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El Evangelio de Dios | Watchman nee

LA RELACION ENTRE LA FE Y LAS OBRAS EN SANTIAGO 2

CAPÍTULO DIEZ

LA RELACIÓN ENTRE LA FE Y LAS OBRAS EN SANTIAGO 2

La Palabra de Dios es muy clara con respecto a la condición para la salvación. Dios nos muestra que somos salvos por la fe y no por las obras. Hemos leído suficientes versículos de las Escrituras y hemos visto suficientes razones claras por las cuales nuestras obras no pueden considerarse. Debido a que hemos creído en la obra de Dios por medio de Su Hijo, no debe de haber obras de nuestra parte. Pero, algunos que no entienden las palabras de la Biblia han venido a mi, preguntándome: “¿No es verdad que el libro de Santiago nos dice claramente que el hombre no es justificado por la fe, sino por las obras? ¿Es posible que Santiago y Pablo se contradigan uno al otro? ¿Y es posible que el hombre sea justificado por la fe y las obras?” Piensan que Santiago y Pablo no están de acuerdo el uno con el otro. Piensan que los libros de Romanos, Gálatas y Santiago también no están de acuerdo el uno con el otro. Tengo que usar la expresión de Pablo: “¡Claro que no!” Vayamos al libro de Santiago y veamos lo que Santiago mismo tuvo que decir.

Cuando leemos el libro de Santiago, debemos tener cuidado de una cosa. Solamente podemos leer lo que se dijo; no podemos agregarle nuestros propios pensamientos. Lo que cuenta es lo que Santiago dijo. Lo que uno agrega a eso no cuenta. Al leer uno no debe proyectar sus propios pensamientos en el libro de Santiago. Debe ver lo que Santiago dijo y no lo que no dijo.

EL TEMA DE SANTIAGO ES MISERICORDIA: LA JUSTIFICACIÓN ES INCIDENTAL

Leamos Santiago 2:14-26. Pero antes de leer este pasaje, quiero hacer una pregunta: ¿Cuál es el contexto de estos versículos? Pablo tenía un tema en mente cuando escribió el libro de Romanos. También tenía algo en su mente al escribir Gálatas. Romanos dice que el hombre es justificado por la fe; Gálatas dice que el hombre no es justificado por las obras. Romanos habla del lado positivo; Gálatas habla del lado negativo. Romanos declara positivamente cómo el hombre es justificado; Gálatas argumenta negativamente cómo ser justificado y cómo no ser justificado. Por lo tanto, los dos libros, Romanos y Gálatas, se complementan el uno al otro. El tema de estos libros es estrictamente la justificación. Tratan específicamente con el problema de la justificación. Uno trata con el problema desde el lado positivo; el otro trata con el desde el lado negativo.

Muchas personas sienten que Santiago 2 es un capítulo difícil. ¿Cuál es el tema de Santiago 2? El tema de Romanos es la justificación, y el tema de Gálatas también es la justificación. Pero, ¿cuál es el tema de Santiago 2? El tema de este capítulo abarca por lo menos la misericordia y la ayuda para otros. ¿Qué dicen los versículos anteriores a ésta porción? Comenzando desde el versículo 6 Santiago dice: “Pero vosotros habéis afrentado al pobre. ¿No os oprimen los ricos, y no son ellos los mismos que os arrastran a los tribunales? ¿No blasfeman ellos el buen nombre por el cual habéis sido llamados? Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura: „Amarás a tu prójimo como a ti mismo‟, bien hacéis; pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y quedáis convictos por la ley como transgresores. Porque cualquiera que guarda toda la ley, pero tropieza en un solo punto, se hace culpable de todos. Porque Aquel me dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley.

Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad. Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no haga misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio” (vs. 6-13). El tema de estos versículos es la muestra de la misericordia. Santiago nos dice que no adulemos al rico, sino que cuidemos del humilde y mostremos misericordia con el pobre. Esto es lo que los versículos 1 al 13 dicen. Además, el versículo 1 es una continuación del capítulo uno. El último versículo del capítulo uno dice: “La religión pura e incontaminada delante de nuestro Dios y Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo” (v. 27). Este es el tema de Santiago. Si un hombre dice que es un cristiano piadoso, su piedad debe manifestarse en su cuidado y sus ofrendas a los huérfanos y a las viudas. No debe invitar a los que visten ropa espléndida para que se sienten en el mejor lugar y pedirle a los huérfanos, a las viudas y a los pobres que se sienten bajo su estrado. Debe cuidar de ellos, mostrarles misericordia, y dar a los despreciados. El tema de Santiago es la religión pura e incontaminada. La religión pura y sin mácula se manifiesta hacia el pobre, el humilde y el despreciado.

Después de 2:14, continúa hablando acerca de las ofrendas: “Y si un hermano o una hermana no tienen ropa, y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?” (vs. 15-16). Al final del capítulo uno, el tema de Santiago es dado, es decir, cuidar de los huérfanos y de las viudas. Al final de la primera parte del capítulo dos, dice que debemos mostrar misericordia a otros, que debemos dar al pobre, y que no debemos despreciarlo. En la segunda sección del capítulo dos, Santiago nos dice qué debemos hacer cuando vemos a un hermano o a una hermana sin vestido y sin el sustento diario. Todas estas palabras tienen que ver con las ofrendas para otros, mostrar misericordia hacia ellos, no despreciar al pobre y ayudar a otros. Los versículos 14 al 26 solamente hablan de la justificación de una manera casual. El asunto de la justificación se menciona solamente de una manera casual. Ya que la misericordia, las ofrendas y el cuidado por los huérfanos y las viudas es el tema, la justificación se menciona solamente de una manera casual como un medio para lograr la meta de desarrollar su tema. Por lo tanto, vemos que Santiago en su libro, no está enseñando el asunto de la justificación.

El tema de nuestras reuniones durante estas dos semanas pasadas, ha sido la salvación de Dios. Pero supóngase que durante este período me levanto el día del Señor en la mañana y doy un mensaje, no acerca de la salvación, sino acerca de vencer, o sobre el reino o acerca de cómo reinar con el Señor Jesús en el milenio. Ese sería el tema de mi mensaje. Mientras hablo, puedo mencionar ocho o nueve oraciones con respecto a la salvación de una manera casual. Si usted quiere entender la doctrina de la salvación, ¿no consideraría los otros mensajes que di durante el resto de las dos semanas? ¿Ignoraría todo lo que se habló en esas dos semanas y solamente tomaría las ocho o nueve oraciones que escuchó en ese mensaje? Romanos y Gálatas tratan específicamente de la justificación, mientras que Santiago solamente menciona unas pocas palabras acerca de la justificación. Su tema no es la justificación, ni es su propósito enseñar la justificación. Su propósito es exhortar a otros a dar; el asunto de la justificación solamente se menciona de una manera casual. Una persona no puede derribar Romanos y Gálatas con las pocas palabras de Santiago acerca de la justificación. Entonces, ¿está Santiago en conflicto con Romanos y Gálatas? En un momento usted verá que no es así. Pero desde el comienzo, quiero que de una manera precisa comprendan el tema de Santiago. Santiago no estaba hablando acerca de la justificación. El estaba hablando acerca de la misericordia, acerca del cuidado y acerca de lo que uno debe hacer por los huérfanos y las viudas.

LA FE SIN OBRAS NO ES DE PROVECHO

El versículo 14 dice: “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras?” Nótese que Santiago no dice que este hombre tiene fe en Dios. No agreguen a este versículo lo que Santiago no dice. Santiago no dice si este hombre es un creyente o no. El solamente dice que este hombre dice que tiene fe. A pesar de si él tiene obras o no, este hombre no puede decir de él mismo que él tiene fe. Si usted verdaderamente tiene fe delante de Dios, no hay necesidad de hablar acerca de ella. Pablo dice que el que cree es justificado. Nunca dice que el que dice que tiene fe es justificado. Ciertamente uno no es justificado por decir eso. No sé cómo es el hombre mencionado aquí. No sé si tiene fe o no. Santiago no dice que verdaderamente tiene fe. Lo que vemos, sin embargo, es un hombre jactancioso. Puede que tenga o no algo dentro de él. Pero ya sea que tenga algo o no, le gusta hacer una exhibición delante de otros. Le gusta imprimir fe en su tarjeta de presentación y mostrar a otros que tiene fe. Por lo tanto, Santiago dice: “Hermanos míos, si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras. ¿Podrá la fe salvarle?” Si usted ve a un hombre que no se preocupa en absoluto por su conducta, que es libre para hacer cualquier cosa, pero dice que cree en Jesús, diría la misma cosa que Santiago. También usted preguntaría qué provecho es si alguien dice que tiene fe pero no tiene obras. Quizá el estaba peleando o argumentando con alguien hace un minuto, y ahora dice que tiene fe. Si tal persona no hubiese dicho nada acerca de la fe Santiago no le hubiera dicho nada. La razón por la cual Santiago dice algo de una persona sin obras es porque ésta se jacta. ¿Ha conocido a tal clase de personas? Les gusta jactarse. Les gusta ser exaltados y glorificados. No solamente Santiago tiene que sojuzgar esa clase de personas; también nosotros tenemos que sojuzgarlos.

Por lo tanto, Santiago no está hablando con respecto a tener fe o no tenerla. Ni está hablando acerca de las obras para aquellos que tienen fe. Santiago específicamente está hablando con respecto a las obras para aquellos que dicen que tienen fe. El no está tratando con las obras de los cristianos, sino con las obras de aquellos que dicen que son cristianos. El está tratando con las obras de los miembros nominales de la iglesia y los cristianos nominales que dicen que tienen fe. Santiago 2 dice: “si alguno”. No dice que “si algún cristiano”.

El versículo 14 continúa diciendo: “¿Podrá la fe salvarle?” ¿Cuál es “esa fe”? Si la fe no puede salvarle, ¿entonces qué puede salvarle? Santiago se refiere a “esa fe”, no simplemente “fe”. Si la fe no puede salvarnos, no necesitamos predicar nunca más. Pero Santiago se refiere a “esa fe”, es decir, la fe que algunos tienen en sus labios. No cambie lo que Santiago está diciendo. El no está hablando con respecto al hecho de que si la fe salva a ese hombre. El está hablando con respecto a si esa clase de fe lo puede salvar, es decir, esa fe que uno tiene solamente en sus labios. No sé si usted alguna vez ha conocido a esa clase de personas. Yo sí los he conocido. Dicen que son cristianos, que creen en eso y aquello, y que su fe es esto y aquello. ¿Puede esta fe salvarlos?

LA FE SIN OBRAS ES MUERTA

En los versículos 15-16 Santiago da una ilustración: “Y si un hermano o una hermana no tienen ropa, y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les dice…” Este es el hombre que dice que tiene fe. El les dice a los hermanos y hermanas en necesidad: “¡Id en paz! Que el Señor los bendiga. Calentaos y saciaos”. Si le preguntan por qué les dice a otros que vayan en paz y por qué les desea que se calienten y se sacien, él les dirá que es por causa de que tiene fe. Dirá que él cree que ellos se calentarán y se alimentarán abundantemente cuando vayan a la casa. Dirá que él cree que ellos pueden ir a la casa en paz. Santiago está hablando con respecto a la clase de fe que cree que los estómagos vacíos se llenarán automáticamente y que los cuerpos desnudos automáticamente serán vestidos.

“Pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?” El propósito de la ilustración de Santiago no es hacer una exposición acerca de la justificación. Más bien, es exhortar a los hermanos y hermanas a tomar medidas prácticas. Nuestro amor a los hermanos y hermanas no debe ser en palabra solamente, sino también en conducta. Si usted ve a alguien que le falta el vestido y la comida, debe darle el vestido y la comida. Tiene que cuidar de él. Por eso Santiago dice esto. Santiago está en contra de cualquiera que dice: “Id en paz, ya he creído por ti”. Aquí, Santiago está diciendo que ahora no es el tiempo para que usted crea; ahora es el tiempo para que usted abra su cartera. Para usted ahora, la fe no es el punto; el punto es que permita que su dinero se vaya. Si usted guarda tenazmente su cartera y les dice a otros que vayan en paz, diciendo que usted tiene fe, ¿qué bien hace esta clase de fe? Si usted se encuentra a un hermano o hermana pobre y no le da todo lo que tiene para ayudarlo y cuidar de él, sino que solamente dice que usted cree por él y que puede ir en paz, si ésta es la clase de fe que usted ejercitó cuando creyó en el Señor Jesús, ¿lo salvará tal fe? Si ésa es la clase de fe que usted ejercita hacia los hermanos y hermanas y si ésa es la misma clase de fe que usted tiene con respecto a su justificación, entonces yo cuestiono si esa clase de fe lo justificará. Santiago indica que si ésta es la clase de fe que usted tiene hacia los hermanos y hermanas entonces quizás esta también sea la clase de fe que usted tiene para con el Señor Jesús. Si esa fe que usted tiene hacia los hermanos y hermanas es la misma fe que tiene con respecto a la salvación y la justificación, yo cuestiono si esta fe lo puede salvar. Si no existe base para que usted crea en cosas tales como vestido y alimento suficiente, entonces no existe la base para su fe en la salvación y la justificación. Pero si usted ve a un hermano en pobreza y le da dinero, vestido o comida, y entonces cree, entonces existe una base para su fe.

Cuando Dios lo vio a usted desnudo, hambriento y pobre, ¿le dijo El: “Calentaos y saciaos. Que nunca vayas al infierno. Que vayas al cielo?” Si la fe de Dios fuera como la de usted, ninguno sería salvo sobre la tierra. Sin embargo, ¿qué fue lo que Dios hizo? Cuando Dios nos vio pobres, hambrientos, desnudos y muertos en pecado, El vino para llevar a cabo la obra de redención para que pudiéramos ser salvos. Gracias al Señor. Primero, El estableció Su obra delante de nosotros; después, nosotros la recibimos. ¿Es su fe hacia los hermanos y hermanas una fe vana? Si Dios fuera vano para con usted, de hecho todas las cosas serían vanidad. Si usted es vano para con Dios, su fe ciertamente es vacía. Sabemos que somos justificados y salvos y que tenemos vida eterna. ¿Por qué es esto? Porque Dios no está sentado en las nubes diciendo: “Que todos en todo el mundo sean salvos, y que nadie vaya al lago de fuego”. En lugar de eso, Dios vino personalmente desde los cielos para llevar a cabo Su justicia y para tratar con el pecado sobre la cruz. Debido a que Dios ha llevado a cabo una obra concreta, hoy podemos tener fe. Por eso nuestra fe hoy día es confiable.

El versículo 17 dice: “Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma”. Santiago no dice que un hombre no es salvo al creer. No dice que un hombre no es justificado y que no tiene vida eterna al creer. El dice que cuando usted escucha tales palabras de ese tipo de persona, usted sabe que su fe está muerta. Si usted fuera a pedirle a Pablo que viniera hoy aquí y comentara sobre esto, aún él diría que esta clase de fe está muerta. Si alguien dice que él tiene fe, pero no tiene una expresión externa de ella, esa fe debe de ser muerta. No importa qué tan grande es la fe de alguno, otros todavía necesitan vestido y comida. No pueden cubrir su desnudez con la luz de los cielos. Ni pueden comer aire para satisfacer su hambre. Por lo tanto, una fe sin obras es vacía y muerta.

MOSTRANDO LA FE POR MEDIO DE LAS OBRAS

El versículo 18 dice: “Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras”. Si una persona vana y jactanciosa mantiene su jactancia, con el tiempo, alguien se levantará y le dirá: “Dices que tienes fe. Pero, ¿dónde está? Debes callar. Tú tienes fe, pero yo tengo obras”. Dese cuenta de que él no dice que tiene solamente obras; no dice que él no tiene fe. Eso no es lo que un cristiano diría. El dice: “Tú tienes fe, y yo tengo obras. Le he proveído a alguien una comida el día de hoy. Le he dado a alguien vestido el día de hoy. Por favor muéstrame tu fe sin tus obras. ¿Qué bien hay si tú solamente hablas acerca de estas cosas?” ¿Pueden ver el significado en esas palabras? Cuando ustedes las lean deben poner atención al tono. Cuando lean Santiago, la cosa más importante es tomar nota del tono. Si aquí ponen atención al tono de sus palabras, tienen que admitir que esta palabra es hablada a una persona vana y jactanciosa. Aquí, Santiago está hablando acerca de la práctica; no está tratando con la justificación por la fe.

Aquí, debemos tomar nota de la palabra “mostrar”. Esta persona dice: “Muéstrame”, y, “Yo te mostraré”. Por lo tanto, Santiago 2 no está hablando acerca de si un hombre tiene o no fe delante de Dios. No está tratando con nuestra fe delante de Dios; más bien, está tratando con nuestra fe delante de los hombres. Su alguien se jacta delante de los hombres de que tiene fe, usted debe decirle a tal persona: “Muéstrame tu fe sin obras”. Santiago 2 trata con el problema de la fe delante de los hombres. Nadie ve si usted tiene o no tiene fe. Otros solamente ven si usted tiene obras, es decir, si alimenta a otros y da a otros ropa para vestir. ¿Comprenden ustedes que también esto requiere fe? Suponga que hay un hermano o una hermana aquí esta noche que no tiene ropa o comida. Si yo le digo a él o a ella que mientras creamos, seremos vestidos y alimentados, eso no es suficiente. Santiago dice que tenemos que alimentarlo y vestirlo, y al mismo tiempo que debemos tener fe. ¿Se dan cuenta que se necesita fe para dar a otros? Esta fe viene de dos lados. Si no tengo mucho dinero, quizá solamente tengamos unas pocas monedas en mi bolsillo, y veo a alguien sin comida y vestido, tengo que ejercitar mi fe. Para otros no necesito tener fe; para ellos solamente necesito las obras. Pero para mí mismo, necesito la fe. Si no tengo fe dentro de mí, probablemente no seré capaz de despojarme de esas pocas monedas hasta que las haya reconsiderado y contado unas pocas de veces. Me preguntaría si iba a ser capaz de obtener de vuelta lo que estaba dando. Pero si puedo espontáneamente despojarme de las pocas monedas, esto debe significar que tengo fe. Por lo tanto, cuando usted ve a un hombre pobre y le da comida y vestido, debe tener fe antes de que pueda tener obras. Sin las obras, su fe no puede ser manifestada. Además, aún si usted es rico y no necesita mucha fe para que dé un poco, ¿cómo sabe usted que después de que ha dado el dinero, eso no dañará al que lo recibe y causará que la siguiente vez lo busque a usted para que lleve su carga? Si hace el bien a otros indiscriminadamente, ¿no causará que otros busquen al hombre continuamente por ayuda? Muchas veces no le damos algo a los pordioseros porque tenemos miedo de que hacer eso pueda causar que sean pordioseros para siempre. Por tanto, si usted es una persona rica, tiene que tener fe de que Dios puede guardar a esa persona de desarrollar un mal hábito de depender de otros. Tiene que creer que Dios no lo hará llevar a usted la carga de esa persona continuamente. Esta es una obra, pero es una obra de fe. Es una obra que proviene de la fe.

El que hace grandes promesas y habla palabras vacías aparenta tener una gran fe. Sin embargo, realmente, no tiene ninguna fe. Si usted tiene fe, debe quitarse su abrigo y permitir que otro se lo ponga. Debe invitar a otros a comer su comida. Si usted solamente habla acerca de la fe, no la tiene. Por lo tanto, Santiago concluye que esa clase de hablar es pecado. Aquí, el punto no es de que la fe está mal, sino de que hablar palabras vacías está mal. Anoche hablamos acerca de la fe. Antenoche también hablamos con respecto a la fe. Pero todavía no hemos puesto atención a esta clase de fe. De la misma manera que Santiago se opuso a ello, también nosotros nos oponemos. Es inútil hablar palabras vacías.

El versículo 19 dice: “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan”. Esta es una palabra muy enfática. Crees que Dios es uno. Haces bien en creer esto. Los demonios también creen así, pero ellos tiemblan. Por favor tome nota de la palabra y. Hoy la pregunta no es si usted cree o no. Si usted dice que cree, nadie puede decir que no cree. El problema es que aún los demonios creen. Pero ellos no tienen paz. Los apóstoles no escribieron a los demonios diciéndoles: “La paz sea con ustedes. Que Dios los bendiga a ustedes y a los ángeles caídos”. Aunque los demonios creen, ellos tiemblan. Esa clase de fe no los hace buenos. Su fe los hace temblar y perder su paz. Si usted dice que cree, ¿es su fe la clase de fe que tienen los demonios? Las palabras de Santiago son muy francas y cortantes. Sin duda, usted cree en Dios. Pero los demonios también creen. Usted dice que cree, pero al mismo tiempo tiembla, teme y está nervioso. Por lo tanto, está en el mismo terreno que el de los demonios. Cuando leemos esto, sabemos en contra de qué está Santiago. Santiago no está en contra de la fe. El está en contra de cierta clase de fe. Santiago no está diciendo que la fe no justificará. El meramente está diciendo que esta cierta clase de fe no justificará.

En el versículo 20 Santiago nombra a estas personas por sus nombres. El nombra lo que ellos son. No los llama hermanos o hermanas. No los nombra sus amados, como Pablo lo hizo; ni los nombra padres o pequeñitos, como Juan lo hizo. En vez de esto, los llama hombres vanos. “¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es inútil?”. Dese cuenta de las palabras “quieres saber”. Que Santiago diga esto, prueba cuán dura es la actitud de ellos. Cuando otros les hablan la Palabra de Dios y los advierten, de todos modos, ellos no creerán. Por lo tanto, Santiago les pregunta si quieren saber que esa clase de fe es muerta. No es que no son capaces de saber o que no son capaces de entender claramente. No es que nadie no los haya enseñado cómo saber. Simplemente es un asunto de que no quieren saber. Suponga que trato de hablar a un hermano, y él voltea hacia un lado. Cuando trato otra vez, él ve hacia el otro lado. Cuando trato la tercer vez, el comienza a hablar a otro hermano. Entonces yo le diría: “Hermano, ¿quieres escuchar o no?” Esto es lo que Santiago está diciendo aquí. ¿Quieres saber que esta clase de fe sin obras está muerta?

Cuando leemos la Biblia, tenemos que pedirle a Dios que nos muestre las circunstancias bajo las cuales la porción fue escrita. Santiago llama a esta clase de personas hombres vanos. Ellos ponen todo abiertamente para que otros vean y hablen acerca de ello y así se exhiben a ellos mismos. Quieren tener una porción en todas las cosas. Quieren exhibir todo lo que ellos son. Santiago dice que esta clase de persona debe ser sojuzgada. Oh hombre vano, ¿quieres saber que esta clase de fe es inútil? Debido a que ellos no escuchan después de que él les ha hablado tanto, tiene que provocarlos y gritarles un poco.

EL EJEMPLO DE LA JUSTIFICACIÓN DE ABRAHAM

En los versículos 21 al 25, se dan dos ejemplos. Los dos son de mucho significado. Ellos nos muestran qué es verdaderamente la justificación por la fe. El versículo 21 dice: “¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar?” Santiago 2 menciona el caso de Abraham. Gálatas 3 y Romanos 4 también mencionan el caso de Abraham. Pablo dice que el hombre es justificado por la fe, no por las obras, y utiliza el caso de Abraham como prueba. Romanos 4 y Gálatas 3 comprueban que el hombre es justificado por la fe en lugar de por las obras. Santiago también menciona el caso de Abraham, pero él utiliza esto para comprobar que el hombre no es justificado solamente por la fe, sino también por las obras. Si hubiera usado otras personas no podíamos entender este asunto. Pero al mencionar el caso de Abraham, seguramente podemos entender lo que realmente es la justificación por la fe.

Al utilizar el caso de Abraham, Pablo hace referencia a Génesis 15, mientras que Santiago hace referencia a Génesis 22. En Génesis 15 Dios prometió a Abraham que su semilla sería como las estrellas en los cielos. En Gálatas 3, Pablo pone mucho énfasis acerca de la promesa de Dios para Abraham. En el libro de Gálatas, Pablo repetidas veces habla de la promesa. La palabra promesa se utiliza muy frecuentemente en el libro de Gálatas. Pablo eleva la promesa en Gálatas.

¿Usted sabe que es una promesa? En todo el mundo, solamente existe una manera para que el hombre reciba una promesa, y eso es la fe. No existe otra manera para que el hombre reciba una promesa. Solamente hay esta condición. Si Dios dice que debemos hacer algo y lo hacemos, esto es obrar. Pero Dios no le dijo a Abraham que le daría algo si Abraham hacía esto o aquello. Más bien, Dios dijo que El le daría descendientes. ¿Cómo recibió Abraham la promesa? No había otra manera sino solo por fe. Suponga que un hermano le dice a su hijo que si se memoriza una lista de palabras en el vocabulario esa noche, mañana él recibirá cinco piezas de dulce. Si el hijo quiere recibir las cinco piezas de dulce, tiene que memorizarse las palabras. Esto es obrar. Pero si el hermano simplemente promete a su hijo cinco piezas de dulce, ¿qué tiene que hacer el hijo? El diría: “¿Tengo que hacer esto o aquello antes de que pueda tener el dulce?” El niño no tiene que hacer nada. Todo lo que tiene que hacer es creer que su padre lo hará para él. En Génesis 15, Dios no le dio a Abraham ni una sola cosa para que lo hiciera. Es como si Dios dijo: “Lo haré por ti. Te daré tus descendientes”. Abraham creyó en Dios, y eso le fue reconocido como justicia (Gn. 15:6). Regresando al ejemplo del hijo del hermano, el niño puede decir: “¿Verdaderamente me dará mi padre las cinco piezas de dulce? No parece posible que una cosa tan buena pudiera pasar”. Si él piensa de esta manera, no tiene fe. Todo el que quiere entender el libro de Gálatas, debe darse cuenta de que una promesa se da sin condición y sin obra. Uno no tiene que hacer nada. El Padre ha hecho todas las cosas. Gracias al Señor que todo lo que Dios promete El lo cumplirá. Mientras Dios sea confiable, todo está bien. Aún si uno trata de hacer una obra, no será de provecho.

En Génesis 15 Dios le prometió a Abraham que El le daría muchos descendientes. Abraham tenía todo. Pero no tenía un hijo. Tenía ganado, ovejas y tiendas. Pero no tenía un hijo. Sin embargo, Abraham creyó a Dios. El creyó que Dios le daría un hijo. El meramente creyó en Dios. No hizo ninguna obra. En el capítulo veintidós, después que Dios le había dado un hijo, le dijo a Abraham: “Toma ahora tu hijo, tu hijo único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré” (v. 2). Entonces Abraham se levantó temprano en la mañana y tomó a su hijo al monte Moriah. Acomodó la leña para el holocausto en la espalda de su hijo Isaac, e Isaac cargó la leña para el holocausto en la misma manera que el Señor Jesús llevó la cruz. Cuando llegaron a la montaña, Abraham edificó un altar, acomodó a su hijo sobre el altar y estuvo a punto de matarlo. Este es el incidente que Santiago narra cuando se refiere a la justificación de Abraham. En Génesis 15 la justificación de Dios para con Abraham estaba relacionada a su hijo. Y en Génesis 22 la justificación de Dios para él fue también relacionada a su hijo.

En Génesis 15 Abraham no tenía hijo. Pero creyó en su corazón que si Dios decía que le daría un hijo, seguramente él tendría un hijo. En el capítulo veintidós él tuvo un hijo, pero Dios quiso que le ofreciera a este hijo. Si Abraham no hubiera tenido fe, habría dicho: “Dios, Tú me dijiste que me darías muchos descendientes. Si mato a mi hijo, ¿no los perderé a todos? No es que no quiera hacer esto; solamente quiero ver Tu promesa cumplida. No es que no me atreva a hacerlo; solamente quiero preservar Tu fidelidad”. ¿Piensan que la ofrenda de Abraham, Isaac, fue una obra o un hecho de fe? ¿Qué buena obra es matar a su propio hijo? Que Abraham haya levantado su cuchillo para ofrecer a su hijo, muestra que él todavía creía en la promesa del capítulo quince. Dios le había prometido darle muchos descendientes, y para este fin, le había dado un hijo. Ahora si Dios quería que él matara a este hijo, debería ser que Dios lo levantaría de los muertos. Esto era lo que Abraham tenía en mente cuando iba a matar a su hijo. Su prontitud de matar a su hijo muestra que el creía que Isaac sería levantado de los muertos. La fe en Génesis 15 es una fe en Aquel que llama las cosas que no son, como existentes, mientras que la fe en Génesis 22 es una fe en El, quien levanta a la gente de entre los muertos (Ro. 4:17). En los dos casos, lo que Abraham hizo no fue una obra, sino fe. El acto de Abraham comprobó que tenía fe. Esto no significa que Abraham podía ser justificado por matar a su hijo. Esto significa que al sacar su cuchillo, comprobó que tenía fe. La prueba de la fe de Abraham yace en que accedió a ofrecer a su hijo.

Por lo tanto, Santiago no dice que uno no puede ser justificado por la fe. Pablo claramente dice que la justificación no es por obras, pero Santiago no podía decir fuertemente que la justificación no es por la fe. Si los dos se contradijeran, podríamos esperar que uno dijera: “La justificación es por fe, no por obras”, y que el otro dijera: “La justificación es por obras, no por fe”. Sin embargo Santiago no dice esto. No debemos decir lo que Santiago no dijo. Santiago no dijo que no debemos tener fe; dice que debemos comprobar nuestra fe con nuestras obras. Pablo es el que habla con respecto al principio, por eso él puede declarar atrevidamente que la justificación es por fe y no por obras. Santiago es un hombre de práctica. Por lo tanto, dice que uno no debe tener fe solamente, sino que también debe tener obras. Solamente cuando existen obras un hombre puede comprobar que su fe es genuina. Leamos Santiago 2:21 de nuevo: “¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar?” El ofrecimiento de su hijo fue una obra, y fue esta obra la que comprobó que él tenía fe.

El versículo 22 dice: “Ya ves que la fe actuó juntamente con sus obras”. Pablo es atrevido para decir que uno puede tener solamente fe, sin obras. Pero Santiago no se atreve a decir que uno debe tener obras solamente, sin fe. El indica que la fe en Génesis 15 y la obra en Génesis 22 van juntas. Después él agrega otra cláusula. No dice que la justificación viene por la fe más las obras. Más bien, dice: “Y que la fe se perfeccionó por las obras”. En Génesis 15 vemos que debido a que Abraham tuvo fe, fue justificado delante de Dios. En Génesis 22 vemos que debido a que Abraham tuvo obras, él fue justificado delante de los hombres. La justificación de Abraham fue perfeccionada por medio de su obra en Génesis 22. La ofrenda de Isaac en Génesis 22 manifestó la fe en Génesis 15, y la fe en Génesis 15 fue perfeccionada por la obra en Génesis 22.

En el versículo 23 nuestro hermano Santiago también cita parte de Génesis 15. En Romanos 4 Pablo cita de Génesis 15 para comprobar que uno necesita solamente fe, no obras. Ahora nuestro hermano Santiago menciona la misma palabra que mencionó Pablo: “Y se cumplió la Escritura que dice: „Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia‟”. En Santiago la palabra le se refiere al hecho sobre el monte en Génesis 22. La ofrenda de Abraham, Isaac, en Génesis 22 fue una ofrenda de fe. Fue una obra que manifestó su fe. Fue el cumplimiento de las palabras en Génesis 15 que dicen que Abraham creyó a Dios y esto le fue contado por justicia. En Génesis 15 Dios justificó a Abraham debido a su fe. La obra de Abraham en Génesis 22 cumplió la promesa de Dios en Génesis 15. Por lo tanto, no podemos decir que la fe sola no salva y que también hay necesidad de obras. La condición para la salvación es la fe, no las obras. Pero si hay fe, entonces, espontáneamente habrá un cambio en las obras.

Suponga que hay un hombre cuya ocupación es hacer billetes para que sean quemados para los ídolos. Un día el escucha el evangelio y cree. Pero después de que cree, continúa haciendo billetes. ¿Está esto equivocado? El sabe en su interior que los billetes se usan para la adoración de los ídolos y que un cristiano no puede hacer tal trabajo. Si usted le pregunta si cree o no en el Señor Jesús, él le responderá que sí. Pero si él abandona su negocio de los billetes, ¿cómo se sostendrá? El puede decir que es cristiano, pero no podemos decir con certeza que él es salvo. No sabemos si él ha sido salvo delante de Dios, si tiene fe o no. Si vemos a una persona que cree que el Señor Jesús es el Hijo de Dios y que El fue crucificado por él, y cree plenamente en el evangelio de Dios, sin embargo, no abandona tales negocios por temor a perder su sustento, no tenemos manera de decir si él es verdaderamente salvo. Quizás él tenga fe delante de Dios. Aunque la semilla ha sido sembrada, el brote aún no ha salido. Solamente podemos saber con certeza al salir las hojas. No digo que él no es salvo. Solamente digo que no estamos seguros si es salvo o no. Aquí yace la diferencia. No hay duda acerca de ser salvo por medio de la fe. Pero si las obras no resultan de la fe, otros no sabrán acerca de esa fe. Este no es absolutamente un asunto de buena o mala conducta. Por favor, note esto cuidadosamente. Santiago 2 no se trata en absoluto de la buena o mala conducta. El énfasis en Santiago 2 es las obras que prueban la fe de uno. Santiago 2 no nos dice que pongamos nuestra atención sobre las buenas obras o las malas obras. Lo que recalca son las obras que resultan de la fe. Muchas personas son muy buenas en sus obras. Pero esas obras no manifiestan su fe. Estas son obras sin fe; eso no es lo que le preocupaba a Santiago.

El versículo 24 es muy bueno: “El hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe”. ¿Pueden ver cuán cuidadoso es Santiago? El dice que el hombre es justificado por las obras y no solamente por la fe. Pablo puede decir que el hombre es justificado por la fe y de ninguna manera por las obras. Sin embargo, Santiago nunca dice que el hombre es justificado solamente por las obras y de ninguna manera por la fe. Si él hubiera dicho eso, tuviéramos que concluir que los dos apóstoles divergen en sus puntos de vista sobre la doctrina. Santiago dice que el hombre es justificado por las obras. Pero siguiendo eso agrega otra palabra, esto es, que no es solamente por fe. Cuando uno tiene obras, eso prueba que tiene fe. Esto no significa que uno debe tener buenas obras solamente, sino que uno debe tener obras de fe.

EL EJEMPLO DE LA JUSTIFICACIÓN DE RAHAB

Santiago temía que no entenderíamos claramente con respecto al caso de Abraham; por eso en el versículo 25 vemos otra ilustración. El menciona el caso de una prostituta. Rahab no era una mujer honorable. No había mérito en sus obras. Por lo tanto, vemos que la justificación no es un asunto de buenas obras, sino de obras de fe. Ya he repetido esto varias veces. Se trata de obras de fe, no obras de moralidad. “Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras por recibir a los mensajeros y enviarlos por otro camino?” ¿Qué clase de buena obra es ésta? Los israelitas cruzaron el río Jordán para atacar Jericó. Si Rahab hubiera sido ligeramente patriota, hubiera entregado a los dos espías. Pero cuando el rey de Jericó envió hombres a buscarlos, Rahab los escondió en la azotea. Después los dejó ir. Santiago nos dice que la obra de esta mujer la justificó. ¿Qué obra tuvo ella? Su obra fue mentir. Obviamente los hombres estaban allí, sin embargo ella dijo que no estaban. ¿Mentir es una buena obra? Todos los cristianos saben que mentir no es bueno. Sin embargo, Rahab fue justificada por su obra de mentir. Si alguien dice que ésta es la justificación por las obras, es algo que ellos mismos están diciendo; no es lo que Santiago está diciendo. Ellos meramente están diciendo en el nombre de Santiago lo que ellos quieren decir. Pero, ¿qué es lo que Santiago mismo dice? El dice que cuando Rahab dejó ir a los dos hombres que espiaban Jericó, eso le fue contado a ella como justicia.

¿Qué quiere decir Santiago? Cuando los israelitas abandonaron Egipto y fueron al desierto, no podían establecerse en cualquier lugar, sino que tuvieron que vagar por cuarenta años. ¿Para que sirve una nación así? Por lo menos en Jericó la ciudad de Rahab había una muralla alrededor. Todo lo que los israelitas tenían era arena bajo sus pies. Por lo menos en Jericó había casas. Todo lo que los israelitas tenían era tiendas. Aun su Dios tenía que morar en una tienda. ¿Qué había de especial en tal nación? Sin embargo, cuando los dos espías vinieron y le dijeron cómo Dios había cuidado de ellos, cómo hizo milagros para ellos, y que había prometido que Jericó, y aun toda la tierra de Canaán, sería entregada a ellos, sus palabras causaron que Rahab creyera. Ella puso su propio futuro, su vida y aun a toda su familia en sus manos. Incluso estuvo dispuesta a hacer algo en contra de su propio país. Dios no dice que ésta fue una buena obra; El dice que esta obra fue la expresión de su fe. Si los muros de Jericó hubieran sido hechos de paja o plumas de gallina, pudiéramos pensar que ciertamente los muros hubieran podido caer. Pero los muros de Jericó eran tan altos como los cielos. Sus puertas estaban fortificadas con barras de bronce. ¿Cómo pudo ser tomado tan fácilmente? ¿Cómo pudo Rahab haberse confiado ella misma en dos espías? Esta fue la obra de la fe, y Dios dice que lo que justifica a una persona es esta clase de obra; no es un asunto de bueno o malo. Tener buenas obras no es el tema. Tener malas obras tampoco es el tema. La carne es absolutamente inútil delante de Dios. No tiene lugar para nada. Cada obra en Adán, ya sea buena o mala, es rechazada por Dios. Si un hombre le dice a otro que solamente las buenas obras salvan, tal persona no conoce lo que es la carne. Por lo tanto, no es un asunto de obras. Las buenas obras no pueden justificar. Ni tampoco las malas obras.

Por lo tanto, Santiago 2 habla acerca de las obras de fe. No está relacionado con nada más. Rahab arriesgó su vida. Si los hombres enviados por el rey de Jericó hubieran encontrado a los espías en su casa, inmediatamente ella hubiera perdido su vida. Pero ella esperaba ser salva por medio de los espías de Israel. Ella confió su propia vida y futuro en sus manos. Por lo tanto, el tema no es buenas obras o malas obras, sino tener fe o no tenerla. Es la fe la que justifica. Aunque Santiago dice que Rahab fue justificada por obras, sus obras no fueron sino una manifestación de su fe.

Finalmente, el versículo 26 dice: “Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta”. Nuestro espíritu reside dentro de nuestro cuerpo. Por lo tanto, podemos decir que nuestro espíritu es el espíritu de nuestro cuerpo. Decimos que los malos espíritus son los espíritus que han dejado su cuerpo, porque ellos están sin un cuerpo. Hay una clase de obra que requiere fe y que debe estar unida a la fe. Hay una clase de obra que resulta de la fe y que proviene de la fe. Si la fe es sin obras, está muerta de la misma manera que un cuerpo sin un espíritu está muerto. Por lo tanto, somos salvos por medio de la fe, somos justificados por medio de la fe, y también recibimos vida por medio de la fe. Aunque hay diferentes maneras de expresar la fe, la fuente todavía es fe. Algunos la expresan por medio de abandonar su profesión. Otros la expresan por medio de no seguir los pasos de sus padres. Aun otros la expresan por medio de no ser uno con su esposo en ciertas cosas o por medio de abandonar su posición. Hay toda clase de expresiones de la fe. El asunto no es buenas o malas obras, sino fe. Lo que Santiago está diciendo es que cuando la oportunidad se presenta, nuestra fe debe ser expresada.

Por lo tanto, no podemos decir que la salvación es por las obras, Hebreos 6:1 menciona la palabra de los rudimentos de Cristo. El fundamento de la palabra de Cristo es el arrepentimiento de las obras muertas. ¿Qué es arrepentirse de obras muertas? Es el arrepentimiento de lo que hemos hecho cuando estábamos muertos. En la Biblia, hay dos cosas de las que tenemos que arrepentirnos. Una es el pecado. La otra es las obras muertas. Todo lo que está moralmente equivocado es un pecado y una transgresión. Si un hombre cree en el Señor, seguramente que debe arrepentirse y tratar con esos pecados. Además, debemos también odiar y arrepentirnos por lo que hicimos como personas muertas. ¿Cuáles son las obras muertas? Ellas son todas las buenas obras que fuimos capaces de hacer por nosotros mismos antes de que fuéramos salvos, antes de que viniéramos a ser hijos de Dios, antes de que recibiéramos la vida nueva, y antes de que llegáramos a ser una nueva raza. Uno ve sus pecados y transgresiones por lo que ellos son. Pero no ve las cosas que él considera moral y noble como cosas de las que tiene que arrepentirse. Dios dice que esas son obras muertas. Ellas fueron llevadas a cabo cuando estábamos muertos. Debemos arrepentirnos de todas esas obras, no depender de ellas para la salvación.

Cuando somos salvos, hay dos grandes arrepentimientos. Uno es el arrepentimiento por todas las cosas que no debíamos de haber hecho. Pero cuando alguien entiende el evangelio y ve la obra completa de la cruz del Hijo de Dios, él también se arrepiente por otras cosas, que son todas las buenas obras que anteriormente él ha hecho. Anteriormente, tratamos lo mejor de hacer el bien, como si Dios solamente nos salvara si El fuera impresionado de una manera suficiente por nuestras buenas obras. Sin embargo, hoy día, llegamos a ser cristianos. Debemos arrepentirnos no solamente por nuestros pecados; tenemos que arrepentirnos también por nuestras obras muertas. Por lo tanto, las obras muertas no pueden ayudarnos a ser salvos. Puede decir que uno debe creer en el Señor Jesús, sin embargo, uno también debe tener buenas obras. Pero Dios lo ve como un trapo de inmundicia. La justicia que Dios nos da excede a la justicia de la ley. Por lo tanto, si queremos venir a Dios, no solamente debemos no traer nuestros pecados junto con nosotros, también no debemos traer nuestras obras con nosotros. Si queremos hablar con respecto a las obras, entonces nuestras obras, antes de que puedan ser aceptadas, deben ser tan perfectas delante de Dios como las de Cristo.

Mis amigos, deben ver que la salvación no es de ustedes mismos. Ustedes deben comprender en su corazón que todo es del Señor Jesús. La fe no es una virtud. La fe es solo recibir. Uno de nuestros himnos del evangelio dice: “Obrar no me salvará” y “Llorar no me salvará” (#1000 en Hymns, publicados por Living Stream Ministry). La última estrofa dice: “La fe en Cristo me salvará”. Cuando vi por vez primera esta linea, inmediatamente la rechacé y la reemplacé con “Solamente Jesús me salvará”. La fe no es una virtud. La fe es solamente permitir que el Señor nos salve. Es como una persona que cae en el mar. Cuando alguien viene a salvarlo tirándole una red, él no tiene que hacer nada. Mientras él no se salga de la red, estará bien. Todo es hecho por el Señor Jesús. ¡Aleluya! Digo de nuevo, nunca malentienda a Santiago 2. Las obras en Santiago 2 no son un asunto de ser bueno o malo, sino de tener o no tener fe.