Watchman Nee Libro Book cap. 4 Como estudiar la biblia sección 2
LA PRACTICA DE ESTUDIAR LA BIBLIA
CAPÍTULO CUATRO
LA PRÁCTICA DE ESTUDIAR LA BIBLIA
I. LA DISTRIBUCIÓN DEL TIEMPO
Todo aquel que lee la Biblia debe dedicar un tiempo específico a estudiarla cada día. Esto debe hacerse aparte de la lectura que se hace en la madrugada. Por experiencia sabemos que no es sabio dedicar demasiado tiempo a dicho estudio. Cuando designamos mucho tiempo, por lo general no podemos mantenerlo, y en consecuencia no recibimos ningún provecho. Debemos establecernos una norma que sea posible mantener. Para estudiar la Biblia, los siervos del Señor no necesitan dedicar más de dos horas ni menos de una horacada día. En ocasiones, cuando tenemos más tiempo, podemos extender nuestro estudio hasta tres horas. Debemos tomar una decisión después de meditarlo bien, y una vez que lo hagamos, debemos cumplirla por lo menos por algunos años. No debemos cambiar nuestro horario a los dos o tres meses. Tenemos que aprender a restringirnos y a disciplinarnos. No debemos leer la Biblia sólo cuando nos plazca. Nuestro patrón no debe consistir en hacer una lectura espontánea, indisciplinada ni sólo cuando recibamos “la inspiración”. Muchas personas no son constantes en su lectura. Leen varias horas un día, y al siguiente no leen nada. Esto deja ver una carencia de perseverancia, lo cual es un mal hábito. Después de orar y pensarlo cuidadosamente, debemos decidir qué vamos a hacer, y una vez que tomemos la decisión, debemos cumplirla.
Después de decidir cuánto tiempo vamos a dedicar, por ejemplo, una hora al día, debemos planear lo que vamos a hacer en esa hora. La hora debe dividirse en varios períodos y en cada uno se debe usar un método diferente de estudio. Algunos métodos son similares a la siembra de árboles, en que los resultados se ven sólo a los ocho o diez años; otros son como la siembra de legumbres, que se cosechan cada año. Los métodos que en ocho o diez años no producen ningún resultado, lo desaniman a uno con facilidad. Por eso necesitamos un método como el de “la cosecha de legumbres”, que produzca resultados en dos o tres meses; necesitamos métodos que animen a los principiantes a seguir adelante. Es muy fácil cansarse después de estar haciendo la misma cosa una hora entera, y es fácil darse por vencido cuando no se ven resultados inmediatos. Por esta razón, es aconsejable dividir la hora en varios períodos.
A. El primer período: temas profundos
Supongamos que dedicamos veinte minutos al primer período. En ellos uno se debe dedicar a estudiar temas profundos de la Biblia. Se requieren años de estudio para obtener beneficios con este método. Lo mismo sucede con las profecías, los tipos y la muerte del Señor Jesús. El estudio de pasajes como el sermón del monte, las profecías del monte de los Olivos, las parábolas de Mateo 13, el discurso final del Señor Jesús en el evangelio de Juan, y las enseñanzas relacionadas con las cuatro dispensaciones no producen resultados inmediatos. Tenemos que dedicar meses y a veces años estudiándolos antes de poder ver algo. Si deseamos encontrar algo en el Antiguo Testamento que se relacione con estos temas, debemos estudiar Génesis y Daniel, y también Exodo, Levítico y Josué. Si queremos saber más sobre las profecías, a esa lista debemos agregarle Zacarías. El primer libro que debemos estudiar en el Nuevo Testamento es Mateo, y luego Romanos; después, Apocalipsis y Hebreos. Luego debemos continuar con el estudio del evangelio de Juan o con las epístolas a los Efesios o a los Gálatas. Una vez que hayamos estudiado estos libros, tendremos un fundamento del Nuevo Testamento. Estos estudios no traen beneficios inmediatos; tenemos que leerlos docenas de veces para poder extraerles algo. Esta clase de estudio debe ser hecho durante el primer período, cuando nuestra mente está más despejada, y podemos abordar temas más serios. Yo sólo comparto esto a modo de principio. Cada uno de nosotros debe decidir de qué manera usar su tiempo.
Debemos tener en cuenta que después de estudiar veinte minutos, es posible que estemos tentados a extender la lectura a treinta minutos. Debemos vencer esta tentación. Si hemos tomado la decisión de leer solamente por veinte minutos, debemos mantenernos firmes en ello. Si resistimos la tentación de extender nuestro tiempo, también resistiremos la tentación de reducir nuestro tiempo de veinte a diez minutos. Una vez que hayamos tomado una determinación delante del Señor, tenemos que disciplinarnos y cumplirla. Es preferible estar atorado en algo por diez años que pasarlo de largo a los diez días. Nunca debemos ser descuidados ni casuales. Tenemos que ser disciplinados.
B. El segundo período: temas de menor importancia
Durante los segundos veinte minutos, debemos dedicarnos a temas de menor importancia, como por ejemplo al estudio de palabras específicas. Hay por lo menos doscientas o trescientas palabras en la Biblia que necesitan un estudio profundo. Por ejemplo, la palabra sangre aparece en la Biblia unas cuatrocientas veces. Debemos repasar todos los versículos que hablan de la sangre, anotar los más importantes, y agrupar los que tienen significados afines. De esta manera recopilaremos una lista de pasajes. Esto nos ayudará más que usar una concordancia. También sería bueno memorizar todos estos versículos. Después de esto, el Espíritu de Dios nos dará revelación. Cuando la revelación llegue, podremos recordar todos los versículos relacionados con ese tema. La palabra invocar fue estudiada por algunos hermanos que agruparon los versículos en diez secciones (véase el título XXVI del capítulo cinco). Podemos dedicar veinte minutos al día para estudiar estas palabras. No espere terminar el estudio de una palabra en un día. Algunas palabras requieren dos meses para completar su estudio. Se requiere tiempo para estudiar la Biblia; no debemos ser descuidados al respecto, de lo contrario, no tendremos la espada del Espíritu, sino una caña inservible. Tenemos que profundizar en la Palabra. Si estudiamos la Palabra con esmero, nuestra predicación tendrá solidez. Si nuestro estudio de la Palabra es desordenado, nuestra predicación también lo será. Supongamos que alguien viene a nosotros y nos dice que la sangre puede darnos una vida nueva. Si hemos estudiado cuidadosamente la palabra sangre, sabremos que esa enseñanza es errónea. La vida que se encuentra en la sangre es la vida psicológica, no la vida nueva. Tenemos que familiarizarnos con las enseñanzas fundamentales de la Biblia. De lo contrario, tomaremos lo que otros dicen y seremos desviados por sus errores. El conocimiento fundamental de las enseñanzas de la Biblia no llega a nosotros en un instante. Debemos estudiar cada palabra cuidadosamente una por una a fin de saber de qué trata la Biblia en conjunto. Hermanos y hermanas jóvenes, estudien concienzudamente la Palabra. Si podemos estudiar muchas docenas de palabras en un año, podremos estudiar en diez años todas las palabras importantes del Antiguo Testamento y del Nuevo.
C. El tercer período: recopilación de verdades
En el tercer período debemos dedicar diez minutos recopilando verdades. Debemos hacer esto todos los días. ¿Qué debemos recopilar? Todos los metales que se mencionan en la Biblia, como por ejemplo oro, plata, hierro y bronce, los cuales tienen un significado especial. También las piedras preciosas. No pensemos que éstos son temas secundarios. Estos juegan un importante papel en la interpretación de las Escrituras. ¿Por qué la serpiente mencionada en Números era de bronce? ¿Por qué en Apocalipsis 1:15 dice que los pies del Señor eran “semejantes al bronce bruñido, fundido en un horno”? ¿Por qué la cabeza de la imagen que aparece en el sueño de Nabucodonosor era de oro? ¿Por qué algunos de los utensilios del templo eran de oro? ¿Por qué el arca estaba cubierta de oro y no de plata? ¿Por qué las bases del tabernáculo eran de plata? En Zacarías 5 se habla del plomo. ¿A qué se refiere esto? Tenemos que estudiar estas cosas cuidadosamente para entender su significado exegético. Durante este tiempo, debemos coleccionar todas estas verdades y anotar los versículos uno por uno. Más adelante, podemos dedicar el primer período de nuestro estudio a meditar en ellos, o podemos leer acerca de ellos en el segundo período. En otras palabras, durante el tercer período, recopilamos el material que hemos de estudiar en el primer o segundo período. El libro de Efesios menciona quince veces el espíritu. Podemos usar el tercer período a encontrar esos quince versículos. Efesios 1:13 habla del sello del Espíritu, y podemos apuntar todos los versículos del Nuevo Testamento que hablan del sello. Efesios 1:17 habla del espíritu de sabiduría y de revelación, y podemos hallar todos los versículos que vinculen el espíritu con la sabiduría. Después de coleccionar y escoger todas estas verdades, tenemos que estudiarlas en los veinte minutos del primer o segundo período. Si no coleccionamos y seleccionamos estas verdades con anticipación, nuestro estudio no tendrá base ni exactitud.
D. El cuarto período: paráfrasis
En el cuarto período, de diez minutos, hacemos diversas paráfrasis de la Biblia. Cuando tenemos un entendimiento fresco de un pasaje de la Palabra, debemos escribir todo el pasaje en un lenguaje sencillo y de fácil comprensión para los demás. Una persona adiestrada en este ejercicio hallará que toda palabra de la Biblia es significativa e importante. Esto requiere un trabajo muy minucioso. Pueden requerirse varios días para parafrasear un versículo. Debemos tocar con nuestro espíritu el pensamiento del Espíritu Santo y ser accesibles para recibir las debidas impresiones. Nuestros pensamientos deben armonizar con el pensamiento de los escritores de la Biblia. Tenemos que usar básicamente las mismas expresiones, añadiendo algo de explicación para aclarar el significado.
Se debe hacer una paráfrasis de cada párrafo. Parafrasear un solo versículo es muy poco, y parafrasear todo un capítulo es demasiado. Agrupemos algunos versículos que obviamente formen una sección, leamos toda la sección, y después parafraseemos versículo por versículo.
Parafrasear es muy diferente a traducir. La traducción es breve y no es lo suficientemente detallada. Pero cuando parafraseamos, no nos extendamos demasiado, o terminaremos dando explicaciones demasiado detalladas. El parafraseo contiene algo de traducción y algo de exégesis; se halla entre estos dos extremos. La exégesis es la interpretación de la Biblia con nuestras propias palabras, mientras que la paráfrasis es la narración de un pasaje en la que se procura transmitir el tono que uno percibe en los escritores bíblicos. La traducción es una simple interpretación del significado del texto original, mientras que la paráfrasis agrega algo de explicación. Por consiguiente, la paráfrasis se encuentra entre la exposición y la traducción. Cuando parafraseamos, comunicamos el tono de los escritores bíblicos, pero agregando un poco de nuestra propia explicación. Parafrasear ayuda a los demás a entender las palabras de la Biblia que no comprenden. Veamos algunos ejemplos.
Romanos 1:1 dice: “Pablo, siervo de Cristo Jesús…” (Reina-Valera, 1960). Podemos parafrasearlo así: “Pablo, esclavo de Cristo Jesús”. Pablo usó la palabra siervo con la idea que él era un siervo sin libertad, un esclavo. Nosotros decidimos si hemos de interpretar el significado de la palabra siervo, pero esto requiere otra clase de parafraseo. Sin embargo, parafrasear no requiere interpretación. Si tratáramos de interpretar este versículo, habríamos escrito: “Yo, Pablo, fui vendido al pecado; pero la sangre del Señor Jesús me compró, y ahora soy Su esclavo”. Si escribiéramos esto, expresaríamos tanto el derecho del Señor, como nuestra consagración. Fuimos vendidos al pecado, pero el Señor nos redimió. Ahora nos agrada servirle y escogemos servirle voluntariamente. Nos volvimos Sus siervos porque El nos compró y porque nosotros decidimos servirle. Cuando explicamos por qué Pablo era esclavo, hacemos que sus palabras sean diáfanas como el cristal.
La siguiente oración dice: “Apóstol llamado”. Es fácil pensar que Pablo fue llamado para llegar a ser un apóstol. En verdad, esta expresión puede traducirse: “Llamado como apóstol” o “llamado a ser apóstol”. El no fue llamado para llegar a ser un apóstol, sino que fue llamado como apóstol. En el versículo 7 encontramos la misma expresión: “A todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos” (Reina-Valera, 1960). La expresión a ser presenta el mismo problema. Muchas personas han sido creyentes toda su vida; sin embargo, no se consideran santas. Según el texto original, la expresión debe ser: “santos llamados”, lo cual significa que ellos fueron llamados como santos. No fueron llamados para que luego llegasen a ser santos. La palabra llamados es un adjetivo, no un verbo. Esto nos muestra la clase de apóstoles y de santos a los que se alude. Explica una condición, no una acción. Al parafrasear descubrimos muchas verdades bíblicas en las frases y en las expresiones.
Examinemos Romanos 6:6, donde dice: “Nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con El”. Este versículo puede expresarse de diferentes maneras. Se puede parafrasear así: “Puesto que mi hombre viejo fue crucificado con El, yo ya no tengo que ser crucificado”. Si hacemos énfasis en que nuestro viejo hombre fue crucificado con El, podemos decir: “Puesto que Dios nos puso en Cristo, fuimos crucificados junto con El”. Esto se basa en el versículo 11, que dice: “Consideraos muertos al pecado … en Cristo Jesús”. Dado que estamos en El podemos estar con El, y viceversa. Sin estar en El, no podríamos estar con El. Quienes no están en Cristo, no pueden ser crucificados juntamente con El. Como Dios nos puso en Cristo, podemos ser crucificados con El. La labor de parafrasear tiene como fin hacer que una oración sea inteligible. Cada versículo tiene ciertas palabras cruciales, a las cuales debemos prestar atención. Si nos encontramos con un versículo que no entendemos bien, debemos pedirle al Señor que nos alumbre para que podamos expresar el versículo en un lenguaje más sencillo que el original y con una expresión más concisa que explicativa. Cuando tengamos que laborar mucho en una oración gramatical, debemos preguntar: “¿Por qué es tan difícil entender esta oración?” Tenemos que asirnos de todos los términos cruciales de la Biblia a fin de poder parafrasear. Por ejemplo: Si observamos la palabra que se traduce crucificado, nos daremos cuenta de que se refiere a un hecho cumplido. Por consiguiente, podemos volver a escribir este versículo así: “Ser crucificado con Cristo es un hecho que ya se llevó a cabo; no es una experiencia que debemos procurar”. Cristo fue crucificado. El ya pasó por la cruz, pero nosotros no necesitamos ser crucificados independientemente, pues ya fuimos crucificados con El. Para nosotros éste es un hecho consumado. Así que sólo nos queda una sola manera de parafrasear este versículo. Toda persona tiene su propia manera de parafrasear. Todo depende de cuánta claridad necesitemos o cuánta clarificación necesiten los demás en algún aspecto. Lo que escribamos, tenemos que escribirlo de tal modo que quienes no entiendan un versículo lo puedan entender.
Estudiemos 1 Corintios 3:1, que dice: “Y yo, hermanos, no pude hablaros como a hombres espirituales, sino como a carne, como a niños en Cristo”. La palabra sino tiene mucho significado, pues indica que ellos habían sido creyentes por bastante tiempo. Para entonces debían saber lo que significa ser espiritual y lo que significa estar bajo la disciplina del Espíritu Santo. Sin embargo, en muchas áreas estaban bajo la influencia de la carne, andaban por la carne, y no se sujetaban a la autoridad del Espíritu. Pablo no podía hacer otra cosa que considerarlos carne. Si observamos por un momento la expresión niños en Cristo que Pablo usa, veremos que lo que quería decir era: “Vosotros habéis perdido mucho tiempo. Es tolerable que un creyente nuevo esté bajo la influencia de la carne, pero vosotros habéis sido creyentes por muchos años, y todavía estáis bajo el poder de la carne. Hasta hoy, no habéis crecido en Cristo, y todavía tengo que alimentarlos con leche”. Debemos escribir lo que entendamos con respecto a este pasaje. De esta manera, cuando leamos de nuevo lo que escribimos, entenderemos claramente el significado del pasaje. Si practicamos esto diez minutos al día, cuando terminemos 1 Corintios habremos percibido la intención de Pablo en esta epístola.
La distribución del tiempo de la que hablamos es una sugerencia basada en la experiencia que otras personas han tenido. En la práctica, cada quien puede hacer los arreglos correspondientes según sus necesidades específicas ante Dios.
II. TOMAR APUNTES
Al leer la Biblia, debemos tomar apuntes. Todo estudiante de la Biblia debe tomar notas. Necesitamos cuadernos pequeños y grandes. Siempre debemos llevar en nuestros bolsillos una libreta para apuntar ideas en cualquier momento. También debemos anotar nuestras preguntas. Además de esta libreta, debemos llevar con nosotros un cuaderno grande, en el cual debemos consolidar todo lo que haya pasado por nuestra mente y todo el material que hayamos coleccionado. Clasifiquemos esta información para futuras consultas. Al principio no necesitamos una división detallada, la clasificación puede ser general hasta cierto punto. Si deseamos clasificar nuestro material por temas teológicos, podemos dividirlo en cinco secciones: el Padre, el Hijo, el Espíritu, la iglesia y el siglo venidero. También podemos hacer divisiones más detalladas, pero para los creyentes nuevos estas cinco categorías son suficientes. Las profecías que se relacionan con la iglesia deben agruparse bajo la categoría “iglesia”. Las doctrinas relacionadas con la justificación y la santificación, también pueden agruparse bajo esta misma categoría. Al principio podemos tener cinco cuadernos, uno para cada una de estas categorías. Cuando recojamos más material, podemos hacer más divisiones.
Debemos ser cuidadosos cuando tomemos apuntes. Por ejemplo: cuando leemos Romanos, debemos notar que reinó y reinarán se usan cinco veces en 5:14, 17, y 21. Mucho más se usa cuatro veces en los versículos 9, 10, 15 y 17. Debemos tomar nota de todo esto. Marcos 13:9 dice: “Por causa de Mí”; el versículo 13 dice: “Por causa de Mi nombre”; y el versículo 20 dice: “Por causa de los escogidos”. ¿Por qué dicen tres cosas diferentes estos versículos? Observe el ejemplo en Mateo 24 y 25. ¿Cuántas preguntas hicieron los discípulos al Señor en el monte de los Olivos? ¿Cuántos versículos son respuesta a una pregunta, y cuántos responden otra? Los discípulos eran limitados en su conocimiento, y sus preguntas no eran pertinentes. Por eso no se habla mucho de sus preguntas. Pero el Señor Jesús habló extensamente en Sus respuestas. Tenemos que prestar atención a estas palabras y observar cuáles versículos abarca la respuesta del Señor, y cuáles comprenden Sus palabras adicionales. De este modo, tendremos una idea clara de la profecía dada en el monte de los Olivos. Observe las tres veces que aparece “dije” en Isaías 6:5 y 11, y “respondí” en el versículo 8. El primer “dije” es una confesión, la segunda vez que responde (v. 8) es una consagración, y el “dije” del versículo 11 es comunión. Debemos anotar todas estas cosas. Este material es muy útil tanto para nosotros como para otros hermanos y hermanas. Los buenos lectores de la Biblia son muy diligentes, pero no han llegado a serlo por casualidad.
III. HERRAMIENTAS
Estudiar la Biblia es parecido a trabajar en un oficio; pues para ello necesitamos las herramientas del caso.
A. La Biblia
Debemos tener dos Biblias grandes para nuestra lectura personal, y una pequeña para cuando viajemos y para las reuniones. Si no nos es posible conseguir dos Biblias para nuestra lectura, por lo menos debemos tener una. La letra no debe ser muy pequeña, porque podríamos perder el significado de las palabras. La letra impresa debe ser por lo menos de dos milímetros de alto. Es preferible que sea un poco más grande, pero no demasiado, aunque la letra grande la pueden usar los hermanos de edad avanzada. Para estudiar es mejor tener dos Biblias, una de las cuales la debemos mantener intacta, mientras que la otra la debemos subrayar, marcar y le podemos hacer anotaciones. Cuando leemos la Biblia que no tiene marcas, no nos afecta lo que hayamos leído en ella anteriormente, y cada vez que leamos un pasaje será como si lo hiciéramos por primera vez. La otra Biblia la debemos marcar y subrayar. Podemos escribir notas, subrayar y encerrar palabras en un círculo, o relacionar pasajes afines. Pero no debemos ser muy minuciosos ni dedicarle a esto demasiado tiempo. Para nuestra alimentación espiritual diaria, podemos usar la Biblia que no tiene marcas. Para escudriñar, debemos usar la que está marcada.
La versión Unión en chino es la mejor traducción de la Biblia a este idioma y en general una de las mejores traducciones disponibles en la actualidad, lo cual se debe a que está basada en el mejor texto griego que se conoce. Esta traducción es muy exacta en diferentes pasajes, aun más exacta que la versión King James en inglés. Por ejemplo: la versión King James en muchas ocasiones no hace distinción entre “Jesucristo” y “Cristo Jesús”. Pero la versión Unión en chino siempre es fiel en mostrar el orden de los dos nombres. Es bueno tener diferentes traducciones y compararlas. Otra buena traducción es la versión Unión Wen-li (Clásica). En muchos casos sus monosílabos son mejores que los términos que se usan en la versión Unión. El idioma chino popular no tiene expresiones tan exactas como el chino clásico. Por ejemplo: “vivificado” y “resucitado” se traducen igual, fu-juo, en el lenguaje popular. Pero el clásico chino hace una distinción entre estas dos palabras. Una es fu-chi y la otra es fu-juo. En algunos casos el lenguaje común es más restringido que el clásico, pero en otros casos sucede lo contrario. Otra versión que es digna de mencionarse es la versión de Josefo, un judío que abrazó la fe cristiana y sintió la necesidad de traducir la Biblia al chino. Por esa razón estudió el idioma chino e hizo toda la traducción. También podemos comparar la traducción del Nuevo Testamento de la Versión Shin-Ju-Ku. La Librería Evangélica también hizo una traducción del Evangelio de Mateo, la cual se puede usar como referencia. Sin embargo, las versiones más confiables son las versiones Unión en chino y la versión Wen-li. Si usted puede leer inglés, trate de obtener una copia de la traducción de John Nelson Darby.
B. Concordancias
Aparte de la Biblia, también se debe tener una concordancia. El compendio de Courtenay H. Fenn es probablemente uno de los mejores, aunque no es muy completo. Esperamos publicar en el futuro una concordancia basada en el griego. Si el Señor lo permite, también publicaremos una concordancia del Antiguo Testamento.
C. Diccionarios bíblicos
Además de las herramientas mencionadas, también debemos tener uno o más diccionarios bíblicos. Por ejemplo: necesitamos un diccionario que nos explique el significado de Urim y Tumim, la historia de las seis Marías, etc. Un diccionario nos puede proporcionar toda esta información. Pero debemos usar un diccionario cuya orientación doctrinal sea ortodoxa. Se podría consultar la Enciclopedia de la Biblia por Ou-Er, la cual se puede considerar como un diccionario bíblico. Desafortunadamente, esta publicación está descontinuada. Es posible que se pueda encontrar una copia en la biblioteca o en una librería anticuaria.
D. Bosquejos de la Biblia
Necesitamos otro libro que nos sirva para hacer un buen bosquejo de la Biblia. Podemos consultar La Biblia en un año. Este libro tiene buenos bosquejos. Muchos cristianos de todo el mundo han usado el bosquejo que contiene dicho libro para estudiar la Biblia.
Dicho tomo de referencia es muy útil para estudiar la Biblia. Todas éstas son herramientas indispensables.