Watchman Nee Libro Book cap.16 Libro de lecciones nivel 5: La iglesia

Watchman Nee Libro Book cap.16 Libro de lecciones nivel 5: La iglesia

AUMENTO Y LA PROPAGACIÓN DE LA IGLESIA

Lección dieciséis

EL AUMENTO Y LA PROPAGACIÓN DE LA IGLESIA

Lectura bíblica

Jn. 15:4-5, 7-8; Fil. 1:27; Mt. 28:18-20; Hch. 1:8; 8:1

Bosquejo

  1. El aumento de la iglesia:
    1. La necesidad del aumento.
    2. Los conceptos erróneos.
    3. La manera normal.
    4. La manera ordenada por Dios para lograr el aumento de la iglesia.
  2. La propagación de la iglesia.

Texto

Después de haber abarcado la visión de la iglesia y la manera en que ella debe ser edificada, debemos seguir adelante y hablar acerca del aumento y la propagación de la iglesia. Muchos cristianos piensan que después de ser salvos, simplemente deben esperar para irse al cielo. No tienen la menor idea de que fueron salvos para ser miembros del Cuerpo con el fin de que edificaran la iglesia. Algunos de nosotros quizás pensemos que no tenemos nada de qué preocuparnos, ya que, debido a la misericordia del Señor, estamos en la iglesia. Ciertamente nuestros pecados han sido perdonados y ahora estamos en la vida de iglesia local y práctica; aun así, debemos laborar diligentemente en la edificación de la iglesia. En esta lección nos centraremos en dos de los asuntos más cruciales en cuanto a la edificación de la iglesia: el aumento y la propagación.

I. EL AUMENTO DE LA IGLESIA

A. La necesidad del aumento

[El aumento de la iglesia consiste en impartir a Cristo en otros para hacerlos parte de El. Los pámpanos de la vid llevan fruto al impartir la vida de la vid en otros y hacerlos parte de ésta. Si los pámpanos de la vid no llevan fruto, dicha vid no tendrá ningún aumento. El fruto de los pámpanos es el aumento de la vid. Asimismo, el aumento de la iglesia es simplemente el fruto que producen todos los miembros. Todos los miembros deben llevar fruto; de lo contrario, no habrá aumento en la iglesia local.

En el cristianismo casi todo es anormal, incluso la predicación del evangelio. El cristianismo actual depende de grandes predicadores que llevan a cabo grandes campañas evangelísticas, pero esto no es lo que la Biblia enseña. En la Biblia, y especialmente en el Evangelio de Juan, la verdadera predicación del evangelio consiste en que cada miembro lleve fruto.] [Esto es semejante al árbol de la vida en la Nueva Jerusalén: cada mes da nuevo fruto. Esta es la manera apropiada de predicar el evangelio, y éste es el aumento de la iglesia. Esto no depende de grandes predicadores ni de grandes campañas evangelísticas. Los miembros de la iglesia sencillamente deben llevar fruto en su vida diaria; esto traerá como resultado el aumento de la iglesia.

La manera apropiada de predicar el evangelio es impartir a Cristo en otros como vida. No debemos depender de los grandes predicadores, sino que nosotros mismos debemos llevarlo a cabo; cada miembro de la iglesia es un pámpano que debe llevar fruto. Consideremos un árbol frutal. Toda especie de árbol frutal da fruto al menos una vez al año; esto es una ley natural. Estoy convencido de que como miembros vivientes de la iglesia local, debemos traer por lo menos un nuevo creyente al Señor cada año. Supongamos que un pámpano de una vid deja de llevar fruto por varios años. ¿Qué se hace con él? Hay que podarlo o hay que cortarlo. Cada iglesia local debe animar a sus miembros a ganar al menos un nuevo creyente para el Señor cada año. Incluso traer diez o doce al año no es demasiado, pues sería como un racimo de uvas.

En la iglesia local, debemos llevar mucho fruto. Cada vez que vayamos a una reunión de la iglesia deberíamos traer a algunas personas nuevas. No vaya a las reuniones solo, pues eso no es una gloria; ¡es una vergüenza! Debemos llegar a las reuniones con otras personas para traer aumento a la iglesia local.]

B. Los conceptos erróneos

[En cuanto a la predicación del evangelio, existen algunos conceptos erróneos que quisiera que notaran. En algunas iglesias denominacionales se realizan muchas actividades evangelísticas. Aunque esto es bueno, el problema es que se emplea demasiado esfuerzo humano. Esto no es correcto. Sin embargo, tampoco quiere decir que debamos dejar de llevar fruto y olvidarnos de ello. No debemos envejecernos en cuanto al asunto de llevar fruto; debemos estar siempre renovados. En la vida espiritual no hay jubilación.

Otro concepto que existe en el cristianismo es que debemos esperar y orar para que venga un gran avivamiento, y que luego el Señor enviará un orador sobresaliente y todos nos reuniremos para tener una campaña evangelística. Esto es anormal.]

[Existe un tercer concepto, que se encuentra en el otro extremo, el cual también es erróneo. Algunos dicen: “¡Miren a esa gente! ¡Realizan todas sus campañas evangelísticas con la energía de la carne!”. Por supuesto, debemos darnos cuenta de que nuestra predicación del evangelio debe ser producto del rebosamiento de la vida interior. Pero aquellos que critican sólo han encontrado fallas en los demás por años, pero ellos mismos nunca han traído ningún fruto nuevo. Pareciera que en ellos no hay ningún rebosamiento de vida. Por lo tanto, se han ido al otro extremo.]

C. La manera normal

[¿Cuál es entonces la manera normal? La manera normal consiste en no usar nuestro esfuerzo humano ni tampoco depender de una campaña de avivamiento dirigida por un predicador excepcional. Llevar fruto es el rebosamiento del fluir de la vida; por lo tanto, debemos crecer en vida y también aceptar la responsabilidad de llevar fruto. La iglesia debe animar a todos los miembros a orar para que les sean añadidos más nuevos creyentes. Debemos dedicar al menos dos o tres horas semanalmente para cuidar de algunos contactos nuevos. No está bien que una iglesia siga teniendo el mismo número de creyentes año tras año. Supongamos que después de cinco años todavía tengamos el mismo número. Eso sería absolutamente incorrecto; significaría que no nos ejercitamos en el fluir de vida.

¿A qué me refiero con el fluir de vida? A que debemos permanecer en el Señor y disfrutar de las riquezas de Su vida, y después tomar la carga de llevar fruto. Debemos orar: “Señor, mi vivir diario consiste en llevar fruto”. Entonces el Señor nos dará una profunda carga por dos o tres personas que debemos cuidar. Tal vez conozcamos cincuenta personas, pero en ese momento el Señor solamente nos pondrá una carga por dos o tres. Entonces, oraremos por ellas, mencionando sus nombres delante del Señor. Luego, debemos pedirle al Señor que nos guíe respecto a cómo relacionarnos con ellas. Tal vez las invitemos a cenar junto con algunos de los hermanos y hermanas; así tendremos a otros que nos ayuden a ministrarles la vida divina. Los hermanos y hermanas de la iglesia deben ayudarse mutuamente en el asunto de llevar fruto. No debemos hacer esto de vez en cuando, sino continuamente. Este debe ser nuestro vivir diario. Debemos dedicar al menos dos o tres horas semanales a esta labor. No esperemos que ésta sea una tarea rápida. Veremos los resultados sólo si lo hacemos constante y continuamente.

Si cada hermano o hermana produjera como fruto al menos un nuevo creyente al año, en tan sólo un año la iglesia se duplicaría. Y al año siguiente, se duplicaría de nuevo. Los jóvenes deberían traer al Señor una nueva persona cada seis meses. No es demasiado demandante ganar un nuevo creyente en ciento ochenta días. De hecho, es muy poco. Si cada uno produjera como fruto a dos nuevos creyentes cada año, a terminar el año la iglesia se habría duplicado dos veces. Esto trae el aumento.

Tal vez algunos digan que esto es exigir demasiado. Supongamos que cada uno produjera como fruto un nuevo creyente cada dos años, o que dos hermanos produjeran como fruto un nuevo creyente cada año. En cuestión de seis años, la iglesia se habría duplicado tres veces. Esto no estaría nada mal, y estoy seguro que usted no podría decir que es demasiado exigente producir como fruto un nuevo creyente cada dos años. ¡Qué gran aumento sería éste!

No debemos depender de las grandes campañas evangelísticas; en vez de ello, debemos confiar en el aumento producido por la iglesia. El aumento de la iglesia se logra al llevar fruto, y no al realizar grandes campañas. Como pámpanos que somos, debemos llevar fruto, y llevar un fruto cada dos años es muy fácil.]

D. La manera ordenada por Dios para lograr el aumento de la iglesia

[Salir a visitar a la gente es la manera más efectiva de propagar el evangelio con miras al reino de Dios. De hecho, visitar a la gente por medio de tocar sus puertas no es una manera nueva, sino antigua. Esta manera comenzó en el huerto de Edén, en Génesis 3. Todo cristiano debe salir a tocar puertas para llevar el evangelio a las personas. Visitar a la gente tocando sus puertas es, de hecho, la manera que Dios ha ordenado para propagar el evangelio, pero los mormones y los testigos de Jehová la han utilizado para propagar su enseñanza herética. Es lamentable que la gente apropiada, los cristianos genuinos, hayan descuidado la manera ordenada por Dios de propagar el evangelio; sin embargo, ahora el Señor nos está trayendo de nuevo a ella.

Tenemos que tomar la manera de salir a visitar a las personas aprendiendo a hacerlo y siendo entrenados en ello. El mayor obstáculo para ser entrenados en cuanto a visitar a las personas, es nuestro concepto. Tal vez nos aferremos a la experiencia que hemos tenido en la predicación del evangelio. Lo que hayamos practicado en el pasado pudo haber sido bueno, pero no es tan efectivo si lo comparamos con la práctica presente de salir a visitar a las personas. El primer requisito para ser entrenados en la nueva manera es abandonar nuestros antiguos conceptos. Debemos desechar nuestros conceptos y seguir las instrucciones del entrenamiento. No podemos ser entrenados por el Señor si nos aferramos a nuestra antigua práctica. Si nos olvidamos de la vieja manera y adoptamos la manera que nos ha mostrado el Señor, veremos resultados positivos.

La nueva manera del Señor requiere que creamos, que estemos convencidos, y que seamos osados y agresivos. Hemos sido enviados por el Cristo ascendido a visitar a las personas, y mientras hablemos con ellas, estaremos ligados a Cristo. Tenemos la posición y la autoridad del Cristo ascendido para guiar a las personas a creer y ser bautizadas. Ya que nos ha sido confiada la autoridad del Cristo ascendido para predicar el evangelio, no debemos preguntarle a las personas: “¿Quiere usted creer?”. Más bien, debemos llevarlas a que crean. Tampoco debemos preguntarles si quieren ser bautizadas, sino guiarlas a que se bauticen. Necesitamos ser como Juan el Bautista, que le decía a la gente: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt. 3:2). Juan el Bautista predicó con un tono imperativo, y no con preguntas.

En nuestro hombre natural siempre queremos ser amables, buenos y humildes. Nos gusta preguntarles a los demás: “¿Quisiera creer en el Señor?”. Pero si hacemos este tipo de preguntas, la mayoría de las veces nos contestarán que no. Hacer preguntas abre la puerta para que la gente rechace el evangelio. Debemos hablar con autoridad. Nosotros somos los embajadores celestiales del Señor, a quienes ha sido dada toda la autoridad en los cielos y en la tierra para bautizar a las personas en el Dios Triuno. Por lo tanto, debemos guiar a las personas a que se arrepientan y confiesen sus pecados. Tenemos que guiarlas a que oren. Después de que hagan una oración corta, debemos decirles que ahora están listas para ser bautizadas. Si ejercitamos tal autoridad divina, muchos de los que visitemos serán como corderitos. Podremos ayudarlos a salir del reino de Satanás y a entrar en el reino de Dios. La manera más efectiva de predicar el evangelio no es hacer preguntas, sino conducir a las personas a que se arrepientan, oren y sean bautizadas. Cuando bautizamos a una persona en el Dios Triuno, ella llega a ser una persona diferente. El bautismo cambia a las personas, porque los bautizamos en el nombre del Dios Triuno, que es la totalidad del Ser divino.]

II. LA PROPAGACIÓN DE LA IGLESIA

La iglesia aumenta a nivel local y se propaga universalmente. Cuando una iglesia local incrementa en vida y en número, llamamos a esto aumento. Pero cuando una iglesia local se propaga a otras ciudades y se establecen más iglesias locales, llamamos a esto la propagación de las iglesias. No está bien que una iglesia permanezca en un área por diez años sin propagarse a otras ciudades. Tenemos que propagar la vida de iglesia de ciudad en ciudad, de país en país y de continente en continente, hasta que existan iglesias locales por toda la tierra.

[Si leemos con detenimiento el libro de Hechos, veremos que la propagación del evangelio tenía dos aspectos. El primero fue la emigración de los santos, y no los viajes de los apóstoles. Hechos 8:1 dice muy claramente que todos los santos fueron esparcidos, excepto los apóstoles. Siempre hemos pensado que los apóstoles son los que tienen que salir y que los santos deben quedarse, pero el Señor esparció a los santos y mantuvo a los apóstoles en Jerusalén. Los que debían ser enviados se quedaron, y todos los demás fueron enviados. Esta fue la primera propagación del evangelio, la cual no se efectuó por parte de los apóstoles, sino por los creyentes al ser éstos esparcidos. Es a esto lo que llamamos emigración. La propagación del reino de Dios no sólo depende de los apóstoles, sino también de los creyentes que emigran de ciudad en ciudad.

Lo dicho en Lucas 21:24, de que Jerusalén sería devuelta al pueblo de Israel, se ha cumplido. Esta es la evidencia más clara de que la venida del Señor está muy cerca. Por lo tanto, a nivel local debe haber aumento, y a nivel universal la iglesia debe propagarse. Como expresión local, debe haber muchos santos que salgan a visitar a las personas. No estamos aquí velando por nuestros propios intereses, sino por el bien del recobro del Señor. Y el tiempo está cerca; el Señor viene pronto. Debemos, por tanto, ocuparnos de Sus intereses. Debemos orar para que algunos sientan la urgencia de salir, y todos debemos estar dispuestos a recibir la carga de salir. Somos descendientes de Abraham, quien vivió como extranjero en la tierra. No es bueno que nos establezcamos por mucho tiempo en un solo lugar. Debemos estarnos mudando de un lugar a otro. Debemos vivir únicamente por los intereses del Señor. Si esperamos ser una expresión local del Cuerpo del Señor, sin tener aumento a nivel local y sin propagarnos a nivel universal, erramos. No pensemos que somos más espirituales que los demás. Si pensamos así, somos orgullosos. Debemos ser vivientes y ardientes todo el tiempo, buscando obtener aumento a nivel local y propagarnos a nivel universal.

Hoy vivimos en el país más rico de la tierra. Todo es muy accesible; además, estamos ubicados en el centro mismo de la tierra habitada. Es relativamente fácil y conveniente para nosotros ir al norte, al sur, al este y al oeste. Debemos propagar el testimonio del Señor a muchas ciudades de este país y de Canadá, así como también ir a México, América Central, América del Sur y a Europa. Debemos pedirle al Señor que nos conceda tal aumento a nivel local y tal propagación a nivel universal.]

CONCLUSIÓN

El aumento y la propagación edifican la iglesia en cada localidad, así como el Cuerpo de Cristo en toda la tierra. El Señor vendrá por Su novia cuando existan iglesias locales edificadas y cuando éstas se hayan propagado por toda la tierra habitada. Debemos consagrarnos para orar, leer la Palabra y ser entrenados en la predicación del evangelio, a fin de participar en la gran obra que trae el aumento y propaga la vida de iglesia por toda la tierra, y de esta manera, propiciar el regreso del Señor. Si somos diligentes en esto, recibiremos una gran recompensa.

Preguntas

  1. ¿Por qué el ejemplo de la vid que lleva fruto es un buen ejemplo del aumento de la iglesia?
  2. No es correcto que prediquemos el evangelio valiéndonos de nuestros esfuerzos humanos; sin embargo, aún debemos predicar el evangelio. Entonces, ¿cómo debemos hacerlo?
  3. ¿Cuál es la manera ordenada por Dios para lograr el aumento de la iglesia?

Pasajes citados

  1. La expresión práctica de la iglesia (Lee/LSM), págs. 180-183.
  2. La manera ordenada por Dios de practicar la economía neotestamentaria (Lee/LSM), págs. 102-105.
  3. La expresión práctica de la iglesia (Lee/LSM), págs. 185-186.

Referencias adicionales

  1. Talks Concerning the Church Services (part 1) [Pláticas con respecto al servicio de la iglesia (primera parte)] (Lee/LSM), págs. 9-10, 20-21.
  2. The Economy of God and the Building Up of the Body of Christ [La economía de Dios y la edificación del Cuerpo de Cristo] (Lee/LSM), págs. 77-79.
  3. Luz adicional con respecto a la edificación del Cuerpo de Cristo (Lee/LSM), págs. 27-41.
  4. Pláticas adicionales sobre la vida de la iglesia (Nee/LSM), págs. 166-171.
  5. La manera ordenada por Dios de practicar la economía neotestamentaria (Lee/LSM), págs 40, 68, 99-105, 182-184.
  6. On Home Meetings [Con respecto a las reuniones en casa] (Lee/LSM), págs. 34-35.
  7. Life-study of Ephesians [Estudio-vida de Efesios] (Lee/LSM), pág. 342.
  8. Estudio-vida de Juan (Lee/LSM), pág. 426.
  9. La vida cristiana normal de la iglesia (Nee/LSM), pág. 59.
  10. La nueva manera de llevar a cabo el aumento y la extensión de la iglesia (Lee/LSM), págs. 41-46.
  11. The Organic Building Up of the Church as the Body of Christ [La edificación orgánica de la iglesia como Cuerpo de Cristo] (Lee/LSM), págs. 32-34.
  12. The Practical and Organic Building Up of the Church [La edificación práctica y orgánica de la iglesia] (Lee/LSM), págs. 29-30.
  13. La expresión práctica de la iglesia (Lee/LSM), págs. 180, 185-186.
  14. La manera bíblica de reunirse y de servir para la edificación del Cuerpo de Cristo (Lee/LSM), págs. 202-207.
  15. The Vision of God’s Building [La visión del edificio de Dios] (Lee/LSM), págs. 162-165.