Watchman Nee Libro Book cap.20 Libro de lecciones nivel 5: La iglesia

Watchman Nee Libro Book cap.20 Libro de lecciones nivel 5: La iglesia

NUESTRA ENTRADA EN LA IGLESIA

Lección veinte

NUESTRA ENTRADA EN LA IGLESIA

Lectura bíblica

Ef. 1:3-5, 7; Ro. 4:25; 1 P. 1:3; Ef. 2:5-6;

Hch. 2:4; 10:44-45; 1 Co. 12:13; Mr. 16:16; Hch. 2:38; 26:19; 2 Co. 4:1; Fil. 3:13

Bosquejo

  1. Escogidos y predestinados por el Padre.
  2. La redención de Cristo efectuada por Su sangre.
  3. La resurrección y la ascensión de Cristo.
  4. El derramamiento del Espíritu sobre el Cuerpo.
  5. Entramos en la iglesia al creer y ser bautizados.
  6. No podemos salirnos de la iglesia.
  7. Entregarnos absolutamente a la edificación de la iglesia:
    1. No ser desobedientes a la visión celestial.
    2. No desanimarnos.
    3. Proseguir siempre a la meta.

Texto

En las últimas siete lecciones hablamos de modo general acerca de cómo podemos edificar la iglesia. En las siguientes cinco lecciones aclararemos cuál es nuestra función en la vida de iglesia, a fin de que podamos participar en la edificación de la misma. Las personas que llegan a la vida de iglesia provienen de diversos trasfondos. Muchos de ustedes nacieron de padres que ya estaban en la iglesia. En esta lección, nuestra carga es revelar cómo entramos en la iglesia. Nosotros no entramos en la iglesia por medio del nacimiento físico, ni tampoco porque algún amigo nos invitó.

Nosotros fuimos escogidos desde antes de la fundación del mundo para estar en la iglesia. Fuimos redimidos por Cristo en la cruz para estar en la iglesia, y fuimos resucitados juntamente con Cristo y se nos hizo sentar con El en los lugares celestiales, por causa de la iglesia. Fuimos regenerados por el Espíritu para estar en la iglesia. Nacimos de Dios con la finalidad de que estuviéramos en la iglesia. Ahora somos hijos de Dios que pertenecemos a la familia de Dios. Somos miembros del Cuerpo de Cristo para estar en la iglesia. Estamos en la iglesia mediante la vida divina, y a causa de dicha vida. Estamos en la iglesia debido a todo lo que el Dios Triuno ha hecho. Nunca podremos salirnos de la iglesia ni ser despedidos de ella. Nuestro destino es permanecer en la iglesia. Estamos en la iglesia, y ella es nuestro hogar por la eternidad. ¡Aleluya!

I. ESCOGIDOS Y PREDESTINADOS POR EL PADRE

En la primera lección hicimos notar que la iglesia fue concebida en el plan eterno de Dios. Ahora afirmaremos que no sólo la iglesia estuvo presente en el plan eterno de Dios, sino también nosotros mismos. No estamos en la iglesia por casualidad. Efesios 1:3-5 dice: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en El antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de El en amor, predestinándonos para filiación por medio de Jesucristo para Sí mismo, según el beneplácito de Su voluntad”. Es evidente que la primera bendición que recibimos del Padre es el hecho de que El nos escogió y nos predestinó para que fuéramos hijos Suyos. Sabemos que Efesios es un libro que trata sobre la iglesia. El capítulo uno termina con la revelación de la Cabeza y el Cuerpo, la iglesia, la cual es la plenitud de la Cabeza. Por lo tanto, podemos decir que el Padre nos escogió y nos predestinó para hacernos Sus hijos, también con miras a la iglesia. Debido a que la iglesia se compone de los muchos hijos del Padre, nosotros, quienes fuimos escogidos y predestinados, somos los constituyentes de la iglesia.

II. LA REDENCIÓN DE CRISTO EFECTUADA POR SU SANGRE

Efesios 1:7 dice: “En quien tenemos redención por Su sangre, el perdón de los delitos según las riquezas de Su gracia”. Después de crear al hombre, Dios dijo que éste era bueno en gran manera. Aunque el hombre no tenía pecado, necesitaba que Dios entrara en él. Sin embargo, antes de que Dios pudiera entrar en el hombre, éste cayó en pecado y quedó bajo la maldición de la ley. Debido a esto, Dios tuvo que venir a redimirnos, perdonarnos y lavarnos de nuestros pecados, a fin de hacer de nosotros el material apto con el cual edificar la iglesia. Como hombre, El efectuó la redención en la cruz por toda la humanidad, una vez y para siempre. Al creer en El, recibimos el perdón de pecados.

III. LA RESURRECCIÓN Y LA ASCENSIÓN DE CRISTO

Después que Cristo fue entregado por nuestros delitos, El fue resucitado para nuestra justificación (Ro. 4:25). Asimismo, fuimos regenerados para una esperanza viva por medio de Su resurrección (1 P. 1:3), y fuimos vivificados juntamente con Cristo (Ef. 2:5). Como resultado, la vida eterna de Dios entró en nosotros y nos hizo divinamente humanos. Esto nos permite ahora ser los constituyentes de la iglesia. Además de esto, fuimos resucitados juntamente con El y se nos hizo sentar en los lugares celestiales en Cristo Jesús (Ef. 2:6). Ahora, todas las cosas están bajo nuestros pies. Tenemos la autoridad en el cielo y en la tierra para llevar a cabo el deseo de Dios, que es edificar la iglesia. Ya que hemos obtenido todas estas bendiciones del Padre, no tenemos por qué estar oprimidos ni desanimados. Nadie puede detenernos, ni siquiera el diablo mismo, de llevar a cabo el propósito de Dios, el cual consiste en edificar la iglesia.

IV. EL DERRAMAMIENTO DEL ESPÍRITU SOBRE EL CUERPO

El último de los logros del Dios Triuno fue el derramamiento del Espíritu para formar un solo Cuerpo. Esto se llevó a cabo en dos etapas y a favor de dos pueblos. Primero, el Espíritu fue derramado en el día de Pentecostés, sobre los creyentes judíos (Hechos 2). El mismo Espíritu también fue derramado en la casa de Cornelio, sobre los creyentes gentiles (Hechos 10). Por lo tanto, Pablo dijo en 1 Corintios 12:13: “Porque en un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un solo cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu”. El bautismo marca nuestro inicio en el Cuerpo y sucede una vez y para siempre. Pero beber del Espíritu es una acción continua, la cual debemos practicar constantemente por la eternidad.

V. ENTRAMOS EN LA IGLESIA AL CREER Y SER BAUTIZADOS

Nuestra participación en la elección y predestinación del Padre, en la redención, resurrección y ascensión del Hijo, y en el llenar y derramamiento del Espíritu, todo tenía como fin que pudiéramos entrar en la iglesia. Respecto a estos asuntos no tuvimos opción alguna, pues ni siquiera habíamos nacido. No obstante, fuimos preparados de antemano para ser miembros del Cuerpo de Cristo, con miras a la edificación de Su Cuerpo. Todas estas cosas las experimentamos cuando creímos y fuimos bautizados, después de haber oído la palabra de la verdad, el evangelio de nuestra salvación. Cuando creímos, recibimos el Espíritu de realidad, el cual nos trajo todas las realidades divinas; y cuando fuimos bautizados, fuimos introducidos en el Espíritu una vez y para siempre, a fin de permanecer en el Cuerpo. Todas estas realidades espirituales que fueron efectuadas por el Dios Triuno hace tanto tiempo atrás, se han convertido en una realidad para nosotros hoy. El hecho de que hayamos entrado en la iglesia se lo debemos por completo al Dios Triuno. Hemos entrado en la iglesia por la elección del Padre, la redención del Hijo, la regeneración del Espíritu, nuestra fe y por el bautismo. El que estemos en la iglesia es un hecho eterno, proveniente del Padre, del Hijo, del Espíritu y de la vida eterna. Esto no depende de nosotros ni de nadie más. Qué más nos queda por decir sino: “¡Aleluya!”. Debemos darle gracias a El por Su misericordia y por Su gracia.

VI. NO PODEMOS SALIRNOS DE LA IGLESIA

Después de haber visto cómo entramos en la iglesia, podemos concluir que no podemos salirnos de ella jamás. Nuestra entrada se inició en la eternidad pasada, antes de la creación, e incluso antes de que hubiéramos hecho bien o mal; y dicha entrada continuó por medio de la encarnación, la crucifixión, la resurrección y la ascensión de Cristo, y por medio del derramamiento del Espíritu. Experimentamos una rica entrada en la iglesia al escuchar el evangelio, creer y ser bautizados. Nuestra entrada es un hecho eterno; es conforme a la vida divina e increada de Dios. No fue algo accidental ni se basó en la decisión de nadie. Nadie nos contrató ni nos inscribió para ello. ¿Podríamos entonces retirarnos de la iglesia? No. ¡Jamás! Un día, el cielo y la tierra pasarán, pero nosotros aún permaneceremos en la iglesia. No existe ninguna puerta de escape. Nadie nos puede despedir de la iglesia porque, espiritualmente, nacimos en ella. Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? No hay salida alguna. No podemos salirnos de la iglesia, ni por decisión nuestra, ni de otro, incluyendo a Dios.

VII. ENTREGARNOS ABSOLUTAMENTE A LA EDIFICACIÓN DE LA IGLESIA

¿Han visto la visión de la iglesia y de la edificación de la misma? ¿Sabe usted por qué está en la iglesia y cómo entró en ella? Si ve esta visión, su reacción espontánea será entregarse por completo a Cristo para la edificación de la iglesia. Usted se dará cuenta de que en el universo no existe nada mejor que edificar la iglesia.

A. No ser desobedientes a la visión celestial

Muchos han recibido esta visión celestial y se han consagrado a Cristo y la iglesia. Desafortunadamente, un gran número de ellos ha abandonado este camino. ¿Se ha preguntado por qué? El apóstol Pablo declaró en Hechos 26:19 que él no fue desobediente a la visión celestial. Esto implica que es posible ser desobedientes. Necesitamos orar al Señor, pidiéndole que Su misericordia nos guarde siempre obedientes a la visión celestial, a fin de que podamos mantener una consagración absoluta hasta el fin. Creemos que el Señor será fiel en contestar nuestra oración.

B. No desanimarnos

En ocasiones podemos desanimarnos debido a la condición de la iglesia, o porque la condición de la iglesia no corresponde a la visión celestial. Tal vez algunos argumenten que después de estar en la vida de iglesia por diez años, aún no han visto el cumplimiento del propósito de Dios tal como se revela en la Biblia. Debemos decirles que el cielo y la tierra pasarán, pero que la Palabra de Dios no pasará hasta que todo se haya cumplido (Mt. 24:35). Dios está edificando la obra maestra del universo. Es más fácil crear el cielo y la tierra que edificar la iglesia. Se requiere de más amor, más sabiduría, más tiempo y de más energía para edificar la iglesia. El material que Dios usa para edificar la iglesia proviene de una montaña de escombros. Todos éramos pecadores malignos, llenos de inmundicia y corrupción. Por consiguiente, Dios tuvo que redimir al hombre y luego transformarlo en el material apropiado para Su edificación. Esto ciertamente toma mucho tiempo. Esta era, y sobre todo nuestra vida, tiene como fin dicha obra. Por tanto, no debemos desanimarnos, ya que tenemos el ministerio del Nuevo Testamento, el cual nos motiva y suministra todo lo necesario para que edifiquemos la iglesia (2 Co. 4:1).

C. Proseguir siempre a la meta

Tenemos que centrar nuestra atención en la meta, que es Cristo y la iglesia. Pablo dijo en Filipenses 3:13 que él, olvidando lo que quedaba atrás, se extendía a lo que estaba delante, es decir, que él proseguía hacia la meta: Cristo y la iglesia. Necesitamos tener la misma actitud de Pablo. No debemos decir: “Yo no soy como el hermano Pablo”. Pablo dijo que él era un modelo que los creyentes debían imitar (2 Ts. 3:9). Debemos imitar a Pablo, ya que él era un imitador de Cristo (1 Co. 11:1). Por consiguiente, hermanos y hermanas jóvenes, amen al Señor Jesús con todo su corazón, con toda su mente y con toda su alma, a fin de edificar Su iglesia. Les animo a que oren así: “Señor, Tú te diste por mí y por la iglesia. Tú me escogiste, me redimiste, me regeneraste, y me bautizaste en Tu Cuerpo. Por tanto, Señor, quiero darte todo mi ser, todo lo que soy, todo lo que tengo y todo lo que puedo hacer. Consagro a Ti mi vida entera y todo mi futuro, para edificar Tu iglesia. Todo lo que Tú tienes es mío, y todo lo que yo tengo es Tuyo. Tu voluntad es mi voluntad, y mi voluntad es la Tuya. Señor, edifica a la iglesia por medio de los santos y también por medio de mí”.

Preguntas

  1. Usando la Biblia, escriba una profecía acerca de nuestra entrada en la iglesia.
  2. Hemos visto en esta lección que es posible ser desobedientes a la visión celestial, pero ¿es posible salirnos de la iglesia? Explique.
  3. ¿Qué papel desempeñó el Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu— en nuestra entrada a la iglesia?

Referencias adicionales

  1. El Cuerpo de Cristo (Lee/LSM), págs. 21-27.
  2. Un solo y nuevo hombre (Lee/LSM), págs. 47-62.
  3. El organismo del Dios Triuno en la unión orgánica de Su Trinidad Divina (Lee/LSM), págs 39-46.