Watchman Nee Libro Book ap. 4 Mensaje para edificar a los creyentes nuevos
CÓMO IDENTIFICAR LAS HEREJÍAS
APÉNDICE CUATRO
CÓMO IDENTIFICAR LAS HEREJÍAS
Lectura bíblica: 2 Co. 11:13-15; 1 Ti. 6:20-21; 2 Ti. 4:3-4; 2 P. 2:1; Jud. 3; Is. 8:20
(El siguiente mensaje fue dado por Watchman Nee en Kuling el 28 de septiembre de 1948 como partede la serie de mensajes titulada: “Nuevos creyentes”. Posteriormente fue excluido de la publicación que contenía esta serie de mensajes.)
I. INTRODUCCIÓN
El tema de las herejías es un tema muy importante. Debemos comunicarles a los nuevos creyentes la comprensión apropiada de este tema, de tal modo que puedan estar preparados para defenderse apropiadamente. Debemos leerles a los nuevos creyentes todos los versículos antes mencionados, uno por uno, y luego debemos decirles que estos versículos muestran que surgirán muchos herejes en los últimos tiempos, los cuales emergen del seno de la iglesia. Debido a que algunos usarán el nombre de Cristo para propagar sus enseñanzas heréticas, todos los cristianos deben ser advertidos con respecto al asunto de las herejías. Judas 3 nos dice que tenemos que contender “ardientemente por la fe que ha sido trasmitida a los santos una vez para siempre”. Tenemos que ser ortodoxos en nuestra fe. Y tenemos que ayudar a los nuevos creyentes a elegir la senda apropiada. Debemos advertirles en contra de las herejías. En un capítulo anterior, ya abordamos el tema de la senda que la iglesia ha de seguir. Dijimos entonces que, en los últimos tiempos, solamente una iglesia habría de guardar la palabra del Señor y el nombre del Señor: la iglesia en Filadelfia. Nuestros ojos tienen que ser abiertos a fin de que podamos encontrar esta iglesia.
II. NO SEAMOS CURIOSOS
Muchas personas, por ser curiosas, les gusta probar diversidad de cosas. Al final, tales personas acaban siendo envenenadas por aquello que prueban. La curiosidad no hace sino envenenar a quien la padece. No es necesario que los hijos de Dios se involucren en herejías, únicamente para descubrir más tarde que se trataba de una herejía y que debían haberla condenado. No tenemos que involucrarnos con una herejía tras otra para luego poder condenarlas una por una. En cuanto escuchamos algo extraño, debemos alejarnos de ello. Algunas personas gustan de probar diversidad de cosas, y al final sucumben ante aquello que estaban probando. Dichas personas tropiezan a causa de tales cosas y después ya no pueden superar tal estado. Esto es muy peligroso. Jamás debiéramos ser curiosos, no vaya a ser que seamos atrapados por herejías de las cuales no podamos salir. Ninguna herejía es cien por ciento herejía; toda herejía, es una mezcla de herejías y verdades. Satanás no sería tan necio de dar origen a algo que sea completamente herético. Casi siempre, las herejías están mezcladas con verdades destacadas; cuando una persona recibe tales verdades, también recibe las herejías. No es fácil para los nuevos creyentes discernir tales herejías. Debemos aprender a no tener nada que ver con las herejías. Debemos huir de ellas y rechazarlas. Únicamente quienes poseen tal dominio propio y seriedad, podrán ser salvos del peligro: quienes sean curiosos siempre terminarán sufriendo la picadura venenosa.
III. LAS NORMAS ESTABLECIDAS PARA IDENTIFICAR LAS HEREJÍAS
Ningún nuevo creyente está capacitado para enfrentarse a las herejías. Lo mejor que puede hacer un nuevo creyente es alejarse lo más que pueda de las herejías. Pero si usted se encuentra en un lugar en el que no hay iglesia o se encuentra solo, he aquí diez pautas que nos darán el criterio necesario para determinar si una enseñanza constituye una herejía o no. Si al describir una determinada enseñanza, detectamos que se cumple alguna de estas pautas, o si una persona enseña cualquiera de estas diez cosas, entonces se trata de una herejía. Lo que determina si un grupo es herético, no es la cantidad de enseñanzas que imparte, sino la presencia o la ausencia de herejías. En cuanto haya una herejía, ese grupo ha errado. Es preferible escuchar un mensaje con un poquito de verdad pero sin herejías, que escuchar a alguien que conoce muchas verdades, pero las mezcla con un poquito de herejías. Un poco de veneno basta para aniquilar a una persona. Del mismo modo, un poco de levadura leuda toda la masa. Algunas de estas herejías únicamente pueden ser identificadas por personas que poseen dones especiales. Puede parecer muy sencillo identificar estas herejías, pero, en realidad, no es tan sencillo. Tenemos que preguntarnos si tal o cual enseñanza esconde algo de herejía en ella. De ser así, tenemos que rechazarla aun cuando el resto sea muy bueno.
Existen muchas clases de herejías. Algunas niegan completamente al Señor. Otras toman como base los milagros, las obras maravillosas y la adivinación. Algunas de ellas se relacionan con las profecías, otras con cuestiones relacionadas con el juicio después de la muerte, e incluso hay otras que se relacionan con la mortificación de los deseos de la carne. Aún más, cada una de estas clases de herejías son propagadas por muchos grupos distintos. Existe una gran variedad de herejías y todas ellas difieren en cuanto a sus errores. Pero basta con que yerren en un solo aspecto para que se conviertan en herejías. Sin embargo, debemos tener evidencias concretas antes de designar a alguna enseñanza como herejía. Herejía es una palabra muy fuerte, y debemos ser muy cuidadosos y serios al condenar a alguien como hereje. Ahora procedamos a examinar aquellas diez pautas que nos sirven de criterio para reconocer una herejía.
A. La autoridad de la Biblia
La primera clase de herejía está relacionada con la autoridad de la Biblia. En 2 Timoteo 3:16 se nos dice: “Toda la Escritura es dada por el aliento de Dios”. La fe y la conducta cristianas están basadas completa y absolutamente en la Biblia. En Isaías 8:20 se nos dice: “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido”. La ley y el testimonio a los que se hace referencia en este versículo son las Escrituras. Todo tiene que ser evaluado con la Biblia como norma. Cualquiera que evalúe algo conforme a una norma distinta, estará predicando herejías. Las herejías más populares de nuestros días, no adoptan la Biblia como norma. Por ejemplo, algunos afirman que la iglesia es la norma. Otros afirman que la Biblia es la norma general, pero que es la iglesia la que establece las normas específicas. Así ellos establecen muchas normas además de las que establece la Biblia. Nosotros no podemos tener comunión con ningún grupo que base su enseñanza o su juicio en persona u organización alguna. Añadirle cualquier cosa a lo que dicen las Escrituras constituye herejía. Algunos han dicho que la Biblia está en lo cierto, pero que ellos han recibido inspiración adicional. Esto ciertamente constituye herejía. Por ejemplo, en Shanghái un grupo de estudiantes de la Biblia afirma que una persona tiene que leer sus “Estudios de las Escrituras” para poder conocer la Biblia. Estos son los russellianos, también conocidos como “Testigos de Jehová”. Ellos asumen otras autoridades además de la Palabra de Dios. Esto es erróneo. Consideremos a los Cientistas Cristianos, ellos alegan que sus palabras valen tanto como las palabras de la Biblia. Cualquiera que pone sus propias palabras en el mismo nivel que las palabras de la Biblia, ciertamente es un hereje. Nadie puede tener otra autoridad aparte de la Biblia. También están aquellos que creen en fenómenos sobrenaturales y afirman que el Espíritu Santo, por un lado, habla por medio de la Biblia, pero que además, el Espíritu Santo habla de manera independiente a través de ellos. Ellos no se dan cuenta que la revelación de Dios es una entidad completa en sí misma. Todas las revelaciones se complementan mutuamente y no existe conflicto entre ellas. Cualquier hablar nuevo debe complementar las revelaciones establecidas tal como aparecen en la Biblia. Por lo tanto, todo cuanto se aparta de la Biblia o se coloca en una posición de autoridad, constituye una herejía.
B. Con respecto a la persona de Cristo
La segunda clase de herejía está relacionada con la persona de Cristo. El objetivo primordial que tiene Satanás al introducir herejías es el de atacar a la persona de Cristo. Las Escrituras nos muestran que el Señor Jesús es Dios (Jn. 1:1-3). Sin embargo, Satanás quiere que los hombres nieguen que Él es Dios. Con respecto a la persona de Cristo, la Biblia nos muestra lo siguiente: (1) que Jesús es Dios, (2) que Él es el Hijo de Dios, (3) que Él es el Cristo de Dios, (4) que Él es un hombre perfecto y (5) que después de Su resurrección, Él es tanto Dios como hombre en los cielos. En ese tiempo, Dios lo hizo Señor y Cristo. Algunos quizás se pregunten, ¿cómo es posible que Él sea tanto hombre como Dios y, a la vez, el Hijo de Dios? A ellos les parece que esto es demasiado confuso y que, en realidad, nadie sabe quién es Cristo. En realidad, basta con que ustedes les digan que eso es lo que dice la Biblia. Además, Cristo mismo dijo que ningún hombre puede conocer al Hijo si no es por medio de la revelación que procede del Padre (Mt. 16:17). El Señor admitió que no era fácil conocer Su persona. Los herejes únicamente tienen en cuenta uno de los aspectos de la persona del Señor, ellos no reconocen todos Sus aspectos. Pero negar sólo uno de los aspectos de Su persona es suficiente para que una enseñanza sea una herejía. A lo largo de los siglos, muchas herejías han concentrado sus ataques en uno o más aspectos de la persona del Señor Jesús. Basta con anular uno de los aspectos de Su persona para anular toda la obra realizada por el Señor. Por ejemplo, algunas personas afirman que el Señor Jesús no era un hombre. Esto haría nula la obra de redención que Él efectuó por medio de Su sangre. Otros dicen que Él no es Dios. Esto anularía el poder y la eficacia de Su obra en lo concerniente a la remisión de pecados. Aquellos que atacan a la persona de Cristo no tienen que atacar todos los aspectos de Su persona, lo único que tienen que hacer es anular uno de tales aspectos y esto es más que suficiente para que sean calificados de herejes.
Hoy en día circulan muchas clases de malentendidos acerca de la Biblia. Algunos de esos malentendidos son perdonables, mientras que otros no tienen excusa. Con respecto a la persona de Cristo, tenemos que ser muy estrictos cuando se trata de respetar y defender su integridad. Aun cuando usted quizás no comprenda muchas de las enseñanzas acerca de la persona de Cristo, ni tampoco sea capaz de explicarlas satisfactoriamente, usted tiene que admitir los hechos. La mayoría de las herejías concentran sus ataques en ciertos aspectos de la persona de Cristo. Esta es la meta final de Satanás. El apóstol Juan indicó esto cuando ya era muy anciano. Cualquiera que diga que Cristo es una persona y que Jesús es otra, está predicando una herejía. Cualquiera que afirma que después de la muerte y resurrección de Cristo únicamente existe el Espíritu, y que Cristo ha dejado de existir, también está predicando una herejía. Cualquiera que afirma que Dios primero creó al “Verbo”, que tal Verbo fue la primera creación de Dios, después de lo cual el Verbo creó los cielos, la tierra y toda criatura viviente, está predicando una herejía. Cualquiera que diga que Cristo es un Espíritu subordinado a Dios y superior a los ángeles, el cual vino a la tierra para ser un hombre, está predicando una herejía. Algunos separan al Hijo de Dios, del hombre Jesús, el cual vivió en esta tierra. Otros separan al hombre Jesús que vivió sobre la tierra, del Cristo resucitado y ascendido. Algunos niegan que Jesús de Nazaret esté ahora en los cielos. Los hombres usan dos cuchillos, uno para cortar al Hijo de Dios de Jesús de Nazaret, y el otro para cortar al hombre Jesús del Cristo ascendido y resucitado. Aquellos que hacen esto están predicando herejías. A Satanás le encanta sembrar confusión con respecto a la persona de Cristo. En 1 Juan 3 se nos dice que el Hijo de Dios se manifestó para destruir las obras del diablo (v. 8). Si una persona no reconoce que Jesús el Hijo de Dios ha venido en la carne, esto quiere decir que tal persona no reconoce la obra realizada por el Señor para destruir al diablo. Por tanto, todos aquellos que destruyen la persona de Cristo, están destruyendo el plan de Dios.
En 2 Juan 7 se nos dice que aquellos “que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne” son engañadores. Una persona puede creer que el Jesús terrenal era un hombre y, aun así, no creer que Él fue Dios encarnado. Esto separa al Hijo de Dios del hombre terrenal. El versículo 10 constituye una palabra muy seria y fue dicha por una persona que estaba llena de amor: “Si alguno viene a vosotros, y no trae esta enseñanza, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Regocíjate!”. El versículo 11 continúa: “Porque el que le dice: ¡Regocíjate! participa en sus malas obras”. Aquellos que aman al Señor tienen que amar y proteger Su persona. En 1 Juan 4:1 dice: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo”. El versículo 2 es igual al versículo 7 de 2 Juan, sólo que afirma lo mismo de otra manera. En 1 Juan 4:3 dice lo mismo que en 1 Corintios 12:3: “Y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios”. Aquí, no confesar a Jesús significa no reconocerlo como Señor. El hecho de que Jesucristo viniera en la carne implica toda Su historia en la tierra, mientras que el hecho de que Él fuera hecho Señor implica Su historia en gloria. Dios lo proclamó Señor, el día de Pentecostés. Los Testigos de Jehová alegan que Jesús murió y jamás resucitó. Ellos dicen que después de tres días que Jesús fue crucificado, “Cristo Jesús el divino” nació. Esto es una herejía. No crean que es sólo una simple diferencia en la interpretación de la Biblia. Todos aquellos que dividen a la persona del Señor Jesús en diversas entidades, son herejes. Los herejes siempre dividen la persona única del Señor Jesús, separándola en diversas personas. Muchas herejías tienen como objetivo anular la persona de nuestro Señor Jesús.
C. Con respecto al pecado del hombre
Algunas herejías procuran negar completamente la cuestión del pecado. La Biblia nos dice claramente que el hombre ha pecado. Al afirmar esto, la Biblia quiere decir dos cosas: en primer lugar, que el hombre ha pecado con respecto a su conducta; en segundo lugar, que el hombre ha a pecado en contra de Dios. Esto es lo que constituye pecado delante de Dios. Ambos constituyen pecado según la Biblia y ambos son hechos innegables. Algunas personas poseen un carácter más dócil que otras, pero siguen siendo pecadores delante de Dios. Cualquier enseñanza que niega estos dos puntos acerca del pecado, es una herejía. Algunos, por medio de la filosofía, han intentado demostrar que el hombre no tiene pecado; y otros hacen lo mismo, basándose en la composición fisiológica de los seres humanos. Los cientistas cristianos y los rusellianos, o Testigos de Jehová, pertenecen a esta categoría de personas. Ellos son herejes. Afirmar que el hombre no ha pecado anula la obra de redención y la necesidad de un Salvador. Afirmar esto es lo mismo que decir que el evangelio que nosotros predicamos es una mentira. Todos aquellos que niegan la pecaminosidad del hombre, lo cual es un hecho, son herejes.
D. Con respecto a la redención efectuada por Cristo
La Biblia claramente afirma que nuestros pecados son lavados por la sangre del Señor Jesús. La redención efectuada por Cristo es una verdad bíblica. El evangelio de Cristo tiene dos aspectos de cardinal importancia. El primero está relacionado con la persona de Cristo y el segundo con Su obra. Por medio de Su obra, Él redimió al hombre mediante el derramamiento de Su sangre. Así pues, negar cualquiera de estos dos aspectos equivale a negar el evangelio de Cristo. Con respecto a la redención efectuada por Cristo, la mente de los hombres ha sido engañada por Satanás al ser inducida a formular muchas enseñanzas extrañas y obscuras que han tenido resultados inimaginables. Los hombres han procurado anular la obra efectuada por el Señor. Algunos tratan de hacerlo por medio de anular la realidad del pecado. Ellos niegan el hecho de que el pecado es inherente al hombre, lo que anula la necesidad de que Cristo efectuara la redención. Otros tratan de anular el papel que cumple la sangre de Cristo. Ellos no reconocen la naturaleza redentora de la sangre de Cristo. Esto también anula la obra de redención efectuada por Cristo. En 2 Pedro 2:1 se nos habla de aquellos que niegan al Amo que los compró. Esto ciertamente es una herejía.
E. Con respecto al juicio eterno
Algunas personas creen en la persona y en la obra del Señor Jesús, creen en la pecaminosidad del hombre y en la redención efectuada por Cristo, pero derrocan el hecho de que habrá un juicio eterno. Ellas niegan esto al proclamar dos clases de enseñanza con respecto a la muerte. En primer lugar, ellos dicen que una persona simplemente está durmiendo cuando muere. Su cuerpo y su alma están durmiendo, y estos no estarán conscientes de nada a partir de la muerte. Cuando el Señor resucite a tal persona, ella despertará una vez más. Su muerte no es sino un paréntesis temporal. Sin embargo, el Señor nos dice que después que una persona muere, todavía tiene consciencia de muchas cosas. En la cruz, Él le dijo a uno de los criminales que lo acompañaba que, ese mismo día, él estaría en el paraíso con el Señor. En Lucas 16 el Señor nos cuenta la historia de Lázaro y del hombre rico; ambos fueron llevados al Hades después de morir. Es obvio que ellos tenían consciencia de muchas cosas. Es cierto que la Biblia hace referencia a la muerte como a una especie de sueño, pero esto solamente se refiere al cuerpo de la persona, pues el alma de dicha persona no está durmiendo. A los hombres se les ocurrió esta teoría porque deseaban minimizar las consecuencias del pecado. Esto es herejía. En segundo lugar, existen quienes afirman que la segunda muerte no es el juicio eterno, sino la aniquilación o la perdición total, mediante la cual las personas cesarán por completo de existir. Aun así, la palabra que la Biblia usó fue “destruir” (Mt. 10:28); esta palabra es la misma que se tradujo “estropear” al referirse a los odres viejos que se revientan (9:17). Los odres se revientan y se estropean, pero todavía existen; no han cesado de existir. Cristo dijo que hay quienes matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar (10:28). Él también dijo que en la Gehena, el gusano de ellos no muere, y el fuego no se apaga (Mr. 9:48). Un hombre que se pierde es un hombre que sufre eternamente en el lago de fuego. Esta es la palabra de Dios. Esto prueba que después de la muerte el hombre no cesa de existir. Cualquier persona que hace nula la segunda muerte, está predicando herejías. Tal predicación no honra la obra de redención efectuada por Cristo.
F. Con respecto a los milagros y las sanidades
La Biblia registra muchos milagros y prodigios. Muchos de esos milagros se relacionan con la sanidad de algunas enfermedades. Estas son señales que Dios usa. Pero muchas de las herejías que circulan en este mundo ganan adeptos entre los hombres por medio de milagros y prodigios. El Señor profetizó que antes de Su retorno, se harían muchos milagros con el propósito de engañar a los hombres (Mt. 24:24). Una gran parte de las enseñanzas heréticas está constituida por la sanidad de enfermedades. Tales herejías ganan adeptos entre los hombres valiéndose de su poder para lograr sanidades. Tenemos que ser cuidadosos con respecto a toda forma de sanidad y fenómenos sobrenaturales. Los milagros y eventos sobrenaturales detallados en la Biblia fueron iniciados por el Espíritu Santo por medio de las manos de los hombres. El Espíritu Santo reconoce a Jesús como el Señor; Él da testimonio del Señor. No hay nada de malo en que una persona que tiene fe, que ha recibido una palabra de parte de Dios, y que cree en dicha palabra, unja a los enfermos y los sane en el nombre del Señor. Pero algunos hacedores de milagros que pertenecen a grupos heréticos, no creen en las enfermedades ni en la muerte. Ellos dicen que tanto las enfermedades como la muerte son mentiras. Es interesante, sin embargo, que estas personas también mueren. Los Cientistas Cristianos no creen en el envejecimiento, las enfermedades o la muerte. Después que Mary Baker Eddy murió, surgió un escándalo. En su testamento, ella dispuso que cierta cantidad de dinero fuese dada a sus seguidores. Aun así, sus seguidores insistían ante el juez que ella no había muerto. El juez consideró que eso era absurdo, porque si ella no estaba muerta, su testamento no podía entrar en vigor y, por tanto, la iglesia no podría reclamar su herencia. Mas si ellos aceptaban que ella había muerto, eso sería una refutación a sus enseñanzas con respecto a la ausencia de enfermedades, dolores, pecado y muerte. Nosotros no debiéramos obsesionarnos con las sanidades ni los milagros. La enfermedad es un hecho. Algunas enfermedades responden a las leyes naturales; otras son resultado de los ataques de Satanás. Y algunas otras enfermedades pueden ser el resultado del pecado. Por un lado, creemos en la existencia de las enfermedades y la muerte; por otro, también creemos en actos sobrenaturales que constituyen una libre manifestación de la obra que realiza el Espíritu Santo, quien siempre reconoce a Cristo Jesús como Señor. Pero también debemos darnos cuenta de que al mundo le gusta creer en cosas inexplicables y extrañas. Tenemos que esforzarnos por ser cuidadosos en discernir estas cosas.
G. Con respecto a las profecías
Muchas personas creen que el Señor vendrá nuevamente. Pero el Señor nos dijo que nadie sabía el día ni la hora, ni siquiera los ángeles o el propio Hijo del Hombre. Este es un principio básico en lo que concierne al día de la venida de Cristo. Los Testigos de Jehová creen que Cristo vino en 1874, pues el fundador de ese grupo, Charles T. Russell, predicó esto y su seguidor, John Rutherford, le dio continuación a tal creencia. Lo extraño es que si bien ellos alegan haber visto la venida del Señor, nosotros no lo vemos. Ellos afirman que ya estamos en el milenio, y que esta es la razón por la que se han producido inventos tan maravillosos como la máquina de escribir, el teléfono y el automóvil. Algunos incluso creen que en 1844 el Señor Jesús ingresó al Lugar Santísimo en los cielos. Otros afirman que Cristo vino en 1918. Hay dos pasajes bíblicos que dicen que un día es como un año: Números 14:34 y Ezequiel 4:6. Algunos basan sus argumentos en estos versículos, y su postulado es que un día significa un año para todas las profecías. Pero Dios dijo que, para ciertas cosas, un día es como un año. Él no dijo que esto era cierto para todos los casos. Es erróneo tratar de calcular el día de la venida de Cristo según la teoría de “un día equivale a un año”. Es probable que las setenta semanas mencionadas en el libro de Daniel coincidan con la teoría de “un día equivale a un año”, pero aparte de ello, todos los otros días deben ser considerados simplemente como días. Si alguno afirma que un día siempre representa un año, entonces el milenio sería un período de trescientos sesenta mil años. Algunos, entonces, argüirán que un día, por ser breve, puede ser interpretado como un año, el cual es prolongado; pero que un año, por ser tan prolongado, no requiere de mayor interpretación. Argüir acerca de estas cosas es una tarea tediosa y no necesitamos tomarnos la molestia de hacerlo. Todos aquellos que predicen el día del regreso de Cristo basándose en la teoría de “un día equivale a un año”, corren el riesgo de ser herejes.
H. Con respecto a la comunicación entre los vivos y los muertos
Según Deuteronomio 18:9-14 y Levítico 20:6, Dios estrictamente prohíbe que los vivos se comuniquen con los muertos. En el Evangelio de Lucas, el Señor habló acerca del hombre rico que estaba en el Hades y le imploró al Señor que enviara a Lázaro a la tierra de los que estaban vivos, pero el Señor no quiso hacer esto por ningún motivo. Los muertos están en el Hades o en el Paraíso y no pueden retornar a la tierra de los vivos. El que una persona muerta retorne a la tierra de los vivos o que los vivos se comuniquen con los muertos, equivale a involucrarse en ritos de adivinación. La Biblia estrictamente prohíbe estas cosas.
Un adivino o una bruja es una mujer que se comunica con los demonios. Una adivina puede conocer a un solo demonio. Esa mujer está familiarizada con los espíritus malignos. En los ritos de adivinación, un demonio actúa como si fuera el espíritu de muchas personas muertas. Aquel con quien la médium o adivina se comunica, en realidad no es el espíritu de la persona que ha muerto, sino el demonio mismo. En la Biblia, únicamente en 1 Samuel se nos habla de que un espíritu vino desde el Hades. Después que Samuel murió, su espíritu fue llamado a la tierra y vino a reprender a Saúl (1 S. 28). El único lugar en el que se nos habla del motivo por el cual Saúl murió, es 1 Crónicas 10:13-14, el cual afirma que Saúl murió debido a que aceptó consejos de una adivina. Las leyes de Moisés prohíben que una mujer se comunique con los espíritus, y aquellas que lo hacían eran apedreadas hasta morir. Cualquier persona que se involucre en la adivinación, es un hereje.
I. Con respecto a que las mujeres enseñen
En 1 Timoteo 2, en 1 Corintios 14 y en Apocalipsis 2 se nos muestra que Dios prohíbe que una mujer enseñe. Cualquier secta que haya sido iniciada por una mujer, dirigida por una mujer, así como cualquier grupo en el cual las mujeres ocupan el mismo lugar que los varones, son grupos que despiertan muchas sospechas. Más de la mitad de las herejías, en este mundo que circulen han sido iniciadas por mujeres. Por ejemplo, la fundadora de Ciencia Cristiana fue Mary Baker Eddy, y la fundadora de los Adventistas del Séptimo Día fue la señora White. Cuando la Biblia se refiere al catolicismo romano, también se refiere a la enseñanza de Jezabel.
J. Con respecto a la venida del Señor
El principio de la herejía es el de ser una imitación satánica de lo que el Señor hace. Por ejemplo, el Señor sana a los enfermos, y Satanás también sana a los enfermos. Con respecto a la venida del Señor, las herejías procuran confundir a los hombres. Por ejemplo, algunos alegan que el Señor vendrá en cierto día y lugar. Cuando el Señor no viene como se había vaticinado, los hombres comienzan a ignorar o menospreciar la verdad concerniente a la segunda venida del Señor. A Satanás le gusta desprestigiar la verdad concerniente a la segunda venida de Cristo por medio de tales incidentes. Es verdad que el Señor viene pronto y, en el futuro, mucha gente se interesará por las profecías. Por este motivo, encontraremos más y más herejías en el área de las profecías. Si cualquier secta o grupo afirma esperar el regreso del Señor para cierta fecha en cierto lugar, ustedes pueden determinar de inmediato que ese es un grupo herético. No debemos creer a nadie que diga que él es uno de los dos testigos o uno de los tres ángeles. Tampoco debemos confiar en alguien que afirme ser algún personaje descrito en la Biblia. El Señor dice que un día los hombres exclamarán: “¡Mirad, aquí está el Cristo! o ¡acá!” (Mt. 24:23). No debemos creerles. Todas estas son mentiras.
No debemos depositar nuestra confianza en nada. Lo único que debemos hacer es esforzarnos en llegar a ser la iglesia en Filadelfia mencionada en el capítulo 3 de Apocalipsis. Otros quizás digan que son ciertas personas descritas en el libro de Apocalipsis o el libro de Daniel. Ellos son herejes y no debemos recibirlos. En los últimos tiempos aumentarán las herejías; por eso tenemos que saber discernir. No traten de probarlos por curiosidad. Tal curiosidad siempre dañará a nuestro espíritu. Si tratamos de probar, estaremos probando veneno. Cualquiera que no pase una sola de las diez pruebas mencionadas, es un hereje y no debemos tener comunión alguna con él. Esta clase de enseñanzas siguen aumentando cada día más en China y tenemos que permanecer siempre alertas en contra de ellas.