Watchman Nee Libro Book cap.12 Libro de lecciones nivel 2: El Dios triuno
LA CONSUMACIÓN FINAL DE LA IMPARTICIÓN DEL DIOS TRIUNO
Lección doce
LA CONSUMACIÓN FINAL DE LA
IMPARTICIÓN DEL DIOS TRIUNO
Lectura bíblica
Ap. 1:20; Jn. 15:1, 5, 16; Ap. 1:1; 21:2-3, 9, 22; 4:3; 2 P. 1:4; Ap. 21:18.
Bosquejo
- Los siete candeleros de oro
- La vid y los pámpanos
- El Dios Triuno
- Los creyentes
- Los pámpanos que llevan fruto
- La Nueva Jerusalén
- Una morada mutua
- Tener la vida y la naturaleza de Dios
- Nuestro destino eterno
Texto
Hemos visto muchos aspectos maravillosos y misteriosos del Dios Triuno. Aunque no sabemos cómo nuestro Dios es tres y a la vez uno, sí entendemos que El es triuno con el fin de impartirse en nosotros. En esta última lección acerca del Dios Triuno veremos la consumación o resultado final de Su impartición en el hombre. Este rico Dios Triuno está haciendo tanto por nosotros. El se imparte en nuestro ser para ser nuestra vida y nuestro todo; esto producirá un resultado maravilloso conforme a Su economía.
I. LOS SIETE CANDELEROS DE ORO
En la lección siete vimos que el candelero de oro en Exodo 25 era un maravilloso tipo del Dios Triuno. Este candelero aparece también en 1 Reyes 7 y en Zacarías 4. Cada mención revela más acerca del Dios Triuno y muestra la relación del candelero con la morada de Dios; pero la última mención del candelero muestra la consumación. En Apocalipsis 1:12 Juan recibió la visión de los siete candeleros de oro. Ya que esto era un misterio para él, el Señor le reveló que “los siete candeleros son las siete iglesias” (1:20). ¡El candelero único que representaba al Dios Triuno llega a ser los siete candeleros, que son las siete iglesias!
Pero ya que la iglesia se compone de personas, ¿cómo puede el candelero representar a la vez al Dios Triuno y a la iglesia? Esto es posible porque la iglesia es la mezcla de Dios con el hombre. Al impartirse Dios en el hombre se producen las iglesias, los siete candeleros de oro, los cuales están constituidos de la naturaleza divina. Debido a que Cristo hace Su hogar en el corazón de los creyentes y que el Espíritu los satura completamente, ellos llegan a ser la expresión plena del Dios Triuno. Los candeleros son de oro resplandeciente; por lo tanto, cuando la gente ve la iglesia, ve al Dios Triuno.
II. LA VID Y LOS PÁMPANOS
En Juan 15 el Señor Jesús presenta la economía de Dios como una vid. En el versículo uno El dice: “Yo soy la vid verdadera, y Mi Padre es el labrador”. Y en el versículo cinco añade: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en Mí, y Yo en él, éste lleva mucho fruto”.
A. El Dios Triuno
La vid es un cuadro descriptivo del Dios Triuno. El Padre es el Labrador, la Fuente y el Originador de dicha vid. El la plantó, la cultiva y la alimenta, e incluso El es el terreno, la luz solar y el aire para esta vid. El Señor dijo: “Yo soy la vid”. Esto significa que el Hijo es la vid, la corporificación misma del Padre. Todo lo que el Padre es, tiene y ha logrado, se halla en esta vid. Posteriormente en Juan 15:26 se revela al Espíritu de realidad, el cual incluye todo lo que el Padre es y posee y lo hace real a nosotros. El Espíritu es la savia, el “jugo de vida” que fluye en la vid.
Esta gran vid es el organismo del Dios Triuno. Un organismo es una entidad viviente. Todo lo que el Padre es se encuentra corporificado en este organismo, en esta vid, la cual representa al Segundo de la Trinidad. Por consiguiente, dentro de la vid circula el fluir de vida del Espíritu. El Espíritu distribuye las riquezas del Padre, las cuales sustentan a la vid y sus pámpanos.
B. Los creyentes
En este cuadro descriptivo no vemos solamente al Dios Triuno, ya que nosotros también formamos parte de esta maravillosa vid. El Señor dice: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos”. Las ramas o pámpanos de la vid son el cuerpo de la misma; si usted cortara todas las ramas quedaría sólo el tallo sin cuerpo ni ramificaciones. De igual manera, la iglesia es el Cuerpo de Cristo. Nosotros somos los pámpanos de la vid. Vivimos en la vid y el Espíritu fluye por medio de nosotros, impartiéndonos todas las riquezas del Dios Triuno, lo cual nos permite ser Su expresión o ramificación. Por consiguiente, somos vitales para El, ya que sin nosotros Dios no tendría la manera de ser expresado plenamente.
El cuadro que presenta Juan 15 muestra lo que es el Cuerpo de Cristo. El Cuerpo de Cristo se compone del Dios Triuno mezclado con Sus creyentes, lo cual constituye un sólo organismo viviente. Por eso decimos que la iglesia no es una organización, sino un organismo. La intención final del Dios Triuno es mezclarse y forjarse en nosotros, a fin de que El y nosotros seamos una morada mutua. Esto significa que Dios habita en nosotros y nosotros en El. ¡Qué maravilloso!
C. Los pámpanos que llevan fruto
Los pámpanos de la vid llevan fruto, siempre y cuando permanezcan unidas a la vid. Al recibir la impartición del Dios Triuno en nosotros, debemos a la vez impartirlo en otros a fin de llevarlos como fruto. Esta es nuestra responsabilidad y gozo (Jn. 15:8, 11, 16). La vid es útil sólo para producir fruto, y cuando la vid es saludable lleva mucho fruto. A ningún labrador le agrada una vid que no da fruto; en cambio, el fruto abundante es la gloria de todo labrador. Llevar fruto es nuestra función y la gloria del Padre.
Ya que disfrutamos a Dios de una manera tan rica, ¿no creen que debemos contarles a nuestros amigos para que ellos también puedan disfrutarlo? Si no lo hacemos, ¿cómo podrán ellos creer en El y recibirlo? Cuando le hablamos a otros acerca de Dios, El se “ramifica”. Debido a que somos Sus pámpanos, al ganar a nuestros amigos podemos lograr que El se “ramifique”. ¡Qué gran privilegio! No sólo recibimos a Dios sino también lo propagamos. Laboramos juntamente con El para lograr que otros se unan a la vid, es decir, para introducirlos al organismo del Dios Triuno. ¡Aleluya! De esta manera el Padre obtendrá la gloria por medio de nosotros.
III. LA NUEVA JERUSALÉN
La Nueva Jerusalén es la consumación máxima de la impartición del Dios Triuno en Su pueblo escogido y redimido. Muchos piensan que la Nueva Jerusalén es una ciudad física, o que es el cielo; pero según Apocalipsis 1:1, la revelación de este libro se compone de señales y símbolos. En Efesios 5 vemos que la iglesia es la novia de Cristo, y Apocalipsis 21:2 y 9 dice que la Nueva Jerusalén es la desposada. De modo que la Nueva Jerusalén no es un lugar físico ni tampoco es el así llamado “cielo”; más bien, la Nueva Jerusalén es el agrandamiento, consumación, plenitud y expresión máxima de la iglesia, la mezcla del Dios Triuno y el hombre.
A. Una morada mutua
Apocalipsis 21:3 declara que la Nueva Jerusalén es el tabernáculo de Dios, es decir, la morada de Dios. Sin embargo, el versículo 22 indica que la ciudad santa es el templo de Su pueblo. ¿Qué significa esto? Significa que Dios vive en Su pueblo y que Su pueblo vive en El. La Nueva Jerusalén es la morada mutua de Dios y el hombre. Después de que Dios se imparte en Su pueblo por muchas generaciones, El y Su pueblo llegan a ser una morada mutua. ¡Aleluya! ¿Qué prefiere usted, ir al cielo o morar con Dios y que El more en usted? De hecho, la idea de “ir al cielo para estar con Dios” es muy inferior comparada con este glorioso morar mutuo. Vivir en el Dios Triuno y tener al Dios Triuno viviendo en nosotros es la bendición más grande en el universo.
B. Tener la vida y la naturaleza de Dios
Apocalipsis 21:18 dice: “el material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro”. El versículo 11 afirma que la luz de la Nueva Jerusalén “era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal”. El jaspe es de color verde oscuro, lo cual representa la vida en plenitud. La hierba verde, los campos verdes y las montañas verdes, todas testifican de las riquezas de la vida. Cuando el campo está de color amarillento, da la impresión de que no tiene vida. El muro de la Nueva Jerusalén es un testimonio brillante de las riquezas de la vida de Dios. Apocalipsis 4:3 dice que Dios mismo tiene la apariencia del jaspe. Debemos tener presente que la Nueva Jerusalén no es otra cosa que el agrandamiento de la iglesia. Esto significa que un día el pueblo de Dios tendrá la apariencia misma de Dios. ¡Alabado sea el Señor que un día expresaremos plenamente las riquezas de la vida de Dios!
La ciudad, la cual está adentro del muro, es totalmente de oro. Recordemos que el oro representa la naturaleza de Dios. Esto significa que nosotros, el pueblo de Dios, seremos totalmente constituidos de la naturaleza divina. Exteriormente la ciudad es de color verde, lo cual expresa la vida divina; pero interiormente es de oro puro, lo cual denota que está constituida de la naturaleza de Dios. ¡Este es un cuadro glorioso! Aquí vemos el resultado final de la impartición del Dios Triuno. Cuanto más El se imparte en nosotros, más recibimos Su naturaleza divina. Anteriormente nos dirigíamos hacia el lago de fuego, pero ahora Dios es nuestro destino. En el pasado estábamos llenos de la naturaleza satánica, pero al final estaremos llenos de la naturaleza divina. La única manera para ser trasladados de una esfera a otra es recibir más de la impartición divina. Debemos huir de la corrupción que hay en el mundo a fin de participar de la naturaleza divina (2 P. 1:4). ¡Oh, Señor Jesús! ¡Qué glorioso destino! ¡Qué maravillosa consumación!
IV. NUESTRO DESTINO ETERNO
El deseo eterno de Dios es obtener un grupo de personas que estén completamente mezcladas con El, a fin de que sean Su expresión universal y Su morada mutua. La Biblia revela que Dios en Su Trinidad trabaja para alcanzar esta meta; primero el Dios Triuno llega al hombre, y después lo introduce en Sí mismo. En el Antiguo Testamento Dios ya era triuno, cuando creó al hombre y se relacionó con él. Y en los evangelios vemos que Dios llegó a ser un hombre en la Persona de Jesucristo. El Señor Jesús fue el primer hombre mezclado con Dios. Pero Dios deseaba obtener muchos más hombres como El, así que en Hechos vemos que El como Espíritu se propagó en miles de creyentes. Las epístolas muestran el desarrollo de estos creyentes para formar la iglesia, el Cuerpo de Cristo. Y en Apocalipsis vemos el producto final, la consumación máxima de la impartición del Dios Triuno: la Nueva Jerusalén. La Nueva Jerusalén es el agrandamiento y la plenitud del candelero, la iglesia y la vid; es la mezcla consumada de lo humano y lo divino, el morar mutuo de Dios y el hombre. Este es el cumplimiento de Génesis 1:26; así pues, la Biblia termina de la misma manera en que comienza. Al principio vemos la imagen de Dios con miras a Su expresión, y al final vemos una inmensa expresión corporativa, plena y espléndida. Este es nuestro destino y el cumplimiento del propósito eterno del Dios Triuno. Esto es lo que el Padre planeó, lo que el Hijo logró y lo que el Espíritu aplica. ¡Qué plan! ¡Qué logro! ¡Qué aplicación! ¡Alabado sea el Dios Triuno!
Preguntas
- ¿Cuál es la relación entre el Dios Triuno y la iglesia?
- ¿Qué versículos muestran que la iglesia tiene la apariencia de Dios? Explique.
- Escriba una profecía acerca de la Nueva Jerusalén como la consumación máxima del Dios Triuno.
Referencias adicionales
- Estudio-vida de Apocalipsis (Lee/LSM), págs. 83-87.
- Estudio-vida de Juan (Lee/LSM), págs. 429-431, 642-645.
- La revelación básica de las Sagradas Escrituras (Lee/LSM), págs. 67-69, 119, 121-124, 135-136.
- The Vision of God’s Building [La visión del edificio de Dios] (Lee/LSM), págs. 223-224.
- The Divine Dispensing of the Divine Trinity [La impartición divina de la Trinidad Divina] (Lee/LSM), págs. 144-146.