Watchman Nee Libro Book cap.22 Libro de lecciones nivel 2: El Dios triuno
CRISTO COMO ESPÍRTU EN SUS ASPECTOS ESENCIAL Y ECONÓMICO
Lección veintidós
CRISTO COMO ESPÍRITU EN SUS ASPECTOS ESENCIAL Y ECONÓMICO
Lectura bíblica
Jn. 20:22; Hch. 2:1-4; Ro. 8:10-11; 2 Co. 13:5; 2 Ti. 4:22; Jn. 6:63; Lc. 24:49; Hch. 1:4-5, 8; Mr. 16:15; 1 Co. 12:13.
Bosquejo
- Por dentro, el contenido, y por fuera, el equipo necesario
- El aspecto esencial o interior
- Cristo en nosotros
- Cristo es nuestra vida
- El contenido de la iglesia
- El aspecto económico o exterior
- El bautismo del Espíritu Santo
- La propagación de Cristo
- Nuestra experiencia de ambos aspectos del Espíritu
Texto
Cristo pasó por un proceso maravilloso en el que experimentó la encarnación, el vivir humano, la crucifixión, la resurrección y la ascensión. Cada una de estas etapas representa un paso adicional en el cumplimiento de la economía de Dios, la cual tiene como propósito producir la iglesia, que es el Cuerpo de Cristo, a saber: la expresión completa y corporativa del Dios Triuno, y la morada mutua de Dios y el hombre. Como subrayamos en la lección anterior, Cristo como Cabeza en el cielo requiere que Su Cuerpo en la tierra coordine con El, a fin de llevar a cabo Su propósito. Sin El nada podemos hacer, pero tampoco El puede hacer nada sin nuestra cooperación. El asunto crucial en esta coordinación es que ahora Cristo es el Espíritu. Como tal, El mora en nosotros y nos suministra interiormente, y a la vez, nos reviste de poder exteriormente para la obra.
I. POR DENTRO, EL CONTENIDO, Y POR FUERA, EL EQUIPO NECESARIO
Muchos cristianos no saben que Cristo, en el día de Su resurrección, vino y se impartió en Sus discípulos como el aliento celestial, al soplar en ellos (Jn. 20:22). Este fue un aspecto básico en la formación de la iglesia. Luego, cincuenta días más tarde, en el día de Pentecostés, el Cristo ascendido y entronizado se derramó sobre los discípulos (Hch. 2:1-4). Este fue un segundo aspecto crucial en la formación de la iglesia. El propósito de Cristo al soplar en Sus discípulos el aliento santo en el día de Su resurrección fue impartirles Su vida, y la razón por la cual derramó sobre ellos el Espíritu en el día de Pentecostés fue equiparlos con Su poder. En el día de la resurrección El vino como el pneuma, una palabra griega que significa “Espíritu”; esta palabra también puede traducirse “aliento” o “aire”. Luego, en el día de Pentecostés, El vino como un viento recio. El aliento infunde vida, y el viento reviste con poder. El Espíritu de vida, el Cristo resucitado, es nuestro contenido de vida por dentro; y el Espíritu de poder, derramado por el Cristo ascendido, es nuestro uniforme por fuera. Así que, tenemos el contenido de vida interiormente, y estamos equipados con poder exteriormente. Lo primero es el aspecto esencial y lo segundo, el aspecto económico. Estos no son dos Espíritus, sino dos aspectos del único Espíritu. Debemos entender claramente estos dos aspectos de Cristo como Espíritu.
II. EL ASPECTO ESENCIAL O INTERIOR
A. Cristo en nosotros
Muchos versículos bíblicos declaran que Cristo está en nosotros (Ro. 8:10; 2 Co. 13:5; Gá. 2:20; Col. 1:27). El puede vivir en nosotros porque es el Espíritu. Por tanto, hay otros versículos que afirman que el Espíritu mora en nosotros (Jn. 14:17; Ro. 8:11; 1 Co. 6:19; Gá. 4:6). Cuando Cristo era un hombre sobre la tierra, El no podía vivir dentro de ningún otro hombre. Pero ahora Cristo es el Espíritu (1 Co. 15:45b; 2 Co. 3:17), y a semejanza del aire en la atmósfera, El puede fácilmente entrar en nuestro ser. Como Espíritu, el Señor nos regeneró, es decir que nuestro espíritu nació del Espíritu (Jn. 3:6); esto implica que ahora Cristo mora en nuestro espíritu (2 Ti. 4:22).
B. Cristo es nuestra vida
Por medio del Espíritu disfrutamos a Cristo como nuestra vida interior; El es el Espíritu vivificante. En tal Espíritu disfrutamos a Cristo al leer Su Palabra (Jn. 6:63; 2 Ti. 3:16), al invocar Su nombre (1 Co. 12:3) y al orar (Jud. 20). Esto equivale a comer, beber y respirar a Cristo, lo cual permite que El se infunda en nosotros como el Espíritu para nuestro vivir. Del mismo modo en que necesitamos el alimento material, el agua y el aire para sustentar nuestro cuerpo, así necesitamos tomar a Cristo como el Espíritu para sustentar nuestra vida espiritual. El es nuestro pan, agua y aire vivientes. Este es el Espíritu de vida que se imparte en nuestro ser para nuestro vivir esencial.
Aunque el Señor mora en nosotros, no podemos afirmar que todo nuestro ser ha sido totalmente impregnado y lleno de El. Aún queda en nosotros mucho de nuestra vieja naturaleza. Por consiguiente, en lugar de expresar al Señor, expresamos nuestro egoísmo, orgullo, rebelión y muchas otras cosas ajenas a El. Así que, tenemos la urgente necesidad de que el Espíritu opere en nuestro interior, santificándonos y transformándonos.
El Espíritu es la consumación máxima del Dios Triuno procesado, y como tal, El es todo-inclusivo, es decir, que contiene todos los aspectos del proceso que pasó el Señor. El Espíritu lo incluye todo, pues incluye no sólo el vivir humano perfecto del Señor, sino también el elemento aniquilador de la cruz y el poder de Su resurrección. Al disfrutar este Espíritu, nuestro ser es transformado, el vivir de Cristo se hace nuestro, todos los aspectos negativos son aniquilados, y nuestra vida llega a ser una vida en resurrección.
C. El contenido de la iglesia
Cuando disfrutamos a Cristo de esta manera, El viene a ser nuestro contenido. Cristo mismo es el contenido de la iglesia. La iglesia no es un club social ni simplemente un grupo de personas que se congregan; más bien, es el Cuerpo de Cristo. Para ser Su Cuerpo debemos estar llenos de Su vida. Supongamos que alguien fabrica un modelo de plástico que luce exactamente como nuestro cuerpo. ¿Podría decir que eso es su cuerpo? Por supuesto que no. Para que fuera su cuerpo tendría que contener su propia vida. De igual manera, si hemos de ser el Cuerpo de Cristo, debemos estar llenos de El como nuestra vida. Esta es la razón por la que Cristo se hizo el Espíritu, para poder impartirse como vida dentro de nuestro ser.
III. EL ASPECTO ECONÓMICO O EXTERIOR
A. El bautismo del Espíritu Santo
Después de que Cristo resucitó, El se apareció ante Sus discípulos y les dio instrucciones que no se fueran de Jerusalén, sino que esperaran hasta recibir el bautismo del Espíritu Santo (Hch. 1:4-5). El les dijo: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y seréis Mis testigos … hasta lo último de la tierra” (Hch. 1:8). De acuerdo con Su palabra, el Espíritu Santo sería derramado sobre el Cuerpo en el día de Pentecostés. Tal bautismo del Espíritu Santo no fue un bautismo esencial para impartirles vida, sino un bautismo económico para revestirlos con poder y autoridad económicamente. Los discípulos ya estaban llenos del Espíritu como vida, pero necesitaban ser “investidos de poder desde lo alto” para llevar a cabo la obra (Lc. 24:49). Esta investidura es el “uniforme celestial” del Espíritu económico.
B. La propagación de Cristo
La autoridad y el poder del Espíritu tenían la finalidad de equipar a los discípulos para efectuar la obra del Señor. El Señor les había dicho: “Id por todo el mundo y proclamad el evangelio a toda la creación” (Mr. 16:15), y los comisionó para que fueran Sus testigos hasta las partes más remotas de la tierra. Cristo entró en algunas personas en Jerusalén, pero El deseaba entrar en miles y aun en millones de personas. Esa sería Su multiplicación y extensión, es decir, Su propagación, la cual tenía como meta producir las iglesias sobre toda la tierra. Los discípulos, al ser investidos con el Espíritu económico, salieron a predicar el evangelio. ¡En un sólo día se arrepintieron tres mil personas, y en otro día fueron salvas cinco mil! Esto fue posible porque el Espíritu era su vida interior y su autoridad exterior. Por esta razón su obra fue tan prevaleciente.
IV. NUESTRA EXPERIENCIA DE AMBOS ASPECTOS DEL ESPÍRITU
Aun Cristo como hombre experimentó los dos aspectos del Espíritu: El nació del Espíritu Santo esencialmente, y también fue bautizado con el Espíritu económicamente, a fin de llevar a cabo Su ministerio y Su obra. Todo creyente en Cristo debe tener esta experiencia doble. El deseo de Dios consiste en obtener una expresión universal de Sí Mismo, esto es, un hombre corporativo que sea lleno de Su vida y naturaleza. Dios ha estipulado que esta expresión sea producida mediante hombres mortales que cooperen y coordinen con El en la tierra. ¡Qué tarea tan monumental la nuestra! Sin lugar a dudas hemos sido facultados y equipados generosamente para este fin; Cristo pasó por un proceso extraordinario con miras a realizar este propósito.
Ahora podemos disfrutar y experimentar al Espíritu vivificante como nuestra vida y suministro de vida. Seguramente ya conocemos las muchas maneras en que podemos participar del Espíritu esencial en nuestro diario vivir. No obstante, para salir a predicar a Cristo necesitamos el “uniforme celestial”. ¿Cómo podemos experimentar este aspecto económico del Espíritu? Unicamente por medio de la fe. El bautismo del Espíritu Santo derramado sobre el Cuerpo en Hechos fue un logro obtenido de una vez y para siempre. No es necesario que esto se repita. ¡Ya lo tenemos!. En 1 Corintios 12:13 dice que “en un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un solo Cuerpo”. Ahora, simplemente debemos salir a predicar confiados en este hecho consumado. Cuando ejercitemos nuestra fe de este modo, descubriremos que nuestro ministrar prevalece sobre el infierno, sobre Satanás y sobre todos los demonios. Entonces experimentaremos tal investidura, el “uniforme” de la autoridad, y nuestra predicación será prevaleciente e impartirá a Cristo en las personas.
Aquí podemos ver el maravilloso ciclo que es necesario para que se propague el Cristo resucitado y ascendido. Primero, somos nutridos y llenos de El esencialmente, y luego nos vestimos con El económicamente. Entonces podemos ministrarlo a otros para que ellos también lo disfruten como su vida esencial. Nuestro disfrute esencial del Señor hace posible que llevemos a cabo nuestra labor, económicamente para extender y propagar al Señor en otros. Pero es necesario que lo que ministremos a otros, sea aquello con lo que estamos llenos esencialmente. Ambos aspectos se complementan, es decir, el uno coopera para el cumplimiento del otro. Nada podemos hacer si carecemos de uno de estos dos aspectos. ¡Alabado sea el Señor! De esta manera Cristo obtendrá Su Cuerpo sobre la tierra. Diariamente necesitamos tomar a Cristo como el Espíritu, es decir, como nuestra propia vida. Así que, debemos llevar a cabo la obra de Dios, la cual consiste en propagar y multiplicar a Cristo en las personas; ¡tal investidura del Espíritu como nuestro “uniforme” nos capacita para efectuar esta gran obra!
Preguntas
- ¿Qué significan los términos esencial y económico?
- Explique cómo Cristo, siendo el Espíritu, produjo la iglesia con ambos aspectos, el esencial y el económico.
- ¿Cuándo fue la primera vez que los discípulos experimentaron los dos aspectos del Espíritu?
- ¿Cómo podemos experimentar ambos aspectos del Espíritu?
Referencias adicionales
- The Kernel of the Bible [El pensamiento central de la Biblia] (Lee/LSM), págs. 158-159, 161-162, 165-169.
- The Baptism in the Holy Spirit [El bautismo en el Espíritu Santo] (Lee/LSM), págs. 3-7.
- Estudio-vida de Marcos (Lee/LSM), págs. 562-564.
- The Spirit and the Body [El Espíritu y el Cuerpo] (Lee/LSM), págs. 42-44.