Watchman Nee Libro Book cap.16 Libro de lecciones nivel 2: El Dios triuno

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LA CRUCIFIXIÓN DE CRISTO (1)

Lección dieciséis

LA CRUCIFIXIÓN DE CRISTO (1)

Lectura bíblica

Jn. 10:15; He. 12:2; Jn. 1:29; He. 10:10-12; 9:28; 1 Jn. 1:9; Jn. 3:15; He. 2:14; Ro. 8:3; 2 Co. 5:21; He. 4:15.

Bosquejo

  1. El Cordero de Dios
  2. La serpiente de bronce

Texto

Luego de Su encarnación y tras vivir una excelente vida humana por treinta y tres años y medio, el Señor Jesús fue crucificado. La crucifixión era la forma más cruel y vergonzosa de morir en aquellos días. Aún así, no debemos considerar la muerte del Señor como un evento triste ni trágico; antes bien, Su muerte fue el acontecimiento más importante y maravilloso que ha sucedido en el universo. De hecho, la cruz era la meta de la encarnación y el vivir humano de Cristo. Por un lado, el Señor fue crucificado por el hombre, pero por otro, El fue a la cruz voluntariamente con miras a cumplir el propósito eterno de Dios (Jn. 10:15; He. 12:2). Fue en la cruz donde el Señor Jesús realizó Su obra redentora a fin de que el hombre pudiera volver a Dios.

Nuestro concepto generalmente es que Cristo fue crucificado para rescatarnos de nuestros pecados. Eso ciertamente es maravilloso, pero Su muerte logró mucho más. A fin de considerar este asunto cabalmente, en las próximas dos lecciones veremos cinco aspectos del Cristo crucificado. La Biblia nos dice que El murió como: el Cordero de Dios, la serpiente de bronce, el postrer Adán, el pacificador y el grano de trigo.

I. EL CORDERO DE DIOS

Según Juan 1:29, cuando Juan el Bautista vio a Jesús, proclamó abiertamente: “¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!”. Debido a la caída del hombre, Dios, por causa de Su justicia, debía exigir que el hombre pagara por sus pecados con su sangre, es decir, con su propia vida. Pero por causa de Su amor, Dios permitió que en lugar de que el hombre muriera, éste tomara como substituto un cordero u otro animal del ganado y los sacrificara como ofrenda por sus pecados. Mediante estas ofrendas la gente fue librada del juicio de Dios.

Los sacrificios del Antiguo Testamento eran tipos o símbolos de Cristo. Dios requería que los corderos ofrecidos en sacrificio no tuvieran mancha ni defecto (Ex. 12:5). En la lección quince vimos que Cristo no tenía mancha ni defecto alguno. El vino como el verdadero Cordero de Dios. Anteriormente los israelitas tenían que ofrecer sacrificios continuamente, pues sus pecados no eran quitados, sino únicamente cubiertos (He. 10:11). ¡Pero he aquí el Cordero de Dios que quita nuestros pecados! El Señor Jesús se ofreció a Sí mismo una vez y para siempre (He. 9:28; 10:10, 12) a fin de obtener el perdón de muchos (Mt. 26:28). Debido a que hemos cometido muchos pecados, Dios exigía el derramamiento de nuestra sangre. Pero Cristo derramó Su sangre en nuestro lugar. ¡Al creer en el Señor Jesús, somos completamente perdonados de nuestros pecados y liberados de la pena de muerte estipulada por Dios!

La intención de Dios es que andemos en santidad; sin embargo, nosotros continuamos pecando. El pecado frustra nuestra comunión con el Señor, pero la muerte de Cristo como Cordero de Dios resuelve completamente este problema: “Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados, y limpiarnos de toda injusticia” (1 Jn. 1:9). Dios es absolutamente justo y por ello —puesto que Cristo murió por nosotros— si confesamos nuestros pecados, El se ha comprometido a perdonarnos de inmediato. Después de confesar cabalmente nuestros pecados, no debemos sentirnos culpables en absoluto. Si seguimos sintiendo culpa, esto es un engaño del diablo. Debemos decirle: “Diablo, tú eres un mentiroso; yo he sido limpiado por la sangre del Cordero, así que ¡puedo disfrutar plenamente al Señor!” Esta es la manera en que obtenemos el beneficio de la muerte de Cristo como Cordero de Dios.

II. LA SERPIENTE DE BRONCE

Conforme al relato de Génesis 3, Satanás, la serpiente antigua, inyectó su naturaleza maligna en el hombre cuando Adán comió del árbol prohibido. Nuestra naturaleza humana fue envenenada con la naturaleza de Satanás; por consecuencia, llegamos a ser pecaminosos, ya que adquirimos la naturaleza serpentina en nuestro ser. Esta es la razón por la que muchas veces nos comportamos como serpientes, de una manera tan negativa. También podemos ver esta conducta en las personas que viven a nuestro alrededor.

Aconteció una vez en el Antiguo Testamento que, cuando los hijos de Israel pecaron contra Dios, muchos de ellos fueron mordidos por serpientes y murieron. Entonces, como ellos clamaron a Moisés, el Señor le mandó que levantara una serpiente de bronce en un asta, a fin de que todo el que mirara a la serpiente fuera perdonado y sanado, salvándose así de morir (Nm. 21: 4-9). En Juan 3:14 el Señor dijo: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado”. Esto quiere decir que cuando el Señor Jesús fue crucificado, El fue levantado como serpiente de bronce. Es decir, que Cristo murió para destruir a la serpiente. El Señor murió en la cruz como el Cordero de Dios para quitar nuestros pecados, pero también murió como la serpiente de bronce para destruir a la serpiente antigua, que es Satanás, el diablo (He. 2:14).

La serpiente de bronce sólo tenía la semejanza de serpiente, pero no poseía la naturaleza venenosa. De la misma manera, Cristo sólo tenía la semejanza de la carne de pecado (Ro. 8:3), pero no tenía el pecado mismo de la carne (2 Co. 5:21; He. 4:15). Cuando Cristo destruyó a Satanás, también dio fin a la naturaleza satánica de nuestra carne.

Además, Satanás es el príncipe de este mundo. El mundo es el sistema a nuestro alrededor que nos distrae de Dios; es el reino de las tinieblas. Cristo no sólo destruyó a Satanás sino también a su reino maligno, el mundo. Al ser “levantado” como la serpiente de bronce, Cristo puso fin a Satanás, a nuestra naturaleza satánica y al mundo.

Esta es la obra consumada de Cristo; sin embargo, todos los días aún nos molesta nuestra carne pecaminosa y el mundo. El mundo siempre trata de alejarnos del Señor por medio de la lujuria de nuestra carne. Así que, en nuestra experiencia diaria debemos aplicar a Cristo como la serpiente de bronce. Gálatas 5:24 dice: “Pero los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y concupiscencias”. Y Romanos 8:13 declara que por el Espíritu podemos hacer morir los hábitos de nuestro cuerpo.

Tomemos como ejemplo el ver televisión. Usted puede darse cuenta de que muchas cosas que se transmiten por televisión son inmorales e inmundas, y corrompen nuestra mente. También estará de acuerdo en que ver televisión es una pérdida de tiempo. No obstante, en ocasiones usted ha experimentado un deseo incontrolable por verla, aun en contra de la prohibición de sus padres. Este deseo se produce por la incitación de las pasiones y lujurias de la carne. ¿Cómo podemos ser salvos de esto? Volviéndonos al Señor, quien es el Espíritu en nuestro espíritu. El Espíritu contiene todo lo que Cristo ha realizado, incluyendo Su muerte como la serpiente de bronce. Cuando usted clama a El, el Espíritu viene y aplica en usted la crucifixión de Cristo, a fin de dar muerte a su carne. Es así como hacemos morir los hábitos de nuestro cuerpo por el Espíritu, y como terminamos con las lujurias y pasiones de la carne. Algunas veces puede ser que fracasemos y no podamos vencer, en tal caso, tenemos el recurso de la sangre de Cristo. Pero no debemos tomar esta provisión como una excusa para pecar. Más bien, debemos invocar el precioso nombre del Señor a fin de crucificar la carne. ¡Qué vergüenza para el diablo! ¡Sus esfuerzos por usar el mundo para atraer nuestra carne sólo causarán que clamemos más al Señor! ¡Aleluya! ¡Cristo es el Victorioso!

Preguntas

  1. ¿Cuál fue la meta de la encarnación y el vivir humano de Cristo?
  2. ¿Por qué tuvo que morir Cristo como Cordero de Dios y como serpiente de bronce?
  3. ¿Cómo podemos aplicar a nuestras vidas lo que Cristo ha logrado?

Referencias adicionales

  1. Stream Magazine Book Two [Revista El manantial, libro dos] (Lee/LSM), pág. 1491.
  2. Life-study of Mark [Estudio-vida de Marcos] (Lee/LSM), pág. 421.
  3. Life-study of First John [Estudio-vida de Primera de Juan] (Lee/LSM), págs. 73, 106-108.
  4. Estudio-vida de Juan (Lee/LSM), págs. 119-123, 245, 351-352.
  5. Estudio-vida de Gálatas (Lee/LSM), págs. 259-260.