Watchman Nee Libro Book cap.13 Libro de lecciones nivel 4: La vida
RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS PECADOS
Lección trece
RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS PECADOS
Lectura bíblica
Mt. 5:23-26; 1 Jn. 1:9; Pr. 28:13; Lc. 19:8; Lv. 5:14-16
Bosquejo
- La base bíblica
- Aquello que requiere resolución
- El fundamento en base al cual resolvemos el problema de los pecados
- El extremo al cual debemos llegar al intentar resolver el problema de los pecados
- La práctica de resolver el problema de los pecados
- La resolución de los pecados y la vida espiritual
Texto
[Cuando hablamos de resolver el problema del pecado nos referimos al proceso de seguir la dirección del Espíritu Santo a fin de eliminar todo lo que impide el crecimiento de la vida divina en nosotros. Cuanto más pasamos por este proceso, más crecerá la vida de Dios en nosotros. Cuanto más crezca la vida de Dios en nosotros, más experimentaremos este proceso. No podemos separar ambos aspectos, pues son dos facetas de una misma realidad. Por lo tanto, estar bajo la disciplina del Señor es extremadamente importante para nuestra experiencia de la vida divina. Podemos decir que en esto consiste una gran parte de nuestra experiencia de la vida divina.]
[De entre todos los obstáculos que tienen que ser enfrentados, los pecados son los más grotescos, dañinos y evidentes. Después de habernos consagrado, el primer obstáculo que debemos resolver son los pecados. Resolver los pecados es la primera lección en nuestra experiencia con respecto a los tratos disciplinarios que recibimos de parte de Dios.]
I. LA BASE BÍBLICA
[Los siguientes pasajes establecen la base bíblica para la resolución del problema de los pecados:
Mateo 5:23-26: “Por tanto, si estás presentando tu ofrenda ante el altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. Ponte a buenas con tu adversario cuanto antes, mientras estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil y seas echado en la cárcel. De cierto te digo: De ningún modo saldrás de allí hasta que pagues el último cuadrante”. En este pasaje, “reconcíliate” y “ponte de acuerdo” se refieren a la acción que debemos tomar con respecto a nuestras relaciones con otros.
En 1 Juan 1:9 leemos: “Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados, y limpiarnos de toda injusticia”. Aquí “confesamos” alude a la resolución de los pecados.
Proverbios 28:13: “El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia”. De nuevo aquí, las expresiones “confiesa” y “se aparta” hablan de acciones tomadas al traer a cuenta nuestros pecados.
En los pasajes citados, vemos cómo debemos resolver el problema de los pecados: en cuanto a los hombres, debemos reconciliarnos y concordar con ellos; con relación a Dios, debemos confesar nuestros pecados; y con respecto al pecado, debemos apartarnos de éste. Dichas maneras de traer a cuenta nuestros pecados representan aquello a lo que nos referimos cuando hablamos de resolver el problema de los pecados.]
II. AQUELLO QUE REQUIERE RESOLUCIÓN
[Los pecados mismos son exactamente aquello que requiere resolución. Existen dos aspectos con respecto al pecado: la naturaleza del pecado interiormente y la acción del pecado exteriormente. Al referirse a la naturaleza del pecado que mora en nosotros, se usa la forma singular, mientras que al referirse a la acción del pecado fuera de nosotros, se usa la forma plural. En su forma singular, esta expresión se refiere a la vida de Satanás en nosotros, con la cual no tenemos forma de tratar, pues cuanto más nos enfrentamos a él, más vida cobra. Por tanto, cuando afirmamos que debemos resolver el problema de los pecados, queremos decir que debemos traer a cuenta los pecados que cometemos, los pecados que se manifiestan en nuestra conducta externa.]
III. EL FUNDAMENTO EN BASE AL CUAL RESOLVEMOS EL PROBLEMA DE LOS PECADOS
[Nuestro objetivo al resolver el problema de los pecados, es confesar todos los pecados que hayamos cometido. Sin embargo, al llevarlo a cabo, Dios no requiere que confesemos todos los pecados en un solo acto, sino sólo los pecados que reconocemos mientras tenemos comunión con El. Por consiguiente, el fundamento en base al cual resolvemos el problema de los pecados es la consciencia que tenemos de ellos al pasar tiempo en comunión con Dios.
Podemos dejar a un lado por algún tiempo los pecados de los que no estamos conscientes, hasta que llegue el momento en que en la comunión con Dios nos conduzca a estar conscientes de ellos. En la práctica, ocuparse del problema de los pecados no es una ordenanza dictada por la ley, sino un requisito para tener comunión.] Cada vez que nuestra comunión con Dios es obstruida por los pecados que no han sido confesados, nuestra experiencia espiritual y nuestro crecimiento en vida se volverá anormal. Por lo tanto, al tener comunión con el Señor, debemos confesar nuestros pecados tan pronto como El los ponga en evidencia. Entonces tendremos vida y paz continuamente.
IV. EL EXTREMO AL CUAL DEBEMOS LLEGAR AL INTENTAR RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS PECADOS
[Los límites al proceso de resolver los pecados son similares a los que usamos para poner fin al pasado, es decir, la vida y la paz. Cuando intentamos resolver el problema de nuestros pecados, debemos perseverar en ello hasta que tengamos vida y paz interiormente. Si obedecemos a nuestra conciencia al confesar nuestros pecados, nos sentiremos interiormente satisfechos, fortalecidos, refrescados y avivados; también nos sentiremos gozosos, tranquilos, cómodos y seguros. Nuestro espíritu estará fuerte y viviente, y nuestra comunión con el Señor estará libre de impedimentos. Nuestras oraciones liberarán la carga del Señor y tendrán autoridad, y lo que digamos tendrá fuerza y poder. Todas estas sensaciones y experiencias conforman una condición de vida y paz. Esto determina el límite al que debemos llegar cuando confesamos nuestros pecados además del resultado que debemos obtener después de nuestra confesión. En suma, lo que hemos dicho en este capítulo con respecto a nuestra confesión exhaustiva de los pecados implica que debemos perseverar en ello hasta que tengamos vida y paz.]
V. LA PRÁCTICA DE RESOLVER EL PROBLEMA DE LOS PECADOS
[¿Qué debemos hacer cuando hemos pecado? Si hemos ofendido a Dios, debemos resolver este asunto delante de El y pedirle perdón. Si pecamos contra el hombre, también debemos confesarlo ante él pidiéndole perdón. Si nuestras acciones pecaminosas en contra de nuestro prójimo es sólo de índole moral, bastará con confesarlas y pedir disculpas ante él. Pero si además causa algún perjuicio monetario o le priva de ganancias, entonces debemos pagar la cantidad que le debemos. Este acto de pedir perdón y restituir cualquier pérdida se aplica no sólo a los pecados cometidos después de ser salvos, sino también a aquellos pecados cometidos antes de haber sido salvos. Debemos resolver los pecados uno por uno conforme a los dictámenes de nuestra conciencia interior. Resolver los pecados de manera adecuada ante los hombres forma la parte principal del proceso de traer a cuenta nuestros pecados, y debemos poner atención en practicarlo.
Todo pecado que cometemos, al ser conocido por otros (independientemente que les haya causado daño o no), resulta en una condición de discordia entre nosotros y ellos. Por ejemplo: si agraviamos o maldecimos a otra persona, por un lado, tenemos una cuenta de pecado ante Dios, y por otro, hemos dado una mala impresión a la persona que ofendimos y también a cualquier otra persona que haya estado presente. Por consiguiente, nos será difícil disfrutar la armonía que teníamos anteriormente. Así que, si al recibir la iluminación de Dios, llegamos a estar conscientes de ello, tenemos, por un lado, que confesarlo ante Dios y pedir Su perdón, y por otro, tenemos que ir a las personas afectadas, esto es, a la persona que hemos injuriado y a cualquier otra persona que hubiera presenciado el hecho, para disculparnos con ellos y asumir la responsabilidad debida por lo que dijimos. Al hacer esto, la mala impresión que hemos creado será erradicada, y podremos vivir en armonía con ellos como antes. Erradicar toda situación de discordia tiene que ver con nuestra relación con otros, pero poseer una conciencia limpia, libre de ofensa, está relacionado con nosotros mismos.
Si el pecado que hemos cometido involucra cosas materiales o ganancias, debemos hacer restitución. Cuando devolvemos lo que hemos tomado, debemos pagar de acuerdo al valor original, y añadir un poco más para compensar la pérdida. En el Antiguo Testamento, en Levítico 5, se indica que un quinto debe ser añadido. En el Nuevo Testamento tenemos el ejemplo de Zaqueo (Lucas 19), quien les devolvió cuadruplicado a aquellos a los que había defraudado. Estas no son leyes ni ordenanzas, sino principios y ejemplos que muestran que cada vez que hagamos restitución, debemos añadir una cantidad adicional al valor original.]
VI. LA RESOLUCIÓN DE LOS PECADOS Y LA VIDA ESPIRITUAL
[Puesto que confesar nuestros pecados está estrechamente ligado a nuestra vida espiritual, debemos esforzarnos por poner esta lección en práctica continuamente. A pesar de que esta experiencia no es tan profunda, con todo, nadie puede ser tan espiritual como para decir que no tiene necesidad de traer a cuenta sus pecados. Es difícil graduarse de esta lección. Por lo tanto, no sólo debemos preguntarnos si hemos tenido esta experiencia anteriormente, sino que también debemos preguntarnos si estamos viviendo tal experiencia ahora mismo. No sólo tenemos que lavarnos la cara, sino que debemos hacerlo todos los días. Si nos lavamos la cara hace tres años y desde entonces no lo hemos vuelto a hacer, ¡seguramente tenemos un rostro espantoso! De igual manera, a diario necesitamos confesar nuestros pecados, a menos que no cometamos pecados diariamente.]
Tenemos que llevar una cuenta actualizada ante el Señor en relación a nuestros pecados. Cuando El nos muestre nuestros pecados, debemos confesarlos (concordar con El), entonces El nos perdonará y limpiará, nuestra comunión con El será restaurada, recibiremos vida, seremos llenos del Espíritu y creceremos en vida. Esto es maravilloso. ¿Por qué argumentar con El? De esta forma obtenemos todo lo que Dios es. Su elemento se incrementará en nosotros, y nuestro elemento humano natural disminuirá. ¡Qué manera de crecer en vida! ¡Qué salvación tan completa! ¡Alabado sea el Señor!
Preguntas
- ¿Cuál es la diferencia entre el pecado y los pecados?
- ¿Cuál es la base para hacer frente a los pecados?
- ¿Hasta qué grado debemos traer a cuenta los pecados y confesarlos?
- ¿Cuándo perdona Dios nuestros pecados?
- Enumere cinco versículos que muestren cómo debemos resolver de manera práctica el problema de nuestros pecados.
Citas tomadas de las publicaciones de Lee y del LSM
- La experiencia de vida, págs. 49-66.