Frank de Viola Libro Book cap.4 Iglesia Reconfigurada

Frank de Viola Libro Book cap.4 Iglesia Reconfigurada

RECONFIGURACIÓN DEL LUGAR DE REUNIÓN

Capítulo 4

RECONFIGURACIÓN DEL LUGAR DE REUNIÓN 

La elección de la palabra “ekklesia” para designar a la comunidad cristiana sugiere que los creyentes del Nuevo Testamento no visualizaban a la iglesia ni como un edificio ni como una organización. Eran un pueblo, un pueblo reunido por el Espíritu Santo, un pueblo en él que estaban vinculados unos con otros a través de Cristo. 

                —Stanley Grenz 

Dios desea que lo que marque los encuentros de sus hijos sea la intimidad del “aposento alto” y no la formalidad almidonada de un imponente edificio público. Es por eso que en la Palabra de Dios encontramos que sus hijos se reunían en la atmósfera familiar y privada de un hogar.

  –Watchman Nee

 

¿A qué iglesia asiste usted? Esto es una pregunta común hoy. Pero dice mucho.

Supongamos que se ha contratado a un nuevo empleado en nuestro lugar de trabajo.  Descubrimos que es cristiano. Al preguntarle a qué iglesia asiste, el no responde diciendo: “ Asisto a una iglesia que se reúne en un hogar”.

 Seamos sinceros. ¿Qué pensamientos se agolpan en nuestra mente. Probablemente pensemos: “ Bueno, eso es bastante extraño. Debe ser algún religioso inadaptado de alguna especie”. O quizá: “ Probablemente forme parte de una secta o algún excéntrico grupo marginal”. O: “ Debe pasarle algo. Si no fuera así, asistiría a una iglesia  corriente “. O tal vez: “Seguramente es un rebelde de algún tipo, una bala perdida incapaz de sujetarse a la autoridad. De  otra manera asistiría a una iglesia normal, de aquellas que se reúnen en un edificio”. 

Desafortunadamente, esas son las reacciones de muchos cristianos cuando se enfrentan con la idea de una “ iglesia hogar”. Pero he aquí un punto clave: el lugar de reuniones de ese empleado es idéntico al de todos los cristianos mencionados en el Nuevo Testamento. De hecho, la iglesia de Jesucristo se reunía en las casas de sus miembros durante los primeros 300 años de existencia.

EL TESTIMONIO DE LOS CRISTIANOS PRIMITIVOS

El lugar corriente de reuniones de los cristianos primitivos no era otro que su propio hogar. Cualquier otro sitio constituye la excepción. Y la iglesia del primer siglo lo hubiera considerado como  fuera  de lo común. Notemos los siguientes pasajes: 

De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad ( Hechos 2: 46).

Ustedes saben que no he vacilado en predicarles nada que les fuera de provecho,sino que les he enseñado públicamente y en las casas ( Hechos 20: 20).

Saluden a Priscila y Aquila […] Saluden  igualmente a la iglesia que se reúne en la casa de ellos ( Romanos 16: 3, 5).

Aquila y Priscila los saludan cordialmente en el Señor, como también la iglesia que se reúne en la casa de ellos (1 Corintios 16: 19).

Saluden a los hermanos que están en Laodicea, Como también a Ninfas y a la iglesia que se reúne en su casa ( Colosenses 4: 15).

 A la hermana Apia, a Arquino nuestro compañero de lucha,  y a la iglesia que se reúne en tu casa (Filemón 2).

Las escrituras citadas más arriba muestran que los cristianos primitivos llevaban a cabo sus reuniones en los acogedores hogares de sus hermanos. ( Véase también Hechos 2: 2; 9: 11; 10: 32;  12: 12;  16: 15, 34, 40; 17: 5; 18: 7; 21: 8). Resulta interesante que la iglesia primitiva  no supiera nada de lo que tiene que ver con el edificio de la “ iglesia” de nuestros días. Tampoco tuvo noticias sobre las casas convertidas en basílicas. ¡O sea que ninguna de sus iglesias tenía bancos de madera atornillados al piso y un púlpito que acompañara a los muebles de la sala de la casa! Estas rarezas que están presentes en nuestro tiempo eran extrañas para los cristianos primitivos. 

Los creyentes del primer siglo se congregaban en casas comunes y corrientes. No sabían de “ edificios de la iglesia”. Solo conocían la “ iglesia en la casa”. 

¿Qué hizo la iglesia cuando creció demasiado como para reunirse en un simple hogar? Por cierto que no levantó un edificio. Sencillamente, al multiplicarse, se reunió en otros hogares, siguiendo el principio “ de casa en casa”. (Hechos 2: 46; 20: 20). 

Los eruditos en el Nuevo Testamento están de acuerdo en cuanto a que la iglesia primitiva estaba conformada en esencia por una red de reuniones realizadas en las casas.  Así que si existe algo como una iglesia normal, esa era la iglesia que se reunía en las casas.  O, como Howard Snyder lo mencionó en una ocasión: “Si existía alguna forma de iglesia en el Nuevo Testamento, era la iglesia hogar”. 

Los defensores de los edificios de la “ iglesia” han intentado argumentar que los cristianos primitivos hubieran erigido edificios religiosos si no hubiesen estado bajo persecución. Dicen que los creyentes primitivos se encontraban en las casas para ocultarse de sus perseguidores. Aunque esta idea es popular, se arraiga en puras conjeturas. Y esas conjeturas no coinciden con la historia verdadera. 

Consideremos estos hechos: La iglesia primitiva disfrutaba de paz y del favor del pueblo ( Hechos 2: 46- 47; 9: 31), y no guardaba en secreto el lugar en que se reunían; los inconversos podían encontrarlos muy fácilmente ( Hechos 8: 3; 1 Corintios 14: 23). La verdad es que con anterioridad al año 250 d.C. la persecución de los cristinos se volvió esporádica y muy localizada. En general, como resultado de una hostilidad callejera en áreas locales. No era algo llevado a cabo por el Imperio Romano. (Eso sucedió mucho después).

Dicho esto, al leer el Nuevo Testamento con una mirada comprensiva acerca de la manera en que los cristianos del primer siglo se relacionaban unos con otros, muy pronto descubrimos por qué se reunían en los hogares.

1 EL HOGAR TESTIFICA QUE EL PUEBLO CONSTITUYE LA CASA DE DIOS

La noción actual de “iglesia” se asocia frecuentemente con un edificio. (Al edificio comúnmente se le llama el “templo” o “la casa de Dios”). Según la Biblia, sin embargo, es a la comunidad del pueblo de Dios a la que se debe llamar iglesia. De la comunidad de los creyentes se dice que es “la casa de Dios”, y nunca se refiere a los ladrillos y la mezcla.

Una de las señales más sorprendentes que mostraba la iglesia primitiva era la ausencia de edificios religiosos especiales. En el judaísmo, el templo era el lugar santo de reuniones. En el cristianismo, la comunidad de los creyentes constituye el templo ( 1 Corintios 3: 16; 2 Corintios 6: 16; Efesios 2: 21- 22). Tanto el judaísmo como el paganismo enseñan que debe haber un lugar santificado para el culto divino. Por consiguiente, los antiguos judíos erigieron edificios especiales para llevar adelante las funciones espirituales ( las sinagogas). Igualmente los  paganos ( los santuarios). Pero no fue de ese modo en el cristianismo. 

Los creyentes primitivos comprendían que Dios santifica a la gente y no a los objetos. de esa manera, la ubicación espacial de los encuentros de los cristianos primitivos corto por completo con las costumbres religiosas del primer siglo. 

De hecho, la iglesia primitiva fue el único grupo religioso del primer siglo que se reunía exclusivamente en los hogares de sus miembros. Les hubiera resultado completamente natural a los cristianos de Judea continuar con su herencia judía, levantando edificios para satisfacer sus necesidades. Pero deliberadamente evitaron hacerlo. Lo mismo ocurrió con los cristianos gentiles. Ninguno de ellos erigió santuarios o templos “ cristianos”. Por lo menos, no durante el primer siglo. 

Quizá los cristianos primitivos tenían conocimiento de la confusión que crearían esos edificios santificados. Así que evitaron construirlos para preservar el testimonio de que los miembros del  pueblo del Señor  eran las piedras vivas que constituían el lugar de la habitación de Dios. 

Solo pensemos en la confusión y generalizada que la práctica corriente de llamar “ iglesia” a un edificio ha llegado a crear hoy. Los cristianos consideran en los edificios como “ la casa del Señor” y como si tuvieran algún tipo de elemento sagrado. Pero nada más lejos de la verdad. La iglesia de Dios nunca  ha sido un edificio. 

2 EL HOGAR CONSTITUYE EL MARCO NATURAL PARA RELACIONARNOS UNOS CON OTROS

Las instrucciones apostólicas con respecto a las reuniones de la iglesia se adaptan mejor al marco de un pequeño grupo como el que se da en un hogar. Las actividades orgánicas de la iglesia, tales como la participación mutua ( Hebreos 10: 24- 25); el ejercicio de los dones espirituales ( 1 Corintios 14: 26);  la edificación conjunta del pueblo de Dios con la intención de formar una comunidad que se relacione cara a cara (Efesios 2: 21- 22); la comida comunitaria (1 Corintios 11); el amor mutuo de los miembros unos hacia otros ( Romanos 15: 14; Gálatas 6: 1- 2; Santiago 5: 16, 19- 20); la libertad para compartir de un modo interactivo ( 1 Corintios 14: 29- 40);  y la  koinonia ( la vida compartida) del Espíritu Santo ( 2 Corintios 3: 17; 13: 14), todo ello funciona mejor dentro del marco de un pequeño grupo, como el de una casa. 

Agregado a eso, las 58 exhortaciones acerca de ministrarnos “ unos a otros” que aparece en el Nuevo Testamento solo pueden encarnarse en un medioambiente semejante al de una casa. Por esta razón, la reunión de la iglesia hogar resulta muy propicia para la realización del propósito final de Dios. Un propósito que se centra en “ ser edificados juntos” como piedras  vivas  para crear una casa para el Señor ( Efesios 2: 19- 22). 

3 LA CASA REPRESENTA LA HUMILDAD DE CRISTO

El hogar representa la humildad, la naturalidad y la simplicidad pura: las marcas más destacadas de la iglesia primitiva ( Hechos 2: 46; 2 Corintios 11: 3). Tenemos que admitirlo. El hogar es un lugar mucho más humilde que los majestuosos edificios religiosos de nuestros días, con sus altos campanarios y su decoración  elegante. De ese modo, la mayoría de los modernos edificios de la “ iglesia” reflejan la jactancia de este mundo más que el manso y humilde Salvador cuyo nombre llevamos. Rodney Stark confirma este punto, diciendo: 

Por demasiado tiempo los historiadores han aceptado la afirmación de que la conversión del emperador Constantino ( alrededor de 285- 337) fue la causa del triunfo del cristianismo. Por el contrario, él destruyó sus aspectos más dinámicos y atractivos, y convirtió a un movimiento muy intenso y militante en una institución arrogante controlada por una elite que con frecuencia se las ha arreglado para ser al mismo tiempo brutal y laxa […] El “favor” de Constantino fue la decisión tomada por él de desviar hacia los cristianos el tremendo financiamiento estatal del que habían dependido siempre los templos paganos. De la noche a la mañana, el cristianismo se convirtió en “ el receptor más favorecido de los casi ilimitados recursos del favor imperial”. Una comunidad de fe que se había venido reuniendo dentro de estructuras humildes de pronto se vio albergada en magníficos edificios públicos; la nueva iglesia de San Pedro en Roma fue diseñada sobre el modelo de la Basílica, propia de los salones del trono imperial. 

Además, los  elevados gastos generales  de un edificio religioso  le han causado al pueblo de Dios una enorme pérdida económica. Como George Barna y yo lo señalamos en nuestro libro  Paganismo, ¿ en tu cristianismo?,  las iglesias institucionales sólo en los Estados Unidos tienen un patrimonio de más de 230 mil millones de dólares en bienes inmuebles. Y una gran parte de ese dinero le ha sido prestado ( es una deuda). Los  cristianos dan entre nueve y once mil millones de dólares por año para esos edificios. ¿Cuanto más libres estarían sus manos para apoyar a los pobres y necesitados, y para extender el evangelio si no tuvieran que llevar una carga tan pesada?

4 EL HOGAR REFLEJA LA NATURALEZA FAMILIAR DE LA IGLESIA

Los escritos de Pablo están saturados de la afinidad natural que existe entre las reuniones en el hogar y el tema de la familia en la iglesia. Porque el hogar es el medioambiente natural de la familia, le proporciona naturalmente a la ekklesia una atmósfera familiar, la misma atmósfera dominante en la vida de los cristianos primitivos.

En marcado contraste, el medio ambiente artificial del edificio de la “ iglesia” promueve un clima impersonal que inhibe la intimidad y la participación. El formalismo rígido del edificio va en sentido inverso al aire refrescante y extraoficial que se respira en una reunión de hogar.

Además, resulta bastante fácil “ sentirse perdido” en un edificio grande. Debido a la naturaleza espaciosa y remota de la “ iglesia” estilo basílica, las personas fácilmente pasan inadvertidas. O lo que es peor, se pueden esconder en sus pecados. Pero no es así en un hogar. Todos nuestros defectos salen a relucir. Y es bueno que así sea. Todos y cada uno es conocido en esos encuentros, y también aceptado y animado. 

En este sentido, la manera formal en que se llevan a cabo las cosas en la “ iglesia” tipo basílica tiende a desalentar la interrelación mutua y la espontaneidad que caracterizaban a los encuentros de los cristianos primitivos. Winston Churchill dijo con mucha sabiduría: “Primero nosotros les damos forma a nuestros edificios. De ahí en más, ellos nos dan forma a nosotros”. Hagamos una exégesis de la arquitectura del típico edificio de una iglesia y rápidamente descubriremos que le enseña eficazmente a la iglesia que se mantenga pasiva.

La estructura interior del edificio no ha sido diseñada para la comunicación interpersonal, el ministerio mutuo o la comunión espiritual.  En lugar de eso, está diseñada para que se de una comunicación unidireccional rígida, en un sentido púlpito- bancos, o líder- congregación. 

De esta forma, el edificio típico de la “ iglesia” resulta incuestionablemente similar a un salón de conferencias o un cine. Hay una disposición cuidadosa de la congregación en bancos ( o sillas) para que vean y escuchen al pastor ( o al sacerdote) hablar desde el púlpito. 

La gente se concentra en un solo punto de atención: el clérigo líder y su púlpito. ( En las iglesias litúrgicas, la mesa del altar toma el lugar del púlpito como punto central de referencia. Pero en ambos casos, el edificio promueve una centralidad y dependencia del clero.) 

Sin embargo, eso no es todo. El lugar en el que se sientan el pastor y los miembros del equipo normalmente se eleva por encima de los asientos del resto de la congregación. Semejante disposición refuerza, sin bases bíblicas, el abismo que existe entre el clero y el laicado. (  Véase la parte 2 de este libro para obtener más detalles). Esto también alimenta la mentalidad de espectadores que aqueja a muchos dentro del cuerpo de Cristo hoy. 

Por contraste, los cristianos primitivos conducían sus reuniones en los hogares para expresar el carácter único de la vida de la iglesia. Se encontraban en las casas para alentar la dimensión familiar de la adoración, la comunión y el ministerio. Las reuniones de hogar naturalmente llevaban al pueblo de Dios a sentir que los intereses de la iglesia eran sus propios intereses. Promovían una sensación de cercanía entre las personas y la iglesia, más que distanciarlas. La situación hoy es muy diferente. La mayor parte de los cristianos contemporáneos asisten a la “iglesia” como espectadores remotos, y no como participantes activos. 

Agregado a eso, las reuniones de hogar le proporcionaban al pueblo de Dios un espacio en el cual demostrar su hospitalidad, virtud básica de una auténtica vida de iglesia (Romanos 12: 13; 1 Timoteo 3: 2; Tito 1: 8; 1 Pedro 4: 9). La reunión de una iglesia hogar proporcionaba tanto conectividad entre unos y otros cómo relaciones firmemente arraigadas, que era lo que caracterizaba a la ekklesia. Les proveía a los cristianos una atmósfera tipo familiar en la que la verdadera comunión se producía codo a codo, cara a cara, y mirándose a los ojos. Proporcionaba un clima que propiciaba la comunicación abierta, la cohesión espiritual y el poder comulgar sin reservas, todos rasgos necesarios para el pleno florecimiento de la koinonia (la comunión compartida) con el Espíritu Santo.

5 AUTENTICIDAD ESPIRITUAL DE LOS MODELOS DE HOGAR

La iglesia en la casa también sirve como un testimonio fructífero de la realidad y la autenticidad espiritual. Para muchos  constituye un testimonio reconfortante al compararla con esas instituciones religiosas que equiparan los edificios glamorosos y los presupuestos multimillonarios al éxito.

De igual modo, muchos no cristianos no asistirían a un servicio religioso moderno de los que se llevan a cabo en una “iglesia” tipo basílica, en la que se espera que cada uno vista como para el espectáculo. Pero no se sienten intimidados o inhibidos al reunirse en el ambiente natural y confortable del hogar de alguna persona dónde pueden ser ellos mismos. 

La atmósfera para nada profesional que se respira en un hogar, contrapuesta a lo que sería un edificio frío, resulta mucho más acogedora. Comparados con los hogares, los edificios resultan impersonales y no aptos para relacionarse. Quizá esta sea otra de las razones por la que los cristianos primitivos escogieron reunirse en hogares en lugar de erigir santuarios, templos o sinagogas, como lo hacían otras religiones de sus días. 

Además, la reunión de una iglesia hogar desafía la desconexión, contraria a la Biblia, entre lo secular y lo sagrado. No existe tal desconexión en las Escrituras. El reunirse con un propósito “ religioso” dentro de un edificio “ religioso” simplemente remarca esa mentalidad contraria a las Escrituras. Pero el reunirse en un hogar demuestra que lo sagrado y lo secular se integran. 

Consideremos la comunión que existe dentro del Dios trino. No se encuentra allí una desconexión entre lo espiritual y lo secular. El Padre es la morada  natural del Hijo, y el Hijo es la morada  natural  del Padre ( Juan 10:30, 38; 14: 10- 11; 17: 21- 23). El Padre, el Hijo y el Espíritu habita inseparablemente el uno en el otro. Esta mutua inhabitación es íntima, natural y constante. Y nos permite echar un vistazo  a las normativas de la “ vida de hogar” del mismo Dios. En palabras de Kevin Giles: “ La comunión de las personas divinas es tan completa, que de cada una se podría decir que mora eternamente en la otra. En un completo intercambio de vida divina.” 

El encontrarse dentro de la naturalidad de un hogar con el propósito de expresar al Dios viviente refuerza aún más esta realidad espiritual. El reunirse en un edificio “sagrado”, utilizado para eventos “sagrados”, la distorsiona. 

Irónicamente, muchos cristianos creen que si una iglesia no es propietaria de un edificio, su testimonio ante el mundo se ve inhibido y se reprime su crecimiento. Pero nada está más alejado de la verdad. El hecho es que la fe cristiana creció descomunalmente durante los primeros 300 años de vida, ¡todo sin la utilización de edificios “ eclesiales”. 

De todas estas maneras, las reuniones de las iglesias en el hogar demuestran ser fundamentalmente bíblicas. También prácticas en cuanto a lo espiritual. Y están en total desacuerdo con los servicios modernos al estilo púlpito- bancos, en los que los creyentes se sienten forzados a tener comunión con la parte de atrás de una cabeza ubicada frente a ellos durante una o dos horas. 

EL APLAZAMIENTO SOCIAL DE LA IGLESIA

Lo dicho hasta aquí se puede reducir a esta simple y profunda observación: El lugar de emplazamiento social de la reunión de la iglesia expresa e influye sobre el carácter de la propia iglesia.

Dicho de otro modo, el marco espacial de la iglesia tiene una significación teológica. En el típico templo o capilla, con su púlpito, bancos ( o filas de sillas), e inmenso espacio, se respira un aire formal que inhibe la interacción y las relaciones.

Los rasgos peculiares de un hogar producen el efecto opuesto. La poca cantidad de asientos. La atmósfera informal. El marco de convivencia en el que se comparten las comidas. Las fotografías de la familia colgadas en las paredes. El espacio personalizado de mullidos sofás y almohadones confortables. Todas estas características nos ofrecen una lectura entre líneas referida a los relacional, que tiene mucho que ver con el ministerio mutuo. 

Para expresar lo con simpleza, la iglesia primitiva se reunía en los hogares de sus miembros por razones espiritualmente  viables. La iglesia institucional moderna altera esas razones. Howard Snyder lo señala de una manera hermosa: 

El Nuevo Testamento nos enseña que la iglesia es una comunidad en la que todos han sido dotados y todos tienen un ministerio. La iglesia de la que  enseña las Escrituras constituye una nueva realidad social que nos presenta un modelo, y lo encarna, en cuanto al respeto y la preocupación por la gente, que es el que vemos en el mismo Jesús. Ese es nuestro más alto llamado. Y sin embargo la iglesia, de hecho, con frecuencia traiciona ese llamado. Las iglesias en el hogar nos ofrecen, en gran parte, una vía de escape a esta traición y está paradoja. Una comunidad que se mira a la cara alienta el respeto mutuo, la responsabilidad mutua, la sumisión mutua y el ministerio mutuo. La sociología de la Iglesia hogar propicia un sentido de la igualdad y el valor mutuo, aunque no lo garantiza, tal como la iglesia de Corinto lo demuestra. 

Los principios neotestamentarios del sacerdocio de los creyentes, los dones del Espíritu y el ministerio desarrollado en Mutualidad se dan de forma natural dentro de este contexto.

Las iglesias hogar son algo revolucionario debido a que encarnan la enseñanza radical de que todos han sido dotados y todos son ministros. Nos ofrecen algo de esperanza en cuanto a librar al cuerpo de Cristo de algunas de sus peores herejías, como que algunos creyentes son más valiosos que otros, que solo algunos cristianos son ministros, y que los dones del Espíritu ya no están en funcionamiento en nuestra época. Estas herejías no se pueden subsanar teóricamente ni sólo a través de la teología. Tienen que subsanarse en la práctica y las relaciones, dentro del formato social de la iglesia. 

DOS TIPOS DE REUNIONES

Qué lugar de reunión  normativo para la Iglesia es el hogar, según yo creo, no se discute. Pero, ¿sugiere eso que nunca resulta apropiado que una iglesia se reúna en otro lugar? No, no lo implica.

En ocasiones especiales, cuando era necesario que “toda la iglesia”  se reuniera, la iglesia de Jerusalén se encontraba en espacios mayores, tales como los atrios abiertos del templo y el Pórtico de Salomón ( Hechos 2: 46a; 5: 12).

Pero esos encuentros de grupos grandes no rivalizaban con la localización normativa de las reuniones regulares de la iglesia, que era la casa ( Hechos 2: 46b). Ni siquiera establecieron un precedente para que los cristianos erigieran sus propios edificios. 

Los atrios del templo y el Pórtico de Salomón eran lugares públicos, espacios al aire libre que ya existían antes de la aparición de los primeros cristianos. Esos escenarios apropiados para grupos grandes  proveían la capacidad para que se encontrará “toda la iglesia” cuando resultaba necesario juntarla con algún propósito en particular. 

En los primeros días de la existencia de la iglesia, los apóstoles utilizaban estos lugares para llevar a cabo reuniones apostólicas con el vasto número de creyentes e inconversos de Jerusalén ( Hechos 3: 11- 26; 5: 20- 21; 25, 42). 

No deberíamos confundir las reuniones de la iglesia con aquellas instancias en las que encontramos a los apóstoles concurriendo a las sinagogas. Estas últimas eran reuniones evangelisticas pensadas para predicarles el evangelio a los judíos que aún no eran salvos. Señalo otra vez: las reuniones de la iglesia eran principalmente para la edificación de los creyentes. Las reuniones evangelísticas estaban  primordialmente dirigidas a la salvación de los incrédulos. (Véase el capítulo 2). 

Siguiendo esta línea, Pablo alquiló un edificio, llamado la escuela de Tirano, en el que llevó a cabo reuniones apostólicas durante dos años. Pero, lo señalo de nuevo, esas reuniones se realizaban de modo temporal. Estaban planeadas para evangelizar, establecer una iglesia o entrenar a los obreros cristianos ( Hechos 19: 9- 10). No continuaron llevándolas a cabo de forma permanente. Tales reuniones serían semejantes a los seminarios, talleres y conferencias ocasionales de hoy en día.

Quizá el Espíritu Santo haya dirigido y aún continúe dirigiendo a algunos a congregarse en un edificio con una finalidad especial. ( Más allá de un propósito ministerial, se pueden utilizar edificios para tareas del reino tales como alimentar a los pobres, albergar a los que no tienen hogar, vestir a los necesitados y cosas semejantes). Quizá él haya guiado y aún guíe en el futuro a otros a comprar un edificio para propósitos especiales. Pero el Espíritu solo lo hará si verdaderamente encaja con los propósitos del Señor

Dejemos en claro que sí Dios guía a una iglesia en esa dirección, eso no debe ser impulsado por un celo humano, una tradición o una presión para que se realice; tampoco se debe revestir de una retórica religiosa que justifique la decisión. 

Dicho esto, ¿no deberíamos cuidarnos de la tendencia carnal a practicar algo simplemente porque representa la última moda espiritual del día? El Señor nos libre de caer en el peligro que corrió el antiguo Israel cuando, perdido el  rumbo, pidió ser “como las otras naciones” ( 1 Samuel 8: 5, 20; 2 Reyes 17: 15). Y que él nos libre también de adoptar irreflexivamente el actual “complejo edilicio” solo porque hacerlo es lo convencional. 

 

PREGUNTAS QUE DEBEMOS ENCARAR

  • Cuando vemos o escuchamos la expresión iglesia hogar o iglesia en el hogar , ¿qué viene a nuestra mente? Explica.
  • ¿No deberían ser las reuniones de la iglesia de hogar más la regla que la excepción debido a los beneficios espirituales que están estrechamente relacionados con ellas? Explica.
  • Luego de leer este capítulo, ¿no creemos que la pregunta que se impone no es tanto: “Por qué algunas iglesias se reúnen por la casas”, sino más bien: “Por qué hay tantas iglesias que no se reúnen por las casas”? 
  • ¿Nos molesta que los cristianos gasten entre nueve y once mil millones de dólares por año en edificios de la iglesia, y que muchos de esos edificios ni siquiera sean propiedad completa de la iglesia, sino que representan una gran deuda existente? Explica.