Watchman Nee Libro Book cap.2 Los asuntos de la iglesia

Watchman Nee Libro Book cap.2 Los asuntos de la iglesia

EL SERVICIO SACERDOTAL

CAPÍTULO DOS

EL SERVICIO SACERDOTAL

Primeramente debemos establecer el principio de que todos los hijos de Dios son sacerdotes que deben servir a Dios. Teniendo presente este principio, veamos cómo podemos guiar a todos los hermanos y hermanas a ser sacerdotes en una iglesia local. En otras palabras, veamos qué clase de arreglos debemos hacer en el trabajo espiritual a fin de que todos los creyentes puedan participar en las cosas espirituales, tanto los nuevos creyentes como los que han conocido al Señor por muchos años. Necesitamos ver cuáles cosas espirituales en una iglesia local pueden ser atendidas por los hermanos y hermanas.

ALGUNOS ASUNTOS ESPIRITUALES QUE TODOS LOS CREYENTES DEBEN HACER

En el comienzo, en Foochow y también en Shanghái, dispusimos algunos asuntos para que fuesen hechos por todos los hermanos y hermanas locales. El primero fue la predicación del evangelio.

En segundo lugar, después de que una persona ha escuchado el evangelio y recibido al Señor, debemos ir a visitarle, trayéndole por el camino recto y mostrándole cómo ser cristiano.

Lo tercero es el asunto de visitar a los nuevos creyentes. ¿Cómo debemos ayudar a los que han venido de otras religiones, han creído en el Señor, han venido al camino recto y han sido bautizados?

En cuarto lugar, en la iglesia aún hay muchas otras necesidades. Algunos creyentes tienen dificultades en sus familias; algunos tienen enfermedades; otros sufren pobreza; otros tienen muertes u otros acontecimientos en sus familias. Todas estas clases de situaciones existen entre los hijos de Dios. Esta gente también necesita el servicio y la ayuda de la iglesia. Podemos calificar tales servicios como visitas a los que están en situaciones especiales. Esta es otra cosa que pueden hacer todos los hermanos y hermanas.

El quinto asunto es el cuidado de los hermanos y hermanas que se han mudado lejos de aquí y de los que se han mudado de otros sitios acá. Siempre he pensado que esto es algo muy importante. Hoy día si los hermanos y hermanas se mudan a otras ciudades, aun con carta de recomendación, debemos seguir cuidándolos posteriormente. También debemos cuidar especialmente a los hermanos y hermanas que han venido de otros sitios.

Estos cinco puntos son suficientes para nuestra consideración de los asuntos espirituales.

I. PREDICAR EL EVANGELIO

A lo primero que debemos prestar atención es que entre los ministros de la palabra establecidos por Dios en la iglesia, uno es llamado evangelista. Además, Pablo le dijo a Timoteo que hiciera obra de evangelista (2 Ti. 4:5). Cuando comparamos estas dos afirmaciones, vemos un asunto muy importante, esto es, que Dios ha establecido en la iglesia una categoría de gente que se llama evangelistas; pero a los que no son evangelistas, el mandamiento del apóstol es que deben hacer obra de evangelista. En otras palabras, los evangelistas deben predicar el evangelio, y los que no son evangelistas deben hacer la obra de evangelista. Un evangelista es un don específicamente establecido por Dios. Si Dios le ha dado a alguien el don de ser un evangelista, entonces debe concentrarse en predicar el evangelio para traer gente a la iglesia. Sin embargo, si el tal no es establecido por Dios como un evangelista, entonces la palabra del Señor es que todos los hijos de Dios deben hacer la obra de evangelista.

En otras palabras, acerca del trabajo de predicar el evangelio, el que puede hacerlo debe hacerlo, y el que no puede hacerlo, también debe hacerlo. El evangelista, que es alguien que puede hacerlo, tiene que hacerlo. Los que no son evangelistas, esto es, los que no pueden hacerlo, también deben hacerlo. Este trabajo debe tener lugar en todas partes. Los jóvenes, así como Timoteo, deben hacerlo. De hecho, todos, en todas partes, deben hacer la obra de evangelista.

Por esto ustedes deben alentar a todos los hermanos y hermanas a que pasen tiempo yéndose a hacer la obra de predicar el evangelio. Nunca deben permitirles que estén ociosos y se olviden de los pecadores, y nunca permitan que sólo unos cuantos hagan la obra de predicar el evangelio. Debe dárseles a conocer a todos los hermanos y hermanas que cada uno es un sacerdote y que cada uno debe servir a Dios. Hay un servicio que es llamado el servicio del evangelio. En el trabajo y servicio espiritual, hay algo llamado la obra de evangelista. Debemos ayudar a los hermanos a que presten atención especial a este punto.

II. OCUPARSE DEL EVANGELIO

Ocuparse del evangelio es algo que debemos practicar delante de Dios. Espero que todos los hermanos y hermanas tomen esta responsabilidad de cuidar de los pecadores en la obra de predicar el evangelio.

Esta responsabilidad comienza desde que se trae a una persona a las reuniones y termina hasta que es bautizada. Necesitan enseñarles a los hermanos y hermanas cuán grande es la responsabilidad de ellos al traer a una persona de un hogar, o de una escuela, o de un hospital, o de una oficina, a las reuniones. Ellos deben seguir trayendo a esta persona hasta que sea guiada a conocer al Señor, a recibir al Señor, y a ser bautizada. Esto es lo que debe hacerse en el cuidado y la visitación del evangelio.

Trayendo a la gente a las reuniones evangelísticas

Cuando cuide de un pecador, debe hallar un modo de traerlo a la reunión evangelística. Uno no debe traer muchos al mismo tiempo. Por supuesto, si trae usted muchos también está bien. Pero si quiere que sean bien cuidados, sería mejor que una persona trajera solamente tres o cuatro. Si usted trae muchos, no podrá cuidarlos. No queremos establecer una ley, pero de dos a cuatro es un buen número. No traiga muchos; sin embargo, esto no quiere decir que si la oportunidad lo permite, no puede traer más. Si puede traer treinta o cincuenta estudiantes de la escuela, también sería bueno. Pero cuando lo haga, inmediatamente tiene que pedirle a los hermanos responsables que lo ayuden a encontrar algunos hermanos o hermanas que puedan compartir con usted la responsabilidad de cuidarlos. Supongamos que usted sólo pueda cuidar de cuatro personas, pero usted ha traído cuarenta. Todavía hay treinta y seis que usted no puede cuidar. Por lo tanto, usted debe pedirle a los hermanos responsables que hagan los arreglos necesarios para que unos cuantos hermanos y hermanas ayuden a cuidarlos.

Sentándose entre ellos

Ahora debemos ver la manera de atender la reunión evangelística. Deben prepararse Biblias e himnarios. Se debe acomodar a los cuatro nuevos de tal manera que dos se sienten a la izquierda y dos a la derecha de usted. No debe haber más de dos a cada lado, porque sería complicado cuidar de más de dos. Cuando se lea la Biblia, les debe ayudar a encontrar los versículos. Cuando se canten los himnos, debe ayudarles a encontrarlos. A muchos de ellos es necesario explicarles de qué manera están dispuestas las páginas. Si el coro del himno se repite, también les debe decir esto. No debe pensar que todos son capaces de hacerlo. Ellos nunca antes han cantado un himno ni han leído la Biblia, así que usted debe ayudarles.

Durante la predicación, si alguno no entiende, debe usted explicarle en voz baja. ¿Se acuerdan de la anécdota que contó el señor Wakes cuando estaba predicando en Shanghái? Dijo que una vez un predicador británico fue a Japón, y estaba predicando en un área pública muy grande, un día cuando había mucha gente allí. Las primeras palabras del predicador fueron: “Todos ustedes saben cómo los israelitas salieron de Egipto”. Cuando el señor Wakes escuchó esto, inmediatamente corrió a decirle que tal vez él debía utilizar dos horas para explicarles quiénes eran los israelitas y qué era eso de salir de Egipto. Tenemos que darnos cuenta de que hay muchas cosas que la gente no entiende. Aunque no podamos utilizar dos horas para explicar, como el señor Wakes sugirió, al menos podemos usar un par de frases en voz muy baja para explicarles a ellos.

Fortaleciendo con oración las palabras que se están predicando

El trabajo más importante de usted es ayudar a la predicación en la reunión. La predicación del evangelio no es para que usted la escuche, ni para que usted la critique. La predicación que se hace desde la plataforma es para que los pecadores la escuchen. Muchas veces el evangelio no fue predicado bien, debido a que los hermanos no escucharon apropiadamente. Tenga presente que usted no está allí para criticar, sino para ayudar. El evangelio no es predicado para que usted lo escuche; el evangelio es predicado para que los pecadores lo escuchen. Por lo tanto, cuando se dé cuenta de que son usadas algunas palabras de peso, o que algunas palabras son habladas con un espíritu liberado, debe orar silenciosamente mientras ellos están sentados a su lado. Puede usted orar: “¡Oh Señor, imparte esta palabra en la gente!” o “¡Señor, usa esta palabra para que esta persona sea salva! o “¡Señor, usa esta palabra para que sean salvos estos dos!” Puede ser que el Señor le dé dos porque usted pidió dos. Si pide uno, el Señor le dará uno. Si pide cinco, el Señor le dará cinco. Usted fortalece la palabra que está siendo predicada con su oración por los cuatro que están bajo su cuidado. Mientras los cuida, usted ora. Esto es lo que usted debe hacer en las reuniones, y esto es por lo que todos deben ser responsables.

Dispuesto a ser asignado a atender a los nuevos

Los que no trajeron a nadie deben cuidar del excedente traído por otros. Durante la predicación del evangelio, todos estos hermanos deberían sentarse al lado y esperar a ser asignados por el hermano que ese día sea responsable de la atención de los nuevos. Escuchar el evangelio requiere compañerismo. Ellos escuchan el evangelio, y usted los atiende. Usted debe sentarse al lado de los nuevos, tal vez al lado de dos o cuatro de ellos, para escuchar con ellos, aunque usted no los haya llevado.

Durante la predicación, los hermanos y hermanas deben estar cerca de la puerta, o si el espacio lo permite, deben sentarse en la parte posterior de la sala de reunión, para esperar a ser asignados por el hermano que ese día esté encargado de la atención de los nuevos. Si ve entrar a varios nuevos, debe ir a sentarse con ellos para ayudarles. El cuidado del evangelio tiene dos aspectos; por un lado, tenemos que traer a la gente, y por otro, debemos cuidarlos en la reunión. Cada uno debe traer gente y cuidar a aquellos que trae. Los que no han traído a nadie, también deben aprender a cuidar de los que otros han traído a la reunión. Todos los hermanos y hermanas tienen que ser llevados al punto en el que todos tengan algo que hacer

Mientras se saca la red

Cada vez que predicamos el evangelio, siempre debemos sacar la red. Echar la red es una cosa, pero sacarla es otra. Usted no les pide a los peces que salten a la red; usted saca la red. Cuando la predicación se ha terminado, y el que está en la plataforma comienza a sacar la red por medio de exhortar a la gente a que levante la mano para indicar su deseo de recibir el evangelio, entonces es necesario que usted ayude en este trabajo. No importa qué método se use. Tal vez uno use un método, y otro quizás use otro método. Nada de esto importa. Estas cosas son flexibles. Siempre y cuando él pueda sacar la red, aunque tenga que saltar al océano para hacerlo, estará bien. En este momento, usted debe ayudarle a hacer el trabajo de sacar la red. En este momento usted tiene que ayudar a los nuevos. Entre aquellos que usted esté cuidando, va a tener mucho que hacer. Por un lado, necesita orar, y por otro, necesita ser muy fuerte para persuadirlo, diciendo: “Pienso que, debido a su pecado, usted debería levantarse para recibir al Señor”. Si usted tiene la certeza de que el orgullo es lo que le impide levantarse, podría decirle: “Debe ser humilde, no debe ser orgulloso. Debe recibir al Señor”. O si usted sabe que el amor al mundo es la razón por la cual él no se levanta, puede decirle: “¿Hay algo en el mundo por lo cual valga la pena demorarse? ¿Por qué esperar otra ocasión? Si le parece que su tiempo ha llegado, no demore.”

No esperar durante cuatro meses

Lo más importante en la predicación del evangelio es no esperar durante cuatro meses. Mucha gente comete el error común de esperar durante cuatro meses. Pero el Señor Jesús nos dijo que no esperásemos durante cuatro meses. La palabra del Señor Jesús fue muy peculiar. El dijo: “¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo … ya están blancos para la siega”. Dos o tres días quizás esté bien, pero cuatro meses es mucho. La cosecha del evangelio va mucho más allá del concepto del hombre. No sea tan necio como para pensar que aún tiene que esperar cuatro meses después que la semilla ha sido sembrada. El Señor Jesús dijo que si siembra la semilla hoy día, puede segar hoy día. No hay tal principio de esperar cuatro meses.

Mientras el evangelio está siendo predicado, cuando esté sentado al lado de la gente, según su criterio, el momento puede haber llegado o no, pero el factor tiempo no debe limitarlo. Si la persona está lista, debe usted alentarle a que crea; si no está lista, aún debería alentarle a creer. Simplemente no existe tal principio de esperar cuatro meses. Puede ser que usted no espere que alguien crea, pero cuando él cree, él verdaderamente cree. Tal vez usted considere que otro está listo, pero resulta que no es nada confiable. Por lo tanto, tenemos que alentar a todos a que crean.

Algunas personas parecen completamente ignorantes. Pero, por favor, recuerde que si alguien puede entender o no, no depende de usted; depende de si el Espíritu Santo lo ilumina o no. Conozco a varios hermanos que al principio creyeron de una manera falsa, pero finalmente fueron salvos en una manera genuina. Fueron forzados por otros a que creyeran, pero finalmente creyeron genuinamente. Por lo tanto, en lo que respecta a alentar a otros a que crean, no debe usted decidir de antemano cómo lo hará. A veces, al llegar el momento propicio usted debe alentarlos; en otras ocasiones, aunque el momento no sea propicio, también debería alentarlos.

Después de la reunión

Después de que la reunión haya terminado, debe continuar con ellos para guiarlos a orar, y para hablar con ellos. Siempre debe traerlos delante del Señor, guiarlos a orar y a recibir al Señor, y luego ayudarles a que apunten su nombre. Cuando apunte el nombre de cada uno de ellos, debe asegurarse de que el número y la calle de la dirección sean correctos. Debido a que en el pasado muchos registros tenían direcciones equivocadas, se desperdició mucho esfuerzo cuando tratamos de visitarlos después. Si es posible, haga una pregunta como: “¿Qué día está usted libre?” o “¿Qué hora sería más conveniente para usted?” Cuando asiente el nombre de cada uno de ellos, escríbalos rápidamente para que a los nuevos no les incomode su lentitud al escribir. Después de que el registro ha sido completado déselo a los hermanos responsables. Después, otros hermanos pueden visitarlos para compartir más con ellos.

Impartiendo la necesidad, el conocimiento y la decisión a la gente

Algunos reciben al Señor porque tienen una necesidad, pero no tienen el conocimiento del evangelio. Otros tienen el conocimiento del evangelio, pero no tienen una necesidad. Y hay además otros que sienten que tienen una necesidad y también el conocimiento, pero no pueden tomar la decisión en ese momento. Todos estos son asuntos en los que usted tiene que trabajar. A los que no tienen la necesidad, usted tiene que impartir a ellos el entendimiento de que tienen la necesidad. A los que no tienen el conocimiento, usted tiene que impartirles el conocimiento. A los que carecen de decisión, usted tiene que impartirles la decisión.

Hablándoles acerca del bautismo

Después de que los haya llevado al punto en que estén claros, inmediatamente usted debe hablarles del bautismo. Siempre tiene que visitarlos una, dos, o tres veces; no sabemos cuántas veces sea necesario. Pero de todas formas, cuando los lleve al punto en el que puedan ser bautizados, entonces, entréguelos a los hermanos responsables.

Antes que comience la reunión

Hay otra cosa que presenta un problema muy difícil cuando se asiste a una reunión evangelística. Antes que comience la reunión, vemos cinco o diez filas de personas que están meramente sentadas ahí. Algunos pueden haber venido una hora antes. Hay dos sitios en donde el paso del tiempo es particularmente lento, uno es el infierno y el otro, las reuniones de la iglesia. Cuando una persona va al infierno, le parece que el tiempo allí es muy largo. Cuando una persona que no es salva viene a una reunión de la iglesia, también le parece que el tiempo allí es muy largo. Esta persona no es salva, y le parece que el tiempo es largo. Puede ser que haya llegado mucho antes que comience la predicación del evangelio. Si se va, se sentirá incómodo, y si meramente se sienta allí, se sentirá confuso. Esa hora de espera es insoportable. A veces tengo una sensación profunda acerca de esto. He visto que algunos traen nuevos a la reunión, y los sientan fila tras fila, y allí esperan durante un período de tiempo. Algunos tienen que esperar media hora, otros una hora. Si ustedes vieran sus rostros, son como lo que el Señor Jesús dijo: “Eran como ovejas que no tenían pastor”. ¿Qué esperan ustedes que ellos hagan? Si se les pide que vayan a sus casas y regresen, no tendrían suficiente tiempo. Si los dejan ahí sentados esperando, no tendrán nada que hacer. Por lo tanto, antes que comience la reunión, también hay que cuidar de ellos.

Nunca permitan que los que no son creyentes se sienten solos. Desde el comienzo deben siempre sentar a dos o a cuatro de ellos al lado de un creyente. Los que hagan este trabajo deben estar equipados con una armadura completa. Deben tener folletos, mensajes evangelísticos impresos, y Biblias listas para que los que sepan leer los lean, y tienen que hablar a los que no saben leer bien o a los que sean analfabetas. En todo caso, todos los hermanos y hermanas deben estar allí para cuidarlos. Si usted permite que se sienten sin hacer nada, a pesar de que al comienzo hayan sido como agua hirviendo, se enfriarán. Por lo tanto, debe aprender a sentarse entre ellos.

Todos somos sacerdotes

No hay manera de que esta obra se haga sin que todos presten servicio. Ustedes tienen que mostrarles a los hermanos y hermanas que cada uno es un sacerdote; por lo tanto, todos deben tener algo que hacer. Si éste es el caso, inmediatamente verán que entre nosotros todas las reuniones evangelísticas en todo lugar serán muy prevalecientes. Esto es la iglesia predicando el evangelio. Debemos prestar atención especial a esta palabra. Es la iglesia la que predica el evangelio. Todos los hermanos y hermanas trabajan en ello; todos ellos son sacerdotes, y todos vienen a servir. Si no es éste el caso, entonces no hay iglesia. Así que no se jacten de que tienen la iglesia local en tal o cual lugar. ¿Dónde está, en realidad, la iglesia hoy?

La cantidad de sacerdotes determinan el pueblo de Dios

Permítaseme repetir algo que he dicho por muchos años. Hoy día, tengo un sentir particularmente profundo al respecto. El número de personas que sirven, determina el número de personas en la iglesia. En un lugar, la cantidad de personas que prestan servicio es la cantidad de personas en la iglesia. El número de sacerdotes determina el pueblo de Dios. No debe invertir el asunto y decir que la cantidad de la gente de Dios determina la cantidad de los sacerdotes. Esto es incorrecto. La cantidad de sacerdotes determina el pueblo de Dios. El número de los que prestan servicio determina el pueblo de Dios.

No hay miembros inútiles

Cuando estaba en Inglaterra, conocí a un hermano muy erudito. El dijo que había muchos miembros con función y que también había muchos miembros sin función. Pero yo le dije que en la Biblia todos los miembros tienen una función, y que no hay miembros sin función. Si hay un miembro sin función, probablemente es el apéndice. Cuando él oyó esto, se rió. Mucha gente piensa que algunos miembros tienen una función y que otros miembros no. ¿Me pueden decir qué miembro no tiene función? ¿Dónde está el miembro que no tiene función? En todo el cuerpo, el único miembro sin función es el apéndice, y uno no debe considerar que por coincidencia se refiere a él. El apéndice es el miembro del cuerpo que más frecuentemente es quitado. Por favor, recordemos que todos los miembros tienen una función. Espero que veamos ahora que la cantidad de miembros con función es la cantidad de miembros del Cuerpo.

Un cuerpo de sacerdotes

Tenemos que cambiar nuestra manera de pensar. Hoy en día debemos ver que servir significa que toda la iglesia sirve y que predicar el evangelio quiere decir que toda la iglesia predica el evangelio. El servir como sacerdotes incluye a todos. La cantidad de hermanos y hermanas que sirven determina la cantidad de miembros en una localidad. La cantidad de personas que sirven determina la cantidad de hermanos y hermanas en la iglesia. Siempre debemos determinar la cantidad de hermanos y hermanas en la iglesia sobre la base de la cantidad de los que sirven. De ahí que no debe haber mil o cinco mil hermanos en una localidad y solamente unos cuantos sirviendo. En nuestro medio no podemos tolerar que ningún miembro carezca de función. No podemos tener ni un solo miembro carente de función. Por favor, recuerde que como miembro del Cuerpo de Cristo, usted tiene una función. Es imposible que usted no tenga una función. Si no entiende este principio básico, no hará un buen trabajo. Hermanos y hermanas, hablando con franqueza, ustedes no pueden hacer la obra. Eso no es el Nuevo Testamento; eso es el catolicismo deformado, con el sistema de sacerdotes. Nosotros no tenemos un sistema de sacerdotes; más bien, somos un cuerpo de sacerdotes. Cada uno es un sacerdote.

III. CUIDAR DE LOS NUEVOS CREYENTES

La reunión para la edificación de los nuevos creyentes

Después que una persona ha creído, es bautizada, y ha llegado a ser un nuevo creyente, debemos traerlo a nuestra reunión, preparada de antemano, para la edificación de los nuevos creyentes. En esta reunión tendremos para ellos un tema específico para que lo aprendan cada semana.

Llevándoles las lecciones que perdieron y cuidándolos

Una vez que una persona ha comenzado a venir a las reuniones para la edificación de los nuevos creyentes, debe ser puesta bajo el cuidado de aquellos creyentes en la iglesia que tengan mayor madurez que ella. ¿Cómo se puede brindar este cuidado? Los que cuidan de los nuevos creyentes deben asegurarse de que los nuevos creyentes estén poniendo en práctica las lecciones presentadas cada semana.

Si no vienen a una reunión, ustedes deben visitarlos inmediatamente y darles una lección que supla la carencia. Entre aquellos que vienen a la reunión, durante la semana debe usted buscar a los cinco o diez que están bajo su cuidado y ver si entienden la lección que fue compartida esa semana.

En este punto, quiero tener una pequeña comunión con ustedes hermanos, especialmente con los que son ministros de la palabra. Creo que todos hemos tenido muchas experiencias que tal vez hayan sido desgarradoras, vergonzosas y embarazosas, y hasta algunas experiencias que nos hayan enfadado. Hoy en día usted puede haber compartido un mensaje muy elevado, pero si verifica con los hermanos, verá que el mensaje fue como un viento que pasó sobre el techo. No hubo ni una brisa cerca de sus oídos, ni siquiera sobre sus cabezas. Si no lo cree, pídales que hagan preguntas después que usted haya hablado, y vea qué clase de preguntas tienen. Siempre he dicho que las preguntas que se hacen revelan cómo están los que escuchan, la predicación revela cómo está el predicador. Muchas veces, después de presentar un mensaje muy espiritual y de dar oportunidad a los que escuchan de hacer preguntas, usted ve que se han desviado considerablemente, hasta un punto que es inconcebible.

Por lo tanto, no debemos pensar que un nuevo creyente va a entender un mensaje simplemente porque es dado desde la plataforma. Usted tiene que ir y visitar a estos nuevos creyentes. Esta es la visitación de los nuevos creyentes, o el cuidado de los nuevos creyentes. Usted tiene que comunicar el mensaje a cualquiera que no lo haya escuchado; y tiene que determinar cómo fue recibido por aquellos que lo escucharon. Ellos no lo obtienen simplemente por escuchar el sonido, ni por contar el número de veces por segundo que mi voz vibró en el aire. Deseamos que ellos escuchen claramente las palabras de la lección. Por lo tanto, en cuanto a este asunto, los hermanos responsables del cuidado de los nuevos creyentes necesitan laborar de una manera cuidadosa.

Haciendo que los nuevos creyentes cuiden a los que no son creyentes

Otro aspecto al que tenemos que prestar atención es que todos los nuevos creyentes pueden inmediatamente cuidar los incrédulos. Por otro lado, debemos poner unos cuantos hermanos fuertes a que trabajen con ellos. Un hermano que ha sido salvo por varios años debería coordinar con ellos y cuidarlos, guiándolos paso a paso. Debe mostrarles a los nuevos creyentes que puesto que ellos ya han creído en el Señor, son sacerdotes delante de El. Todos los sacerdotes deben ejercer un servicio. Hoy en día este servicio delante de Dios consiste en servir, ya sea a los que no son creyentes o a los nuevos creyentes. Qué tan bien los nuevos creyentes procedan en este asunto depende totalmente de cuán bien usted los cuide.

Laborando en los cincuenta y dos temas

Todos saben ahora que han sido preparados cincuenta y dos temas para la edificación de los nuevos creyentes cada año. De estos cincuenta y dos temas, cada semana prepararemos uno para compartirlo. Los hermanos de más madurez deben estar muy familiarizados con estos temas y ellos mismos deben practicarlos. Después que ellos los han practicado, tienen que guiar a los nuevos creyentes a que también los practiquen. Además, deben estar muy familiarizados con estos nuevos creyentes porque muchos de estos cincuenta y dos temas ponen énfasis en el asunto de la conducta, y así exigen un esfuerzo concentrado para aplicarlos. Después que lo han hecho ellos mismos, pueden conocer la situación real de los nuevos hermanos, de manera que pueden alentarlos, o aun instarlos a que también lo hagan. Esto no es algo que podamos hacer sólo por medio de escuchar mensajes. Solamente escuchar mensajes no lo logrará; se necesita tener la práctica. Necesitamos alcanzar el punto donde podamos decir: “Tengo que practicarlo yo mismo”. Por lo tanto, por un lado, necesitan ustedes predicarles este mensaje, y por otro, debe haber hermanos que hagan el esfuerzo de tratar con ellos acerca del tema específico cada semana. Vayan y búsquenlos, ínstenlos, motívenlos a que se decidan, y estimúlenlos a que practiquen. Hay muchos problemas, cuya naturaleza requiere no solamente una visita, sino que requiere cuidado durante varias semanas o meses. En cuanto al asunto de la lectura de la Biblia y la oración, deben ustedes ver si ellos en verdad leen la Biblia de una manera adecuada, y si han progresado en su oración. La iglesia necesita poner un gran énfasis en estas cosas antes de que pueda ser traída a una condición adecuada. Por lo tanto, espero que nosotros, especialmente los colaboradores, veamos que por esta razón hago hincapié en que el problema hoy día no es cuestión de conocimiento sino cuestión de guiar de manera apropiada. Todas las iglesias locales necesitan hacer esto con todo el corazón. Ya que este trabajo es tan pesado, no podemos dejarlo pasar tan descuidadamente.

Un perito arquitecto

El camino que estamos tomando hoy día es totalmente distinto de nuestro camino en el pasado. Hoy día los obreros no deben hacer el trabajo, sino que deben inducir a otros a que hagan el trabajo. ¿Está esto claro? Si los obreros están siempre trabajando ellos mismos, esto nunca puede hacerse apropiadamente. Les digo de nuevo, si salen a la obra y son ustedes mismos los que trabajan, han fracasado. Pablo no sólo trabajó él mismo, sino que también era un perito arquitecto. Ustedes necesitan aprender a trabajar y también a ser peritos arquitectos que guían a los hermanos y hermanas a trabajar. Esta es la manera en la que debemos trabajar con los que no son creyentes, y también con los nuevos creyentes.

Con los nuevos creyentes solos ya hay suficientes cosas en que ocuparnos. Ustedes tienen que aprender delante de Dios a guiar a muchos hermanos uno por uno a que suplan las lecciones que han perdido estos nuevos creyentes. Estos hermanos deberían ir uno por uno a las casas de los nuevos creyentes y examinar qué tan bien están practicando las lecciones. Deben comprobar cuidadosamente si cada uno de ellos ha practicado la lección esa semana. Los hermanos deben exhortar a los nuevos creyentes a leer la Biblia cada día y deben comprobar si la han leído el día que los visiten. No es cuestión de si el mensaje fue hablado o no, sino cuestión de si, después de haber oído la palabra, los nuevos creyentes la han practicado o no. Los hermanos deben sugerir que usen una agenda de oración. Luego, deben verificar cómo van sus oraciones y si han escrito nombres en la agenda o no. Un hermano puede haber escrito cinco nombres, y otro, quizás cinco mil. ¿Qué deberían hacer los hermanos? ¿Está en lo correcto el que tiene cinco nombres o el que tiene cinco mil? Los hermanos deben aconsejarles que no escriban cinco mil nombres; eso es demasiado. Deben arreglar las cosas una por una y mostrarles cómo hacerlo.

IV. ENCARGARSE DE LOS PROBLEMAS

Al encargarse de los problemas no hay necesidad de que muchos hermanos sean involucrados. La tarea de predicar el evangelio, de cuidar del evangelio, y de cuidar de los nuevos creyentes requiere la movilización de casi todos. Encargarse de los problemas no debe ser llevado a cabo de esta manera. Hay hermanos y hermanas que delante del Señor tienen una medida espiritual de más peso que la de otros, y ésta debe ser de mucho peso. No hay necesidad de que haya muchos hermanos de esta clase. Sólo cuatro o cinco de estos hermanos son necesarios para referirse a una necesidad en particular.

Si un hermano se ha encontrado con dificultades, estos hermanos deben ayudarlo. Si hay algunos que tienen momentos de gozo, estos hermanos deben regocijarse con ellos, ayudarles y orar con ellos. Si hay algunos que estén afligidos por alguna muerte, estos hermanos deben afligirse juntamente con ellos, ayudándoles y orando junto con ellos. Tal vez haya algunos que tengan dificultades y conflictos en la familia; estos hermanos deben resolverles sus problemas, orar por ellos y alentarlos. Problemas tales como éstos, o asuntos tales como ayudar a los pobres, pueden entregarse a los hermanos y hermanas responsables de atender estos problemas.

En la iglesia, cuando los hermanos se encuentren con problemas, o si surgen algunas situaciones especiales, ustedes deben ayudar a estos hermanos y hermanas a que vayan y hagan algunos arreglos relacionados con estos problemas que hay entre los santos. Cada vez que los hermanos y hermanas escuchen que algo ha ocurrido entre algunos hermanos y hermanas, ellos deben notificar inmediatamente a los hermanos y hermanas encargados y permitirles que encuentren una solución para satisfacer la necesidad. Envíen dinero a los que estén en pobreza; alimenten a los hambrientos; vistan a los que no tengan qué ponerse; consuelen a los que tengan dificultades, visiten a los que estén en prisión; oren por los que estén enfermos; resuelvan los problemas de los que tengan dificultades familiares.

Un pensamiento insensato

Deseo que los hermanos y hermanas sepan de un pensamiento insensato. No sé cuándo se originó este pensamiento. Algunas personas verdaderamente piensan que en la vida de la iglesia no debemos encontrar problemas. Pero, por favor, recuerden que ha habido problemas desde los tiempos de la iglesia apostólica. Desde los tiempos de la iglesia apostólica, la iglesia siempre ha sido una iglesia con problemas y no una iglesia sin problemas. Nunca deben ustedes considerar que una situación en la que hay muchos problemas implica que la condición de la iglesia es inadecuada. Por favor, recuerden que no pasaron muchos días después de Pentecostés cuando el problema de Ananías y Safira ocurrió en la iglesia. Y no mucho después de eso se suscitó el problema de las viudas de los griegos. Poco después, Esteban fue martirizado, y luego Pedro fue echado en la prisión. Esta clase de problemas continuó ocurriendo. Desde el comienzo, la historia de la iglesia ha sido una historia con infinidad de problemas. Solamente una iglesia mundana tendrá pocos problemas; la iglesia genuina siempre tiene muchos problemas. No conozco la fuente de este pensamiento necio. No hay ni una iglesia que sea siempre serena, sin ninguna clase de dificultades ni fracasos. Siempre ha habido bendición por un lado, y dificultades por otro.

Fue en los tiempos de los apóstoles que la iglesia tuvo más dificultades. Miren las siete iglesias en Apocalipsis. Las cinco que estaban dañadas tuvieron poca persecución. Una iglesia, la iglesia en Esmirna, no fue reprendida por el Señor, pero Esmirna fue una iglesia que fue martirizada. Una iglesia, la iglesia en Filadelfia, fue alabada por Dios. El Señor le dijo a esa iglesia: “Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia”. Había muchas cosas allí que requerían que la iglesia tuviese paciencia. Guardar la palabra del Señor no es guardar la palabra de tranquilidad del Señor, sino la palabra de paciencia del Señor. Hubo muchas cosas por las que tuvo que pasar la iglesia. Nunca deben pensar que la única prueba de la bendición del Señor es que la iglesia esté en paz y tranquilidad, avanzando continuamente. Es posible que la iglesia tenga muchos problemas, pero esto no significa que el Señor no la esté bendiciendo. Así que, los hermanos responsables de encargarse de los problemas tienen que hacer los arreglos necesarios para manejar todas las dificultades en la iglesia.

V. CUIDAR DE LOS CREYENTES QUE SE HAN MUDADO A OTROS LUGARES Y DE LOS QUE HAN VENIDO DE OTROS LUGARES

El último punto relacionado con los asuntos espirituales es el cuidado de los hermanos y hermanas que se mudan a otros lugares y de los hermanos y hermanas que han venido de otros lugares.

Con respecto a los hermanos que se mudan a otros lugares

Escribir una carta de recomendación

no es la última responsabilidad

Después que un hermano se muda a otro lugar, el escribir una carta de recomendación para ellos nunca debe ser la última responsabilidad, como ocurre hoy día una vez que un hermano se muda, que simplemente le escribimos una carta y damos por terminado el asunto. ¿Cómo le estará yendo desde que se mudó? ¿Cómo estará la iglesia en donde él está? No lo sabemos. Esta puede ser la manera en que este hermano se pierde. Los hermanos en Foochow han pasado por esto. Muchos solamente escribieron cartas de recomendación, y fue así como algunos se perdieron. Esto claramente es un fracaso de la obra de una iglesia local.

La necesidad de que algunos sean responsables de la correspondencia

Espero que cuando haya un hermano o hermana que se mude de la localidad de ustedes, haya algunos hermanos que hagan dos cosas con ellos. Algunos deben ser responsables de mantener correspondencia con ellos para informarles de la situación en su iglesia anterior. Esto debe ser algo definitivo. Cuando un hermano se mude, necesitan averiguar quién en la reunión era especialmente allegado a él y si alguien le está escribiendo. En Shanghái por mucho tiempo me sentí muy avergonzado, casi hasta el punto de condenación, debido a que una persona se mudó y por cinco años nadie le escribió. Eso fue el fin de él. Ni siquiera sabemos qué pasó con él. Estamos verdaderamente avergonzados. Pensé que algunos hermanos mantenían correspondencia con él. Pero, según resultó, nadie estaba manteniendo correspondencia con él, y ése fue su fin.

Algunos se han mudado a los pueblos, y los hemos perdido. Sería necesario dedicar mucho esfuerzo para recobrarlos. No podemos seguir perdiendo gente y al mismo tiempo predicar el evangelio. Esto no es provechoso.

Cuando un hermano se mude, debe haber algunos hermanos que sean asignados a mantener correspondencia con él. Le deben escribir una carta a la semana o dos cartas al mes, pero no menos de una carta al mes. Deben mantener correspondencia con él por carta para informarle de la situación en las reuniones y de la situación de los hermanos y hermanas. No podemos ser flojos con respecto a esta clase de situación. Si hubiese diez cartas de recomendación escritas hoy día, éstas deberían ser entregadas a los hermanos responsables, quienes a su vez deben decirles a otros dos o tres hermanos que un hermano se acaba de mudar a Peking o a Amoy. Ellos deben decir: “Quisiéramos que le escriban al menos una carta al mes. Ustedes deben mantener correspondencia con él, estén ocupados o no”. Esto es un servicio. En su correspondencia, no deben escribir cosas vanas, y tampoco deben escribir de una manera descuidada. Deben mencionar específicamente cuál es la situación entre los hermanos en las reuniones y su condición espiritual.

Por cada persona que se muda, debe haber al menos unos cuantos que mantengan correspondencia con él. O pueden asignar a dos específicamente para ser responsables de todos ellos. Estos dos hermanos tienen que ser responsables de cuidar de aquellos hermanos que se hayan mudado. Con regularidad ellos deben averiguar si los que se han mudado han contestado la correspondencia y si han encontrado dificultades; tienen que averiguar cómo les va.

Si trabajamos de esta manera, Dios nos bendecirá. Podremos dar cuenta de cada uno de estos hermanos que se han mudado, y cada uno de ellos podrá estar firme. Tenemos que laborar en este asunto atentamente. Esto es algo que hemos aprendido después de haber sufrido por muchos años. Hemos perdido a muchos de esta manera. Así que, espero que los hermanos de cada localidad sean muy estrictos en este asunto. Cuando un hermano de entre nosotros se mude, siempre debemos atarle una cuerda como si fuera una cometa. La cuerda debe estar siempre en manos de ustedes. Siempre debe haber dos o tres hermanos que tengan comunión con él. Si éste es el caso, los problemas serán reducidos grandemente. Si él tiene situaciones especiales en el otro lugar, podemos notificar a los hermanos en esa localidad. Siempre habrá una manera de cuidar de él; de otra manera, lo perderemos. En tal caso no habrá nada más que podamos hacer.

Enviándoles resúmenes

Cuando haya mensajes especiales en las reuniones o cuando haya una buena palabra en la predicación del evangelio, algunos hermanos deben apuntarlo. Deben anotar el punto central del mensaje. No necesitan escribir todo, tampoco necesitan escribir todos los mensajes dados en un mes en particular. Deben apuntar solamente los puntos importantes y centrales. Al menos esto puede ser una provisión para los hermanos que están ausentes de las reuniones.

Supongamos que un hermano se muda de Foochow a Shanghái. Nunca consideren que por haber escrito una carta de recomendación, se han lavado las manos de la situación. Si hacen esto, después de recomendar a la persona no sabrán si el otro lado lo ha recibido o no. No sabrán ustedes dónde vive ni cuál es su situación, y tampoco sabrán la situación de la iglesia en ese lugar. Por lo tanto, por un lado, entre nosotros existe la necesidad de que varios hermanos mantengan correspondencia con él; por otro, algunos hermanos deben tener la responsabilidad de apuntar los mensajes hablados en las reuniones, ya sean palabras para los creyentes o bien palabras evangelísticas, y enviarlas a ese hermano, por lo menos una vez al mes. Pueden enviarse en una carta o como una copia impresa. Pueden decirle que en la reunión cierto hermano propuso un buen ejemplo o que en la reunión cierto hermano habló algunas palabras que le ayudaron mucho a usted. Esto puede ser incluido en la correspondencia. También puede incluir algunas palabras que usted considere de peso. Usted puede imprimir o copiar estos apartes y enviárselos mes tras mes. De esta manera se puede sostener a estos hermanos uno por uno.

Si laboramos en estos dos aspectos, no habrá problema con los hermanos que se muden. Además, aquí en China hay lugares donde no hay reuniones. Estos resúmenes enviados por correspondencia pueden ser de mucha ayuda a los que se mudan a esos lugares. Más aún, hay hermanos que se van de Shanghái al extranjero. Frecuentemente nos preguntan dónde pueden asistir a las reuniones. No nos atrevemos a decirles dónde deben reunirse. Mudarse de esa manera puede hacer que se sientan solos, y esto puede ser muy peligroso. Si Dios no los cuida, no hay manera de que crezcan. Si no hay suministro alguno, ¿cómo podemos hacer que crezcan? Por lo tanto, si estos mensajes pueden ser enviados constantemente, podemos al menos hacer que los hermanos que se han mudado sean muy estables. Aunque su condición tal vez no sea excelente, al menos pueden ser más o menos estables.

Manteniendo correspondencia con la iglesia que recibe

Mi pensamiento es que en el futuro, con respecto a los hermanos que se mudan, las cartas de recomendación nunca pueden ser la última palabra. Como iglesia, después de uno o dos meses, debemos escribir una carta a la iglesia donde esté ese hermano. Debemos poner atención a esto: dígales: “El mes pasado un hermano fue enviado a su localidad. ¿Cómo está ese hermano ahora?” Debemos pedirles que nos contesten. Podemos decirles en la carta: “Hemos enviado a un hermano a su localidad. ¿De qué manera lo están ayudando? ¿Cuál es la condición espiritual de este hermano desde que llegó a ustedes? ¿Cómo lo están atendiendo?” Si hacen estas preguntas, una iglesia ociosa no podrá contestarles. Muchas veces la gente puede estar ociosa. Una iglesia también puede estar ociosa. Nosotros tememos a la gente que está ociosa. Cuando obramos de esta manera, muchas iglesias locales no podrán estar ociosas. Tendrán que responder. Van a decir: “Lo estamos guiando de esta manera”, o dirán: “No lo estamos guiando”. Si nunca le han ayudado, pueden mandarles cartas exhortándolos a que en el futuro ayuden a los hermanos que se muden de otros lugares a su localidad y que deben prestar atención a este asunto.

Respecto de hermanos de otros lugares

Ahora vamos a considerar el cuidado de los hermanos que vienen de otros lugares. Espero que muchos hermanos y hermanas en nuestras reuniones se animen a servir a estos santos. Este también es uno de los deberes de sacerdote. Debemos predicar el evangelio, debemos ocuparnos del evangelio, debemos cuidar de los nuevos creyentes, debemos hacernos cargo de los problemas, debemos cuidar de los que se ausentan de las reuniones, y debemos cuidar de los que vienen de otros lugares.

Asignando esta responsabilidad a los que cuidan de los hermanos que se han mudado a otros lugares

Los hermanos que son responsables del cuidado de los hermanos y hermanas que se han mudado a otros lugares, pueden al mismo tiempo cuidar de los hermanos que han llegado de otros sitios. Debido a que estos hermanos reciben las cartas de los que se han mudado a otros lugares, pueden entender las dificultades de los hermanos que han llegado de otros sitios. Por ejemplo, treinta hermanos se mudan de Foochow. Un grupo de hermanos les escriben, y aquéllos contestan. Estos hermanos pueden darse cuenta de las dificultades encontradas en otros lugares. Especialmente entienden las aflicciones, las tentaciones y los peligros para los hermanos que se mudan a otros lugares. Ellos ven esto más que cualquiera, y también lo entienden más claramente. Por lo tanto, naturalmente lo más conveniente es pedirles a estos hermanos a que guíen a los que han venido de otros lugares para estar entre nosotros, y que cuiden de ellos.

No es necesario que sea por largo tiempo

El tiempo de este cuidado no necesariamente debe ser largo. Después de dos o tres meses, estos hermanos que han venido de otros lugares pueden ser considerados hermanos locales, a quienes se les puede pedir que cuiden de diferentes asuntos por sí mismos. Los hermanos y hermanas que han sido responsables de cuidarlos pueden seguir adelante cuidando de otros nuevos hermanos que hayan venido. Si no se hace esto, no podrán cuidar de todos. Siempre debe darse que cada grupo deje lugar para el siguiente grupo. De esta manera se puede laborar en muchos otros creyentes.

Por ejemplo, si dos hermanos de Trinan vienen a Tsingtao, los hermanos que cuidan de esto deben estar personalmente en comunión con ellos por dos meses. Tal vez a la larga se vayan, pero durante este período de tiempo los hermanos deben estar en comunión con ellos. Estos son los deberes de los que sean responsables de cuidar de los hermanos que vienen de otros sitios. Después de dos o tres meses, si estos dos hermanos desean radicarse allí, otros dos o tres hermanos pueden comenzar a tener una comunión particular con ellos. De esta manera, estos dos que vinieron de otros lugares pueden ser entregados a otros. Después de un tiempo, tal vez vengan dos hermanos de la iglesia en Weihaiwai; los hermanos que cuidaron de los dos primeros que se mudaron a Tsingtao deben cuidar a éstos también. Siempre debe realizarse esto grupo por grupo, por un lado, dejando que unos sigan por su cuenta, y, por otro, encargándose de otros. Es necesario atender adecuadamente cualquier necesidad o dificultad especiales. Si estas cosas se pudieran practicar más, no habría mucho problema con los hermanos que se mudan a otros lugares.

EL CAMINO DEL SERVICIO

Sin preferencia de tener un mensaje el día del Señor

Hermanos, no sé si ustedes han pensado en esto alguna vez. Quisiera, de veras, tener una plática de corazón a corazón con ustedes. ¿Se han dado cuenta ustedes de que hoy día el protestantismo da énfasis a los mensajes los domingos? Yo creo que éste es el problema hoy en día. Espero que en estos días consideren a fondo este asunto. ¿Quieren ustedes solamente mantener una reunión externa el día del Señor, la reunión matinal de predicación? El próximo año cuando vaya a Tsingtao, Cantón o Peking, preferiría no ver que se dieran mensajes los domingos por la mañana, sino más bien, preferiría ver que todos y cada uno de los hermanos en Peking están sirviendo y que todos y cada uno de los hermanos están ocupados; durante la predicación del evangelio cada uno estaría predicando; durante el tiempo en que se tiene que cuidar de la gente, cada uno estaría cuidando de la gente; durante el tiempo de la cosecha, cada uno estaría recogiendo; después de la cosecha, cada uno estaría cuidando de otros; cuando haya cosas que requieran responsabilidad, habría hermanos tomando la responsabilidad. Yo diría que esto es la iglesia. Si en una localidad hay una reunión fuerte de predicación el día del Señor por la mañana, pero le falta el servicio de parte de todos y cada uno de los hermanos, lo que hay allí no es una iglesia; lo que hay allí es el protestantismo. Si entre nosotros hay cuatro, cinco o diez hermanos que hacen un buen trabajo, mientras que los demás están inactivos, lo que tenemos allí es el sistema sacerdotal del catolicismo y el sistema pastoral del protestantismo. Eso no es la iglesia.

Ningún miembro inactivo

En la Biblia, la iglesia es una iglesia que predica el evangelio, una iglesia que visita a la gente, y una iglesia que cuida de otros. Es el Cuerpo de Cristo en una localidad. En el Cuerpo no hay miembros inactivos. Si algún día pudiera haber un grupo de hermanos o incluso una iglesia entera, en la que todos sirven, todos cuidan de las cosas espirituales adecuadamente, todos toman responsabilidad, y todos están ocupados, entonces eso sería el verdadero Cuerpo de Cristo.

El servicio de la iglesia es hoy nuestro camino

Nuestro camino hoy en día es diferente al de antes. Usted no debe considerar que está en lo correcto simplemente porque ha hecho mucho trabajo y ha tenido muchas experiencias en el pasado. Hoy en día hemos dado un giro completo. ¡Nosotros no reconocemos al catolicismo! ¡No reconocemos al protestantismo! El camino del catolicismo y del protestantismo es absolutamente diferente del nuestro. Nuestro camino es el camino del servicio de la iglesia.

Espero que ustedes hermanos presten especial atención a este asunto, porque cuando vayan a laborar en sitios distintos, es muy fácil olvidarse de la visión. Es muy fácil perder la visión cuando la labor es ardua. Espero que cada vez que trabajen, mantengan la visión delante de ustedes. Es solamente cuando tienen la visión que pueden trabajar. Si no ven la visión no podrán trabajar. Tal vez lo que tengan sea simplemente lo que vieron dos meses atrás. Aunque tengan el sentir de que la carga todavía está sobre ustedes, de nada sirve. Los hermanos y hermanas todavía no se han levantado y aún no están participando en la obra. Por lo tanto, no nos preocupamos de cuán grandes sean las dificultades externas, o cuánto hable la gente. La cuestión es si genuinamente hemos visto o no el camino del servicio. Debido a que lo hemos visto claramente, ponemos todas nuestras fuerzas en esto, para hacer que también todos trabajen en esto. Si hay mucha gente, agradezcamos a Dios; si hay pocos, no importa. La iglesia debe tomar este camino.

Si hay una iglesia local con dos mil hermanos y hermanas, y solamente quinientos sirven, mientras mil quinientos no lo hacen, debería parecernos algo extraño. Si hay quinientos hermanos y hermanas, deben ser, entonces, quinientos los que sirven; de otra manera, los hermanos no podrán sobrellevar la carga.