilidades. Puede ocurrir por casualidad, o por ser puesto por alguien. Sólo puede ser de casualidad o por arreglo. O alguien ha arreglado esas cosas, o han ocurrido por accidente. Una de estas dos cosas es lo correcto.
¿POR CASUALIDAD?
Cualquier cosa que sucede por casualidad sucede sin razón; cualquier cosa que viene por arreglo implica que alguien está detrás de la escena planeando y ejecutando. Si nadie en este universo está arreglando todo, y todo ocurre por casualidad, entonces estamos verdaderamente perdidos y desorientados. Algunos amigos han dicho que el universo se formó cuando un objeto chocó con otro y se produjo un tercer objeto. No puedo entender esta lógica. Nunca he visto algún objeto en este mundo que sea el resultado de dos cosas que choquen al azar una con la otra. Mi pañuelo no surgió porque algunas ramas chocaran unas con las otras para producir algodón, y más algodón chocó con el algodón para producir hilos y más hilos que choquen unos con otros para producir un pañuelo. Simplemente no puedo entender esta lógica. No hay nada en este universo que haya surgido por colisión de casualidad.
Déjenme decirles una historia real para ilustrar este punto acerca de producir cosas por casualidad. Un hombre estaba visitando una fábrica en América que fabricaba molinos de carne y habló con el gerente de la fábrica. Estos molinos de carne se pueden hallar por dondequiera en Shangai entre carniceros y vendedores ambulantes; son pequeñas máquinas que fragmentan la carne en pequeños pedazos. Durante la visita, el hombre discutió el origen del universo con el gerente. El gerente dijo que tenía que haber un Dios sabio y poderoso que había puesto todo en orden. Otra persona que estaba allí dijo: “No hay Dios en el universo, y todo surgió por casualidad”. El gerente no discutió con él; más bien le guió a donde estaban siendo manufacturados los molinos de carne. El le dijo al hombre: “Mi pequeña máquina está hecha sólo de ocho partes. Como usted ha dicho que el universo surgió por casualidad, por favor trate de ordenar esta máquina por casualidad. Pondré las ocho partes y algunos tornillos dentro de una caja. Por favor sacuda la caja y a ver si puede hacer un molino de carne así. Tengo algunos cientos de trabajadores en esta fábrica. Los más capaces pueden armar doscientas máquinas en un día. Si ocupo a una muchacha sencilla del campo, que nunca ha visto una máquina, podría hacer el trabajo en algunos días no importa cuan lenta sea. Pero si usted sacude la caja como le dije, no podrá arreglar una máquina ni en un mes ni aun en un año. Eso es imposible”. Una pequeña máquina que vale sólo $3.70 no puede producirse por casualidad. ¿Podría el vasto universo haberse producido por casualidad? ¿Es posible que todos los objetos que hay en este mundo fueran producidos por casualidad? Un carpintero puede hacer una silla igual a ésta en la cual estoy sentado en una media hora. Pero si esperamos a que sea producida por casualidad, me temo que no tuviéramos una silla en la cual sentarnos hoy. Es demasiado increíble que las muchas cosas en este universo surjan por casualidad. Debe de haber alguien que ha diseñado el universo, para que esté tan ordenado y lógico como lo es. Aun la persona más tonta e ignorante en este mundo puede llegar a esta conclusión. A menos que un hombre sea un tonto, tiene que creer que hay un Dios. Si no lo cree, tiene que haber algo malo en su mente. No hay ni que pensarlo, hay un Dios. Es ilógico que el hombre piense que no hay un Dios. Los que no creen en Dios deben estar mal de la cabeza.
EL TESTIMONIO DE LA CONCIENCIA
Los ejemplos arriba mencionados son simplemente pruebas objetivas de la existencia de Dios. Consideremos la cuestión de la existencia de Dios desde otro ángulo: la composición psicológica del hombre. Hay una gran organización en América llamada la Sociedad Geográfica Nacional (National Geographic Society). Esta investiga las culturas y geografías de diferentes partes del mundo. Tiene una conclusión en cuanto a las muchas investigaciones hechas por sus miembros: cada raza sobre la tierra, no importa cuán culta o inculta, avanzada o retrasada, tiene una cosa en común, lo cual es que creen en Dios. A dondequiera que vaya, aun entre los incivilizados nativos de la región de Miao, creen en Dios. Un hombre quizás sea ignorante e incapaz de pensar lógicamente; quizás no pueda dar muchas razones. Pero si busca en su corazón, sabe que hay Dios. Muchas personas son solamente obstinadas en su hablar; en su conciencia saben que hay un Dios.
En 1925, había un predicador que pasó a través de una selva en Sudamérica. De repente oyó un grito pidiendo ayuda, y corrió hacia donde venía el sonido. Cuando se acercó a un río, vio a un hombre en una canoa que iba corriente abajo. La corriente del río era fuerte, y no lejos de él había una cascada. Si nadie iba en su rescate, el hombre moriría al caer por la cascada. En ese momento, el hombre gritó con todas sus fuerzas: “¡Oh, Dios, oh, Dios, sálvame, sálvame!”. Cuando el predicador vio eso, hizo lo mejor que pudo y salvó al hombre.
Al siguiente día, el predicador pasó por la misma selva otra vez y vio algunos cientos de personas reunidas alrededor de alguien que estaba hablando, y se acercó para oír lo que estaba diciendo. El hombre hablaba acerca de Dios, y dio muchas razones por las cuales no había un Dios. Después que el hombre terminó, retó a la audiencia: “Les he dado muchas razones para explicar por qué no existe Dios. Si alguien no está contento con estas razones, traiga sus argumentos ahora”. El predicador fue hacia la plataforma y dijo: “Yo no sé cómo discutir, y no puedo dar muchas razones. Pero puedo contarles una historia. Ayer al ir caminando por la selva, oí a alguien gritando: ‘¡Oh, Dios, oh, Dios, sálvame, sálvame!’. Corrí hacia donde venía el sonido del río y vi a un hombre en una canoa. La corriente iba rápida, y el bote se iba acercando hacia la catarata. Su vida estaba en peligro, y lo salvé y lo llevé a su casa. Me gustaría presentarles a ese hombre ahora. El que estaba clamando a Dios que le ayudara ayer es el caballero que hoy les está dando muchas razones para explicar por qué no hay Dios. Le pueden preguntar ustedes mismos si estoy en lo cierto o no”.
Por cierto, muchas personas tienen sus conciencias cubiertas. Antes que su conciencia se despierte, pueden dar muchas razones para decir que no hay Dios. Pero cuando llegan al final de su vida, cuando están cerca de la muerte, y cuando piensan de su futuro, su conciencia les dice que hay un Dios. Pueden hacer a un lado el asunto ahora. Pueden decir que son jóvenes y que esas cosas no importan. Pero llegará el día cuando entrarán en la eternidad, y su conciencia dormida hablará. Muchas veces he dicho que la conciencia puede dormir, pero nunca morirá. Cuando llegue el tiempo, hablará. Sin embargo, quizás sea demasiado tarde para conocer a Dios entonces.
Había un padre y un hijo en Inglaterra que eran ateos dogmáticos y celosos. Un día el padre estaba a punto de morir, y se revolvía en su cama. Parecía estar muy inquieto. Cuando el hijo vio esto, temió que el hombre viejo se sacudiera de su convicción, y le alentaba diciéndole: “Padre, agárrate fuerte”. Su padre se volvió hacia él y le pregunto: “¿Asirme fuerte de qué?”. Puesto que no tenían a Dios, ¿de qué se iban a agarrar fuerte? Pero nosotros tenemos que dar gracias al Señor porque hay algo a lo que nos podemos agarrar. Hay algo en lo que podemos descansar. Sabemos en quien creemos.
Amigos, por favor escuchen la voz interna. Nuestra mente a menudo nos da ideas equivocadas; está afectada por las influencias externas. Pero la voz interna es confiable; representa a nuestro verdadero yo. Por favor, escuchen la urgencia interna.
He investigado el asunto y llegué a la conclusión de que nadie nace ateo; cada quien llega a ser uno con la influencia del ambiente. Por eso nuestra conciencia es el guía más valioso, y debemos seguir su guía todo el tiempo.
UN TESTIMONIO DE LA ORACIÓN
Hemos visto la grandeza y la pequeñez del universo, el orden del universo, y la psicología del hombre, y señalamos que todo esto comprueba que Dios existe en el universo. Ahora consideraremos otro aspecto, el cual es la experiencia cristiana de Dios. En este mundo, los cristianos conocen a Dios mejor. Podemos probar la existencia de Dios con la experiencia de los cristianos. Conocemos a Dios por Sus respuestas a las oraciones, por la gracia del perdón, y por la protección especial de Dios. Si no hay Dios, no hubiera creyentes.
Les relataré un poco de mi propia experiencia en la oración. Normalmente no les digo a los demás acerca de mi experiencia en la oración, pero hoy diré un poco. Al principio del año nuevo chino de 1926, estaba trabajando en las villas. En ese tiempo, algunos hermanos como el hermano Wang Lien-chun, Simón Meek y Fiel Luk estaban en Foochow preparándose para una reunión evangelística. Me invitaron para que me uniera a ellos, pero pensé que ya había muchos y que no necesitaba ir. Pensé que en lugar de eso iría a predicar al campo. Subsiguientemente, invité a seis hermanos para que fueran conmigo. Dos de ellos ahora están ayudando a cierto señor en el jardín Kun-sahn en Shangai. Uno está en Pay-ya-tan en Fukien, dos están aprendiendo a pilotear aviones en Amoy, y uno está en Lien-jiang. Los menciono porque estuvieron envueltos en este incidente, y ellos pueden testificar de esto. Tomamos un bote y fuimos a una villa llamada Villa Plum Flower. Hay muchos peces en ese lugar, y los pescadores allí hacen mucho dinero de la pesca. Entre los seis hermanos, uno tenía sólo dieciséis o diecisiete años. Fue expulsado de su escuela. Su madre no pudo hacer nada con él, y nos lo trajo. Durante el primer mes, prácticamente perdimos la esperanza en él. Pero en el segundo mes, él fue salvo. Después que fue salvo, amó la obra. En el tercer mes, fue con nosotros a predicar en la Villa Plum Flower. Yo había hecho arreglos antes con un maestro a quien conocía en esa villa para que se quedara en la escuela mientras que estuviéramos allí. Pero cuando llegamos el maestro nos rechazó y no nos permitió que nos quedáramos allí, porque se enteró que estábamos allí para predicar el evangelio. Anduvimos todo alrededor de aquí para allá hasta que oscureció y no pudimos hallar un lugar donde quedarnos. Finalmente pasamos por una tienda de hierbas, cuyo dueño estuvo dispuesto a recibirnos, y nos quedamos en su ático.
Salimos en la noche del 7 por primera vez. Había una cosa que era especial acerca de la gente de allí: todos eran muy corteses. Pero todos eran bastante reservados. Antes de que termináramos una frase, se alejaban. Después que hablábamos con ellos un poco, nos pedían que paráramos. Les preguntamos la razón, pero no nos decían nada. Estábamos bastante asombrados. En la noche cuando llegábamos a la casa, nos dábamos cuenta de que todos nos sentíamos igual y teníamos la misma experiencia. Le preguntamos al dueño de la tienda de hierbas, a quien habíamos conocido más, acerca de nuestra experiencia. Nos dijo que no debemos molestarnos por esas cosas. Al siguiente día salimos a vender literatura del evangelio y a predicar de nuevo el evangelio. El hermano joven con el tiempo tuvo problemas. No pudo contenerse más ese día, agarró a uno de la villa y lo forzó a que le dijera qué estaba pasando. El de la villa le dijo: “Ustedes no saben cuántos dioses tenemos aquí. Ya no podemos tener más dioses. Tenemos aquí un Gran Rey (Dah-wang-shen) que viene cada año para el desfile y el carnaval. Ustedes han venido en un tiempo no muy oportuno, porque vamos a tener el carnaval el día 11, y todos están demasiado ocupados para oír acerca de su Jesús. Este gran dios ha sido fiel desde la dinastía Ming. Desde la dinastía Ching hasta ahora han pasado doscientos años, y cada vez que llega el carnaval, siempre ha habido un día claro. Ni una vez ha llovido”. El hermano joven se enojó cuando oyó eso y le dijo: “Este año lloverá durante el carnaval”. Muchos jóvenes estaban allí cuando dijo eso. Cuando lo oyeron, irrumpieron en una conmoción, diciendo: “Estos predicadores están diciendo que lloverá este año cuando el gran dios salga para su desfile”. En menos de dos horas, toda la Villa Plum Flower había oído del asunto. Esparcieron la palabra de que los predicadores decían que llovería en el día que el Gran Rey saliera para el desfile. Algunos empezaron a rumorear, diciendo: “Si llueve, su Dios trabaja; si no llueve, el Gran Rey trabaja”. Después que regresamos a la casa, supimos que no era algo pequeño que nuestro hermano hubiera dicho eso. Le dije al hermano joven: “Nadie puede controlar el tiempo. ¿Por qué dijiste eso?”. El dijo: “Podemos orar”. Yo dije: “Sí, podemos orar. Pero, ¿contestará Dios nuestra oración? ¿Es esto conforme a Su voluntad?”. No obstante, todos oramos. La comida estaba preparada, pero ninguno de nosotros comió. Todos seguimos orando hasta que nuestra ansiedad se fue y nos quedamos tranquilos y confiados. Después fuimos a comer, y le dijimos al dueño de la tienda: “Todos sabemos que lloverá el día 11 cuando el Gran Rey salga para el desfile”. El dueño dijo: “No lo creo. No sigan hablando ya de esa tontería. Primero, hay más de dos mil familias en la Villa de Plum Flower, y todos los hombres dependen de la pesca para su vivir. ¿Piensan que ellos están ignorantes acerca del tiempo? Ellos pueden predecir el tiempo con algunos días de anticipación. Segundo, por favor cuiden de mi pequeña tienda. Yo dependo de esta tienda para mi vivir. No pongan en peligro mi pequeña tienda”. Pero todos estábamos en paz y confiados, y estábamos seguros de que Dios había oído nuestra oración. El siguiente día era el día 10, y salimos otra vez. Esta vez, no sólo el hermano joven le decía a los demás que llovería el día 11, sino que todos nosotros andábamos diciendo lo mismo. Todos dijimos que al día siguiente llovería. Cuando tratamos de venderles la literatura del evangelio, no la compraban y no recibían la palabra que predicábamos. Todos decían: “Esperemos y veamos que pasará mañana. Si llueve, Jesús es Dios. Si no llueve, nuestro Gran Rey trabaja”.
Fue tan raro que en la noche del día 9, recibimos una promesa, que era: “¿Dónde está el Dios de Elías?”. Esto estaba relacionado con la gloria de Dios. En la víspera del día 11, o sea, la noche del 10, oramos otra vez. Si no llovía al día siguiente, sería imposible para nosotros predicar el evangelio otra vez a los diez mil o más personas en la Villa de Plum Flower, y la puerta del evangelio se cerraría allí. Nadie podría ir otra vez. Uno o dos entre nosotros éramos más débiles en la fe, y pensamos que debíamos pedir que enviara la lluvia aquella misma noche. Para ellos, era mejor si llovía esa misma noche. Nos acostamos y no nos levantamos hasta muy tarde la mañana siguiente. Yo dormí junto a una ventana y cuando desperté, el sol estaba brillando delante de mis ojos. Pensé: “¡Qué malo! Salió el sol. ¿Qué haremos?”. Ni me molesté en ponerme mis ropas, y me arrodillé para orar. Más tarde todos los hermanos despertaron uno por uno, y todos se arrodillaron para orar, diciendo: “Oh, Dios, hoy es el día para que manifiestes Tu gloria. Por favor, manda la lluvia y prueba que Tú eres Dios”. Todos oramos fervientemente. Después todos nos reprendimos por orar tan desesperadamente, sabiendo que Dios ya había oído nuestra oración. Bajamos para desayunar. Yo era el líder entre ellos, y para levantar su moral, le dije al hermano que preparó el alimento: “No hay necesidad de preparar ningún almuerzo para llevar hoy; no podremos salir porque va a llover”. Dimos gracias por el alimento. Después de dar gracias por el alimento, un hermano siguió y oró: “Señor, que Tú guardes nuestra fe y pruebes que Tú eres Dios”. Por supuesto que ésta fue una oración espontánea. Después de esto, fuimos a llenar nuestros platos con hojuelas de avena. Me senté mirando hacia la ventana. Poco después de terminar nuestro primer plato, el sonido de gotas se oyó en el techo. Nos miramos unos a otros y empezamos a entender lo que estaba pasando. Seguimos adelante con nuestro segundo plato. Pregunté: “¿Debemos orar?”. Un hermano dijo: “¿Por qué no? Esta lluvia parece muy poquita. Tiene que llover muy fuerte para que otros vean que este es un acto claro de Dios y no un accidente”. Entonces oramos otra vez. Después de nuestra oración, el cielo se volvió oscuro y la lluvia arreció. El sonido de la lluvia en el techo se volvió más fuerte. La lluvia era torrencial, más fuerte y más fuerte. Después del desayuno, nos paramos afuera de la tienda para ver al Gran Rey que iba a salir con su desfile. El Gran Rey estaba programado para salir a las 9 a.m. Pero la lluvia no paró desde las nueve en punto hasta las once. Como el desfile no podía pasar después de cierta hora, los de la villa de mala gana sacaron al gran dios. La lluvia era verdaderamente torrencial ese día, y habían dos o tres pies de agua por todo el camino. Cuando el Gran Rey salió del templo, sólo pudo moverse unos cuantos pasos. Uno de los que lo cargaban se resbaló y cayó en el agua, y el gran rey también cayó. Tres de sus dedos y un brazo se le quebraron, y se le torció la cabeza. Los de la villa levantaron al Gran Rey otra vez, le voltearon la cabeza a su posición original y trataron de seguir adelante. Para entonces muchos jóvenes estaban gritando atrás: “El Gran Rey está en problemas este año. Está en problemas este año”. Gritaban al ir marchando. Llovía más y más fuerte, y fue obvio que no pudieron continuar adelante. Movieron al Gran Rey a un gran salón ancestral que pertenecía a un grupo de Chan. Algunos ancianos de la villa entraron y le preguntaron al Gran Rey por qué había llovido ese año. ¡Con qué mentira salieron finalmente! Se las arreglaron para decirles a todos: “El Gran Rey en primer lugar no tenía la intención de salir para el desfile en este día. Ustedes cometieron un error. El Gran Rey dijo que él tenía la intención de salir a las 8 p.m. el día 14. Hoy es sólo el 11”. Los ancianos propusieron que el desfile se cambiara para el 14. Pero los jóvenes preguntaron: “¿Por qué entonces el Gran Rey tropezó, y por qué se quebraron sus dedos y su brazo?”.
A la hora del almuerzo oramos para que Dios nos diera un día claro para que pudiéramos salir a trabajar otra vez. Nos volvimos fuertes en nuestra fe y oramos también para que el Señor enviara otra lluvia el día 14. Después que comimos, salimos a predicar otra vez. Esa tarde, el cielo estaba claro, y la cantidad de libros que llevamos con nosotros no fue suficiente para llenar la necesidad. En un minuto todos se vendieron.
Teníamos que salir de la villa y regresar a la casa el día 15. Por lo tanto, oramos por un cielo claro para el 12, el 13 y el 14 para poder trabajar. También oramos para que lloviera en la noche del 14 para que todos supieran que el Gran Rey no era Dios. El 12, 13, y 14 fueron días claros. Decidimos tener una reunión del evangelio en la tienda de hierbas en la noche del 14. Para entonces el dueño creyó. Hoy aún él es un buen hermano. En la noche del 14 empezó a llover, y mucha gente estaba esperando fuera de la tienda. Subimos al ático y oramos para que Dios enviara más lluvia. Alabado sea el Señor, la lluvia llegó más y más fuerte. Cuando los de la villa sacaron al Gran Rey del templo, diecisiete o dieciocho hombres lo iban siguiendo. Pero se tropezaron cinco o seis veces. Muchos jóvenes iban detrás de él, gritando: “Hay Dios. No hay Gran Rey”. Pudimos terminar una obra buena allí. En la mañana del 15, salimos antes que amaneciera. ¡Alabado sea el Señor!
Hemos recibido muchas respuestas a las oraciones. Estas respuestas prueban que hay un Dios. Nuestras experiencias espirituales nos prueban que nuestro Dios es viviente.
¿CÓMO PUEDE EL HOMBRE ENCONTRAR A DIOS?
No podemos alejarnos de este tema a la ligera. Tenemos que preguntar: “Si hay un Dios, ¿qué debemos hacer?”. No es suficiente creer que hay Dios. Por favor leamos Amós 4:12: “Prepárate para venir al encuentro de tu Dios”. Amigos, ¿están preparados para encontrarse con Dios? Si saben que hay Dios, no pueden vivir tontamente ni sentarse ociosamente. Primero, deben prepararse para encontrarse con su Dios. Amigos, ¿están preparados para encontrarse con Dios? Espero que nadie entre nosotros sea engañado por los ateos.
Si hay Dios, ¿qué debemos hacer para poder encontrarnos con El? Hay sólo una cosa: creer en el Señor Jesús. Esta es la única manera de encontrarse con Dios porque El muestra la gracia para con nosotros a través de Cristo. Aparte de Cristo, todos están condenados.
Efesios 2:16 al 18 dice: “y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo Cuerpo, habiendo dado muerte en ella a la enemistad. Y vino y anunció la paz como evangelio a vosotros que estabais lejos y también paz a los que estaban cerca; porque por medio de El los unos y los otros tenemos acceso en un mismo Espíritu al Padre”. Por favor, pongan atención a 3:12: “en quien tenemos confianza y seguro acceso por medio de la fe en El”. ¿Cómo podemos encontrar a Dios? La Biblia nos dice que solamente creyendo en Jesús tendremos la confianza de llegar a El.
Hay una cosa que nos impide de encontrarnos con Dios, a saber, el pecado. Cuando el pecado está, no podemos ver el rostro de Dios. El pecado nos aleja de Dios. Dios ha preparado una manera en la cual podemos resolver el problema de nuestros pecados, la cual es la crucifixión del Señor en la cruz. Mediante la cruz, El quitó nuestros pecados. El murió por nuestros pecados, y fue golpeado por nosotros. El estuvo colgado en la cruz por nuestros pecados. El Señor Jesús murió y resucitó. Ahora todo aquel que cree en El puede venir a Dios con confianza porque la pared intermedia de separación fue quitada. El problema del pecado está resuelto, y podemos llegar a Dios sin ningún temor. Un día todos veremos a Dios. Seremos ya sea aceptados como el pueblo de Dios o rechazados como enemigos de Dios. El Señor murió, y todos los problemas del pecado fueron resueltos. Vengamos a Dios y recibámosle. Nadie puede ir a Dios sin ningún estorbo. ¿Quiénes son los que no pueden llegar a Dios? Amigo, ¿es usted cristiano? ¿Es ateo? Le pido que crea en el Señor Jesús. ¿Hay alguien aquí hoy que quiere recibir a Jesucristo como su Salvador?
Amigos, recuerden que un día verán a Dios. No hay manera de que se escondan; algún día tendrán que estar cara a cara con Dios. La única forma de esconderse es esconderse en el Señor; no hay otra forma. Un día cuando vean a Dios cara a cara querrán esconderse, quizás sea muy tarde. Por lo tanto, todos aquellos que deseen recibir al Señor deben recibirlo ahora. No tarden.
Algunos quizás digan que no entienden claramente la redención. Parece que tienen problemas en entender cómo la sangre del Señor puede llevarnos a Dios. Lo único que tenemos que hacer es averiguar esto con nuestra conciencia. Hay un caso delante de nosotros: nuestros pecados. También hay un testigo dentro de nosotros: nuestra conciencia. La preciosa conciencia está testificando contra nuestros pecados. Muchas personas tienen miedo de pensar acerca de Dios; tratan de evitar a Dios porque tienen tal caso en su conciencia. Tratan de rechazar a Dios. Amigos, no hay necesidad de que teman, porque el Señor Jesús es nuestro Mediador.
Nuestro Señor dejó los espléndidos y gloriosos cielos para poder llevarnos allí. El sufrió el castigo para que nosotros podamos tener paz. El murió por nosotros para que podamos tener vida. El fue rechazado para que nosotros podamos ser aceptados. Podemos dejar atrás nuestra carga del pecado porque Dios ya juzgó al Señor. Todo lo que tenemos que hacer es creer en El y acercarnos a Dios. Si no creemos que el Señor ha quitado nuestros pecados, nuestro futuro en verdad es desolado. Espero que todos abramos nuestros corazones para recibir al Señor. Si hacemos esto, veremos que Dios ya no es más nuestro Juez, sino nuestro amoroso Padre.
Muchos de nosotros sabemos que hay frecuentes terremotos en Italia. Una vez hubo un gran terremoto, y muchas casas y árboles fueron dañados o arrasados. Muchas personas tomaron sus pertenencias y corrieron con los niños en los brazos. Todos estaban atemorizados. Pero una anciana no corrió alocadamente como otros; se recostó contra el marco de una puerta y se rió. No se llevó nada consigo y no trató de buscar un lugar seguro para esconderse. Todo lo que hizo fue reírse de los que andaban corriendo por sus vidas. Algunos curiosos le dijeron: “¿Señora, está usted loca? La ha enloquecido el terremoto? Querida anciana, recoja sus cosas rápido y corra”. La anciana se siguió riendo y dijo: “Les he dicho acerca de las cosas que vienen y les he exhortado para que crean en el Señor Jesucristo. Les he dicho que a menos que crean en Jesús, se irán al infierno a sufrir en el fuego de azufre. Pero me han ignorado y no me han escuchado, y toman mis palabras como broma. Dios ahora solamente está moviendo su dedo chiquito, y todos ustedes están asustados. No saben qué hacer, y corren de aquí para allá desesperadamente. Para mí esto es algo muy cómico”. Amigos, ¿alguna vez han pensado en su futuro? Cuando ese día venga, ¿les gustaría ser como los hombres que andan corriendo por sus vidas y que están tan desesperados? Todos los que han creído en el Señor Jesús no serán conmovidos; estarán en paz. ¿Tienen miedo de los terremotos? Si lo tienen, ¿cuánto más terrible es el infierno? ¿Tienen miedo del infierno? Un terremoto es terrible y espantoso, pero no es nada comparado con el infierno. Amigos, no hay comparación entre el infierno y los terremotos. Consideren al infierno cuando piensen en un terremoto. ¿Quieren sufrir el dolor del infierno? Amigos, por favor vengan al Señor Jesús y crean en El para que puedan escapar del dolor del infierno y disfrutar de la bendición del cielo.