Watchman Nee Libro Book cap.4 Libro de lecciones nivel 3: Los dos espíritus
EL ESPÍRITU VIVIFICANTE QUE MORA EN LOS CREYENTES
Lección cuatro
EL ESPÍRITU VIVIFICANTE QUE MORA EN LOS CREYENTES
Lectura bíblica
Jn. 1:1; 14; 1 Co. 15:45; 2 Co. 3:17; Jn. 20:22
Bosquejo
- El Dios procesado
- Llega a ser el Espíritu vivificante
- Un proceso definido
- Cristo y el Espíritu son uno
- Cristo como Espíritu mora en los creyentes
- Cristo nunca abandona a Sus creyentes
Texto
Uno de los versículos más cruciales de la Biblia es 1 Corintios 15:45, que dice: “Fue hecho … el postrer Adán, Espíritu vivificante”. El “postrer Adán” se refiere a Cristo. Las palabras “fue hecho” hacen alusión a un proceso por el cual Cristo se hizo Espíritu vivificante. Hoy, si usted le pregunta a la gente quién es Dios, algunos responderán que El es el Creador, otros dirán que El es nuestro Redentor y Salvador. Pero muy pocos dirán que Dios es el Espíritu.
El hecho de que Dios sea el Espíritu, no es tan sencillo; El es el Espíritu vivificante que lo es todo. Este Espíritu contiene la divinidad, la humanidad, la crucifixión y la resurrección. El es el Espíritu compuesto y todo-inclusivo que vimos en las lecciones anteriores.
I. EL DIOS PROCESADO
A. Llega a ser el Espíritu vivificante
[En la eternidad pasada Dios estaba solo. Luego, en el tiempo, El creó todas las cosas. En cierto momento en la historia, el Dios creador de todas las cosas, se hizo hombre. A este paso crucial se le llama encarnación, por medio de la cual Dios se vistió del hombre y de toda la creación, pues el hombre es la cabeza de la creación. El Señor Jesús, quien es Dios encarnado, vivió en la tierra por treinta y tres años y medio. Cuando fue crucificado, toda la creación fue crucificada juntamente con El. Esto significa que Cristo no fue a la cruz solo, sino que el hombre mismo, cuya humanidad Dios había asumido, juntamente con toda la creación, fueron puesto en la cruz con El. Por eso decimos que la muerte de Cristo en la cruz fue una muerte que lo incluyó todo. Después de Su crucifixión, Cristo fue puesto en una tumba, y el hombre y la creación que habían sido crucificados juntamente con Cristo, también fueron sepultados con El. Tres días después, Cristo se levantó de los muertos en Su resurrección. A través de la resurrección El fue hecho el Espíritu vivificante. Además, en Su ascensión al tercer cielo, Jesús fue coronado y hecho Cabeza y Señor sobre todas las cosas. Luego descendió sobre el Cuerpo como el Espíritu todo-inclusivo.
Ya que Dios, después de consumar la obra creadora, experimentó la encarnación, la vida humana, la crucifixión, la resurrección, la ascensión y el descenso, podemos hablar de El como un Dios procesado. El siguiente diagrama muestra el proceso por el cual El pasó.]
[El proceso de la economía divina]
B. Un proceso definido
[A muchos no les agrada la palabra “procesado” y argumentan que es imposible que Dios se procese, pues El es eterno e inmutable. Sin embargo, aunque Dios ciertamente es eterno e inmutable, El se procesó. ¿No fue Su encarnación un proceso? En la eternidad pasada, Dios nunca tuvo un cuerpo de carne, hasta el momento de la encarnación de Cristo. Cuando Jesús nació en el pesebre, El era el Dios fuerte encarnado en un bebé. Según Isaías 9:6, el “niño [que] nos es nacido” es llamado Dios fuerte. Este niño, el Dios encarnado, vivió en la casa de un carpintero por muchos años. ¡Imagínese!, el Creador del universo vivió en la casa de un carpintero en Nazaret. ¿No fue eso un proceso? De la misma forma, ¿no fueron la crucifixión y la resurrección un proceso? Ciertamente Dios se procesó mediante la encarnación de Cristo, Su vida humana, Su crucifixión y Su resurrección. Nuestro Dios hoy no es un Dios “crudo”, sino un Dios procesado. Hoy, El es el Espíritu vivificante que lo es todo.]
II. CRISTO Y EL ESPÍRITU SON UNO
[En 1 Corintios 15:45 dice que el “postrer Adán, [fue hecho] Espíritu vivificante”. Y en 2 Corintios 3:17 se afirma que ahora “el Señor es el Espíritu”. Tanto el postrer Adán como el Señor, se refieren a Cristo. Esto indica claramente que Cristo y el Espíritu son uno.]
[Cristo es quien fue crucificado, pero el Espíritu es quien entró en los creyentes. Al efectuar la redención del hombre, El era el Cristo, mientras que, al morar en el hombre como vida El es el Espíritu, el Espíritu vivificante todo-inclusivo que es la bendición máxima del evangelio, la cual lo incluye todo.] [Debido a que muchos no entienden claramente esto, hablan de la así llamada segunda bendición, o sea, de volver a recibir al Espíritu después de ser regenerados. Muchos cristianos, cuando se enteran de que alguien ha creído en Cristo, le preguntan si ya recibió al Espíritu Santo. Sin embargo, ser un cristiano genuino es creer en Cristo, y creer en Cristo es recibir el Espíritu. No obstante, aquellos que consideran que Cristo y el Espíritu son dos personas distintas y separadas, piensan que es posible creer en Cristo sin recibir al Espíritu. ¡Esto es un error muy serio!]
III. CRISTO COMO ESPÍRITU MORA EN LOS CREYENTES
[Cuando creímos en el Señor Jesús y le recibimos como nuestro Redentor, el Espíritu vivificante entró en nosotros. Muchos creyentes no se dan cuenta que no sólo recibieron al Señor Jesús como Redentor y Salvador, sino que también lo recibieron como Espíritu vivificante. Cuando creímos en el Señor, reconocimos que éramos pecadores. Por consiguiente, oramos, nos arrepentimos, confesamos nuestros pecados, y le recibimos como nuestro Redentor. Sin embargo, no nos enteramos de que El entró en nosotros para ser nuestra vida. Por lo menos, a mí nadie me lo dijo cuando creí en El. Pero pronto descubrí que después de creer en el Señor, dentro de mí había algo que me hacía feliz y me llenaba de gozo. En ocasiones sentía deseos de brincar. ¿Ha tenido esta experiencia alguna vez? Esto se debe a que Cristo, como Espíritu vivificante, mora en nuestro interior. Aunque pensamos que sólo le recibimos como nuestro Redentor, El no solamente entró en nosotros como tal, sino también como Espíritu vivificante, como el Espíritu que da vida. Hoy El está en nosotros principalmente como Espíritu vivificante.
Si le preguntáramos a los creyentes dónde está su Redentor, el Señor Jesús, muchos levantarían sus ojos al cielo y dirían: “El está arriba en el cielo”. Es raro encontrar a un cristiano que responda con gozo: “¡Cristo está en mí!” Si me preguntaran a mí dónde está mi Jesús, yo les diría: “Jesús mi Redentor, por un lado está en los cielos como mi Señor, y por otro lado, está dentro de mí como Espíritu vivificante”. Es por esto que muchas veces me regocijo tanto, que entro como en un éxtasis de alegría. ¡Regocíjense porque Jesucristo es el Espíritu vivificante que mora en nosotros! Antes de venir a la iglesia, tal vez nunca escuchó que el Redentor se hizo el Espíritu vivificante. Pero hay un versículo en la Biblia que nos dice que el postrer Adán fue hecho Espíritu vivificante. Pareciera que en el cristianismo no tuvieran la segunda parte de 1 Corintios 15:45. Cristo, después de consumar la obra redentora, se hizo el Espíritu vivificante.]
IV. CRISTO NUNCA ABANDONA A SUS CREYENTES
Juan 20 narra la primera vez que el Señor vino a los creyentes como Espíritu vivificante. Los discípulos estaban reunidos con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Tres días antes ellos habían visto la crucifixión del Señor Jesús.
[En ese momento, el Señor Jesús apareció súbitamente en medio de ellos y les dijo: ¡“Paz a vosotros”! Sus palabras fueron pocas, pero El sopló en ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo” (Jn. 20:22). Sus palabras se pueden traducir: “Recibid el aliento santo”. Después de agregar unas cuantas palabras más, desapareció de ellos. El había entrado al aposento sin que le abrieran la puerta, y se había retirado sin despedirse. En realidad, El no se fue de ellos; más bien, entró en ellos como el aliento santo. Desde ese momento, adondequiera que los discípulos iban, Jesús iba con ellos. ¡El estaba dentro de ellos! Así vemos que Cristo en resurrección llegó a ser el Espíritu que mora en los creyentes.]
[Tenemos la seguridad de que Cristo está en nosotros. Adondequiera que vayamos, El irá dentro de nosotros. Cuando estamos contentos con El y asistimos a las reuniones, oramos, y oramos-leemos, puede ser que la sensación de que El está en nosotros no sea tan fuerte. Pero si nos apartamos de El, se nos aparecerá en una manera más palpable. Si vamos al cine o a un casino, El nos dirá desde nuestro interior: “¿Qué haces aquí?” Nuestro Dios es real, viviente y está presente en nosotros. No tenemos una religión. ¿Para qué la necesitamos si tenemos al Cristo vivo! El es todo lo que necesitamos y todo lo que tenemos.
El es real, viviente y poderoso, pero a la vez, tierno, amoroso y paciente. No pensemos que si lo ofendemos, El se irá. ¡Cuanto más lo ofendamos, más nos convencerá de que nunca nos dejará!]
El Señor, a quien debemos disfrutar cada día, no está únicamente en los cielos. El pasó por un proceso para hacerse el Espíritu vivificante, y como tal, morar en nuestro espíritu e impartirnos vida. La vida que El nos imparte es la vida del propio Dios Triuno. ¡Qué Espíritu tenemos! ¡El es el Espíritu todo-inclusivo, compuesto y vivificante que mora en los creyentes. Este Espíritu es el Dios Triuno procesado!
RESUMEN
El hecho de que el postrer Adán se hiciera el Espíritu vivificante indica que Dios pasó por un proceso. Dios pasó por la encarnación, la vida humana, la crucifixión y la resurrección, para finalmente hacerse el Espíritu vivificante. Como tal, Cristo viene y entra en los creyentes. Este Cristo mora en los creyentes para que ellos lo experimenten, y nunca los dejará.
Preguntas
- ¿Cómo demuestra 1 Corintios 15:45 que Dios pasó por un proceso?
- Elabore el diagrama que muestra el proceso de la economía divina.
- Cite dos versículos que comprueben que Cristo y el Espíritu son uno.
- ¿Dónde está hoy el Señor Jesús?
- Describa la forma en que los discípulos recibieron a Cristo como Espíritu vivificante.
- Después de que Cristo viene a morar en nosotros, ¿puede abandonarnos?
Citas tomadas de las publicaciones de Lee y LSM
- Life-study of Colossians [Estudio-vida de Colosenses], págs. 219-220, 228.
- Estudio-vida de Gálatas, págs. 301, 120-123.
- The Spirit and the Body [El Espíritu y el Cuerpo], págs. 21-22.