Watchman Nee Libro Book cap.5 La fe cristiana normal
CRISTO CONTRA LAS DOCTRINAS
SECCIÓN DOS
CRISTO Y EL CRISTIANISMO
CAPÍTULO CINCO
CRISTO CONTRA LAS DOCTRINAS
Nuestra fe cristiana está basada en la revelación de Dios. Es diferente de todas las otras religiones en las cuales se meten a meditar, hacer conjeturas y escudriñar. Creemos que la Biblia es la revelación de Dios a nosotros. En otras palabras, es Su palabra hablada a nosotros. También creemos que Dios ha llegado a ser un hombre, quien es el mismo Jesús de Nazaret. Dios, la Biblia y Jesucristo constituyen el fundamento de nuestra fe.
LA POSICIÓN DE CRISTO
Empecemos por examinar la posición que Cristo ocupa en nuestra fe, o mejor dicho, en el cristianismo, el cual ha sido alterado, y no es ahora lo que debe ser. Por el momento no hablaremos de lo que el cristianismo debe ser. Más bien, haremos una comparación entre el cristianismo y otras religiones para que podamos ver que es distintivo de nuestra fe. No trataremos, a propósito, de exaltar el cristianismo y de degradar a otras religiones. Sólo haremos una comparación objetiva entre ellas.
Primero, consideremos el confucianismo. En realidad, los seguidores de Confucio nunca afirman formalmente que lo que ellos tienen es una religión. El confucianismo simplemente ejerce una gran influencia en la cultura china, la educación, la ética, y la filosofía. Sin embargo, una cosa es cierta: las enseñanzas y doctrinas de Confucio son de primera importancia, mientras que la persona de Confucio no es tan importante. No quiero decir que el confucianismo no tiene interés por Confucio. Ese hombre en verdad fue una persona extraordinaria. Sin embargo, para poder ser parte del confucianismo, uno solamente necesita entender las doctrinas de Confucio, vivir por sus enseñanzas y estar totalmente familiarizado con sus libros. No importa si uno entiende al hombre Confucio o no. Los principios, doctrinas y enseñanzas de Confucio son la esencia de la religión.
LAS DOCTRINAS DEL BUDISMO
Consideremos ahora el budismo. El fundador del budismo fue Sakya Muni. En una ocasión él predicó a sus discípulos acerca de las personas malvadas que después de la muerte se han reencarnado a través de la Rueda del Renacimiento. Esto es algo que atrae la atención del hombre. Pero en todo el budismo, el énfasis principal cae en las doctrinas y teorías. En cuanto a la persona de Sakya Muni, aunque tiene una historia y una biografía, son como un paréntesis, ya que no forman el punto principal del budismo. El centro de esta religión no es el hombre Sakya Muni. El que haya habido tal persona no es importante para el budismo de ahora. Todo lo que se necesita son las doctrinas y las enseñanzas.
FUNDADORES QUE SOLAMENTE DEJARON SUS DOCTRINAS
Otras religiones tales como el taoísmo y el mahometismo tienen el mismo principio. Después de que cada fundador estableció una religión y dejó sus enseñanzas, doctrinas y regulaciones como el contenido de su religión, el mismo fundador se separó de la religión y tuvo muy poco que ver con ella.
EL CRISTIANISMO EDIFICADO SOBRE CRISTO
Nuestra fe es totalmente diferente. Desde su principio, el cristianismo es edificado sobre el hombre Cristo. No es edificado sobre las doctrinas y enseñanzas de Cristo. Es asombroso que cuando abrimos la Biblia, no encontramos muchos capítulos de doctrinas. No hay muchos pasajes en los cuales son expuestos asuntos puramente doctrinales, y la gente no tiene mucho interés en eso. Lo que realmente nos interesa es el hombre mismo y qué clase de persona es El. Todos aquellos que han leído la Biblia saben que las enseñanzas de Jesús de Nazaret no son extraordinariamente voluminosas. Su persona es lo que nos atrae. Solamente El es el fundamento de nuestra fe.
La palabra Cristo viene del griego y significa el Ungido. Según los chinos, cuando un hombre empieza un trabajo, se le da una carta de recomendación. El equivalente entre los judíos es ungimiento. Cuando Dios llama a una persona para trabajar, El vierte aceite sobre la persona como un sello de comisión. Cristo es el mismo Dios que fue apartado para venir a la tierra a ser un hombre para la manifestación de Dios, a fin de que el hombre pudiese conocer a Dios. Cristo es el Ungido. El está comisionado para tal tarea.
CRISTO DEMANDA A OTROS A CREER EN EL
Debido a esta distinción básica, Cristo es diferente a todos los fundadores de otras religiones. En una ocasión El preguntó a Sus discípulos: “Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo?”. Repetidas veces El exigió que Sus discípulos creyesen en El. El dijo que el que cree en el Hijo tiene vida eterna. De nuevo El dijo: “El que ama a padre o madre más que a Mí, no es digno de Mí” (Mt. 10:37). Si el hombre no ama de esta manera, no es digno de ser Su discípulo. Palabras como éstas han sido expresadas solamente por El. Ningún líder religioso ha dicho cosa semejante. Confucio nunca le dijo a Yen-Weh o Tze-lu: “Cree en mí”, ni tampoco dijo: “Amame”. Ni tampoco los otros líderes, tales como Sakya Muni o Mahoma, exigieron que sus discípulos tuvieran fe. Lo único que se necesita para ser sus discípulos es creer en sus doctrinas.
EL ASUNTO IMPORTANTE ES QUIEN ES JESUS
Así que, la verdadera fe cristiana está basada en una persona. Está edificada sobre Cristo y no sobre algunas doctrinas. El punto principal de la verdadera fe cristiana es un asunto de ¡quién es Jesús! ¿Es El simplemente un judío? ¿Es El solamente un profeta? O, ¿es Jesús el Hijo del Dios viviente? Depende de quién es Jesús de Nazaret. La diferencia entre un cristiano auténtico y uno falso no consiste en el conocimiento de las doctrinas de Cristo. Más bien, ¡consiste en el conocimiento de quién es Jesús!
LA RESPUESTA ESTA EN LA BIBLIA
¿Quién es este hombre de Nazaret? Ya que ésta es una pregunta crucial relacionada con nuestra fe, necesitamos encontrar la respuesta en la Biblia. Pondremos especial atención al Evangelio de Juan y descubriremos que Cristo mismo es el centro de la Biblia y el enfoque de todo el cristianismo.
Antes de que veamos el Evangelio de Juan, necesitamos dar una mirada al trasfondo del libro. Antes de la venida de Cristo, Dios envió a un precursor para que preparase el camino para Cristo a fin de que los hombres estuvieran disponibles a reconocer a Cristo. Este precursor fue Juan el Bautista. Por su predicación con poder, mucha gente fue convencida y como resultado, muchos pensaron que él era el Cristo que había de venir.
Mas Juan 1:8 dice: “No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz”. La luz representa a Cristo. El es llamado la luz porque la luz revela y manifiesta. Juan no era el Cristo. El solamente daba testimonio de Cristo.
En cuanto a esta luz, el versículo 9 dice: “Aquél era la luz verdadera, que, con Su venida al mundo, ilumina a todo hombre”. En este mundo obscuro, si una persona tiene a Cristo, conocerá todo acerca de Dios. Cuando esta luz brilla, el hombre dirá: “Aquí está Dios”. Ellos reconocerán la luz como Dios.
Hasta el versículo 9, aún no sabemos quién es esta luz. Leamos ahora desde el versículo 10 hasta el 15. “En el mundo estaba, y por medio de El llegó a existir el mundo; pero el mundo no le conoció. A lo Suyo vino, y los Suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en Su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. Y el Verbo se hizo carne, y fijó tabernáculo entre nosotros (y contemplamos Su gloria, gloria como del Unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. Juan dio testimonio de El, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, se ha puesto delante de mí; porque era primero que yo”. Después de leer los versículos mencionados, ¿se han dado cuenta que todo lo que está registrado aquí son hechos reales, en vez de muchas doctrinas?
JESUS ES
¿Qué dijo Juan el Bautista acerca de Cristo? El dijo: “El … es … después de mí”. Y sin embargo El que era después de Juan se pondría delante de él. Esto es porque en primer lugar, Cristo se puso delante de él. Este es el principio del testimonio de Juan el Bautista.
Juan 1:27 dice: “Este es el que viene después de mí, a quien yo no soy digno de desatar la correa de Sus sandalias”. La predicación de Juan es el principio de nuestra fe. El vino solamente para decirles a otros quién era Jesús de Nazaret. No sólo era Cristo antes que Juan, El era tanto más grande que Juan que éste no era digno de desatar la correa de Sus sandalias ni de ser Su esclavo.
Juan 1:29 dice: “El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: ¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!”.
El versículo 30 dice: “Este es Aquel de quien yo dije: Después de mí viene un varón, el cual se ha puesto delante de mí; porque era primero que yo”. Cuando Juan presentó a Jesús, dijo: “¡Este es Aquel!” (v. 30). ¡El evangelio empieza mostrándonos quién es Jesús!
LA DOCTRINA DE LA REGENERACIÓN
Esta es la palabra del precursor. Pero ¿qué acerca de Cristo? ¿Qué es lo que El dijo? Admitimos que en la Biblia hay algunas doctrinas básicas. Por ejemplo, la regeneración es una de las verdades básicas. El budismo y el mahometismo también hablan acerca de la regeneración. Ellos enseñan que todo lo pasado es considerado como muerto de ayer, y que todo lo de hoy en adelante es nacido hoy. Pero, ¿qué es lo que Jesús dijo acerca de la regeneración? Veamos lo registrado en Juan 3.
“Ahora bien, había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche” (vs. 1-2a).
Nicodemo era un gobernante. El también era una persona estudiada y mayor de edad. El vino a Jesús a discutir algunos problemas con El, y Jesús habló acerca de la regeneración.
“De cierto, de cierto te digo: Si uno no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (v. 3).
Jesús le mostró a Nicodemo el asunto de la regeneración, diciéndole que él necesitaba nacer de nuevo. Después de que Nicodemo oyó esto, el quedó confundido. Se preguntaba cómo un hombre siendo viejo podía nacer de nuevo. ¿Significaba eso que necesitaba entrar en el vientre de su madre y nacer otra vez? Jesús le contestó que esto no es un nacimiento de la carne, sino un nacimiento del espíritu. Si un hombre no es nacido del Espíritu, aun si volviese a entrar en el vientre de su madre de nuevo, la carne seguiría engendrando la carne. Sólo el Espíritu engendra el espíritu. Aquí usted puede ver que aun en un asunto tan básico y fundamental, Jesús no expuso mucha doctrina. Solamente mencionó un hecho muy simple —la necesidad de nacer de nuevo.
REGENERACIÓN ES SIMPLEMENTE CREER
Con razón Nicodemo preguntó: “¿Cómo puede hacerse esto?”. Jesús le dijo que éste no era un asunto terrenal sino algo celestial. Esta es la razón por la cual él no podía creer. ¿Cómo puede un hombre nacer de nuevo? “Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en El cree, tenga vida eterna. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en El cree, no perezca, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a Su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por medio de El. El que en El cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios” (vs. 13-18). ¿Usted ha visto esto? ¡Esto es regeneración!
Jesús estaba diciendo que la regeneración no es una doctrina, sino que significa creer en El. Nacer de nuevo es creer en El. Si un hombre no cree en El, no puede ser regenerado. Después de haber dicho tanto, todo nos lleva de nuevo a “El”.
¿Cuál es nuestro concepto acerca de la regeneración? Nosotros pensamos que si una persona era un ladrón ayer y regresa hoy lo robado, eso es regeneración. O, que si alguien pensó en tener una amante ayer y se arrepiente hoy, que esto es regeneración. Nosotros pensamos que tan pronto como dejemos de hacer cualquier cosa mal del pasado, y la consideremos como muerta, y nos esforcemos de aquí en adelante por portarnos mejor, nacemos de nuevo. Pero éste es el concepto del hombre. Esta no es la regeneración que Cristo da.
El camino de Jesús depende en si cree en El o no. ¡El que cree en El tiene vida eterna! Dios dio a Su unigénito Hijo para que todo aquel que cree en El no perezca, mas tenga vida eterna. El que cree no es condenado, pero el que no cree ya es condenado. Esto no es una doctrina. Esto es un asunto de la persona. Es una relación entre El y el hombre.
SATISFACCION VERSUS CONTENTAMIENTO
Aparte de la regeneración, hay otro asunto crucial, el cual llamamos satisfacción cristiana. Un cristiano auténtico siente que sus esperanzas se han llevado a cabo, sus aspiraciones han sido alcanzadas; él no tiene necesidades; está absolutamente satisfecho. Pero esta satisfacción es muy diferente del contentamiento del cual la gente habla comúnmente. El contentamiento consiste en ver las cosas en una manera optimista, significa dejar que las cosas vengan y ocurran sin insistir en nada. Tal vez no haya mucha posición o riquezas, o no haya mucho honor o renombre, pero mientras uno pueda vivir en paz y que no nos molesten, ¡esto es suficiente! Esto es contentamiento. Pero esto no es satisfacción. Cuando una persona está satisfecha, siente que el tiene lo que quiere y no desea nada más.
EL QUE BEBA DE ESTA AGUA VOLVERÁ A TENER SED
En Juan 4 hay un registro excelente. ¿Qué fue lo que dijo Jesús a la mujer samaritana? “Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed” (v. 13). Si desea gloria terrenal, renombre, posición, riqueza, etc., nunca estará satisfecho. Cuando tenga diez mil dólares, deseará tener cien mil, y cuando haya adquirido cien mil, empezará a soñar con un millón. Nunca habrá satisfacción. El que beba de esta agua volverá a tener sed.
¿Cómo saciamos esta sed? El Señor Jesús dijo: “mas el que beba del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás” (v. 14). Un hecho asombroso es que ni Confucio ni ningún otro líder religioso dijo alguna vez tal cosa. Las enseñanzas de Confucio y de Mencius solamente dicen de que esté contento y que viva en su pobreza. La persona de ellos no tiene nada que ver con su contentamiento. Sin embargo, la persona de Jesús tiene mucho que ver con saciar la sed.
Naturalmente la mujer deseaba tomar de esta agua que saciaba la sed. Cuando ella preguntó a Jesús acerca de esta agua, “Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le habrías pedido, y El te habría dado agua viva” (v. 10).
¿Estaba Jesús predicando una doctrina? No, no había doctrina alguna. La única cosa que El hizo fue señalarse a Sí mismo, como si estuviera diciendo: “Si conocieras quien es El, le pedirías inmediatamente, y El te daría del agua viva, para que ya no tengas sed”. ¿Ha visto esto? La pregunta es quién es Jesús de Nazaret.
La mujer samaritana no era una mujer decente. El hecho de que ella hubiese tenido seis maridos mostraba qué clase de mujer era. Ella debe de haber estado insatisfecha con uno y con otro. Un esposo no podía satisfacerla y el otro no podía hacerla feliz. Como resultado, ella cambiaba de un esposo a otro, entonces a un tercero y a un cuarto, hasta que llegó al sexto. Un día ella vino a sacar agua, lo cual era una indicación que ella era una que bebe y aún tiene sed. Lo extraordinario es que en ese día, su vida cambió totalmente. ¡Ella llegó a satisfacerse! ¿Qué fue lo que hizo? ¡No hizo nada! Ese día ella se dio cuenta de quién era Jesús de Nazaret y fue salva. Veamos de nuevo el proceso a través del cual ella llegó a conocer a Jesús y a creer en El.
CONOCER QUIEN ES EL
“Le dijo la mujer: Señor, me parece que Tú eres profeta” (v. 19). Puesto que Cristo le dijo todo lo que ella había hecho, ella percibió que El no era un hombre común y corriente. El debiera de ser un profeta. Jesús le dijo algo más para mostrarle que El no era simplemente un profeta: “Créeme” (v. 21). Y la mujer le dijo: “Sé que ha de venir el Mesías, que se llama el Cristo; cuando El venga nos declarará todas las cosas” (v. 25). ¿Qué le contestó Jesús? El dijo: “Yo soy, el que habla contigo” (v. 26). Lo primero que un pecador necesita hacer no es arrepentirse y cambiar su comportamiento, sino darse cuenta de quién es Jesús. Todo estará bien si se da cuenta de quién es Jesús.
Más tarde, la mujer fue a la ciudad y dijo a la gente: “Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?” (v. 29). No me gustan las palabras “No será éste”. Ya que ella sabía que este hombre era el Cristo, porque dijo: ¿“No será éste”? No obstante, ella creyó y fue a decirle a otros que Cristo había venido. Pueden ver claramente que el asunto no era una doctrina ¡sino una persona! Nuestra preocupación no es las doctrinas, sino el ver quién es Jesús. Una vez que tengamos al Señor Jesús, tendremos verdadera satisfacción; seremos inundados con el sentir de haberlo adquirido todo.
Ahora veremos algo más en el capítulo cinco de Juan. Parece que en este capítulo el Señor habló algunas doctrinas, pero realmente no expuso mucho. Fue nuevamente una invitación para recibir el conocimiento de quién es Jesús de Nazaret. El habló algunas palabras, pero ellas fueron para guiarnos a creer en El. El Señor Jesús dijo que los judíos escudriñaban las Escrituras. Pero, las Escrituras, el Señor indicó, testificaban de El. Lo que está escrito en ellas se refiere a El. Es importante conocer las Escrituras, pero es más importante conocer quién es Jesús de Nazaret. El asunto no es Su clase de enseñanza, sino qué clase de persona es.
YO SOY
Cuando llegamos al capítulo seis de Juan, el asunto es tratado en una manera aun más clara. “Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a Mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en Mí cree, no tendrá sed jamás” (v. 35). El no predicó ninguna doctrina; solamente dijo: “Yo soy el pan de vida; el que viene a Mí nunca tendrá hambre”. ¿Ha visto usted la implicación aquí? Si le digo que yo soy su pan de vida y que el que me coma no tendrá hambre jamás, seguramente dirá que el señor Nee es un hombre loco de Shangai. Los líderes religiosos solamente pueden dar doctrinas a otros. Ellos no pueden darse a sí mismos a otros. Pero Jesús es diferente; El es el pan de vida y es también el agua que sacia la sed. El problema está en la incredulidad de la gente. Cuando alguien cree en El, todo estará bien.
“Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera” (vs. 48-50). Estas son palabras que ningún otro puede hablar. Solo Jesús puede decir esto. El no es un mentiroso ni un loco. Y lo que El diga, siempre se refiere a El mismo. Este hombre es el pan de vida. ¡Quien come de El no morirá!
Por consiguiente, nuestra fe cristiana está basada en la persona de Jesús de Nazaret. Nosotros no estamos gastando el tiempo simplemente para estudiar Sus enseñanzas. Solamente se nos pide contestar una pregunta: ¿Quién es El? Lo que Cristo proclamó persistentemente sobre la tierra no fueron Sus doctrinas sino a El mismo. El punto central no son las doctrinas sino Su persona. En lo que se refiere a las doctrinas, los libros de Confucio y de Mencius están llenos de filosofías, éticas y moralidad; ellas exceden las que están en la Biblia. Pero existe un solo punto de importancia: ¿Quién es Jesús de Nazaret? ¿Sabe usted? ¿Quién es este Jesús de Nazaret?
EL ES EL PAN DE VIDA
Leamos Juan 6:51: “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que Yo daré es Mi carne, la cual Yo daré por la vida del mundo”.
Aquí Sus palabras vienen a ser aún más peculiares. Es suficientemente extraño decir que El es el pan vivo que descendió del cielo. Ahora dice que quien lo coma, no solamente no morirá, sino que vivirá para siempre. Esto es extraordinario. Aún más interesantes son las palabras que dicen que el pan que El da es Su misma carne. Con razón los judíos durante ese tiempo dijeron que esta palabra era dura. ¿Quién la puede oír? ¡Es cierto! Nunca escuchamos tales palabras. Estas palabras no las escuchamos de Confucio, ni de Mencius, de Lao-Tze, de Cuan-Tze, ni de ningún otro sabio. No las escuchamos en China ni en ningún otro país. Ningún hombre ha hablado tales palabras.
Después que Cristo habló tales palabras, el versículo 52 dice: “Entonces los judíos contendían entre si, diciendo: ¿Cómo puede este hombre darnos a comer Su carne?”. ¿Qué doctrina predicó Jesús? Ninguna. Lo único que dijo fue que comiésemos Su carne. Los versículos 55 y 56 dicen: “Porque Mi carne es verdadera comida, y Mi sangre es verdadera bebida. El que come Mi carne y bebe Mi sangre, en Mí permanece, y Yo en él”. Puede ver cómo hace énfasis solamente en El. Esto no es una colección de doctrinas. Más bien, es el comer de Su carne y el beber de Su sangre. Aquellos que comen y beben vivirán para siempre.
EL ES EL AGUA DE VIDA
Cuando llegamos al capítulo siete de Juan, vemos el último y gran día de la fiesta. Jesús habló algunas palabras frente a aquellos quienes asistieron a la fiesta. “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba. El que cree en Mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” (vs. 37-38). Imagínese: En uno de nuestros días festivos más importantes, yo, Watchman Nee, me levanto en medio de la multitud y grito: “Si tienen sed, vengan a mí y beban. El que cree en mí, de su interior correrán ríos de agua viva”. ¿Qué diría usted? Seguramente diría que soy un necio sin sentido de Shangai que está hablando disparates. Pero esto es exactamente lo que Jesús hizo y dijo. En realidad no había ninguna doctrina, sino sólo la persona de Cristo.
En aquel día en el cual Jesús habló estas palabras, una disputa se levantó entre los judíos. Algunos dijeron que verdaderamente él tenía que ser el Cristo. Otros decían que cómo Cristo podía salir de Galilea. Al tratar de responder quién sería este hombre, una disputa se levantó entre los judíos. La disputa se centró en una sola cosa: ¿Quién era este Jesús de Nazaret? Un cristiano auténtico es uno que cree que Jesús es el Cristo.
EL ES LA LUZ DE VIDA
Más adelante en Juan 8:12, Jesús dijo a las multitudes: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de vida”. Puede ver de nuevo que Sus palabras no eran doctrinales. El énfasis aquí es la “luz” y el “yo”. No es la práctica de Sus doctrinas lo que hace a un cristiano, más bien, es la relación con Cristo la que nos califica como uno. Recibiremos la luz de vida solamente si creemos en El. Solamente al recibirle no caminaremos en tinieblas.
EL ES DE ARRIBA
En Juan 8:21-22 dice: “Otra vez les dijo Jesús: Yo me voy, y me buscaréis, pero en vuestro pecado moriréis; adonde Yo voy, vosotros no podéis venir. Decían entonces los judíos: ¿Acaso se matará a Sí mismo, que dice: Adonde yo voy, vosotros no podéis venir?”. Los judíos estaban confundidos de nuevo. ¿Dónde está el lugar a donde El va al cual nosotros no podemos ir? Ellos pensaron que tal vez El se iba a suicidar. En realidad, si ese lugar podría ser alcanzado cometiendo suicidio, los judíos aun podrían obtenerlo matándose ellos mismos. ¿Cómo es que el Señor podía ir a un lugar al cual ellos no podían ir? El versículo 23 dice: “Y les dijo: Vosotros sois de abajo, Yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, Yo no soy de este mundo”. Es por esto que adonde el Señor iba ellos no podían ir.
CREER O NO CREER QUE EL ES
Además, ellos no murieron en sus pecados porque eran criminales o adúlteros. El versículo 24 es muy crucial, especialmente la última parte: “Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que Yo soy, en vuestros pecados moriréis”. Algunas versiones agregan la palabra “el” después de “Yo soy”. Citemos ahora las palabras del texto original. El Señor dijo: “moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que Yo soy, en vuestros pecados moriréis”. El asunto es si cree o no, que El es. ¿Qué significa esto? Entre los millones de gentes en la humanidad, puede escoger uno y decir: “¡Este es El! ¡Este es Dios!”. ¡Necesitamos examinar a Jesús de Nazaret para ver si en realidad El es! Si creemos que El es, no moriremos en nuestros pecados. Muchos están creyendo en un cristianismo torcido, pero nosotros queremos creer de acuerdo a lo que verdaderamente es el cristianismo. La primera pregunta que debemos hacernos es si Jesús de Nazaret existe o no.
Una vez más los judíos respondieron preguntando: “¿Tú quién eres?” (v. 25). La respuesta de Jesús parecía decir: “No es ésta la primera vez que les digo quién soy Yo. En lo que a este asunto concierne nunca he desistido. Les dije que Yo soy; que Yo soy Aquél”. Vez tras vez El confirmó a otros que El es; que El es el Hijo de Dios.
LA ESENCIA DE NUESTRA FE
¿Cuál es el propósito de las obras de Cristo? El quiere traer al hombre a creer que El es el Hijo de Dios. En el capítulo nueve de Juan, Cristo dio la vista a uno que había nacido ciego. Los fariseos empezaron otra disputa acerca de esto. Ellos llamaron al que había sido sanado y le hicieron toda clase de preguntas. Después de no conseguir nada en sus respuestas, lo echaron fuera. Más tarde el Señor encontró a la persona que había sanado y le hizo una sola pregunta: “¿Crees tú en el Hijo de Dios?” (v. 35). Y él contestó, “¿Quién es, Señor, para que crea en El?” (v. 36). “Le dijo Jesús: Pues le has visto, y el que habla contigo, El es. Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró” (vs. 37-38). Nada es más claro que esto. Esta es la obra del Señor Jesús. Su obra es solamente traer al hombre al entendimiento de quién es El. El nunca hizo a un lado el hecho de que El es el Hijo de Dios. Esta es la esencia de nuestra fe. Esta declara que Jesús es el Hijo de Dios.
SOLO ESTE UNICO PUNTO
Si leemos todo el Evangelio de Juan, encontraremos que cada pasaje se refiere a este único punto: Jesús es el Cristo. En el capítulo diez de Juan los judíos le rodearon y dijeron: “¿Hasta cuándo tienes en suspenso nuestra alma? Si Tú eres el Cristo, dínoslo claramente” (v. 24). La pregunta aún sigue sobre este punto.
¿Cómo les contesto Jesús? El dijo: “Os lo he dicho, y no creéis … No creéis, porque no sois de Mis ovejas” (vs. 25-26). Los que no creen que Jesús es el Hijo de Dios, que El es el Dios encarnado como un hombre, no son cristianos. Aquellos que no le reconocen como el Hijo de Dios no tienen la vida de Cristo en ellos; no son Sus ovejas. Sobre este punto descansa toda la base de la fe cristiana.
En el capítulo once de Juan, Jesús dijo de nuevo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en Mí, aunque esté muerto, vivirá” (v. 25). ¿Puede un mortal común expresar tales palabras?
DIOS DEPENDE DE EL
En el capítulo doce de Juan, Jesús clamó y dijo: “El que cree en Mí, no cree en Mí, sino en el que me envió; y el que me ve, ve al que me envió. Yo he venido al mundo como la luz, para que todo aquel que cree en Mí no permanezca en tinieblas” (vs. 44-46). Puede ver que el que lo envió depende de El. Creer en El es creer en el que lo envió. Verle a El es ver al que lo envió. La luz también depende de El. Estar en la luz es creer en El. Todo depende de El.
Luego en el capítulo catorce de Juan el Señor dijo: “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en Mí” (v. 1). El quiere que creamos en El de la misma manera en que creemos en Dios. El sólo insiste en que creamos en El.
El capítulo quince de Juan habla de algunos que odiaban al Señor. El dijo: “El que me aborrece a Mí, también a Mi Padre aborrece” (v. 23). Una vez más El revela que El y el Padre son uno.
NO CREER EN EL ES UN PECADO GRAVE
En el capítulo dieciséis de Juan, el Señor dijo que un día el Espíritu Santo vendría y convencería al mundo de pecado, de justicia y de juicio. ¿Por qué de pecado? La explicación está en el versículo 9: “De pecado, por cuanto no creen en Mí”, porque no creen que El es el Hijo de Dios. Esto es un pecado, un pecado muy grave. Cuando el Espíritu Santo venga, El convencerá a los hombres, y se darán cuenta de qué tan grave es el no creer que Jesús es el Hijo de Dios.
Un pasaje más en el Evangelio de Juan será suficiente. En 17:3 dice: “Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a quien has enviado, Jesucristo”. Aquí se nos muestra lo que es la vida eterna. La definición que el Señor presenta de la vida eterna es conocer a Dios. Creer en el Dios eterno y creer en Su enviado, Jesucristo, es vida eterna. La vida eterna depende de esta persona.
Espero que ahora todos nos demos cuenta de quién es Jesús de Nazaret. Nuestra fe no tiene doctrinas vacías. Está basada en el hecho de que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Recibir a Jesucristo es recibir a Dios.