Frank de Viola Libro Book cap.3 Iglesia Reconfigurada

Frank de Viola Libro Book cap.3 Iglesia Reconfigurada

RECONFIGURACIÓN DE LA CENA DEL SEÑOR

Capítulo 3

RECONFIGURACIÓN DE LA CENA DEL SEÑOR 

La forma más visible y profunda en que la comunidad  le da expresión física a su comunión es a través de una comida llevada a cabo en conjunto.  La palabradeipnon(1 Corintios 11: 20),  qué significa “ cena” no indica que se tratara de una comida simbólica ( tal cómo llegó a ser después), ni de parte de una comida ( cómo algunas veces se la considera), sino de una comida común y completa. 

                —Robert Banks 

La Cena del Señor en el Nuevo Testamento es una comida. El marco apropiado para este sacramento es una mesa, y  la postura adecuada, según nuestra cultura occidental, es la de sentados.

— I. Howard Marshall

 

Consideremos cómo se lleva acabó la Cena del Señor en nuestras iglesias. (Puede ser que la llamemos la Eucaristía, la Santa Comunión, o el partimiento del pan). Según el transfondo religioso que tengamos, participaremos de la Cena del Señor semanal, mensual, o periódicamente. Entre los cristianos protestantes, la cena por lo general consta de un pequeño vasito de jugo de uva ( o vino) y una oblea o galletita del tamaño de un bocado. 

En este capítulo analizaremos la manera en que los cristianos primitivos llevaban a cabo la Cena del Señor y el significado que tenía para ellos. El hecho de que la cena ocupará un lugar muy especial en la vida de la iglesia primitiva va más allá de toda discusión. Lo refleja el hecho de que la celebraban de una manera regular. La iglesia de Troas la celebraba de forma semanal ( Hechos 20: 7).  La Iglesia de Jerusalén y la iglesia de Corinto participaban de ella regularmente ( Hechos 2: 42; 1 Corintios 11: 20- 21, 33). Y Jesús mismo hizo de no descuidar la cena un punto importante ( Lucas 22: 19- 20). 

La razón por la que la Cena del Señor mantenía un lugar tan significativo en la iglesia primitiva era porque encarnaba las principales características de la vida cristiana. Analicemos algunas de ellas ahora. 

 

EL PAN PARTIDO

La Cena del Señor incluye el partimiento del pan ( Mateo 26: 26; 1 Corintios 10: 16). El pan partido señala hacia la humanidad de Jesús. El hijo glorioso tomó sobre si la forma de un siervo. El Todopoderoso se humilló a sí mismo haciéndose hombre. 

El pan, al ser la más básica y humilde de todas las comidas, apunta hacia la humildad y disponibilidad de nuestro Señor. Al asumir nuestra humanidad, Jesucristo se volvió accesible a todos nosotros, así como el pan está disponible para cada uno, tanto ricos como los pobres. 

El partimiento del pan también nos recuerda la cruz en la que el cuerpo de nuestro Señor fue quebrantado. El pan está hecho de trigo molido. El vino se hace aplastando las uvas. Ambos elementos representan la muerte. 

Sin embargo, el partimiento del pan no solo describe la muerte de Cristo. También proclama su resurrección. Es el grano de trigo que cayó en tierra. Pero ahora vive con el fin de producir muchos granos como él mismo ( Juan 12: 24). Al comer la carne de Cristo y beber su sangre a través de la Cena, recibimos su vida ( Juan 6: 53). Ese es el principio de la resurrección: vida de la muerte. 

La revelación del Cristo resucitado también está ligada con el pan partido. Cuando el Resucitado Señor comió con sus discípulos, fue pan lo que el partido estando entre ellos ( Juan 21: 13). De igual modo, el Cristo resucitado se les apareció a dos personas en el camino a Emaús. Pero sus ojos no lo reconocieron hasta que el partió el pan ( Lucas 24: 30- 32).

El testimonio de la unidad del Cuerpo de Cristo también se encarna en el partimiento del pan. Recordemos que los cristianos primitivos partían un solo pan. Pablo escribe: “Hay  un solo pan del cual todos participamos; por eso, aunque somos muchos, formamos  un solo cuerpo” ( 1 Corintios 10: 17).

EL BANQUETE DEL SEÑOR

Contrariamente a la práctica de hoy, la iglesia primitiva se celebraba la Cena del Señor dentro del contexto de una comida normal. Cuando Jesús instituyó la Cena, se llevó a cabo como parte de la fiesta de Pascua ( Lucas 22: 15- 20). De hecho, la Pascua fue precursora de la Cena del Señor. 

En 1 Corintios 11 se deja en claro que los cristianos primitivos se reunían para participar de la Cena como una comida. Algunos en la iglesia de Corinto no esperaban a que sus hermanos se presentarán en la reunión. Cómo resultado, aquellos qué comían primero se llenaban y los que se presentaban después se quedaban con hambre. Además, los cristianos de Corinto se emborrachaban en la cena ( 1 Corintios 11: 21- 22;  33- 34).  Ahora pensemos en esto: ¿Es posible emborracharse con un dedal de jugo de uva y satisfacer el hambre con una galletita del tamaño de un bocado?

 la palabra que el Nuevo Testamento utiliza para “cena”  significa literalmente una comida, una cena o un banquete.  Y la palabra griega para “mesa” hace referencia a una mesa en la cual se ha dispuesto una comida completa ( Lucas 22: 14; 1 Corintios 10: 21). Para los cristianos del primer siglo, la Cena del Señor era justamente eso:  una cena. Se trataba de un banquete, de una comida preparada en colectivo que incluía pan y vino. Era la mesa de comunión de los santos. Un festival de la familia. Una comida compartida.

A través de ella, los cristianos que tenían un mejor pasar económico mostraban su amor y preocupación por sus hermanos menos afortunados. Eso iba en contra de las normas grecorromanas, en las que las distinciones de clase eran claramente delimitadas durante los banquetes. Pero no era así con los cristianos. En la Cena, los creyentes primitivos mostraban su unión y unidad, ignorando  las diferencias sociales de clase y raza. Quizás sea por eso que la Iglesia primitiva se refería a la Cena como el Ágape, o la “ fiesta de amor” ( 2 Pedro 2: 13; Judas 12). 

Lamentablemente, siglos de tradición eclesiástica han llevado a la versión truncada que hoy tenemos de la Cena,  como un evento que se ha alejado mucho de lo que fue durante el primer siglo. Tal cómo lo hace notar el eminente erudito Edward Schweizer: “Una  práctica que separa el sacramento de la comida hermandad, convierte al primero en un rito extraño, casi pagano, al que le falta totalmente su expresión cómo “ cuerpo”, dentro del contexto de la vida total de los participantes”.

Por consiguiente, el significado comunitario del partimiento del pan mayormente se ha perdido para nosotros. Ya no es la “ Cena del Señor”. Sería mejor llamar a la versión de hoy “ una muestra del Salvador”, “ un pedacito del Nazareno”,  o el “aperitivo del Señor”. Perdonen el humor,  pero ¿podemos realmente llamarle cena a un trocito de galleta y un vasito minúsculo de jugo de uva? 

UNA COMIDA DE PACTO

Las memorias compartidas son en gran parte lo que consolida a un pueblo. Al compartir un conjunto de memorias, los grupos de personas obtienen un sentido de identidad y pertenencia.  Una de las vías a través de las cuales un grupo vuelve a recordar sus memorias en común es por medio de una comida compartida. El día de Acción de Gracias que festejan los estadounidenses constituye un ejemplo. También las reuniones familiares, los aniversarios y los cumpleaños. Todas esas ocasiones van acompañadas de una comida compartida. 

En el Antiguo Testamento, la comida de la Pascua se instituyó como una forma de que el pueblo de Dios repasara la memoria compartida de la liberación que había operado Dios en su fidelidad. La comida de la Pascua les daba un sentido de identidad y pertenencia. Pero producía algo más que eso: consolidaba la unión de sus vidas. 

Consideren que entre los antiguos judíos una comida que se veía como un acto sagrado que unía a quesos que lo compartían el comer establecía la sosa grados entre las personas que participaban.

La Pascua también era una comida de pacto. Un pacto es un acuerdo vinculante entre dos partes. A través de todo el Antiguo Testamento, cuando dos personas se establecen un pacto, este pacto era sellado compartiendo una comida.

Por ejemplo, después que Dios le dio a Moisés las palabras de la Ley, se hicieron ofrendas y Moisés roció sangre sobre el pueblo, diciendo: “Esta es la sangre del pacto que, con base en estas palabras, el SEÑOR ha hecho con ustedes” ( Éxodo 24: 8). Entonces Moisés y los setenta ancianos ascendieron a una montaña y vieron a Dios. Y ellos comieron y bebieron en su presencia ( Éxodo 24: 9- 11, RVR1960).

Cuando Jesús celebró la Pascua, que fue la primera Cena del Señor, les ofreció la copa de vino a sus discípulos con estas palabras: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre” (Lucas 22: 20). A través de esa acción, el Señor quería señalar este hecho: la Cena era una comida de pacto en la que sus discípulos rememoraban los recuerdos que tenían en común, mientras compartían y celebraban su nueva identidad en él Mesías.

Hoy, cuando celebramos la Cena del Señor como una comida, estamos recordando el pacto que tenemos con Dios en Cristo. Participamos de la memoria compartida de lo que Jesús ha hecho por nosotros. Y proclamamos nuestra nueva identidad en él.

El bautismo en agua es, según las Escrituras, la manera de  iniciarnos  en la fe cristiana. Pero la Cena del Señor constituye una  reafirmación de nuestra entrega inicial a Cristo. A través de ella reafirmamos nuestra fe en Jesús y nuestra identidad en él cómo parte de la nueva creación.

LA FIESTA DE BODAS QUE VENDRÁ

La Cena también señala hacia la futura y venida de Cristo en gloria. Al final de las edades, el Novio celestial presidirá una opípara fiesta de bodas y cenará con su amada novia en el reino de su Padre ( Mateo 26: 29).La Cena del Señor, por lo tanto, tiene matices escatologicos. Es una fiesta de los últimos días.  Una figura del banquete mesiánico que tendrá lugar durante la futura venida de Cristo ( Mateo 22: 1- 4; 26: 29; Lucas 12: 35-38; 15: 22- 32; Apocalipsis 19: 9). 

En relación con esto, tengamos en cuenta que la Cena del Señor nunca tuvo la intención de ser un recordatorio morboso de los sufrimientos de Cristo. Tampoco una ocasión sombría en la que los cristianos se lamentarán de sus pecados. En lugar de eso, la cena constituye un recordatorio alegre de quién es Jesucristo y de lo que él ha hecho. Es tanto un recordatorio como una proclamación de su gloriosa victoria en el Calvario, que se consumará con su futura venida.

Por lo tanto, la Cena del Señor es una celebración. Un banquete gozoso cuyas marcas son la partición y la acción de gracias ( Lucas 22: 17; Hechos 2: 46; 1 Corintios 10: 16). Es un anticipo de la fiesta de bodas por venir. Más específicamente, la Cena del Señor constituye el pedido visible de la novia a su Novio de que regrese por ella. 

LA CENA TRASCIENDE EL TIEMPO

La Cena del Señor tiene implicaciones pasadas, presentes y futuras. Es una nueva proclamación de la muerte expiatoria del Señor por nosotros en el pasado. Es una declaración de su permanente y perdurable cercanía con nosotros en el presente. Y es una reafirmación de nuestra esperanza de gloria: su venida en el futuro

Dicho de otra manera, la Cena del Señor constituye un testimonio vivo  de  las tres virtudes principales: fe, esperanza y amor. A través de la Cena, nos volvemos a cimentar en esa gloriosa salvación qué es nuestra por la fe. Volvemos a expresar nuestro amor  por los hermanos al reflexionar en que somos un cuerpo.  Y nos regocijamos en la esperanza  de que nuestro Señor regresará pronto. Al seguir llevando a cabo la Cena, nosotros “ proclamamos [ presente] la muerte del Señor [  pasado] hasta que Él venga [ futuro] ( 1 Corintios 11: 26).

Los católicos han hecho de la Cena del Señor algo literal y expiatorio. Cada vez que reciben la Eucaristía, creen que el sacrificio de Jesús se vuelve a presentar en favor de nuestros pecados. Los protestantes han reaccionado ante esa perspectiva al hacer de la Cena algo meramente simbólico y conmemorativo. 

Pero la Cena del Señor no es ni un sacrificio literal, ni un ritual vacío.

La Cena del Señor es una realidad espiritual. A través de la Cena, el Espíritu Santo revela al Cristo vivo en nuestros corazones de un modo nuevo y fresco. A través de ella, reafirmamos nuestra fe en Jesús y nuestra membresía con respecto a su cuerpo. A través de la Cena, comemos con Cristo y su pueblo. 

UNA SOMBRA DEL TRINO DIOS

Como con todos los aspectos de la vida de una iglesia orgánica, la cena fue anticipada y experimentada previamente por la Comunidad Trinitaria. Una cuidadosa lectura de las Escrituras nos mostrará que Dios el Padre es comida para Dios el Hijo (Mateo 4: 4; Juan 4: 31ss; 6: 27, 57, y otros). También es bebida ( Juan 4: 10; 6: 53; 1 Corintios 10: 4; 12: 13; Apocalipsis 22: 17).

A través de toda la eternidad, el Padre y el Hijo han coparticipado  de la vida divina que comparten. El Padre es la porción del Hijo, y el Hijo es la porción del Padre. En la Divinidad, cada miembro coparticipa en la vida divina que fluye entre ellos. 

No sorprende entonces que la imagen que la Biblia nos transmite en cuanto a esta coparticipación sea la de la comida y la bebida. A través de la Cena del Señor representamos esa divina participación qué se da en el Dios trino y la hacemos visible sobre la tierra. Según el teólogo Stanley Grenz, nosotros somos “ copartícipes de la comunión del Dios trino”. La Cena, por lo tanto, está arraigada en una actividad eterna del mismo Dios. Y es una manera en que nosotros participamos de esa actividad y la reflejamos. 

Estas son apenas unas pocas preciosas verdades que se relacionan con la Cena del Señor. Y nos ayudan a explicar por qué los cristianos primitivos hicieron de ella una parte importante de sus encuentros. Baste decir que el Señor Jesucristo mismo instituyó la Cena ( Mateo 26: 26). Y sus apóstoles nos la pasaron a nosotros ( 1 Corintios 11: 2). 

UN EJEMPLO TOMADO DEL DÍA DE HOY

Desde 1988 he estado en cantidad de reuniones en las que se ha participado de la Cena del Señor “ al estilo del primer siglo”. Algunas de ellas fueron más bien simples. En esencia, se trató de comidas compartidas en las que cada uno trajo algo, incluyendo pan sin levadura y jugo de uva o vino. Aquellos que no tenían posibilidad de traer comida ayudaron a cocinarla. La comida generalmente se iniciaba con alguien que decía algunas palabras sobre el cuerpo del Señor Jesús. Luego el pan sin levadura se partía y se pasaba a todos. Entonces se daba comienzo a la comida.

Todos compartíamos la comida mientras comulgábamos con Cristo y hablábamos de sus riquezas. Hacia el fin de la cena, alguien levantaba un vaso de vino ( o de jugo de uva) y decía algunas palabras sobre la sangre de nuestro Señor. Si se trataba de vino, se pasaba el vaso alrededor de la mesa y cada uno tomaba un sorbo. Si era jugo de uva, se vertía el jugo en los vasos de cada uno. A veces hacíamos un brindis y bebíamos todos al mismo tiempo. 

He estado en otras reuniones para celebrar la Cena del Señor que fueron mucho más elaboradas. se dedicaban varios meses a planearlas. En esas reuniones cada uno se vestía con ropa formal. La iglesia proporcionaba un hermoso banquete, a menudo en un salón de fiestas alquilado. La mesa se cubría con mantelería blanca. La comida se preparaba con anticipación y se colocaba sobre la mesa antes de que la mayoría de los hermanos de la iglesia llegarán. Tengo una memoria muy vívida de una de esas reuniones. 

Ese encuentro en particular se inició mientras todos estaban parados junto a sus asientos, cantando alabanzas a Dios. Luego, dos personas, a las que se había seleccionado previamente, compartieron algunos pensamientos sobre el significado del pan, mientras el resto de la iglesia tomaba asiento. Después de eso, se partió el pan. Se pasó alrededor de la mesa, y comenzó la comida. 

Mientras empezaban a comer, uno por uno, hombres y mujeres, se pusieron de pie y compartieron algo  acerca del Señor Jesucristo. Una mujer joven se puso de pie y habló sobre la forma en que la sangre de Cristo había limpiado su conciencia. Toda su culpa había desaparecido. un hombre se paró y compartió un poema cerca del pan partido. Otro caballero, que había traído su guitarra, cantó una canción acerca del cuerpo quebrantado y la sangre preciosa. Después de él, una hermana en Cristo se puso de pie y habló sobre recordar la muerte del Señor.

Entonces alguien inició una canción que hablaba de la comida y bebida qué eternamente se había estado llevando a cabo dentro del Dios trino desde antes que el tiempo fuese. Y todos se añadieron al canto. No fueron pocas las ocasiones en que la gente lagrimeo. Otros se regocijaban. A veces aplaudimos mientras alabamos al Señor juntos. Durante todo ese tiempo la iglesia estuvo disfrutando de una comida espléndida y copiosa. Luego de varias horas de comer, beber  y compartir de esta manera, dos personas se pusieron de pie y hablaron sobre la copa. La comida concluyó con la gente bebiendo la copa y adorando al Señor Jesús. 

 

 

PREGUNTAS QUE DEBEMOS ENCARAR

·¿Las enseñanzas y ejemplos del Nuevo Testamento deberían darle forma a la manera en qué celebramos la Cena del Señor hoy? Si se considera que no, ¿ qué es lo que debería darle forma a nuestra celebración de la Cena? 

·¿Nos hemos sentido conmovidos de alguna manera por la descripción de los elementos centrales de la comunión que se llevaba a cabo durante la Cena? ¿Alguna vez hemos experimentado alguno de estos elementos mientras participabamos de la Cena del Señor? Explica.

·¿No violentamos la coparticipación del Dios trino que la Cena intenta describir cuando eliminamos de ella la comida y la convertimos en un ritual sombrío? Explica.

·¿Tenemos en realidad el derecho, desde el punto de vista espiritual y bíblico, a cambiar la forma de celebrar la Cena del Señor que Jesús y los apóstoles originalmente nos transmitieron? Explica.