Watchman Nee Libro Book cap.4 El misterio de Cristo
EL SUMINISTRO DEL CUERPO
CAPÍTULO CUATRO
EL SUMINISTRO DEL CUERPO
Lectura bíblica: Ef. 3:3-6; 2:15; Col. 3:10-11; 1 Co. 12:20-21; Ro. 12:3-6
LA NECESIDAD DEL SUMINISTRO DEL CUERPO
Todo cristiano debe saber que simplemente es un miembro del Cuerpo. Si no cuenta con los demás miembros, no sobrevivirá. En el Cuerpo todos los miembros deben estar perfectamente unidos para llegar a ser el Cuerpo. Todos los miembros del Cuerpo se relacionan mutuamente y no pueden separarse el uno del otro. Entre los miembros debe haber una relación y una suministración mutua, pues sólo así podrán sobrevivir. Si el cristiano lleva una vida independiente, tarde o temprano se debilitará y se secará. Si soy una oreja, no puedo ver y ni siquiera debo tener la esperanza de ver por mi propia cuenta. Todo el cuerpo depende exclusivamente de los ojos para poder ver, y no importa cuánto oremos, jamás podremos lograr que los demás miembros tengan vista. Si soy una oreja, ¿qué debo hacer si quiero ver algo? Debo acudir a los ojos —a un hermano o hermana que tenga vista— y buscar ayuda. Para progresar en el Señor, debemos reconocer el suministro que El puso en el Cuerpo y abastecernos del mismo. El Cuerpo en su totalidad se edifica por la interdependencia entre los miembros.
Cuando estuve en el sudeste de Asia, tuve una conversación con algunos hermanos y hermanas. Alguien me preguntó: “¿Por qué no estoy lleno de vida como antes? No he cometido ningún pecado específico del cual esté consciente, y tampoco he desobedecido al Señor de ninguna forma. Tampoco he retirado mi consagración ni he cambiado de parecer en cuanto al dinero que le he ofrecido a El. Aparentemente, no he tenido ningún cambio en mi condición espiritual. Pero, ¿por qué no soy el mismo que era antes? Siento que he perdido el gozo y la vitalidad que una vez tuve”. Le respondí: “La razón es que has vivido encerrado en ti mismo demasiado tiempo. Debes entrar en la vida del Cuerpo”. Para que un miembro tenga una vida normal, debe recibir el suministro de los demás miembros. Si un hombre no vive en el Cuerpo de Cristo, no recibe la suministración del Cuerpo. Ningún miembro puede decir que no necesita a los demás, ni puede separarse de los demás para vivir aisladamente.
Romanos 12:3 dice: “Que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener”. No debemos tener un concepto demasiado elevado de nosotros mismos ni debemos pensar que otros son inferiores. No debemos menospreciar ni rechazar a otros miembros del Cuerpo. Pedro pensaba que todos los miembros podían caer y fallar, pero él no. Sin embargo, cuando vino la prueba fracasó igual que todos. Aquellos que tienen un concepto elevado de sí mismos y menosprecian a los demás miembros, tarde o temprano terminarán en problemas. En el Cuerpo de Cristo cada creyente es un miembro, y nada más que un miembro. Por lo tanto, ningún miembro puede vivir sin los demás, y mucho menos menospreciarlos.
LA INTERCESIÓN DE LOS MIEMBROS
Muchos hemos tenido la experiencia de que cuando estamos secos y no vemos cómo seguir adelante, necesitamos que otros hermanos y hermanas intercedan por nosotros para que podamos proseguir. En una ocasión estuve enfermo durante ciento setenta y seis días. Yo oraba por mi salud todos los días, pero nada sucedía. Cuando me cansé de orar, le pedí a un hermano del cual no tenía muy alto concepto, que orara por mí. Para mí sorpresa, recibí ayuda con su intercesión, y me recuperé en poco tiempo. El hermano Holz es muy conocido por su vida de oración. Cuando él era misionero en China, con frecuencia le pedía a un hermano joven que orara con él. Aún si el joven no tenía nada que decir, le era de mucha ayuda cuando el joven se sentaba con él en el cuarto. Hermanos y hermanas, recuerden que ésta es la provisión del Cuerpo. La suministración del Cuerpo de Cristo es una realidad. Usted nunca podrá progresar en muchas cosas, no importa cuánto se esfuerce. Pero una vez que traiga el asunto al Cuerpo, el problema quedará resuelto. En esto consiste el suministro del Cuerpo de Cristo.
En los años posteriores a 1930, muchos experimentaron el derramamiento del Espíritu Santo en diferentes lugares de China, en especial en la provincia de Shantung. Para entonces yo ya llevaba diez años de haber sido salvo. Deseaba experimentar el derramamiento, pero no lo conseguía. Más tarde, fui a Chefoo y les pedí a los hermanos y hermanas que oraran por mí. No pasó mucho tiempo cuando recibí el derramamiento. Había un hermano en Inglaterra que tenía el conocimiento de la victoria en Cristo, pero no había podido vencer cierto pecado. Algunos hermanos y yo oramos por él, y logró vencer. Podría mencionar docenas de ejemplos que muestran el resultado de la intercesión del Cuerpo. La oración del Cuerpo proporciona el suministro de vida a los miembros que tienen necesidad. Dios imparte Su suministro de vida a Sus miembros por medio de muchos otros miembros. Si el dedo necesita el suministro de la sangre, tiene que recibirlo por medio del hombro y del brazo. De igual manera, como miembros del Cuerpo, recibimos nuestro suministro por medio de los demás miembros. Por tanto, es absurdo tratar de separarnos de los demás miembros.
VIVIMOS EN EL CUERPO DE CRISTO
¿Qué son los ojos, los oídos, las manos y los pies? Son Cristo mismo. La Cabeza es Cristo, y el Cuerpo también es Cristo. Cada miembro es parte de la vida de Cristo. Cada vez que rechazo la ayuda de otros miembros, rechazo la ayuda de Cristo. Si no reconozco que necesito a los demás miembros, niego por ende que necesito a Cristo. Así como no puedo ser independiente de la Cabeza, tampoco puedo serlo del Cuerpo. El individualismo es abominable a los ojos de Dios. Lo que yo no sepa, otro miembro del Cuerpo lo sabrá; lo que no vea, otro miembro lo verá; lo que no pueda hacer, otro miembro podrá hacerlo. Por lo tanto, debo permitir que los demás miembros suplan mis necesidades. Debemos beneficiarnos constantemente de la comunión del Cuerpo, pues es nuestra misma vida.
En el Antiguo Testamento estar fuera de la comunión era el castigo más severo que podía sobrevenir a los hijos de Israel. “Será cortado de entre su pueblo”, era la sentencia. Esto es algo muy serio. Si Dios tuviese la intención de que viviéramos como individuos, podríamos perfectamente progresar estando separados el uno del otro. Pero El nos puso como miembros de Su Cuerpo, y por lo tanto, es imposible que crezcamos estando separados el uno del otro.
Todos necesitamos ver la realidad del suministro que hay en el Cuerpo de Cristo y también tenemos que aprender a vivir en el Cuerpo y a recibir la suministración del Cuerpo. En el Antiguo Testamento, el candelero estaba situado en el santuario. Para que un hombre pudiera ver la luz, debía entrar en el santuario. En el Nuevo Testamento el santuario es la iglesia. Si un hombre quiere ver la luz, debe venir a la iglesia. En las reuniones de la iglesia y entre los hermanos y hermanas, la luz de Dios es mucho más intensa que en los individuos. Hoy en día el santuario de Dios es la iglesia; Dios mismo mora en la iglesia. Por consiguiente, Su luz está en la iglesia. Un hombre puede recibir luz sólo si viene a la iglesia. Todo lo que Cristo tiene está en Su Cuerpo. Sólo un hombre necio podría decir que puede ser un cristiano solitario. Tarde o temprano, todos los cristianos individuales se secarán. Mientras vivamos en el Cuerpo, recibiremos su suministro, no importa cuál sea nuestra condición. Todos los miembros deben aprender a valorar la suministración del Cuerpo y a estimar a cada miembro. Todos necesitamos aprender a vivir en el Cuerpo, bajo el suministro del Cuerpo.