Barna George & Frank de Viola Libro Book cap.10 Paganismo en tu Cristianismo
UNA SEGUNDA MIRADA AL SALVADOR
Capítulo 10
Una Segunda Mirada al Salvador: Jesús, El Revolucionario
Si el cristianismo va a recibir un rejuvenecimiento, esto tiene que suceder por alguna manera diferente de las que se está utilizando ahora. Si la Iglesia, en la segunda mitad de este siglo va a recuperar de las heridas que ella ha sufrido durante la primera mitad, se requiere un nuevo tipo de predicador. El apropiado, jefe de la sinagoga tipo nunca va a funcionar. Ni el tipo sacerdotal que desempeña sus funciones, toma su pago, sin preguntas, ni el tipo pastoral de una lengua “pico de oro” que sabe como hacer que el evangelio sea sabroso y aceptable a todos. Todos estos tipos han sido probados y no lo dieron en el blanco. Otro tipo de líder religioso necesita surgir entre nosotros. Él necesita ser el tipo de profeta antiguo, un hombre que ha tenido visiones de Dios y ha escuchado una voz del trono. Cuando él venga (y oro ¡oh! Dios que no haya solamente uno, sino muchos), él se parará en plena contradicción de todo que nuestra civilización considera preciosa. Él contradirá, denunciará y protestará en el nombre de Dios y merecerá el odio y la oposición de un gran segmento de la Cristiandad.
__A. W. Tozer
Jesucristo no es solamente el Salvador, el Mesías, el Profeta, el Sacerdote y el Rey. También, Él es el Revolucionario. Sin embargo, pocos cristianos le conocen como tal. Sin duda, algunos de mis lectores ha luchado con este pensamiento mientras leer este libro: “¿Por qué eres tan negativo respecto a la iglesia moderna, Frank? Jesús no es un criticón. Nuestro Señor no habla de las cosas malas de la iglesia. Enfoquemos en el positivo e ignorar el negativo!”
Tales sentimientos de alto volumen expresan un desconocimiento completo de Cristo como el maestro revolucionario, el profeta radical, el predicador provocativo, el polémico, el iconoclasta y el oponente implacable del establecimiento religioso.
Dado que nuestro Señor no es un criticón ni duro con sus hijos. Él está lleno de misericordia y amabilidad, y Él ama a su pueblo apasionadamente. Sin embargo, es precisamente por esto que Él es celoso en cuanto a su Novia. Y, es por eso que Él no se comprometerá con las tradiciones inquebrantables a las cuales su pueblo ha sido esclavizado. Él tampoco ignorará nuestra devoción fanática a ellas.
Considera la conducta de Nuestro Señor mientras estar en la tierra.
Jesús nunca fue un agitador ni un rebelde rimbombante.• Sin embargo, Él constantemente desafió las tradiciones de las escribas y los fariseos. Él no lo hizo por causalidad, sino con gran deliberación. Los fariseos fueron los que, por la “verdad” que ellos veían, intentaron a extinguir la verdad que ellos no pudieron ver. Esto explica porque siempre hubo una tormenta de controversia entre la “tradición de los ancianos” y los hechos de Jesús.
- Mateo 12:19-20
Alguien dijo una vez que “un rebelde intenta a cambiar el pasado; un revolucionario intenta a cambiar el futuro.” Jesucristo trajo un cambio drástico a este mundo: un cambio al hombre en cuanto a sus ideas de Dios, un cambio de cómo Dios veía al hombre, y un cambio de cómo el hombre veía a las mujeres. Nuestro Señor vino a traer un cambio radical a la moda antigua de las cosas, reponiéndola con un orden nuevo.•• El vino para traer un pacto nuevo, un reino nuevo, un nuevo nacimiento, una raza nueva, una especie nueva, una nueva cultura, y una nueva civilización.
Mientras usted lee los evangelios, fíjese en su Señor, el Revolucionario. Mírele provocar un pánico en los fariseos por ostentar sus convenciones. Muchas veces, Jesús sanó los sábados, plenamente rompiendo su tradición querida. Si Él Señor hubiera querido aplacar sus enemigos, Él habría podido esperar hasta el día domingo o lunes para sanar a algunas de esas personas. En su lugar, Él, deliberadamente, sanó en sábado, dándose cuenta que sus oponentes saldrían lívidos.
Este modelo corre bastante profundo. En un caso, Jesús sanó a un ciego por mezclar el barro con el salivazo y colocarlo en los ojos del hombre. ¡Tal hecho fue un desafío directo en cuanto a la ordenanza judía que prohibía sanidades los sábados por mezclar el barro con la saliva! Sin embargo su Señor, a propósito, rompió esta tradición públicamente y con resolución absoluta. Obsérvelo comer sin lavarse las manos bajo de la mirada crítica de los fariseos, otra vez, a propósito, desafiando su tradición fosilizada.
En Jesús, tenemos un hombre que rehusó a rendirse (doblegarse) a las presiones de la conformidad religiosa. Un hombre que predicó una revolución. Un hombre que no toleraría la hipocresía. Un hombre que no tuvo temor de provocar a los que habían suprimido el evangelio libertador que Él había traído para liberar a los hombres. Un hombre que no le importaba evocar el enojo en sus enemigos, causándoles a prepararse para la lucha.
¿Qué es mi punto? Es esto. Jesucristo vino, no solamente como el Mesías, el Ungido de Dios para liberar a su Pueblo de las ataduras de la caída.
El no vino solamente como el Salvador, pagando una deuda que Él no debía para quitar el pecado de la humanidad.
El no vino solamente como Profeta, consolando a los afligidos y afligiendo a los cómodos.
El no vino solamente como el Sacerdote, representando al hombre ante Dios y representando Dios ante los hombres.
El no vino solamente como Rey, triunfante sobre toda autoridad, principado y poder.
El, también vino como el Revolucionario, rompiendo el viejo odre con la vista de introducir el nuevo. ¡Mire a su Señor, el Revolucionario!
- Estos pasajes arrojan luz sobre la naturaleza revolucionaria de Cristo: Mateo 3:10-12; 10:34-38; Marcos 2:21-22; Lucas 12:49; Juan 2:14-17; 4:21-24.
- En la Mishna dice: “A sanar un hombre ciego en sábado es prohibido a inyectar vino en sus ojos. También es prohibido hacer una mezcla de barro y saliva y untarlo en los ojos” (Shabbat 108:20).
- Según la Mishna, “Uno debe ser disponible a caminar 4 millas al agua para poder lavarse las manos en vez de comer con las manos sucias” (Sotah, 4b)… “El que descuida de lavarse las manos es como él que es un asesino” (Challah, J. 58:3).
Para la mayoría de los cristianos, esto es una nueva vista de Jesús. Por lo tanto, a exponer lo que está mal en la iglesia moderna para que el Cuerpo de Cristo pueda cumplir la intención última de Dios es simplemente una expresión de la naturaleza revolucionaria de nuestro Señor. La meta dominante de esa naturaleza es para ponerle a usted y a mí en el centro del corazón palpitante de Dios. A ponerle a usted y a mí en el centro de su propósito eterno, un propósito por el cual se creó todo.
Lo que se necesita entonces, es una revolución dentro de la fe cristiana. Movimientos de renovación no lo producirán. Avivamientos tampoco. Hemos tenido muchos durante los últimos cincuenta años. (Podría agregar que vienen con un nuevo forro cada cinco años.) Movimientos de renovación y avivamientos nunca han sido suficiente potentes para romper la inmensa inercia de la tradición religiosa. Renovar y inventar nuevas formas para la iglesia es como cambiar la ropa de un maniquí. Haciendo eso nunca le dará vida no importa cuán vanguardia la prenda sea. ¡No, se necesita tirar el hacha a la raíz del problema y se enciende a una revolución!
Lo que se necesita es un trastorno completo de las prácticas cristianas corrientes. Todas las tradiciones que no encuentra tierra en las escrituras necesitan ser abandonados para siempre. Necesitamos empezar de nuevo, desde el principio. Menos que eso sale defectuoso.
Si usted es un discípulo del Revolucionario de Nazaret, el Mesías Radical•• que aplica su hacha a la raíz, usted, eventualmente evocará a una pregunta específica. Es la misma pregunta que los discípulos le hicieron a Jesús mientras Él caminaba sobre la tierra. Esa pregunta es: “Por qué rompen la tradición de los ancianos sus discípulos?”• Pisándole los talones de esa declaración, el próximo capítulo es el más importante de todos.
Un radical de verdad tiene que ser un hombre de raíces. En palabras que yo he empleado en otros lugares, “El revolucionario puede ser un forastero en cuanto a la estructura que él ve colapsando: de cierto, él tiene que verse a sí mismo fuera de ella.
Pero el radical va hasta las raíces de su propia tradición. Tiene que amarla: él tiene que llorar sobre Jerusalén, aún si él pronunciará su juicio.”
__Juan A. T. Robinson
- Vea Reconsiderando el Odre, Capítulo 7 por una discusión del propósito eterno.
- La palabra “radical” se deriva del Latín “radax”, la cual quiere decir “raíz.” Un radical, por lo tanto, es alguien que va al raíz o al origen de algo. Jesucristo fue un radical y un revolucionario. Vea la definición de Juan A. T. Robinson en cuanto a ambos términos al final de este capítulo.
- Mateo 15:2.