Frank de Viola Libro Book cap.7 Iglesia Reconfigurada
LA PRÁCTICA DE LA IGLESIA Y EL PROPÓSITO ETERNO DE DIOS
Capítulo 7
LA PRÁCTICA DE LA IGLESIA Y EL PROPÓSITO ETERNO DE DIOS
Visualizada dentro del contexto del Dios trino, la iglesia es comunidad. Finalmente, la comunidad que debe caracterizar a la iglesia es el resultado de nuestra comunión con el Espíritu. Para comprenderlo, debemos revisar el gran alcance del propósito eterno de Dios según el modo en el que se relaciona con su propia naturaleza trinitaria. El Padre envió al Hijo para la realización del designio eterno de Dios de llevar a la humanidad y a la creación a participar de su propia vida. Solo a través de esa cualidad colectiva producida por el Espíritu es que en verdad reflejamos ante toda la creación la tremenda dinámica que hay en el mismo corazón del Dios trino. Nuestra comunión no es nada más que nuestra participación común en la divina comunión que se da entre el Padre y el Hijo, mediada por el Espíritu Santo.
—Stanley Grenz
Los norteamericanos ven al individuo en forma aislada y lo consideran como la fuente de toda virtud moral, y a la sociedad como nada más que una colección compuesta por esos individuos. El evangelicalismo implícitamente concordó con eso. Este ha hablado con elocuencia de salvar individuos, pero no ha tomado con seriedad el ámbito dentro del cual esos individuos eran salvados. Ellos han predicado el evangelio del individuo con bastante corrección; pero, como verdaderos norteamericanos, no han considerado que Dios podría tener la intención de ir más allá y formar un pueblo con esas personas. El evangelicalismo ha buscado transformar a la gente y de ese modo transformar al mundo. No han visto que puede estar faltando algo dentro de esa visión, algo que asumir su individualismo norteamericano les ha quedado oculto. La verdadera visión cristiana es transformar a la gente, convertirla en pueblo, y entonces transformar al mundo. Los evangélicos han pasado por alto la frase del medio. Ellos no han podido ver a la Iglesia como un anticipo de la nueva sociedad; la han considerado un club para los nuevos individuos. Los evangélicos simplemente han vestido al individualismo norteamericano de ropas cristianas. Acabaron teniendo nuevos individuos aislados, pero dentro de la vieja sociedad.
–Hal Miller
En el transcurso de los años una gran cantidad de personas me ha preguntado: “ Frank, la iglesia no es importante, ¿ verdad? La vida cristiana no es lo principal; la iglesia es secundaria, ¿no es cierto?.” Mi respuesta a esa pregunta ha sido: “ La iglesia cuenta mucho, porque es muy importante para Dios. Y nunca debería permanecer aislada de la vida cristiana”.
Por consiguiente, detrás de la práctica de la iglesia se esconde un propósito enorme e increíble. Pablo lo llama el “eterno propósito” ( Efesios 3: 11).
LA MISIÓN DE DIOS
A través del libro de Efesios, Pablo ha gastado una buena cantidad de tinta intentando develar el eterno propósito de Dios ante los cristianos de Asia Menor. Toda la carta resulta un imponente despliegue del propósito divino. En ella, Pablo pone las verdades más sublimes en palabras humanas. En Efesios, el propósito último y la pasión que Dios tiene en su corazón desde las edades pasadas son expuestos con toda su riqueza.
Efesios nos enseña que el propósito de Dios va mucho más allá de los alcances de la redención. En la eternidad pasada, Dios el Padre ya estaba en la búsqueda de una esposa y un cuerpo para su Hijo, y de una casa y una familia para el mismo. Esas cuatro imágenes (la esposa, el cuerpo, la casa y la familia) comprenden la gran narrativa de toda la Biblia. Están allí, en el centro de los latidos del corazón de Dios. Son su pasión última, su propósito eterno y su intención rectora. Dicho de otra manera, el propósito eterno de Dios está íntimamente ligado con la iglesia.
En el momento de escribir este libro se hablaba mucho acerca de la Missio Dei (misión de Dios) en los círculos cristianos. Creo que ese puede ser un énfasis saludable. ¿Pero exactamente cuál es la misión de Dios? Sugiero que no es otra que el propósito eterno de Dios.
Desde que soy cristiano he venido haciendo esta simple observación: Nuestro moderno evangelio se centra enteramente en las necesidades humanas. El argumento de ese evangelio tiene que ver con un Dios benevolente cuyo principal propósito es bendecir y sanar a un mundo caído. Por lo tanto, nuestro evangelio está centrado en salvar el espíritu/alma del hombre (evangelización) y en salvar su cuerpo (sanidad de los enfermos, liberación de los cautivos, ayuda a los pobres, apoyo a los oprimidos, cuidado de la tierra y otras cosas). En resumen, el evangelio que comúnmente se predica hoy está “centrado en lo humano”. Se enfoca en las necesidades de la humanidad, sean estas espirituales o físicas.
Sin embargo, hay un propósito en Dios que es para Dios. Ese propósito ya existía en Cristo antes aún de que ocurriera la caída. Suplir las necesidades humanas es un subproducto, un fluido espontáneo, de tal propósito. Pero no el producto primario.
Resulta revelador que Dios no creará a los seres humanos con una necesidad de salvación. Si nos remontamos al proyecto creador de Génesis 1 y 2, descubrimos que el propósito de Dios precedió a la caída. Eso nos debería llevar a una pregunta muy incisiva: ¿Qué habría hecho Dios con los seres humanos si estos nunca hubiesen caído?
A través de todos mis años como cristiano me relacioné con movimientos que se especializaban en la evangelización, con otros que se especializaban en el activismo social, y aún con otros que se especializaban en los dones espirituales. Cada uno de ellos se convirtió en un “fin en sí mismo”. Ninguno se íntegro al propósito último de Dios. De hecho, nunca mencionaban “el propósito eterno”. El resultado fue que esas actividades, aunque buenas y nobles, fracasaron en cuanto a satisfacer el corazón de Dios.
Permítanme explicar el último párrafo dándoles una ilustración. Imaginemos que un contratista general compra 20 acres (ocho hectáreas) de tierra para construir un complejo habitacional. Luego de construir las casas, él desea diseñar un jardín a la entrada del complejo. Esa es su meta. Así que contrata a alguien que plante hermosos árboles. Luego le encarga a otro que instale algunas rocas grandes. Emplea a otro para que coloque hermosas flores. Y aún a alguien más que plante matas y arbustos.
La persona que planta los árboles lo hace al azar, esparcidos por todo el complejo. El que instala las rocas hace lo mismo. También el que colocan las flores. E igual el que planta las matas y arbustos.
Cuando el contratista observa lo que todos esos han hecho, queda muy decepcionado. Su meta era un bello jardín con un diseño. En lugar de eso, el ve que las flores, rocas, árboles, matas y arbustos se hallan desconectados entre sí y desparramados por todo el complejo al azar.
¿Es bueno plantar árboles? Si. ¿Colocar flores es algo positivo? Ciertamente. Pero esas cosas “en ellas mismas” no constituyen la meta del contratista. Lo que él quiere es un jardín panorámico.
Esto describe el reino de Dios hoy. Muchas buenas obras, pero una abrumadora desconexión de todo con la meta última de Dios, que precisamente es de él, por él y para él ( Romanos 11: 36; Colosenses 1: 16- 18; Efesios 1: 5).
CÓMO PERCIBIR EL PUNTO PRINCIPAL
¿Por qué no hemos percibido el gran propósito de Dios en medio de todos nuestros libros, revistas, sitios web, blogs, CDs, DVDs, conferencias y seminarios?
Si conociera la respuesta, sería el doble de sabio de lo que fue Salomón. Pero haré un intento educado por señalarlo. Creo que gran parte de las razones porque los cristianos evangélicos han construido su teología mayormente sobre Romanos y Gálatas. Y muchos cristianos no evangélicos la han construido a partir de los Evangelios ( en particular de los sinópticos: Mateo, Marcos y Lucas). Y para ambos grupos, Efesios y Colosenses han sido apenas notas el pie.
Pero, ¿qué tal si iniciamos con la intención y propósito de Dios en lugar de con las necesidades humanas? ¿Qué tal si tomamos como punto de partida de la actividad eterna de Dios mismo antes de las limitaciones del tiempo físico, en lugar de la tierra después de la caída?
En otras palabras, ¿qué tal si construimos nuestra teología sobre Efesios y Colosenses y permitimos que los otros libros del Nuevo Testamento sigan en la misma línea? ¿Por qué Efesios y Colosenses? Porque Efesios y Colosenses nos proporcionan la perspectiva más clara del evangelio de Pablo, para el cuál Cristo lo había comisionado. Esas dos cartas no comienzan con las necesidades de los seres humanos posteriores a la caída, sino con el propósito intemporal de Dios antes de la creación. Ellas también nos presentan a Cristo en su estado previo a la encarnación.
Afirmo que si lo hiciéramos, los Evangelios y el resto del Nuevo Testamento (sin mencionar todo el Antiguo Testamento) encajarían en un lugar muy diferente para nosotros. Y la centralidad y supremacía de Jesucristo y su contraparte, la iglesia, dominarían nuestra comprensión de todas las cosas, espirituales y físicas.
Contrariamente a la opinión popular, los Evangelios no son el punto de inicio de la fe cristiana. Tampoco el Antiguo Testamento. Ambos nos transmiten la historia del medio. Efesios, Colosenses y el Evangelio de Juan constituyen la introducción y los capítulos iniciales de la historia. Esos escritos nos permiten captar un atisbo del Cristo anterior al tiempo y saber en qué consiste su misión. Su vida terrenal descrita en Mateo, Marcos y Lucas debe ser entendida sobre este telón de fondo.
En este sentido, podemos comparar el evangelio con lo que la mayoría de nosotros hemos experimentado al mirar los episodios IV, V y VI de La guerra de las galaxias primero (que es la forma en que aparecieron en los cines). Pero para entender lo que sucede en esa saga, debemos comenzar en el lugar apropiado, es decir, con los episodios I, II y III.
Digo de nuevo, los seres humanos no llegaron a este mundo con una necesidad de salvación. Salvar almas, alimentar a los pobres y aliviar el sufrimiento de la humanidad no formaban parte de la primera movida de Dios en la eternidad pasada, porque la caída todavía no había tenido lugar.
Por favor, no me entiendan mal. No estoy en contra de ninguna de esas cosas. Por el contrario, las apoyo firmemente. Pero Dios tiene un propósito, un propósito eterno que los hombres tenían que cumplir antes de que el pecado entrara en escena. Y nunca renunció a el. Todo lo demás debe considerarse en relación con este propósito. Como lo dice DeVern Fromke:
Lo que vemos en Efesios es lo que el Padre tenía la intención de realizar en su Hijo, y esto nunca resultó afectado por el pecado, la caída o el tiempo. Era ese propósito, que anteriormente había sido un misterio, lo que el apóstol Pablo estaba ahora revelando. Porque el Padre en sí mismo tenía un maravilloso propósito desde la eternidad, el que, por supuesto, incluía al hombre. La redención no es el fin, sino solo un programa de recuperación. No es sino un paréntesis incorporado dentro del tema principal.
A decir verdad, se requería de otro libro para develar el propósito eterno de Dios de una manera adecuada. (Estoy en proceso de escribir ese libro. Se llama From Eternity to Here: Rediscovering the Ageless Purpose of God [De la eternidad hasta aquí: Redescubrimiento el propósito eterno de Dios]). En este capítulo presentaré brevemente algunos de sus principales elementos.
EL TRAZO DE UN HILO QUE NUNCA HA SIDO CORTADO
Uno de los lugares en los que más fácilmente se descubre el propósito eterno de Dios es en los dos primeros capítulos de la Biblia (Génesis 1 y 2) y en los dos últimos (Apocalipsis 21 y 22). La razón es porque esos cuatro capítulos son los únicos en los escritos sagrados que no han sido tocados por el pecado. Permítame explicarlo.
Génesis 1 y 2 tienen que ver con sucesos previos a la caída. Apocalipsis 21 y 22 tienen que ver con acontecimientos posteriores a que la caída sea borrada. La caída comienza inmediatamente después que termina Génesis 2, y acaba justo antes de Apocalipsis 21. Génesis 3 se inicia con el diablo engañando a Eva. Apocalipsis 20 acaba con el diablo siendo arrojado al lago de fuego.
Debido a su calidad de únicos, Génesis 1 y 2 y Apocalipsis 21 y 22 nos enseñan mucho sobre el propósito eterno de Dios. Los cuatro capítulos están llenos de muchos temas gloriosos que se pueden trazar a lo largo de todo el Antiguo Testamento y del nuevo también. Se extienden como un hilo que no se corta desde Génesis 1, y a través de todo el resto de la Biblia, hasta el clímax de Apocalipsis 22.
Este hecho por sí mismo nos dice que Dios nunca ha renunciado a su propósito eterno. Aún en medio de la caída el Señor seguía trabajando en él.
Un ejercicio que bien vale la pena es identificar todas las cosas en común que aparecen en Génesis 1 y 2 y en Apocalipsis 21 y 22. Nos sorprenderá descubrir todas las que hay. Una vez descubiertas, tracemos cada una a través de toda la Biblia. Hacerlo exhaustivamente podría tomarnos años. Pero nos dará una tremenda perspectiva del propósito último de Dios.
Por amor al tiempo y al espacio, haré una breve lista de las 10 cosas más importantes que aparecen en esos cuatro capítulos. Si las vinculamos unas con otras, lograremos echarle un vistazo con bastante claridad al propósito divino. Son:
- Un Dios corporativo. El Génesis 1: 26, el Señor dice: “ Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza”. Es la Divinidad la que habla. Y no solo habla, sino que planifica. El Dios trino se asesora consigo mismo y concibe un plan eterno. “Hagamos”, dice. Esto es corporatividad divina y comunidad divina: un intercambio de comunión divina. La divinidad está dando a luz su propósito eterno.
- El hombre. Hay un hombre en Génesis 1 y 2, y hay un hombre en Apocalipsis 21 y 22. La Biblia es una historia de dos hombres. Un viejo hombre y un nuevo hombre. Y esos dos hombres han estado en una tremenda batalla desde los albores de la caída hasta ahora.
Adán era el hombre nuevo, pero rápidamente se convirtió en el viejo hombre. Todos los que a partir de allí nacieron de Adán forman parte del linaje del viejo hombre. Jesucristo es la Cabeza del nuevo hombre. Y ese nuevo hombre tiene un cuerpo.
El viejo hombre es el fundador de la religión organizada. La religión organizada se construye sobre rituales y jerarquías humanas. Por contraste, el cristianismo comenzó siendo orgánico. Pero con el paso del tiempo, adoptó la estructura jerárquica del Imperio Romano. Todas nuestras denominaciones han adoptado la misma estructura organizacional. Esa estructura se puede trazar hasta el viejo hombre. Originalmente provino de los babilonios y luego fue pasada a las otras culturas, incluyendo la romana.
El nuevo hombre es un organismo espiritual, no una organización institucional. Es un cuerpo orgánico. Por lo tanto, el eterno propósito de Dios está envuelto en la creación de un hombre nuevo.
- Una humanidad corporativa. Génesis 1: 26-27 dice: “Hagamos al ser humano […] que tenga dominio […] lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó”. “Hagamos [ plural] al hombre […] que tenga dominio […] hombre y mujer los creo [pluralidad]. “Dentro de la Divinidad aparece un propósito enorme, que es corporativo. Y en el centro de ese propósito hay una humanidad creada para vivir y actuar en forma corporativa para Dios y no para sí misma. Así que hay colectividad en Dios y hay colectividad en el hombre. El propósito eterno de Dios es intensamente colectivo.
- Alguien que porta una imagen. Génesis 1: 26 dice: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen”. Dios deseaba que el hombre fuera portador de su imagen sobre la tierra. El Todopoderoso Creador, que es invisible, creó una imagen visible de sí mismo para que la vieran los ángeles, los animales y él mismo. La imagen de Dios se puede trazar a través de toda la Biblia, desde Génesis hasta Apocalipsis.
Notemos que la tarea de portar la imagen de Dios no le fue dada a un individuo. Le fue dada al género humano. Dios deseaba una expresión colectiva de sí mismo en la tierra. Estaba decidido a llevar su imagen a la esfera física. Dicho de otra forma, Dios deseaba tener una comunidad que le correspondiera sobre la tierra y que reflejara la comunidad de la Deidad. Y dado que Dios es corporativo, solo un pueblo podía hacer eso. Según las palabras de Stanley Grentz: “Solo nuestra colectividad, producida por el Espíritu, reflejamos verdaderamente ante toda la creación la tremenda dinámica que reside en el corazón del Dios Trino”
- El dominio. Génesis 1:26, 28 sigue diciendo: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen […] dominen …” Este hombre corporativo de Génesis 1 debía ejercer dominio sobre la creación, incluyendo las cosas que se arrastran (Génesis 3:1ss.; Lucas 10: 9; Apocalipsis 12: 9). Dios deseaba gobernar la tierra a través de una humanidad colectiva. Y ese dominio se extendía hasta el propio enemigo de Dios. (La serpiente se arrastra sobre el suelo).
- Un jardín. En Génesis 2:8 aparece un jardín. El jardín es un punto de contacto entre dos esferas. Un lugar de encuentro. El hombre visible y el Dios invisible caminan juntos en el jardín. Tenemos en el jardín dos esferas que se tocan. Es el lugar en el que el espacio de Dios y el espacio del hombre forman una intersección.
Allí se da una importante principio espiritual: Desde el principio Dios determinó que se produjera un matrimonio entre las dos esferas. Estaba decidido a tener algo sobre la tierra que llevara su imagen y ejerciera su dominio. Y en su tiempo lo tendrá. Habrá una unión de lo espiritual con lo físico… de lo visible con lo invisible… de lo visto con lo no visto… de la divinidad con la humanidad… de Dios con el hombre. Él tuvo este matrimonio en Jesucristo, y lo tendrá en su iglesia.
El jardín también es una barraca de maderas. Contiene los materiales con los que Dios construye. Hay un árbol especial en el jardín, cuyo nombre es el Árbol de la Vida. Y los seres humanos han sido llamados a comer de ese árbol y vivir a través de la vida que comunica desde su interior. También hay un río que fluye en el jardín. Y ese río arrastra materiales para la construcción: oro, perlas (bedelio) y piedras preciosas.
Podemos trazar el jardín, el árbol, el río, el oro, las perlas y las piedras preciosas a través de toda la Biblia, desde el Antiguo Testamento al Nuevo. Todos esos objetos tienen mucho que ver con el propósito eterno de Dios.
Cuando llegamos al final de la Biblia, descubrimos que la casa de Dios está construida con oro, perlas y piedras preciosas. El jardín ha sido transformado en una gloriosa ciudad. Y el árbol y el río reaparecen con un esplendor magnífico.
- Una mujer. También hay una mujer en Génesis 1. Pero está oculta. No hace su aparición hasta Génesis 2. ¿Dónde se oculta la mujer? Está oculta dentro del hombre. En Génesis 2, Dios hace caer en un sueño profundo sobre Adán y saca una mujer de dentro de él.
Consideramos el hecho de que el hombre fue hecho a la imagen de Dios. Por lo tanto, así como había una mujer escondida dentro de Adán, también había una mujer escondida dentro de Dios.
La esposa de Cristo fue elegida en Cristo antes de los tiempos ( Efesios 1: 4-5). Y cuando la plenitud del tiempo llegó, el Hijo de Dios entró en la tierra. Luego de completar su ministerio sobre la tierra, Dios el Padre llevó a su hijo a un profundo sueño sobre un monte llamado Calvario. Entonces, en su resurrección, él liberó a esa mujer en la tierra, y su nombre es ekklesia (Romanos 5: 14; Efesios 5: 23- 33). Esa es la iglesia del Dios viviente, la novia de Cristo. ¡Y la noticia maravillosa es que tú y yo formamos parte de esa mujer!
Podemos trazar el rastro de esa mujer desde Génesis 1 y 2 a través de toda la Biblia. De hecho, el evangelio de Jesucristo comienza con esa mujer. En Juan 3, un profeta llamado Juan el Bautista declara ser “el amigo del novio” ( Juan 3: 29). El propósito eterno de Dios, por lo tanto, tiene algo que ver con un misterio oculto en Dios desde las edades pasadas; y ese misterio es una mujer (Efesios 3: 1-9; 5: 32; Colosenses 1: 26-27). Esta mujer reaparece en Apocalipsis 21 y 22 en su estado glorioso.
- Una tierra. El Génesis 1 encontramos la primera mención del planeta y la tierra. A través de la historia bíblica se ha desarrollado una batalla por el planeta y la tierra. La batalla ha sido entre Dios y su enemigo. La cuestión central de esa lucha es esta: ¿Quién obtendrá el dominio?
Esa batalla se relaciona con el reino de Dios, que es un tema mayor dentro de las Escrituras. El propósito eterno, por lo tanto, tiene mucho que ver con el que Dios gobierne el planeta a través de una humanidad corporativa.
Desafortunadamente, muchos evangélicos han enseñado que cuando Adán y Eva cayeron, Dios decidió desechar a la tierra y redimir solo a un pequeño grupo de personas que iba a sacar de allí para llevárselas al cielo. Pero Dios ama a la tierra y desea redimirla (Salmo 78: 69; Eclesiastés 1:4; Romanos 8: 20ss). Él ha prometido llenar la tierra de su gloria como las aguas cubren el mar ( Isaías 11:9; Habacuc 2:14). Finalmente, Dios traerá el cielo a la tierra (Apocalipsis 22), tal como fue en el jardín del Edén.
En este sentido, uno de los propósitos de la iglesia, posterior a la caída, es continuar el ministerio de Jesús bosquejado en Lucas 4:18, qué consiste en predicar las buenas nuevas del reino a los pobres, sanar a los quebrantados de corazón, pregonar libertad a los cautivos, poner en libertad a los oprimidos y dar vista a los ciegos.
El cuerpo de Cristo no solo ha sido el llamado a formar comunidades locales que sirvan como proyectos pilotos del nuevo cielo y la nueva tierra; también ha sido llamado a ser el agente redentor de Dios para sanar a este mundo caído. La iglesia está llamada a cumplir la promesa hecha a Abraham de que “en él serán bendecidas todas las naciones de la tierra” (Génesis 18: 18; 22:18; Gálatas 3 y 4). En todas estas maneras, la oración del Señor acerca de que la voluntad de Dios sea hecha “en la tierra como en el cielo” adquiere una expresión visible a través de la iglesia.
- La filiación cómo hijos. Existen tres formas en que una persona puede convertirse en un hijo. Una es por creación. Otra es por adopción. Y otra es a través del nacimiento. Adán es llamado hijo de Dios ( Lucas 3: 38). Pero Adán era hijo de Dios por creación. No tenía otro padre más que Dios.
Sin embargo, Dios deseaba que Adán participará de su vida divina a través del Árbol de la Vida, que lo convertiría en un hijo por nacimiento. Adán falló en cuanto a esto. Pero Jesucristo vino a la tierra como el segundo Adán, y todos los que aceptan su invitación hoy se convierten en auténticos hijos de Dios (Juan 1:12; 6:57). Podemos rastrear el tema de la filiación como hijos a través de todo el Antiguo Testamento y el Nuevo. El propósito de Dios es hacer de su Hijo Unigénito el primogénito entre muchos hermanos, y llevar muchos hijos a su gloria (Romanos 8: 28- 29; Hebreos 2:10). En otras palabras, Dios desea una familia.
- La unidad. Finalmente, hay unidad en Génesis 1 y 2. Génesis 2 termina con el hombre y la mujer siendo uno. Podemos rastrear el tema de la unidad a través de todas las Escrituras. Este tema alcanza su clímax en Apocalipsis 21 y 22, cuando la Novia de Cristo se convierte en la esposa de Dios, y los dos se hacen uno.
REUNIÉNDOLO TODO
Todos los elementos mencionados más arriba nos enseñan mucho con respecto al propósito eterno de Dios. Desde el principio Dios deseaba una novia con la que casarse, una casa en la cual habitar, una familia para disfrutar, y un cuerpo visible a través del cual expresarse. Todas esas imágenes- la novia, la casa, la familia y el cuerpo- señalan en dirección a la iglesia del Señor Jesucristo, que es de él, por él y, finalmente, para él (Romanos 11: 36).
La gloria, Señor, no es para nosotros; no es para nosotros sino para tu nombre (Salmo 115: 1).
Cómo lo dice Miroslav Volf: “La iglesia vive a partir de algo y hacia algo que es mayor que la iglesia misma”. Ese algo es Dios y su propósito eterno.
La iglesia, entonces, no solo ha sido llamada a proclamar el evangelio, sino encarnarlo a través de su vida comunitaria. Desafortunadamente, la iglesia en occidente está dominada por fuerzas individualistas y anticomunitarias. Su obsesión con el consumismo, el individualismo y el materialismo le ha impedido cumplir con la intención última de Dios.
En lo que a esto se refiere, Gilbert Bilezikian dice: “Cristo no murió solo para salvarnos de nuestros pecados, sino para reunirnos en una comunidad. Luego de venir a Cristo, nuestro siguiente paso es involucrarnos en una comunidad. Una iglesia que no experimenta la comunidad es una parodia, una farsa”.
Dicho simplemente, la finalidad de la iglesia es representar el propósito eterno de Dios. Está llamada a vivir en la anticipación de Apocalipsis 21 y 22. Por lo tanto, desde el punto de vista del propósito eterno de Dios, la iglesia existe para ser:
- La encarnación y la manifestación de la pasión suprema de Dios.
- La expresión orgánica y la extensión física de la Comunidad Trinitaria.
- La portadora de la imagen corporativa del Señor Jesucristo en la tierra.
- La familia de Dios.
- El edificio divino en el que cada piedra viva está siendo transformada, reformada y adecuada para encajar con otras y formar el templo del Señor.
- El puesto de avanzada colonizador del reino que viene.
- La obra maestra de Dios.
- La “ Betania” espiritual en la que se recibe, obedece y adora a Jesús de Nazaret en medio de un mundo que lo rechaza.
- El vaso en el que el poder de la vida de resurrección de Cristo se exhibe de un modo visible.
- El objeto del afecto y el deleite supremo de Dios.
- El vehículo dispuesto para manifestar la presencia de Cristo.
- La portadora de la antorcha del testimonio de Jesús.
- El “nuevo hombre” ( la nueva especie), la “ tercera raza”.
- La prometida de Jesucristo; su mismo cuerpo, su misma novia.
- La nueva humanidad definida en el Hijo de Dios antes de los tiempos y traída a la existencia por su cruz.
- El hábitat autóctono de los cristianos.
- El medioambiente espiritual en el que tienen lugar los encuentros cara a cara entre la esposa y el esposo.
- El testigo vivo de la plenitud de la jefatura del Hijo de Dios.
- La colonia del cielo que lleva la imagen de su Gobernador.
Resumiendo, siempre que la iglesia se reúne, el principio rector y de funcionamiento es sencillamente encarnar a Cristo (1 Corintios 12:12).
PREGUNTAS QUE DEBEMOS ENCARAR
- ¿Qué consideras lo más sobresaliente de este capítulo? Explica.
- Si te hubieran preguntado con respecto al propósito eterno de Dios y su pasión última (antes de leer este capítulo), ¿qué hubieras dicho? Explica.
- ¿Qué resultados se producirían si los cristianos hicieran un giro, dejando de lado el ocuparse de sus propias necesidades para cumplir con el propósito último de Dios?
- ¿Estás dispuesto a descartar el evangelio enfocado en él hombre que se predica corrientemente hoy y a centrar tu vida en el propósito rector de Dios. Si es así, ¿de qué manera?