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El Evangelio de Dios | Watchman nee

El Pecado Los Pecados y el Pecador

CAPÍTULO UNO 

 

EL PECADO, LOS PECADOS Y EL PECADOR 

LA NATURALEZA DE ESTA REUNIÓN: LA ENSEÑANZA DEL EVANGELIO 

Esta noche comenzaremos una serie de reuniones de estudios bíblicos. Pero antes de comenzar, me gustaría decir primero unas pocas palabras acerca de la naturaleza de estas reuniones. Yo no sé si algunos de los presentes vienen por primera vez. 

 

A algunos de los que vienen por primera vez se les hace muy difícil encontrar nuestra dirección. Muchos se han quejado de que la calle en que estamos ubicados es difícil de encontrar. Algunos incluso han llegado a decir que aunque estuvieron sentados aquí, no sabían cómo volver después de la reunión. No sabían qué camino tomar para llegar a cierto taller que habían visto al venir aquí, y no sabían cómo ir a la parada de tranvía o de ómnibus. Aunque estuvieron aquí, no estaban seguros de cómo llegaron, y apenas se acordaban del camino en que vinieron. Este es el caso de muchos creyentes en su vida cristiana. Si usted les pregunta si han creído en el Señor, ellos dirán que sí. Pero si usted les pregunta cómo han creído, ellos responderán que no están seguros. No entienden en lo absoluto la manera en que fueron salvos. 

 

Estas reuniones no son reuniones de avivamiento ni reuniones evangelísticas. Aunque el tema de estas reuniones es el evangelio, no son reuniones evangelísticas. Esta vez no estamos predicando el evangelio; por el contrario, estamos enseñando el evangelio. ¿Por qué necesitamos enseñar el evangelio? Muchos han sido salvos y se han convertido en cristianos, pero aún no saben cómo se convirtieron en cristianos. Lo que hacemos hoy es decirle a la gente cómo se han convertido en cristianos. En otras palabras, les estamos diciendo que ellos doblaron al sur por la calle Aiwenyi y caminaron directo al taller que vieron, y que luego doblaron de allí a la calle Wen-teh donde estamos ahora, y que sólo tomaron unos pocos pasos desde allí para llegar a la ventana de nuestro local de reuniones, que doblaron a la entrada del local pasando cerca del canasto de basura hasta llegar a la puerta, y luego entraron. Esta vez no estamos persuadiendo a la gente a entrar; más bien, les estamos diciendo cómo entrar. 

 

Si algunos de los presentes no han creído en el Señor, tal vez se decepcionen. Lo que estamos haciendo esta vez es mostrarles a aquellos que han creído cómo han creído. Tal vez algunos hermanos y hermanas estén claros acerca del evangelio; incluso tal vez ya sepan lo que estamos diciendo. Pero espero que el Señor nos bendiga y nos dé nueva luz. Usted debe entender que estas reuniones son de estudio bíblico y están dirigidas para aquellos que han creído pero no saben cómo han creído. Esta vez no los aliento ni lo reavivo. Sólo estoy indicándoles la dirección. En otras palabras, en estas reuniones no soy otra cosa que un guía de turismo. 

 

EL PECADO, LOS PECADOS Y EL PECADOR 

 

Comenzaré con algo muy básico acerca del evangelio. Sin embargo, espero que en cada reunión avancemos un poco. En esta primera reunión, abarcamos un tema que la mayoría de la gente no quiere escuchar, pero que es inevitable. El tema de esta reunión es el pecado, los pecados y los pecadores. 

 

La Biblia le presta mucha atención al asunto del pecado. Podemos entender la salvación sólo cuando tenemos un entendimiento claro acerca del pecado. Si queremos conocer el evangelio de Dios y la salvación de Dios, debemos conocer primero lo que es el pecado. Debemos ver primeramente cómo el pecado nos ha afectado y cómo nos hemos hecho pecadores. 

 

Sólo así entenderemos claramente la salvación de Dios. Primero consideraremos el abecedario. Debemos ver qué es el pecado, qué son los pecados y quién es un pecador. 

 

LA DIFERENCIA ENTRE EL PECADO Y LOS PECADOS 

 

Se puede ver fácilmente la diferencia entre el pecado y los pecados: el pecado está en singular y los pecados está en plural. Sin embargo, debemos distinguir entre el pecado y los pecados. Si usted no puede diferenciar a los dos, le será imposible entender su salvación. Si alguien no entiende la diferencia entre el pecado y los pecados, aunque sea salvo, probablemente su salvación no tiene claridad. ¿Qué es el pecado según la Biblia? ¿Qué son los pecados? Déjenme darles primero una breve definición. El pecado se refiere al poder que está dentro de nosotros que nos motiva a cometer actos pecaminosos. En contraste, los pecados se refieren específicamente a los actos pecaminosos individuales que cometemos exteriormente. 

 

¿Qué es el pecado? No me gusta usar términos como “el pecado original”, “la raíz del pecado”, “la fuente del pecado”, o similares. Estos términos fueron creados por teólogos y para nosotros son innecesarios. Seremos más simples y consideraremos este asunto según nuestra experiencia. Sabemos que en nosotros hay algo que nos motiva y nos fuerza a tener ciertas inclinaciones espontáneas; nos obliga a tomar el camino de la lujuria y la pasión. Según la Biblia esto es el pecado (Romanos. Capitulo 7 versículo 8 y también versículos del 16 al 17). 

 

Pero no solamente existe tal pecado dentro de nosotros que nos fuerza y nos obliga, sino que también existen los actos pecaminosos individuales, los pecados, que se cometen exteriormente. En la Biblia los pecados están relacionados con nuestra conducta, mientras que el pecado está relacionado con nuestra vida natural. Los pecados son actos cometidos con las manos, los pies, el corazón y aun con todo el cuerpo. Pablo se refiere a esto cuando habla de los hábitos de la carne (Romanos. Capitulo 8 versículo 13). Pero ¿qué es el pecado? El pecado es una ley que controla nuestros miembros (Romanos. 7 versículo 23). En nuestro interior hay algo que nos obliga a pecar, a cometer el mal, y este algo es el pecado. 

 

Si queremos diferenciar claramente entre el pecado y los pecados, hay una porción en las Escrituras que debemos considerar. Son los primeros ocho capítulos del libro de Romanos. Estos ocho capítulos nos muestran el significado completo del pecado. En estos ocho capítulos encontramos una característica sobresaliente: desde el capítulo uno hasta el capitulo 5 versículo 11, solamente la palabra pecados se menciona; el pecado no se menciona. Pero desde el capitulo 5 versículo 12 hasta el final del capítulo ocho, encontramos el pecado, y no los pecados. Desde el capítulo uno hasta el capitulo 5 versículo 11, Romanos nos muestra que el hombre ha cometido pecados ante Dios. Desde el capitulo 5 versículo 12 en adelante, Romanos nos muestra qué clase de persona el hombre es ante Dios: él es un pecador. El pecado se refiere a la vida que tenemos. Antes de Romanos capítulo 5 versículo 12, no hay mención de que lo muerto reaviva, pues el problema allí no es que uno necesita ser avivado, sino que los pecados individuales que se han cometido necesitan ser perdonados. 

 

Desde el capítulo 5 versículo 12 en adelante, tenemos la segunda sección. Aquí vemos algo fuerte y poderoso en nuestro interior, que es una ley en nuestros miembros, el pecado, el cual nos obliga y arrastra a cometer actos pecaminosos, o sea, pecados. Por esto existe la necesidad de ser liberados. 

 

Los pecados están relacionados con nuestra conducta. Entonces, la Biblia nos muestra que necesitamos perdón por nuestros pecados (Mateo capítulo 26 versículo 28; Hechos de los apóstoles capítulo  2 versículo 38; también en el mismo libro de hechos capítulo 10 versículo 43). Pero el pecado nos atrae y nos obliga a cometer actos pecaminosos. Así que, la Biblia nos muestra que necesitamos ser liberados del pecado (romanos capítulo  6 versículos 18 y 22). Una vez me encontré con un misionero que hablaba acerca del “perdón del pecado”. Inmediatamente me levanté para tomar su mano y le pregunté: “¿En qué parte de la Biblia dice „el perdón del pecado‟?” El respondió que había muchas partes. Cuando le pregunté que si me podía encontrar una, él dijo: “¿Qué quiere usted decir? ¿No puede encontrar ni una parte que diga esto?” Yo le dije que en ninguna parte de la Biblia están mencionadas las palabras el perdón del pecado; sino que más bien, la Biblia siempre habla “del perdón de los pecados”. Los pecados son perdonados, no el pecado. 

 

El no creyó mis palabras, así que buscó en su Biblia. Finalmente me dijo: “Señor. Nee, es muy extraño. Cada vez que se usa esta frase, hay una „s‟ agregada”. Creo que ustedes pueden ver que los pecados son perdonados, no el pecado. 

Los pecados son exteriores. Por eso deben ser perdonados. Pero hay algo más en nosotros, algo fuerte y poderoso que nos obliga a cometer pecados. De esto no necesitamos perdón; de esto necesitamos ser liberados. Al instante en que ya no estemos bajo su poder y no tengamos nada que ver con esto, estaremos en paz. 

 

La solución para los pecados viene por medio del perdón. Sin embargo, la solución al pecado viene cuando ya no estamos bajo su poder y no tenemos nada que ver con él. Los pecados tienen que ver con nuestras acciones y se cometen uno por uno. Esa es la razón por la cual necesitan ser perdonados. Pero el pecado está dentro de nosotros, y nosotros necesitamos ser liberados de él. 

 

Por lo tanto, la Biblia nunca dice “perdón de pecado” sino “perdón de pecados”. La Biblia tampoco habla de ser “liberado de los pecados”. Yo le puedo asegurar que la Biblia no dice eso. Más bien la Biblia dice que somos “liberados del pecado”, no de los pecados. De lo único que necesitamos escapar y ser liberados es aquello que nos tienta y nos obliga a cometer pecados. Esta distinción está clara en la Biblia. 

Yo puedo comparar los dos de la siguiente manera: 

Según las Escrituras, se dice que el pecado está en la carne; mientras que los pecados están en nuestra conducta.

 

El pecado es un principio en nosotros; es un principio de la vida que tenemos. Los pecados son actos cometidos por nosotros; son actos en nuestro vivir. 

El pecado es una ley en nuestros miembros. Los pecas son transgresiones que cometemos; son actividades y hechos reales. 

El pecado es lo que somos; los pecados son lo que hacemos. 

El pecado está en la esfera de nuestra vida; los pecados están en la esfera de la conciencia. 

 

El pecado está relacionado con el poder de la vida que poseemos; los pecados están relacionados con el poder de la conciencia. Una persona es gobernada por el pecado en su vida natural, pero está condenada en su conciencia por los pecados cometidos exteriormente. 

El pecado es considerado como una sola entidad; los pecados son considerados caso por caso. 

El pecado está dentro del hombre; los pecados están ante Dios.

Del pecado debemos ser liberados; de los pecados debemos ser perdonados. 

 

El pecado está relacionado a la santificación; los pecados están relacionados a la justificación. 

En cuanto al pecado uno tiene que vencer; en cuanto a los pecados uno debe tener paz en el corazón. 

El pecado está en la naturaleza del hombre; los pecados están en la conducta del hombre. 

 

Figurativamente hablando, el pecado es como un árbol y los pecados son como el fruto del árbol. 

Podemos dejar claro este asunto con una simple ilustración. Al predicar el evangelio, a menudo comparamos al pecador con un deudor. Todos nos damos cuenta de que ser un deudor no es algo placentero. Pero debemos recordar que hay una gran diferencia entre el hombre que tenga deudas y el que tenga la disposición de incurrir en deudas. Una persona que pide prestado una y otra vez no le importa mucho usar el dinero de otro. La Biblia dice que los cristianos no deberían ser deudores (romanos capítulo 13 versículo 8); no deberían pedir prestado de otros. 

 

Una persona predispuesta a pedir prestado puede llegar a pedir doscientos o trecientos dólares a alguien hoy, luego otros dos mil o tres mil dólares de algún otro mañana. Aun si él es incapaz de pagar sus deudas, y sus parientes o amigos tienen que pagar por él, después de unos días va a empezar a pensar en pedir prestado otra vez. Esto muestra que pedir prestado es una cosa, pero tener una disposición a pedir prestado es otra. 

 

Los pecados que la Biblia describe son como las deudas exteriores, mientras que el pecado es como el hábito y la disposición interiores; es como la mente inclinada a pedir prestado fácilmente. Una persona con tal mentalidad no se detendrá de pedir prestado sólo porque alguien haya pagado su deuda. Por el contrario, puede llegar a pedir más porque hay otros que pagan sus deudas. 

 

Por esta razón Dios trata no sólo con el registro de pecados, sino también con la inclinación al pecado. Podemos ver que es importante tratar con los pecados, e igualmente importante es tratar con el pecado. Sólo cuando vemos ambos aspectos nuestro entendimiento acerca de la salvación está completo. 

 

¿QUIEN ES UN PECADOR? 

 

Ahora necesitamos preguntar: ¿Quién es un pecador? Yo sé que algunos de los hermanos y hermanas presentes han sido creyentes por más de veinte años. Algunos incluso han servido al Señor por más de quince años. Mi pregunta puede ser considerada como básica en la Biblia. ¿Quién es un pecador? Creo que muchos contestarían que un pecador es alguien que peca. Si usted mira en el diccionario, temo que la definición de pecador será alguien que peca. Pero cuando usted lea la Biblia, tendrá que rechazar esta definición, porque no es que el que comete pecados es un pecador, sino que el pecador es el que comete pecados. ¿Qué significa esto? Muchos de nosotros hemos leído el libro de Romanos. He escuchado a muchos decir que Pablo, al probar que todos en el mundo son pecadores, menciona en el capítulo tres que todos han pecado y están destituídos de la gloria de Dios (versículo  23). Dios busca a los justos y no encuentra a ninguno, busca a los que le entiendan y lo buscan, y no encuentra a ninguno; todos han mentido y se han apartado (versículos  10 al 13). 

 

Entonces, parece que Pablo está diciendo que todos en el mundo son pecadores. Cuidado. No sea tan apresurado a decir esto. ¿Menciona Romanos 3 al pecador? Si alguien puede encontrar la palabra pecador en Romanos 3, se lo agradecería. ¿Dónde se menciona al pecador en este capítulo? Por favor, observe que nunca se menciona al pecador aquí. Algunos han dicho que por causa de que Romanos 3 dice que el hombre peca, eso prueba que el hombre es un pecador. Pero Romanos 3 no menciona al pecador. Romanos 5 habla del pecador. Por lo tanto, tenemos que marcar la diferencia: Romanos 3 trata del problema de los pecados, y Romanos 5 del problema del pecador. Lo único que Romanos 3 nos dice es que todos han pecado. Solamente Romanos 5 nos dice quiénes son los pecadores. 

 

Todo aquel que nació de Adán es un pecador. Esto es lo que Romanos 5:19 nos dice. Si usted mira en New Translation de J. N. Darby, verá que él utilizó las palabras han sido constituídos pecadores. Todos somos pecadores por constitución. Cuando usted hace un currículo, hay dos cosas que usted debe de poner. Una es su lugar de nacimiento y la otra es su profesión. Según Dios, todos somos pecadores de nacimiento, y somos los que pecan como profesión. Por ser pecadores de nacimiento, siempre somos pecadores, sea que pequemos o no. 

 

Una vez estuve dirigiendo un estudio bíblico con los hermanos en Cantón. Yo les dije que hay dos clases de pecadores en el mundo: los pecadores pecaminosos y los pecadores morales. Pero no importa si usted es un pecador pecaminoso o un pecador moral, sigue siendo un pecador. Dios dice que todos los que nacen de Adán son pecadores. No importa qué clase de persona usted sea; mientras usted haya nacido de Adán, es un pecador. Si usted peca, es un pecador pecaminoso. 

 

Y si usted no ha pecado, o mejor dicho, si ha pecado menos, es un pecador moral, o un pecador que peca poco. Si usted es de la nobleza, es un pecador noble. Si usted se considera a sí mismo un santo, es un pecador santo. De todos modos, usted sigue siendo un pecador. El mayor error en la actualidad entre los hombres es considerar que un hombre es pecador sólo porque ha pecado; si él no ha pecado, él no es considerado un pecador. Pero esto es un concepto erróneo. Sea que usted peque o no, mientras sea un hombre, es un pecador. Mientras haya nacido de Adán, es un pecador. Un hombre no se hace pecador porque cometa pecados; más bien, él peca porque es un pecador. 

 

Por lo tanto, amigos míos, recuerden la Palabra de Dios. Nosotros somos pecadores; no nos convertimos en pecadores. No necesitamos convertirnos en pecadores. Una vez estuve hablando con un hermano y había un termo frente a él, y él dijo: “Aquí tenemos un termo. Si orase „quiero ser un termo‟ ¿qué ocurriría?” Yo dije: “Ya es termo. No necesita ser uno”. De la misma manera, una vez que somos algo, no necesitamos convertirnos en eso. 

 

Aunque nuestros pecados son perdonados, seguimos siendo pecadores. Podemos llamarnos los pecadores perdonados. Pero muchos creen que ya no son pecadores. Ellos piensan que si decimos que aún somos pecadores, significa que no conocemos muy bien el evangelio. Pero esta tal vez no sea la verdad. Pablo no dijo que sus pecados no fueron perdonados. El dijo que era un pecador (Primera de Timoteo capítulo  1 versículo 15). ¿Ha visto la diferencia aquí? Si usted le preguntara a Pablo si sus pecados fueron perdonados, él no podría ser tan humilde como para decir que no. 

 

Pero Pablo humildemente decía que él era un pecador. El no podía negar la obra de Dios en él. Pero tampoco podía negar su posición en Adán. Aunque hemos recibido nueva gracia en Cristo, Dios no ha quitado totalmente el problema del pecado; aún somos pecadores. El problema del pecado no estará totalmente resuelto sino hasta que aparezcan el nuevo cielo y la nueva tierra. Sin embargo, esto no significa que no hemos recibido una salvación completa. Por favor no me mal entiendan. En unos pocos días llegaremos a este punto. 

 

Lo que debemos ver clara y correctamente es que todo el mundo es pecador. Sea que usted haya pecado o no, mientras sea un hombre, es un pecador. Cuando algunos escuchan el evangelio, ellos pasan todo el tiempo razonando acerca de qué tantos o cuán pocos pecados han cometido. Pero ante Dios sólo hay una cuestión: ¿Está usted en Cristo o en Adán? Todos los que están en Adán son pecadores, y mientras usted sea un pecador, no hay nada más que decir. 

 

Entonces ¿por qué Pablo habla en Romanos 1 al capítulo 3 acerca de todos los pecados que el hombre comete? Estos pocos capítulos nos muestran que los pecadores pecan. Los primeros tres capítulos de Romanos prueban que un pecador es conocido por los pecados que él comete. Pero Romanos 5 nos dice qué clase de persona es un pecador en realidad. Una vez fui a Jian Kiangsi y me encontré con un hermano que era guardia de seguridad. El no creía que yo fuera un predicador y un obrero del Señor. He aquí el problema. Yo soy un obrero del Señor y un siervo de Cristo, pero él no lo creía. Por lo tanto, le tuve que probar que yo era un predicador. Le di muchas pruebas. Al final él creyó. De la misma manera, ya somos pecadores. Pero esto no se ha probado todavía. Los primeros tres capítulos de Romanos demuestran que somos pecadores. Estos capítulos nos dan la evidencia. Al mostrarnos que hemos pecado en tales formas, estos capítulos nos prueban que somos pecadores. El capítulo cinco dice que somos pecadores, pero los tres primeros capítulos prueban que somos pecadores. 

 

Déjenme contarles otra historia. En Fukien, había unos ladrones y secuestradores que anteriormente habían sido cristianos nominales. Aunque eran ladrones y secuestradores, sus conciencias aún funcionaban, hasta cierto punto; por lo tanto, si descubrían que habían secuestrado a un pastor o a un predicador lo liberaban sin pedir rescate. Entonces, cuando alguno era secuestrado, decía que era un pastor o un predicador de tal denominación. 

 

¿Qué podían hacer los ladrones entonces? Después de cierto tiempo, hallaron una manera. Cada vez que alguno dijera que era pastor, los ladrones le pedían que recitara los Diez Mandamientos, la oración del Señor y las Bienaventuranzas. Aquellos que los recitaran deberían ser pastores, entonces los dejaban ir. Escuché esta historia hace poco y pensé que era muy interesante. Si usted era pastor, lo tendría que probar. Los ladrones exigían de sus secuestrados que probaran que eran pastores. De la misma manera, Dios nos quiere demostrar que somos pecadores. Sin tal evidencia, podemos llegar a olvidarnos de nuestro verdadero yo. 

 

Por esto Romanos capítulo 1 al capítulo 3 enumera todos esos pecados, para mostrarnos que somos pecadores. Después de tantos hechos presentados allí, se comprueba que somos pecadores. 

Por lo tanto, uno nunca debería pensar que los muchos pecados nos convierten en pecadores. Hace mucho que somos pecadores. No nos convertimos en pecadores después de cometer pecados. Debemos establecer esto claramente. Hoy en día usted puede caminar por la calle y encontrarse con cualquiera, y tomarlo de la mano y decirle que es un pecador. 

 

Si él dice que él no puede ser pecador porque no ha asesinado a nadie, ni ha incendiado la casa de nadie, usted le puede decir que él es un pecador que nunca ha asesinado a nadie ni ha incendiado la casa de nadie. Si alguien le dice que nunca roba ni fornica, usted le puede decir que él es un pecador que nunca roba ni fornica. No importa con quién usted se encuentre, le puede decir que es un pecador. 

En todo el Nuevo Testamento, solamente Romanos capítulo 5 versículo 19 nos dice quién es un pecador. Las demás partes del Nuevo Testamento nos dicen lo que hace el pecador. Sólo aquí nos dice quién es el pecador. Un pecador puede hacer millones de cosas, pero esto no lo constituye en pecador. Mientras haya nacido de Adán, es un pecador. 

 

 

EL PEOR PECADO 

 

Hemos visto el asunto del pecado, los pecados y el pecador. Somos pecadores de nacimiento, y nuestro andar es conforme a nuestro nacimiento. Por causa de ser pecadores, nuestra conducta corresponde a nuestro título de pecador. Hay muchos “caballeros” en este mundo que cubren sus pecados y rehúsan admitir que son pecadores. Pero esto no significa que no son pecadores. Sólo significa que se han disfrazado como personas sin pecado. Somos pecadores de nacimiento y nuestra profesión y andar es cometer pecados. Permítanme repetir que no nos hemos convertido en pecadores porque hayamos pecado; más bien, es por ser pecadores que pecamos. El hecho de que seamos pecadores es lo que nos hace pecar. Aquellos que pecan demuestran que son pecadores. 

 

Esta noche tenemos algunos amigos occidentales con nosotros. Tal vez ellos hablen el dialecto de Shanghái. Por supuesto, la gente de Shanghái puede hablar este dialecto. Pero no podemos decir que todo aquel que habla el dialecto de Shanghái es de Shanghái. Muchos se han esforzado para aprender el dialecto de Shanghái, pero no son de Shanghái. También puede ocurrir que algunos de Shanghái no hablen este dialecto. No podemos decir que si no hablan el dialecto de Shanghái, no son de Shanghái. Sí lo son, pero no hablan el dialecto. Por lo tanto, hay algunos de Shanghái que no hablan el dialecto de Shanghái. Generalmente hablando, todos los de Shanghái hablan su propio dialecto. Es natural que hablen este dialecto. De la misma manera, es imposible que los pecadores eviten llevar una vida pecadora. 

 

En cuanto a los pecados que los pecadores cometen, preferiría no mencionarlos en detalle, como muchos lo han hecho. Yo sólo quisiera probar brevemente el pecado del hombre. Tanto en el Nuevo Testamento como en el Antiguo Testamento, hay unos pocos pecados que se destacan en forma especial. El pecado sobresaliente del Antiguo Testamento es dejar de amar a Dios. En el Nuevo Testamento, también hay un pecado sobresaliente, el cual es rehusar creer en el Señor. Cuando la Biblia dice que el hombre está condenado y se ha convertido en un pecador a los ojos de Dios, no significa que ha cometido un montón de pecados que provocaron la ira de Dios, como por ejemplo asesinato, piromanía, fornicación, orgullo, glotonería, prostitución, juego de azar, u otros tipos de pecados sucios y secretos. La Biblia no pone énfasis en esto. Lo que la Biblia considera serio es el problema que se ha levantado entre el hombre y Dios. El último mandamiento es amar al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con toda tu fuerza (Mateo capítulo  22 versículos 36 al 37; Marcos capítulo  12 versículo 30). Entonces, el asunto no es si uno ha robado a otros, o si uno ha asesinado o complotado un incendio. El asunto no es la lujuria personal ni los pensamientos ni las palabras. Más bien, el problema radica en la relación que uno tiene con Dios. 

 

De entre todos los pecados, hay uno que está a la cabeza. Este pecado trae todos los demás. A este pecado, le siguen todos los demás. La Biblia dice que el pecado entró en el mundo a través de un solo hombre (romanos capítulo  5 versículo 12). Quisiera hacerles una pregunta, ¿cuál fue el pecado que cometió ese hombre? ¿Fue fornicación, robo, asesinato, incendio? Tales cosas no existían en el Edén. Toda la maldad, lo sucio y lo terrible que sucede en el mundo actualmente proviene de un incidente relacionado con Adán. Pero ¿qué fue lo que Adán hizo? Adán no asesinó, no fornicó, no cometió ninguno de los pecados malos y sucios del mundo actual. El pecado que Adán cometió fue simple y puro. Adán pensó que Dios escondía algo de él. El pensó que si él comía del fruto de ese árbol, él sería como Dios. El pecado que Adán cometió fue en realidad un problema que se desarrolló entre él y Dios. Dios esperaba que Adán continuara en su posición apropiada. Pero Adán 

no creyó que lo que Dios le había dado le fuera provechoso. El empezó a dudar del amor de Dios. Un problema se desarrolló en cuanto al amor de Dios. 

 

Adán no cometió muchos pecados en este incidente. El no jugó, él no puso sus ojos en las cosas malas de la calle, él no leyó libros sucios. El pecado de Adán fue un problema que se levantó entre él y Dios. 

 

Siguiendo eso, muchos pecados entraron. Una vez que Adán pecó de esta manera, todo tipo de pecado siguió. Los pecados son según su especie, y todos siguen uno al otro. Sin embargo, el primer pecado no fue el pecado que nosotros pensamos. El primer pecado fue el único pecado del Antiguo Testamento, el pecado de no amar a Dios. Después de que un problema se desarrolló entre el hombre y Dios, empezaron a desarrollarse los problemas entre los hombres. En el huerto de Edén, un problema se desarrolló en el hombre; luego, fuera del huerto de Edén, el hijo mayor asesinó al hijo menor, y luego todo tipo de pecado siguió. Entonces, vemos que los pecados no comenzaron en una manera seria y sucia, como tal vez nos lo imaginemos. La Biblia nos muestra que los pecados empezaron con algo muy sencillo. Pero en realidad el primer pecado fue el más serio: un problema entre el hombre y Dios. 

 

Cuando leemos el Nuevo Testamento, vemos que el Señor Jesús dice muchas veces que aquel que cree tiene vida eterna (Juan capítulo 3 versículos 15 al 16, y 36; capítulo 5 versículo 24; capítulo 6 versículo 40, 47; capítulo 11 versículo 25). Probablemente más de cincuenta veces el Señor indica que el que cree tiene vida eterna. Entonces, ¿quiénes perecerán? ¿Son los asesinos quienes irán al infierno? ¿Son los fornicadores quienes perecerán? ¿Son los que tienen pensamientos sucios y comportamiento impropio quienes irán a perdición? No necesariamente. 

 

El Evangelio de Juan nos dice una y otra vez que aquellos que no creen son los que serán condenados (Juan capítulo 3 versículo 16 Y versículo 18). Aquellos que no creen siempre tienen la ira de Dios sobre ellos (Juan capítulo  3 versículo 36). El Señor Jesús dijo que el Espíritu Santo vino para convencer al mundo de pecado, de justicia y de juicio (Juan capítulo 16 versículo 8). ¿Por qué de pecado? ¿Será porque usted fue al cine recientemente? ¿Será porque usted haya estado jugado juegos de azar recientemente? ¿Será porque usted haya asesinado a alguien o haya incendiado algo? No. “De pecado, por cuanto no creen en Mí” (Juan capítulo 16 versículo 9). 

 

La mayor dificultad que tenemos en la actualidad es que consideramos la suciedad como pecado, pero no prestamos mucha atención a la palabra del Señor para ver lo que Dios considera pecado. El Señor dijo que aquel que no cree ha sido condenado. La razón por la cual el hombre comete todos sus pecados es porque él no tiene una relación apropiada con el Señor Jesús. En el Antiguo Testamento, el hombre cometió todo tipo de pecado cuando perdió su relación apropiada con Dios. En el Nuevo Testamento, el hombre comete todo tipo de pecado cuando pierde la relación apropiada con el Señor Jesús. En esto consiste todo problema. Mientras usted está sentado aquí esta noche, puede 

llegar a pensar que aunque yo probé que usted es un pecador, en realidad no ha cometido muchos pecados. Pero nadie en todo el mundo puede decir que no ha cometido el pecado de no amar a Dios. Tampoco existe nadie en todo el mundo que pueda decir que no ha cometido el pecado de no creer en el Señor. Por esta razón, nadie puede decir que no es un pecador. 

 

¿Se acuerda de Lucas 15? Allí se encuentra a un hijo pródigo y a su padre. El hijo pródigo dejó a su padre y despilfarró su herencia. Pero, ¿cuándo se convirtió en hijo pródigo? ¿Fue un hijo pródigo cuando tenía mucho dinero en su bolsillo y vivía lujosamente en un país lejano? ¿O se convirtió en hijo pródigo sólo cuando había malgastado todo lo que tenía y estaba hambriento mientras alimentaba a los cerdos? En realidad, él fue pródigo cuando dejó la casa de su padre. Antes de gastar un centavo, él ya era pródigo. El no se convirtió en un pródigo después de haber malgastado todo lo que tenía, al alimentar a los cerdos con algarrobas, estando rotos sus vestidos y vacío su estómago. El se convirtió en pródigo cuando dejó la casa de su padre. Déjenme hacerles una pregunta. Supongan que el hijo menor no gastó nada cuando estaba en el país lejano. Por el contrario, supongan que hizo mucho dinero, emprendiendo negocios y ganando una fortuna, e incluso llegó a ser más rico que su padre. ¿Sería un pródigo? Por supuesto que sí. A los ojos de su padre, él aún habría sido un hijo pródigo. 

 

Hoy día existe un concepto muy equivocado que debe ser desarraigado de nuestra mente. Nosotros pensamos que porque un hombre ha dejado de hacer el bien, se convierte en pecador. Esto está totalmente equivocado. Mientras el hombre se haya apartado de Dios, él es un pecador. Aun si es diez veces más moral que otros, mientras esté alejado de Dios, él es un pecador. Por lo tanto, usted debe recordar que como cristianos, podemos hacer todos los servicios exteriores que haya que hacer, y podemos cumplir con todos los deberes exteriores que se deban cumplir; podemos orar como siempre, leer la Biblia y asistir a las reuniones de la iglesia como siempre; podemos hacer todo como siempre lo hemos hecho, e incluso hacer más. Sin embargo, si hay un problema entre nosotros y Dios, es porque hemos pecado. Cuando el primer amor se va, hay un problema. ¿Quién es pródigo? No es simplemente uno que ha despilfarrado la herencia de su padre, sino más bien uno que ha dejado la casa de su padre. Desde el momento en que una persona deja la casa de su padre se convierte en un hijo pródigo. Incluso si hace una fortuna mientras está lejos, él sigue siendo un pródigo.

 

 Desde luego, nunca habrá alguien que se haga rico en el mundo siendo un pródigo. Un hijo pródigo nunca prosperará. Un hijo pródigo siempre despilfarrará todo el dinero que tiene. Dios concede que el “dinero” sea despilfarrado, para que el hombre sepa que no es bueno dejar a Dios y, para que a fin de cuentas, vea que es un pecador. 

Ahora vemos cómo hemos recibido la calificación de pecador y cómo nos hemos convertido en pecadores. Nos convertimos en pecadores al desarrollar un relación con el pecado, y cometemos pecados al desarrollar una relación con los pecados. Existe una diferencia entre los dos. Puesto que nací en Adán y estoy bajo el dominio del pecado, el pecado se ha convertido en el principio de mi vida y de mi vivir, y yo me he convertido en un pecador. De la misma manera, los muchos pecados individuales fuera de mí me han hecho uno que comete pecados. Cometer pecados está relacionado a los pecados, y ser un pecador está relacionado al pecado. 

 

 

LOS OTROS PECADOS 

 

Esto no significa que los demás pecados no son importantes. Todos los pecados conllevan castigo. En el Antiguo Testamento, aquellos que no amaron a Dios cometieron muchos otros pecados en forma espontánea. En el Nuevo Testamento, también aquellos que no creen en el Señor espontáneamente cometen muchos pecados. Dejar de amar a Dios y rehusar creer en el Señor son los dos pecados principales. De estos proceden muchos otros pecados, tales como los hechos injustos, maldades, expresiones de avaricia, perversidad, celos, asesinato, disensión, engaño, odio, calumnia, murmuración, blasfemia, insolencia, orgullo, arrogancia, falsas acusaciones, desobediencia a los padres, infidelidad, falta de afecto y misericordia, autoestima, amor al dinero, ingratitud, impiedad, crueldad, desprecio por lo bueno, traición, imprudencia, amor al placer en vez de amor a Dios, la apariencia de piedad en lugar de su realidad y así sucesivamente. Pero ninguno de éstos es el pecado más serio que el hombre jamás haya cometido, aunque son pecados ante Dios. Lamentablemente, el hombre no se da cuenta de que estos pecados son producidos por un pecado principal. Tanto los pecadores en el mundo como los creyentes en la iglesia intentan sólo tratar con estos pecados. Parece que la eliminación de todos estos pecados nos liberaría totalmente del problema del pecado. Pero el hombre no se ha dado cuenta de que estos pecados ocupan sólo un lugar secundario en la Biblia. 

 

Aunque parezca imposible, ¿qué tal si alguien recibió suficiente gracia como para tratar con todos los otros pecados? Si éste hubiera sido una persona del tiempo del Antiguo Testamento, él se habría dado cuenta de que aún existía el pecado de no amar a Dios. Aunque nunca más tendría los otros pecados, su conciencia lo seguiría molestando. Si fuera una persona del tiempo del Nuevo Testamento, él se habría dado cuenta de que aún existe el pecado de no creer en el Señor. Aunque ya no habría sido condenado por los otros pecados, la parte más profunda de su corazón aún no se sentiría satisfecha, porque el Espíritu de Dios lo convencería de su pecado de incredulidad. 

 

El hombre perece por causa de su incredulidad. La incredulidad hace que el castigo de todos los otros pecados recaigan sobre el incrédulo. La razón inmediata por la perdición del hombre es sus muchos pecados. La razón final es el pecado de incredulidad del hombre. Por causa de esto, debemos preocuparnos por el pecado de incredulidad. Desde luego, tampoco podemos esquivar los otros pecados. 

 

EL RESULTADO DEL PECADO Y DE LOS PECADOS 

 

Una vez que el hombre sucumbe ante el poder del pecado, él comete una variedad de pecados. Una vez que el hombre comete estos muchos pecados, acarrea sobre sí la culpa o la condenación de los pecados, el veredicto o el juicio por los pecados. Tan pronto como pecamos, hay culpa. La expresión “ser culpable” no se usa meramente para implicar el acto de la transgresión de uno. Es como un veredicto en la corte que lo declara a uno culpable o no. Es una descripción si uno es legalmente pecador o no. Según la Biblia, no somos responsables de nuestro pecado, sino de nuestros pecados. Nuestro pecado no nos trae el problema de culpabilidad ante Dios. Más bien, los pecados que hemos cometido son los que traen el problema. La Biblia dice que si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos (Primera de Juan capítulo  1 versículo 8). Pero al mismo tiempo, la Biblia no requiere que carguemos con la culpa de nuestros pecados. Si confesamos nuestros pecados, Dios los perdonará (Primera de Juan capítulo 1 versículo 9). Esto nos demuestra que tenemos que cargar con la responsabilidad de nuestros pecados. 

 

Debido a que existen los pecados, hay culpabilidad. Una vez que una persona es culpable, viene el castigo. Debido a que existe castigo, no hay descanso en la conciencia y uno es consciente de que está apartado de Dios. Los pecados nos hacen personas condenadas ante Dios; nos hacen esperar la ira de Dios. Cuando uno es perdonado la conciencia queda en paz; sólo así tendrá la confianza para ir a Dios. Pero aun si los muchos pecados son perdonados, mientras permanezca el problema del pecado, los muchos pecados continuarán viniendo, y el problema del pecado recrudecerá. Por esta razón después de perdonar nuestros pecados, Dios debe continuar hasta liberarnos del pecado. 

 

EL ENTENDIMIENTO DEL HOMBRE ACERCA DEL PECADO Y DE LOS PECADOS 

 

Antes de ser salvos, no sentíamos el mal del pecado. Antes de ser cristianos, sólo sentíamos el mal de los muchos pecados. Incluso antes de ser cristianos, lo que nos entristecía eran nuestros muchos pecados, no el pecado en sí. Aunque somos salvos ahora, tal vez mentimos o nos enojamos, y quizás seamos envidiosos y orgullosos, o seamos inadvertidamente irresponsables con las posesiones de otros. Por lo tanto, estos pecados individuales nos molestan. ¿Qué podemos hacer? Nos acercamos a Dios y pedimos perdón por cada uno. 

Podemos decir: “Oh Dios, hoy me comporté mal. He pecado otra vez. Por favor, perdóname”. Si usted hizo doce cosas malas ayer, usted lo lamentará interiormente. Pero si usted ha hecho sólo dos cosas malas hoy, se siente contento. Usted siente que ha cometido menos pecados hoy, piensa que ahora hay menos pecados en usted. Pero déjeme recordarle que éste es sólo el paso inicial de la vida cristiana. Durante este tiempo, sólo nos lamentamos por los muchos pecados que cometemos. 

 

Después de haber sido cristianos por muchos años, vemos que lo que nos entristece y molesta no son los muchos pecados, sino el pecado mismo. Al final, veremos que no son las cosas que hacemos lo que está mal, sino nuestra persona. Lo malo no consiste en las cosas malas que hacemos; sino en nuestra persona. Uno llega a la conclusión de que todas las cosas que uno ha hecho son cosas exteriores y que realmente lo malo es nuestra persona. Hay un principio natural dentro de nosotros que nos hace pecar. Las cosas exteriores pueden ser de muchas categorías. Podemos llamarlas orgullo, celo, suciedad, o cualquier otro nombre. Puede haber toda clase de pecado fuera de nosotros. Pero dentro nuestro hay sólo un principio, y es algo que desea pecados. Existe una tendencia en nosotros por los pecados. Hay algo en nuestro ser que desea estas cosas exteriores. Por eso la Biblia menciona a estos pecados en plural; se ven uno por uno. El orgullo es uno, la mentira es otra y la fornicación es todavía otra. El orgullo es diferente del asesinato y la mentira es diferente de la fornicación. Pero sólo hay una cosa que nos predispone a pecar, la cual nos controla y seduce. La razón por la que pecamos es que hay una ley dentro de nosotros. Nos dirige constantemente a los pecados exteriores. Este pecado está en singular en la Biblia. No denota nuestra conducta; más bien, denota nuestra naturaleza. Este pecado está en nuestra naturaleza, y necesitamos ser libres de eso. 

 

Puesto que la salvación de Dios para el hombre es completa, El debe liberarnos de los muchos pecados y también debe liberarnos del pecado en sí. Si Dios sólo nos libera de los muchos pecados, sin liberarnos del pecado, entonces no se puede decir que la salvación de Dios es completa. Debido a que tenemos dos problemas, los pecados y el pecado, necesitamos una salvación doble. Por un lado, necesitamos ser liberados de los muchos pecados, y por el otro, necesitamos ser liberados del pecado. En las páginas siguientes veremos cómo Dios, al realizar Su salvación completa por medio del pecado. 

 

Puedo esclarecer mi punto con una ilustración. Los muchos pecados son como la fruta de un árbol. Existen individualmente, y el árbol puede dar cien o doscientos frutos. Así son los pecados. Ahora, el pecado es como el árbol mismo. Lo que nosotros vemos con nuestros ojos como pecadores son los frutos. Vemos que los frutos son malos porque el árbol es malo. Al principio El nos muestra los pecados individuales. Al final, El nos muestra a nosotros mismos. Al principio 

necesitamos el perdón porque hemos cometido pecados. Pero después de un tiempo nos damos cuenta de que necesitamos ser liberados porque somos pecadores. 

 

 

LOS TRES ASPECTOS DEL PECADO 

 

La Biblia nos muestra que el pecado tiene tres aspectos. En otras palabras, el pecado está en tres lugares. Primero, el pecado está ante Dios. Segundo, el pecado está en la conciencia. Tercero, el pecado está en la carne. La Biblia siempre nos muestra al pecado según estas tres líneas. Es como un río alimentado por tres afluentes. Si queremos conocer al pecado en una manera completa, debemos entender claramente estas tres líneas. Debemos conocer que nuestro pecado está ante Dios, en la conciencia y en la carne. Si no tenemos un entendimiento claro acerca de estas tres líneas y no podemos distinguirlas, no entenderemos el problema del pecado. Si confundimos las tres líneas, no conoceremos la perspectiva de Dios en cuanto al pecado y no comprenderemos la obra completa de Dios al tratar con el pecado. Sólo cuando entendamos la necesidad reconoceremos el tratamiento. Si no conocemos la necesidad, asumiremos que el tratamiento es innecesario. Entonces, debemos conocer el pecado primero, y luego conoceremos la obra completa de la salvación de Dios. 

 

Dios es un Dios justo. En la administración del universo El es la máxima autoridad. El es el Soberano del universo. El tiene leyes y ordenanzas definidas acerca de los pecados. El recompensa al hombre según lo que el hombre haya hecho y conforme a cómo el hombre se haya comportado. Dios trata con el mundo en Su posición de Soberano. En el tiempo de Adán, aunque no existía tal término, estaba la ley adámica. Análogamente, después de Noé, aunque no existía tal término, estaba la ley noámica. En el tiempo de Moisés, se empezó a usar el término ley. No fue sino hasta entonces que la ley fue puesta específicamente delante del hombre. Sea que hablemos de la ley explícita en el tiempo de Moisés o acerca de la ley implícita antes del tiempo de Moisés, el veredicto de Dios es que aquellos que pecan deben morir. El demanda que aquellos que transgreden contra la ley sean condenados con la muerte eterna. Mientras el hombre está vivo, aunque su carne viva, su espíritu está muriendo. Al final, su carne también morirá. En la eternidad, su espíritu, alma y cuerpo morirán. Si el hombre no peca, Dios no ejecutará el castigo. Pero si el hombre peca, ciertamente Dios ejecutará el castigo. Dios ha promulgado ordenanzas y leyes acerca de los pecados del hombre. 

 

Cuando los pecados ocurren en la vida, primero está el registro de los pecados ante Dios. Déjenme dar un ejemplo. Recientemente se le prohibió a la gente estacionar sus automóviles donde les plazca. Dos meses atrás usted podía estacionar su automóvil en cualquier parte. Usted incluso podía estacionar su automóvil en la mano contraria a la calle, y era libre de estacionarlo en cualquier dirección. 

 

Pero hace dos meses el Departamento de Obras Viales eliminó tal práctica. Ahora, al manejar, uno ve todos los automóviles estacionados en la misma dirección. Hay una nueva ley que dice que todos los automóviles deben estacionar en la misma dirección del tráfico. Si usted no hace esto, está violando la ley. Si un hermano viene a la reunión en auto y lo estaciona en la dirección equivocada, es posible que un policía lo vea y multe esa violación. La violación no es registrada en la calle, donde él estacionó, sino en la comisaría, sin que el hermano se percate de lo sucedido. La violación pudo haber ocurrido en la calle Ha-tung, pero la violación es registrada en el distrito de Tsin-an-tsu donde está la comisaría. 

 

Los incidentes del pecado ocurren en el hombre. Pero tan pronto como el hombre peca, eso es registrado ante Dios. Dios es el Gobernador soberano del mundo. El está en control de todo. Si en el transcurso de nuestra vida hemos transgredido la ley, hay un registro de nuestro pecado ante Dios. Por eso el Antiguo Testamento habla frecuentemente de pecar contra Jehová. La razón por la cual un acto de pecado es malo y terrible se debe a que una vez que un pecado es cometido, hay un registro del pecado ante Dios. Puesto que Dios dice que aquel que peca debe morir, El debe ejecutar Su juicio sobre los pecados. No hay manera de que escapemos, pues el pecado ya ha sido registrado. 

En segundo lugar, existe el conocimiento del pecado en nuestra conciencia. Aunque hay un registro del pecado ante Dios, hasta que usted lo sepa, aún puede sonreír y gozarse en su silla, y tal vez pueda actuar como si nada hubiera sucediera. Pero una vez que usted tiene el conocimiento del pecado, el pecado que está ante Dios ha venido a su conciencia. Originalmente, este pecado sólo estaba ante Dios; ahora está identificado en su conciencia. ¿Qué es la conciencia? Es una “ventana”. La luz de Dios ilumina su interior a través de la ventana de su conciencia. Siempre que la luz de Dios ilumina su interior, usted se siente incómodo y sabe que ha hecho algo mal. 

 

Tal vez haya alguien aquí que estacionó su automóvil en la dirección equivocada. Tal vez él no estuvo consciente de su error y haya estado despreocupado. Pero ahora que yo lo mencioné, él no se siente bien interiormente. Mis palabras han movido el registro de su pecado desde la comisaría a su interior. Por lo tanto, la conciencia es afectada por el conocimiento. Sin el conocimiento, usted es ignorante de sus pecados; y puesto que su conciencia no lo molesta, usted se siente en paz. Pero tan pronto como tenga el conocimiento y comienza a darse cuenta de la perspectiva de Dios y la perspectiva de la ley acerca de usted, su conciencia no lo dejará tranquilo. 

 

¿Será verdad que todos tienen conciencia? Seguro que todos tienen conciencia. Pero algunas conciencias están cerradas, y por tanto la luz no puede entrar. Algunas conciencias son como la ventana de la cocina que tiene una gruesa capa de mugre. A través de esa ventana usted sólo puede ver la sombra de un hombre moviéndose, pero usted no distingue al hombre claramente. Si la conciencia de una persona no puede recibir la luz de Dios, él estará despreocupado y contento. Pero en el momento en que oye el evangelio y ve sus propios pecados, su posición ante Dios, y el registro de sus pecados ante Dios, causan un problema en su conciencia. Estará inquieta. No estará en paz, por el contrario, lo condenará. Él preguntará qué debe hacer para poder estar ante el justo Dios, y cómo puede ser justificado ante tal justo Dios. 

 

Lo sorprendente de la conciencia es que en el peor de los casos se vaya a dormir, pero nunca muere. Nunca piense que la conciencia se ha muerto. Nunca morirá, pero puede dormirse. Sin embargo, cuando la conciencia de muchos se despierta, ellos descubren que ya es demasiado tarde, que no tienen oportunidad de creer o ser salvos. No piensen que nuestra conciencia nos dejará tranquilos. Algún día nos agarrará. Un día hablará. Yo he visto a muchos que pensaban así, que hacían muchas maldades pensando que se saldrían con la suya. Pero cuando sus conciencias finalmente despertaron, fueron atrapados. 

 

¿Qué es lo que hace la gente cuando su conciencia despierta y se da cuenta de que ha pecado? Tan pronto como su conciencia lo alcanza, ellos tratan de hacer el bien por medio de buenas obras. ¿Por qué trata el hombre de hacer buenas obras? Con el propósito de sobornar la conciencia. La conciencia muestra al hombre que ha pecado. Así que ahora él hace más obras caritativas y hace más buenas acciones para decirle a su conciencia que aunque él cometió muchos errores, él también ha hecho todas estas cosas buenas. ¿Qué significa hacer buenas obras? Hacer buenas obras significa sobornar la conciencia cuando empieza a acusar, a fin de calmar su condenación. Esta es la salvación inventada por el hombre. 

 

Pero por favor recuerden que esto básicamente es la manera equivocada. ¿Dónde está el error básico? El error está en nuestra suposición de que el pecado sólo existe en nuestra conciencia. Nos olvidamos de que el pecado también existe delante de Dios. Si el pecado estuviera sólo en nuestra conciencia, entonces necesitaríamos hacer más de diez buenas obras para compensar un solo error. Pero el problema ahora no está en nuestra conciencia. El problema ahora es lo que está ante Dios. Aunque haya estacionado cientos de veces legalmente y sólo una vez ilegalmente, no puedo ser absuelto de tal violación. El pecado es algo que está ante Dios. No es algo meramente en nuestra conciencia. No solamente tenemos que tratar con el pecado en nuestra conciencia; también tenemos que tratar con nuestro pecado ante Dios. El 

pecado en nuestra conciencia puede ser tratado sólo cuando hemos tratado con el registro del pecado ante Dios. No podemos tratar primero con el problema en la conciencia, porque la conciencia puede apaciguarse con autoengaño. Pero recuerden que la conciencia nunca muere. 

 

Tal vez usted no ha visto la acción de la conciencia todavía. A menudo he visto personas que tienen problemas con su conciencia. Cuando la luz de Dios viene, su conciencia se pone inquieta. Una persona en tal condición se metería en un agujero en el suelo, si hubiera uno. El haría cualquier cosa para apaciguar su conciencia. Incluso negaría su vida a fin de redimirse del pecado. ¿Por qué Judas se ahorcó? Porque su conciencia no lo dejaba en paz. El había traicionado a Jesús, y su conciencia no lo dejaba tranquilo. 

 

¿Por qué no es necesario que Dios mande muchos ángeles para lanzar a los hombres en el lago de fuego como si fuesen piedras? ¿Por qué Dios no necesita que los ángeles guarden el lago de fuego? ¿Dios no teme acaso una revolución en el infierno? Estoy seguro que para un hombre que ha pecado el infierno será una bendición en vez de una maldición. Cuando la conciencia se levanta para condenar al hombre, demanda que éste sea castigado. El castigo no sólo es una demanda de Dios, también es una demanda del hombre. Antes de que usted vea lo que el pecado es, tiene miedo del castigo. Pero después de ver lo que el pecado es, tomará el castigo como una bendición. ¿Ha visto alguna vez a criminales o asesinos cuando están por ser ejecutados? Antes de que el hombre ve su pecado, tal vez se regocije en el crimen. Pero después de que ve su pecado, él se alegrará de su propia ejecución. Esto quiere decir que el infierno no es sólo un lugar de castigo. Es también un lugar de escape. El pecado en la conciencia causa dolor en el presente y clama por castigo en la próxima era. Entonces, para que Dios nos salve, El debe tratar con nuestros pecados ante El, y también debe tratar con los pecados en nuestra conciencia. 

 

Hay un tercer aspecto del pecado. El pecado no sólo está delante de Dios y en la conciencia del hombre; también está en la carne del hombre. Esto es lo que Romanos 7 y 8 nos dicen. ¿Cuál es el pecado de la carne? Ya hemos visto que, por un lado, existe el registro de los pecados ante Dios y por otro, hay una condenación de pecados en la conciencia del hombre. Ahora vemos el tercer aspecto: el poder del pecado y las actividades del pecado en la carne del hombre. El pecado tiene su posición. El pecado preside. El pecado está en la carne del hombre como el director. Por favor recuerde que el pecado es el director que preside en la carne. 

 

¿Qué quiero decir con esto? Los pecados ante Dios y en la conciencia del hombre son objetivos. Para mí el registro de los pecados ante Dios y la condenación de los pecados en mi conciencia están relacionadas a mi 

sentimiento con respecto al pecado. Pero el pecado en la carne es subjetiva. Esto significa que el pecado que mora en mí tiene el poder para forzarme a pecar; tiene el poder para incitarme a pecar. Esto es lo que la Biblia llama el pecado en la carne. 

 

Por ejemplo, puede haber un hermano que gana cien dólares al mes, pero gasta ciento cincuenta dólares al mes. A él le gusta pedir dinero prestado. Es parte de su disposición. Si él no pide prestado, sus manos le picarán; incluso su cabeza y su cuerpo le picarán. Después de usar todo su salario, él tiene que pedir prestado algo y gastarlo para sentirse cómodo. En él podemos ver los tres aspectos. Primero, él tiene muchos acreedores, que tienen el registro de sus deudas. Segundo, a menos que no tenga conocimiento de la consecuencia de pedir prestado, en cuyo caso puede seguir en paz pidiendo prestado, él se da cuenta de que está en peligro y así siente la carga no sólo por el registro de la deuda ante sus acreedores, sino también con la exposición de su conciencia. Además, está el pecado en su carne. 

 

El sabe que está mal pedir prestado, sin embargo no descansa hasta pedir prestado. Hay algo que lo impulsa, diciéndole que no ha pedido prestado por meses y que debe hacerlo una vez más. ¿Qué es esto? Esto es el pecado en su carne. Por un lado, el pecado es un hecho, que resulta en un registro de pecado ante Dios y en su conciencia. Por el otro, el pecado es un poder en su carne que lo incita y lo obliga, aun lo arrastra y lo tira, a pecar. 

 

Si usted nunca ha resistido al pecado, nunca ha sentido su poder. Pero si trata de resistirlo, sentirá su poder. Cuando el agua está fluyendo, usted no siente su poder si fluye con él. Pero si usted trata de ir contra la corriente, sentirá su poder. La mayoría de los ríos en China fluyen de oeste a este; así que si usted trata de viajar desde el este al oeste, sentirá el poderío de los ríos de China. Aquellos que mejor conocen el poder del pecado son los más santos, pues son los que tratan de oponerse y enfrentarse contra el pecado. Si usted está ligado al pecado y va con el pecado, seguramente no conocerá su poder. El pecado en su carne está todo el tiempo levantándose y obligándolo a pecar, pero sólo cuando usted se despierte para tratar con el pecado se dará cuenta de que usted es un pecador perdido. Sólo así usted sabrá que es impotente y que no puede solucionar el problema del pecado en su carne, sin mencionar la presencia de los pecados en su conciencia y el registro de los pecados ante Dios. 

 

Por lo tanto, debemos ver que cuando Dios nos salva, Él trata con los tres aspectos. El pecado interior es tratado por la cruz y la crucifixión del viejo hombre. Ya hemos mencionado esto muchas veces, así que no lo vamos a repetir ahora. Esta vez nuestro estudio bíblico abarca la manera en que Dios trata con nuestros pecados ante Él y la condenación de los pecados en nuestra conciencia. Al principio mencioné el problema del pecado y de los pecados. Los pecados se 

refieren a los hechos pecaminosos ante Dios y en nuestra conciencia. Cada vez que la Biblia habla de los pecados, se refiere a los hechos pecaminosos ante Dios y en nuestra conciencia. Pero cada vez que la Biblia menciona al pecado en la carne, usa la palabra pecado, no pecados. Si usted recuerda esto, no tendrá problemas más tarde. 

Agradecemos a Dios porque su salvación es completa. Él ha tratado con nuestros pecados ante Él. 

 

El también ha juzgado nuestros pecados en la persona del Señor Jesús. Además, el Espíritu Santo ha aplicado la obra de Cristo a nosotros, para que podamos recibir al Señor Jesús y tengamos paz en nuestra conciencia. Una vez que la conciencia es limpiada, no hay más conciencia de pecado. Muchas veces he escuchado a cristianos decir que la sangre del Señor Jesús quita sus pecados. Cuando les pregunto si se sienten llenos de paz y contentos, ellos dicen que a veces sienten la presencia de sus pecados. Esto es inconcebible. Yo estoy contento, pues cuando la conciencia está limpia, no hay más conciencia de pecados. Nuestra conciencia está enterada de los pecados porque hay un registro de pecados ante Dios. Pero sí los pecados ya no existen delante de Dios, ¿cómo es que aún somos conscientes de ellos? Puesto que el problema de los pecados ante Dios ha sido resuelto, el de los pecados en nuestra conciencia también debe ser resuelto. Así que, ya no debemos de tener la conciencia de los pecados.