Watchman Nee Libro Book cap.17 Libro de lecciones nivel 5: La iglesia

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LAS REUNIONES DE LA IGLESIA PARA LA EDIFICACIÓN DE LA IGLESIA

Lección diecisiete

LAS REUNIONES DE LA IGLESIA PARA LA EDIFICACIÓN DE LA IGLESIA

Lectura bíblica

He. 10:25; Col. 1:2; Hch. 20:7; 1 Co. 11:20, 23-25; 14:23, 26; Mt. 18:19-20; Hch. 2:46; Col. 3:16; 1 Co. 6:17; 2 Co. 3:17; Ef. 5:18-19

Bosquejo

  1. Las reuniones de la iglesia han sido ordenadas por Dios para los creyentes.
  2. Los creyentes son personas cuya característica es reunirse.
  3. El propósito de las reuniones de la iglesia.
  4. La meta de las reuniones de la iglesia: exhibir al Cristo que mora en los santos.
  5. Los tipos de reuniones de la iglesia:
    1. La reunión del partimiento del pan.
    2. La reunión de oración.
    3. La reunión para ejercitar los dones espirituales.
    4. La reunión para leer la Palabra.
    5. La reunión para escuchar mensajes.
  6. El tamaño de las reuniones de la iglesia:
    1. En los hogares de los creyentes.
    2. En un lugar de reunión más grande.
  7. Ejemplos de reuniones en el Nuevo Testamento:
    1. La primera reunión de la iglesia antes de Pentecostés.
    2. La primera reunión de la iglesia después de Pentecostés.
  8. Cómo reunirse:
    1. Congregados en el nombre del Señor.
    2. Los factores y elementos básicos de las reuniones: la Palabra, el Espíritu, orar y cantar.

Texto

[Ya que la iglesia es la asamblea de los que Dios ha llamado a salir del mundo, ésta debe reunirse continuamente. Las reuniones hacen posible que la asamblea sea suministrada, establecida y perfeccionada, para que se cumpla el propósito por el cual Dios llamó a dicha asamblea.] Las reuniones son en realidad la expresión práctica de la iglesia local. Una iglesia sin reuniones no es iglesia. Las reuniones suministran el Espíritu a los santos, los instruyen con la Palabra y los guardan en la comunión del Dios Triuno. Además, las reuniones expresan la plenitud del Dios Triuno, derrotan al enemigo, salvan a los pecadores y edifican la iglesia. Por lo tanto, las reuniones son cruciales y necesarias, y sin ellas la iglesia no podría ir adelante ni llegar a la meta de ser edificada.

I. LAS REUNIONES DE LA IGLESIA HAN SIDO ORDENADAS POR DIOS PARA LOS CREYENTES

Hebreos 10:25 dice: “No dejando de congregarnos”. [Aquí, congregarnos se refiere a nuestras reuniones. Dios ha ordenado la manera en que todos los seres vivos deben subsistir. Lo que Dios ordena constituye la ley por la cual vive un organismo o ser viviente. Si un ser viviente guarda esa ley, sobrevivirá y será bendecido. Dios actúa del mismo modo con los que hemos creído en Cristo. Lo que Dios ha ordenado para nosotros, lo cual se convierte en nuestra ley de subsistencia y bendición, es las reuniones. Así como el agua es vital para los peces y el aire para las aves, asimismo son las reuniones para los creyentes. Tal como los peces deben vivir en el agua y las aves en el aire, así también los cristianos deben mantener su existencia espiritual y su vivir por medio de las reuniones.]

II. LOS CREYENTES SON PERSONAS CUYA CARACTERÍSTICA ES REUNIRSE

[Cada clase de vida tiene sus propias características. La vida espiritual que los creyentes hemos recibido, que es la vida de Dios, tiene también sus propias características. Por ejemplo, el hecho de aborrecer el pecado y apartarse de él es una de las características propias de la vida divina. El deseo de acercarse a Dios y servirle, es también una característica de esta vida. Otra de las muchas características de nuestra vida espiritual es la de congregarnos o reunirnos con otros creyentes. Juan 10:3 y 16 muestran que, desde el momento en que somos salvos, llegamos a ser las ovejas del Señor. Una característica de las ovejas es que siempre permanecen juntas; a las ovejas no les gusta apartarse del rebaño. Por eso la Biblia no solamente dice que somos las ovejas del Señor, sino aun más, que somos Su rebaño (Hch. 20:28; 1 P. 5:2). Si queremos ser ovejas que participan de la bendición del rebaño, tenemos que permanecer en el rebaño. Esto nos lo exige la característica de nuestra “vida ovejuna” espiritual.]

III. EL PROPÓSITO DE LAS REUNIONES DE LA IGLESIA

El propósito de las reuniones de la iglesia es múltiple. Primero, las reuniones tienen como finalidad recordar al Señor y adorar al Padre. Cuando el Señor estableció Su cena (Lc. 22:7-23), El dijo que debíamos hacer esto en memoria de El. Después de la cena cantaron un himno (Mt. 26:30). Basándonos en Hebreos 2:12, deducimos que el Señor cantó un himno de alabanza con sus discípulos al Padre. En segundo lugar, las reuniones de la iglesia son para orar. El Señor dijo que la iglesia tiene autoridad para atar y desatar lo que ha sido atado y desatado en los cielos (Mt. 16:19; 18:18-19). Esto indica que la iglesia debe reunirse para orar. La iglesia se inició con oración (Hch. 1:14) y perseveró en la oración (Hch. 2:42). En tercer lugar, las reuniones de la iglesia sirven para predicar el evangelio a fin de salvar a los pecadores. Los discípulos predicaron en el templo y de casa en casa (Hch. 5:42). Cuarto, las reuniones de la iglesia proporcionan a los creyentes la oportunidad de cuidarse los unos a los otros en amor (1 Ts. 4:9) y crecer en vida (Jn. 21:15-17). Quinto, las reuniones sirven para enseñar la verdad a fin de que los santos sean perfeccionados. Por último, las reuniones contribuyen a la edificación de la iglesia (1 Co. 14:26). Ahora que hemos visto el propósito de las reuniones de la iglesia, debemos reunirnos lo más frecuentemente posible. Incluso, reunirnos todos los días no es demasiado.

IV. LA META DE LAS REUNIONES DE LA IGLESIA: EXHIBIR AL CRISTO QUE MORA EN LOS SANTOS

[Los creyentes hemos recibido al Cristo todo-inclusivo como nuestra buena tierra (Col. 1:12). Esta es una tierra que fluye leche y miel. En nuestra vida diaria debemos experimentar continuamente a este rico Cristo. Cada vez que nos reunimos, debemos exhibir al Cristo que hemos experimentado y ofrecerlo a Dios como alimento. Entonces juntos podremos disfrutar a Cristo. Si usted hubiera tenido la oportunidad de ir a Jerusalén durante una de las festividades de los hijos de Israel, habría visto el templo lleno de toda variedad de frutos de la buena tierra. Esto era delante de Dios una verdadera exhibición del producto que los hijos de Israel habían cosechado.

La manera de reunirnos según se revela en la Biblia, no tiene nada que ver con los cultos de adoración que los cristianos actualmente practican. Los servicios de adoración en la cristiandad se llevan a cabo de una manera completamente natural y religiosa; es una exhibición de sus costumbres y tradiciones. De la misma forma en que los médicos tratan las enfermedades y los abogados se encargan de las querellas legales, los cristianos de hoy suponen que los pastores deben hacerse cargo de la adoración cristiana. Consideran que predicar es la responsabilidad de los pastores, y que el resto no tiene que hacer nada excepto escuchar. Pero ésta no es la manera en que el Señor quiere que nos reunamos. El quiere que nos reunamos para exhibir a Cristo.

V. LOS TIPOS DE REUNIONES DE LA IGLESIA

A. La reunión del partimiento del pan

Hechos 20:7 dice: “El primer día de la semana, estando nosotros reunidos para partir el pan”. [Partir el pan es comer la cena del Señor, recordando al Señor quien murió por nosotros (1 Co. 11:20, 23-25). Este es el primer tipo de reunión que debemos tener los que hemos sido redimidos por la muerte del Señor.]

B. La reunión de oración

En Mateo 18:19-20 el Señor dice: “Otra vez, de cierto os digo que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidan, les será hecho por Mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en Mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos”. [Aquí el Señor está hablando acerca de la oración que se realiza en una reunión. La oración corporativa es más poderosa que la oración individual, pues es capaz de atar en la tierra lo que ha sido atado en el cielo, y desatar en la tierra lo que ha sido desatado en el cielo (Mt. 18:18).] Hechos 1:14 dice: “Todos éstos perseveraban unánimes en oración, con las mujeres”. [Aquí se menciona otra vez la oración que se realiza en una reunión. Fue esta oración la que trajo el derramamiento del Espíritu Santo el día de Pentecostés.] En Hechos 4:24-31 dice: “Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron … Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios”. [Aquí dice que en aquellos días, cuando los discípulos sufrieron persecución, se reunieron para orar en unanimidad. Esta oración hizo que ellos fueran llenos exteriormente del Espíritu Santo y hablaran con denuedo la palabra de Dios.] La Biblia también dice: “La iglesia hacía ferviente oración a Dios por él” (Hch. 12:5), y: “Donde [en la casa de María] muchos estaban reunidos orando” (12:12). [El día que Pedro fue encarcelado, la iglesia oró fervientemente por él, y un número considerable de hermanos y hermanas estaban reunidos en la casa de una hermana orando específicamente por él. Esa oración hizo que Dios hiciera un gran milagro, liberando a Pedro de la prisión.]

C. La reunión para ejercitar los dones espirituales

En 1 Corintios 14:26 dice: “Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene enseñanza, tiene revelación, tiene lengua, tiene interpretación. Hágase todo para edificación”. [La reunión mencionada aquí tiene como fin el ejercicio de los dones espirituales y la mutua edificación. En este tipo de reunión no debe haber una persona especial haciendo una cosa específica, sino que todos deben ejercitar los dones espirituales: uno tiene salmo, otro tiene enseñanza, otro tiene revelación, uno hace esto y otro hace aquello. Cada uno puede participar con el propósito de edificar a los demás.]

D. La reunión para leer la Palabra

Hechos 15:30-31 dice: “Y reuniendo a la multitud, entregaron la carta [escrita por los apóstoles y ancianos de Jerusalén]; habiendo leído la cual, se regocijaron por la consolación”. [Aquí dice que cuando Pablo y los que le acompañaban llegaron a Antioquía, reunieron a los santos para leerles la carta escrita por los apóstoles y los ancianos de Jerusalén bajo la dirección del Espíritu Santo. Por lo tanto, también necesitamos reunirnos de vez en cuando para leer la palabra de Dios, la Biblia.]

E. La reunión para escuchar mensajes

Hechos 20:7 dice: “Estando nosotros reunidos … Pablo conversaba con ellos, habiendo de salir al día siguiente”. [Ese día, los creyentes de Troas se reunieron para escuchar el discurso de Pablo tocante a las cosas espirituales de Dios, a fin de ser edificados y establecidos. Por lo tanto, en ocasiones debemos reunirnos para escuchar mensajes espirituales, en los cuales el siervo del Señor que ministra la palabra nos habla por Dios, a fin de que podamos ser edificados y establecidos.]

VI. EL TAMAÑO DE LAS REUNIONES DE LA IGLESIA

[La manera que Dios ha ordenado con respecto a las reuniones cristianas es que tengamos dos tamaños distintos: reuniones pequeñas y reuniones grandes. Las reuniones pequeñas deben practicarse en los hogares de los creyentes. No menospreciemos las reuniones pequeñas.] Podemos reunirnos con nuestra familia o con algunos hermanos o hermanas. [Aparentemente una reunión pequeña como ésta es insignificante, pero debemos ver que la sociedad humana se compone de muchas familias pequeñas. Una comunidad o una sociedad compuesta de millones de personas, está formada por familias pequeñas. Sin las familias, no se puede desarrollar ninguna sociedad humana. En la sociedad humana no se celebran grandes reuniones regularmente. En cambio, el esposo, la esposa y los hijos se reúnen en su propia casa todos los días. Si todas las familias son fuertes, la comunidad y la sociedad serán fuertes.]

A. En los hogares de los creyentes

[A partir del día de Pentecostés, los primeros creyentes se reunían en casas (Hch. 2:46). Tres mil se reunían de casa en casa. Según el griego, podemos ver que ellos se reunían conforme al número de casas que había, lo que significa que en cada casa había una reunión. En cada una de las casas de los nuevos creyentes había una reunión. Esto sólo pudo efectuarse por el Espíritu. Además, muchos invocaban el nombre del Señor (Hch. 2:21).

En las reuniones de hogar, según Hechos 2:46 y 5:42, se predicaba el evangelio, se enseñaba la verdad, se partía el pan para recordar al Señor y se oraba. Los santos después del día de Pentecostés partían el pan cada día, esto es, recordaban al Señor participando de la mesa de Señor. Los santos también oraban en sus hogares. En Hechos 12:12 dice que cuando Pedro fue liberado de la prisión, fue a la casa de María, donde había un grupo de santos orando.

Las reuniones en los hogares de los creyentes tienen como fin que todos los miembros ejerzan su función. Es difícil que todos los santos ejerzan su función en las reuniones grandes, pero en las reuniones pequeñas, donde hay cuatro o cinco hermanos —incluso dos o tres—, todos pueden ejercer su función, incluyendo a los niños, quienes pueden declarar: “El Señor Jesús me ama, y qué bueno es que yo también le amo”. Esto es algo pequeño, pero no debemos menospreciarlo.]

[En Mateo 18:20, al hablar acerca de las reuniones cristianas, el Señor Jesús habló de un grupo compuesto de dos o tres personas: “Porque donde están dos o tres congregados en Mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos”. Dos o tres es un número precioso en la Biblia, y debe ser el número que dé comienzo a la vida de iglesia. Cuando la iglesia crece por medio de las reuniones de hogar, las reuniones grandes cobrarán sentido. Pero sin las reuniones de hogar, las reuniones grandes serán vanas. Lo ideal es empezar la vida de iglesia a partir de una reunión pequeña de dos o tres.]

B. En un lugar de reunión más grande

[La iglesia debe también tener reuniones más grandes en un lugar más grande (1 Co. 14:23). Hay dos clases de reuniones: las reuniones pequeñas en los hogares de los creyentes y las reuniones grandes en un lugar de reunión más grande. Las reuniones grandes no se deben tener muy a menudo ni deben ser una práctica constante. Si constantemente se efectúan reuniones grandes, esto traerá una condición de muerte. Por tanto, debemos aprender a tener dos clases de reuniones.

Debemos ser equilibrados. Dios diseñó nuestro cuerpo de una manera simétrica. Tenemos dos oídos, dos ojos, dos fosas nasales, dos labios, dos hombros, dos brazos, dos manos, dos piernas y dos pies. Por una parte, necesitamos empezar las reuniones de la iglesia en los hogares, pero por otra, cuando la necesidad surge, debemos tener reuniones grandes en un lugar de reunión grande. En dicho lugar de reunión no deben hacerse reuniones en las que un orador da un mensaje, y el resto de la congregación lo escucha. Debemos acabar con esta práctica. En lugar de ello, todos los asistentes deben participar en la edificación de la iglesia al ejercitar su función (1 Co. 14:26). Cuando nos reunimos, un hermano puede tener una revelación, otro puede tener un himno, otro una enseñanza, y otros más pueden tener otra porción. Cada uno puede y debe tener algo de Cristo para la reunión. Todos debemos tener algo, de modo que podamos ejercer nuestra función en las reuniones para la edificación de la iglesia.]

VII. EJEMPLOS DE REUNIONES EN EL NUEVO TESTAMENTO

A. La primera reunión de la iglesia antes de Pentecostés

[Después de la resurrección, el Señor vino a reunirse con Sus discípulos la noche del primer día en que resucitó. Así que, a partir de la resurrección del Señor, el reunirse con los santos es crucial. María Magdalena encontró al Señor en la mañana y fue bendecida con ello (Jn. 20:16-18), pero aun así, necesitaba estar con los santos en la reunión por la noche para reunirse con el Señor de una manera corporativa y obtener más y mayores bendiciones (20:19-23). En la primera reunión del Señor con Sus discípulos, después de Su resurrección, vemos la presencia del Señor con ellos, la paz, el envío por parte del Señor, el soplo y la autoridad para atar y desatar. Estas son las bendiciones que el Señor trajo a Sus discípulos en aquella reunión de la iglesia. No importa cuán buena fue la comunión que María tuvo con el Señor en la vigilia de la mañana, ella aún necesitaba asistir a la reunión en la noche para obtener todas estas bendiciones. Dichas bendiciones son mayores y más importantes. Como individuos, quizás recibamos algo de parte del Señor en la madrugada, pero esto es sólo algo a nivel personal; no obstante, también tenemos que acudir a las reuniones para recibir algo más importante. Nuestro tiempo con el Señor en la mañana y las reuniones de la iglesia, son dos aspectos cruciales. Necesitamos la bendición personal del primer aspecto, así como también la bendición corporativa del segundo aspecto.

Tomás se perdió la primera reunión que el Señor tuvo con Sus discípulos después de Su resurrección. Sin embargo, lo que perdió en la primera reunión le fue compensado al asistir a la segunda reunión (Jn. 20:25-28). ¡Oh, no debemos perdernos ninguna de las reuniones de la iglesia! No debemos pensar que no importa si nos quedamos descansando en casa. Si el Señor viene, quizás no lo veamos, al igual que Tomás. Tomás se perdió la aparición del Señor. Debido a que faltó a esa reunión de la iglesia, él realmente sufrió una pérdida. Este capítulo está lleno de revelación, pero Tomás perdió todo esto; él no recibió la revelación, no participó en el descubrimiento ni experimentó la resurrección del Señor, porque no tuvo su tiempo con el Señor en la mañana ni tampoco asistió a la reunión de la iglesia. El se perdió la revelación de que los discípulos son los hermanos del Señor y los hijos de Dios. Se perdió la comisión divina, la autoridad, la paz que fue impartida y el soplo que impartió al Espíritu Santo. Tomás ciertamente era un hermano, era salvo, pero sufrió una gran pérdida por haber faltado a esa reunión.]

Después de haber visto al Señor ascender públicamente a los cielos en una nube, los discípulos se quedaron en Jerusalén para esperar ser investidos de poder desde lo alto (Lc. 24:49). Ellos no esperaron ociosamente, sino que se reunieron por diez días para orar en unanimidad (Hch. 1:14). Entre ellos no había divisiones, sino sólo unidad en el Espíritu. Su reunión propició un gran avance en la economía de Dios para la edificación de la iglesia. El día de Pentecostés, el Espíritu fue derramado sobre ellos para que el Cuerpo de Cristo fuera formado. Si no se hubiesen reunido, el Espíritu no habría encontrado un lugar dónde derramarse. Si ellos hubiesen estado orando en sus casas, el Espíritu no habría podido ser derramado sobre aquella asamblea de creyentes para formar el Cuerpo de Cristo. Pero debido a que estaban reunidos, el Espíritu fue derramado sobre ellos. Esto nos muestra una vez más la importancia de las reuniones. Después de Su resurrección, el Señor apareció a más de quinientos hermanos a la vez (1 Co. 15:6); aún así, hubo muchos hermanos que no estuvieron presentes. Seguramente tenían cosas “más importantes” que hacer, pero desafortunadamente se perdieron uno de los más grandes eventos en la historia de la iglesia.

B. La primera reunión de la iglesia después de Pentecostés

En el día de Pentecostés, después del derramamiento del Espíritu, los discípulos predicaron el evangelio y tres mil personas fueron salvas y bautizadas. De esta manera empezó la vida de iglesia en Jerusalén.

[Según Hechos 2:46, todos los días los creyentes partían el pan de casa en casa. Los primeros creyentes recordaban al Señor partiendo el pan diariamente en sus casas. Esto muestra el amor y entusiasmo de ellos por el Señor.

Las palabras griegas traducidas “de casa en casa” también significan “en el hogar”, y están en contraste con la frase “en el templo”. La manera cristiana de reunirse en los hogares concuerda con la economía neotestamentaria de Dios y difiere de la manera judía de reunirse en las sinagogas (Hch. 6:9). Reunirse en las casas llegó a ser una práctica continua y general de las iglesias (cfr. Ro. 16:5; 1 Co. 16:19; Col. 4:15; Flm. 2).

En Hechos 2:46 vemos que los creyentes “comían juntos con alegría y sencillez de corazón”. La palabra “sencillez” puede también traducirse “simplicidad”. Describe un corazón sencillo, simple y puro, que tiene un sólo amor, un sólo deseo y un sólo propósito al buscar al Señor. Los primeros creyentes eran sencillos, simples y puros de corazón.

Según Hechos 2:47a, los creyentes de la iglesia primitiva alababan a Dios y manifestaban gracia a los ojos de todo el pueblo. Llevaban una vida que expresaba los atributos de Dios a través de las virtudes humanas, como lo hizo Jesús, el Salvador-Hombre (Lc. 2:52).]

VIII. COMO REUNIRSE

A. Congregados en el nombre del Señor

Mateo 18:20 dice: “Porque donde … están congregados en Mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos”. [Lo más crucial en las reuniones de los creyentes es congregarse en el nombre del Señor. Esto quiere decir que tenemos que reunirnos en el nombre del Señor. Ya que pertenecemos al Señor y fuimos salvos por Su nombre, debemos congregarnos solamente en ese nombre. No debemos reunirnos en ningún otro nombre, ya sea éste el nombre de un individuo, de una corporación, de una misión o de una denominación.] Cuando nos reunimos en Su nombre, en realidad nos reunimos en Su persona, ya que el nombre denota la persona. Puesto que ahora el Señor es el Espíritu, reunirnos en Su nombre significa invocar Su nombre y estar en nuestro espíritu, donde mora Su Espíritu.

B. Los factores y elementos básicos de las reuniones: la Palabra, el Espíritu, orar y cantar

[En todas nuestras reuniones debe haber cuatro factores o elementos básicos: la Palabra, el Espíritu, orar y cantar. Si practicamos estos cuatro elementos de una manera apropiada y viviente, habrá una exhibición y expresión rica de Cristo en todas nuestras reuniones.

La Palabra es la palabra santa revelada en las Escrituras, sea ésta la Palabra constante o la palabra dada por el Señor para un momento específico. Si hemos de hablar en las reuniones, debemos permitir que la palabra de Cristo more ricamente en nosotros (Col. 3:16). Las riquezas de Cristo están contenidas en Su Palabra. La palabra del Señor debe hallar el debido espacio en nosotros, de manera que pueda operar y ministrar estas riquezas en nuestro ser. Entonces, lo que compartamos de la palabra en las reuniones será una exhibición de las riquezas de Cristo.

Cuando hablamos del espíritu nos referimos, al igual que Pablo, a nuestro espíritu humano, el cual se halla mezclado con el Espíritu Santo y habitado por El. Según el Nuevo Testamento, el Espíritu divino y nuestro espíritu humano se hallan mezclados como un solo espíritu. El que se une al Señor, quien es el Espíritu, es un solo espíritu con El (1 Co. 6:17, 2 Co. 3:17). En una persona regenerada, el Espíritu divino y el espíritu humano ya no están separados. El Espíritu del Señor y nuestro espíritu, nuestro ser interior, son un solo espíritu.]

[Nuestra herencia cristiana hoy se resume en dos cosas: la Palabra y el Espíritu. Externamente tenemos la Palabra e interiormente tenemos al Espíritu; y estos dos son uno. La Palabra es el Espíritu, y el Espíritu es la Palabra. Cuando tengo la Palabra en mis manos, ella está fuera de mí, pero cuando oro-leo la Palabra, ésta entra en mí y se convierte en el Espíritu. Si al hablar les transmito el Espíritu que está en mí, el Espíritu se convierte en la palabra, y cuando ustedes reciben la palabra, ésta se convierte en el Espíritu dentro de ustedes. Mientras les ministro la palabra, ustedes reciben al Espíritu. Lo más extraño es que no hablemos, cuando se supone que seamos el pueblo que habla, pues pertenecemos al Dios que habla. Necesitamos aprender a emplear correctamente la Palabra y el Espíritu. Mi intención y mi carga es que los santos aprendan a emitir a Cristo apropiadamente, que aprendan a hablar en el Espíritu y con el Espíritu.

Otro factor o elemento básico en nuestras reuniones es la oración. Debemos aprender a orar. La palabra y el Espíritu deben llevarnos a orar. En nuestras reuniones debe haber muchas oraciones.] [De hecho, nuestras reuniones necesitan estar llenas de oraciones vivientes que se ofrezcan espontáneamente. Muy a menudo hacemos oraciones religiosas, como por cumplir con un deber religioso. Muchas veces nuestras oraciones no surgen tan espontáneamente, ni son tan reales, genuinas ni verdaderas. Gran parte de ellas no se originan en nuestro espíritu. Por ejemplo, no deberíamos componer de antemano lo que vamos a orar. Nuestras oraciones deben surgir tan espontáneamente como la respiración. Nuestras reuniones están muertas porque estamos escasos de estas oraciones vivientes y espontáneas.

Otro factor o elemento básico de nuestras reuniones es el cantar. Tanto hablar como cantar son el resultado de estar llenos en nuestro espíritu. Si estamos llenos en nuestro espíritu, algo fluirá de nosotros al orar o al cantar. En Efesios 5:18-19 Pablo dice: “Sed llenos en el espíritu, hablando unos a otros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y salmodiando al Señor en vuestros corazones”.]

CONCLUSIÓN

Las reuniones de la iglesia son cruciales para Dios, para la iglesia, para nosotros y para otros. Sin las reuniones no podría haber una expresión práctica de la iglesia, y el hablar del Señor quedaría restringido. Sin las reuniones no podría llevarse a cabo la economía de Dios, y la iglesia no sería edificada. Por lo tanto, debemos consagrarnos al Señor para estar en todas las reuniones de la iglesia. Nunca debemos sacar pretextos para no estar en las reuniones, no importa cuál sea el motivo; si lo hacemos, corremos el riesgo de abandonar la vida de iglesia y de perder la recompensa del reino.

Preguntas

  1. ¿Por qué deben reunirse los creyentes?
  2. Haga una lista de los diferentes tipos de reuniones y su propósito.
  3. Explique cómo la Palabra, el Espíritu, el orar y el cantar son los factores o elementos básicos de las reuniones.

Pasajes citados

  1. La manera bíblica de reunirse y de servir para la edificación del Cuerpo de Cristo (Lee/LSM), págs. 16-17.
  2. El vivir necesario para la edificación de las reuniones de grupos pequeños (Lee/LSM), pág. 86.
  3. Lecciones de vida, tomo 2 (Lee/LSM), págs. 20-22.
  4. La manera ordenada por Dios de practicar la economía neotestamentaria (Lee/LSM), págs. 54-57.
  5. Estudio-vida de Juan (Lee/LSM), págs. 573-574.
  6. Estudio-vida de Hechos (Lee/LSM), págs. 93-94.
  7. Lecciones de vida, tomo 2 (Lee/LSM), pág. 22.
  8. Speaking Christ for the Building up of the Body of Christ [Hablar Cristo para la edificación del Cuerpo de Cristo] (Lee/LSM), págs. 7, 8, 12.

Referencias adicionales

  1. Estudio-vida de Juan (Lee/LSM), págs. 298-310, 573-578.
  2. Estudio-vida de Hechos (Lee/LSM), págs. 39, 87, 93-94, 114-115, 156-157, 285-286.