Watchman Nee Libro Book cap.10 El misterio de Cristo

Watchman Nee Libro Book cap.10 El misterio de Cristo

LAS RIQUEZAS DEL CUERPO

CAPÍTULO DIEZ

LAS RIQUEZAS DEL CUERPO

Lectura bíblica: Dt. 32:30; Sal. 133; Ef. 1:23; 2:20-22; 3:10, 18-19; 4:13; 6:11; 1 Co. 12:27; Mt. 18:15-18

LA MEDIDA DE CRISTO

Las riquezas de Cristo son muy profundas. El es el Señor, Aquel que todo lo llena en todo (Ef. 1:23). En El están las riquezas inescrutables (3:8). La intención de Dios no es que estas riquezas profundas e infinitas se queden solamente en Cristo, sino que lleguen a ser las riquezas de la iglesia. Su intención es que la iglesia llegue a ser la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo (Ef. 1:23). La iglesia es un vaso hecho para contener la vida de Cristo. Todas las riquezas del Hijo de Dios han sido depositadas en la iglesia. Las riquezas de Cristo son las riquezas del Cuerpo de Cristo. Ningún individuo ni ninguna multitud jamás podría llegar a contener tales riquezas. Se requiere una compañía corporativa para contener las riquezas de Cristo. Los pedazos de vidrio de un vaso quebrado pueden contener unas cuantas gotas de agua, pero se requiere el vaso completo para contener un vaso de agua completo.

La iglesia no es un montón de piedras, ni una masa de individuos sin ninguna relación entre sí, sino un “edificio” en el cual las piedras están “bien acopladas” para llegar a ser la “morada de Dios en el espíritu” (2:21-22). Este templo es edificado “sobre el fundamento de los apóstoles y profetas” (v. 20). En un sentido secundario, cada miembro es, a nivel individual, templo de Dios, pero únicamente el templo corporativo puede contener todas las riquezas de Dios.

Efesios 3:10 nos dice que dar a conocer la multiforme sabiduría de Dios a los principados y potestades es algo dado a la iglesia, y no a ningún individuo en particular. Los versículos 18 y 19 dicen que Dios hará que seamos “plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la altura y la profundidad, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento”. El amor de Cristo es tan rico que se necesita toda la iglesia para poderlo medir. Cristo no sólo está en cada miembro, sino que también está en el Cuerpo. Ningún miembro del Cuerpo de Cristo puede contener todas las riquezas de Cristo. Las riquezas de Cristo que recibimos individualmente son, en el mejor de los casos, bidimensionales, pero las riquezas de Cristo que la iglesia recibe son tridimensionales. Solamente el Cuerpo de Cristo tiene la capacidad de expresar las riquezas de Cristo. Necesitamos estar en el Cuerpo para comprender todas las riquezas que Cristo tiene en Su Cuerpo. No es “un solo” creyente, sino “todos” los creyentes juntos los que llegan “a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios, a un hombre de plena madurez, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (4:13). En el capítulo seis se nos dice que nos vistamos “de toda la armadura de Dios” para que luchemos contra las huestes de las tinieblas. Sin embargo, la armadura para combatir no se le da a un solo creyente, sino a la iglesia. “Toda la armadura” la puede llevar únicamente el Cuerpo, no un solo miembro. La guerra espiritual se rige por el siguiente principio: uno perseguirá a mil, y dos harán huir a diez mil (Dt. 32:30).

De acuerdo con las matemáticas, si uno puede perseguir a mil, dos sólo podrían perseguir a dos mil. Pero en las matemáticas espirituales, uno persigue a mil, mientras que dos persiguen a diez mil. La fuerza de dos personas que se unen es cinco veces mayor que la de dos personas separadas. Dos es el menor número que puede expresar una entidad corporativa. Si dos personas persiguen al enemigo por separado, no derrotarán a diez mil. Este es el principio: la fuerza del Cuerpo como entidad colectiva es muy grande. A Dios le interesa el Cuerpo corporativo; no está interesado en la fuerza que usted tenga ni cuán poderoso sea como individuo. En tanto que usted sea un individuo separado de los demás, sólo podrá perseguir a mil. Pero si usted está unido a los demás, su fuerza se quintuplicará. Usted necesita ver que simplemente es un miembro. Usted es limitado y pobre, y necesita a los demás miembros.

“Porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna” (Sal. 133:3). ¿Adónde envía Jehová bendición? Adonde los hermanos habitan en armonía (v. 1). Cuando el Cuerpo está bajo la unción, la vida fluye libremente desde la Cabeza hacia todos los miembros. Cristo no es la Cabeza de ninguna misión u organización; El es la Cabeza de Su iglesia exclusivamente. La Cabeza es únicamente Cabeza del Cuerpo. A menos que estemos cimentados en la base del Cuerpo, no podemos afirmar que Cristo sea nuestra Cabeza, y si no podemos decir que tenemos toda la autoridad de la Cabeza, tampoco podemos conocer la plenitud de la vida que proviene de la Cabeza. La bendición que es enviada cuando los hermanos habitan en armonía bajo la unción es “vida eterna”, un arroyo de vida pleno, libre y constante.

LA IGLESIA LOCAL ES LA MANIFESTACIÓN DEL CUERPO DE CRISTO EN LA TIERRA

Cuando Pablo escribió a un grupo de creyentes en Corinto, dijo: “Ahora bien, vosotros sois el Cuerpo de Cristo” (1 Co. 12:27). El Cuerpo de Cristo no sólo es universal, sino también local. Cada iglesia local es la manifestación del Cuerpo de Cristo en esa ciudad. Todas las riquezas de Cristo se han conferido a la iglesia local. La autoridad de la Cabeza se halla en la expresión local del Cuerpo. Los apóstoles y los ancianos de la iglesia local son los miembros representativos del Cuerpo, pero no son el Cuerpo. La totalidad de los creyentes de una localidad, y no sólo una sección, constituye la iglesia en ese lugar. La iglesia no es un solo miembro; en la localidad en donde esté, ella representa a todo el Cuerpo. Por lo tanto, cuando tocamos la iglesia local, tocamos el Cuerpo. Participar de la comunión en la iglesia local es participar de la comunión del Cuerpo de Cristo. El Cuerpo de Cristo no es una entidad abstracta o insondable, pues se manifiesta en las iglesias locales. Todo el que quiera vivir en el Cuerpo de una manera práctica, debe estar en las iglesias locales. Debe tener comunión con los santos de la localidad, ser edificado en la iglesia local y ser edificado con los demás miembros en mutualidad.

LA VOLUNTAD DE DIOS SE EXPRESA EN LA IGLESIA LOCAL

Cuando Cristo estuvo en la tierra, se refirió a la iglesia en dos ocasiones: en Mateo 16 y en Mateo 18. En la primera ocasión, El se refirió a la iglesia universal, y en la segunda, a la iglesia local. Al hablar de la autoridad de la iglesia local, dijo: “Si rehusa oírlos a ellos, dilo a la iglesia; y si también rehusa oír a la iglesia, tenle por gentil y recaudador de impuestos” (18:17). Este versículo nos muestra que la autoridad que tiene la iglesia se deriva del hecho de que representa a Cristo. Cristo concedió Su autoridad a la iglesia y la autorizó para ejecutar Su voluntad sobre la tierra. La Biblia nos muestra tres maneras en que una persona puede ser guiada por Dios: (1) La Palabra de Dios, la Biblia, (2) el Espíritu Santo que mora en nuestro interior, y (3) la iglesia en la localidad. La tercera manera es la más importante. La dirección obtenida de la Biblia y del Espíritu son individuales por naturaleza, pero la dirección de la iglesia local tiene un carácter corporativo. La iglesia local como expresión local del Cuerpo de Cristo, tiene a Cristo como Cabeza y, por lo tanto, puede conocer la mente de Cristo, la cual siempre se comunica con el Cuerpo. La iglesia local proclama que Cristo es la Cabeza. “De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, habrá sido atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, habrá sido desatado en el cielo” (v. 18). Una persona que ha visto el Cuerpo busca la comunión y acepta la dirección de la iglesia. Muchas veces la decisión de una iglesia rural es más sabia que la decisión que toma una iglesia urbana. Esto se debe a que tal decisión no se origina en la habilidad ni la sabiduría humana, sino en la búsqueda corporativa unánime. A fin de conocer la voluntad de Dios y Su deseo, no basta con leer la Biblia ni con hacer oraciones individuales. Tenemos que estar en la comunión de la iglesia local, vivir la vida del Cuerpo y seguir la dirección que Dios da en el Cuerpo.

LA IGLESIA LOCAL EJECUTA LA AUTORIDAD DEL CUERPO

Dios ha establecido a los ancianos como los representantes de Su autoridad en la iglesia local. Pero esto no implica que ellos lo abarquen todo. Los ancianos no deben ejercer ningún monopolio; ellos sólo son los que vigilan en la iglesia. Ellos van al lado de los santos para guiarlos a seguir adelante, para impedir actividades impropias y para fomentar las actividades apropiadas, a fin de que todo el Cuerpo esté activo. Hechos 12:5 dice: “Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía ferviente oración a Dios por él”. Hoy la iglesia debe orar fervientemente por asuntos mundiales y por la condición de la nación. Esta oración incluye el ejercicio de la autoridad que Dios confirió al Cuerpo.

La iglesia ha perdido mucha revelación debido a que los creyentes buscan la luz de una manera individual en lugar de buscar la luz en el santuario. Cuando un hombre no ha visto el Cuerpo, pierde muchas bendiciones. Esta es una gran pérdida para la iglesia. Que el Señor nos muestre lo que es el Cuerpo a fin de que podamos vivir en el Cuerpo y recibir las riquezas del mismo. Cuando estamos en el Cuerpo, conocemos la voluntad de Dios, tenemos la autoridad del Cuerpo y experimentamos el poder del Cuerpo.