El Evangelio de Dios | Watchman Nee | 11 de 26 | LA MANERA DE SER SALVO LA FE VERSUS EL ARREPENTIMIENTO

El Evangelio de Dios | Watchman nee

LA MANERA DE SER SALVO LA FE VERSUS EL ARREPENTIMIENTO

CAPÍTULO ONCE

LA MANERA DE SER SALVO LA FE VERSUS EL ARREPENTIMIENTO

En los últimos dos mensajes hemos visto que el camino de la salvación por parte del hombre se toma por medio de la fe, en vez de la ley o las obras. Hemos visto que uno es salvo solamente por fe. No es por fe con la ley, ni es por fe con obras (Ef. 2:8-9). Sin embargo, además de la ley y las obras, el hombre todavía trata de utilizar otros medios para obtener la salvación de Dios. Aunque no podemos abarcar esas maneras en detalle, esperamos poder enumerarlas a todas en los dos mensajes siguientes. Además de la ley y las obras, a menudo el arrepentimiento también es considerado por el hombre como una condición muy importante. El hombre piensa que si él no se arrepiente, no será salvo. Aquellos que están familiarizados con la Biblia probablemente no se atreven a decir que el arrepentimiento es la única condición para la salvación, no obstante dicen que un hombre es salvo por fe con arrepentimiento, o al arrepentirse y creer. Admito que el tema del arrepentimiento no es fácil de entender en el Nuevo Testamento. Pero si alguien considera la Palabra de Dios, comprenderá el verdadero significado del arrepentimiento y se dará cuenta rápidamente si el arrepentimiento es una condición para obtener la salvación.

EN LA BIBLIA LOS TRES LIBROS CON RESPECTO A LA SALVACIÓN NO ENUMERAN EL ARREPENTIMIENTO COMO LA CONDICIÓN PARA LA SALVACIÓN

Antes de hablar con respecto al significado del arrepentimiento en la Biblia, y su relación con la fe y la salvación, primero debemos hacer claro unas pocas cosas con respecto al arrepentimiento. Después de eso, consideraremos lo que la Biblia dice con respecto al arrepentimiento. En toda la Biblia, solamente existe un libro que nos dice cómo recibir la vida eterna. Ese libro es el Evangelio de Juan. Desde el principio hasta el fin del Evangelio de Juan, no podemos encontrar ni un caso de la palabra arrepentimiento. En este libro nunca se menciona la palabra arrepentimiento. Este libro nos dice cómo podemos tener la vida eterna (3:15, 16b, 36), pero no se menciona nada con respecto al arrepentimiento. Menciona repetidas veces que el hombre recibe vida eterna por medio de la fe. Cuando un hombre cree, él tiene vida eterna. Nunca menciona el arrepentimiento. Y no solamente no menciona el arrepentimiento directamente, tampoco lo menciona indirectamente o de alguna manera metafórica. Ese es un hecho que tenemos que recordar.

Segundo, hay dos libros que nos dicen cómo el hombre es justificado delante de Dios, a saber, Romanos y Gálatas. El libro de Romanos menciona el arrepentimiento, pero nunca hace del arrepentimiento una condición para la salvación. Ninguno de esos libros han hecho del arrepentimiento una condición para la salvación y las promesas. Por lo tanto, tenemos que recordar que en los tres libros de la Biblia que tratan específicamente con la salvación, la vida eterna y la justificación ni una sola vez se menciona el arrepentimiento como una condición para la salvación. En los tres libros, la fe se menciona cada vez como la única condición. Esto nos muestra claramente que el hombre es salvo por la fe y no por las obras.

EL HOMBRE PONE ÉNFASIS AL ARREPENTIMIENTO DEBIDO A QUE TIENE UNA MENTE LLENA DE LA LEY Y LAS OBRAS

¿Por qué el hombre pone tanta atención al arrepentimiento? Esto se debe a que el veneno de la ley y las obras permanecen en la mente del hombre. La salvación es gratuita, pero debido a que la mente del hombre está llena de la ley y las obras, él nunca piensa que Dios le pueda dar gratuitamente la salvación. El nunca considera que Dios gratuitamente lleva las cargas del hombre. El siempre piensa que tiene que hacer algo bueno antes de poder ser salvo. Ya sea guardar la ley, hacer buenas obras o arrepentirse, el hombre siempre piensa que tiene que hacer algo. Parece como si el hombre nunca quisiera ser un beneficiario incondicional. El nunca quiere estar en una posición de recibir. Aunque él se da cuenta de que es imposible hacerlo todo, piensa que debe por lo menos hacer algo. Es precisamente esta actividad lo que ha torcido el significado bíblico del arrepentimiento. Cambia el arrepentimiento a nuestro arrepentimiento.

Por favor recuerde que el arrepentimiento que se menciona en la Biblia y el arrepentimiento del que estamos hablando son dos cosas diferentes. ¿Cuál es el arrepentimiento de acuerdo a la mente del hombre? De acuerdo al concepto humano, el arrepentimiento es mejoría. De acuerdo a su mente, el arrepentimiento no es algo para el pasado, sino algo para tratar con el presente y el futuro. Anteriormente, yo era pecaminoso, caído, degradado y débil. Ahora quiero ser salvo. Por lo tanto, tengo que mejorarme a mí mismo desde hoy en adelante y hacer que yo mismo luzca mejor.

En chino la palabra que significa arrepentimiento es hwe-gai. Hwe significa sentirse apesadumbrado, y gai significa cambio. Basados en esta expresión china, algunos han inventado una nueva doctrina, desconocida para el Nuevo Testamento, diciendo que algunas personas sólo están hwe pero no gai. Por lo tanto, dicen que no es suficiente solamente sentirse apesadumbrado; también debe haber un cambio. ¿Por qué el hombre pone tanta atención al cambio? Porque el pensamiento del hombre está lleno de obras. Esa es la razón por la cual él subraya tanto las obras. El dice que ya que todo lo que hizo antes estaba equivocado, él no debe equivocarse de nuevo. Se da cuenta de que era malo y pecador, pero ahora, él no debe ser malo y no debe ser más un pecador. Anteriormente pecó, y delante de Dios estaba vestido de inmundicia; había malgastado todas las posesiones de su Padre. ¿Cómo puede ahora ser aceptado y volver a la casa? Seguramente tiene que negociar y ganar algo de dinero. Seguramente debe vestirse con la mejor túnica y un par de zapatos antes de que pueda volver a casa. El pensamiento es que necesita cierto grado de mejoría antes de poder volver a casa. Si sus vestidos no son apropiados y se ve igual que antes, quizá el Padre no lo aceptaría. Si pudiera mejorar algo, aunque no haya la seguridad de que el Padre lo acepte, por lo menos hay una mejor y más grande probabilidad. El hombre nunca piensa que es posible ir a Dios y recibir la salvación en su condición presente. Siempre quiere mejorarse a sí mismo. Admite que no puede ser perfecto en su conducta. Pero piensa que es necesario tener algo y confiar en el Señor para el resto. Para él, es como un juego de azar; él tiene que apostar antes de que pueda jugar. La apuesta que el pone es el arrepentimiento del que el hombre habla.

EL ARREPENTIMIENTO EN LA MENTE DEL HOMBRE ES DIFERENTE DEL ARREPENTIMIENTO MENCIONADO EN LA BIBLIA

El arrepentimiento del cual habla el hombre, simplemente habla de una cosa: no está dispuesto a rebajarse a sí mismo hasta el fondo. Piensa que debe por lo menos estar un poco más elevado antes de que Dios pueda otorgarle la salvación. Este es el arrepentimiento de acuerdo a la mente del hombre. No es el arrepentimiento mencionado en la Biblia. No estoy diciendo que en la Biblia no hay doctrina del arrepentimiento. En la Biblia sí hay doctrina del arrepentimiento. Incluso la Biblia demanda que el hombre debe arrepentirse. Pero el arrepentimiento del que habla la Biblia es diferente del arrepentimiento del que hablamos hoy. ¿Entonces qué es el arrepentimiento del que habla la Biblia? Veamos lo que hay acerca de esto.

Primero, el significado de la palabra griega traducida arrepentimiento es cambio de mente. La mente es el órgano del pensamiento dentro del hombre. Por lo tanto, el arrepentimiento como se enseña en la Biblia no es cambio en conducta, sino cambio en la mente. La palabra arrepentimiento sólo significa un cambio en los pensamientos de uno y no tiene nada que ver con las obras. No tiene ninguna connotación de un cambio de conducta. Esto es el significado de la palabra.

Segundo, en el Nuevo Testamento, el arrepentimiento siempre se usa en referencia a nuestro pasado. Tiene que ver con lo que hemos hecho en el pasado, con lo que hemos pensado y dicho, y con lo que fuimos como personas en el pasado. Anteriormente, tuvimos cierta clase de conceptos y ciertos puntos de vista que considerábamos buenos y gloriosos. Ahora, por la iluminación de Dios, nuestra mente ha tenido un gran cambio. No es un cambio con una visión a una conducta futura, sino un cambio de las cosas del pasado. Cambiamos nuestra perspectiva y evaluación con respecto a muchas cosas. Originalmente, pensábamos que era una gloria y un gozo engañar a otros, y que el que fue engañado era un tonto porque ignoraba que había sido engañado. Podíamos gloriarnos y deleitarnos en esto. Pero lo que una vez considerábamos glorioso, ahora lo consideramos vergonzoso. El arrepentimiento no es para hacer el bien mañana, sino para el mal de ayer. El arrepentimiento no es decir lo que uno debe hacer en el futuro; es una reevaluación en la mente, un cambio de perspectiva, y un juicio diferente con respecto a las cosas del pasado.

En Lucas 13:3, el Señor Jesús les dijo a los judíos que si no se arrepentían de lo que hacían, iban a morir así como los galileos. Por lo tanto, el arrepentimiento consiste en cambiar de perspectiva. Consiste en ver las cosas a la luz de Dios, una luz que viene de lo alto.

Continuemos. En Hechos vemos que la palabra arrepentimiento se usa muchas veces. Hechos 8:22 dice: “Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega al Señor, si quizás te sea perdonada la intención de tu corazón”. Aquí, Simón trató de comprar con dinero el don del Espíritu Santo. Pedro replicó con una palabra muy fuerte. Le dijo a Simón que tenía que arrepentirse de su maldad. Esto no significa que Simón debía mejorarse en el futuro. Significa que Simón debía arrepentirse de lo que acababa de hacer, de lo que acababa de decir, y de los pensamientos que tenía. El arrepentimiento es tratar con los problemas que uno tuvo en el pasado. Significa que hubo grandes errores en lo que hicimos y que ahora debemos tener una perspectiva diferente. Anteriormente, el pensamiento fue gastar un poco de dinero para comprar el Espíritu Santo. Ahora, se ha visto que esto es un pecado. ¿Qué debe hacerse? Ahora existe la necesidad de una perspectiva diferente y una evaluación renovada. Esto es arrepentimiento. Por medio de esto recibimos perdón.

La palabra arrepentimiento aparece frecuentemente en Apocalipsis 2 y 3 de una manera especial. Allí, el Señor estaba tratando con las obras del pasado. Él estaba llamando a los hombres a tener una perspectiva diferente con respecto a sus obras pasadas. Apocalipsis 2:5 dice: “Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te has arrepentido”. El Señor dijo esto debido a que ellos habían abandonado su primer amor. No estaban haciendo las primeras obras. Tenían que recordar de dónde habían caído. Esto es arrepentimiento. Después de esto, en el futuro, tenían que hacer las primeras obras. Uno tiene que arrepentirse de lo que hizo en el pasado. Las obras en el futuro son un asunto completamente diferente.

El versículo 16 dice: “Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y combatiré contra ellos con la espada de Mi boca”. Aquí, el Señor estaba hablando a la iglesia en Pérgamo. Algunos habían seguido la enseñanza de los nicolaítas. Ellos habían considerado esta enseñanza como buena. Por eso el Señor les dijo que tenían que arrepentirse. Tenían que considerar que la obra de los nicolaítas era maligna. Tenían que cambiar sus perspectivas y sus conceptos.

El versículo 21 dice: “Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación”. Ella había cometido fornicación, sin embargo, no consideraba eso como un error. No juzgaba eso como algo impropio. El versículo 22 dice: “He aquí, Yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella”. De nuevo, esto nos muestra que debían arrepentirse de sus hechos pasados. Si no se arrepentían, el Señor los pondría en gran tribulación.

Apocalipsis 3:3 dice: “Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete”. Aquí, de nuevo el Señor les hace un llamado para que se arrepientan, es decir, que cambien su perspectiva con respecto a su conducta.

El versículo 19 dice: “Yo reprendo y disciplino a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete”.

Después de ver cómo es usada la palabra en Lucas, en Hechos y en Apocalipsis, ahora podemos entender qué significa en la Biblia realmente el arrepentimiento. El arrepentimiento es un cambio de mentalidad. No obstante, siempre se usa en referencia a los hechos del pasado y nunca en referencia a la conducta en el futuro. El arrepentimiento es un cambio en la mente de uno, pero lo que trata está relacionado a los errores, pecados, faltas, falta de celo y la impiedad del pasado. Esto significa que ahora vemos todas esas cosas como erróneas e impropias. Esto es el significado del arrepentimiento. Podemos decir que cuando tenemos fe miramos hacia Cristo, y cuando tenemos el arrepentimiento nos vemos a nosotros mismos a la luz de Cristo. Mientras somos todavía pecadores, el Espíritu Santo brilla dentro de nosotros y nos muestra a nosotros mismos. Esto es arrepentimiento. Esto es muy necesario e indispensable. Si el Espíritu Santo no nos ilumina y si no tenemos una comprensión de nosotros mismos, no podemos levantar nuestros ojos hacia el Señor Jesús.

La obra del arrepentimiento es similar a la obra de la ley que ya hemos discutido en los últimos mensajes. Dios desea que el hombre reciba Su gracia. Pero el hombre ha pecado. No tiene la luz con respecto a sí mismo. No conoce qué clase de persona es. No sabe que está condenado delante de Dios, y que es absolutamente inútil, y que por lo tanto, no puede recibir la gracia de Dios. Por ejemplo, supongamos que usted está muy enfermo y que sus dos pulmones están completamente enfermos. Usted puede decir que tiene todavía una complexión hermosa y que hay color en su rostro. Quizás no piense que un buen medicamento o un buen doctor sean necesarios. Ahora supongamos que va usted a tomarse unas radiografías. Después de ver el resultado de sus propias radiografías, admitirá que es un hombre enfermo y que necesita descanso y tratamiento. Así que, el arrepentimiento es la meta de Dios al darnos la ley. A través del arrepentimiento, vemos por la iluminación de Dios, el brillo del Espíritu Santo y la palabra de Dios, de que nuestros hechos pasados estaban equivocados y que nuestra manera de vivir era impropia. Dios ha diagnosticado nuestra enfermedad, y tenemos que admitir que estamos equivocados. Esto es el arrepentimiento.

Había un hermano que siempre cargaba el equipaje pesado de los que viajaban junto con él. Voluntariamente lo hacía porque pensaba que los otros no eran sanos, pero que él gozaba de buena salud. Una vez, después de que había realizado un trabajo pesado, le sugerí que debía ir al hospital y tomarse una radiografía. Al principio no quiso hacerlo. Estuvimos discutiendo que esto no le haría mal, aun si no estaba enfermo. Así que, fue. Se dio cuenta de que tenía tuberculosis. De ahí en adelante, su conducta cambió completamente. Nunca más se atrevió a hacer algo. Cuando le pedíamos que hiciera alguna cosa, hacía lo que podía por excusarse. Su cambio fue tan drástico que era como si él fuera dos personas diferentes en el mismo día. Por un momento pensó que estaba tan sano y tenía tan buenos pulmones y al otro momento su evaluación de sí mismo cambió completamente. El tuvo una perspectiva diferente y una evaluación diferente de sí mismo. A esto se le llama arrepentimiento. El arrepentimiento es necesario. Es la meta que Dios quiere obtener por medio de la ley.

Si interpretamos mal el arrepentimiento y pensamos que es un cambio de nuestra conducta en el futuro, quiere decir que somos absolutamente ignorantes acerca de la salvación de Dios. La salvación de Dios nunca intenta mejorar la naturaleza adamítica. Si el arrepentimiento se refiriera al futuro, eso significaría que el viejo Adán y el hombre carnal todavía tienen la posibilidad de mejorarse y progresar. Sin embargo, el Señor Jesús dijo: “Lo que es nacido de la carne, carne es” (Jn. 3:6). La carne nunca progresará para llegar a ser el espíritu. Solamente lo que es engendrado del Espíritu es espíritu. Si el arrepentimiento se refiere al futuro, entonces el fundamento de la salvación de Dios es completamente derribado. No solamente no somos capaces de mejorarnos a nosotros mismos, sino que además, necesitamos ser erradicados. La salvación de Dios no da lugar para el hombre carnal. Lo termina completamente. Cuando el Señor Jesús fue crucificado, todos los hombres fueron crucificados con El. Nuestro viejo hombre ha sido crucificado sobre la cruz.

Gracias a Dios que el Señor Jesús es un sastre que hace ropajes. No es uno que remienda ropa. No es que nuestra ropa esté rota y que el Señor Jesús venga a remendarla por nosotros. El Señor Jesús solamente hace ropa nueva; El no remienda la ropa vieja. Quizá somos pobres, y queremos usar ropa vieja. Pero en la casa de Dios, nadie usa ropas remendadas. No existe tal cosa en la salvación de Dios. Dios dijo que el primer Adán está terminado y que toda la conducta en el primer Adán también está terminada. Ahora, estamos en el postrer Adán. Hoy, todo ha sido logrado por el Señor Jesús; El quiere ser la nueva vida dentro de nosotros. Por lo tanto, el arrepentimiento en la Biblia no se refiere a la conducta futura. Más bien, se refiere a un cambio en el concepto con respecto a nuestro pasado. El arrepentimiento bíblico consiste en adoptar una perspectiva con respecto a los hechos pasados más que a una conducta futura.

EL ARREPENTIMIENTO ES NECESARIO AL RECIBIR LA SALVACIÓN DE DIOS

Cuando un agricultor siembra, ¿puede sembrar en un campo sin antes hacer nada a la tierra? El trigo crece fácilmente. Aun para que podamos cultivar trigo, primero tenemos que arar el campo y labrar la tierra. De la misma manera, en la salvación de Dios, primero se debe hacer la obra labradora antes de que las plantas crezcan de una manera profunda. Por lo tanto, quienes nunca sienten que han pecado no podrán ser salvos, ni tampoco lo serán aquellos que nunca sienten que están equivocados. Quizás después de escuchar el evangelio completo como lo estamos predicando ahora uno sería aclarado con respecto a la obra de Dios en Cristo y gustosamente recibiría el evangelio. No me atrevo a decir que no haya tenido arrepentimiento. Quizás tenga arrepentimiento, pero su arrepentimiento no es profundo. El Espíritu Santo no ha operado mucho en él. No ve que es débil, sucio e inútil pecador delante de Dios. Una persona así, tiene que pasar por la experiencia de Romanos 7 en sus siguientes años. ¿Cuál es la experiencia de Romanos 7? Es la lección que tiene que aprender un cristiano que no se ha arrepentido. Si un hombre ha pasado por el arrepentimiento cuando viene a Dios, no existe la necesidad de la experiencia de Romanos 7. Si un hombre no se ha arrepentido y no sabe que delante de Dios está desolado, pero recibe el evangelio pleno inmediatamente cuando lo escucha, en su experiencia futura, Dios todavía tiene que mostrarle su desolación. Es necesario que uno se conozca a sí mismo, ya sea desde el principio o durante su andar. Dios nunca permite que un cristiano no se conozca a sí mismo.

Por lo tanto, podemos ver el significado verdadero del arrepentimiento de acuerdo a la Biblia. El arrepentimiento es un concepto nuevo del pasado de uno. En el arrepentimiento uno se ve uno mismo, de la misma manera que la fe ve al Señor Jesús. Cuando uno cree, ve la obra que el Señor Jesús ha hecho por él. Cuando se arrepienta, ve los hechos que él mismo ha hecho en el pasado. Ver lo que uno ha hecho en el pasado es arrepentimiento; ver lo que el Señor Jesús ha hecho sobre la cruz es fe. Si queremos ver lo que el Señor Jesús ha hecho por nosotros, primero debemos ver lo que hemos hecho nosotros mismos. Si el ladrón que fue crucificado junto a Jesús no hubiese dicho claramente con su propia boca que lo que estaba sufriendo era lo que merecía, no hubiera podido haber dicho al que estaba crucificado al lado de él: “Acuérdate de mí cuando entres en Tu reino” (Lc. 23:42). Si él hubiera maldecido a los magistrados como agentes del imperialismo, y si no hubiera visto que lo que él sufría era lo que merecía, no hubiera visto quién era el Señor. Cuando no nos vemos a nosotros mismos, no vemos al Señor. Cuando nos vemos a nosotros mismos, vemos al Señor. Esto es arrepentimiento.

Por lo tanto, podemos ver que el arrepentimiento no tiene ningún elemento de nuestro yo, nuestra obra o nuestra conducta. Muchas personas dicen que no creen en el arrepentimiento. Eso no es verdad. Yo creo en el arrepentimiento con todo mi corazón. Pero creo en el arrepentimiento bíblico. No creo en el arrepentimiento mental que algunos han tenido. Si es un arrepentimiento de acuerdo a la Biblia, con gusto creo, porque es real. El arrepentimiento nos da una perspectiva y una percepción nuevas. Solamente de esta manera podemos recibir al Señor por fe en la presencia de Dios.

EL LUGAR DEL ARREPENTIMIENTO ES EN FE Y SALVACIÓN

Entonces, ¿cómo es salvo el hombre? El Evangelio de Juan nos dice claramente que es por fe. Los libros de Romanos y Gálatas también nos dicen claramente que es por fe. Gálatas nos dice que es solamente por fe. En todo el Nuevo Testamento solamente hay estos tres libros que tratan con el asunto de la salvación. Los tres nos dicen que la salvación es solamente por fe y no por la ley. El arrepentimiento no se menciona aquí. Entonces, ¿qué lugar tiene el arrepentimiento? Si leemos la Biblia, sabremos que el arrepentimiento nunca está desconectado de la fe. El arrepentimiento nunca está separado de la fe. Esto no significa que uno es salvo por la fe y el arrepentimiento. El arrepentimiento está incluido en la fe y ya está incluido en la salvación. Cuando un hombre cree en el Señor Jesús el elemento del arrepentimiento ya está incluido allí. Si uno dice que es salvo, entonces esta salvación incluye el arrepentimiento. El arrepentimiento nunca está separado de la fe. Siempre está incluido en la salvación.

Consideremos ahora si el arrepentimiento es una condición. En el Nuevo Testamento, en el tiempo del libro de los Hechos, el Espíritu Santo había venido y el evangelio pleno fue predicado. El libro de los Hechos parece mostrarnos que el arrepentimiento es una condición para la salvación. Muchos han mal interpretado el asunto ya que no han visto el lugar del arrepentimiento. Sin duda alguna, el Antiguo Testamento también habla de la enseñanza del arrepentimiento. Jonás predicó a los hombres de Nínive que a menos de que ellos se arrepintieran, Dios los destruiría (Jon. 1:1-2). Ellos se arrepintieron, se vistieron de cilicio, se sentaron sobre ceniza y ayunaron. Hicieron esto por sus hechos pasados. Se vistieron de cilicio y se sentaron sobre ceniza no por su conducta futura. Si fuera por su conducta futura, ¿qué tenían que ver el cilicio y las cenizas? El arrepentimiento es sentirse triste y condenar la conducta pasada de uno. Uno se viste de cilicio y se sienta en cenizas porque se da cuenta de que está mal delante de Dios. Anteriormente, pensaba que estaba vivo. Ahora, se da cuenta de que estaba muerto. Por lo tanto, se lamenta de sus acciones pasadas equivocadas. Esto es el arrepentimiento. Esto fue lo que Jonás predicó. Antes de que el evangelio del Señor Jesús viniera, no veíamos la salvación por la fe. Lo que teníamos era solamente el arrepentimiento por nuestras acciones pasadas.

Después, vino Juan el Bautista. El no predicó la fe. Solamente predicó el arrepentimiento, es decir, un arrepentimiento por las acciones y los errores pasados. En Mateo 3:8, dijo una cosa muy buena: “Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento”. También dijo: “El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene alimentos, haga lo mismo” (Lc. 3:11). Tenemos que darnos cuenta de que esto no es arrepentimiento. Más bien, esto es el fruto del arrepentimiento. El arrepentimiento es por el pasado, y el fruto del arrepentimiento es para el futuro. En el tiempo de Juan, el evangelio completo aún no había sido predicado, y la luz de la verdad todavía no había sido plenamente revelada. A fin de conducir a los hombres a Dios, uno tuvo que traerlos a una perspectiva diferente acerca del pasado.

Después de esto, el Señor Jesús mismo vino. El Evangelio de Juan es diferente de los otros tres Evangelios. Los primeros tres Evangelios hablan acerca de lo que el Señor Jesús hizo en el tiempo. El Evangelio de Juan habla acerca de lo que El hace en la eternidad. Cada lector de la Biblia sabe que el Evangelio de Juan no habla de cosas con respecto al tiempo. Más bien, habla de cosas con respecto a la eternidad. Empieza con “el principio” y termina con recibir la vida eterna (1:1; 20:22). El primero de los tres libros habla del Hijo de David, el Hijo de Abraham (Mt. 1:1). Nos muestra a Cristo en el tiempo. Juan nos cuenta acerca del Cristo en la eternidad (3:13). Los primeros tres libros son transicionales. Por lo tanto, hablan con respecto al arrepentimiento. Pero, ¿por qué también el Señor habla con respecto al arrepentimiento (Mt. 4:17)? Porque el reino de los cielos se había acercado. Puesto que el reino se ha acercado, tenemos que arrepentirnos. Pero en el Evangelio de Juan, después de que el evangelio pleno había sido predicado, ya no se menciona más el arrepentimiento. En Hechos, algunos versículos también dicen que la salvación debe ser por fe. Hechos 16:31 dice: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”. Sin embargo, en algunos lugares de Hechos, se menciona el arrepentimiento por sí mismo; no se menciona la fe. Por esta razón algunos creyentes mal entienden el arrepentimiento como una condición para la salvación

EL VERDADERO SIGNIFICADO DEL ARREPENTIMIENTO

Estudiemos algunos pocos pasajes para ver qué es el arrepentimiento. Hechos 2:37-38 dice: “Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: Hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”. Cuando algunos leen estos versículos quizás digan que ni siquiera se menciona la fe. Todo lo que se menciona es el arrepentirse, ser bautizado en el nombre de Jesucristo para el perdón de los pecados y recibir el Espíritu prometido. Aquí, la fe no se menciona para nada; en lugar de eso, solamente se menciona el arrepentimiento. Sin embargo, esto no fue lo que se habló anteriormente. El apóstol no comenzó hablando del arrepentimiento, del bautismo, del perdón de los pecados y del recibimiento del Espíritu Santo. Esto no fue el día de Pentecostés. No fue la primera palabra que Pedro predicó. Fue la última palabra que Pedro habló después de dar su mensaje. Antes de esto, Pedro había dicho: “Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las obras poderosas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de El, como vosotros mismos sabéis; a éste … matasteis clavándole en una cruz por manos de inicuos; al cual Dios levantó” (vs. 22-24). Pedro estaba diciendo: “Este es nuestro testimonio. Dios aun lo ha exaltado a los cielos y lo ha hecho Señor y Cristo. Este es el testimonio del Espíritu Santo. Dios nos ha enviado a nosotros los apóstoles para testificar de la resurrección de Jesús de Nazaret. El Espíritu Santo ha sido derramado, dando a ciento veinte el don de lenguas. Este es el testimonio del Espíritu Santo, lo cual testifica que el Señor Jesús ha sido glorificado”. Aquí hay dos testimonios. Los apóstoles testifican de la resurrección, mientras que el Espíritu Santo testifica de la glorificación. El apóstol Pedro les predicó la palabra de Dios y les mostró lo que ellos habían hecho al Señor Jesús y lo que Dios le había hecho a El. El versículo 36 dice: “Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo”. La palabra de Dios había sido predicada, y los apóstoles les habían mostrado lo que Dios había hecho y lo que ellos habían hecho.

Por favor recuerde que un poco más de un mes antes de Pentecostés, el mismo grupo de personas gritaron: “¡Fuera, fuera, crucifícale!” (Jn. 19:15). Ellos fueron un instrumento en Su muerte y crucifixión. Anteriormente, consideraron que el Señor Jesús era digno de muerte; ellos gritaron que lo crucificaran y que en Su lugar liberaran a Barrabás (Lc. 23:18). ¿Qué había pasado? Hechos 2:37 dice: “Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los demás apóstoles: Hermanos, ¿qué haremos?” Esto es creer en la palabra de Dios. La palabra de Dios se predicó, y ellos la recibieron. Se dieron cuenta de que lo que Dios le había hecho al Señor Jesús era muy diferente de lo que el hombre le había hecho a El. Además, el Espíritu Santo también estaba allí testificando. Ellos no pudieron rechazar ese testimonio. Por lo tanto, suplicaron preguntando qué era lo que tenían que hacer ahora que habían crucificado al Señor Jesús. Si ellos no hubieran crucificado al Señor, todavía hubiera oportunidad para la restitución. Pero una vez que el Señor Jesús había sido crucificado, ¿qué debían hacer? Ellos aceptaron el testimonio de los apóstoles. Como resultado, el apóstol les dijo que tenían que arrepentirse. Tenían que arrepentirse debido a sus conceptos y perspectiva con respecto al Señor Jesús. Además, tenían que ser bautizados en el nombre de Jesucristo. Ser bautizado es recibir, creer y confesar al Señor Jesús. El significado de estar en el nombre del Señor es creer en el Señor. Cuando hagan eso, sus pecados serán perdonados y recibirán el don del Espíritu Santo.

Ahora, podemos darnos cuenta de que éste es un grupo de personas que habían recibido la palabra de Dios. Puesto que ellos creyeron esto, el apóstol fue capaz de decirles que se arrepintieran. Esto no tocó su conducta, sino su perspectiva. El apóstol no estaba diciendo que si no cambiaban su conducta anterior, no podían ser salvos. Esto no es un asunto de tratar con la conducta de una persona. Lo que ellos tenían que hacer era juzgarse a sí mismos y ser bautizados en el nombre del Señor Jesús como una expresión de su fe en El. De esta manera, sus pecados serían perdonados, y recibirían el Espíritu Santo. Por lo tanto, la condición para nuestra salvación es solamente la fe. La salvación se nos da gratuitamente. No necesitamos hacer nada para venir a Dios. Es Dios mismo quien ha venido a salvarnos por medio de Su Hijo Jesucristo.

Hechos 3:19-20 dice: “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio”. Cuando leemos este versículo, tal vez pensemos que el arrepentimiento es una condición para la salvación. Es verdad que el versículo 19 parece indicar que el arrepentimiento es una condición para la salvación. Pero debemos poner atención a todo el pasaje desde el versículo 1 en adelante. No podemos leer solamente el versículo 19. Sería un error comenzar con el versículo 19 y explicarlo de acuerdo a nuestro pensamiento. Desde el versículo 1 en adelante, encontramos la historia del hombre cojo que fue sanado. Cuanto este hombre cojo vio a Pedro, Pedro le dijo: “No poseo plata ni oro, pero lo que tengo, esto te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda” (v. 6). Cuando toda la gente vio que el hombre que había nacido cojo comenzó a caminar se maravillaron. Entonces Pedro se paró y dio un mensaje. Primero, él explicó que ésa no era su obra, y que no era por su piedad que tal persona pudiera caminar. En los versículos 15-20 dijo: “Y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos. Y por la fe en Su nombre, a éste, a quien vosotros veis y conocéis, le ha fortalecido Su nombre; y la fe que viene por medio de El ha dado a éste esta íntegra salud … Así que arrepentíos, y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio”. ¿Qué estaba él diciendo? El estaba hablando acerca de la fe. Estaba diciendo que creemos que El fue levantado de entre los muertos, que creemos en Su nombre y que Su nombre había sanado a ese hombre. Allí estaba un hombre cojo que todos conocían. Fue la fe del Señor la que hizo que ese hombre sanara. Si queremos creer, así como ellos creyeron, tenemos que arrepentirnos. Si queremos fe, tenemos que prestar atención al arrepentimiento. Si queremos recibirlo, debemos tener una perspectiva nueva y una evaluación nueva con respecto a El. Debemos tener esta capacidad.

Anteriormente mencioné que el arrepentimiento nunca puede estar separado de la fe; está incluido en la fe. Antes de que el hombre se arrepienta, no puede creer. Después de que un hombre tiene algo de fe, debe arrepentirse. Si un hombre tiene cierta cantidad de fe en la palabra de Dios, debe arrepentirse. No podemos separar el asunto exactamente, como cortar algo con tijeras, teniendo por un lado la fe y por el otro el arrepentimiento. Esto se parece a la experiencia de la salvación que tienen muchas personas. Si preguntas a cien personas cuándo fueron salvas, quizás solamente cincuenta puedan darle la fecha exacta y el año de su salvación. Los de la otra mitad no sabrán cuándo fueron salvos. No saben cómo recibieron la salvación. Para ellos es de poca importancia cómo fueron salvos. Lo importante es que fueron salvos. Todo está bien si no saben la fecha de su nacimiento. Mientras hayan nacido, sienten que eso es suficiente. Por lo tanto, podemos ver que al principio, la palabra de Dios primero fue predicada (2:16). Si ellos no habían creído, ¿por qué tuvieron remordimiento en sus corazones?

Quizás nos preguntemos si en realidad ellos habían creído, ¿por qué Pedro tuvo que decir que debían arrepentirse y ser bautizados para que sus pecados fueran perdonados y el Espíritu Santo fuera derramado? Si ellos habían creído, ¿por qué todavía no habían sido perdonados sus pecados, y por qué el Espíritu Santo todavía no había sido derramado? Si decimos que ellos no habían creído, entonces, ¿por qué estaban tan preocupados después de escuchar la palabra de Dios? ¿Por qué preguntaron qué debían hacer? Tenemos que darnos cuenta de que cuando la palabra de Dios se predica, las diferentes personas tienen reacciones diferentes de acuerdo a su propia condición. La condición en Hechos fue diferente. Algunos pecadores sienten que han pecado, y se entristecen de sus pecados. Cuando predicamos el evangelio a tal clase de personas, es posible que nunca mencionemos el arrepentimiento. Pero algunas personas creen en El sin darse cuenta de sus pecados. Tales personas deben ser devueltas al punto del arrepentimiento. Por lo tanto, cuando prediquemos el evangelio, tenemos que poner atención a esta diferencia. Algunos han venido al Señor por medio del arrepentimiento. Solamente tenemos que pedirles que crean. Para otros, tenemos que guiarlos al arrepentimiento y la convicción con respecto a ellos mismos. Aun después de que Dios les haya dado fe y hayan creído, todavía debemos persuadirlos a ser bautizados y a tener un corazón de arrepentimiento para que sus pecados puedan ser perdonados y que el Espíritu Santo pueda ser derramado sobre ellos. Por lo tanto, vemos que el arrepentimiento puede estar incluido en la fe. Si un hombre no se arrepiente, ¿cómo puede creer? Si un hombre no comprende que está enfermo, no querrá ver al doctor. Además, el arrepentimiento también puede estar incluido en la salvación. El hombre debe creer en la palabra de Dios, ser perdonado y recibir el Espíritu Santo después de arrepentirse. Por lo tanto, vemos que Hechos 3 habla también de la fe. Este hombre es salvo y es sanado por la fe. Es tan claro que de lo que aquí se habla es de la fe.

Cuando venimos al capítulo diecisiete vemos algo más. Hechos 17:30 dice: “Dios, pues, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan”. Aquí, Dios no le dice al hombre que crea. Si estuviera en nuestras manos, seguramente hubiéramos cambiado la palabra “arrepienta” por “crea”. Pero lo que Pablo estaba hablando en los siguientes versículos no era un asunto de fe. Si él nos dijera que el hombre ha pecado y que el Hijo de Dios ha logrado la obra de redención y ha resuelto el problema del pecado, entonces hubiera tenido que mencionar la fe. Pero aquí, Pablo estaba hablando acerca del juicio. El versículo 31 dice: “Por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando de esto a todos una prueba cierta, con haberle levantado de los muertos”. Dios ha designado al Señor Jesús como el Juez para juzgar a todos los hombres. Al mismo tiempo, a fin de hacer que todos sepan que El ha designado al Señor Jesús como el Juez, Dios levantó a Jesús de entre los muertos como una prueba de la fe de ellos. Es por esto que dice que tenemos que arrepentirnos. Así que, aquí no es un asunto de fe.

Mediante Su resurrección de entre los muertos, el Señor Jesús ha llegado a ser una prueba de nuestra fe. De hecho, El ya es digno de nuestra fe. Ahora no hay necesidad de hablar más con respecto a la fe. La resurrección del Señor Jesús ya está aquí como una prueba; es algo claro y sin duda. Ahora lo que debemos hacer es arrepentirnos de las cosas que hemos hecho. Después seremos capaces de creer. El Señor Jesús es digno de nuestra creencia. Mientras nos arrepintamos, podremos creer.

Hechos 26:19-20 dice: “Por lo cual, oh rey Agripa, no fui desobediente a la visión celestial, sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y en Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento”. Si leemos solamente estos dos versículos, podríamos pensar que la única cosa que Pablo hizo fue predicar el arrepentimiento. Pablo confesó delante del juicio del rey Agripa que su obra era hacer que los hombres se arrepintieran y que se volvieran a Dios y que hicieran obras dignas de arrepentimiento. Si eso fuera todo, entonces el evangelio de acuerdo a Hechos no sería un evangelio de fe. A fin de entender este versículo, debemos ver los pasajes anteriores. No podemos tomar una porción de las Escrituras fuera de contexto. Es injusto hacer esto. Los versículos 14-20 dicen: “Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que me decía en dialecto hebreo: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra los aguijones. Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? y el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, y ponte sobre tus pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo de las cosas que has visto de Mí, y de aquellas en que me apareceré a ti, librándote de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban perdón de pecados y herencia entre los que han sido santificados por la fe que es en Mí. Por lo cual, oh rey Agripa, no fui desobediente a la visión celestial, sino que anuncié primeramente a los que están en Damasco, y en Jerusalén, y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento”. ¿Por qué tenían ellos que arrepentirse? Debido a que el Señor Jesús ha logrado la obra de redención. Todos aquellos que creen en El seguramente obtendrán esta redención. El arrepentimiento es algo para los creyentes. Todo está hecho. Ahora, todo lo que se necesita es arrepentirse. ¿Qué es arrepentirse? Anteriormente, uno decía que no había necesidad de creer. Ahora, él dice que creerá. Esto es el arrepentimiento.

Supongamos que veo a una persona el día de hoy, y le predico el evangelio, diciéndole que el Señor Jesús ha llevado a cabo todo. Tal vez le diga: “Mi amigo, tiene que arrepentirse y creer en el Señor. Tan pronto como crea, será salvo. Tiene que tener una perspectiva diferente hacia el pecado. Y también tiene que tener una perspectiva diferente con respecto a la fe en el Señor Jesús. Tiene que arrepentirse de su condición interior; de esta manera será capaz de creer”. Podemos ver que el arrepentimiento del que se habla aquí no es un asunto de obras. ¿Cómo sabemos que no es un asunto de obras? Es debido a que el arrepentimiento está incluido en la salvación de Dios. El arrepentimiento es una parte de la salvación. No solamente este arrepentimiento no tiene nada que ver con la obra del hombre, sino que llega a ser un punto dentro de la esfera de la fe. En los pocos versículos que acabamos de leer, podemos ver algo misterioso: que el arrepentimiento es una parte de nuestra creencia. Sin el arrepentimiento, no puede haber fe. Así que, la fe incluye el arrepentimiento, y el arrepentimiento está en la fe.

EL ARREPENTIMIENTO ES DADO POR DIOS

Otro versículo nos dice que el arrepentimiento no está solamente relacionado con la fe sino que también está relacionado con la salvación. Hechos 5:31 dice: “A éste Dios ha exaltado a Su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados”. Aquí vemos que el arrepentimiento es dado por Dios de la misma manera que el perdón. En la Biblia pocas veces se hallan juntos el arrepentimiento y el perdón. Hechos 2 dice que el arrepentimiento tiene como fin el perdón de los pecados (v. 38). Hechos 3 dice que el resultado del arrepentimiento es que nuestros pecados son borrados (v. 19). Otros dos lugares mencionan solamente el arrepentimiento sin el perdón. En dos de estas cuatro ocasiones, el arrepentimiento y el perdón van juntos. El arrepentimiento está unido a la salvación. El perdón es algo que Dios inicia. El arrepentimiento también es algo que Dios inicia. El don del perdón es dado por Dios. Un corazón arrepentido también es dado por Dios. Por lo tanto, el arrepentimiento es una parte dentro de la fe y una parte de la salvación. Los dos son algo que Dios inicia. Dios le da al hombre el arrepentimiento de la misma manera en que El le da el perdón. Es la palabra de Dios que viene a nosotros. Es Dios quien nos alumbra y nos dice que nuestro pasado estaba equivocado. Es Dios quien nos da un corazón arrepentido, quien nos ordena que nos arrepintamos. Me maravillo de esto. Esto es la salvación. Debido a que no vemos nuestro pasado, Dios nos alumbra con Su luz. Esta es la manera en que Dios trabaja.

Si la cara de un niño está sucia, su madre no le pide que gane algo de dinero para comprar una toalla y limpiarse. En lugar de eso, la madre busca una toalla y le dice al niño que la use. Cuando Dios quiere que nos arrepintamos El mismo nos da el arrepentimiento de la misma manera que El nos da el perdón. Dios mismo nos da el arrepentimiento para que podamos ver nuestro pasado y para que nos demos cuenta de cuán bajos, débiles y corruptos éramos. Después de esto, El nos dice que nos arrepintamos.

Lucas 24:45-47 es un pasaje muy maravilloso. Dice: “Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; y les dijo: Así está escrito que el Cristo padeciese y resucitase de los muertos al tercer día; y que se proclamase en Su nombre el arrepentimiento para el perdón de pecados”. Los que se mencionan aquí predicaron el arrepentimiento para el perdón. Debemos predicar el perdón en Su nombre, y también debemos predicar el arrepentimiento en Su nombre. Hoy día, podemos arrepentirnos en el nombre del Señor debido a que el Señor nos ha dado el arrepentimiento. Esto es como la creación que Dios efectúa de nuestros dos ojos y luego nos pide que veamos. Si no tuviéramos dos ojos, sería difícil ver. Gracias al Señor que El nos dio primero los dos ojos y luego nos pide que veamos. Primero El nos da los pies y luego nos pide que caminemos. Es lo mismo con el arrepentimiento. Primero nos da el arrepentimiento, y luego nos pide que nos arrepintamos. Todo esto es hecho por Dios. Por lo tanto, cuando predicamos el evangelio, podemos decir que así como hemos sido perdonados por medio del Señor Jesús, de la misma manera nos arrepentimos por medio de El. Si un hombre dice que no puede arrepentirse, y que él todavía considera el pecado atractivo, y que no siente que es un pecador, podemos decirle: “Está bien. Estoy predicándole el evangelio en el nombre del Señor Jesús. Dios le dará el arrepentimiento. El arrepentimiento es una parte de la salvación. Así como recibe la vida y es justificado delante de Dios, de la misma manera recibe el arrepentimiento”.

¿Cómo nos arrepentimos? Cuando escuchamos a los predicadores que nos dicen la maldad y lo repugnante que es el pecado y de la redención del Señor Jesús, quisimos arrepentirnos y creer en Jesús. No estábamos sentados en un rincón, diciéndonos a nosotros mismos cuán corruptos éramos o que éramos grandes pecadores. Aun si nos repitiéramos una y otra vez, esto no nos hubiera hecho sentir que éramos pecadores. ¿Sentiría usted que estuvo equivocado meramente por decir eso? Ninguno de entre nosotros se arrepintió de esa manera. Cuando primeramente escuchamos el evangelio, nos opusimos y lo criticamos; no quisimos aceptarlo. Si preferíamos argumentar, pudimos emplear muchos argumentos. El día en que fuimos salvos, el evangelio que se nos predicó tal vez no fue muy prevaleciente. Sin embargo, mientras estábamos allí, o después de que regresamos al trabajo, o mientras caminábamos por la calle o leíamos un libro, fuimos convencidos. Espontáneamente nos arrepentimos, y luego fuimos salvos. Fuimos nosotros mismos los que nos arrepentimos; nadie nos forzó, nos recordó o nos presionó para que nos arrepintiéramos. Fue Dios quien nos dio el arrepentimiento, y nosotros los que dijimos: “Me arrepiento”. Por lo tanto, ésta es la obra de Dios. Debido a esto la Biblia dice que el arrepentimiento es dado por Dios.

En Hechos 11, después de que Pedro predicó el evangelio en la casa de Cornelio, los hermanos judíos lo reprendieron porque fue a la casa de un gentil. Entonces Pedro les relató cómo había predicado el evangelio. El versículo 18 dice: “Entonces, oídas estas cosas, callaron y glorificaron a Dios, diciendo: De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida”. Por favor note que Dios ha dado el arrepentimiento para vida a los gentiles. Por lo tanto, vemos que el arrepentimiento es una parte de la gracia de Dios. Es una parte dentro de la salvación de Dios. Es algo hecho por Dios.

Segunda Timoteo 2:25 dice: “Que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda el arrepentimiento que conduce al pleno conocimiento de la verdad”. Muchos se oponen a la verdad y no quieren aceptar la verdad de Dios. Podemos pedirle a Dios que les dé el arrepentimiento para que puedan venir al conocimiento de la verdad. Esto también es algo que Dios ha hecho.

Entonces, ¿qué es el arrepentimiento? Después de leer todas estas Escrituras, podemos llegar a una conclusión. El asunto del arrepentimiento no es tan claro como otras verdades mencionadas en la Biblia. Parece que es algo mal definido. Por un lado, un hombre no es salvo por medio del arrepentimiento sino por medio de la fe. Esa es la verdad que se nos muestra en el Evangelio de Juan, el libro de Romanos y el libro de Gálatas. No podemos cometer ningún error con respecto a esto. Sin embargo, por otro lado, sin el arrepentimiento el hombre no puede creer. Por lo tanto, en nuestra predicación, muchas veces le decimos a la gente que se arrepienta. Esto no significa que el arrepentimiento por si solo nos salvará. Más bien, significa que el arrepentimiento introducirá la fe. Si un hombre no se ha arrepentido, no es capaz de creer. No obstante, el arrepentimiento no son obras. La Biblia dice que el arrepentimiento es dado por Dios. Dios nos dice que nos arrepintamos. No nos sentamos en un rincón para pensar que nos tenemos que arrepentir, que tenemos que odiar nuestros pecados y juzgarnos a nosotros mismos. Tenemos que comprender que nadie puede hacer esto. Me temo que nadie en todo el mundo puede hacer eso. Aun si alguien es capaz de hacerlo, no sirve de nada. El arrepentimiento es un don que viene de Dios. Aun el los Evangelios, cuando el Señor Jesús vino para predicar el evangelio, no solamente predicó el perdón sino también el arrepentimiento. El es Aquel que nos capacita para arrepentirnos. Aquellos que se arrepienten son los creyentes y los salvos. Si aquí se encuentra alguien que no ha sido salvo y que no sabe cómo recibir la gracia de Dios, debemos decir que Dios desea darle gracia. El desea darle arrepentimiento. El lo está guiando a la salvación por medio del arrepentimiento.

Finalmente, existe otro versículo que nos dice que la bondad y la benignidad nos están guiando al arrepentimiento. La última frase de Romanos 2:4 dice que “Su benignidad te guía al arrepentimiento”. Que Dios nos dé un espíritu de arrepentimiento. Que Dios sea propicio con nosotros y nos muestre él significado del arrepentimiento y nos haga saber si somos salvos mediante el arrepentimiento o mediante el Señor Jesús.