Watchman Nee Libro Book cap.8 Libro de lecciones nivel 6: La biblia

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LAS CLAVES DE LA BIBLIA 2 EL HOMBRE, LA SALVACIÓN, LA VIDA ETERNA Y LOS CREYENTES

Lección ocho

TEMAS CLAVES DE LA BIBLIA (2) EL HOMBRE, LA SALVACIÓN, LA VIDA ETERNA Y LOS CREYENTES

Lectura bíblica

Ap. 13:8; Gn. 3:15; 1 Jn. 3:8; Gá. 3:16; 1 P. 1:2; 1 Co. 3:6-7; Ro. 12:2; Ap. 14:15; Fil. 3:21; 1 Jn. 1:2; He. 7:16; 1 Ti. 6:12; Mt. 28:19; Jn. 3:5-6; 2 Co. 3:18; Ro. 8:5-11; Ro. 15:16

Bosquejo

  1. El hombre:
    1. La creación del hombre:
      1. El hombre fue creado conforme a la imagen y semejanza de Dios:
        1. Para que el hombre expresara a Dios.
        2. Para que el hombre ejerciera el señorío de Dios.
      2. Dios pone al hombre frente al árbol de la vida para que éste recibiera a Dios como vida.
    2. La caída del hombre:
      1. El primer paso de la caída:
        1. La causa:
          • 1) La tentación proveniente de la serpiente.
          • 2) La mujer asume la posición de la cabeza.
        2. El proceso.
        3. El resultado.
      2. El segundo paso de la caída.
      3. El tercer paso de la caída.
      4. El cuarto paso de la caída.
  2. La salvación:
    1. La promesa de Dios:
      1. La simiente de la mujer.
      2. La simiente de Abraham.
    2. La salvación se lleva a cabo en tres etapas:
      1. La etapa inicial.
      2. La etapa progresiva.
      3. La etapa final.
  3. La vida eterna:
    1. La definición de la vida eterna.
    2. Echar mano de la vida eterna.
  4. Los creyentes:
    1. El bautismo de los creyentes.
    2. La regeneración de los creyentes.
    3. El crecimiento de los creyentes.
    4. La función de los creyentes.

Texto

I. EL HOMBRE

La Biblia es un libro que no sólo trata de Dios, sino también del hombre. Si quitáramos de la Biblia a Dios, a Cristo, al Espíritu Santo y la cruz de Cristo, la Biblia sería un libro vacío. De la misma manera, sin el hombre, Dios no tendría a quien hablarle en la Biblia. Por tanto, tal como Dios y el Señor Jesucristo ocupan un lugar especial en la Biblia, así también el hombre.

En la Biblia, hay más escrito acerca del hombre que acerca de Dios. Si queremos conocer al hombre, tenemos que estudiar la Biblia. Ningún otro libro describe al hombre tan cabalmente como la Biblia. Por tanto, para conocer la Biblia, tenemos que saber lo que ésta dice acerca del hombre.

A. La creación del hombre

1. El hombre fue creado conforme a la imagen y semejanza de Dios

[El hombre no sólo posee la vida creada más elevada, sino que también fue hecho conforme a la imagen y semejanza de Dios (Gn. 1:26-27). Aparte del hombre, ninguna otra criatura se parece a Dios en cuanto a imagen y semejanza. De todo lo que Dios creó, el hombre ocupa la posición más elevada; él fue creado a imagen de Dios y conforme a Su semejanza. El hombre es el mejor envase que Dios preparó en la creación para realizar Su plan. Dios, en Su plan, dispuso que los hombres poseyeran Su vida a fin de que llegaran a ser los hermanos de Su Hijo; por tanto, Dios, en Su creación, hizo que el hombre tuviera Su imagen y semejanza.

La imagen se refiere a las partes internas, tales como la mente, la parte emotiva y la voluntad. La mente, la parte emotiva y la voluntad del hombre, las cuales constituyen el hombre intangible, fueron creadas a la imagen de Dios. Por tanto, las funciones humanas del pensamiento, la opinión y el amor se asemejan a las de Dios.

La imagen de Dios también se refiere a las características de Sus atributos. Los atributos más sobresalientes de Dios que se manifiestan en el hombre son el amor, la luz, la santidad y la justicia. Cuando Dios creó al hombre, lo creó a Su imagen, conforme a los atributos de Sus virtudes, para que el hombre lo expresara mediante dichas virtudes. Por eso, el hombre anhela expresar amor, luz, santidad y justicia, y estas virtudes a veces se manifiestan en su comportamiento. Lo que el hombre tiene, sin embargo, es sólo la imagen y no la realidad. El hombre debe primero recibir a Dios como su vida y contenido, de modo que el amor, la luz, la santidad y la justicia de Dios llenen y enriquezcan las virtudes humanas del amor, la luz, la santidad y la justicia, y así lleguen a ser la realidad del éstas.

La semejanza se refiere al cuerpo exterior, el cual constituye el hombre tangible. El cuerpo exterior del hombre fue creado conforme a la semejanza de Dios. Dios tiene una apariencia exterior o semblanza. Antes que Dios se encarnara como hombre, Él frecuentemente se aparecía a las personas del Antiguo Testamento en forma de hombre (Gn. 18:2, 16-17; Jue. 13:9-10, 17-19). La forma del hombre es la forma de Dios, porque el hombre fue creado conforme a la semejanza de Dios.]

a. Para que el hombre expresara a Dios

El propósito principal por el cual Dios creó al hombre, un hombre corporativo, es que éste exprese a Dios (Gn. 1:26-27). [Dios no creó a muchos hombres, sino que creó a la humanidad colectivamente en una sola persona, Adán.] [Por tanto, en Génesis 1:26 Dios dijo: “Señoreen [en hebreo]”; un hombre, pero el verbo está en plural. Esto demuestra que este hombre es un hombre corporativo.] [Dios creó a tal hombre corporativo a Su imagen y conforme a Su semejanza para que el hombre expresara al propio Dios.]

b. Para que el hombre ejerciera el señorío de Dios

[Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoreen…” (heb.). Dios creó un hombre corporativo para que ejerciera Su señorío (Gn. 1:26-28). La palabra señorío incluye más que autoridad, pues implica tener un reino como esfera en la cual se ejerce autoridad.] Este hombre corporativo debe usar la autoridad de Dios para enfrentar al enemigo de Dios, recobrar la tierra al conquistarla, y así traer el reino de Dios a la tierra (Gn. 1:26-28; 3:1; Ap. 12:9).

2. Dios pone al hombre frente al árbol de la vida para que éste recibiera a Dios como vida

[Después que Dios creó al hombre, no depositó la vida divina dentro de él; antes bien, le dio a éste libre albedrío. Dios quería que el hombre ejerciera el libre albedrío para que escogiera, para que recibiera Su vida. Por tanto, Dios puso al hombre frente al árbol de la vida.

Dios, con el propósito de darle al hombre la oportunidad de escoger, puso el árbol del conocimiento del bien y del mal a la par del árbol de la vida. El árbol de la vida denota a Dios como fuente de la vida divina; el árbol de la ciencia del bien y del mal representa a Satanás como fuente de la muerte. Estos dos árboles representan las dos fuentes que hay en el universo.] Puesto que Dios es grande, le permitió al hombre que escogiera. [Fue conforme a ese principio que Dios, en el huerto del Edén, puso a Adán frente a los dos árboles; Dios quería que el hombre lo escogiera, que tomara a Dios como vida.]

B. La caída del hombre

[Después de crear al hombre, Dios lo puso delante del árbol de la vida para que tuviera contacto con el árbol de la vida y recibiera la vida de Dios, la cual es la vida increada. Pero antes que el hombre tocara el árbol de la vida y se uniera a Dios en vida, Satanás aprovechó la oportunidad y actuó primero. Satanás tentó al hombre a que ingiriera el árbol del conocimiento del bien y del mal e hizo que el hombre tuviera una unión ilegal con él. Esto llegó a ser el primer paso de la caída del hombre.

Según la crónica de Génesis 3—11, la caída del hombre sucedió en cuatro pasos. El primer paso es la caída de Adán, la cual se narra en el capítulo tres; el segundo paso es la caída de Caín, narrada en el capítulo cuatro; el tercero es la caída de la generación torcida y perversa antes del diluvio, narrada en el capítulo seis; y el cuarto es la caída de todo el linaje humano, que se rebeló colectivamente contra Dios, lo cual se narra en el capítulo once. Estos cuatro pasos de la caída siguieron uno tras otro. En estos cuatro pasos se reveló por completo la sutileza de Satanás.]

1. El primer paso de la caída

a. La causa

1) La tentación proveniente de la serpiente

Satanás vino, en forma de serpiente, a tentar al hombre. Satanás era astuto, y actuó furtivamente. [Dios le dio un mandato claro al hombre, diciéndole: “Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Gn. 2:17). Pero Satanás le dijo a la mujer: “¿Conque Dios os ha dicho?”. Y dijo también: “No moriréis”.] Satanás hizo que el hombre dudara de la palabra y del corazón de Dios. Sin embargo, la Biblia afirma que el cielo y la tierra pasarán, mas las palabras del Señor no pasarán jamás (Lc. 21:33). La Biblia también dice que Dios ama al hombre al máximo, hasta el fin (Jn. 13:1). Nunca debemos dudar de la palabra de Dios ni de Su corazón para con nosotros.

2) La mujer asume la posición de la cabeza

[Otra causa de la caída del hombre fue que la mujer asumió la posición de la cabeza (Gn. 3:2-3, 6). Al principio, Dios creó únicamente un hombre. Solamente había una cabeza, y no dos. Adán era la cabeza, y no Eva. Eva fue hecha de una costilla del costado de Adán (Gn. 2:22). Adán era la cabeza de Eva. La razón por la que Eva fue tentada por la serpiente es que ella asumió la posición de la cabeza, tomó una decisión por su propia cuenta y cayó en la trampa de Satanás. Aun antes que ella comiera del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, ya había sido atrapada por el maligno. Ella pasó por alto al hombre y asumió la posición de la cabeza a fin de lidiar con la situación. Esto resultó en que ella fue engañada. Por tanto, la Biblia dice que Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión (1 Ti. 2:14).

Aquí vemos un principio muy importante. En el universo, Dios es la única Cabeza. Siempre que asumamos la posición de la cabeza al lidiar con cualquier situación, negamos la autoridad de Dios y de Cristo, e indudablemente seremos engañados.]

La mejor manera de resistir la tentación es invocar el nombre del Señor Jesús, quien es nuestra Cabeza, y orar-leer Su palabra cada vez que seamos tentados. El Señor derrotará a Satanás y lo alejará de nosotros. Debemos volvernos a Él en todo momento.

b. El proceso

[El primer paso en el proceso de la caída del hombre fue el fracaso de que el hombre no usó su espíritu. Después de ser creado, el hombre debía usar siempre su espíritu para tener contacto con Dios y vivir delante de Él. Cuando el hombre vive conforme al espíritu, es preservado por Dios. Pero cada vez que el hombre no usa su espíritu y, por ende, no tiene contacto con Dios, él pasa por alto a Dios y lo desecha; consecuentemente, cae en manos del maligno.

El segundo paso fue que el hombre ejercitó el alma (Gn. 3:2, 3, 6). Cuando Eva habló con la serpiente, ella primeramente razonó en su mente. Luego, fue tentada en su parte emotiva y deseó el fruto del árbol del conocimiento. Finalmente, ella decidió en su voluntad tomar el fruto y comerlo.

El tercer paso fue la acción del cuerpo. Cuando uno ejercita el alma, el cuerpo naturalmente actuará. El alma dirige al cuerpo. Una vez que Eva fue tentada de esta manera, ciertamente tomaría el fruto y comería. El hecho de que ella tomara del fruto para comerlo fue la acción del cuerpo. Primero, el ojo ve; segundo, la mano toma; y tercero, la boca come.

En nuestro vivir diario, primero debemos usar nuestro espíritu, y luego debemos permitir que nuestro espíritu dirija nuestra alma, la cual a su vez dirige nuestro cuerpo. Si en lugar de usar nuestro espíritu usamos nuestra alma, asumimos la posición de la cabeza y nuestra alma tomará la iniciativa al actuar; y una vez que el alma actúe, ella guiará al cuerpo a hacer cosas que ofenden a Dios.]

c. El resultado

[El primer resultado de la caída fue que el alma se contaminó, se corrompió y fue usurpada. Aun antes que Eva comiera del árbol del conocimiento, su mente ya se había contaminado. Mientras hablaba con la serpiente, el concepto de la serpiente penetró en la mente de ella y la contaminó; por tanto, su mente fue corrompida. Finalmente, después que ella comió del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, su mente fue totalmente ocupada por el maligno.

El segundo resultado fue que el cuerpo cambió en cuanto a su naturaleza, al añadírsele el elemento del árbol del conocimiento del bien y del mal —el elemento de Satanás—, de modo que el cuerpo llegó a ser la carne (Gn. 3:7). El cuerpo humano creado originalmente por Dios era puro; sin embargo, ahora contiene el elemento maligno de Satanás. Este elemento maligno es el pecado que mora en nosotros, el cual hace su hogar en la carne del hombre. En Romanos 7:17 Pablo dice: “De manera que ya no soy yo quien obra aquello, sino el pecado que mora en mí”. Esta sustancia maligna, la naturaleza del pecado, ha contaminado nuestro cuerpo haciéndolo carne, la cual está llena de maldad y de concupiscencia.

El tercer resultado fue que el espíritu del hombre cayó en muerte, quedó aislado de Dios y perdió su función con respecto a Dios. Efesios 2:5 dice que, antes de que fuéramos salvos, estábamos muertos. No estábamos muertos en nuestro cuerpo ni en nuestra alma, sino en nuestro espíritu. Estar muertos equivale a estar sin función ni sensación. Cuando el espíritu del hombre cayó en muerte, el hombre perdió la capacidad de tener contacto con Dios y de tener comunión con Él.

El cuarto resultado fue que el hombre caído fue constituido pecador (Ro. 5:19). Debido a la caída del hombre, cierto elemento se inyectó en él, un elemento que la Biblia llama pecado. Romanos 5:12 dice: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por medio de un hombre”. Así que, todos hemos sido constituidos pecadores. El pecado ya entró en nosotros y se convirtió en el elemento que nos constituye subjetivamente. Por tanto, no somos pecadores porque pecamos; pecamos porque fuimos constituidos pecadores.

El quinto resultado fue la condenación del hombre caído (Ro. 5:18). Todos estábamos en Adán. La condenación no incluye únicamente a Adán, sino a todo el linaje humano. Todo el linaje humano fue condenado en Adán.

El sexto resultado fue que se introdujo la maldición (Gn. 3:17-19). Por el pecado de un hombre, toda la creación está sujeta a vanidad, y gime y sufre dolores de parto bajo la esclavitud de la corrupción (Ro. 8:20). La tierra fue maldecida y produjo espinos y cardos. Además, el hombre, con el sudor de su frente, comerá el pan durante toda su vida. Estos son los elementos incluidos en la maldición que se introdujo a causa de la caída del hombre.

El séptimo resultado fue que el hombre fue echado fuera del paraíso (Gn. 3:23-24). El paraíso era la esfera de vida que incluía al árbol de la vida y la esfera en la que el hombre podía recibir la vida divina. Por tanto, ser echado del paraíso significa ser echado de la esfera de la vida.

El octavo resultado fue la muerte (Gn. 3:19; Ro. 5:12). Primero, el espíritu del hombre cayó en muerte, y finalmente su cuerpo morirá. El pecado entró al mundo por medio de la transgresión de Adán, y por medio del pecado, la muerte. La muerte reina sobre todos los hombres (Ro. 5:14). Por eso, en Adán todos mueren (1 Co. 15:22).]

2. El segundo paso de la caída

El diablo hizo que el hombre cayera aún más. Abel presentó una ofrenda conforme a lo que Dios había establecido, pero Caín presentó una ofrenda según su propio concepto, y así se apartó del camino de Dios y creó su propia religión. Caín se enojó después que Dios no recibió su ofrenda y, airado, mató a Abel. Más tarde, le mintió a Dios y se volvió arrogante para con Él. Aparentemente fue Caín quien rechazó las buenas nuevas de Dios; pero, de hecho, fue Satanás quien alejó a Caín del camino de salvación de Dios y quien hizo que el hombre cayera aún más (Gn. 4:3-9).

[Como resultado del segundo paso de la caída, Dios pronunció una maldición mayor: el hombre labraría la tierra, y la tierra no le volvería a dar su fuerza. Además, él se convertiría en un vagabundo que andaría errante en la tierra y sería echado de la presencia de Dios, sin poder ver la faz de Dios (Gn. 4:11b-12, 14).

Con el tiempo, Caín y sus descendientes inventaron una cultura carente de Dios. Esta cultura incluía la edificación de una ciudad para preservar la existencia humana, la invención de la crianza de ganado para ganarse el sustento, la invención de la música para el entretenimiento y la invención de armas para la defensa (Gn. 4:17, 20-22). Cuanto más el hombre se aleja de Dios, menos tiene Su presencia. Habiendo perdido a Dios, el hombre se vio obligado a inventar una cultura carente de Dios. Este es el resultado de la caída del hombre.]

3. El tercer paso de la caída

[En el primer paso de la caída, el enemigo de Dios estaba fuera del hombre. En el segundo paso de la caída, dicho enemigo estaba dentro del hombre. Después, el enemigo tomó otro paso e hizo que el hombre cayera aun más.]

Génesis 6 dice que los hijos de Dios —los ángeles caídos— se casaron con las hijas de los hombres. Este matrimonio ilegal produjo como resultado la carne. [En Job 1:6 y 2:1 dice que a los ángeles se les llama hijos de Dios. Además, la versión Siríaca del Antiguo Testamento, en Génesis 6, traduce la expresión “los hijos de Dios” como “los ángeles”. Los ángeles que se casaron con las hijas de los hombres fueron los que no guardaron su principado, según consta en Judas 6 y 7. Algunos de los ángeles caídos, súbditos de Satanás, descendieron a la tierra y tomaron cuerpos humanos. De esta manera, ellos formaron matrimonios ilegales con las hijas de los hombres. Estos ángeles caídos cometieron fornicación mediante los cuerpos de los hombres, de modo que el linaje humano dejó de ser puro y se convirtió en una mezcla de la naturaleza humana y los espíritus caídos. Por eso, Dios decidió mandar el diluvio y exterminar el linaje humano.]

Esta caída resultó en que el Espíritu Santo se apartara del hombre (Gn. 6:3) y en que toda carne, a excepción de Noé y su familia, fuera totalmente destruida (Gn. 7:21).

4. El cuarto paso de la caída

El cuarto paso de la caída del hombre, instigado por Satanás, fue la rebelión colectiva y abierta del hombre en contra de Dios y de Su autoridad. Primero, el hombre conspiró para rebelarse contra Dios (Gn. 11:3-4). Segundo, el hombre hizo ladrillos de tierra valiéndose de la labor humana. [Según la revelación de la Biblia, Dios nunca ha edificado con ninguna clase de ladrillo, sino que edifica con piedras. El hombre edificó la torre de Babel usando ladrillos en vez de piedras. Esto significa que el hombre usó la tierra indebidamente, junto con la labor humana, para reemplazar la obra de Dios.] Tercero, el hombre edificó una ciudad a fin de llevar una vida fabricada por sí mismo, una vida carente de Dios. Cuarto, el hombre edificó una torre para declarar que renunciaba a Dios, y que rechazaba a Dios y Su autoridad. Finalmente, el hombre se hizo para sí mismo un nombre propio a fin de negar el nombre de Dios, y de este modo negó a Dios. Esta rebelión resultó en que Dios esparció al hombre por todas partes y confundió su idioma; de esta manera, entró la confusión y el hombre fue separado el uno del otro.

[Cuando el hombre llegó al cuarto paso de la caída, él había caído al máximo, de modo que ni Dios podía hacer algo para recobrar el linaje caído.] Aunque estos cuatro pasos de la caída se llevaron a cabo en Génesis, su efecto continúa a lo largo de la Biblia y está presente con el hombre hasta el día de hoy. Como resultado, el hombre no le es útil a Dios en absoluto, ya que es incapaz de cumplir el propósito para el cual fue creado. El hombre no tiene la vida de Dios con la cual expresar a Dios, y por ende, tampoco tiene la autoridad de Dios con la cual representar a Dios. Más bien, el hombre está bajo el control de Satanás. Esta es la condición del hombre. Con todo, Dios todavía ama al hombre y quiere salvarlo de su lastimosa condición.

II. LA SALVACIÓN

[En Su plan eterno, Dios planeó crear todas las cosas y tener al hombre para que cumpliera Su propósito eterno. Además, según Su presciencia y previsión, es decir, sabiendo de antemano que el hombre caería, Dios planeó redimir al hombre después de la caída. La obra redentora de Dios no fue una adición a Su plan original ni tampoco fue algo que se le ocurrió para remediar el problema, sino que fue planeada y preparada desde el principio. En el plan eterno de Dios, Él determinó de antemano que después de la caída del hombre, Cristo efectuaría la redención. Por tanto, ante Dios, Cristo fue inmolado desde la fundación del mundo (Ap. 13:8).]

A. La promesa de Dios

[La redención fue planificada de antemano y predeterminada por Dios. Por tanto, antes que se efectuara la redención, Dios la prometió muchas veces en el Antiguo Testamento, prediciendo claramente los diferentes aspectos de Su obra redentora.]

1. La simiente de la mujer

[Después que el hombre pecó y cayó, Dios intervino inmediatamente y le prometió al hombre que la simiente de la mujer vendría. Cuando Él viniera, heriría la cabeza de Satanás (Gn. 3:15). Herirle la cabeza equivale a darle muerte.

La simiente de la mujer es el Señor Jesús. De entre todo el linaje humano, sólo Él nació de mujer (Gá. 4:4). Él vino a la tierra para deshacer las obras del diablo (1 Jn. 3:8), para que, por medio de la muerte, destruyera al diablo (He. 2:14).

Por tanto, cuando el hombre cayó, Dios prometió que Cristo nacería de una mujer y destruiría a Satanás, el que engañó y dañó al hombre.]

2. La simiente de Abraham

[Cristo no sólo es la simiente de la mujer, sino también la simiente de Abraham (Gn. 13:15; 17:8; Gá. 3:16), tipificado por Isaac. Primero, Él trae bendiciones a las naciones. Sean judíos o gentiles, todos serán benditos en Él (Gn. 22:18a). La bendición es el Espíritu. Por la fe en Cristo, hemos recibido el Espíritu (Gá. 3:14). En segundo lugar, Él fue ofrecido a Dios, se le dio muerte y resucitó (cfr. Gn. 22:1-12; He. 11:17, 19). Tercero, Él obtendrá la novia (cfr. Gn. 24:67). Esto describe cómo Cristo, quien fue prometido a nosotros por Dios, trae bendiciones a las naciones, fue ofrecido, murió y resucitó. Después de la resurrección, Él logra que los que Él redimió, lleguen a ser Su novia (Jn. 3:29; Ap. 19:7).]

B. La salvación se lleva a cabo en tres etapas

1. La etapa inicial

[La salvación completa que el Dios Triuno efectúa comprende muchas cosas y se lleva a cabo en tres etapas. La primera etapa, la etapa inicial, es la etapa de la regeneración. Esta etapa está compuesta de la redención, la santificación (en cuanto a posición: 1 P. 1:2; 1 Co. 6:11), la justificación, la reconciliación y la regeneración. En esta etapa, Dios nos justificó mediante la redención efectuada por Cristo (Ro. 3:24-26) y nos regeneró en nuestro espíritu con Su vida y por Su Espíritu (Jn. 3:3-6). Así, recibimos la salvación eterna de Dios (He. 5:9) y Su vida eterna (Jn. 3:15), y hemos llegado a ser Sus hijos (Jn. 1:12-13), quienes no perecerán jamás (Jn. 10:28-29). Esta salvación inicial nos ha salvado de la condenación de Dios y de la perdición eterna (Jn. 3:18, 16).]

2. La etapa progresiva

[La segunda etapa de la salvación, la etapa progresiva, es la etapa de la transformación. Esta etapa se compone de ser libres del pecado, de la santificación (mayormente en cuanto a nuestra manera de ser: Ro. 6:19, 22), el crecimiento en vida, la transformación, la edificación y la madurez. En esta etapa, Dios nos libra del dominio del pecado que está en nosotros —la ley del pecado y de la muerte— por medio de la ley del Espíritu de vida, mediante la eficacia de la muerte de Cristo, la cual opera subjetivamente en nosotros (Ro. 6:6-7; 7:16-20; 8:2). Él nos santifica por medio de Su Espíritu Santo (Ro. 15:16), con Su naturaleza santa y mediante Su disciplina (He. 12:10) y Su juicio, el cual empieza por Su propia casa (1 P. 4:17). Él propicia que crezcamos en Su vida (1 Co. 3:6-7) y nos transforma al renovar las partes internas de nuestra alma por medio del Espíritu vivificante (2 Co. 3:6, 17-18; Ro. 12:2; Ef. 4:23) y mediante la cooperación de todas las cosas (Ro. 8:28). Él nos edifica juntos para que seamos una casa espiritual en la cual Él pueda morar (1 P. 2:5; Ef. 2:22) y nos hace madurar en Su vida (Ap. 14:15) para que se lleve a cabo Su plena salvación. De esta manera, somos librados del poder del pecado, del mundo, de la carne, del yo, del alma (la vida natural) y del individualismo, y maduramos así en la vida divina, lo cual cumple el propósito eterno de Dios.]

3. La etapa final

[La tercera etapa, la etapa final, es la etapa de la consumación. Esta etapa se compone de la redención (la transfiguración) de nuestro cuerpo, ser conformados a la imagen del Señor, ser glorificados, heredar el reino de Dios, participar del reinado de Cristo y experimentar el máximo disfrute del Señor. En esta etapa, Dios redimirá nuestros cuerpos caídos y corruptos (Ro. 8:23), transfigurándolos en el cuerpo de la gloria de Cristo (Fil. 3:21). Él nos conformará a la gloriosa imagen de Su Hijo primogénito (Ro. 8:29), haciéndonos completa y absolutamente como Él en nuestro espíritu regenerado, nuestra alma transformada y nuestro cuerpo transfigurado. Él nos glorificará (Ro. 8:30), sumergiéndonos en Su gloria (He. 2:10), para que podamos entrar en Su reino celestial (2 Ti. 4:18; 2 P. 1:11), al cual Él nos llamó (1 Ts. 2:12). Él causará que heredemos Su reino como máxima porción de Su bendición (Jac. 2:5; Gá. 5:21), e incluso que reinemos con Cristo como correyes Suyos que participan de Su reinado sobre las naciones (2 Ti. 2:12; Ap. 20:4, 6; 2:26-27; 12:5) y comparten Su gozo real y majestuoso en Su gobierno divino (Mt. 25:21, 23). De este modo, nuestro cuerpo será libertado de la esclavitud de la corrupción de la vieja creación, a la libertad de la gloria de la nueva creación de Dios (Ro. 8:21), y nuestra alma será librada de la esfera de pruebas y sufrimientos (1 P. 1:6; 4:12; 3:14; 5:9) y llevada a una nueva esfera, llena de gloria (1 P. 4:13; 5:10), en la que compartirá y disfrutará de todo lo que el Dios Triuno es, tiene, ha logrado, ha alcanzado y ha obtenido. Esta es la salvación, la salvación de nuestras almas, que está lista para ser revelada a nosotros en el tiempo postrero, esto es, la gracia que nos será traída en la manifestación de Cristo en gloria (1 P. 1:13; Mt. 16:27; 25:31). Este es el fin de nuestra fe. El poder de Dios es capaz de guardarnos para que lo obtengamos (1 P. 1:9). Debemos aguardar con anhelo tan maravillosa salvación (Ro. 8:23) y prepararnos para su esplendorosa manifestación (Ro. 8:19).]

III. LA VIDA ETERNA

A. La definición de la vida eterna

[Muchos cristianos sostienen el concepto de que la vida eterna es una bendición dada a los creyentes, la cual consiste simplemente en ir a una mansión celestial y disfrutar allí de una vida mejor. Cuando estuve en el cristianismo, nadie me dijo que la vida eterna no era una bendición, sino que simplemente era una vida. En nuestro cuerpo físico tenemos una vida biológica (bios), y en nuestra alma tenemos una vida sicológica (psujé). Antes de ser salvos teníamos estas dos clases de vidas; pero cuando fuimos salvos recibimos otra vida, la vida eterna (zoé).

La vida eterna es la vida que no sólo es imperecedera sino también eterna, tanto en tiempo como en naturaleza (Jn. 3:16, 36; 1 Jn. 1:2). Esta vida es ilimitada tanto en tiempo como en naturaleza; por tanto, es eterna.

La vida eterna es la vida increada de Dios (Ef. 4:18), la vida indestructible (He. 7:16) y la vida incorruptible (2 Ti. 1:10). Con respecto a la definición de la vida eterna, recibí mucha ayuda de los escritos de Watchman Nee, Mary McDonough, Ruth Paxson y T. Austin-Sparks. Por medio de sus escritos llegué a conocer que ser regenerados es simplemente recibir a Dios en nosotros como nuestra vida, o sea recibir una vida que es divina, una vida en adición a nuestra vida humana.

La vida eterna es la vida que está en el Hijo de Dios y que es el Hijo de Dios (1 Jn. 5:11-12; 1:2; Jn. 14:6). Esta vida no solamente está en el Hijo de Dios, sino que es el Hijo de Dios mismo.

La vida eterna es la vida con la cual los creyentes son regenerados y la cual llega a ser la vida de los creyentes (Col. 3:4a), y hace a los creyentes hijos de Dios (Jn. 1:12-13) y miembros de Cristo (Ef. 5:30).]

B. Echar mano de la vida eterna

[En 1 Timoteo 6:12, el apóstol nos encarga que echemos mano de esta vida eterna.

El Nuevo Testamento nos enseña que la vida eterna tiene tres etapas, y estas tres etapas figuran en tres eras: la era presente, la era de la iglesia; la era venidera, la era del reino; y la era eterna, en el cielo nuevo y la tierra nueva con la Nueva Jerusalén como centro. En la primera era, la era de la iglesia, recibimos la vida eterna. Por tanto, esta vida llega a ser nuestra vida y la disfrutamos y vivimos por ella. En la era de la iglesia, lo crucial es que recibamos la vida eterna; pero en la próxima era, la era del reino, la vida eterna no es algo que reciben las personas, sino algo en lo que ellas entran. Conforme a Mateo 25:46, aquellos de entre las naciones que según el juicio del Señor Jesús sean “ovejas”, entrarán en la vida eterna en la era del reino. Así que, en la era venidera, la vida eterna será una esfera en la cual las personas entrarán. En dicha era, la vida eterna será dada como recompensa. En la era actual, la vida eterna se recibe como don gratuito (Ro. 6:23b), pero en la era venidera, se entra en la vida eterna, no como un don gratuito sino como una recompensa. Esta recompensa será dada tanto a los creyentes vencedores como a las “ovejas” de Mateo 25 que pagaron el precio de cuidar a los hermanos de Cristo durante la gran tribulación. Entonces, en la era eterna, o sea en el cielo nuevo y en la tierra nueva, cuyo centro es la Nueva Jerusalén, la vida eterna finalmente será el don consumado dado a todos los redimidos de Dios, para que manifiesten al Dios Triuno por la eternidad.]

[Es por medio de esta vida eterna y en esta vida eterna que los creyentes fueron producidos. La vida eterna es crucial en la producción de los creyentes y en la edificación del Cuerpo orgánico de Cristo.]

IV. LOS CREYENTES

A. El bautismo de los creyentes

[Los creyentes son seres tripartitos compuestos de espíritu, alma y cuerpo (1 Ts. 5:23). Los creyentes son redimidos, justificados y reconciliados con Dios en Cristo (Ro. 3:24; 5:10a). Nosotros no sólo fuimos salvos, sino que fuimos redimidos, justificados y reconciliados con Dios en Cristo. Los creyentes han sido bautizados en el Dios Triuno para tener una unión orgánica con el Dios Triuno procesado (Mt. 28:19). En su libro, Word Studies in the New Testament [Estudio de palabras del Nuevo Testamento], M. R. Vincent, refiriéndose a Mateo 28:19, dice: “Bautizar en el nombre de la Santa Trinidad implica una unión espiritual y mística con Él”. Tal pensamiento, tal revelación, se ha perdido en el cristianismo. El bautismo consiste en bautizarnos en el Dios Triuno para tener una unión orgánica con el Dios Triuno procesado.]

B. La regeneración de los creyentes

[Los creyentes son regenerados en su espíritu por el Espíritu (Jn. 3:5-6) con la vida divina, la cual es Cristo (Col. 3:4a), para ser hijos de Dios (Jn. 1:12-13), que poseen la naturaleza divina (2 P. 1:4b), y ser miembros de Cristo (Ro. 12:5) en la unión de la vida divina. La regeneración ocurre en nuestro espíritu; la lleva a cabo el Espíritu con la vida divina, y nos hace, primeramente, hijos de Dios, y luego, miembros de Cristo.] Los creyentes fueron crucificados con Cristo, y se les dio fin en su hombre viejo (Gá. 2:20; Ro. 6:6). [En los creyentes vive Cristo, el Cristo pneumático, el Espíritu, que mora en ellos (Ro. 8:11).]

C. El crecimiento de los creyentes

[Los creyentes fueron santificados en cuanto a posición por la sangre de Cristo (He. 13:12) y están siendo santificados en cuanto a su manera de ser por el Espíritu (Ro. 15:16; 6:19, 22), para que sean renovados, transformados en su alma (Ro. 12:2a; 2 Co. 3:18), conformados a la imagen del Hijo primogénito de Dios (Ro. 8:29) y glorificados (redimidos) en su cuerpo (Ro. 8:23) en la gloria del Dios Triuno procesado (Ro. 8:30, 17-18). A pesar de que los creyentes fueron regenerados en su espíritu, su alma y su cuerpo permanecen viejos. Por tanto, los creyentes necesitan ser renovados y transformados en su alma, conformados a la imagen del Hijo primogénito de Dios y glorificados en su cuerpo en la gloria del Dios Triuno procesado. Los creyentes son seres tripartitos compuestos de espíritu, alma y cuerpo. Primero, su espíritu es regenerado; luego, su alma es transformada; y finalmente, su cuerpo será glorificado. Así, todo el ser de los creyentes será saturado de la espléndida vida de Dios. La vida de Dios es una vida de esplendor, y ese esplendor es la gloria de la vida divina. Cuando seamos llenos, saturados y empapados del esplendor de la vida divina, estaremos en la gloria. Los creyentes son saturados al llevarse a cabo en su ser tripartido la impartición de la Trinidad Divina (Ro. 8:5-11), para que así se mezclen con el Dios Triuno procesado. Los creyentes están unidos al Señor como un sólo espíritu (1 Co. 6:17).]

D. La función de los creyentes

[Los creyentes son los pámpanos de Cristo —quien es la vid—, el organismo del Dios Triuno, que expresa al Dios Triuno procesado al llevar fruto para el aumento de Cristo (Jn. 15:1-5, 8, 16). Como pámpanos de Cristo, los creyentes deben vivir una vida que lleve fruto para el aumento de Cristo. Los creyentes son sacerdotes neotestamentarios de Dios, sacerdotes de Su evangelio que ofrecen pecadores salvos como sacrificios a Dios (Ro. 15:16; 1 P. 2:5, 9). Como sacerdotes de Dios, los creyentes deben desempeñar un servicio que consista en salvar pecadores para ofrecerlos como sacrificios a Dios.]

Preguntas y ejercicios

  1. ¿Por qué motivo son los seres humanos tan especiales en la creación de Dios?
  2. Cuáles fueron los cuatro pasos de la caída, y cuál fue la causa de cada paso? ¿Cuál era la condición del hombre después de la caída?
  3. ¿Qué promesa(s) le hizo Dios al hombre caído?
  4. ¿Cuáles son las tres etapas de la salvación? Dé ejemplos de cada una.
  5. ¿Cuáles son las tres etapas de la vida eterna?
  6. Discuta con sus compañeros la(s) diferencia(s) entre los creyentes y el hombre caído en general. ¿Cuál es la diferencia entre estas dos líneas en la Biblia?

Pasajes citados

  1. Lecciones de la verdad, nivel 1, tomo 1 (Lee/LSM), págs. 36-38, 41-42, 59-64, 66-67, 68-70, 74-75.
  2. Life-Study of 1 Peter [Estudio-vida de 1 Pedro] (Lee/LSM), págs. 40-42.
  3. Una breve presentación del recobro del Señor (Lee/LSM), págs. 20-26.

Referencias adicionales

  1. The Ten Lines of the Bible [Las diez líneas de la Biblia], en chino (Lee/Librería evangélica de Taiwan).
  2. Estudio-vida de Génesis (Lee/LSM), mensajes 18, 22-25, 27, 36.
  3. Estudio-vida de Gálatas (Lee/LSM), mensaje 20.
  4. Life-study of 1 John [Estudio-vida de 1 Juan] (Lee/LSM), mensajes 3-4.
  5. La revelación básica contenida en las santas Escrituras (Lee/LSM), cap. 4