El nuevo pacto 1952 PDF cap.2 Watchman Nee Audiolibro Book

El nuevo pacto 1952 PDF capitulo 2 Watchman Nee Audiolibro Book

EL PACTO DE DIOS

CAPÍTULO DOS

EL PACTO DE DIOS

En las palabras de gracia que Dios nos da se incluyen tres cosas: las promesas de Dios, los hechos de Dios y el pacto de Dios. En el primer capítulo nos referimos a las promesas de Dios y a los hechos de Dios. Ahora abarcaremos el pacto de Dios. Todos aquellos que han sido instruidos por la gracia alabarán a Dios y dirán: “¡Qué grandioso y precioso es que Dios haga un pacto con el hombre!”.

Las promesas de Dios son algo precioso. Cuando ustedes se sientan enfermos, tengan dolor o problemas, las promesas de Dios llegan a ser como arroyos de agua en tierra de sequedad. Las promesas de Dios también son como la sombra de gran peñasco en tierra árida (Is. 32:2).

Hay algo que es más fácil de obtener que las promesas de Dios, que son los hechos que Dios ha cumplido. Dios no solamente otorga Sus promesas, las cuales Él pronto cumplirá; sino que también nos ofrece los hechos que Él mismo ya ha cumplido. Él realmente ha puesto el tesoro en vasos de barro para manifestar que la excelencia del poder es de Dios y no de nosotros (2 Co. 4:7).

Además, Dios nos otorga no sólo Sus promesas y los hechos que Él ha cumplido en Cristo; sino que también estableció un pacto con nosotros. El pacto de Dios es aún más glorioso que Sus promesas o Sus hechos. Dios ha hecho un pacto con el hombre. Esto significa que Él condescendió para ser atado y limitado por el pacto. La razón por la que Dios está dispuesto a perder Su libertad mediante el pacto, es para que podamos obtener lo que Él se propuso que obtuviésemos. El Dios Altísimo, el Creador de los cielos y la tierra condescendió a tal grado que hizo un pacto con el hombre. ¡Oh, qué gracia sin igual! Ante tal Dios que es tan lleno de gracia, sólo podemos inclinarnos y adorar.

EL SIGNIFICADO DE UN PACTO

¿Cuál es el significado de un pacto? Un pacto habla de la fidelidad y de la ley. Al hacer un pacto, no podemos considerar ni la preferencia ni la gracia. Un pacto se debe realizar estrictamente en conformidad con la fidelidad, la justicia y la ley. Si nosotros hacemos un pacto con alguien y describimos claramente por escrito cómo lo llevaremos a cabo, mas no cumplimos con ese pacto, eso significa que retractamos nuestras palabras y llegamos a ser infieles, injustos y deshonestos. Nuestro nivel moral inmediatamente decae. Por otra parte, quebrantar un pacto es, por lo general, algo castigado por la ley.

Vemos a partir de esto que Dios, al haber hecho un pacto con el hombre, se ha colocado en una posición restringida. Al principio, Dios podía tratar con el hombre como a Él le pareciera. Él podía tratar con el hombre según Su gracia o podría tratarlo de otra manera. Él podría salvarlo o podría escoger no salvarlo. Si Dios no hubiera hecho un pacto con el hombre, Él hubiera podido actuar como le pareciera; tendría toda la libertad de hacerlo. Si a Él le pareciera bien hacer algo, lo podría hacer; si no, no tendría que hacerlo. Pero una vez que Dios hizo un pacto con el hombre, Él está atado al pacto. Él tiene que realizar lo que ha dejado claramente estipulado por escrito.

Sabemos que lo que está involucrado en un pacto es sólo la fidelidad y no la gracia. Pero si consideramos que Dios estuvo dispuesto a atarse al hacer un pacto con el hombre, el pacto viene a ser la expresión más alta de la gracia de Dios. Dios actuó con tal condescendencia que parecía estar al mismo nivel que el hombre. ¡Dios mismo se sujetó a un pacto! Después que hizo el pacto, Él tuvo que ser limitado por el pacto. No importa si le guste o no, Él debe hacerlo; Él no puede actuar contrario al pacto que Él mismo estableció. ¡Oh, qué grandioso es que Dios haga un pacto con el hombre! ¡Qué acto más noble!

¿POR QUÉ HARÍA DIOS UN PACTO CON EL HOMBRE?

¿Por qué haría Dios un pacto con el hombre? Para entender esto debemos comenzar remontándonos a la primera vez que Dios hizo un pacto con el hombre. Estrictamente hablando, en el Antiguo Testamento el primer caso ocurrió durante la época de Noé. Antes de eso, Dios no había hecho ningún pacto con el hombre; Su primer pacto con el hombre fue con Noé.

Dios le muestra Su intención al hombre por medio del pacto

En el pacto que Dios hizo con Noé vemos que una de las cosas más difíciles para Dios es hacer que el hombre entienda Su intención. En los tiempos de Noé, el linaje humano había pecado a lo sumo. Por tanto, Dios se propuso destruir al hombre con el diluvio. Pero antes de hacerlo, Dios se acordó no sólo de la familia de Noé, sino también de muchas criaturas; Él quería preservar sus vidas. Así pues, Dios hizo un pacto con Noé y le dijo: “Estableceré Mi pacto contigo; y entrarás en el arca tú, y contigo tus hijos, tu mujer y las mujeres de tus hijos. Y de todo ser vivo, de toda carne, dos de cada especie meterás en el arca para conservarles la vida contigo; macho y hembra serán. De las aves según su especie, y de los ganados según su especie, de todo lo que arrastra por la tierra según su especie, dos de cada especie vendrán a ti para que les sea conservada la vida. Y por tu parte, toma de todo alimento que se come y almacénalo contigo; y servirá de sustento para ti y para ellos” (Gn. 6:18-21). Dios deseaba conservar su vida e incluso consideró que tenían que comer. Este pacto muestra el corazón afectuoso y tierno que tenía Dios hacia el hombre.

Entonces vino el diluvio. Todas las criaturas de carne y sangre sobre la tierra —las aves, el ganado, las bestias, los reptiles y todo el linaje humano— murieron. Únicamente la familia de Noé y las criaturas que entraron en el arca fueron preservadas. De esta manera Dios cumplió con Su pacto.

Los ocho miembros de la familia de Noé estuvieron encerrados dentro del arca un año. Durante ese tiempo, no vieron ni oyeron nada más que el oleaje de las aguas. Finalmente cuando el diluvio cesó, toda la familia salió del arca. Sin embargo, aún estaban atemorizados. No estaban seguros de si Dios destruiría el linaje humano con un diluvio nuevamente. No sabían con certeza si se encontrarían con el terrible desastre otra vez. Aunque fueron salvos, aún sentían temor en sus corazones. Sabemos que el juicio que Dios ejecutó sobre el linaje humano al mandar el diluvio no era algo que deseaba. Génesis 6:5-6 dice: “Vio Jehová que era mucha la maldad del hombre en la tierra, y que toda imaginación de los pensamientos de su corazón era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió Jehová de haber hecho al hombre en la tierra, y le dolió en Su corazón”. Aquí podemos ver cual era verdaderamente el corazón de Dios. No hay duda que el diluvio dejó una impresión terrible en el hombre. El deseo de Dios era cambiar esta impresión y mostrarle al hombre Su verdadera intención para con él. Dios no quería destruir el linaje humano, Él quería consolarlos. Él quería que ellos conocieran la intención de Su corazón. Por tanto, Él especialmente les dio evidencia de Su intención, y vino para hacer un pacto con ellos.

“Entonces habló Dios a Noé y a sus hijos con él, diciendo: He aquí que Yo establezco Mi pacto con vosotros y con vuestra simiente después de vosotros, y con todo animal viviente que está con vosotros: las aves, los ganados y todos los animales de la tierra que están con vosotros, todos los que salieron del arca, todos los animales de la tierra. Yo establezco Mi pacto con vosotros: Nunca más volverá a ser aniquilada toda carne por las aguas del diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra. Y dijo Dios: Ésta es la señal del pacto que hago por generaciones perpetuas entre Yo y vosotros y todo animal viviente que está con vosotros: Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre Yo y la tierra. Y cuando haga venir nubes sobre la tierra, y aparezca el arco en las nubes, me acordaré del pacto Mío, que hay entre Yo y vosotros y todo animal viviente de toda carne; y jamás se convertirán las aguas en diluvio para destruir toda carne. Estará el arco en las nubes, y lo miraré para acordarme del pacto perpetuo entre Dios y todo animal viviente de toda carne que hay sobre la tierra. Entonces Dios dijo a Noé: Ésta es la señal del pacto que he establecido entre Yo y toda carne que está sobre la tierra” (Gn. 9:8-17).

En este pacto Dios dijo repetidas veces que nunca habría otro diluvio. Para asegurarle a la familia de Noé que ya no tenía nada que temer, se le dio este pacto a fin de que pudiera asirse de las palabras del pacto y hallar reposo en ellas.

Aquí vemos el propósito del pacto: Dios tiene una buena intención para con el hombre, pero dado que el hombre no pudo entender ni ver dicha intención, Dios estableció un pacto con él a fin de darle una evidencia a la cual aferrarse. Dios le dio un pacto al hombre para mostrarle claramente cuál era Su verdadera intención. Parecía que Dios les abría Su corazón para que el hombre viera cual era verdaderamente el corazón de Dios. ¡Oh, el Dios Altísimo, el Creador de los cielos y la tierra, Él cuidó y consideró al hombre a tal grado! ¿No deberían hasta las piedras conmoverse por esto?

Por medio del pacto Dios agranda la medida de fe que tiene el hombre

Ahora abordemos el tema relacionado al pacto que Dios hizo con Abraham. Abraham manifestó su amor, su celo, su valor y su pureza al salvar a su sobrino Lot y al rechazar la oferta del rey de Sodoma (Gn. 14:14-23). Entonces, después de estas cosas, Dios vino a hablar con Abraham y le dijo: “No temas, Abram; Yo soy tu escudo y tu galardón sobremanera grande” (15:1). Este versículo nos muestra que en ese momento Abraham, por una parte, estaba ansioso, temiendo que regresaran los cuatro reyes y, por otra parte, sentía dolor porque Lot se había ido, y porque no tenía hijos. Fue en ese entonces que Dios vino a él para fortalecerle y consolarle. Pero si consideramos la respuesta de Abraham podemos ver que la promesa que Dios le había hecho no lo satisfizo completamente. Él le preguntó al Señor: “¿Qué me darás, puesto que estoy sin hijos, y el heredero de mi casa es Eliezer de Damasco?” (v. 2). Esto nos muestra que él aún no había conocido ni había visto cuanta gracia había en la promesa de Dios. Su actitud era muy negativa. Él tenía sus propias ideas y también sus propios planes. ¿Entonces, qué hizo Dios? Dios le dijo: “Tu heredero no será éste, sino el que saldrá de tu propio cuerpo, él será tu heredero. Entonces Él lo llevó fuera y le dijo: Mira ahora los cielos y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu simiente” (vs. 4-5). ¿Qué es esto que Dios le dijo aquí a Abraham? Fue una promesa, no un hecho. ¿Y que le sucedió a Abraham? Ahora él pudo creer en la promesa de Dios; por tanto, Él se lo contó por justicia (v. 6). Puesto que Abraham creyó en la promesa de Dios, él llegó a ser el padre de la fe.

Después de que Abraham creyó en la primera promesa que Dios le hizo, vino la segunda: “Le dijo: Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos para darte a heredar esta tierra” (v. 7). ¿Creyó Abraham en esta promesa? No; su medida de fe era demasiado escasa. Él dudó y dijo: “Oh Señor Jehová, ¿en qué conoceré que la he de heredar?” (v. 8). Puesto que la promesa era demasiado grande, Abraham no podía creer en ella. Así que, le pidió a Dios que le diera alguna evidencia a la cual podría aferrarse.

¿Cómo resolvió Dios la incredulidad de Abraham? ¿Qué fue lo que hizo? Dios hizo un pacto con Abraham (v. 18). Por tanto, el establecimiento de un pacto completa lo que le falta a una promesa. Un pacto es la mejor manera de tratar con la incredulidad; pues hace que aumente la medida de fe que el hombre tiene. Quizás Abraham no creyera en la promesa de Dios, pero Dios no podía cambiar lo que había prometido. Puesto que Abraham no podía creer en ello, Dios hizo un pacto con él, a fin de que no tuviera más alternativa que creer.

Dios le dijo a Abraham: “Tráeme una novilla de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un palomino. Le trajo todos éstos, y los partió por la mitad y puso cada mitad enfrente de la otra; mas no partió las aves […] Cuando se puso el sol y hubo oscuridad, aparecieron un horno humeante y una antorcha de fuego que pasaron por entre los animales divididos” (vs. 9, 10, 17). ¿Qué significa esto? Esto significa que Dios hizo un pacto con Abraham. Significa que el pacto que él hizo vino a ser algo que pasó a través de las partes internas más profundas, y por medio de la sangre. Los cuerpos de las ovejas y de los bueyes fueron partidos por la mitad, la sangre fue derramada, y Dios pasó por las mitades de los bueyes y de las ovejas. Esto nos muestra que el pacto que Él hizo nunca sería alterado o anulado.

Dios sabía que la fe de Abraham era limitada. Dios sabía que Él tenía que agrandar la medida de su fe. Por tanto, Él hizo un pacto con Abraham. Dios no sólo le prometió a Abraham que iba a hacer algo, sino que incluso hizo un pacto con él para mostrarle que lo haría. Así que, Abraham no podía hacer otra cosa sino creer, porque si Dios, después de hacer un pacto con el hombre, no actuara según el pacto, sería infiel, injusto y contrario a la ley. Por medio del fortalecimiento de ese pacto, naturalmente la medida de fe que tenía Abraham fue agrandada.

Por medio del pacto Dios le da una garantía al hombre

Ahora veamos la historia del pacto que Dios hizo con David. Tanto en 2 Samuel 7:4-16 como en Salmos 89:19-37 se habla de lo mismo. Sin embargo, en 2 Samuel 7 no se nos dice claramente cómo fue que Dios hizo un pacto con David, pero en el salmo 89 podemos ver que cuando el Señor envió al profeta Natán a David, lo que éste dijo a David era en realidad un pacto. El salmo 89 y 2 Samuel 7 hablan de lo mismo, y no de dos cosas diferentes. En ambos pasajes Dios le dio Su palabra a David y a sus descendientes como una garantía. A Él le gusta que el hombre tome Su palabra y que le pida que la cumpla, le complace que el hombre haga esto. Dios le dio un pacto al hombre como una garantía esperando que el hombre le pidiese que la cumpla.

Dios le habló a David de una manera muy clara: “Si dejaran sus hijos Mi ley / y no anduvieran en Mis juicios, / si profanaran Mis estatutos / y no guardaran Mis mandamientos, / entonces castigaré con vara su rebelión / y con azotes sus maldades. / Pero no quitaré de él Mi misericordia / ni faltaré a Mi fidelidad. / No olvidaré Mi pacto / ni mudaré lo que ha salido de Mis labios. / Una vez he jurado por Mi santidad / y no mentiré a David. / Su descendencia será para siempre / y su trono como el sol delante de Mí” (Sal. 89:30-36). Esto nos indica la manera en que Dios hizo un pacto con David. Si los descendientes de David dejasen los mandamientos de Dios, Dios los disciplinaría con vara y azotes. Pero Dios nunca se olvidaría del pacto que hizo con David.

El salmo 89 fue escrito cuando los judíos habían perdido su país y fueron llevados cautivos a Babilonia. En ese entonces parecía que Dios se había olvidado del pacto que había hecho con David. Cuando el salmista vio la situación, como habían perdido el país, le dijo a Dios: “Mas Tú desechaste y menospreciaste a tu ungido, / y te has airado con él. / Rompiste el pacto de tu siervo; / has profanado su corona hasta la tierra” (vs. 38-39). Aquí él le recordaba a Dios del pacto que había hecho con Su siervo. Entonces, inmediatamente, por medio de aferrarse al pacto, le pregunta a Dios: “Señor, ¿dónde están Tus antiguas misericordias, / que juraste a David según Tu fidelidad?” (v. 49). Necesitamos prestar atención a lo que dijo el salmista aquí. Él oró asiéndose del pacto. El Espíritu Santo permitió específicamente que se narrara tal oración, en la cual un hombre le pregunta a Dios. Con esto vemos cuánto le agrada a Dios que el hombre ore asiéndose de la garantía que Él mismo le ha dado al hombre, esto es, el pacto. Esto hace que Dios sea glorificado. A Dios le complace que el hombre exija que Él cumpla lo que Él ha prometido en el pacto.

LA APLICACIÓN DEL PACTO

Si Dios no cumple el pacto que ha hecho con el hombre sería infiel e injusto. Sabemos que la razón por la que Dios hace un pacto con el hombre es para que éste pueda tener la valentía de inquirir de Él y exigirle cumplir con lo que ha prometido en el pacto según la justicia. Dios está atado por el pacto y debe actuar según la justicia. Así que, aquellos que saben lo que es un pacto también saben orar; incluso pueden orar con osadía, como veremos en los siguientes ejemplos:

(1) En Salmos 143:1 dice: “Jehová, oye mi oración, / escucha mis ruegos. / ¡Respóndeme por Tu verdad, por Tu justicia!”. Aquí David no le pidió a Dios que le respondiera según Su misericordia, benignidad o gracia, sino según Su verdad y justicia. Él no estaba rogando de una manera lastimosa, sino que le estaba pidiendo a Dios osadamente que le respondiera. Él sabía lo que era un pacto y, al asirse del pacto, sabía cómo pedirle a Dios una respuesta.

(2) Salomón, cuando acabó de edificar el templo, dijo: “Bendito sea Jehová, Dios de Israel, quien con Su mano ha cumplido lo que prometió con Su boca a David mi padre…” (2 Cr. 6:4; cfr. 2 S. 7:12-13). Entonces se arrodilló delante de la congregación de Israel, levantó sus manos hacia los cielos y dijo: “Jehová, Dios de Israel, no hay dios semejante a Ti en el cielo ni en la tierra, que guardas el pacto y tienes misericordia con Tus siervos que caminan delante de Ti de todo su corazón […] Ahora, pues, Jehová, Dios de Israel, cumple a Tu siervo David, mi padre, lo que le has prometido, diciendo […] Ahora, pues, Jehová, Dios de Israel, cúmplase la promesa que hiciste a Tu siervo David” (2 Cr. 6:14, 16-17). Salomón conocía el pacto que Dios había hecho con su padre, David. Sabiendo que algunas partes se habían cumplido y que otras necesitaban ser cumplidas, le pidió a Dios que debido a Su pacto cumpliera con lo que Él había prometido. Así que, él oró e inquirió de Dios asiéndose de la garantía que Dios mismo había dado, a saber, al pacto.

(3) Hemos visto que el salmo 89 fue escrito después que los israelitas fueron capturados y llevados a Babilonia. En aquel entonces, por así decirlo, parecía que todo se había acabado. Parecía que la promesa de Dios se había anulado y que Dios había abandonado el pacto que había hecho con David. Por tanto, parece que el salmista se lo estaba recordando a Dios, al decirle: “Señor, ¿dónde están Tus antiguas misericordias, / que juraste a David según Tu fidelidad?” (v. 49). Esto era orar por medio del pacto; esto era orar asiéndose de la garantía que Dios había dado por medio del pacto.

¿CÓMO PODEMOS CONOCER EL PACTO DE DIOS?

¿Cómo podemos realmente conocer y entender el pacto de Dios? Salmos 25:14 nos dice: “La comunión íntima [el secreto, lit.] de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer Su pacto”. Sabemos que a menos que Dios revele Su pacto a una persona, ésta no podrá conocer en qué consiste ese pacto. Puede ser que escuche a otros hablar del pacto de Dios, o que conozca un poco acerca del pacto; pero si Dios no se lo revela, estará carente de poder y no podrá asirse a la palabra de Dios. Por tanto, Dios debe primero revelárnoslo en nuestro espíritu.

¿Qué clase de persona puede recibir revelación de parte de Dios? Sólo aquellos que temen a Dios. El Señor les revela Su secreto únicamente a los que le temen, y hace conocer Su pacto a los que le temen. ¿Qué significa temerle? Temerle significa magnificarle, exaltarle. Una persona que le teme a Dios es una que busca la voluntad de Dios de todo corazón con la intención de someterse al camino de Dios por completo. Es a esta clase de persona a quien Dios le revelará Su secreto y dará a conocer Su pacto. Aquellos que son perezosos, descuidados, impuros, orgullosos y satisfechos consigo mismos nunca pueden esperar que Dios les revele Su secreto. Tampoco pueden esperar que Dios les haga conocer Su pacto. El Señor revela Su secreto y Su pacto sólo a los que le temen. Éste es el testimonio de los que temen a Dios. Por tanto, si realmente deseamos conocer el pacto de Dios, necesitamos aprender a temer a Dios.