Neil T. Anderson Libro Book Cap. 9 Victoria sobre la Oscuridad
CÓMO GANAR LA BATALLA POR TU MENTE
Capítulo 9
Cómo ganar la batalla por tu mente
Hace varios años, Shelley, la esposa de un estudiante en Talbot asistió como oyente a mi clase sobre conflictos espirituales. Más o menos a mediados del curso me detuvo en el pasillo y simplemente me dijo: «No tiene idea de lo que está pasando en mi vida». Ella tenía razón; yo no tenía idea. La estimulé que siguiera adelante y aplicase las verdades aprendidas a su vida.
Terminado el curso, me entregó una carta:
Estimado Neil:
Quiero darte las gracias nuevamente, porque el Señor ha usado tu clase para cambiar mi vida. Los últimos dos años han sido de luchas por el control de mi mente. Yo ignoraba mi posición y autoridad en Cristo, e igualmente ignoraba la habilidad de Satanás para engañarme. Estaba constantemente atemorizada. Me bombardeaba la mente con pensamientos hostiles, agresivos. Me sentía culpable y me preguntaba qué de malo me estaba pasando. No entendía mucho de la esclavitud en que estaba hasta que asistí a tu clase. Siempre había pensado que los demonios no afectaban a los creyentes. Pero cuando comenzaste a describir a una persona influenciada por los demonios, casi me morí debido al impacto que me produjo. ¡Me estabas describiendo a mí! Por primera vez en mi vida pude identificar el ataque de Satanás y resistirle realmente. Ya no me paraliza el temor y tengo la cabeza más despejada. Cómo puedes ver, estoy muy entusiasmada con esto.
Ahora, cuando leo las Escrituras, me pregunto por qué no podía ver esto antes. Pero, como sabes bien, estaba engañada.
Reitero mi gratitud,
Shelley
Shelley era cristiana mucho antes que asistiera a mi curso, pero no entendía la batalla que ocurría en su mente. Se estaba «destruyendo por falta de conocimiento» (Oseas 4:6). Shelley representa un número increíble de cristianos que ignoran las maquinaciones de Satanás (2 Corintios 2:11). Cuando los creyentes que luchan resuelven sus conflictos personales y espirituales por medio del arrepentimiento y la fe en Dios, ellos también logran la libertad en Cristo acerca de la cual Shelley me escribió.
La fe en Dios es e! camino cristiano para vivir, y el razonamiento filosófico humanista es e! camino de los hombres, pero a menudo se encuentran en conflicto. Tener fe en Dios no es irracional, y no sugiero que ignores tu responsabilidad de pensar. Por el contrario, Dios nos pide que pensemos y tomemos decisiones conscientes. Dios es un Dios racional y hace su obra por medio de nuestra capacidad de razonar. El problema es que nuestra capacidad de razonar es limitada y dada a la racionalización.
El Señor dice: «Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos» (lsaías 55:9). Somos incapaces de determinar los pensamientos divinos por medio del razonamiento humano, en consecuencia, dependemos de la revelación divina.
En la figura 9-A el Plan A es vivir por fe el camino de Dios. El plan B es vivir nuestro camino siguiendo el razonamiento humanista.El humanista diría: «No veo el camino de Dios» o «Como no creo en Dios, seguiré mi propio camino». Salomón nos exhorta a seguir el camino de Dios cuando escribe: «No te apoyes en tu propia prudencia» [Plan B], pero «reconócelo en todos tus caminos» [Plan A] (proverbios 3:5, 6).
La fuerza del plan A la determina tu convicción personal en el sentido de que el camino de Dios siempre es el correcto y con cuánto compromiso has de creerlo. La fortaleza del Plan B lo determina la cantidad de tiempo y energía que inviertes en la conservación de los pensamientos contrarios a la Palabra de Dios. El Plan B está saturado de mecanismos de defensa y de fortalezas erigidas contra el conocimiento de Dios. Todo nuevo creyente está dominado por el plan B, porque es todo lo que saben hasta que llegan a conocer a Dios y sus caminos.
El camino de Dios y el camino del hombre
Por ejemplo, el plan de Dios es que el matrimonio sea un compromiso monógamo y vitalicio. Supongamos que una esposa cristiana comience a razonar: No sé si mi matrimonio va a durar. En caso que así ocurriera, es mejor que consiga un trabajo para asegurar mi futuro. Todo compromiso que haga en el Plan B disminuye su compromiso con el Plan A. Mientras más piensa en B, mayores son las posibilidades de necesitarlo. En realidad ha hecho planes para el fracaso de su matrimonio.
No tengo un plan B para mi matrimonio, porque mi compromiso con Joanne es para toda la vida. Trato de no acariciar pensamientos contrarios a mi compromiso hacia ella, aun cuando soy tentado al respecto. Todo creyente será tentado a pensar en la pendiente resbalosa del plan B. Recibí una carta de la esposa de un ex estudiante del seminario que estaba oficiando como pastor. «Me di cuenta que estaba en problemas cuando vi en el escritorio de mi marido el libro Divorcio creativo». Él estaba considerando el plan B y lo eligió. En la actualidad algunos jóvenes se están casando, pero no están o están muy poco comprometidos. Piensan: Si el matrimonio no resulta, siempre puedo recurrir al divorcio. Este tipo de compromiso asegura que el matrimonio tiene pocas posibilidades de sobrevivir.
Mientras más tiempo y energía inviertes en la contemplación de tus propios planes acerca de cómo dirigir tu vida, es menos probable que busques el plan de Dios. Comienzas a rebotar entre reconocer el plan de Dios y apoyarte en tu propia prudencia. Santiago dice que esta es una persona de doble ánimo: «inestable en todos sus caminos» (Santiago 1:8). Cuando te lo pasas titubeando entre el plan A de Dios y tu plan B, tu crecimiento espiritual se verá confundido, tu madurez en Cristo quedará bloqueada y tu experiencia cotidiana como creyente se verá marcada por la desilusión, el desaliento y la derrota.
¿Dónde se originan los pensamientos del plan B? Hay tres fuentes primarias. Primero, tu carne aún genera pensamientos e ideas humanistas. Tu carne es esa parte de ti entrenada para vivir independiente de Dios antes que fueras cristiano. Antes de la salvación no había plan A en tu vida; estabas separado de Dios, ignorante de sus caminos y decidido a tener éxito y sobrevivir por medio de tus recursos propios y habilidades naturales.
Cuando naciste de nuevo, te convertiste en una nueva persona pero nadie oprimió la tecla BORRAR en tu memoria. Trajiste contigo a la nueva fe todos los caminos del viejo plan B con sus patrones carnales de pensamiento. Así, aunque tu nuevo yo desea vivir dependiente de Dios y seguir el plan A, tu carne persiste en sugerir los caminos del plan B de vivir independiente de Dios.
Segundo, estamos influidos continuamente por este mundo caído. Los medios de comunicación y el ambiente del mundo están dominados por el pensamiento del plan B.
Tercero, el Dios de este siglo se ha opuesto a la Palabra de Dios desde el huerto del Edén. El padre de mentiras tentará acusará y engañará a los hijos de Dios como lo hizo con Eva, si le dejamos. Además, los falsos profetas y maestros, médium y espiritistas desviarán a muchos.
La esencia de la batalla para la mente es un conflicto entre el Plan A, el Plan B impulsados por el mundo, la carne y el diablo. Tal vez sientas que eres una víctima indefensa en esta batalla tirado de aquí para allá como el balón en un juego, pero no estás indefenso de ninguna manera. Más bien, Dios ha provisto todo lo que necesitamos para ganar la batalla por nuestra mente.
LAS FORTALEZAS DE LA MENTE
La naturaleza de la batalla se presenta en 2 Corintios 10:3-5:
Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas: derrtbando argumentos y toda altivez que se levanta contra él conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Crtsto.
Este pasaje es diferente de la armadura defensiva descrita en Efesios 6. La imagen presentada aquí es ofensiva, con imágenes del tipo del ariete que tenía el designio de derribar fortalezas. ¿En qué consisten las fortalezas de la mente, y cómo se han levantado contra el conocimiento de Dios?
Estímulo ambiental
Recordemos que todos hemos nacido físicamente vivos, pero espiritualmente muertos en un mundo caído (Efesios 2:1-3). No teníamos la presencia de Dios en nuestra vida ni el conocimiento de sus caminos, de modo que aprendimos a vivir independientes de Dios. Los bebés no tienen vocabulario, actitudes ni creencias acerca de nada. Todo lo que aprendimos en los primeros años formativos de nuestra vida fue asimilado del ambiente en que fuimos criados. Esto ocurre de dos maneras.
Primero, aprendiste fundamentalmente a través de las experiencias imperantes. Las actitudes y creencias se forman a la larga por el contacto en el hogar donde fuiste criado, el vecindario donde jugaste, las escuelas donde te educaste, los amigos que tenías y la iglesia a la que asististe o dejaste de asistir. Todas las experiencias de la niñez dieron forma a tu cosmovisión.
Es importante comprender que dos niños criados en el mismo ambiente pueden interpretar sus experiencias en forma diferente. Además, dos niños pueden tener experiencias diferentes en su niñez. Uno puede crecer en un ambiente amistoso donde los padres protegen a sus hijos de las influencias dañinas. Otro puede haber crecido en un ambiente hostil y en contacto con las inmundicias de este mundo. Sin embargo, por igual los dos necesitan a Cristo.
Segundo, las creencias y actitudes se forman en nuestra mente debido a experiencias traumáticas tales como la muerte de uno de los padres, el divorcio, o la crueldad mental, física o sexual. A diferencia de las experiencias imperantes que se asimilan en la mente a lo largo del tiempo, las experiencias traumáticas se graban a fuego en la mente debido a su intensidad y dejan impresiones perdurables.
Pablo dice: «No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento» (Romanos 12:2). Su argumento es que todos hemos sido conformados a este siglo, aunque en diversas formas, y seguimos todavía en ello.
Como creyentes podemos oír música que no es conveniente, mirar programas que no son buenos, tener amigos malos y pensar con maldad. Todavía somos tentados a vivir en forma independiente de Dios porque vivimos en un mundo caído.
Tentación
La tentación siempre viene por medio del pensamiento, y la clave para resistirla es llevar el pensamiento inicial cautivo a la obediencia a Cristo. Hay una caricatura humorística de «Cathy» que ilustra como un pensamiento inicial se abre paso como un tren de carga fuera de control:
Cuadro 1: Saldré a dar una vuelta pero no pasaré cerca del supermercado.
Cuadro 2: Pasaré cerca del supermercado, pero no entraré.
Cuadro 3: Entraré en el supermercado, pero no pasaré por el pasillo donde hay caramelos en oferta.
Cuadro 4: Miraré los caramelos, pero no los tocaré.
Cuadro 5: Tomaré los caramelos, pero no los compraré.
Cuadro 6: Compraré caramelos, pero no los abriré.
Cuadro 7: Lo abriré, pero no les tomaré el olor.
Cuadro 8: Les tomaré el olor, pero no los probaré.
Cuadro 9: Los probaré, pero no comeré.
Cuadro 10: ¡Come, come, come, come, come!
Las Escrituras enseñan que Dios ha dado un camino de salida para toda tentación (1 Corintios 10:13). Sin embargo, según lo
ilustra la experiencia de Cathy, la salida probablemente se encontraba antes del primer cuadro. Cathy perdió la batalla cuando decidió salir a dar una vuelta. Si no llevas cautivo el primer pensamiento, probablemente perderás la batalla contra la tentación. Todos tenemos que aprender la práctica del pensamiento en el umbral. Necesitamos emprender la huida en el momento que nuestros pensamientos se inclinen contra la verdad y la justicia.
Por ejemplo, un hombre que lucha contra la lascivia ve un cuadro pornográfico. Tiene la oportunidad de responder pensando: Ha terminado mi relación con el pecado. No tengo que ceder en esto. Decidí ahora mismo llevar mi pensamiento cautivo a la obediencia a Cristo. No vaya mirarlo y ni siquiera vaya pensar en él. Deja de mirarlo y se deshace de las revistas o se aleja del lugar de la tentación. Si en el umbral, vacila, mira el cuadro y comienza a fantasear al respecto, se lanzará por la pendiente emocional y producirá una respuesta física que le será difícil detener. Debe capturar el pensamiento inicial de la tentación, si no quiere que el pensamiento lo capture a él.
Consideración y elección
Si comienzas a cocinar un pensamiento tentador en tu mente, tus emociones se verán afectadas y crecerá la posibilidad de ceder a la tentación. La mayoría de los que trabajan en la salud mental opinan que nuestras emociones son un producto de nuestra vida pensante. No podemos controlar directamente nuestras emociones, pero podemos controlar lo que pensamos. Por eso la mente es el centro controlador de todas nuestras actividades. Nada haces que primero no lo hayas pensado. La respuesta física y emocional a nuestros pensamientos puede ser tan rápida que podríamos creer que no tenemos control sobre el proceso, pero sí podemos. Todo creyente tiene un botón «no». «Porque cuál es su pensamiento en su corazón, tal es él» (Proverbios 23:7).
Si lo que pensamos no es reflejo de la verdad, nuestro sentimiento no reflejará la realidad. Supongamos que el lunes oyes un rumor en la oficina que serás despedido el viernes. Cada día te pones más ansioso. El jueves recibes un memo de tu jefe pidiéndote que vayas a su oficina a las 10 de la mañana del viernes. En tu mente bullen toda clase de pensamientos, tales como: Entra y entrégale tu renuncia, o ¿Por qué esperar hasta mañana? Renuncia hoy. Llega el viernes y estás hecho un manojo de nervios. Cuando abres la puerta de su oficina, los principales «man damases» de la empresa gritan al unísono: «¡Sorpresa, acabas de ascender a gerente general!»
SI LO QUE PENSAMOS NO ES REFLEJO DE LA VERDAD, NUESTRO SENTIMIENTO NO REFLEJARÁ LA REALIDAD.
Mientras pensabas que ibas a ser despedido, tus sentimientos de ira no se conformaban a la realidad, porque lo que creías no era verdad. El gozo y el alivio que sentiste después del ascenso se conformó a la realidad, porque ahora conocías la verdad. Muchos cristianos no se sienten salvados, no sienten que Dios los ama porque hay pensamientos de antaño que se levantan contra el conocimiento de Dios. Cuando derribamos esas fortalezas y llevamos todo pensamiento cautivo a la obediencia a Cristo, nuestras emociones comienzan a conformarse a la realidad del amor de Dios. Si preferimos creer la mentira, nuestras emociones nos harán avanzar por el camino de la tentación.
Acción, hábito y fortaleza
Cuando la consideración de una tentación ha disparado tu respuesta emocional hacia el plan B, actuarás de acuerdo con esa decisión y adoptarás esa conducta. Puedes sentirte resentido por tus acciones o pretender que no eres responsable de lo que hiciste. Sin embargo, a esta altura eres responsable de tus acciones, porque no tomaste cautivo el pensamiento tentador en el momento que apareció en el umbral de tu mente.
Quienes estudian la conducta humana nos dicen que si repites un hecho durante seis semanas, formarás un hábito. Si ejercitas ese hábito durante un tiempo, se establece una fortaleza. Cuando la fortaleza de pensamiento y respuesta se ha atrincherado en tu mente, se hace difícil que tu capacidad te permita decidir y actuar en sentido contrario a ese patrón. Es como conducir un camión por el mismo camino de tierra tantas veces que se hacen surcos profundos. Después de un tiempo ni siquiera tendría que usar el volante. Permanecería naturalmente en los surcos y cualquier intento de sacarlo de los surcos hallaría resistencia.
La fortaleza (plaza fuerte) es un hábito mental a determinado patrón de pensamiento. Son recuerdos grabados a fuego en nuestra memoria a lo largo del tiempo o por la intensidad de las experiencias traumáticas. Por ejemplo, la inferioridad es una fortaleza. Nadie nace inferior a otra persona, pero puedes luchar con un complejo de inferioridad si el mundo sigue enviando el mensaje de que todos son más fuertes, inteligentes y mejor parecidos que tú.
La base para una fortaleza mental puede estar en el hecho de ser hijo de un alcohólico. Supongamos tres muchachos criados en un hogar en que el padre es alcohólico. Cuando el padre llega borracho y beligerante a casa cada noche, el hijo mayor se siente suficientemente grande como para hacerle frente. Le dice a su padre: «Tócame con una mano y vas a tener problemas’.
El segundo hijo piensa que no podrá enfrentar a su padre; se adapta y toma una actitud servil. Lo saluda y le dice: «Cómo estás, papá? Te sientes bien, verdad? ¿Necesitas algo? ¿Quieres que llame a alguien?»
El hijo menor se halla completamente intimidado por su padre. Cuando el papá llega a casa, desaparece de la vista y corre a esconderse en el ropero o debajo de la cama. Se mantiene alejado de su padre y elude el conflicto.
Veinte años pasan, hace tiempo que el padre ha muerto. Los tres hombres se ven confrontados con situaciones hostiles. ¿Cómo piensas que responderan? El mayor peleará, el del medio tratará de apaciguar y el menor huirá. Así es como aprendieron a enfrentar la hostilidad. Sus patrones de pensamiento y de respuesta, profundamente engastados han formado plazas fuertes en sus mentes.
La hostilidad es una fortaleza. La mujer o el hombre que lucha con pensamientos hostiles, su conducta los hace belicosos y agresivos si se sienten amenazados. Aprendieron a enfrentar de esa manera las situaciones difíciles. A él o a ella no le será fácil amar a su enemigo, bendecir a los que le maldicen o poner la otra mejilla.
La homosexualidad es una fortaleza. Ante los ojos de Dios no existe el homosexual. Nos creó varón y mujer. Sin embargo, los pensamientos, los sentimientos y el comportamiento homosexual generalmente se remontan a experiencias negativas o pensamientos tentadores del pasado. Tales experiencias precipitan los sentimientos sexuales, las fantasías y desorientaciones, y hacen que algunos crean una mentira acerca de su identidad sexual.
La anorexia y la bulimia son fortalezas mentales. Los desórdenes alimenticios tienen poco que ver con el alimento. Una mujer de 50 kilos frente al espejo se encuentra gorda y no se da cuenta del engaño. Es víctima de moldes negativos de pensamiento acerca de sí misma y que se han grabado en su mente en el trascurso del tiempo, o quizás se hayan originado durante experiencias traumáticas como una violación o un incesto.
LA RENOVACIÓN DE LA MENTE
¿Tenemos que ser víctimas de estas fortalezas mentales negativas por el resto de nuestra vida? ¡De ninguna manera! Si hemos sido educados de mala manera, ¿podemos ser reeducados? Si hemos aprendido a creer la mentira, ¿podemos decidir aceptar la verdad? Si nuestro computador ha sido mal programado, ¿se puede reprogramar? Definitivamente sí; pero tienes que tener el deseo de renovar tu entendimiento. ¿Cómo? Nuestra vida se transforma a medida que renovamos nuestro entendimiento por medio de la predicación de la Palabra de Dios, de los estudios bíblicos del discipulado personal y de la consejería cristocéntrica (Romanos 12:2). Dado que algunas de las fortalezas son pensamientos que se levantan contra el conocimiento de Dios (2 Corintios 10:5), un punto de partida es aprender a conocer a Dios como Padre amante y a ti mismo como hijo aceptado.
Tu mente es más que condicionamientos negativos de tu niñez. No sólo puedes enfrentar el sistema mundano en que fuiste criado con los patrones carnales resultantes que has decidido adoptar. También estás en condiciones de resistir al diablo que usa artimañas para llenarte la mente con pensamientos opuestos al plan de Dios para ti.
Además de los pensamientos previos que han formado las fortalezas mentales, tenemos la responsabilidad presente de administrar nuestros pensamientos según 2 Corintios 10:5: «Llevando todo pensamiento [noema] cautivo a la obediencia a Cristo». ¿Por qué es necesario llevar cautivos los pensamientos? Por que son contrarios a los caminos de Dios y pueden ser los pensamientos del enemigo.
Nótese que Pablo usa la palabra «pensamiento» (noema) en 2 Corintios en relación con la actividad de Satanás. En 3:14 y 4:4, Pablo revela que Satanás está tras la dureza espiritual y la ceguera de los incrédulos: »El entendimiento (noema) de ellos se embotó… el dios de este siglo cegó el entendimiento (noema) de los incrédulos».
Pablo afirma que Satanás engaña y divide a los creyentes: ‘Temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos (noema) sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo» (2 Corintios 11:3) «No ignoramos sus maquinaciones (noema de Satanás)».
La estrategia de Satanás es introducir ideas y pensamientos en tu mente y engañarte para que creas que son tuyos. Le ocurrió al rey David. Satanás «incitó a David a que hiciese censo en Israel» (1 Crónicas 21:1), acto que Dios había prohibido, y David actuó según la idea de Satanás. ¿Se manifestó Satanás a David en forma audible y le dijo: «Quiero que cuentes a Israel»? Lo dudo. David era un hombre piadoso y no hubiera obedecido a Satanás. ¿Y si Satanás introducía la idea en la mente de David en primera persona singular y la idea le hubiera llegado como «necesito saber el tamaño de mi ejército; voy a contar mis soldados»? De esta forma eran los pensamientos de David, por lo menos creyó que lo eran, pero la Escritura no dice eso.
SI SATANÁS PUEDE PONER UNA IDEA EN TU MENTE, Y PUEDE HACERLO, NO NECESITA MUCHA HABILIDAD PARA QUE CREAS QUE ES TU IDEA
Si Satanás puede poner una idea en tu mente, y puede hacerlo, no necesita mucha habilidad para que creas que es tu idea. Si supieras que es de Satanás, la rechazarías, ¿verdad? Sin embargo, cuando disfraza sus sugerencias para que parezcan ser tus ideas y pensamientos, lo más probable es que los aceptes. Este es su engaño principal.
Dudo que Judas comprendiera desde el principio que la idea de entregar a Jesús fuera de Satanás, pero la Escritura revela claramente que lo era. Mientras cenaban, «el diablo ya había puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, que le entregase» (Juan 13:2). Probablemente Judas pensara que ayudaba a Jesús a liberar a Israel de los romanos. El hecho de que Judas fuera ladrón lo hizo vulnerable a Satanás.
Ananías y Safira quizás pensaran que era idea propia retener algo de la ofrenda mientras dejaban en los demás la idea de que estaban dándolo todo. Si hubieran sabido que era idea de Satanás, probablemente no lo hubieran hecho, pero la Escritura revela claramente la fuente de sus pensamientos. «Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?» (Hechos 5:3).
Uno de los estudiantes de Talbot trajo a Tina para que la aconsejara. Tina sufría una grave dificultad emocional debido a sus increíbles antecedentes. Como niña y adolescente había presenciado abusos rituales y expiatorios, y reiteradas veces había sido violada por su padre, su hermano y e! amigo de su hermano. Vio como ofrecían como sacrificio expiatorio su perrito mascota en un culto satánico.
Esperaba que al entrar en el campo de la psicología se vería liberada de su pasado. Obtuvo el grado de maestría y trató de inscribirse en un programa doctoral, pero su vida personal estaba hecha escombros.
Le dije a Tina que Jesús podía liberarla si le abría su vida.
– ¿ Te gustaría hacer una decisión por Cristo? -le pregunté.
-Lo haré después -dijo meneando la cabeza.
Después de oír la historia de Tina, sospeché lo que pasaba en su mente.-Tina, ¿has estado escuchando ideas opuestas a lo que te he dicho? Podrían ser una amenaza para ti o para mí.
-Sí -respondió Tina, palideciendo por la impresión y el asombro.
– Te están diciendo una mentira, Tina, y Satanás es el padre de las mentiras- le hablé algo más de la palabra de Dios, y diez minutos más tarde ella dio su corazón a Cristo.
Si Satanás logra que creas una mentira, puedes perder algún elemento de control en tu vida. Supón que yo fuera astuto y te persuadiera a creer una mentira. ¿Tendría algún efecto sobre tu vida esa mentira? Supón que hago circular el rumor de que tu cónyuge es infiel y tú lo oyes. Creer esa mentira, ¿afectaría tu sentimiento acerca de tu marido y tu forma de relacionarte con él? En consecuencia, si no llevas todo pensamiento cautivo a la obediencia a Cristo, puedes permitir que Satanás influya tu vida en un sentido negativo.
SACA A LA LUZ LA MENTIRA Y GANA LA BATALLA
Satanás es un enemigo derrotado, por lo que su poder está limitado, pero todavía tiene capacidad para engañar «a todo el mundo» (Apocalipsis 12:9). Jesús dice que el diablo «no ha permanecido en la verdad. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso y padre de mentira» (Juan 8:44). Satanás no tiene autoridad ni poder sobre ti, a menos que tú cedas ante él cuando te engaña para que creas sus mentiras.
Acerca de la cantidad de engaños que afectan a los cristianos hoy en día sólo se puede especular. En mi ministerio halló falsas creencias en casi todas las sesiones de consejería. Muchos cristianos oyen voces en sus mentes, pero tienen miedo de contarlo a alguien por temor de que piensen que se están volviendo locos.
La mayoría de los creyentes que acuden a consejería están plagados de pensamientos que afectan negativamente su vida personal y su devoción a Dios. Estas distracciones mentales normalmente reflejan sus moldes carnales, pero también podría revelar una batalla espiritual en su mente, acerca de la cual Pablo nos advierte: »El Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios» (1 Timoteo 4:1).
Dado que el arma principal del diablo es la mentira, tu defensa contra él es la verdad. El trato con Satanás no es un enfrentamiento de poderes; es un enfrentamiento con la verdad. Cuando sacas a la luz la mentira de Satanás con la verdad de Dios, su poder queda destruido. Por eso Jesús dice: «Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres» (Juan 8:32). Por eso oró: «No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes de! mal… Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad» (Juan 17:15, 17). Por eso la primera pieza de la armadura mencionada por Pablo para resistir las artimañas del diablo es «el cinto de la verdad» (Efesios 6:14).
Satanás con su mentira no puede superar a la verdad así como las tinieblas de la noche no pueden resistir la luz del sol naciente. No somos llamados a disipar las tinieblas; se nos llama a encender la luz. Los espíritus engañadores son como las cucarachas. Salen sólo de noche, y cuando enciendes la luz, huyen hacia las sombras.
CÓMO GANAR LA BATALLA POR NUESTRA MENTE
Primero, debes ser «transformado por la renovación de tu entendimiento» (Romanos 12:2). ¿Cómo renuevas tu mente? Llenándola con la Palabra de Dios. Para ganar la batalla por tu mente debes dejar «que la paz de Dios gobierne vuestros corazones» (Colosenses 3:15) y «que la palabra de Cristo more en abundancia en vosotros» (v. 16). A medida que llenes tu mente con la verdad de Dios, estarás preparándote para reconocer la mentira y llevarla cautiva.
Piensa que tu mente es como una taza llena de café. Debido a lo que pusiste en ella, la taza de café se ve negra y aromática. Deseas que tu mente vuelva a ser clara como el agua, como era antes de tener café. No hay modo de filtrar el café una vez puesto en la taza (no hay botón de borrar).
Ahora imagina una. vasija llena de hielo cristalino aliado de la taza de café en la que dice «la Palabra de Dios». No hay manera de vaciar toda la vasija de una sola vez, pero puedes poner un cubito de hielo cada día. Si lo haces durante el tiempo necesario, ya no podrás gustar, oler ni ver el café que había originalmente dentro, aun cuando estuviera aún allí. Eso funcionará mientras no pongas dentro una cucharada de mentiras e inmundicias al mismo tiempo que el cubo de hielo.
Segundo, Pedro nos ordena preparar nuestro entendimiento para la acción (1 Pedro 1:13). Afuera con toda fantasía infructífera.
Imaginar que haces algo sin hacerlo, es peligroso. Perderás el contacto con la realidad. La mente no puede distinguir después de un largo período lo que solamente imaginó de lo que realmente sucedió. Si dices una mentira por largo tiempo, comenzarás a creer que es verdad. La Escritura siempre dice que usemos nuestra mente en forma activa, nunca en forma pasiva, y orientemos nuestros pensamientos exteriormente, nunca internamente. El diablo tratará de eludir nuestro entendimiento, pero Dios obra por su intermedio.
Tercero, «lleva todo pensamiento cautivo a la obediencia a Cristo» (2 Corintios 10:5). Práctica el pensamiento en el umbral, el primer pensamiento. Evalúa todo pensamiento a la luz de la verdad y ni siquiera consideres los pensamientos tentadores, acusadores o mentirosos. ¿Debes rechazar todo pensamiento negativo? ¡No! Eso es como estar en medio de una laguna y una docena de corchos flotan a tu rededor, y todo el propósito de tu vida fuera tratar de mantener sumergidos los corchos. Ignora los estúpidos corchos y nada hacia la orilla. Prefiere la verdad y sigue con la verdad hasta que se convierta en tu patrón de vida.
Cuarto, vuélvete a Dios cuando tus pensamientos te causen ansiedad. «Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego» (Filipenses 4:6). Cuando tu compromiso con el plan A se ve amenazado por pensamientos del plan B procedentes del mundo, la carne o el diablo, preséntalo a Dios en oración. Al hacerlo reconoces a Dios y mides tus pensamientos a la luz de su verdad. Entonces se disolverá tu confusión mental «y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos (noema) en Cristo Jesús» (v. 7).
Quinto, asume la responsabilidad de elegir la verdad y consagrarte a vivir en conformidad con ella.
Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced y el Dios de paz estará con vosotros. (8, 9).
La siguiente historia es un maravilloso ejemplo de lo que puede sucederle a un cristiano cuando se vencen las fortalezas de su mente con la verdad de Dios.
Jeannie es una mujer hermosa y talentosa de unos 35 años. Como cristiana activa durante 23 años, canta en un grupo profesional, escribe música, dirige la adoración en su iglesia y supervisa un grupo de discipulado.
Asistió a una de mis conferencias. Tenía problemas con la bulimia, esclavizada durante once años por las fortalezas de la alimentación y el miedo. Cuando estaba sola en casa durante horas quedaba cautiva por las mentiras de Satanás acerca de la alimentación, su apariencia y su sentido de dignidad. Tenía tanto miedo que cuando su marido no estaba en casa alguna noche, dormía en el sillón y mantenía encendidas todas las luces de la casa. Se había sometido a consejería, pero sin éxito. Todo el tiempo pensaba que los pensamientos que la predisponían a vomitar eran suyos, dada una experiencia traumática de su niñez. Yo miré a Jeannie y le dije:
-Toda persona que he conocido con desórdenes alimenticios ha sido víctima de una fortaleza fundada en las mentiras de Satanás.
Al día siguiente me dijo:
– No tiene idea del impacto que eso causó en mi vida. He luchado con esto durante años, y de pronto comprendo que mi enemigo no soy yo, sino Satanás. Es la verdad más profunda que he oído. Era como haber estado ciega durante once años y de pronto puedo ver otra vez. Lloré todo el camino de regreso a casa. Anoche, cuando los viejos pensamientos volvieron, sencillamente los rechacé y preferí la verdad. Fue la primera noche durante años que pude ir a dormir sin vomitar.
Dos semanas después, Jeannie me envió la siguiente nota:
Estimado doctor Anderson:
No puedo expresar las cosas maravillosas que el Señor ha hecho por mí gracias a la verdad que dio a conocer en la conferencia. Mi relación con el Señor es tan diferente. Ahora que estoy consciente de mi enemigo y de mi victoria sobre él en Cristo, se ha hecho real mi gratitud a nuestro poderoso y misericordioso Salvador. No puedo oír canciones acerca de Él sin llorar. Apenas puedo dirigir el canto de adoración sin llorar de gozo. La verdad me ha hecho libre en mi andar con Cristo.
Ahora las páginas de la Biblia las leo sin dificultad, cuando antes eran para mí un rompecabezas. Duermo en las noches sin temor, aun cuando mi marido no se encuentre en casa. Puedo estar en casa todo el día con una cocina llena de comidas y estar en paz. Cuando surge una tentación o una mentira, puedo arreglármelas con la verdad. No puede usted comprender la libertad que esto me brinda. Generalmente estaba esclavizada a las mentiras por horas y horas y perdí preciosas horas de mi tiempo y de mi vida, siempre con temor por la comida.
Y este es el cambio increíble, porque por primera vez en mi vida siento que mi relación con el Señor es propia. Ya no es el producto de las palabras de mi pastor ni el intento de reproducir el caminar de otros creyentes… ¡es mío! Empiezo a comprender cuán poderoso es el Espíritu Santo, y cuán inútil soy sin la oración. Ahora soy insaciable.
Sinceramente,
Jeannie.