Watchman Nee Libro Book cap.16 Libro de lecciones nivel 3: Los dos espíritus
CONOCER NUESTRO ESPÍRITU
Lección dieciséis
CONOCER NUESTRO ESPÍRITU
Lectura bíblica
Dn. 7:15; Ro. 8:6
Bosquejo
- El sentir del espíritu
- La clave para obtener vida o muerte: poner la mente en el espíritu
- El sentir de vida
- El sentir de paz
- El sentir de muerte
- Vivir en el espíritu
- Prestar atención al sentir interior
- La vida cristiana conforme al espíritu
Texto
[Hablar de nuestro cuerpo es muy sencillo, porque lo podemos ver y tocar. Hablar del alma también es fácil, pues, a pesar de que ésta es abstracta, podemos sentirla y conocerla por sus funciones, tales como: pensar, analizar y tomar decisiones, y por sus acciones, como: sentirse satisfecho, molesto, apenado y gozoso. Pero hablar del espíritu es verdaderamente difícil. Entender lo relativo al espíritu no es nada sencillo, mucho menos entender todo lo relacionado con él.]
¿Dónde se localiza nuestro espíritu? No estamos seguros de ello. Daniel 7:15 dice que nuestro espíritu está en medio de nuestro cuerpo, pero no nos da la ubicación exacta. No obstante, conforme a nuestra experiencia, sabemos que tenemos un espíritu. Si queremos conocer el espíritu directamente, es un tanto difícil, pero es relativamente fácil conocerlo por medio del sentir que genera su presencia en nosotros.
I. EL SENTIR DEL ESPÍRITU
[Podemos conocer el espíritu por medio del sentir que éste genera en nosotros. Hasta el día de hoy, nadie ha visto jamás la electricidad. La luz de una lámpara no es la electricidad misma, sino una expresión o señal de ésta, y podemos conocerla por medio de dicha manifestación o expresión. Tampoco nadie ha visto la vida que anima al hombre, pero podemos conocer dicha vida por su expresión y por medio de los sentidos. Bajo este mismo principio, podemos decir que el espíritu es muy misterioso. Uno no puede verlo, pero lo puede sentir. Así como no podemos ver la electricidad, pero cuando la tocamos, la sentimos instantáneamente, de igual forma, podemos conocer el espíritu por medio del sentir del mismo. Sentir el espíritu es la manera de conocerlo.]
II. LA CLAVE PARA OBTENER VIDA O MUERTE: PONER LA MENTE EN EL ESPÍRITU
[En Romanos 8 se menciona el espíritu. Es difícil encontrar otro pasaje en la Biblia que hable de nuestra condición espiritual tan claramente como en dicho capítulo. Por lo tanto, si queremos conocer el espíritu, es imperativo que prestemos atención a este pasaje.]
Romanos 8:6 dice: “Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el espíritu es vida y paz”. [Poner nuestra mente en la carne, es muerte, pero ponerla en el espíritu, es vida y paz. Esta es la clave para obtener muerte o vida. La mente es una entidad neutral, pues se encuentra entre ambos. Se puede volver hacia la carne, o hacia el espíritu. Una vez más se repite la historia del huerto del Edén. Usando el libre albedrío, podemos tomar cualquiera de las dos opciones. Escoger el árbol del conocimiento nos trae muerte, pero elegir el árbol de la vida nos proporciona vida. Nosotros nos encontramos entre estos dos; también somos neutrales a la vida y a la muerte. El resultado depende de nuestra elección, de nuestra actitud. Por una parte, el pecado personificado, que representa a Satanás, está corporificado en la carne; por otra, una vez que somos salvos, el Dios Triuno viene a nuestro espíritu, y el yo o la mente se encuentra en medio de ambos. La clave para obtener vida o muerte depende de nuestra cooperación con el espíritu o con la carne. Cuando cooperamos con la carne, tenemos muerte, pero cuando cooperamos con el espíritu, participamos de Dios, quien es vida.]
A. El sentir de vida
[Originalmente, nuestro espíritu era simplemente el espíritu del hombre, y se hallaba en una condición de muerte. Pero cuando el Espíritu de Dios entró en nosotros, no sólo vivificó nuestro espíritu, sino que también le añadió la vida de Dios. Por consiguiente, nuestro espíritu no sólo está vivo, sino que posee la vida de Dios; y no sólo es el espíritu, sino el espíritu de vida. Toda sensación de vida que genera en nosotros el espíritu nos capacita para conocerlo. Cuando ponemos nuestra mente en el espíritu y actuamos conforme a éste, la vida que hay en él nos permite percibir dicha vida. Ya que esta vida es la vida de Dios, la cual es fresca, viviente, fuerte, poderosa, brillante, santa, real y en ninguna forma vana, tal vida nos hará percibir la presencia de Dios, de modo que nos sintamos frescos, vivientes, fuertes, poderosos, brillantes, santos, reales y llenos. Cuando tenemos tal sentir, sabemos que hemos puesto la mente en el espíritu, que andamos de acuerdo al espíritu y que vivimos en el espíritu. Tal sentir es el sentir de la vida que está en nuestro espíritu, el cual nos dirige desde nuestro interior a andar conforme al espíritu y a vivir por él. Cuando experimentamos esa sensación, experimentamos el espíritu. Cuando prestamos atención a ese sentir, estamos prestando atención al espíritu. Es muy difícil percibir el espíritu directamente, pero es relativamente fácil tener este sentir de vida que el espíritu produce en nosotros. Si seguimos muy de cerca este sentir, podremos conocer el espíritu y vivir en él.
Podemos decir que la vida de Dios que está en nuestro espíritu es Dios mismo; por lo tanto, sentir esta vida equivale a sentir al propio Dios. Si vivimos en el espíritu y ponemos nuestra mente en éste, el sentir de vida permitirá que tengamos contacto con Dios y que sintamos que Dios está en nosotros como vida, poder y el todo para nosotros. De este modo, nos sentiremos felices, descansados, confortados y satisfechos. De modo que, cuando tocamos a Dios por medio del sentir de vida interior, tocamos la vida misma; de esta forma podemos saber que estamos viviendo en el espíritu y que nuestra mente está puesta en el espíritu.]
B. El sentir de paz
[Poner la mente en el espíritu no sólo es vida, sino también paz. La paz mencionada en Romanos 8:6 no se refiere a la paz que proviene de nuestras circunstancias externas, sino a la paz que brota de nuestro interior.]
[El sentir de paz y el sentir de vida van siempre juntos. El sentir de vida es fresco y viviente, y el sentir de paz es un sentir de normalidad y quietud. El sentir de vida es satisfacción y vigor pleno, y el sentir de paz es descanso y consuelo. Si nos ocupamos del espíritu y andamos y vivimos por él, no sólo tendremos el sentir de vida, que implica sentirnos frescos, vivientes, satisfechos y vigorosos, sino que también tendremos un sentir de paz, que nos hará sentirnos normales, descansados, confortados y tranquilos. Esto último es también el sentir del espíritu. Una vez que sentimos esto, podemos saber que estamos viviendo en el espíritu. Cuando seguimos tal sentir del espíritu, estamos siguiendo al espíritu mismo. Este sentir nos capacita para conocer el espíritu y percibirlo. Mientras más andamos conforme al espíritu y vivimos en él, más rico y profundo llega a ser este sentir dentro de nosotros.]
C. El sentir de muerte
[Vemos un contraste en Romanos 8:6. El apóstol dice que el resultado de poner la mente en la carne es muerte, mientras que el resultado de poner la mente en el espíritu es vida y paz. Estas palabras revelan que así como la carne está contra el espíritu, también el resultado de poner la mente en la carne, lo cual trae muerte, es opuesto al resultado de poner la mente en el espíritu, lo cual nos proporciona vida y paz. Por lo tanto, el apóstol dice que la muerte no sólo es lo opuesto a la vida, sino también lo opuesto a la paz. Así que, el sentir de muerte no sólo es contrario al sentir de vida, sino que también es lo opuesto al sentir de paz. El sentir de vida nos lleva a sentirnos frescos, vivientes, satisfechos y vigorosos; pero el sentir de muerte hace que sintamos todo lo opuesto, pues nos sentimos viejos, deprimidos, vacíos e imposibilitados. El sentir de paz hace que nos sintamos normales, descansados, confortables y tranquilos. Pero la sensación de muerte produce todo lo contrario: nos hace sentir anormales, inquietos, incómodos e intranquilos. Por consiguiente, cada vez que nos sintamos desolados, deprimidos, vacíos, secos, débiles e imposibilitados, estaremos en obscuridad y desanimados, inquietos, inseguros, incómodos, sin armonía, llenos de conflictos, anormales, tristes y atados; todo esto nos confirma que no estamos viviendo en el espíritu, sino en lo opuesto al espíritu, a saber, la carne … Por eso, al conocer lo opuesto al espíritu, conocemos el espíritu mismo.]
III. VIVIR EN EL ESPÍRITU
A. Prestar atención al sentir interior
[No debemos argumentar con el sentir interior de vida y paz. Ni debemos razonar si algo es bueno, bíblico o santo. Tampoco debemos tratar de justificarnos diciendo que lo que estamos haciendo es para el evangelio o para la iglesia. La evidencia es: ¿tenemos el sentir interior de vida y paz? Cuanto más razonemos y argumentemos con este sentir, más sentiremos muerte en nuestro interior. Podemos conocer la voluntad del espíritu únicamente por medio de este sentir interior. Si hemos de diferenciar el espíritu y el alma, debemos rechazar nuestra mente racional, nuestra parte emotiva y nuestra voluntad, y prestar toda nuestra atención al sentir interior.]
B. La vida cristiana conforme al espíritu
[Supongamos que vemos algo que nos gustaría comprar. Cuanto más lo consideramos, más sentimos que queremos obtenerlo. Finalmente, tomamos la decisión de comprarlo. La parte emotiva se ejercita, ya que nos gusta ese artículo; la mente se ejercita, porque lo consideramos mucho; y la voluntad también se ejercita porque tomamos la decisión de comprarlo. Así que, todo el alma se ejercita. Pero cuando vamos a comprarlo, algo en lo más recóndito de nosotros protesta. A nuestra parte emotiva le agrada el artículo, nuestra mente lo considera, y nuestra voluntad lo escoge, pero algo más profundo, protesta. Esto es el espíritu.]
[Cualquier cosa que hagamos, no importa si pensamos que está bien o mal, o si es espiritual o no, si dentro de nosotros nos sentimos inquietos, inseguros, vacíos y deprimidos, esto es una evidencia de que en ese momento estamos en la carne, y no andamos conforme al espíritu. Inclusive al orar o predicar, por no mencionar otras cosas, si nos sentimos vacíos y deprimidos interiormente, insatisfechos o faltos de paz, esto es también evidencia de que estamos orando o predicando por la carne, y no en el espíritu.]
[La vida cristiana, el andar cristiano y las actividades cristianas no las rige la norma del bien y mal; deben realizarse en total conformidad con el espíritu. Si practicáramos esto, y fuéramos gobernados y controlados por este principio, el Señor transformaría nuestro ser interior y nuestra vida diaria a un paso acelerado.]
RESUMEN
La única manera de conocer el espíritu humano es por medio del sentir del espíritu. Ya que Dios mismo mora en nuestro espíritu, sentimos vida y paz cuando nuestra mente está puesta en el espíritu y vivimos y andamos en nuestro espíritu. Pero cuando no estamos en el espíritu, experimentamos lo opuesto: el sentir de muerte. La vida cristiana no consiste en hacer el bien y rechazar el mal; más bien consiste en vivir conforme al sentir que el espíritu produce en nuestro interior.
Preguntas
- ¿Cuáles son las tres clases de sentir del espíritu? ¿Qué versículo sustenta esto?
- ¿En qué se parece nuestra mente, carne y espíritu al huerto del Edén?
- Describa brevemente los tres tipos de sentir de nuestro espíritu.
- ¿Cómo debe afectar el sentir del espíritu la manera en que vivimos?
Citas tomadas de las publicaciones de Lee y LSM
- El conocimiento de la vida, pág. 67.
- Nuestro espíritu humano, págs. 73, 66.
- El conocimiento de la vida, pág 67.
- La economía de Dios, pág. 156.
- El conocimiento de la vida, págs. 74-75.
- Nuestro espíritu humano, pág. 75.
- El conocimiento de la vida, págs. 76-78.
- Nuestro espíritu humano, pág. 77.
- The Stream [El manantial], tomo 4, núm. 1, 1 de febrero de 1966, pág. 5.
- El conocimiento de la vida, págs. 77-78.
- Nuestro espíritu humano, pág. 76.