Watchman Nee Libro Book cap.24 Libro de lecciones nivel 2: El Dios triuno

Watchman Nee Libro Book cap.24 Libro de lecciones nivel 2: El Dios triuno

CRISTO EN LA ETERNIDAD

Lección veinticuatro

CRISTO EN LA ETERNIDAD

Lectura bíblica

Ap. 20:11-12, 15; 2 P. 3:10; Ap. 21:1-2; Jn. 1:29; Sal. 46:4; Ez. 47:5-9; Jn. 7:38; 6:35, 57; Ap. 2:7; 22:14, 19; 21:9, 22:17

Bosquejo

  1. La Nueva Jerusalén en el cielo nuevo y la tierra nueva
    1. El Dios redentor
    2. El río de agua de vida
    3. El árbol de vida
  2. El Espíritu y la novia

Texto

Al final del reino milenario Satanás será echado al lago de fuego, donde será quemado eternamente; además, Cristo se sentará en el gran trono blanco para juzgar a los incrédulos muertos de todas las eras. En Apocalipsis 20 Juan escribió: “Y vi un gran trono blanco y a Aquel que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante el trono; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras … Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (vs. 11-12, 15).

Después de este juicio, el antiguo cielo y la antigua tierra pasarán, e iniciará la eternidad con un cielo nuevo y una tierra nueva (2 P. 3:10; Ap. 21:1). Para ese tiempo Cristo ya habrá eliminado todo lo negativo del universo, incluyendo a Satanás y sus seguidores y al mundo entero. Entonces el propósito de las edades se cumplirá. Mediante la obra de Cristo, el hombre habrá sido completamente redimido, transformado, glorificado y edificado como la expresión corporativa del Dios Triuno. ¡Qué Persona tan maravillosa es nuestro Cristo! ¡Qué magnífica es Su obra!

I. LA NUEVA JERUSALÉN EN EL CIELO NUEVO Y LA TIERRA NUEVA

En la eternidad futura Cristo nutrirá y suplirá a Su pueblo, así como también los gobernará. Las cosas viejas habrán pasado; el cielo nuevo y la tierra nueva habrán sido plenamente establecidos; y la Nueva Jerusalén habrá descendido de Dios, viniendo desde el cielo. La Nueva Jerusalén ciertamente no es una ciudad física; más bien, ella representa lo que Dios es para Su pueblo, y muestra cómo Dios y Su pueblo serán mezclados plenamente como una sola entidad. En el centro de esta ciudad simbólica se halla el trono de Dios y del Cordero, del cual fluye un río de agua de vida.

A. El Dios redentor

En la Nueva Jerusalén aún disfrutaremos a Cristo como nuestro Dios redentor. Esto se revela en Apocalipsis 22:1, donde vemos el trono de Dios y del Cordero. Solamente hay un trono, porque Dios está en el Cordero y el Cordero está en Dios. Este Cordero es el Dios redentor. Por causa de la caída del hombre, el Dios creador se hizo un hombre (Jn. 1:1, 14), y este hombre fue llamado el Cordero de Dios (Jn. 1:29). A fin de quitar los pecados del mundo, el Dios creador llegó a ser el Dios redentor. ¡Alabado sea el Señor que el Dios redentor nos ha salvado! Estábamos condenados al lago de fuego eterno; pero ahora, en lugar de eso, alabaremos por la eternidad al “Dios-Cordero” por habernos salvado. Tendremos un memorial eterno de Su gran redención. ¡Alabado sea el “Dios-Cordero”!

B. El río de agua de vida

No pensemos que lo único que Dios hará en la eternidad será estar sentado en Su trono. Debemos entender que de Su trono brota un río de agua de vida, y que por medio de este río El continuará impartiéndose a nosotros para nuestro disfrute eterno.

Este río, que es tipificado por los ríos mencionados en Génesis 2:10-14, en Salmos 46:4 y en Ezequiel 47:5-9, representa la abundancia de vida que hay en Su fluir. Hay un solo río fluyendo en las cuatro direcciones de la ciudad santa, al igual que los cuatro brazos del único río en Génesis 2:10-14. En nuestra experiencia, este único río con sus riquezas se convierte en muchos ríos, según lo indica Juan 7:38.

El agua de vida representa a Dios en Cristo como Espíritu, el cual fluye y se imparte en Su pueblo redimido para ser su vida y su fuente de vida. Esto fue tipificado por el agua que brotó de la roca hendida (Ex. 17:6; Nm. 20:11), y también por el agua que salió del costado herido del Señor Jesús (Jn. 19:34). Finalmente, esta agua de vida llega a ser un río que sale del trono de Dios y del Cordero para suplir y regar a toda la Nueva Jerusalén. De modo que, la ciudad se llena de la vida divina a fin de expresar la gloria de la vida de Dios.

C. El árbol de la vida

Apocalipsis 22:2 dice: “Y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida”. El hecho de que el árbol de la vida crece a ambos lados del río, indica que este árbol es una vid, la cual se extiende siguiendo el cauce del agua de vida, a fin de que el pueblo de Dios la tome y la disfrute. Esto cumplirá por la eternidad lo que Dios se había propuesto desde el principio (Gn. 2:9). Debido a la caída del hombre, el acceso al árbol de la vida fue cerrado a la humanidad (Gn. 3:22-24); sin em- bargo, fue reabierto a sus creyentes mediante la redención de Cristo (He. 10:19-20). Hoy en día, el disfrute que tenemos de Cristo como árbol de la vida es la porción común de los creyentes (Jn. 6:35, 57). En el reino milenario, sólo los vencedores disfrutarán a Cristo como el árbol de vida, lo cual será una recompensa particular para ellos (Ap. 2:7). Finalmente, en el cielo nuevo y la tierra nueva todos los redimidos disfrutarán a Cristo como el árbol de la vida por la eternidad, lo cual será su porción eterna (22:14, 19).

El árbol de la vida es Cristo mismo como nuestro suministro de vida. Primero, El fue el Cordero de Dios para redimirnos (Jn. 1:29), y después, el árbol de la vida para impartirnos Su vida (Jn. 6:35). Cristo nos redimió con el fin de impartirse en nosotros y suministrarnos Su vida. De manera que, El no es solamente el Cordero de Dios, sino también el árbol de la vida.

II. EL ESPÍRITU Y LA NOVIA

Apocalipsis 21:9 dice: “Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero”. ¿Quién es este Cordero? Es Cristo, nuestro Dios-Cordero. El es el Novio de la desposada (Jn. 3:29). Pero debemos notar que Apocalipsis 22:17 dice: “Y el Espíritu y la novia dicen: Ven”. No dice el Cordero y la novia, sino “el Espíritu y la novia”. Estos dos versículos juntos demuestran que Cristo, el Cordero, es simplemente el Espíritu.

Este Espíritu es la consumación del Dios Triuno completo. El Espíritu como el Novio es esta totalidad y consumación del Dios Triuno. El es apto para ser el Esposo y desposar a la esposa, la cual es la consumación de todo el pueblo redimido y regenerado de Dios. Esta es una pareja universal en la que lo divino se casa con lo humano.

Aquí vemos dos consumaciones. Lo divino ha pasado por el proceso de la encarnación, crucifixión, resurrección y la ascensión, y ha llegado a ser el Espíritu, la totalidad y la consumación del Dios Triuno, a saber, el Novio. Por su parte, lo humano también ha pasado por un proceso que incluye la redención, regeneración y la transformación. Este proceso tiene como resultado la consumación del pueblo de Dios, el cual una vez que ha sido redimido, regenerado y transformado, llega a ser la novia, la desposada. Ambas consumaciones —la del Dios Triuno y la del pueblo escogido, redimido y transformado de Dios,— llegan a ser una mediante el matrimonio universal. El hombre tripartito procesado complementará al Dios Triuno procesado, llegando a ser Su expresión plena y Su satisfacción eterna.

¡Qué destino tan maravilloso el nuestro! Sin embargo, no necesitamos esperar hasta la eternidad para disfrutar a Cristo como el Cordero, como el río y como el árbol de la vida. Sino que, hoy mismo, mientras estamos en el proceso de la transformación, podemos paladear un anticipo de lo que será nuestro disfrute eterno. El proceso de Cristo está completo, pero el nuestro aún no lo está. Somos los hijos de Dios, y estamos siendo transformados y edificados como Su Cuerpo, a fin de expresar a Cristo por la eternidad. ¡Que podamos avanzar cada día en la experiencia y disfrute de la persona y la obra de Cristo! ¡Amén! ¡Aleluya!

Preguntas

  1. Comente con sus compañeros acerca de los distintos aspectos de la Nueva Jerusalén, tales como el Dios redentor, el río de la vida, el árbol de la vida, etc.
  2. Escriba una profecía —de diez minutos— acerca de cómo la persona y la obra de Cristo conducen a pecadores como nosotros a morar mutuamente con el Dios Triuno, a fin de producir la Nueva Jerusalén.

Referencias adicionales

  1. Estudio-vida de Apocalipsis (Lee/LSM), págs. 209, 646-649, 721-722, 724-727, 729-731, 738-739.
  2. Stream Magazine Book Two [Revista El manantial, libro dos] (Lee/LSM), págs. 1534-1535.
  3. The Kernel of the Bible [El pensamiento central de la Biblia] (Lee/LSM), págs. 199-201.
  4. La revelación básica en las Sagradas Escrituras, (Lee/LSM), págs. 110-111.
  5. The Central View of the Divine Dispensation [La visión central de la impartición divina] (Lee/LSM), pág. 97.
  6. The Divine Dispensing of the Divine Trinity [La impartición divina de la Trinidad Divina] (Lee/LSM), págs. 42-44.
  7. Estudio-vida de Marcos (Lee/LSM), pág. 587.