Neil T. Anderson Libro Book Cap. 7 Victoria sobre la Oscuridad

Neil T. Anderson Libro Book Cap. 7 Victoria sobre la Oscuridad

NO PUEDES VIVIR MÁS ALLÁ DE LO QUE CREES

Capítulo 7

No puedes vivir más allá de lo que crees

El camino de la fe se asemeja un poco a un juego de golf. Cuando Karl, mi hijo menor, tenía 10 años, le enseñé a jugar este deporte. Le regalé un pequeño equipo de palos para principiantes y lo llevé al campo conmigo. Karl golpeaba la bola y la lanzaba con un poderoso balanceo. Casi siempre hacía volar la pelota por todo el lugar, porque él no sólo podía llegar a 60 ó 70 yardas como mejor marca, su dirección podría estar fuera de los 15 grados o más y la bola aún seguía en la calle.

Cuando creció y adquirió su propio equipo de palos, Karl podía tirar la bola a 150 yardas y aún más lejos. La precisión es aún más importante para los que juegan golf, quienes pueden lanzar una pelota de golf hasta más de 250 yardas del punto de partida. Los mismos 15 grados de desviación que permitían al pequeño Karl dar cortos manejos y quedarse en calle lo enviaron a un manejo más largo, volando sin límites.

Nuestro caminar cristiano es el resultado directo de lo que creemos. Si no hay fe, tampoco habrá camino y si no hay camino, necesitaremos tener buena suerte con lo que creemos. Supongamos que nuestro caminar cristiano comenzó justo 15 grados fuera de nuestros años de adolescencia. Aún estaríamos en la calle de la vida, pero si seguimos viviendo en el mismo camino por muchos años, la vida puede tornarse un poco dura y nos podríamos encontrar fuera del límite. Esta es la crisis clásica de la edad madura. Creíamos entender bien lo que era el éxito, la realización personal y la satisfacción, pero ahora descubrimos que lo que pensábamos sobre la vida en realidad no era verdad. Si persistimos más tiempo en un sistema falso de creencia, nuestro caminar diario de fe será menos satisfactorio y productivo.

Caminar por la fe, simplemente significa que basamos nuestro diario vivir en lo que creemos; en realidad, cuando caminamos por la fe, no podemos no caminar por ella. La gente puede no vivir de acuerdo a lo que profesa, pero siempre vivirá de acuerdo a lo que cree. Si nuestro comportamiento no es el adecuado, necesitaremos corregir lo que creemos, porque el mal comportamiento es el resultado de lo que no creemos. El autor de Hebreos dice: «Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe» (13:7).

Para entender mejor lo que creemos en este momento, tomémonos unos minutos para completar la siguiente Evaluación de la Fe. Sólo hay que evaluarse a uno mismo en cada una de las 8 categorías, encerrando en un círculo el número (del 1 al 5) que mejor representa nuestra realidad. El número 5 es el puntaje más alto.

Completa las 8 preguntas en la forma más consciente y veraz que te sea posible. 

EVALUACIÓN DE LA FE

  1. ¿Cuán exitoso soy? 

Sería más exitoso si… 

  1. ¿Cuán importante soy?

Sería más importante si… 

  1. ¿Soy una persona realizada?

Sería una persona realizada si…

  1. ¿Cuán satisfecho estoy conmigo mismo?

Estaría más satisfecho si… 

  1. ¿Cuán feliz soy?

Sería más feliz si… 

  1. ¿Cuánta diversión tengo?

Tendría más diversión si… 

  1. ¿Cuán seguro me siento?

Me sentiría más seguro si… 

  1. ¿Cuánta paz tengo?

Tendría más paz si… 

 

( evaluar del 1 al 5 las siguientes preguntas, siendo 1 la puntuación más baja y 5 la puntuación más alta )

Cualquier cosa que creamos que es la respuesta a «sería más exitoso si…» «sería más importante si…» etcétera, constituye nuestro actual sistema de creencia. En este momento caminamos por la fe según lo que creemos. Asumiendo que nuestras necesidades físicas (comida, abrigo, seguridad, etcétera) están satisfechas, seremos motivados a vivir con éxito, importancia, realización, satisfacción, felicidad, diversión y paz en nuestra vida. 

Y eso está perfectamente bien, porque Dios no nos ha llamado a ser personas inseguras, insignificantes, no realizadas. Las elecciones hechas en la Evaluación de la Fe, pueden no tener la misma definición que Dios tiene para las ocho características de vida, en consecuencia, el andar por la fe no nos estaría dando los resultados esperados.

SENTIMIENTOS, LAS BANDERAS ROJAS DE ADVERTENCIA DE DIOS

Desde el nacimiento, hemos desarrollado en nuestras mentes medios para experimentar los ocho puntos anteriormente mencionados y, también para alcanzar otras metas en la vida Consciente o inconscientemente, continuamos formulando y ajustando planes para alcanzar estos objetivos.

Algunas veces, nuestros bien intencionados planes y nobles metas, no están en completa armonía con el plan de Dios para nosotros.¿Cómo puedo saber si lo que creo es lo correcto? Puede ser que nos preguntemos, ¿deberé llegar a los 45 años y atravesar por la crisis de la edad madura, para descubrir que lo que yo creía no estaba bien?

No lo creo, porque Dios nos ha diseñado de tal manera que podamos saber minuto a minuto si nuestro sistema de creencia sigue realmente la verdad de Dios. El Señor estableció un sistema de retroalimentación, diseñado para que prestemos atención y examinemos la validez de nuestras metas y creencias. Si experimentamos situaciones que nos dejan un sentimiento de ira, ansiedad y angustia, las señales emocionales nos alertan que estamos siguiendo una meta errada, basados en una creencia equivocada.

Ira, señal que obstruye nuestras metas

Cuando una situación o proyecto nos irrita, es, por lo general, que algo o alguien está obstruyendo nuestros planes. Algo o alguien nos impide conseguir lo que buscamos. ¿Cómo nos sentimos cuando un embotellamiento nos impide llegar a una importante reunión a tiempo?

Supongamos que una esposa y madre dice: «Mi meta en la vida es tener una familia cristiana llena de amor, armonía y felicidad» ¿Quién podría obstruir esta meta? Cada integrante de su familia podrá – no sólo pueden, sino que lo harán, ya que su meta se verá quebrantada y alterada cada vez que su esposo o hijos fallen en la imagen que ella tiene de una familia armoniosa. Entonces, ella podría transformarse en una mujer siempre airada y controladora, o sino, en una pobre víctima de las circunstancias de la vida. Cualquiera de estas dos opciones la alejarán de los demás integrantes de la familia.

Qué tal si un pastor dijera: «Mi meta es llevar a esta congregación hacia Cristo». Esta es una noble meta, un deseo maravilloso. Pero si siente que él sólo vale la pena si logra su meta y que así alcanzaría el éxito como pastor, todo estaría dependiendo de que alcance su objetivo. Entonces, terminaría experimentando una tremenda confusión emocional, ya que cada uno de los miembros de la congregación podría obstruir su meta. Los pastores que creen que su éxito depende de otros, terminarán discutiendo con su congregación, intentarán controlar a sus miembros, etcétera, al final, hasta podrían renunciar al cargo.

‘Todo lo que no proviene de fe, es pecado» (Romanos 14:23). Así, un arrebato de furia debería hacer que nos examinásemos internamente, examinar lo que creemos y las metas mentales que nos hemos propuesto para lograr dichas creencias. 

Mi hija Heidi me ayudó con esto. Un día domingo por la mañana, yo trataba que mi familia saliera de casa para dirigirnos a la iglesia, después de esperar durante varios minutos en el auto, volví a entrar y grité furioso: «¡Deberíamos habernos ido a la iglesia hace ya 15 minutos!» Hubo un gran silencio, luego la suave voz de Heidi flotó alrededor de la habitación, diciendo: «¿Qué pasa papá, estoy interrumpiendo tu meta?» Es esta la pregunta exacta que necesitamos oír antes de predicar. 

Ansiedad, señal de una meta incierta

Cuando nos sentimos ansiosos con relación a algo o alguien, posiblemente quiere decir que estamos abrigando una meta incierta. Esperamos que algo pase, pero no tenemos garantía de que esto suceda, ya que podemos controlar sólo algunos factores de la situación, pero no la totalidad de ellos.

Por ejemplo, una joven cree que su felicidad en el colegio depende de que sus padres le permitan asistir a la escuela de danza. Sin saber la respuesta de ellos, la joven estará ansiosa. Si la respuesta es negativa, se sentirá enojada, porque su meta fue obstruida. Y si en el fondo, ella sabe que no le darán permiso, se sentirá frustrada por no lograr su meta.

Depresión, señal de una meta imposible

Cuando basamos nuestro futuro éxito en algo que nunca sucederá, tendremos una meta imposible y sin esperanza. La depresión indica que nunca alcanzaremos nuestra meta, sin importar cuán espiritual o noble sea. Podríamos estar deprimidos a raíz de una causa física, pero si la causa no existe, la depresión estará arraigada en un sentimiento de desesperanza y desamparo.

Me encontraba en una conferencia en una iglesia, hablando acerca de la depresión, cuando al terminar, una mujer nos invitó a mi esposa y mí a cenar en su casa con su familia. Ella era cristiana desde hacía 20 años, pero su marido no lo era y, al llegar a la casa, me di cuenta que la mujer me había invitado por una razón premeditada: ganar a su marido para Cristo. 

También descubrí que ella sufría de una profunda depresión desde hacía muchos años y su doctor insistía en decir que era endógena [interna] y ella estaba firmemente de acuerdo. Yo creía, sin embargo, que su enfermedad radicaba en que ella abrigaba una meta imposible. Durante 20 años, ella había basado su éxito como cristiana en ganar a su esposo y a sus hijos para Cristo. Oraba por ellos, les daba testimonio e invitaba a predicadores a cenar en su casa. Ya lo había dicho y hecho todo, pero no obtenía ningún resultado. Por lo vano de sus esfuerzos, su fe decayó y su esperanza se debilitó, y se fortaleció su depresión.

Disfrutamos de una agradable cena y sostuve una interesante conversación con su esposo, un hombre correcto que proveía a la familia con todo lo necesario para satisfacer sus necesidades físicas. Él, simplemente, no veía la necesidad de Dios en su vida. Por mi parte, le di mi testimonio y traté de ser un positivo ejemplo de cristiano. La última vez que vi a su esposa, ella se aferraba a la última y pequeña esperanza que le iba quedando.

Su depresión había afectado su actitud en el hogar, y su testimonio hacia el marido sólo se debilitaba. Más tarde, todo esto se tradujo en la eliminación de su meta.

Por supuesto que desearíamos que la gente que amamos estuviera en Cristo y oramos y trabajamos con ese fin. Pero si basamos la validez de una amistad, el hecho de ser padres o de ser hijos, en la salvación de los que amamos, debemos darnos cuenta que esta meta puede ir más allá de nuestras habilidades o de nuestro derecho a controlar a los demás.

LA DEPRESIÓN ES UNA SEÑAL DE QUE ESTAMOS LUCHANDO, EN FORMA DESESPERADA, POR UNA META IMPOSIBLE O CASI IMPOSIBLE DE ALCANZAR Y, ESA NO ES UNA META SALUDABLE.

Dar testimonio es compartir nuestra fe en el poder del Espíritu Santo, luego debemos dejar él resultado final a Dios, porque nosotros mismos no podemos salvar a nadie. Generalmente, la depresión es una señal de que estamos luchando, en forma desesperada, por una meta imposible o casi imposible de alcanzar y, esa no es una meta saludable.

Otras veces, la depresión se debe a un falso conocimiento de Dios.

David escribe: «¿Hasta cuándo Jehová? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí? … ¿Hasta cuándo será enaltecido mi enemigo sobre mí? (Salmo 13:1,2). ¿Era verdad que Dios se había olvidado de David? En realidad, ¿se estaba escondiendo de él? Por supuesto que no, David tenía un mal concepto de Dios al pensar que lo había abandonado a sus enemigos. Debido a este mal concepto, abrigaba una meta imposible: la victoria sobre sus enemigos sin la ayuda de Dios. ¡Era natural que se sintiera deprimido!

Lo asombroso de la situación de David es que no quedó deprimido. Evaluó su estado y se dio cuenta: que, soy hijo de Dios y me voy a centrar en lo que conozco de Él y no en mis sentimientos negativos. Luego, en lo más profundo de su depresión, escribe: «Mas yo en tu misericordia he confiado; mi corazón se alegrará en tu salvación» (Salmo 13:5). Entonces, decidió expresar su meta en forma positiva: «Cantaré a Jehová, porque me ha hecho bien» (v. 6). David cambió por completo su depresión y falso concepto, y así volvió a la verdadera fuente de su esperanza.

Con Dios todo es posible, es el Dios de toda esperanza, debemos volvernos a Él cuando nos sintamos mal, como David lo hizo: «¿Por qué te abates, oh alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío» (Salmo 43:5).

Respuestas equivocadas para lo que bloquea nuestras metas

Si nuestras metas pueden ser bloqueadas o inciertas, ¿cómo respondemos ante algo o alguien que amenaza nuestro éxito? Podemos tratar de controlar o manipular a la gente o las situaciones que están entre nosotros y nuestras metas.

Por ejemplo, el objetivo de un pastor es tener un ministro para la juventud en su congregación y un miembro trata de obstruir esta meta, argumentando que sería más importante tener un ministerio musical. 

Cada paso que el pastor dé para tratar de contratar a un pastor para la juventud, es vedado por el miembro influyente, quien prefiere contratar un director de música primero. Están en juego la autoestima y el éxito del pastor, entonces trata de sacar del camino la obstrucción y ejerce presión sobre otros miembros, solicita el apoyo de los líderes, predica sobre la importancia de un ministerio juvenil, intenta ganar el apoyo de la congregación, busca métodos para hacer cambiar de opinión a su opositor, o de quitarlo del comité directivo. Todo esto lo hace porque está convencido de que el éxito en su ministerio depende de alcanzar la meta de contar con un ministro para la juventud.

Supongamos que una madre cree que el valor de ella misma depende de cuán bien se comporten sus hijos. Su meta es criar a pequeños cristianos que llegarán a ser doctores y abogados. Pero cuando sus hijos llegan a los 10 años y comienzan a expresar su independencia, su comportamiento no siempre va de acuerdo al ideal de su madre. Ella va directamente a un choque entre ellos mismos, porque los hijos quieren su libertad y ella quiere controlarlos. Ella debe controlar el comportamiento de los niños, porque cree que su éxito como madre depende de ello. Si no hacen lo que ella manda, no pueden salir a ninguna parte, si no escuchan la música que ella quiere que escuchen, perderán el privilegio de contar con una radio y un televisor. La madre nunca escuchó que la paternidad es un proceso de dejar ir a los 18 años y que el fruto del espíritu es dominio propio, no el dominio de los hijos.

No es difícil comprender porqué la gente quiere controlar a los demás. Creen que su valor depende de los demás o de ciertas circunstancias. Este es un pensamiento equivocado, que se refleja en el hecho que las personas más inseguras son las que siempre quieren controlar y manipular.

Las personas que no pueden controlar a los que frustran sus metas, probablemente, terminarán enojadas, resentidas y amargadas. O también, pueden resultar con un complejo de mártir, como el que presencié en la esposa del hombre que no quería

recibir a Cristo. Ella no había tenido éxito en llevarlo al Reino de Dios, y su fe y esperanza se marchitaron, hasta terminar en depresión. Entonces, se resignó a llevar su cruz de una meta imposible y a aguantar hasta el arrebatamiento. A menos que ajuste sus metas, vivirá el resto de su vida bajo una amarga depresión.

¿CÓMO PUEDO CONVERTIR MIS METAS EQUIVOCADAS EN METAS CORRECTAS?

Formularé una pregunta de fe: si Dios quiere que hagamos algo, ¿podríamos hacerlo? Si Dios tiene una meta para nuestras vidas, esta meta ¿podría ser bloqueada, incierta o imposible?

En lo personal, creo que ninguna meta que Dios tenga para mi vida es imposible o incierta ni tampoco podría ser obstruida. No puedo imaginar a Dios diciendo: »Te llamé a existencia, te hice mi hijo y tengo algo para que hagas. Sé que no podrás hacerlo, pero haz el mejor intento» ¡Eso es ridículo! Sería como decirle a un hijo: «Quiero que cortes el césped, pero, desafortunadamente, el césped está cubierto de piedras, la cortadora no funciona y no tiene combustible. Pero haz tu mejor intento» Cuando una figura autoritaria dicta una orden que no puede ser obedecida, la autoridad de este líder, se desgasta en la mente del subordinado.

Dios tenía una asombrosa meta para una joven mujer llamada María. Un ángel le dijo que, aún virgen, daría a luz a un hijo y que éste niño sería el Salvador del mundo. Cuando ella preguntó que cómo podría ser posible todo esto, el ángel respondió «porque nada hay imposible para Dios» (Lucas 1:37).

No deberíamos asignar a nuestros hijos tareas que no puedan cumplir, así como Dios tampoco tiene metas que no podamos lograr. Sus metas son ciertas y alcanzables. Debemos entender los planes que Dios nos tiene y, luego decir con María: «He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a su palabra» (v. 38).

Metas versus deseos

Para vivir con éxito, debemos saber distinguir entre una meta piadosa y un deseo piadoso, ya que esto podría significar la diferencia entre éxito y fracaso, paz interior o angustia interior para un cristiano.

Una meta piadosa es una tendencia específica que refleja el propósito de Dios para tu vida, la que no depende de otras personas, circunstancias o más allá de tu capacidad o derecho de control. ¿A quién tienes el talento y el derecho de controlar? En la práctica a nadie, excepto a ti mismo. La única persona que puede obstruir una meta piadosa, hacerla incierta o imposible, eres tú mismo. Pero si adoptas la actitud de cooperación ante la meta de Dios, como hizo María, podrás alcanzar fácilmente dicha meta.

Un deseo piadoso es el resultado específico que depende de la cooperación de otras personas, el éxito de hechos o circunstancias favorables que no tienes el derecho ni la capacidad de controlar.

No puedes basar tu autoestima o éxito en lo que deseas, no importa cuán nobles sean tus deseos, ya que no puedes controlar su realización. Algunos de nuestros deseos serán bloqueados, quedarán en la incertidumbre o serán imposibles. Debemos encararlo, la vida no siempre va por el camino que queremos y, algunos de nuestros deseos jamás los veremos cumplidos.

Lucharemos contra la ira, la ansiedad y la depresión cuando abriguemos un deseo que queremos que sea meta en nuestras mentes. Cuando un deseo no se cumple, sólo nos sentimos decepcionados. La vida está llena de decepciones y todos debemos aprender a vivir con ellas. Pero de todas maneras, tratar con la desazón de un deseo no cumplido es mucho más fácil, que lidiar con la ansiedad, la ira y la depresión de metas basadas en creencias equivocadas.

¿Dios hace alguna diferencia entre meta y deseo? Yo creo que sí: «Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y viviréis» (Ezequiel 18:32). El deseo de Dios es que todos se arrepientan y vivan, pero no todos lo harán.

Juan escribe: «Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis» (1 Juan 2:1). Ciertamente, la integridad, soberanía y éxito de Dios no dependen de si pecamos o no. Dios no tiene metas obstruidas. Su deseo es que todos nos arrepintamos, pero no todos podrán.

Entonces, ¿Dios tiene alguna meta genuina –de resultados específicos que no puedan ser bloqueados? ¡Alabado sea Dios, sí! Por ejemplo, Jesucristo volverá a llevarnos a nuestro hogar en el cielo, con Él para siempre -eso sucederá, Satanás será arrojado al abismo por toda la eternidad- podemos contar con ello, las re- compensas serán distribuidas a los santos por su lealtad – sólo esperemos. Estos no son deseos que puedan ser desbaratados por la inconstante naturaleza de una humanidad caída. Lo que Dios resuelve hacer, lo hará.

Cuando alineamos nuestras metas con las metas de Dios y nuestros deseos con los de Dios, ahorraremos en nuestra vida varios momentos de ira, ansiedad y depresión. La dueña de casa que quiera tener una familia feliz y armoniosa, expresa un deseo piadoso, pero no puede tener garantía de que esto suceda. Su meta es llegar a ser la esposa y madre que Dios quiere que sea, y la única que puede obstaculizar esta meta para su vida, es ella misma.

Ella podría objetar:»¿Pero y si mi marido llega a la crisis de la edad madura o mis hijos se rebelan?» Esta clase de problemas no afectan la meta de ser la esposa y madre que Dios la llamó a ser. Estos problemas, de seguro, que van a poner a prueba su fe. Las dificultades deberían animarla más en su cometido. Si su esposo necesitara alguna vez una esposa piadosa; si sus hijos una madre piadosa, es en tiempos de dificultades. Los problemas de la familia, refinan su meta de llegar a ser la mujer que Dios quiere que ella sea.

El pastor que basa su éxito y autoestima en la meta de ganar a su congregación para Cristo, teniendo al mejor ministro de la juventud o aumentando el presupuesto para misiones en un cin- cuenta por ciento, va directamente hacia un abismo. Estos son deseos valiosos, pero no se puede adjudicar a sí mismo un éxito o un fracaso, basado en si logra o no su objetivo. La meta de ser pastor debe ser: Llegar a ser el pastor que Dios le llama a ser; así ningún miembro de la congregación podrá obstruir esta meta.

LA META ES LLEGAR A SER LO QUE DIOS TE LLAMA A SER

Ya debería ser obvio que el objetivo básico de Dios para tu vida, tiene el siguiente desarrollo: llegar a ser lo que Dios quiere que seas. La santificación es la meta de Dios para tu vida (1 Tesalonicenses 4:3). Nada ni nadie en este planeta Tierra puede alejarte de lo que Dios te llama a ser. Ciertamente, una gran cantidad de distracciones, diversiones, frustraciones, tribulaciones, tentaciones y traumas, llegan a nuestra vida a interrumpir el proceso. Todos los días tendrás lucha contra el mundo, la carne y el diablo; los que se oponen a tu éxito de ser una persona de Dios. 

Pablo nos enseña que los problemas que enfrentamos significan un logro en nuestra meta suprema de madurez: «y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado» (Romanos 5:3,5).

Santiago nos dice algo similar: «Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna» (Santiago 1:2,4). 

La palabra «gloriarse» significa un aumento de la alegría, y estar en tribulación es estar bajo presión. El resultado de la paciencia, a través de la tribulación, es prueba, que es la meta de Dios para nosotros. 

Supongamos que una esposa cristiana pide ayuda porque su marido la abandonó. ¿Qué clase de esperanza le darías? ¿Podrías decir: «No te preocupes, lo traeremos de vuelta»? Este puede ser un deseo legítimo, pero es la meta incorrecta, que nos llevaría a controlar y a manipular. Manipularlo para traerlo de vuelta sería controlar su comportamiento, y esto podría haber sido la causa de su primera partida.

Sería mejor decir: ‘Te ayudaremos a soportar el problema (paciencia) para que así llegues a ser la persona que Dios quiere que seas (prueba de carácter). Si no has sido la esposa y madre que Dios te llamó a ser, ¿lo serás ahora? Porque no puedes hacer cambiar a tu esposo, pero tú sí puedes cambiar, y esta es la mejor manera de traerlo de vuelta. Incluso, si no vuelve, pasarás por esta crisis con un carácter de prueba y es ahí donde descansa tu esperanza».

LOS PROBLEMAS Y TRIBULACIONES NOS REVELAN UNA META EQUIVOCADA, PERO TAMBIÉN PODRÍAN SER EL CATALIZADOR PARA ALCANZAR LA META DE DIOS PARA NUESTRA VIDA, QUE ES NUESTRA SANTIFICACIÓN.

Con toda razón, ella podría preguntar: «¿Qué pasa si el 90% de culpabilidad es de él?» En este caso, ella no tendría ningún control, pero al comprometerse a cambiar, es ella quien puede controlar la situación y su transformación debe ser la motivación para que su esposo tenga para cambiar él mismo y, así restaurar la relación.

Los problemas y tribulaciones nos revelan una meta equivocada, pero también podrían ser el catalizador para alcanzar la meta de Dios para nuestra vida, que es nuestra santificación –el proceso de llegar a ser conforme a su imagen. Durante los tiempos de presión, nuestras emociones elevan sus banderas de alerta, señalando obstrucción, incertidumbre o imposibilidad en nuestras metas, basadas en nuestros propios deseos, en vez de basarse en las metas del carácter probado de Dios.

Alguien podría decir: «Mi matrimonio no tiene solución» y luego «resolver» el problema, cambiando de pareja. Si creemos que nuestro primer matrimonio no tiene esperanza, estemos alerta, porque el segundo tiene más probabilidades de fracasar que el primero.

Otros creen que en sus trabajos o iglesias tienen demasiados problemas, entonces cambian de trabajo o de iglesia, sólo para descubrir que en el nuevo lugar tampoco hay esperanzas. Deberían haberse quedado, enfrentarlo y crecer. Obvio que hay momentos válidos para cambiar de trabajo o de iglesia, pero si sólo corremos de un lado a otro, lo único que hacemos es escapar de nuestra propia inmadurez, pero ésta nos seguirá dondequiera que vayamos. 

¿Existe alguna manera más fácil de ser un hombre de Dios, sin pasar por una tribulación duradera? Créanme: He buscado aunque sea una. Debo ser honesto y decir que han sido los momentos oscuros y difíciles los que me han llevado hasta dónde estoy ahora. A veces necesitamos una experiencia cumbre, pero la tierra fértil de crecimiento está siempre en el valle de la tribulación, no en las Cimas.

Pablo dice: «Pues el propósito de este mandamiento es el amor» (1 Timoteo 1:5). Noten que si hacemos de esto nuestra vida, el fruto del Espíritu es amor, felicidad (en vez de depresión), paz (en vez de cólera). El siguiente poema de autor desconocido, expresa muy bien el mensaje de este capítulo:

«Decepciones –Sus opciones», 

Cambio unas letras, entonces veo 

Que la frustración de mi propósito 

es la mejor elección de Dios para mí. 

Su designio debe ser bendición, 

Aunque disfrazadas puedan venir, 

Hasta el fin y desde el principio 

Se haya abierto a su sabiduría.

«Decepciones –Sus opciones»,

Él no retendrá ningún bien,

Desde rechazos que solemos recoger,

Tesoros de su inefable amor.

Bien sabe que cada propósito frustrado

Lleva a una confianza más profunda, más plena, y que el final del proceso

Vemos que nuestro Dios es sabio y justo.

«Decepciones –Sus opciones» 

Señor, tómame, así, tal cual,

Como barro en manos de alfarero 

Completamente rendido a tu toque. 

El plan de mi vida tú moldeas

No hay una sola decisión mía; 

Permíteme responder, sin lamento: 

«Padre, no mi voluntad, sino la tuya».