Frank de Viola Libro Book cap.5 Iglesia Reconfigurada

Frank de Viola Libro Book cap.5 Iglesia Reconfigurada

RECONFIGURACIÓN DE LA FAMILIA DE DIOS

Capítulo 5

RECONFIGURACIÓN DE LA FAMILIA DE DIOS 

La comunidad está profundamente arraigada en la naturaleza de Dios. Fluye de la persona que es Dios. Porque Él es comunidad, crea comunidad. Es su manera de regalarse a los seres humanos. Por lo tanto, la creación de una comunidad no puede ser considerada opcional por los cristianos. Se trata de una necesidad imperiosa e irrevocable, de un mandato divino vinculante para todos los creyentes de todas las épocas. Es posible que los seres humanos rechacen o alteren la comisión que Dios les ha dado en cuanto a edificar la comunidad y estar dentro de una comunidad. Pero esto solo puede suceder a costa de abandonar al Creador de la comunidad y traicionar su imagen en nosotros; este costo será enorme, dado que su imagen en nosotros constituye el atributo esencial qué define nuestra humanidad. 

                —Gilbert Bilezikian

Desafortunadamente, la metáfora que domina en la mayor parte del cristianismo norteamericano no nos ayuda mucho; solemos visualizar a la iglesia como una corporación. El pastor es el CEO ( presidente director ejecutivo), hay comités y consejos. La evangelización constituye el proceso de manufacturar a través del que elaboramos nuestro producto, y las ventas pueden ser diagramadas, comparadas y predichas. Por supuesto, este proceso de manufacturación se produce dentro de una economía en crecimiento, de modo que cualquier iglesia- corporación cuya cifra de ventas anuales están por debajo de las del año anterior se encuentra en problemas. Los norteamericanos tienen una determinación inquebrantable en cuanto a seguir cautivos de la metáfora de la corporación. Y esto ni siquiera es bíblico.

–Hal Miller

 

Resulta sorprendente que la Biblia nunca defina a la iglesia. En lugar de eso la presenta a través de una cantidad de diferentes metáforas.

Una de las razones por las que el Nuevo Testamento nos provee numerosas metáforas para describir a la iglesia es porque ella es demasiado amplia y rica como para ser captada a través de una sola definición o imagen. Desafortunadamente, nuestra tendencia es a encerrarnos en una metáfora en particular y entender la ekklesia solo a través de ella. 

Pero al apegarnos solo una metáfora (sea el cuerpo, el ejército, el templo, la esposa, la viña o la ciudad) perdemos el mensaje que nos transmiten todas las otras. Como resultado, nuestra percepción de la iglesia se vuelve limitada, en el mejor de los casos, o torcida en el peor.  

LA METÁFORA PRINCIPAL

¿Saben cuál es la metáfora referida a la iglesia que domina en el Nuevo Testamento? 

La de la familia.

Los escritos de Pablo, Pedro y Juan están particularmente salpicados de un lenguaje e imágenes relacionados con la familia.

Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe (Gálatas 6: 10)

Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos ( Romanos 8: 29) 

Por lo tanto,  ustedes ya no son extraños ni extranjeros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios (Efesios 2:19)

No reprendas con dureza al anciano, si no consigue lo como si fuera tu padre. Trata a los jóvenes como hermanos; a las ancianas, como a madres; a los jóvenes, como hermanas, con toda pureza ( 1 Timoteo 5: 1- 2)

Para que, si me retraso, sepas cómo hay que portarse en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad ( 1 Timoteo 3:15)

Deseen con ansias la leche pura de la palabra, como niños recién nacidos. Así por medio de ella,  crecerán en su salvación ( 1 Pedro 2: 2)

Les escribo a ustedes, queridos hijos, porque sus pecados han sido perdonados por el nombre de Cristo. Les escribo a ustedes, padres, porque han conocido al que es desde el principio. Les escribo a ustedes, jóvenes, porque han vencido al maligno. Les he escrito a ustedes, queridos hijos, porque conocido han conocido al Padre ( 1 Juan 2: 12- 13)

En tanto que los autores del Nuevo Testamento describen a la iglesia con una variedad de imágenes diferentes, la imagen favorita es la de la familia. Términos relacionados con la familia como “nuevo nacimiento”, “hijos de Dios”, “hermanos”, “padres”, “hermanas” y “casa» saturan los escritos del Nuevo Testamento. 

En todas las cartas de Pablo a las iglesias, él les habla a los “hermanos”, término que incluye tanto a los hermanos como a las hermanas en Cristo. Pablo usa ese término tomado de la familia más de 130 veces en sus epístolas. Así que el Nuevo Testamento está incuestionablemente lleno de un lenguaje e imágenes referidos a la familia. 

En marcado contraste con ello, la metáfora dominante que se elabora para la Iglesia hoy es la de una corporación de negocios. El pastor es el CEO (presidente o director ejecutivo). El clero o el equipo constituyen la primera línea de directores administrativos o de gestión. La evangelización tiene que ver con la venta y la mercadotecnia. La congregación es la clientela. Y se establece una competencia con las otras corporaciones (“ iglesias”) de la misma ciudad. 

Pero la metáfora de la corporación se enfrenta con un problema no menor. No solo está absolutamente ausente en el Nuevo Testamento, sino que violenta el espíritu de la cristiandad. Porque desde el punto de vista de Dios, la iglesia es principalmente una familia. De hecho su familia

Lamentablemente, la sociedad de hoy en día está plagada de lo que los sociólogos llaman “ familias disfuncionales”. Esa es una familia que de alguna manera ha sido profundamente quebrantada. Puede que se la vea intacta por fuera, pero ha sido dañada por dentro. A decir verdad, muchas de nuestras iglesias modernas son, en el sentido cabal de la palabra, “familias disfuncionales”. 

Muchos cristianos no tienen problema en asentir fácilmente al concepto de que la iglesia es una familia. Sin embargo, consentir solo mentalmente con que la naturaleza de la iglesia es la familia es por completo diferente a encarar con seriedad sus implicancias. Nos haría bien considerar cuidadosamente la metáfora de la familia y analizar las implicaciones prácticas que esto tiene. Examinaremos seis aspectos relacionados con lo que significa que la iglesia sea una familia. A medida que vayamos leyendo cada uno de los aspectos, deseo plantearles el desafío de comparar a su iglesia con ellos. Háganse la pregunta: ¿Mi iglesia vive la realidad de ser la familia de Dios

1.LOS MIEMBROS SE CUIDAN LOS UNOS A LOS OTROS

Debido a que la iglesia es una familia, sus miembros se cuidan los unos a los otros. Consideremos la familia natural ( suponiendo que sea sana). Las familias cuidan de los suyos. ¿No es verdad que nosotros cuidamos de nuestra propia sangre en lo natural? ¿ Y no cuidan ellos de nosotros? Cuando nuestro padre, madre, hermano, hermana, hijo o hija tienen un problema, ¿decimos:” Lo lamento, pero no me molesten”, o nos ocupamos de ellos? 

Una verdadera familia cuida de los suyos, ¿ o no? La familia disfuncional no lo hace. Una familia disfuncional es egoísta, individualista y profundamente independiente. Se caracteriza por la indiferencia y la desconexión. Los miembros no se toman el tiempo para conocerse los unos a los otros. Ni parece importarles demasiado los demás. 

Hermanos míos, ¿de que le sirve a uno alegar que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe? Supongamos que un hermano o una hermana no tienen con qué vestirse y carecen del alimento diario, y uno de ustedes les dice: “Que les vaya bien; abríguense y coman hasta saciarse”, pero no les da lo necesario para el cuerpo. ¿De qué servirá eso? Así también la fe por sí sola, si no tiene obras, está muerta (Santiago 2: 14- 17)

Este pasaje apunta su dedo al significado de lo que es una fe genuina. La fe real se expresa en acciones de amor hacia nuestros hermanos y hermanas en Cristo. Parafraseando a Santiago: “Si dices tener fe, pero descuidas a tu hermano o a tu hermana que tiene alguna necesidad física… entonces la tuya es una fe muerta” 

La “acción” de la que Santiago habla no se refiere a la oración o un sentido bíblico, sino a actos de amor hacia nuestros hermanos y hermanas en Cristo. Consideremos las palabras de Pablo:

El que robaba, que no robe más, sino que trabaje honradamente con las manos para tener qué compartir con los necesitados (Efesios 4: 28) 

Notemos la última frase: “Que trabaje honradamente con las manos”. ¿Para qué? “ Para tener qué compartir con los necesitados”. 

Sin duda hemos oído acerca de la “ética protestante del trabajo”. Efesios 4:28 es la “ética protestante del trabajo”. Nosotros no trabajamos solo para suplir nuestras propias necesidades; trabajamos para suplir las necesidades de otros. Esa es una forma muy diferente de considerar el trabajo, ¿ no es verdad? El Nuevo Testamento visualiza a la iglesia como la familia que cuida de sus miembros. No solo en cuanto a lo espiritual, sino a lo físico y financiero: de todas las maneras en que una familia nuclear o una familia extendida cuida de los suyos. 

De hecho, cuando leemos los primeros 6 capítulos del libro de los Hechos, rápidamente descubrimos que la iglesia de Jerusalén llevaba las cargas de los hermanos y hermanas menos afortunados (Hechos 4: 34). ¿Por qué?  Porque se veían entre ellos como una familia extendida, una  comunidad con una vida compartida. 

Los cristianos primitivos consideraban a cada miembro cómo “suyo propio”. Se veían como “miembros los unos de los otros” ( Romanos 12: 5; Efesios 4: 25). Como resultado, se cuidaban unos a otros (Romanos 12: 13; 1 Corintios 12: 25- 26; 2 Corintios 8: 12- 15). ¿Y por qué? Porque la iglesia es una familia.

Recordemos lo que Pablo les dijo a los cristianos de Galacia: “Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo” ( Gálatas 6: 2) La ley de Cristo es la ley interior del amor que ha sido escrita en el corazón de cada creyente. Ese amor se arraiga en el amor del Calvario ( Juan 15: 12- 13). Y por naturaleza circula hacia nuestros hermanos y hermanas en Cristo. “Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a nuestros hermanos” ( 1 Juan 3: 14).

Dicho esto, si pertenecemos a una iglesia que no se ocupa de las necesidades de sus miembros, entonces esa iglesia no está encarnando la visión neotestamentaria de la familia. Lo digo otra vez: la iglesia no es una empresa, es una familia. 

2. LOS MIEMBROS PASAN TIEMPO JUNTOS

Debido a que la Iglesia es una familia, los miembros se toman el tiempo para conocerse. Es decir, pasan tiempo juntos más allá de las reuniones programadas. 

Dentro de una familia disfuncional, los hijos apenas conocen a sus padres. Y los padres apenas conocen a sus hijos. Lo mismo ocurre entre los hermanos. Pueden vivir bajo el mismo techo, pero llevan vidas separadas. El único momento en que se encuentran es cuando hay una reunión programada: “Todos tenemos que ir a la boda de la tía Felicia este sábado; así que toda la familia estará junta allí”. Pero luego de ese acontecimiento, los miembros raramente  se ven.

Pregunto: ¿Los miembros de nuestra iglesia se ven los unos a los otros solo durante los servicios programados? ¿Estamos en contacto con ellos durante la semana? ¿Compartimos algunas comidas juntos? Consideremos la forma orgánica instintiva en que funcionaba la iglesia de Jerusalén:

Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración […] No dejaban de reunirse […] ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad. (Hechos 2: 42- 46)

Los cristianos primitivos llevaban vidas que interactuaban con la de los demás. Ese era el ADN de una iglesia en funcionamiento. Si seguimos nuestra intuición espiritual, tendremos el deseo innato de reunirnos con frecuencia. ¿Por qué? Porque el Espíritu Santo actúa como una especie de imán que atrae orgánicamente a los cristianos para que estén juntos. El Espíritu Santo coloca dentro del corazón de todos los creyentes genuinos el deseo de una comunión auténtica. 

Como dice Gilbert Bilezikian: “La pasión por la comunidad resulta contagiosa. Nuestra necesidad innata de comunidad es tan intensa que una vez que se enciende una chispa de interés y se capta un atisbo del sueño comunitario de Dios, la pasión intensa por la comida se propaga como un fuego arrasador.” 

La Biblia dice que la iglesia de Jerusalén se encontraba a diario. Resulta interesante que la asamblea de Jerusalén no fuera la única iglesia que se reunía en forma cotidiana. Unos 30 años después, el escritor de Hebreos exhortaba a los cristianos diciendo: “ Anímense unos a otros  cada día” ( Hebreos 3: 13). Y sin embargo hoy, en la mayoría de las iglesias contemporáneas, el único tiempo de comunión con que uno cuenta son los únicos 2 minutos en el que el pastor dice: “Dese vuelta y salude a las personas que están detrás de usted”.

Admito que se pueda llegar a tener un poquito más de tiempo en el estacionamiento mientras uno se dirige hacia su automóvil. ¿Pero,  realmente podemos llamarle a eso comunión? Seamos sinceros: Para muchos cristianos, la iglesia es tan solo un evento al que uno asiste una o dos veces por semana, y eso es todo. 

En verdad, algunos de nosotros, los cristianos occidentales del siglo veintiuno, le tememos a intimar. Esa es la razón por la que mucha gente nunca se interesaría en una iglesia que se reúne en un hogar. Se  sienten mucho más seguros  sentados en un banco, inspeccionando la parte de atrás de la cabeza de alguien durante dos horas y volviendo a su casa luego.

Pero la iglesia de Jesucristo es una familia. No un teatro. Y en una familia ( una familia sana ) todos saben lo que sucede en la vida del otro. Papá tiene problemas con su jefe en el trabajo, así que ahora vamos por él. Nuestra hermana tiene dificultades con los cálculos en su clase de matemáticas. Nuestro  hermano logró un aumento en su nuevo trabajo. 

Mamá está aprendiendo a cocinar comida gourmet. Sabemos lo que pasa en la vida de los otros porque pasamos tiempo juntos fuera de los eventos programados. La iglesia es un hogar extendido, y es profundamente relacional. 

En contraste con esto, ¿de qué manera podemos encarnar verdaderamente las exhortaciones del Nuevo Testamento acerca de la relación “entre unos y otros” si la iglesia a la que pertenecemos no actúa como una familia? ¿Cómo vamos a gastar las suelas de los zapatos caminando con ellos si ni siquiera conocemos a la gente con la que estamos en la iglesia? 

3. LOS MIEMBROS SE DEMUESTRAN AFECTO LOS UNOS A LOS OTROS

Dado que la iglesia es una familia,  sus miembros se saludan los unos a los otros con afecto. Pensemos en esto: cuando vemos a nuestro padre, a nuestra madre, a nuestros hijos, o a nuestros parientes de otra localidad, ¿simplemente los saludamos a la distancia? ¿ no intercambiamos abrazos y tal vez besos?

Si nuestra familia es sana, diremos  que sí. Es lo mismo con respecto a la iglesia. ¿Por qué? Porque los miembros de la iglesia están relacionados. Por esa razón, los apóstoles alentaban a los cristianos primitivos de este modo: “Saluden a todos los hermanos con un beso santo” ( 1 Tesalonicenses 5: 26; 1 Corintios 16: 20; 2 Corintios 13: 12; Romanos 16: 16; 1 Pedro 5: 14). A ellos les parecía muy importante que los miembros de cada iglesia se expresaran su amor los unos a los otros de manera visible. 

Me he encontrado con algunos cristianos que han reaccionado a lo que menciono arriba diciendo: “No me siento cómodo abrazando a nadie de mi iglesia; apenas los conozco”. Esa reacción simplemente fortalece el punto que he tratado de subrayar en este capítulo. A saber, que la iglesia institucional y la iglesia orgánica son dos criaturas muy diferentes. 

Vivir como la familia de Dios significa conocer a nuestros hermanos hasta el punto en que les mostramos afecto instintivamente. (La forma específica que tome ese afecto- sean abrazos, besos en la mejilla, u otras cosas- diferirá, dependiendo de la cultura de uno). 

En contraste, la familia disfuncional no muestra afecto hacia sus miembros. Los padres jamás tocan a sus hijos. Y los hijos crecen sin sentirse amados ni aceptados. Ellos reciben pocas o ninguna expresión de amor, ya sea verbal o gestual. 

4. LA FAMILIA CRECE

Debido a que la iglesia es una familia, crecerá. Una iglesia crece de dos maneras. Una de las formas es a través de la división y multiplicación. O sea, si una iglesia se vuelve demasiado grande, puede dividirse y multiplicarse en dos círculos de comunión. Nuestros cuerpos crecen de esa manera. Las células se dividen y luego se multiplican.

Otra forma es a través de la  adición. O sea, dando a luz hijos espirituales. Ese  es el principio de la reproducción. 

Si el Señor obra en una iglesia, crecerá. Tal vez no inmediatamente. Quizá tome tiempo. Pero si la iglesia está viva y es saludable, crecerá tanto internamente (en lo espiritual) como externamente (en lo numérico).

Las iglesias que viven como familias crecen. Las iglesias que funcionan como corporaciones comerciales en general no conservan a sus convertidos. Pueden lograr convertidos, pero estos en raras ocasiones se transforman en discípulos y miembros del cuerpo en funcionamiento. ¿ Cuál es la razón? La comunidad cristiana resulta indispensable para una formación y desarrollo espiritual adecuados. La iglesia que es una familia con vida producirá transformación en sus miembros. La Iglesia que no lo es, no lo hará. 

En este sentido, el fantasma del individualismo protestante persigue a las típicas iglesias evangélicas posteriores a la guerra. Y hasta que no se exorcise ese espíritu, se continuará habiendo muy poca formación espiritual en su feligresía.

Debemos enfrentarlo: Las personas de nuestro mundo posmoderno buscan una familia. Van en procura de una comunidad auténtica. Quieren un grupo de cristianos que se amen y se cuiden entre ellos de una manera genuina. En otras palabras: Están buscando un cristianismo orgánico. 

Mucha gente de nuestros días ha sido entrenada a través de malos ejemplos. Por lo tanto, cuando ven a un grupo de personas que en verdad ponen su vida las unas por las otras, que se aceptan mutuamente de manera incondicional, y que se aman con libertad a pesar de sus defectos, se sienten atraídos como un ciervo sediento al agua. De esta manera, la iglesia como familia responde al clamor más profundo que existe en el corazón humano. 

5. LOS MIEMBROS COMPARTEN LAS RESPONSABILIDADES

Si consideramos una familia humana, veremos que cada miembro tiene un rol diferente. No les pedimos a los niños pequeños que salgan a ganarse la vida, ¿ verdad?  No esperamos que los padres consulten a los bebés en busca de sabiduría. Cada miembro juega un rol diferente: los abuelos, el padre, la madre, los hijos, los niños pequeños y los bebés. Todos cooperan juntos para el bien común de la familia. 

Es lo mismo que sucede con la familia de Dios. En 1 Juan 2: 13- 14, Juan habla a los padres, los jóvenes y los hijitos. Y les encarga distintas responsabilidades. Al considerar a la iglesia a través de la metáfora del cuerpo, cada miembro ( los ojos,  los oídos, las manos y los pies) tiene una función diferente.

En una familia disfuncional, los miembros no asumen muy bien que digamos sus propias responsabilidades. Los padres descuidan a sus hijos o abusan de ellos. (En algunos casos, los padres los adoran). No educan a los niños. No les brindan consuelo ni guía.

En la casa de Dios, hay padres y madres espirituales. Son hombres y mujeres mayores que han conocido al Señor por un largo tiempo. Su rol y responsabilidad ante Dios es proveer guía  y ser mentores de sus hermanos y hermanas más jóvenes. También contribuyen a la iglesia con su sabiduría. 

En la familia de Dios no se asumen estas responsabilidades por tener un puesto o un oficio. Tampoco son jerárquicas. Son orgánicas, y operan según la vida espiritual.

Pero he aquí la tragedia: A causa de que muchos de nosotros hemos sido condicionados por la iglesia institucional, nos hemos visto obligados a sentarnos en un banco y escuchar sermones en actitud pasiva semana tras semana. Y es por eso que muchísimos cristianos  asocian la “ iglesia” con una audiencia que escucha una  disertación semanal. 

¿Cuál es el resultado? Multitud de padres espirituales no están haciendo lo que deberían hacer. Muchos de ellos me han confesado que no ven que haya lugar para hacer su contribución dentro de la iglesia tradicional. Sienten que su larga historia espiritual con el Señor y las lecciones que han aprendido morirán con ellos. Muchos sienten que su experiencia espiritual está siendo desperdiciada. 

Pero en una iglesia que funciona según la naturaleza orgánica de la ekklesia, cada uno de los miembros funciona en las reuniones de la iglesia. También funcionan en la vida comunitaria fuera de las reuniones. Los padres y madres espirituales están muy activos en esta forma de iglesia. Los  padres son mentores de los hombres jóvenes y les proporcionan  sabiduría durante las crisis. Las madres les enseñan a las mujeres más jóvenes a ser sabias y desempeñarse adecuadamente como esposas y madres ( Tito 2: 3- 4).

Los hombres jóvenes aportan entusiasmo y fortaleza a la iglesia. Pero necesitan la estabilidad de los mayores, que los moldeará. Los hijitos espirituales le inyectan su fervor, recientemente adquirido, a la comunidad de los creyentes. Pero necesitan ser nutridos. Precisan que los demás los chequeen, los alimenten, les cambien los pañales y los enseñen a caminar con el Señor. 

6. LOS MIEMBROS REFLEJAN AL DIOS TRINO EN SUS RELACIONALES

Como ya lo hemos establecido, la iglesia prevista en el Nuevo Testamento es una comunidad eclesial que sigue el modelo del Dios trino. El Padre, el Hijo y el Espíritu se relacionan entre ellos. Su comunión familiar es la fuente y la meta de la iglesia (1 Juan 1: 1- 3).

La divinidad vive en una reciprocidad eterna con cada uno de sus miembros. Por esa razón, a la iglesia se le denomina, por sobre toda otra cosa, una comunidad recíproca. En otras palabras, una familia.

Debido a que hemos sido hechos a la imagen y semejanza de Dios, solo somos en verdad humanos cuando vivimos en comunidad. Una iglesia estructurada jerárquicamente, o que relega la comunión a un servicio religioso semanal, violenta esa realidad espiritual.

Por lo tanto, la trinidad le da la forma a nuestra comprensión de lo que es la iglesia. Resulta significativo que los antiguos cristianos describieran la comunión dentro de la trinidad como una danza eterna. Las tres personas de la Trinidad eternamente se dan esas mismas la una a la otra. Cada persona divina vive en una rueda eterna de amor que implica sacrificio propio. La iglesia a  sido llamada a reflejar esta danza de comunión y de auto entrega. Pero más que eso,¡ ha sido introducida en esa danza como un nuevo participante!

¿Por qué?  Porque la iglesia es una familia, la familia de Dios. Es interesante que los cristianos primitivos utilizarán el término perichoresis para describir la danza de comunión divina que se produce entre el Padre, el Hijo y el Espíritu. ( El prefijo peri significa “ alrededor”, y la palabra choresis  significa literalmente “ bailar”).

El fin último de la humanidad es ser completamente acogida  en esa danza trinitaria, ser introducida por entero en el círculo de ese amor superabundante que fluye dentro de la divinidad ( 1 Corintios 15: 24- 28; Efesios 1: 10). La buena noticia es que podemos vivir un anticipo de esa realidad futura ahora. Cómo Miroslav Volf lo dice: “ La participación dentro de la comunión del Dios trino, no solo es objeto de esperanza por parte de la iglesia, sino también su experiencia presente”.

Lamentablemente, debido a que durante tanto tiempo hemos conformado a la iglesia siguiendo un lineamiento institucional, hemos sido condicionados a dar algunos pasos equivocados en esa danza. Pero visualizar en la iglesia como familia arraiga firmemente nuestra identidad en el Dios trino y nos lleva de nuevo hacia ese círculo.

¿COMUNIDAD O CORPORACIÓN?

 Repito, los escritores del Nuevo Testamento nunca usaron la imagen de una corporación comercial para definir a la iglesia. A diferencia de muchas “iglesias” modernas, los cristianos primitivos no sabían nada de gastar cifras colosales en programas y proyectos de edificios a expensas de no poder sobrellevar las cargas de sus hermanos. 

De esa manera, muchas iglesias contemporáneas en esencia se han convertido en nada más que empresas de alto nivel que se parecen más a General Motors que a la comunidad apostólica. Una gran cantidad de iglesias han sucumbido a la seducción embriagante de una sociedad individualista, materialista, orientada así a los negocios y el consumo y que se sirve a sí misma. Y al fin y al cabo, el éxito de la empresa descansa sobre los hombros del CEO: el pastor. 

Como lo señala el afamado novelista Frederick Buechner:

La iglesia a menudo muestra un incómodo parecido con la familia disfuncional. Allí está la presencia  autoritaria del ministro ( el profesional que conoce todas las respuestas y toma la mayoría de las decisiones) que muy pocos se atreven a desafiar, tal vez porque sienten que no  serviría de nada el hacerlo. Allí, en la congregación, se da la camaradería exterior y la soledad interior. Allí existen reglas tácitas y agendas ocultas, dudas y desacuerdos que por amor al decoro se mantienen más o menos encubiertos. Allí hay gente que muestra entusiasmo y creatividad, de los que no se hace buen uso a menudo, y que a veces ni siquiera reconocen, porque la tendencia es no querer remover las aguas, sino seguir haciendo las cosas del mismo modo en que siempre se han hecho. 

Resumiendo, la Iglesia que se nos presenta en las Escrituras es un hogar lleno de amor y no un negocio. se trata de un organismo vivo, y no  de una organización estática. es la expresión corporativa de Jesucristo y no una corporación religiosa. es una comunidad del Rey, y no una aceitada máquina jerárquica.

Como tal, cuando la iglesia funciona según su naturaleza, ofrece:

  • interdependencia en lugar de independencia
  • integridad en lugar de fragmentación 
  • participación en lugar de permanecer como espectadores 
  • conexión en lugar de aislamiento 
  • solidaridad en lugar de individualismo 
  • espontaneidad en lugar de institucionalización 
  • relaciones en lugar de programas 
  • servicio en lugar de dominio 
  • enriquecimiento en lugar de inseguridad 
  • libertad en lugar de cautiverio 
  • comunidad en lugar de corporación
  • vínculos en lugar de indiferencia

En el lenguaje de los Apóstoles, la iglesia se compone de bebés, niños pequeños,  jóvenes, hermanos, hermanas, madres y padres, es decir, los términos y las imágenes de la familia (1 Corintios 4: 15;  1 Timoteo 5: 1- 2; Santiago 2: 15; 1 Juan 2: 13- 14). 

LA IGLESIA COMO FAMILIA EN EL SIGLO VEINTIUNO

Yo solía pertenecer a una de las iglesias pentecostales más grandes del estado de Florida. Era increíblemente rica. En ese tiempo había desarrollado amistad con una familia que asistía allí. Ellos eran muy pobres.

La siguiente escena quedó grabada a fuego en mi mente para siempre. Estaba sentado en la sala de mi amigo, en medio de la oscuridad, con él, su esposa  y cuatro niños. Conversábamos a la luz de una linterna y algunas velas. ¿Por qué estábamos sentados en la oscuridad? Porque ellos no habían podido pagar la cuenta de la electricidad de ese mes y les habían cortado la corriente.

La iglesia pudiente a la que todos pertenecíamos no les dio a este hombre y su familia ni un centavo. En ese tiempo, yo pensaba que eso era vergonzoso. Lo gracioso es que todavía lo sigo pensando. Ese incidente fue el último clavo del ataúd para mí. Poco tiempo después deje el cristianismo institucional para nunca más retornar a él. Y comencé mi travesía dentro de la vida de la iglesia orgánica.

Cuando retrocedo en mi pensamiento a las iglesias orgánicas con las que me he reunido durante las últimas dos décadas, muchas escenas  se agolpan en mi mente. Me recuerdan la fidelidad con que los miembros de esas iglesias le dieron cuerpo la familia de Dios. Puedo recordar tiempos en que una de esas iglesias apoyo  financieramente a una pareja y sus niños durante varios meses a causa de que el marido había sufrido una herida, no tenía seguro de salud, y no pudo trabajar durante una temporada.

Otra escena viene a mi mente cuando una hermana cayó enferma y estaba imposibilitada de conducir su automóvil. Los hermanos solteros se turnaban para llevarla a ver al doctor y a otros lugares en los que debía cumplir con recados necesarios. Las hermanas le preparaban las comidas. Eso duró dos semanas. 

Pienso en otra ocasión en que una iglesia lloró y se dolió junto con un hermano que había experimentado una tragedia familiar. Todos los creyentes estuvieron a su lado durante muchas semanas, ocupándose de sus necesidades.

Me acuerdo de otro momento en que una hermana sufrió de una depresión y otras hermanas fueron a su casa y la limpiaron del piso al techo, entretuvieron a los niños, lavaron la ropa, prepararon las comidas y llevaron a cabo muchas otras cosas hasta que ella se pudo poner de pie de nuevo. Pienso en otra ocasión en que la iglesia se rehusó a abandonar a un hermano descarriado y lo amo hasta traerlo de regreso al Señor. Tengo memorias muy vividas sobre la forma en que los miembros de esas iglesias se encontraban unos con otros varias veces por semana: comían, se divertían, reían, jugaban, trabajaban y conseguían sacar adelante juntos cuestiones personales y compartir sus vidas. 

Hay aún otras escenas que llenan mi mente. Algunos hermanos solteros que se ofrecían voluntariamente para cuidar a los niños de las parejas jóvenes de la iglesia a fin de que ellos pudieran relajarse y disfrutar de una cena tranquila. Los niños de la iglesia que jugaban unos con otros en la playa, picnics y los patios de las casas de los creyentes. Las comidas compartidas en las que los niños escuchaban las conversaciones de sus padres cuando hablaban con entusiasmo entre ellos sobre el Señor, niños que regresaban a sus hogares preguntándoles a sus papás y mamás de lo que habían oído. 

Al acercarnos al fin de este capítulo, sin embargo, pensé en transmitirles una historia en particular, qué refleja la manera en que una iglesia orgánica puede mostrar el amor por sus miembros en formas muy creativas. Lo que sigue es un informe dado por un grupo de mujeres en la primera iglesia orgánica que establecí. Cuentan la historia de un día de San Valentín muy especial, en el que los hermanos de la iglesia procuraron recordarles el amor de Cristo por ellas.

En este día de San Valentín, los hermanos prepararon un festejo con bombos y platillos para nosotras, las hermanas. Nos pidieron que nos  vistieramos formalmente y los esperamos en el hogar de una de las hermanas. Eso iba a convertirse en una ocasión elegante. Aparecieron tres de los hermanos. Llegaron vestidos formalmente con traje y corbata. Trajeron un jarrón lleno de tulipanes blancos. Nos dieron a cada una un tulipán blanco para que lleváramos en la mano. Nos dijeron que esos tulipanes nos representaban a nosotras. El blanco tenía que ver con la pureza de Cristo; el tallo verde se relacionaba con la vida de Cristo que había nosotras. 

Entonces nos tomaron una fotografía a todas para que recordaramos esa noche. Nos acompañaron hasta otra casa. Esperamos afuera. Lo que iba a suceder a continuación era una sorpresa. No teníamos ni la más mínima idea. Nos dijeron que había un artista en la ciudad, y que él había abierto su galería de arte para nosotras. Finalmente, se abrieron las puertas y nosotras entramos. Hubo un tour guiado por la casa. La primera parada fue una muestra: había un árbol en una maceta. De él pendía un poema que hablaba sobre lo que cada una de nosotras, las hermanas, representabamos para el Señor. El poema nos identificaba a cada una con las diferentes partes de un árbol. Encontramos fotografías de todas nosotras en las hojas. Fue muy conmovedor. 

En cada lugar de exhibición, varios hermanos jugaban distintos papeles, contándoles a los demás de que se trataba lo exhibido. Asumieron sus roles todo el tiempo. Estaban en un museo de arte. 

La siguiente muestra fue un collage de hermanos que sostenían las partes de un cartel. Cada cartel contenía una palabra. Las palabras juntas formaban un poema romántico que expresaba el amor de Cristo por su iglesia.

La siguiente muestra era un corazón dentro de un marco. Un gran corazón rojo.  Recortados sobre el corazón había un hombre y una mujer tomados de la mano. Dentro de la silueta del hombre estaban, recortadas, las caras de todos los hermanos de la iglesia, formando un collage que configuraba la imagen del hombre. Dentro de la imagen de la mujer estaban los rostros de todas las hermanas, recortados para armar el collage. Encima de todo eso había rayos de colores que se irradiaban desde el corazón: rosa, verde y azul. El rosa representaba el amor del Señor; el verde, su gozo; y el azul, su vida. El hombre y la mujer representaban a Cristo y su esposa. 

La última muestra consistió en un espejo inmenso. colgaba suspendido del techo. encima del espejo estaba en las palabras “ la esposa”. el guía turístico nos hizo parar a todas delante del espejo, y le dio un ángulo como para que todas las hermanas  pudiéramos vernos en él. el guía señaló que en el espejo había una mancha roja. representaba la sangre de Cristo. Y el versículo: “ Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara” había sido colocado encima. Fue algo muy conmovedor para todas nosotras. 

Una vez se ha acabado el tour, nos acompañaron a fuera de la casa. Dos hermanos salieron y nos cantaron una serenata. Uno de ellos tenía una guitarra, y los dos entonaron una canción cuya letra habían escrito. Ellos habían reelaborado la canción “ aún cuando no tengo dinero, estoy muy enamorado de ti, querida”. escribieron la letra para  que expresara cuánto nos amaban en Cristo.

Grabaron en vídeo todo el evento. Nos cantaron más canciones. Entonces nos invitaron a entrar a la casa de nuevo. El lugar se había transformado de pronto en un restaurante. Había largas mesas con manteles blancos y arreglos elegantes. Utilizaron porcelana fina con bordes dorados. Los cubiertos hacían juego. Colocaron vasos de cristal. Nos dijeron que nos sentaremos dejando un espacio intermedio para ellos, de modo que pudieran sentarse a nuestro lado después. Habían importado una mantequilla gourmet orgánica única, que era tremenda. 

Los hermanos prepararon una comida espléndida, y nos atendieron a nosotras, las hermanas. luego se sentaron a comer a nuestro lado. los hermanos cocinaron todo. los cuatro platos. Y fue una genuina comida gourmet. Dos hermanos distintos nos volvieron a dar otra serenata mientras comíamos. 

Esa noche nuestros hermanos honraron a las hermanas. Y se superaron a ellos mismos. Nos hicieron sentir muy especiales y amadas. Nos trataron como reinas, así como Cristo trata a su esposa. Nunca olvidaremos ese día. 

Cuando una iglesia funciona según su naturaleza orgánica, demuestra que  realmente es la familia de Dios. Y así se cumplen las palabras de nuestro Salvador: “ de este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman unos a los otros” ( Juan 13: 35). 

 

PREGUNTAS QUE DEBEMOS ENCARAR

  • ¿Nos sorprendió descubrir que la metáfora favorita de los autores del Nuevo Testamento para referirse a la iglesia fuera la familia? ¿Qué nos enseña eso?
  • Se ha sugerido que la razón principal por la que tanta gente joven abandona la iglesia típica es debido a que no funciona como una genuina familia. ¿Estás de acuerdo o en desacuerdo con esa afirmación? Explica.
  • ¿Es en verdad honesto llamarle “familia” a una iglesia en particular cuando sus miembros apenas se conocen unos a otros? Explica.
  • ¿Tienes deseos de formar parte de una auténtica comunidad de creyentes que está aprendiendo lo que significa ser la familia de Dios? Explica.