Watchman Nee Libro Book cap.3 La autoridad y la sumisión
EJEMPLOS DE REBELIÓN EN EL ANTIGUO TESTAMENTO (2)
CAPÍTULO TRES
EJEMPLOS DE REBELIÓN
EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
(2)
Lectura bíblica: Génesis. 9: 20-27; Levítico. 10: 1-2; Números. 12: 1-15; 16
LA REBELIÓN DE CAM
El fracaso de la autoridad delegada pone a prueba a los que le están sujetos
Al principio cuando Adán cayó estaba en el huerto, y también en un huerto se hallaba Noé cuando cayó. Dios salvó a Noé y a toda su familia debido a que Noé fue hallado justo. En el plan de Dios, Noé era la cabeza de su familia, y Dios puso a la familia de Noé bajo su autoridad. Dios también puso a Noé como la cabeza de toda la tierra en aquel entonces.
Pero un día Noé bebió del vino de su viña, se embriagó y quedó desnudo en su tienda. Cuando su hijo Cam vio la desnudez de su padre, salió de la tienda y lo contó a sus hermanos. Sabemos que la conducta de Noé estaba equivocada; él no debió embriagarse. Pero Cam no vio cuán serio era el asunto de la autoridad. El padre es la autoridad que Dios estableció en la familia. Ahora bien, a la carne le gusta ver que la autoridad caiga en vergüenza para sentirse libre de la restricción. Cuando Cam vio el comportamiento erróneo de su padre, no tuvo ninguna compasión ni se condolió de él. Tampoco guardó el asunto en secreto. Esto demuestra que tenía un espíritu rebelde, pues salió a decírselo a sus hermanos y expuso la vergüenza de su padre, y también que su conducta era rebelde. Notemos, por otro lado, la manera en que Sem y Jafet trataron el asunto. Ellos entraron a la tienda de espaldas y no miraron la desnudez de su padre, sino que lo cubrieron sin volverse. El fracaso de Noé fue una prueba para Sem, Cam, Jafet y Canaán, el hijo de Cam, que pondría en evidencia quién era sumiso y quién era rebelde. El fracaso de Noé sacó a la luz la rebelión de Cam.
Cuando Noé recobró la sobriedad, profetizó que los descendientes de Cam serían malditos y que serían siervos de sus hermanos. El primer siervo de la Biblia fue Cam. La expresión “Canaán será su siervo” se usa dos veces, lo cual significa que los que no se someten a la autoridad tendrán que ser siervos sujetos a autoridad. Sem fue bendecido. El Señor Jesús fue descendiente de Sem. Los descendientes de Jafet llegaron a ser anunciadores de Cristo. Todas las naciones que predican el evangelio son descendientes de Jafet. Después del diluvio, la primera persona que fue maldita fue Cam. Sus descendientes fueron hechos siervos bajo la autoridad de otros, de generación en generación. Todo aquel que desee servir al Señor, debe encontrarse cara a cara con la autoridad; pues no puede servir con un espíritu de rebelión.
NADAB Y ABIU OFRECEN FUEGO EXTRAÑO
La razón por la cual fueron consumidos
¡Cuán solemne es la historia de Nadab y Abiú! Ellos llegaron a ser sacerdotes debido a que pertenecían a la familia de Aarón. La condición de la casa de Aarón era aceptable delante de Dios, pero no la condición individual de los miembros de esa familia; por consiguiente, Dios puso a Aarón por sacerdote. La unción fue derramada sobre la cabeza de éste (Levítico. 8: 12). Aarón era la persona encargada de todo lo relacionado con las ofrendas y el servicio; y sus hijos eran sólo ayudantes que obedecían sus órdenes y atendían los asuntos del altar. Dios no deseaba que los hijos de Aarón fueran sacerdotes de una manera independiente, y deseaba que estuvieran bajo la autoridad de Aarón. Levítico 8 menciona doce veces a Aarón y a sus hijos. Luego el capítulo nueve indica que Aarón ofrecía los sacrificios teniendo a su lado a sus hijos para que le ayudasen. Si Aarón no se movía, sus hijos no debían moverse. Todo debía estar bajo el nombre de Aarón, y no de sus hijos. Cuando sus hijos tuvieron la arrogancia de asumir la posición de ser cabeza y ofrecieron sacrificios, esto constituyó un fuego extraño. Sin embargo, Nadab y Abiú, hijos de Aarón, pensaron que ellos también podían ofrecer sacrificios. Por consiguiente ofrecieron fuego extraño sin la autorización de él. Ofrecer fuego extraño equivale a servir a Dios y al mismo tiempo rechazar las órdenes y hacer a un lado la autoridad. Ellos pensaron que el servicio de su padre de ofrecer sacrificios era muy fácil. No le veían nada de extraordinario a dicho servicio; por lo tanto, pensaron que ellos podían hacer lo mismo. De tal manera que se encargaron de esto por su propia cuenta. Lo único que tuvieron en cuenta era si podían hacerlo o no. Pero no se percataron de que este asunto dependía de la autoridad de Dios.
El servicio que se origina en Dios
Este es un asunto muy solemne. Servir a Dios y ofrecer fuego extraño son asuntos similares y, al mismo tiempo, completamente diferentes. El servicio a Dios se origina en El. Esto significa que el hombre sirve a Dios sujeto a su autoridad y, como resultado, es acepto. Pero el fuego extraño se origina en el hombre, y no requiere que uno obedezca la voluntad de Dios ni que se someta a Su autoridad. Sólo se necesita el celo del hombre, y el resultado será la muerte. Frecuentemente producimos muerte cuando servimos y cuando laboramos. En tales circunstancias debemos pedirle a Dios que nos ilumine. ¿Estamos bajo el principio del servicio o bajo el principio del fuego extraño?
La obra de Dios efectuada en una coordinación de autoridad
Cuando Nadab y Abiú trabajaron separados de Aarón, trabajaron separados de Dios, debido a que la obra de Dios debe realizarse en coordinación y bajo autoridad. En el Nuevo Testamento vemos a Bernabé y Pablo, a Pablo y Timoteo, y a Pedro y Marcos. En todos estos casos vemos a una persona que toma la iniciativa y a una que ayuda y se somete. En la obra de Dios, algunos son establecidos para que ejerzan autoridad, y otros, para que se sometan a la autoridad. Dios desea que seamos sacerdotes según el orden de Melquisedec. De la misma manera, debemos servir a Dios según el orden de la coordinación bajo la autoridad.
Cuando una persona que no debe dirigir toma el liderazgo, se encontrará en rebelión y muerte. Por lo tanto, todo el que sirve a Dios y desconoce lo que es la autoridad, ofrecerá fuego extraño. Cuando alguien dice: “Si tal persona puede hacerlo, yo también”, está en rebelión. Dios no sólo presta atención a la existencia o ausencia del fuego, sino también al carácter del fuego ofrecido. La rebelión puede cambiar el carácter mismo del fuego. Lo que no provenga de las instrucciones de Aarón, es decir, del mandato divino, es fuego extraño. A Dios le interesa preservar Su autoridad, y no se preocupa sólo por el sacrificio. Por esta razón, el hombre debe seguir las instrucciones y complementar a la otra persona. La autoridad delegada sigue a Dios. Y los seguidores se someten a la autoridad delegada. Ni en los asuntos espirituales ni en la obra espiritual existe un servicio individual sino un servicio corporativo llevado a cabo en coordinación. La unidad del servicio se encuentra en la coordinación y no en el individualismo. Cuando Nadab y Abiú estuvieron en desacuerdo con Aarón, en realidad lo estuvieron con Dios. Ellos no podían prestar servicio separados de Aarón. Toda persona que viola la autoridad será consumida por el fuego de Dios. Ni siquiera el mismo Aarón sabía cuán serio era este asunto, pero Moisés sí sabía cuán serio era rebelarse contra la autoridad de Dios. Hay muchas personas que piensan que sirven a Dios. Pero laboran independientemente sin sujetarse a ninguna autoridad. Muchas personas han pecado sin darse cuenta de que están rebelándose contra la autoridad de Dios. Por esta razón, muchos evangelistas independientes que laboraron con cierta eficiencia en China, ocasionaron una gran pérdida a la iglesia.
LA MURMURACIÓN DE AARÓN Y DE MARIA
Murmurar contra la autoridad delegada trae la ira de Dios
Aarón y María eran los hermanos mayores de Moisés. En la familia, Moisés estaba bajo la autoridad de Aarón y de María. Pero en el llamado y en la obra de Dios, éstos estaban bajo la autoridad de aquél. Ellos no estaban de acuerdo con que Moisés se casara con una mujer cusita o etíope y, a raíz de eso, murmuraron contra Moisés, diciendo: “¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros?” (Números. 12: 2). Los cusitas o etíopes eran un pueblo africano; eran descendientes de Cam, y no estaba bien que Moisés se casara con una mujer de ese linaje. María era mayor que Moisés; estaba bien que ella corrigiera a su hermano basada en su relación familiar. Pero al hablar, ella tocó la obra de Dios y menospreció la posición de Moisés. En la obra Dios había puesto a Moisés como autoridad delegada. Fue un gran error que María y Aarón hablaran en contra de Moisés por motivos familiares.
Dios escogió a Moisés para que sacara de Egipto a los israelitas. Pero María menospreció a Moisés. Por lo tanto, Dios no se agradó de esto. Está bien que quisiera reprender a su hermano, pero no que hablara contra la autoridad de Dios. Ni Aarón ni María conocían la autoridad de Dios. Ellos desarrollaron un corazón rebelde al mantener una relación natural. Moisés no respondió nada, ya que sabía que si él era la autoridad delegada de Dios, no había necesidad alguna de defenderse. Cualquiera que hablara contra él, tocaría la muerte; así que no necesitó decir palabra. Mientras Dios le hubiera delegado Su autoridad, él no tenía que hablar. Un león no necesita protección porque es la autoridad. Moisés primero se sometió a la autoridad de Dios, y entonces pudo representar a Dios como autoridad. El era más manso que todos los hombres que había sobre la tierra (versículo. 3). La autoridad que Moisés representaba era la autoridad de Dios. Todas las autoridades son delegadas por Dios y nadie puede quitarlas.
Las palabras de rebelión subieron y fueron oídas por Dios (versículo. 2b). Cuando Aarón y María ofendieron a Moisés, ellos ofendieron a Dios, quien estaba en Moisés. Por eso, Dios se airó contra ellos. Cuando el hombre toca la autoridad delegada, toca a Dios en esa persona, y cuando ofende la autoridad delegada, ofende a Dios mismo.
La autoridad se basa en la elección de Dios y no en los logros del hombre
Dios llamó a los tres a salir a la puerta del tabernáculo de reunión (versículo. 4). Aarón y María salieron osadamente, seguros de que estaban en lo correcto. Ellos pensaron que finalmente Dios los llamaba a servirle. Pensaban para sí: “Tú, Moisés, te has casado con una mujer cusita, lo cual ha traído tristeza a nuestra familia. Tenemos muchas cosas que decirle a Dios de ti”. Pero Dios dijo: “Mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa … ¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés?” La autoridad espiritual no proviene del talento del hombre, sino de la elección de Dios. Los asuntos espirituales son completamente diferentes a los principios terrenales.
La autoridad es Dios mismo, quien no debe ser agraviado. Cualquiera que hable en contra de Moisés estará hablando contra la elección de Dios, la cual no podemos menospreciar.
La manifestación de la rebelión: la lepra
Cuando la ira de Dios se encendió, la nube se alejó de la tienda y la presencia de Dios se apartó. Inmediatamente, María quedó leprosa (versículo. 10). Esto no fue producto de alguna infección, sino que fue ocasionado por Dios. Tener lepra no es mejor que estar casado con una mujer etíope. Tan pronto como la rebelión interna se manifiesta, viene la lepra. Los leprosos debían ser marginados. No podían acercarse a ellos y quedaban privados de toda comunión.
Cuando Aarón vio que María quedó leprosa, él suplicó a Moisés que intercediera para que Dios la sanara. Dios indicó que María fuera echada del campamento por siete días, después de los cuales sería recibida de nuevo. Ella fue avergonzada por siete días como si su padre hubiera escupido sobre su rostro. Sólo después de siete días la tienda de reunión pudo continuar su viaje. Cada vez que surge la rebelión y la murmuración entre nosotros, la presencia de Dios se va y la tienda se detiene. La columna de nube no regresa hasta que sea juzgada la murmuración. Si el asunto de autoridad no ha sido establecido, todos los demás asuntos permanecerán inestables.
La sujeción a la autoridad directa de Dios y a Su autoridad delegada
Muchos piensan que están sometidos a Dios, pero no saben que necesitan someterse a la autoridad que El delega. Los que son verdaderamente sumisos ven la autoridad de Dios en sus circunstancias, en su hogar y en las instituciones. Dios dijo: “¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés?” (versículo. 8). Cada vez que surge la murmuración, debemos estar alerta. No podemos ser descuidados pensando que podemos hablar precipitadamente. Cuando surge la murmuración, queda en evidencia que la rebelión está presente, pues es la expresión de ésta. Debemos temer a Dios y nunca hablar precipitadamente. Muchas personas hoy en día, hablan en contra de quienes los preceden, de los hermanos responsables en la iglesia, pero no se dan cuenta de la seriedad de este asunto. Si un día la iglesia recibe gracia de Dios, se separará de los que murmuran contra los siervos de Dios y no hablará con ellos porque son leprosos. Que Dios tenga misericordia de nosotros para que veamos que este asunto no se relaciona con cierto hermano sino con la autoridad que Dios delegó. Si hemos tenido un encuentro con la autoridad, sabremos que existen muchas situaciones en las que pecamos contra Dios. Por eso, nuestro concepto con respecto al pecado cambia, pues veremos el significado del pecado desde el punto de vista de Dios. El pecado que Dios condena es la rebelión del hombre.
LA REBELIÓN DE CORÉ Y SU SÉQUITO JUNTO CON DATÁN Y ABIRAM
Una rebelión colectiva
En Números 16 se habla del séquito de Coré, quien pertenecía a la tribu de Leví, y de Datán y Abiram, quienes eran de la tribu de Rubén. Los levitas representaban la tribu de los espirituales, y Datán y Abiram representaban a los líderes. A ellos se unieron doscientos cincuenta hombres de renombre. Todos estos príncipes se reunieron para rebelarse contra Moisés y a Aarón, y atacaron diciendo: “¡Basta ya de vosotros! Porque toda la congregación, todos ellos son santos … ¿por qué, pues, os levantáis vosotros sobre la congregación de Jehová?” (versículo. 3). Ellos no respetaron a Moisés ni a Aarón. Tal vez dijeron estas palabras con toda sinceridad. Al reprender a Moisés, no mencionaron nada de su relación con Dios ni de lo ordenado por Dios. Cuando Moisés escuchó acusaciones tan graves, no se enojó ni se molestó. En vez de esto, se postró delante de Jehová y no trató de defenderse; tampoco trató de ejercer la autoridad porque ésta era de Dios. El les dijo a Coré y a todo su séquito que esperaran hasta la mañana. En la mañana Jehová mostraría quién era suyo y quién era santo. El respondió a un espíritu de rebelión con un espíritu de sumisión.
Las palabras de Coré y su séquito estaban basadas exclusivamente en razonamientos; no eran más que suposiciones. Pero Moisés dijo que el Señor aclararía todas las cosas. Todo el asunto se basaba en la elección y el mandato de Dios; por eso el problema no era de Moisés, sino de Jehová. Ellos pensaron que se oponían solamente a Moisés y Aarón, y no se percataron de que se estaban oponiendo a Dios. Ellos no tenían la intención de rebelarse contra Dios; al contrario, deseaban continuar sirviéndolo. Solamente menospreciaron a Moisés y a Aarón. Pero Dios no está separado de la autoridad que El delega. Uno no puede tomar una actitud hacia Dios y otra hacia Moisés y Aarón. Nadie puede rechazar la autoridad delegada y al mismo tiempo aceptar a Dios. Si ellos se hubieran sometido a Dios, se habrían sometido a la autoridad de Moisés y Aarón. Pero Moisés no reaccionó porque la autoridad de Dios estaba sobre él. El se humilló a sí mismo bajo la autoridad de Dios. De una manera gentil les dijo: “Tomaos incensarios … y poned fuego en ellos, y poned en ellos incienso delante de Jehová mañana; y el varón a quien Jehová escogiere, aquel será el santo” (versículos. 6-7). Moisés era un hombre de edad. El sabía las consecuencias de aquel acto, así que suspiró diciendo: “Esto os baste … ¿os es poco que el Dios de Israel os haya apartado de la congregación de Israel acercándoos a él? … Por tanto, tú y todo tu séquito sois los que os juntáis contra Jehová” (versículos. 7, 9, 11).
En ese momento Datán y Abiram no estaban presentes. Más tarde Moisés envió hombres para mandar a llamarlos. Pero ellos se rehusaron diciendo: “Tampoco nos has metido tú en tierra que fluya leche y miel, ni nos has dado heredades de tierras y viñas. ¿Sacarás los ojos de estos hombres? No subiremos” (versículo. 14). Esta actitud demuestra claramente que estaban en rebelión. Ellos no creyeron en la promesa de Dios, y su atención estaba puesta en la bendición terrenal. Ellos se olvidaron de su propio error, pues fueron ellos los que se rehusaron a entrar en Canaán. Así que, se rebelaron contra Moisés con palabras hostiles.
Dios debe quitar la rebelión de entre su pueblo
Entonces Moisés se enojó pero no contestó nada sino que oró a Dios. Muchas veces la rebelión del hombre fuerza a Dios a ejecutar Su juicio. Dios dijo: “Apartaos de entre esta congregación, y los consumiré en un momento” (versículo. 21). Dios debe quitar la rebelión de entre su pueblo. Moisés y Aarón se postraron sobre su rostro y dijeron: “¿No es un sólo hombre el que pecó? ¿Por qué airarte contra toda la congregación?” (versículo. 22). Dios respondió la oración de Moisés y Aarón, y juzgó sólo al séquito de Coré. Por eso, los israelitas no sólo escucharon las palabras de la autoridad delegada por Dios, sino que Dios mismo testificó delante de los israelitas que El aceptaba las palabras de dicha autoridad.
La rebelión es un principio que procede del Hades. Cuando ellos se rebelaron, las puertas del Hades se abrieron. La tierra abrió su boca y se tragó a Coré, a Datán, a Abiram, a sus familias y todos sus bienes. Ellos cayeron vivos en el Hades. Las puertas del Hades no prevalecerán contra la iglesia. Pero un espíritu de rebelión puede abrir sus puertas. La iglesia no logra la victoria debido a que hay en ella algunos que son rebeldes. Cuando no hay rebelión, la tierra no puede abrir su boca. Todos los pecados producen muerte, pero sólo la sumisión a la autoridad cierra las puertas del Hades y libera la vida.
Los sumisos actúan basados en la fe, no en la doctrina
Cuando los rebeldes hablaron contra Moisés diciendo que él no los había conducido a la tierra que fluye leche y miel, y que no les había dado por heredad las tierras y las viñas, sus palabras eran de alguna manera verdaderas ya que ellos estaban todavía en el desierto y no en la tierra que mana leche y miel. Notemos que cada vez que los hombres actúan y juzgan según la doctrina o lo que ven físicamente, toman el camino del razonamiento; pero quienes se someten a la autoridad entrarán en Canaán por medio de la fe. Los que argumentan o arguyen razones no pueden tomar el camino del espíritu; pero los que por medio de la fe siguen la columna de nube y de fuego y la orientación de Moisés, quien es la autoridad delegada, disfrutarán la plenitud del espíritu. La tierra abre su boca para tragar a los rebeldes; es así como la muerte los conduce rápidamente al Hades. Los que no se someten a la autoridad ven con mucha claridad; pero lo único que pueden ver es la desolación del desierto. Sólo los que están aparentemente ciegos, que avanzan por la fe sin fijarse en la desolación que los rodea, pueden entrar en Canaán. Quienes están en senda espiritual ven la promesa de bendición futura con los ojos de la fe. Por lo tanto, uno debe encontrarse con la autoridad, ser restringido por Dios y someterse a Su autoridad delegada. Si lo único que uno ve es a su padre o a sus hermanos o hermanas, no ha visto lo que es la autoridad y todavía no conoce a Dios; ya que para conocer la autoridad se requiere una revelación personal, y no solamente una enseñanza teórica.
La rebelión se contagia
En Números 16 vemos dos rebeliones. En los versículos del 1 al 40 vemos la rebelión de los líderes, y en los versículos del 41 al 50 vemos la rebelión de toda la congregación. El espíritu de rebelión se contagia. El juicio de los doscientos cincuenta no fue suficiente advertencia para toda la congregación. Ellos vieron con sus propios ojos el fuego que vino de Dios y consumió a los doscientos cincuenta que habían ofrecido el incienso. No obstante, se rebelaron y hasta acusaron a Moisés de haberles dado muerte. Moisés y Aarón no podían hacer que la tierra se abriera ni consumir a las personas con fuego; así que obviamente fue Dios quien lo hizo. Algunos hombres sólo se guían por lo que ven con los ojos físicos, y no logran ver que toda autoridad proviene de Dios. Tales personas son muy osadas, pues no temen ni siquiera cuando ven la ejecución del juicio de Dios. Esto se debe a que no conocen el significado de la autoridad. Este es un asunto muy peligroso. Cuando toda la congregación atacó a Moisés y Aarón, la gloria de Dios apareció para mostrarles que la autoridad proviene de El. Dios los juzgó trayendo una plaga en la cual murieron 14.700 personas. Moisés discernió rápidamente lo que estaba sucediendo y le dijo a Aarón que tomara de inmediato el incensario y que le pusiera fuego e incienso para hacer propiciación por la congregación. Aarón se puso entre los muertos y los que todavía estaban vivos, y la mortandad cesó.
Dios pudo tolerar las diez veces que Su pueblo murmuró en el desierto, pero no tolera que se ofenda a Su autoridad. El puede tolerar muchos pecados y aun perdonarlos, pero cuando se trata de la rebelión, no la tolera porque ella corresponde al principio de la muerte, es decir, al principio de Satanás. Por esta razón, el pecado de la rebelión es más serio que cualquier otro pecado. Cada vez que alguien se opone a la autoridad, Dios inmediatamente lo juzga. Cuán solemne es este asunto.