Watchman Nee Libro Book cap.15 Libro de lecciones nivel 5: La iglesia
LA EDIFICACIÓN DEL CUERPO DE CRISTO
Lección quince
LA EDIFICACIÓN DEL CUERPO DE CRISTO EN UNIDAD
Lectura bíblica
1 Co. 8:4; Is. 45:5; Jn. 17:20-23; Ef. 2:15; Ro. 15:7; Fil. 2:2; 1 Co. 12:25; Sal. 133:1-3
Bosquejo
- Dios es uno:
- En Su esencia.
- En Su propósito.
- En Su economía.
- En Sus hechos.
- El Dios único tiene una expresión única.
- La oración y la aspiración del Señor con respecto a la unidad del Cuerpo.
- El Señor realizó la unidad del Cuerpo.
- El cumplimiento de la unidad del Cuerpo.
- La práctica de la unidad del Cuerpo a nivel universal:
- Recibir la enseñanza y la comunión de los apóstoles.
- Mantenerse en comunión con todas las iglesias.
- La práctica de la unidad del Cuerpo a nivel local:
- El terreno de unidad.
- Ser uno con todos los santos.
- Someterse a la autoridad de los ancianos.
Texto
La unidad es crucial para que Cristo, juntamente con las personas dotadas que perfeccionan y los santos perfeccionados, edifiquen el Cuerpo de Cristo. Si no hay unidad, es imposible que se edifique el Cuerpo de Cristo. Cristo no está dividido. El tiene solamente un Cuerpo; por lo tanto, todo aquel que esté relacionado con la edificación del Cuerpo único de Cristo debe permanecer en unidad. Unidad no es lo mismo que unificación. La unificación es externa. Diferentes personas con diferentes propósitos y opiniones pueden tratar de unificarse formando organizaciones tales como las Naciones Unidas o los sindicatos laborales; no obstante, éstos en realidad no son uno. La unidad genuina es interna, de modo que se posee la misma esencia y naturaleza. A partir de esta unidad interior se produce la unanimidad, la cual se expresa externamente en la manera en que las personas se comportan y actúan. Es por esta unidad intrínseca y por la práctica externa de la unanimidad, que Cristo la Cabeza, juntamente con los dones que perfeccionan y los santos perfeccionados, edifican el Cuerpo de Cristo.
I. DIOS ES UNO
A. En Su esencia
Hay un solo Dios (1 Co. 8:4; Is. 45:5; Sal. 86:10). El tiene tres aspectos: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo (Mt. 28:19; 2 Co. 13:14). Aunque existe el aspecto de tres, hay un solo Dios. El Padre, el Hijo y el Espíritu pueden ser distintos, pero jamás hay separación entre ellos. Aunque los tres coexisten desde la eternidad y hasta la eternidad, también moran el uno dentro del otro. Nunca podemos encontrar al Padre sin que tenga al Hijo en El, ni tampoco al Hijo sin que tenga al Padre en El. Tampoco podemos encontrar al Espíritu aparte del Padre y del Hijo. Los tres son uno; por lo tanto, llamamos a Dios el Dios Triuno. En conclusión, nuestro Dios es uno en esencia y es indivisible.
B. En Su propósito
Dios es uno en cuanto a Su propósito. Dios, el Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu—, tiene un solo propósito. El propósito de Dios consiste en edificar la iglesia para que ella lo exprese y le brinde satisfacción.
C. En Su economía
Dios también es uno con respecto a Su economía. La economía de Dios consiste en forjarse a Sí mismo —el Padre, el Hijo y el Espíritu—, en Su pueblo escogido, creado, redimido y regenerado, a fin de que todos ellos sean llenos de El, y transformados y edificados hasta ser el Cuerpo de Cristo.
D. En Sus hechos
El único Dios realizó muchas cosas para llevar a cabo Su economía. En todas las cosas creadas podemos ver el principio de la unidad, el cual se basa en el hecho de que Dios es uno en naturaleza. Dios primero creó el universo, el cual es uno solo; luego, entre cientos de billones de galaxias y estrellas, El creó una sola tierra para llevar a cabo Su propósito. Aunque Dios necesita billones de personas para lograr Su propósito, El creó a un solo hombre; de hecho, El no creó a la mujer, sino que a partir del hombre que había creado, formó a la mujer, y de esta única pareja salieron billones de personas.
Durante el diluvio, El salvó a una familia, la familia de Noé. Después, escogió y llamó a un hombre, a Abraham, para que éste fuera la cabeza del linaje escogido. Posteriormente, usó a un hombre, a Moisés, para sacar a Su pueblo de Egipto. Dios deseaba tener un tabernáculo donde los hijos de Israel le adoraran. Así que, los introdujo en la buena tierra y les pidió que lucharan juntos contra el enemigo, en unidad. Además de esto, El mandó a Su pueblo que le adorara en un solo lugar: en un solo templo y en una sola ciudad, Jerusalén.
A fin de obtener una nueva creación, El se encarnó y llegó a ser un hombre, llamado Jesús. Como resultado de la muerte y resurrección de este Hombre, El creó un nuevo hombre: la iglesia. Finalmente, la iglesia llegará a ser la Nueva Jerusalén, la cual es única, por la eternidad.
Así, vemos que nuestro Dios es uno en Sí mismo, en Su propósito, en Su economía y en Sus hechos. Debido a dicha condición de unidad, el principio por el cual El actúa es la unidad, Sus hechos son efectuados en esta unidad, y Su obra es llevada a cabo en la unidad; por lo tanto, la manera de edificar la iglesia debe ser también en unidad.
II. EL DIOS ÚNICO TIENE UNA EXPRESIÓN ÚNICA
Dios es uno en todo aspecto. Su expresión también expresa la unidad. Ya que hay un solo Dios, tiene que haber una sola casa de Dios como el lugar único de Su morada. Ya que sólo hay una Cabeza, sólo puede haber un Cuerpo. Del mismo modo en que para un esposo hay una sola esposa, así también hay una sola iglesia como la plena expresión del Dios único. No se permite ninguna división, porque ésta no edifica la iglesia. Es imposible edificar el Cuerpo de Cristo donde haya división.
III. LA ORACIÓN Y LA ASPIRACIÓN DEL SEÑOR CON RESPECTO A LA UNIDAD DEL CUERPO
La oración del Señor en el capítulo 17 de Juan muestra Su aspiración y anhelo por la unidad de Su Cuerpo. La unidad orgánica del Cuerpo de Cristo es la misma unidad orgánica que hay en el Dios Triuno. [El versículo 20 dice: “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en Mí mediante la palabra de ellos”. Este versículo indica que la oración que hizo el Señor aquí nos incluía a todos nosotros, los que creemos en El. El versículo 21 expresa: “Para que todos sean uno; como Tú, Padre, estás en Mí, y Yo en Ti…”. Esto muestra que la unidad de los creyentes debe ser como la unidad que existe en el Dios Triuno. El Dios Triuno es tres, y a la vez, uno. El Padre está en el Hijo y el Hijo está en el Padre. La unidad que existe en la Deidad no es una simple unificación, como sucede con la unidad entre los seres humanos. La unidad de los Tres de la Deidad consiste en que Ellos moran mutuamente el uno en el otro. ¿Qué clase de unidad tienen los creyentes? No hay palabras que describan esto adecuadamente, pero tenemos el ejemplo de la unidad divina que existe entre los Tres de la Deidad.]
[El versículo 21 añade: “Como Tú, Padre, estás en Mí, y Yo en Ti, que también ellos estén en Nosotros; para que el mundo crea que Tú me enviaste”. Así como el Padre está en el Hijo y el Hijo está en el Padre, nosotros también estamos en el Padre y en el Hijo. Antes de creer en el Señor Jesús, estábamos separados del Dios Triuno; no obstante, ahora estamos en el Dios Triuno. Dios el Padre está en el Hijo, Dios el Hijo está en el Padre, el Padre y el Hijo están en el Espíritu, y el Espíritu está en el Padre y en el Hijo: todo esto tiene un resultado, el cual es que todos los creyentes puedan estar también en los Tres de la Deidad. Hoy en todo el universo existe tal unidad, y dicha unidad consiste en que los creyentes están mezclados con el Dios Triuno y sumergidos en El.]
[El versículo 22 dice además: “La gloria que me diste, Yo les he dado, para que sean uno, así como Nosotros somos uno”. ¿A qué gloria se refiere este versículo? El Padre le dio Su vida divina al Hijo para que el Hijo pudiera expresarlo. Dicha expresión es la gloria. Ahora, el Hijo nos ha dado Su vida, mediante la cual nosotros le podemos expresar. Esta expresión es también la gloria. Esto indica que la unidad que tenemos con el Dios Triuno se halla en la vida divina, y que mediante esta vida podemos expresar al Dios Triuno. La vida divina nos ha sido dada y ahora está en nosotros. Cuando nosotros expresamos al Dios Triuno mediante esta vida divina, eso es la unidad. En conclusión, la unidad es la expresión del Dios Triuno en Su vida divina y por medio de ella.]
[El versículo 23 añade: “Yo en ellos, y Tú en Mí, para que sean perfeccionados en unidad, para que el mundo conozca que Tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a Mí me has amado”. El Hijo está en los creyentes, el Padre está en el Hijo y así, los creyentes pueden ser perfeccionados en unidad. Por un lado, hemos entrado en la unidad divina, pero por otro, aún necesitamos ser perfeccionados. Esto significa que posiblemente estemos en la unidad sólo un poquito. Es por eso que necesitamos ser perfeccionados hasta llegar a ser uno. Ser perfeccionados equivale a que crezcamos en la vida divina todos los días. La vida divina ya nos fue impartida, y ahora requerimos vivir por dicha vida; es así como expresaremos la unidad divina. Al comienzo de nuestra vida cristiana tenemos sólo un poco de la vida divina, y por eso necesitamos ser perfeccionados. Esto significa que la vida divina en nosotros aumenta continuamente, y que nosotros crecemos con el incremento de la vida divina. Cuanto más crecemos con el aumento de la vida divina, más somos perfeccionados y más unidad expresamos en nuestra vida diaria. Espero que podamos darnos cuenta de que la unidad cristiana consiste en que el Dios Triuno se mezcle con los creyentes, y que esta mezcla va en aumento. El año pasado, la unidad divina expresada entre nosotros pudo haber alcanzado sólo un cincuenta por ciento. Pero este año nuestra expresión de la vida divina puede aumentar a un sesenta por ciento. Quizás más adelante llegaremos a un setenta por ciento. Este aumento de la vida divina y su expresión, son la manifestación de que estamos siendo perfeccionados en unidad.
La oración del Señor en Juan 17 es única, y fue ofrecida por el Hijo al Padre. Quizás nos hemos acostumbrado a decir que la oración del Señor se encuentra en Mateo 6, pero la oración efectuada en Juan 17 es también la oración del Señor. De hecho, la oración en Juan 17 es mucho más elevada que la de Mateo 6. Como hemos visto, en Juan 17 el Señor oró para que todos los que creemos en el Hijo fuésemos uno; para que así como el Padre está en el Hijo y el Hijo está en el Padre, que también nosotros estuviésemos en el Dios Triuno (v. 21). La unidad que existe entre los creyentes y el Dios Triuno es una en la cual moramos el uno en el otro. Los Tres de la Deidad moran simultáneamente el uno en el otro en unidad, nosotros somos uno con el Dios Triuno —El mora en nosotros y nosotros moramos en El en unidad—, y todos los creyentes somos uno en el Dios Triuno. Nosotros los creyentes y el Dios Triuno somos uno. Aunque los que creemos en Cristo venimos de diferentes países y culturas, todos poseemos la misma vida divina, la cual es única. La misma vida que está en usted, es la misma vida que también está en mí. Es por medio de esta vida que podemos ser uno los unos con los otros y con el Dios Triuno.]
IV. EL SEÑOR REALIZÓ LA UNIDAD DEL CUERPO
Inmediatamente después de la oración del Señor en Juan 17, El fue a la cruz. En la cruz, El efectuó nuestra redención “aboliendo en Su carne la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en Sí mismo de los dos, de judíos y gentiles, un solo y nuevo hombre, haciendo la paz” (Ef. 2:15). Después, en Su resurrección y Su ascensión, El vino a ser el Espíritu. Como Espíritu vivificante, El infundió el Espíritu en Sus discípulos al soplar en ellos (Jn. 20:22). Antes de Su crucifixión, los discípulos discutían sobre quién sería el más grande en el reino. Además, tenían temor de los judíos y de los soldados, quienes procuraban apresar a Jesús, y por eso huyeron cuando Cristo fue capturado. Los discípulos eran contenciosos y cobardes, pero una vez que recibieron el Espíritu, fueron capaces de orar en unanimidad (Hch. 1:14). Esto indica que ellos recibieron el Espíritu de unidad. Más tarde, en el día de Pentecostés (Hechos 2), y en la casa de Cornelio (Hechos 10), el Espíritu se derramó sobre ellos para formar el Cuerpo de Cristo. En un solo Espíritu fueron todos bautizados en un solo Cuerpo (1 Co. 12:13). Todos éstos son hechos cumplidos.
V. EL CUMPLIMIENTO DE LA UNIDAD DEL CUERPO
El Dios Triuno realizó la unidad del Cuerpo, y nosotros comenzamos a experimentarla cuando creímos y fuimos bautizados. [Mateo 28:19 hace referencia a un hecho maravilloso que existe en el universo: el hecho de que todos los creyentes fuimos bautizados en el Dios Triuno. Dicho versículo dice que hemos sido bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu. El nombre del Dios Triuno denota la persona del Dios Triuno. Por tanto, ser bautizados en el Dios Triuno significa ser bautizados en la persona divina de la Trinidad divina. El bautismo nos introdujo en una unión mística y orgánica con el Dios Triuno procesado, para que todos nosotros, los que creemos en el Hijo, seamos uno en esta unión orgánica. La unidad apropiada entre los cristianos es la unidad que se experimenta en la unión orgánica que tenemos los unos con los otros, y es la unidad que existe entre nosotros y el Dios Triuno. El Señor oró en Juan 17 basándose en el hecho de que todos tenemos que ser uno en el Dios Triuno.]
VI. LA PRÁCTICA DE LA UNIDAD DEL CUERPO A NIVEL UNIVERSAL
A. Recibir la enseñanza y la comunión de los apóstoles
Como hemos indicado en lecciones anteriores, el Señor envió a los apóstoles a que establecieran iglesias al predicar el evangelio, enseñar y suministrar comunión. Los santos de estas iglesias locales anteriormente eran pecadores que estaban bajo la justa condenación de Dios, pero debido a la predicación de la verdad del evangelio, obedecieron a la fe, se arrepintieron, creyeron y fueron bautizados en el Dios Triuno, en Cristo, en Su muerte y en Su Cuerpo. Después de esto, ellos perseveraron en la enseñanza y la comunión de los apóstoles, para crecer en el Señor y ser perfeccionados, a fin de edificar la iglesia. Dado que ellos fueron engendrados por los apóstoles y pastoreados por ellos, debían siempre recibir a los apóstoles, a su enseñanza y a su comunión. Por consiguiente, las iglesias locales nunca deben estar en disensión con los apóstoles, quienes las levantaron. Este tipo de división causa que la iglesia local pierda el suministro de vida.
Por el lado negativo, una iglesia no debe apartarse de la comunión de los apóstoles. Por el lado positivo, ya que los apóstoles establecen las iglesias, son ellos quienes pueden y deben continuar alimentando a la iglesia y perfeccionando a los santos. Ellos poseen la autoridad para resolver los problemas en la iglesia, como vemos en el caso de la iglesia en Corinto y las iglesias en Galacia. Debido al cuidado de los apóstoles, la iglesia será edificada. Esta es la manera dulce y eficaz que Dios ha ordenado para cuidar a la iglesia. Cualquier desviación de esta manera que El ha ordenado, causará que la edificación de la iglesia sea más lenta o que incluso se detenga. Esto es muy práctico.
Quizás algunos tengan una [opinión diferente en cuanto a la relación que tienen los apóstoles con las iglesias que ellos han establecido. Muchos han dicho que una vez que los apóstoles establecen iglesias y designan a los ancianos, deberían retirar las manos de las iglesias. Según el parecer de ellos, las iglesias deberían ser absolutamente independientes de los apóstoles. Pero conforme vemos en la Biblia, después que los apóstoles establecían iglesias y designaban a los ancianos, seguían cuidando de ellas.
La relación del apóstol Pablo con la iglesia en Efeso es una evidencia contundente de esto. Según Hechos 20, Pablo estableció la iglesia en Efeso y designó a los ancianos en ella, pero después de eso, no abandonó a la iglesia ni a los ancianos. Por el contrario, se quedó con ellos por tres años (v. 31). Cuando Pablo iba rumbo a Jerusalén, él envió a algunos desde Mileto para que llamaran a los ancianos en Efeso a que vinieran adonde él estaba (v. 17). Cuando ellos vinieron, Pablo les recordó cómo él se comportó, trabajó y laboró entre ellos por tres años, amonestando a los santos con lágrimas (v. 31) y enseñándoles públicamente y de casa en casa (v. 20). Les encargó que miraran por ellos mismos y por todo el rebaño (v. 28), y les advirtió que después de su partida, entrarían lobos rapaces que no perdonarían el rebaño (v. 29). También les dijo que de entre ellos mismos se levantarían hombres que hablarían cosas perversas para arrastrar tras ellos a los discípulos (v. 30). Este pasaje de la Palabra en Hechos 20 nos muestra que el apóstol Pablo nunca abandonó a la iglesia en Efeso. Antes bien, siempre siguió cuidando de ella.]
B. Mantenerse en comunión con todas las iglesias
Todas las iglesias locales deben permanecer en comunión unas con las otras. Ninguna iglesia es una entidad separada. Todas las iglesias locales constituyen el Cuerpo de Cristo, el cual es uno solo. Tal vez cada iglesia tenga diferentes necesidades prácticas a nivel local, pero su necesidad primordial consiste en ser llenas del único Dios Triuno. Cada iglesia tiene una administración diferente (el cuerpo de ancianos), pero todas tienen una sola comunión universal. Ninguna iglesia local debería mantener sus asuntos en secreto, ni debería haber ninguna comunión privada entre las iglesias locales. Cualquier santo puede tener comunión con cualquier iglesia local en cualquier momento. El excedente económico y espiritual, así como las necesidades de una iglesia, no deben limitarse a una localidad en particular. Todas las iglesias deben tener comunión unas con otras en cuanto a su abundancia y escasez. De esta manera, todas las iglesias mantendrán una relación apropiada, con miras a la edificación del Cuerpo de Cristo.
VII. LA PRÁCTICA DE LA UNIDAD DEL CUERPO A NIVEL LOCAL
A. El terreno de unidad
A fin de practicar la unidad del Cuerpo a nivel local, debemos permanecer firmes sobre el terreno de unidad. Muchos grupos de cristianos se llaman a sí mismos iglesias. Pero, ¿cuál es el terreno sobre el cual se apoyan para llamarse iglesias? Muchos de ellos toman como base la nacionalidad, por ejemplo, la Iglesia de Inglaterra, Chinos para Cristo, etc. Muchos otros toman como base el punto de vista de una persona, como es el caso de la Iglesia Luterana. Otros toman como base sus prácticas, por ejemplo, la Iglesia Bautista. Ellos dicen que si una persona no ha sido bautizada a la manera de ellos, no es salva. Otros afirman que a menos que una persona guarde el sábado, irá al infierno. Todos estas son bases que causan división. ¿Sobre qué terreno debemos estar firmes? Sobre el terreno genuino de la unidad. Ya que el Dios Triuno es sólo uno, debemos recibir a todos los que El recibe (Ro. 15:7). Somos uno con todos los que Dios el Padre creó y engendró, con aquellos a quienes Cristo amó y redimió, y con aquellos que el Espíritu regeneró y está transformando.
A los cristianos siempre les gusta preguntar: “¿A cuál iglesia va usted?”. Nunca deberíamos preguntar esto, pues hay sólo una iglesia. Todos los que son salvos están en la iglesia. Todos son uno en Cristo. Cristo no está dividido; no puede haber más de una iglesia. Nosotros no vamos a la iglesia, porque somos la iglesia. No pertenecemos a ninguna denominación, porque éstas son edificadas sobre bases que causan división. Unirnos a una denominación hace que nos dividamos de otros cristianos. Tenemos comunión con todos los creyentes; por lo tanto, nunca debemos unirnos a un grupo divisivo. Permanecemos firmes sobre el terreno genuino de unidad —uno con el Dios Triuno—, aceptando a todos los creyentes de Cristo.
Algunos dicen que son “interdenominacionales”, es decir, que aceptan a las personas de todas las denominaciones. El problema es que todos regresan a sus denominaciones. Ellos no están verdaderamente en el terreno de la unidad; simplemente se dan la mano “por encima de la cerca”.
Otros se llaman a sí mismos iglesias “no denominacionales”. Son como los que se mencionan en 1 Corintios 1:12, que decían que eran de Cristo. El problema es que ellos se separan de todos los demás cristianos. Son “grupos libres” que no están firmes sobre el terreno genuino de la unidad.
El principio bíblico establece que sólo debe haber una iglesia en cada ciudad. No debe haber muchas iglesias en una misma ciudad, ni tampoco una gran iglesia que abarque muchas ciudades. Las iglesias denominacionales, interdenominacionales o no denominacionales, no son edificadas sobre el terreno genuino de la unidad. El terreno genuino de la unidad se halla en el Dios Triuno, en quien recibimos a todos los creyentes, y se practica al tener únicamente una iglesia en cada ciudad; pero a la vez, mantenemos la comunión con los apóstoles y con las demás iglesias locales. Sin este terreno genuino de unidad, es imposible edificar la iglesia.
B. Ser uno con todos los santos
Si queremos edificar una iglesia local apropiada, es necesario que seamos uno con todos los santos que están en la iglesia. Nunca debemos criticar ni expresarnos mal de otros, ni tampoco debemos tener un amor especial sólo con algunos (Fil. 2:2). Ya que tenemos que edificarnos los unos a los otros, debemos ser uno, sin permitir ninguna división. “Para que no haya división en el cuerpo, sino que los miembros tengan la misma solicitud los unos por los otros” (1 Co. 12:25).
C. Someterse a la autoridad de los ancianos
Someterse a la autoridad de los ancianos es esencial si queremos guardar la unidad con miras a la edificación del Cuerpo. Los ancianos son los hermanos más maduros que han sido designados por los apóstoles para pastorear y perfeccionar a la iglesia en una localidad. No ser uno con los ancianos y no someterse a su autoridad, nos lleva a cometer suicidio espiritual. Una iglesia local que no esté en comunión con los apóstoles no puede ir adelante. Asimismo, los santos que no se sometan a la autoridad de los ancianos no podrán ser edificados. Nuestro Dios no es un Dios de confusión; El ha establecido un orden adecuado en el Cuerpo. Los ancianos no tienen autoridad por cuenta propia, sino que su autoridad les ha sido delegada por el Señor para que cuiden de las iglesias. Los santos no deben temer a los ancianos, sino que deben tener comunión con ellos continuamente y estar abiertos a su comunión, comprendiendo que los ancianos han sido designados por el Señor para pastorear la iglesia. Al someterse a la autoridad de los ancianos, todos los santos serán pastoreados en vida y serán perfeccionados para edificar la iglesia.
CONCLUSIÓN
El salmo 133 es un salmo que trata sobre la edificación de la iglesia. La clave es la unidad entre los hermanos. Debido a que hay unidad, el aceite de la unción y el rocío fluyen desde la Cabeza y descienden sobre todo el Cuerpo. Allí está la bendición de vida eterna. La división mata, pero la unidad trae vida y edificación. Todos debemos vivir en nuestro espíritu para guardar la unidad del Espíritu a fin de edificar el Cuerpo de Cristo.
Preguntas
- ¿Por qué la expresión de Dios se halla en la unidad?
- ¿Cómo practicamos la unidad con la iglesia universalmente?
- ¿Cómo practicamos la unidad con la iglesia local donde nos reunimos?
Pasajes citados
- The Practical and Organic Building up of the Church [La edificación práctica y orgánica de la iglesia](Lee/LSM), págs. 16-22.
Referencias adicionales
The Practical and Organic Building up of the Church [La edificación práctica y orgánica de la iglesia] (Lee/LSM), págs. 15-24.