Biblia NTV Nueva Traducción Viviente PDF Salmos

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SALMOS

Salmos

CAPÍTULO 1

‘Qué alegría para los que no siguen el consejo de malos, ni andan con pecadores, ni se juntan con burlones; sino que se deleitan en la ley del Señor meditando en ella día y noche. Son como árboles plantados a la orilla de un río, que siempre dan fruto en su tiempo. Sus hojas nunca se marchitan, y prosperan en todo lo que hacen. ¡No sucede lo mismo con los malos! Son como paja inútil que esparce el viento. Serán condenados cuando llegue el juicio; los pecadores no tendrán lugar entre los justos. Pues el Señor cuida el sendero de los justos, pero la senda de los malos lleva a la destrucción.’

CAPÍTULO 2

‘Sométanse al hijo de Dios, no sea que se enoje y sean destruidos en plena actividad, porque su ira se enciende en un instante. ¡Pero qué alegría para todos los que se refugian en él! Sirvan al Señor con temor reverente y alégrense con temblor. Ahora bien, ustedes reyes, ¡actúen con sabiduría! ¡Quedan advertidos, ustedes gobernantes de la tierra! Las quebrarás con vara de hierro y las harás pedazos como si fueran ollas de barro”». Tan solo pídelo, y te daré como herencia las naciones, toda la tierra como posesión tuya. El rey proclama el decreto del Señor : «El Señor me dijo: “Tú eres mi hijo. Hoy he llegado a ser tu Padre. Pues el Señor declara: «He puesto a mi rey elegido en el trono de Jerusalén, en mi monte santo». Después los reprende con enojo; los aterroriza con su intensa furia. Pero el que gobierna en el cielo se ríe; el Señor se burla de ellos. «¡Rompamos las cadenas! —gritan—, ¡y liberémonos de ser esclavos de Dios!». Los reyes de la tierra se preparan para la batalla, los gobernantes conspiran juntos en contra del Señor y en contra de su ungido. ¿Por qué están tan enojadas las naciones? ¿Por qué pierden el tiempo en planes inútiles?’

CAPÍTULO 3

‘Oh Señor , tengo tantos enemigos; son muchos los que están en mi contra. Son tantos los que dicen: «¡Dios no lo rescatará!». Pero tú, oh Señor , eres un escudo que me rodea; eres mi gloria, el que sostiene mi cabeza en alto. Clamé al Señor , y él me respondió desde su monte santo. Me acosté y dormí, pero me desperté a salvo, porque el Señor me cuidaba. No tengo miedo a los diez mil enemigos que me rodean por todas partes. ¡Levántate, oh Señor ! ¡Rescátame, Dios mío! ¡Abofetea a todos mis enemigos! ¡Destroza los dientes de los malvados! La victoria proviene de ti, oh Señor ; bendice a tu pueblo. 

CAPÍTULO 4

‘Respóndeme cuando clamo a ti, oh Dios, tú que me declaras inocente. Libérame de mis problemas; ten misericordia de mí y escucha mi oración. ¿Hasta cuándo, señores, arruinarán mi reputación? ¿Hasta cuándo harán acusaciones infundadas contra mí? ¿Hasta cuándo seguirán con sus mentiras? De algo pueden estar seguros: el Señor ha separado para sí a los justos; el Señor me responderá cuando lo llame. No pequen al dejar que el enojo los controle; reflexionen durante la noche y quédense en silencio.Ofrezcan sacrificios con un espíritu correcto y confíen en el Señor . Muchos dicen: «¿Quién nos mostrará tiempos mejores?». Haz que tu rostro nos sonría, oh Señor . Me has dado más alegría que los que tienen cosechas abundantes de grano y de vino nuevo. En paz me acostaré y dormiré, porque solo tú, oh Señor , me mantendrás a salvo.’

CAPÍTULO 5

‘Oh Señor , óyeme cuando oro; presta atención a mi gemido. Escucha mi grito de auxilio, mi Rey y mi Dios, porque solo a ti dirijo mi oración. Señor , escucha mi voz por la mañana; cada mañana llevo a ti mis peticiones y quedo a la espera. Oh Dios, la maldad no te agrada; no puedes tolerar los pecados de los malvados. Por lo tanto, los orgullosos no pueden estar en tu presencia, porque aborreces a todo el que hace lo malo. Destruirás a los que dicen mentiras; el Señor detesta a los asesinos y a los engañadores. Gracias a tu amor inagotable, puedo entrar en tu casa; adoraré en tu templo con la más profunda reverencia. Guíame por el camino correcto, oh Señor , o mis enemigos me conquistarán; allana tu camino para que yo lo siga. Mis enemigos no pueden decir la verdad; su deseo más profundo es destruir a los demás. Lo que hablan es repugnante, como el mal olor de una tumba abierta; su lengua está llena de adulaciones. Oh Dios, decláralos culpables y haz que caigan en sus propias trampas; expúlsalos a causa de sus muchos pecados, porque se rebelaron contra ti. Pero que se alegren todos los que en ti se refugian; que canten alegres alabanzas por siempre. Cúbrelos con tu protección, para que todos los que aman tu nombre estén llenos de alegría. Pues tú bendices a los justos, oh Señor ; los rodeas con tu escudo de amor.’

CAPÍTULO 6

‘Oh Señor , no me reprendas en tu enojo ni me disciplines en tu ira. Ten compasión de mí, Señor , porque soy débil; sáname, Señor , porque mis huesos agonizan. Mi corazón está angustiado; ¿cuánto falta, oh Señor , para que me restaures? Vuelve, oh Señor , y rescátame; por tu amor inagotable, sálvame. Pues los muertos no se acuerdan de ti; ¿quién puede alabarte desde la tumba? Estoy agotado de tanto llorar; toda la noche inundo mi cama con llanto, la empapo con mis lágrimas. El dolor me nubla la vista; tengo los ojos gastados a causa de todos mis enemigos. Váyanse todos los que hacen el mal, porque el Señor ha oído mi llanto. El Señor ha escuchado mi ruego; el Señor responderá a mi oración. Que todos mis enemigos sean deshonrados y aterrorizados; que retrocedan de golpe, avergonzados.’

CAPÍTULO 7

‘A ti acudo en busca de protección, oh Señor mi Dios. ¡Sálvame de los que me persiguen! ¡Rescátame! Si no lo haces, me atacarán como leones, me despedazarán y no habrá quien que me rescate. Oh Señor , Dios mío, si he hecho mal o soy culpable de injusticia, si he traicionado a un amigo o he saqueado a mi adversario sin razón, entonces que mis enemigos me capturen. Deja que me pisoteen y arrastren mi honor por el suelo.¡Levántate, oh Señor , con enojo! ¡Hazle frente a la furia de mis enemigos! ¡Despierta, Dios mío, y trae justicia! Reúne a las naciones delante de ti; gobiérnalas desde lo alto. El Señor juzga a las naciones. Declárame justo, oh Señor , ¡porque soy inocente, oh Altísimo! Acaba con la maldad de los perversos, y defiende al justo. Pues tú miras lo profundo de la mente y del corazón, oh Dios justo. Dios es mi escudo, quien salva a los de corazón recto y sincero. Dios es un juez honrado; todos los días se enoja con los malvados. Si una persona no se arrepiente, Dios afilará su espada, tensará su arco y le pondrá la cuerda. Preparará sus armas mortales y disparará sus flechas encendidas. Los malvados conciben el mal; están preñados de dificultades y dan a luz mentiras. Cavan una fosa profunda para atrapar a otros, luego caen en su propia trampa. Los problemas que provocan a otros se vuelven en su contra; la violencia que maquinan les cae sobre su propia cabeza. Daré gracias al Señor porque él es justo; cantaré alabanzas al nombre del Señor Altísimo.’

CAPÍTULO 8

‘Oh Señor , Señor nuestro, ¡tu majestuoso nombre llena la tierra! Tu gloria es más alta que los cielos. A los niños y a los bebés les has enseñado a hablar de tu fuerza, así silencias a tus enemigos y a todos los que se te oponen. Cuando miro el cielo de noche y veo la obra de tus dedos —la luna y las estrellas que pusiste en su lugar—, me pregunto: ¿qué son los simples mortales para que pienses en ellos, los seres humanos para que de ellos te ocupes? Sin embargo, los hiciste un poco menor que Dios y los coronaste de gloria y honor. Los pusiste a cargo de todo lo que creaste, y sometiste todas las cosas bajo su autoridad: los rebaños y las manadas y todos los animales salvajes, las aves del cielo, los peces del mar, y todo lo que nada por las corrientes oceánicas. Oh Señor , Señor nuestro, ¡tu majestuoso nombre llena la tierra!’

CAPÍTULO 9

‘Te alabaré, Señor , con todo mi corazón; contaré de las cosas maravillosas que has hecho. Gracias a ti, estaré lleno de alegría; cantaré alabanzas a tu nombre, oh Altísimo. Mis enemigos retrocedieron, tambalearon y murieron cuando apareciste. Pues has juzgado a mi favor; desde tu trono juzgaste con imparcialidad. Reprendiste a las naciones y destruiste a los malvados; borraste sus nombres para siempre. El enemigo está acabado, quedó en ruinas eternas; las ciudades que arrancaste de raíz ya pasaron al olvido. Pero el Señor reina para siempre, desde su trono lleva a cabo el juicio. Juzgará al mundo con justicia y gobernará a las naciones con imparcialidad. El Señor es un refugio para los oprimidos, un lugar seguro en tiempos difíciles. Los que conocen tu nombre confían en ti, porque tú, oh Señor , no abandonas a los que te buscan. Canten alabanzas al Señor , que reina en Jerusalén. Cuéntenle al mundo acerca de sus inolvidables hechos. Pues el vengador de los que son asesinados cuida de los indefensos; no pasa por alto el clamor de los que sufren. Señor , ten misericordia de mí. Mira cómo me atormentan mis enemigos; arrebátame de las garras de la muerte. Sálvame, para que te alabe públicamente en las puertas de Jerusalén, para que me alegre porque me has rescatado. Las naciones han caído en el hoyo que cavaron para otros; sus propios pies quedaron atrapados en la trampa que tendieron. Al Señor lo conocen por su justicia; los malvados son presos de sus propias acciones. Los malvados descenderán a la tumba; este es el destino de las naciones que se olvidan de Dios. Pero aquellos que pasen necesidad no quedarán olvidados para siempre; las esperanzas del pobre no siempre serán aplastadas. ¡Levántate, oh Señor ! ¡No permitas que simples mortales te desafíen! ¡Juzga a las naciones! Haz que tiemblen de miedo, oh Señor ; que las naciones sepan que no son más que seres humanos.

CAPÍTULO 10

‘Oh Señor , ¿por qué permaneces tan distante? ¿Por qué te escondes cuando estoy en apuros? Con arrogancia los malvados persiguen a los pobres; ¡que sean atrapados en el mal que traman para otros! Pues hacen alarde de sus malos deseos; elogian al codicioso y maldicen al Señor . Los malvados son demasiado orgullosos para buscar a Dios; parece que piensan que Dios está muerto. Sin embargo, prosperan en todo lo que hacen. No ven que les espera tu castigo; miran con desdén a todos sus enemigos. Piensan: «¡Jamás nos sucederá algo malo! ¡Estaremos para siempre sin problemas!». Su boca está llena de maldiciones, mentiras y amenazas; tienen maldad y violencia en la punta de la lengua. Se esconden en emboscada en las aldeas, a la espera para matar a gente inocente; siempre buscan víctimas indefensas. Como leones agazapados en sus escondites, esperan para lanzarse sobre los débiles. Como cazadores capturan a los indefensos y los arrastran envueltos en redes. Sus pobres víctimas quedan aplastadas; caen bajo la fuerza de los malvados. Los malvados piensan: «¡Dios no nos mira! ¡Ha cerrado los ojos y ni siquiera ve lo que hacemos!». ¡Levántate, oh Señor ! ¡Castiga a los malvados, oh Dios! ¡No te olvides de los indefensos! ¿Por qué los malvados desprecian a Dios y quedan impunes? Piensan: «Dios nunca nos pedirá cuentas». Pero tú ves los problemas y el dolor que causan; lo tomas en cuenta y los castigas. Los indefensos depositan su confianza en ti; tú defiendes a los huérfanos. ¡Quiébrale los brazos a esta gente malvada y perversa! Persíguelos hasta destruir al último de ellos. ¡El Señor es rey por siempre y para siempre! Las naciones paganas desaparecerán de la tierra. Señor , tú conoces las esperanzas de los indefensos; ciertamente escucharás sus clamores y los consolarás. Harás justicia a los huérfanos y a los oprimidos, para que ya no los aterre un simple mortal.’

CAPÍTULO 11

‘Yo confío en la protección del Señor . Así que, ¿por qué me dicen: «¡Vuela como un ave a las montañas para ponerte a salvo! Los malvados ponen las cuerdas a sus arcos y acomodan sus flechas sobre las cuerdas. Disparan desde las sombras contra los de corazón recto. Cuando los fundamentos de la ley y del orden se desmoronan, ¿qué pueden hacer los justos?»? Pero el Señor está en su santo templo; el Señor aún gobierna desde el cielo. Observa de cerca a cada uno y examina a cada persona sobre la tierra. El Señor examina tanto a los justos como a los malvados y aborrece a los que aman la violencia. Hará llover carbones encendidos y azufre ardiente sobre los malvados, y los castigará con vientos abrasadores. Pues el Señor es justo y ama la justicia; los íntegros verán su rostro.’

CAPÍTULO 12

‘¡Auxilio, oh Señor , porque los justos desaparecen con rapidez! ¡Los fieles se han esfumado de la tierra! Los vecinos se mienten unos a otros: se halagan con la lengua y se engañan con el corazón. Que el Señor les corte esos labios aduladores y silencie sus lenguas jactanciosas. «Mintamos todo lo que queramos —dicen—. Son nuestros los labios; ¿quién puede detenernos?». El Señor responde: «He visto violencia contra los indefensos y he oído el gemir de los pobres. Ahora me levantaré para rescatarlos como ellos anhelaron que hiciera». Las promesas del Señor son puras como la plata refinada en el horno, purificada siete veces. Por lo tanto, Señor , sabemos que protegerás a los oprimidos; los guardarás para siempre de esta generación mentirosa, aunque los malvados anden pavoneándose y se alabe el mal por toda la tierra.’

CAPÍTULO 13

‘Oh Señor , ¿hasta cuándo te olvidarás de mí? ¿Será para siempre? ¿Hasta cuándo mirarás hacia otro lado? ¿Hasta cuándo tendré que luchar con angustia en mi alma, con tristeza en mi corazón día tras día? ¿Hasta cuándo mi enemigo seguirá dominándome? Vuélvete hacia mí y contéstame, ¡oh Señor , mi Dios! Devuélvele el brillo a mis ojos, o moriré. No permitas que mis enemigos se regodeen diciendo: «¡Lo hemos derrotado!». No dejes que se regodeen en mi caída. Pero yo confío en tu amor inagotable; me alegraré porque me has rescatado. Cantaré al Señor porque él es bueno conmigo.’

CAPÍTULO 14

‘Solo los necios dicen en su corazón: «No hay Dios». Ellos son corruptos y sus acciones son malas; ¡no hay ni uno solo que haga lo bueno! El Señor mira desde los cielos a toda la raza humana; observa para ver si hay alguien realmente sabio, si alguien busca a Dios. Pero no, todos se desviaron; todos se corrompieron. No hay ni uno que haga lo bueno, ¡ni uno solo! ¿Será posible que nunca aprendan los que hacen el mal? Devoran a mi pueblo como si fuera pan y ni siquiera piensan en orar al Señor . El terror se apoderará de ellos, pues Dios está con los que lo obedecen. Los perversos frustran los planes de los oprimidos, pero el Señor protegerá a su pueblo. ¿Quién vendrá del monte Sión para rescatar a Israel? Cuando el Señor restaure a su pueblo, Jacob gritará de alegría e Israel se gozará.’

CAPÍTULO 15

‘Señor , ¿quién puede adorar en tu santuario? ¿Quién puede entrar a tu presencia en tu monte santo? Los que llevan una vida intachable y hacen lo correcto, los que dicen la verdad con corazón sincero. Los que no se prestan al chisme ni le hacen daño a su vecino, ni hablan mal de sus amigos. Los que desprecian a los pecadores descarados, y honran a quienes siguen fielmente al Señor y mantienen su palabra aunque salgan perjudicados. Los que prestan dinero sin cobrar intereses y no aceptan sobornos para mentir acerca de un inocente. Esa gente permanecerá firme para siempre.’

CAPÍTULO 16

‘Mantenme a salvo, oh Dios, porque a ti he acudido en busca de refugio. Le dije al Señor : «¡Tú eres mi dueño! Todo lo bueno que tengo proviene de ti». ¡Los justos de la tierra son mis verdaderos héroes! ¡Ellos son mi deleite! A quienes andan detrás de otros dioses se les multiplican los problemas. No participaré en sus sacrificios de sangre ni siquiera mencionaré los nombres de sus dioses. Señor , solo tú eres mi herencia, mi copa de bendición; tú proteges todo lo que me pertenece. La tierra que me has dado es agradable; ¡qué maravillosa herencia! Bendeciré al Señor , quien me guía; aun de noche mi corazón me enseña. Sé que el Señor siempre está conmigo. No seré sacudido, porque él está aquí a mi lado. Con razón mi corazón está contento y yo me alegro; mi cuerpo descansa seguro. Pues tú no dejarás mi alma entre los muertos ni permitirás que tu santo se pudra en la tumba. Me mostrarás el camino de la vida, me concederás la alegría de tu presencia y el placer de vivir contigo para siempre.’

CAPÍTULO 17

‘Oh Señor , oye mi ruego pidiendo justicia; escucha mi grito de auxilio. Presta oído a mi oración, porque proviene de labios sinceros. Declárame inocente, porque tú ves a los que hacen lo correcto. Pusiste a prueba mis pensamientos y examinaste mi corazón durante la noche; me has escudriñado y no encontraste ningún mal. Estoy decidido a no pecar con mis palabras. He seguido tus mandatos, los cuales me impidieron ir tras la gente cruel y perversa. Mis pasos permanecieron en tu camino; no he vacilado en seguirte. Oh Dios, a ti dirijo mi oración porque sé que me responderás; inclínate y escucha cuando oro. Muéstrame tu amor inagotable de maravillosas maneras. Con tu gran poder rescatas a los que buscan refugiarse de sus enemigos. Cuídame como cuidarías tus propios ojos; escóndeme bajo la sombra de tus alas. Protégeme de los perversos que me atacan, del enemigo mortal que me rodea. No tienen compasión; ¡escucha cómo se jactan! Me rastrean y me rodean, a la espera de cualquier oportunidad para tirarme al suelo. Son como leones hambrientos, deseosos por despedazarme; como leones jóvenes, escondidos en emboscada. ¡Levántate, oh Señor ! ¡Enfréntalos y haz que caigan de rodillas! ¡Con tu espada rescátame de los perversos! Con el poder de tu mano, oh Señor , destruye a los que buscan su recompensa en este mundo; pero sacia el hambre de los que son tu tesoro. Que sus hijos tengan abundancia y dejen herencia a sus descendientes. Porque soy recto, te veré; cuando despierte, te veré cara a cara y quedaré satisfecho.’

CAPÍTULO 18

‘Te amo, Señor ; tú eres mi fuerza. El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi salvador; mi Dios es mi roca, en quien encuentro protección. Él es mi escudo, el poder que me salva y mi lugar seguro. Clamé al Señor , quien es digno de alabanza, y me salvó de mis enemigos. Me enredaron las cuerdas de la muerte; me arrasó una inundación devastadora. La tumba me envolvió con sus cuerdas; la muerte me tendió una trampa en el camino. Pero en mi angustia, clamé al Señor ; sí, oré a mi Dios para pedirle ayuda. Él me oyó desde su santuario; mi clamor llegó a sus oídos. Entonces la tierra se estremeció y tembló; se sacudieron los cimientos de las montañas; temblaron a causa de su enojo. De su nariz salía humo a raudales, de su boca saltaban violentas llamas de fuego; carbones encendidos se disparaban de él. Abrió los cielos y descendió; había oscuras nubes de tormenta debajo de sus pies. Voló montado sobre un poderoso ser angelical, remontándose sobre las alas del viento. Se envolvió con un manto de oscuridad y ocultó su llegada con oscuras nubes de lluvia. Nubes densas taparon el brillo a su alrededor, e hicieron llover granizo y carbones encendidos. El Señor retumbó desde el cielo; la voz del Altísimo resonó en medio del granizo y de los carbones encendidos. Disparó sus flechas y dispersó a sus enemigos; destellaron grandes relámpagos, y quedaron confundidos. Luego, a tu orden, oh Señor , a la ráfaga de tu aliento, pudo verse el fondo del mar, y los cimientos de la tierra quedaron al descubierto. Él extendió la mano desde el cielo y me rescató; me sacó de aguas profundas. Me rescató de mis enemigos poderosos, de los que me odiaban y eran demasiado fuertes para mí. Me atacaron en un momento de angustia, pero el Señor me sostuvo. Me condujo a un lugar seguro; me rescató porque en mí se deleita. El Señor me recompensó por hacer lo correcto; me restauró debido a mi inocencia. El Señor me recompensó por hacer lo correcto; él ha visto mi inocencia. Soy intachable delante de Dios; me he abstenido del pecado. He seguido todas sus ordenanzas, nunca he abandonado sus decretos. Pues he permanecido en los caminos del Señor ; no me he apartado de mi Dios para seguir el mal. Con los fieles te muestras fiel; a los íntegros les muestras integridad. Con los puros te muestras puro, pero te muestras astuto con los tramposos. Rescatas al humilde, pero humillas al orgulloso. Le das grandes victorias a tu rey; le muestras amor inagotable a tu ungido, a David y a todos sus descendientes para siempre. Por eso, oh Señor , te alabaré entre las naciones; cantaré alabanzas a tu nombre. y me rescata de mis enemigos. Tú me mantienes seguro, lejos del alcance de mis enemigos; me salvas de adversarios violentos. Él es el Dios que da su merecido a los que me dañan; él somete a las naciones bajo mi control ¡El Señor vive! ¡Alabanzas a mi Roca! ¡Exaltado sea el Dios de mi salvación! Todas pierden el valor y salen temblando de sus fortalezas. En cuanto oyen hablar de mí, se rinden; naciones extranjeras se arrastran ante mí. Me diste la victoria sobre los que me acusaban. Me nombraste gobernante de naciones; ahora me sirve gente que ni siquiera conozco. Los molí tan fino como el polvo que se lleva el viento. Los barrí a la cuneta como lodo. Pidieron ayuda, pero nadie fue a rescatarlos. Hasta clamaron al Señor , pero él se negó a responder. Pusiste mi pie sobre su cuello; destruí a todos los que me odiaban. Me has armado de fuerza para la batalla; has sometido a mis enemigos debajo de mis pies. Los herí de muerte para que no pudieran levantarse; cayeron debajo de mis pies. Perseguí a mis enemigos y los alcancé; no me detuve hasta verlos vencidos. Has trazado un camino ancho para mis pies a fin de evitar que resbalen. Me has dado tu escudo de victoria. Tu mano derecha me sostiene; tu ayuda me ha engrandecido. Entrena mis manos para la batalla; fortalece mi brazo para tensar un arco de bronce. Me hace andar tan seguro como un ciervo, para que pueda pararme en las alturas de las montañas. Dios me arma de fuerza y hace perfecto mi camino. Pues ¿quién es Dios aparte del Señor ? ¿Quién más que nuestro Dios es una roca sólida? El camino de Dios es perfecto. Todas las promesas del Señor demuestran ser verdaderas. Él es escudo para todos los que buscan su protección. Enciendes una lámpara para mí. El Señor , mi Dios, ilumina mi oscuridad. Con tu fuerza puedo aplastar a un ejército; con mi Dios puedo escalar cualquier muro.’

CAPÍTULO 19

‘Los cielos proclaman la gloria de Dios y el firmamento despliega la destreza de sus manos. Día tras día no cesan de hablar; noche tras noche lo dan a conocer. Hablan sin sonidos ni palabras; su voz jamás se oye. Sin embargo, su mensaje se ha difundido por toda la tierra y sus palabras, por todo el mundo. Dios preparó un hogar para el sol en los cielos, El sol sale de un extremo de los cielos y sigue su curso hasta llegar al otro extremo; nada puede ocultarse de su calor. y este irrumpe como un novio radiante luego de su boda. Se alegra como un gran atleta, ansioso por correr la carrera. Las enseñanzas del Señor son perfectas, reavivan el alma. Los decretos del Señor son confiables, hacen sabio al sencillo. Los mandamientos del Señor son rectos; traen alegría al corazón. Los mandatos del Señor son claros; dan buena percepción para vivir. La reverencia al Señor es pura, permanece para siempre. Las leyes del Señor son verdaderas, cada una de ellas es imparcial. Son más deseables que el oro, incluso que el oro más puro. Son más dulces que la miel, incluso que la miel que gotea del panal. Sirven de advertencia para tu siervo, una gran recompensa para quienes las obedecen. ¿Cómo puedo conocer todos los pecados escondidos en mi corazón? Límpiame de estas faltas ocultas. ¡Libra a tu siervo de pecar intencionalmente! No permitas que estos pecados me controlen. Entonces estaré libre de culpa y seré inocente de grandes pecados. Que las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón sean de tu agrado, oh Señor , mi roca y mi redentor.’

CAPÍTULO 20

‘Que el Señor responda a tu clamor en tiempos de dificultad; que el nombre del Dios de Jacob te proteja de todo mal. Que te envíe ayuda desde su santuario y te fortalezca desde Jerusalén. Que se acuerde de todas tus ofrendas y mire con agrado tus ofrendas quemadas. Que gritemos de alegría cuando escuchemos de tu triunfo y levantemos una bandera de victoria en el nombre de nuestro Dios. Que el Señor conteste a todas tus oraciones. Que él conceda los deseos de tu corazón y haga que todos tus planes tengan éxito. Ahora sé que el Señor rescata a su rey ungido. Le responderá desde su santo cielo y lo rescatará con su gran poder. Algunas naciones se jactan de sus caballos y sus carros de guerra, pero nosotros nos jactamos en el nombre del Señor nuestro Dios. Esas naciones se derrumbarán y caerán, pero nosotros nos levantaremos y estaremos firmes. ¡Da la victoria a nuestro rey, oh Señor ! Responde a nuestro grito de auxilio.’

CAPÍTULO 21

‘¡Cuánto se alegra el rey en tu fuerza, oh Señor ! Grita de alegría porque tú le das la victoria. Pues le diste el deseo de su corazón; no le has negado nada de lo que te ha pedido. Le das la bienvenida con éxito y prosperidad; le colocaste una corona del oro más puro sobre la cabeza. Te pidió que le preservaras la vida, y le concediste su petición; los días de su vida se alargan para siempre. Tu victoria le da mucha honra, y lo has vestido de esplendor y majestad. Lo has dotado de bendiciones eternas y le has dado la alegría de tu presencia. Pues el rey confía en el Señor ; el amor inagotable del Altísimo cuidará que no tropiece. Capturarás a todos tus enemigos; con tu poderosa mano derecha atraparás a todos los que te odian. Cuando te manifiestes, los arrojarás a un horno en llamas. En su enojo el Señor los consumirá; el fuego los devorará. Borrarás a sus hijos de la faz de la tierra; nunca tendrán descendientes. Aunque conspiren contra ti, sus maquinaciones malignas jamás prosperarán. Pues se darán vuelta y saldrán corriendo cuando vean que tus flechas apuntan hacia ellos. Levántate, oh Señor , en tu poder; con música y cánticos celebramos tus poderosos actos.’

CAPÍTULO 22

‘Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué estás tan lejos cuando gimo por ayuda? Cada día clamo a ti, mi Dios, pero no respondes; cada noche levanto mi voz, pero no encuentro alivio. Sin embargo, tú eres santo, estás entronizado en las alabanzas de Israel. Nuestros antepasados confiaron en ti, y los rescataste. A los que aún no han nacido les contarán de sus actos de justicia; ellos oirán de todo lo que él ha hecho. Nuestros hijos también lo servirán; las generaciones futuras oirán de las maravillas del Señor. Que los ricos de la tierra hagan fiesta y adoren; inclínense ante él todos los mortales, aquellos cuya vida terminará como polvo. Pues el poder de la realeza pertenece al Señor ; él gobierna a todas las naciones. Toda la tierra reconocerá al Señor y regresará a él; todas las familias de las naciones se inclinarán ante él. Los pobres comerán y quedarán satisfechos; todos los que buscan al Señor lo alabarán; se alegrará el corazón con gozo eterno. Te alabaré en la gran asamblea; cumpliré mis promesas en presencia de los que te adoran. Pues no ha pasado por alto ni ha tenido en menos el sufrimiento de los necesitados; no les dio la espalda, sino que ha escuchado sus gritos de auxilio. ¡Alaben al Señor , todos los que le temen! ¡Hónrenlo, descendientes de Jacob! ¡Muéstrenle reverencia, descendientes de Israel! Anunciaré tu nombre a mis hermanos; entre tu pueblo reunido te alabaré. Arrebátame de las fauces del león y de los cuernos de estos bueyes salvajes. Sálvame de la espada; libra mi preciosa vida de estos perros. ¡Oh Señor , no te quedes lejos! Tú eres mi fuerza, ¡ven pronto en mi auxilio! Se reparten mi vestimenta entre ellos y tiran los dados por mi ropa. Puedo contar cada uno de mis huesos; mis enemigos me miran fijamente y se regodean. Mis enemigos me rodean como una jauría de perros; una pandilla de malvados me acorrala; han atravesado mis manos y mis pies. Mi fuerza se ha secado como barro cocido; la lengua se me pega al paladar. Me acostaste en el polvo y me diste por muerto. Mi vida se derrama como el agua, y todos mis huesos se han dislocado. Mi corazón es como cera que se derrite dentro de mí. Como leones abren sus fauces contra mí; rugen y despedazan a su presa. Mis enemigos me rodean como una manada de toros; ¡toros feroces de Basán me tienen cercado! No te quedes tan lejos de mí, porque se acercan dificultades, y nadie más puede ayudarme. Me arrojaron en tus brazos al nacer; desde mi nacimiento, tú has sido mi Dios. Sin embargo, me sacaste a salvo del vientre de mi madre y, desde que ella me amamantaba, me hiciste confiar en ti. «¿Este es el que confía en el Señor ? Entonces ¡que el Señor lo salve! Si el Señor lo ama tanto, ¡que el Señor lo rescate!». Todos los que me ven se burlan de mí; sonríen con malicia y menean la cabeza mientras dicen: Pero yo soy un gusano, no un hombre; ¡todos me desprecian y me tratan con desdén! Clamaron a ti, y los salvaste; confiaron en ti y nunca fueron avergonzados.’

CAPÍTULO 23

‘El Señor es mi pastor; tengo todo lo que necesito. En verdes prados me deja descansar; me conduce junto a arroyos tranquilos. Él renueva mis fuerzas. Me guía por sendas correctas, y así da honra a su nombre. Aun cuando yo pase por el valle más oscuro, no temeré, porque tú estás a mi lado. Tu vara y tu cayado me protegen y me confortan. Me preparas un banquete en presencia de mis enemigos. Me honras ungiendo mi cabeza con aceite. Mi copa se desborda de bendiciones. Ciertamente tu bondad y tu amor inagotable me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor viviré por siempre.’

CAPÍTULO 24

‘La tierra es del Señor y todo lo que hay en ella; el mundo y todos sus habitantes le pertenecen. Pues él echó los cimientos de la tierra sobre los mares y los estableció sobre las profundidades de los océanos. ¿Quién puede subir al monte del Señor ? ¿Quién puede estar en su lugar santo? Solo los de manos limpias y corazón puro, que no rinden culto a ídolos y nunca dicen mentiras. Ellos recibirán la bendición del Señor y tendrán una relación correcta con Dios su salvador. Gente así puede buscarte y adorar en tu presencia, oh Dios de Jacob. ¡Ábranse, portones antiguos! Ábranse, puertas antiguas, y dejen que entre el Rey de gloria. ¿Quién es el Rey de gloria? El Señor , fuerte y poderoso; el Señor , invencible en batalla. ¡Ábranse, portones antiguos! Ábranse, puertas antiguas, y dejen que entre el Rey de gloria. ¿Quién es el Rey de gloria? El Señor de los Ejércitos Celestiales, él es el Rey de gloria. 

CAPÍTULO 25

‘Oh Señor , te entrego mi vida. ¡Confío en ti, mi Dios! No permitas que me avergüencen, ni dejes que mis enemigos se regodeen en mi derrota. Nadie que confíe en ti será jamás avergonzado, pero la deshonra les llega a los que tratan de engañar a otros. Muéstrame la senda correcta, oh Señor ; señálame el camino que debo seguir. Guíame con tu verdad y enséñame, porque tú eres el Dios que me salva. Todo el día pongo en ti mi esperanza. Recuerda, oh Señor , tu compasión y tu amor inagotable, que has mostrado desde hace siglos. No te acuerdes de los pecados de rebeldía durante mi juventud. Acuérdate de mí a la luz de tu amor inagotable, porque tú eres misericordioso, oh Señor . El Señor es bueno y hace lo correcto; les muestra el buen camino a los que andan descarriados. Guía a los humildes para que hagan lo correcto; les enseña su camino. El Señor guía con fidelidad y amor inagotable a todos los que obedecen su pacto y cumplen sus exigencias. Por el honor de tu nombre, oh Señor , perdona mis pecados, que son muchos. ¿Quiénes son los que temen al Señor ? Él les mostrará el sendero que deben elegir. Vivirán en prosperidad, y sus hijos heredarán la tierra. El Señor es amigo de los que le temen; a ellos les enseña su pacto. Mis ojos están siempre puestos en el Señor , porque él me rescata de las trampas de mis enemigos. Vuélvete a mí y ten misericordia de mí, porque estoy solo y profundamente angustiado. Mis problemas van de mal en peor, ¡oh, líbrame de todos ellos! Siente mi dolor, considera mis dificultades y perdona todos mis pecados. Mira cuántos enemigos tengo, ¡y de qué manera despiadada me odian! ¡Protégeme! ¡Rescata mi vida de sus manos! No permitas que me avergüencen, pues yo en ti me refugio. Que la integridad y la honestidad me protejan, porque en ti pongo mi esperanza. Oh Dios, rescata a Israel de todos sus problemas.’

CAPÍTULO 26

‘Declárame inocente, oh Señor , porque he actuado con integridad; he confiado en el Señor sin vacilar. Ponme a prueba, Señor , e interrógame; examina mis intenciones y mi corazón. Pues siempre estoy consciente de tu amor inagotable, y he vivido de acuerdo con tu verdad. No paso tiempo con mentirosos ni ando con hipócritas. Detesto las reuniones de los que hacen el mal y me niego a juntarme con los perversos. Me lavo las manos para declarar mi inocencia. Vengo ante tu altar, oh Señor , entonando un cántico de gratitud, y contando de todas tus maravillas. Amo tu santuario, Señor , el lugar donde habita tu gloriosa presencia. No permitas que sufra el destino de los pecadores ni me condenes junto con los asesinos. Tienen las manos sucias de maquinaciones malignas y constantemente aceptan sobornos. Pero yo no soy así; llevo una vida intachable; por eso, rescátame y muéstrame tu misericordia. Ahora piso tierra firme, y en público alabaré al Señor .’

CAPÍTULO 27

‘El Señor es mi luz y mi salvación, entonces ¿por qué habría de temer? El Señor es mi fortaleza y me protege del peligro, entonces ¿por qué habría de temblar? Cuando los malvados vengan a devorarme, cuando mis enemigos y adversarios me ataquen, tropezarán y caerán. Aunque un ejército poderoso me rodee, mi corazón no temerá. Aunque me ataquen, permaneceré confiado. Lo único que le pido al Señor —lo que más anhelo— es vivir en la casa del Señor todos los días de mi vida, deleitándome en la perfección del Señor y meditando dentro de su templo. Pues él me ocultará allí cuando vengan dificultades; me esconderá en su santuario. Me pondrá en una roca alta donde nadie me alcanzará. Entonces mantendré mi cabeza en alto, por encima de los enemigos que me rodean. En su santuario ofreceré sacrificios con gritos de alegría, y con música cantaré y alabaré al Señor . Escúchame cuando oro, oh Señor ; ¡ten misericordia y respóndeme! Mi corazón te ha oído decir: «Ven y conversa conmigo». Y mi corazón responde: «Aquí vengo, Señor ». No me des la espalda; no rechaces a tu siervo con enojo. Tú siempre has sido mi ayudador. No me dejes ahora; no me abandones, ¡oh Dios de mi salvación! Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me mantendrá cerca. Enséñame cómo vivir, oh Señor . Guíame por el camino correcto, porque mis enemigos me esperan. No permitas que caiga en sus manos. Pues me acusan de cosas que nunca hice; cada vez que respiran, me amenazan con violencia. Sin embargo, yo confío en que veré la bondad del Señor mientras estoy aquí, en la tierra de los vivientes. Espera con paciencia al Señor ; sé valiente y esforzado; sí, espera al Señor con paciencia.’

CAPÍTULO 28

‘A ti elevo mi oración, oh Señor , roca mía; no cierres tus oídos a mi voz. Pues si guardas silencio, mejor sería darme por vencido y morir. Escucha mi oración que pide misericordia, cuando clamo a ti por ayuda, cuando levanto mis manos hacia tu santo templo. No me arrastres junto con los perversos —con los que hacen lo malo—, los que hablan con sus vecinos amablemente mientras traman maldades en su corazón. ¡Dales el castigo que tanto merecen! Mídelo en proporción a su maldad. ¡Págales conforme a todas sus malas acciones! Hazles probar en carne propia lo que ellos les han hecho a otros. No les importa nada lo que el Señor hizo ni lo que sus manos crearon. Por lo tanto, él los derrumbará y, ¡jamás serán reconstruidos! ¡Alaben al Señor ! Pues él oyó que clamaba por misericordia. El Señor es mi fortaleza y mi escudo; confío en él con todo mi corazón. Me da su ayuda y mi corazón se llena de alegría; prorrumpo en canciones de acción de gracias. El Señor le da fuerza a su pueblo; es una fortaleza segura para su rey ungido. ¡Salva a tu pueblo! Bendice a Israel, tu posesión más preciada. Guíalos como un pastor y llévalos en tus brazos por siempre.’

CAPÍTULO 29

‘Honren al Señor , oh seres celestiales; honren al Señor por su gloria y fortaleza. Honren al Señor por la gloria de su nombre; adoren al Señor en la magnificencia de su santidad. La voz del Señor resuena sobre la superficie del mar; el Dios de gloria truena; el Señor truena sobre el poderoso mar. La voz del Señor es potente; la voz del Señor es majestuosa. La voz del Señor parte los enormes cedros; el Señor hace pedazos los cedros del Líbano. Hace brincar como terneras a las montañas del Líbano; hace saltar el monte Hermón como a un buey joven y salvaje. La voz del Señor resuena con relámpagos. La voz del Señor hace temblar al lugar desolado; el Señor sacude el desierto de Cades. El Señor le da fuerza a su pueblo; el Señor lo bendice con paz. El Señor gobierna las aguas de la inundación; el Señor gobierna como rey para siempre. La voz del Señor retuerce los fuertes robles y desnuda los bosques. En su templo todos gritan: «¡Gloria!».’

CAPÍTULO 30

‘Te exaltaré, Señor , porque me rescataste; no permitiste que mis enemigos triunfaran sobre mí. Oh Señor , mi Dios, clamé a ti por ayuda, y me devolviste la salud. Me levantaste de la tumba, oh Señor ; me libraste de caer en la fosa de la muerte. ¡Canten al Señor , ustedes los justos! Alaben su santo nombre. Pues su ira dura solo un instante, ¡pero su favor perdura toda una vida! El llanto podrá durar toda la noche, pero con la mañana llega la alegría. Tu favor, oh Señor , me hizo tan firme como una montaña; después te apartaste de mí, y quedé destrozado. Cuando yo tenía prosperidad, decía: «¡Ahora nada puede detenerme!». A ti clamé, oh Señor . Le supliqué al Señor que tuviera misericordia, diciéndole: «¿Qué ganarás si me muero, si me hundo en la tumba? ¿Acaso podrá mi polvo alabarte? ¿Podrá hablar de tu fidelidad? Escúchame, Señor , y ten misericordia de mí; ayúdame, oh Señor ». Tú cambiaste mi duelo en alegre danza; me quitaste la ropa de luto y me vestiste de alegría, para que yo te cante alabanzas y no me quede callado. Oh Señor , mi Dios, ¡por siempre te daré gracias!’

CAPÍTULO 31

‘Oh Señor , a ti acudo en busca de protección; no dejes que me avergüencen. Sálvame, porque tú haces lo correcto. Inclina tu oído para escucharme; rescátame pronto. Sé mi roca de protección, una fortaleza donde estaré a salvo. Tú eres mi roca y mi fortaleza; por el honor de tu nombre, sácame de este peligro. Rescátame de la trampa que me tendieron mis enemigos, porque solo en ti encuentro protección. Encomiendo mi espíritu en tu mano; rescátame, Señor , porque tú eres un Dios fiel. Detesto a los que rinden culto a ídolos inútiles; yo confío en el Señor . Me gozaré y me alegraré en tu amor inagotable, porque has visto mis dificultades y te preocupas por la angustia de mi alma. No me entregaste a mis enemigos sino que me pusiste en un lugar seguro. Ten misericordia de mí, Señor , porque estoy angustiado. Las lágrimas me nublan la vista; mi cuerpo y mi alma se marchitan. Estoy muriendo de dolor; se me acortan los años por la tristeza. El pecado me dejó sin fuerzas; me estoy consumiendo por dentro. Todos mis enemigos me desprecian, y mis vecinos me rechazan, ¡ni mis amigos se atreven a acercarse a mí! Cuando me ven por la calle, salen corriendo para el otro lado. Me han olvidado como si estuviera muerto, como si fuera una vasija rota. He oído cantidad de rumores sobre mí, y el terror me rodea. Mis enemigos conspiran en mi contra, hacen planes para quitarme la vida. Pero yo confío en ti, oh Señor ; digo: «¡Tú eres mi Dios!». Mi futuro está en tus manos; rescátame de los que me persiguen sin tregua. Que tu favor brille sobre tu siervo; por causa de tu amor inagotable, rescátame. No permitas que me avergüencen, oh Señor , pues a ti clamo por ayuda. Que los malvados pasen vergüenza, que queden callados en la tumba. Silencia sus labios mentirosos, esos labios orgullosos y arrogantes que acusan al justo. Qué grande es la bondad que has reservado para los que te temen. La derramas en abundancia sobre los que acuden a ti en busca de protección, y los bendices ante la mirada del mundo. Los escondes en el refugio de tu presencia, a salvo de los que conspiran contra ellos. Los proteges en tu presencia, los alejas de las lenguas acusadoras. Alaben al Señor , porque me ha mostrado las maravillas de su amor inagotable; me mantuvo a salvo cuando atacaban mi ciudad. Lleno de pánico, clamé: «¡Me han separado del Señor !». Pero tú oíste que supliqué misericordia y respondiste a mi pedido de auxilio. ¡Amen al Señor todos los justos! Pues el Señor protege a los que le son leales, pero castiga severamente a los arrogantes. Así que, ¡sean fuertes y valientes, ustedes los que ponen su esperanza en el Señor !’

CAPÍTULO 32

‘¡Así que alégrense mucho en el Señor y estén contentos, ustedes los que le obedecen! ¡Griten de alegría, ustedes de corazón puro! Muchos son los dolores de los malvados, pero el amor inagotable rodea a los que confían en el Señor . No seas como el mulo o el caballo, que no tienen entendimiento, que necesitan un freno y una brida para mantenerse controlados». El Señor dice: «Te guiaré por el mejor sendero para tu vida; te aconsejaré y velaré por ti. Pues tú eres mi escondite; me proteges de las dificultades y me rodeas con canciones de victoria. Por lo tanto, que todos los justos oren a ti, mientras aún haya tiempo, para que no se ahoguen en las desbordantes aguas del juicio. Finalmente te confesé todos mis pecados y ya no intenté ocultar mi culpa. Me dije: «Le confesaré mis rebeliones al Señor », ¡y tú me perdonaste! Toda mi culpa desapareció. Día y noche tu mano de disciplina pesaba sobre mí; mi fuerza se evaporó como agua al calor del verano. Mientras me negué a confesar mi pecado, mi cuerpo se consumió, y gemía todo el día. Sí, ¡qué alegría para aquellos a quienes el Señor les borró la culpa de su cuenta, los que llevan una vida de total transparencia! ¡Oh, qué alegría para aquellos a quienes se les perdona la desobediencia, a quienes se les cubre su pecado!’

CAPÍTULO 33

‘Que los justos canten de alegría al Señor ; les corresponde a los puros alabarlo. Alaben al Señor con melodías de la lira; toquen música para él en el arpa de diez cuerdas. Entónenle un cántico nuevo de alabanza; toquen el arpa con destreza y canten con alegría. Pues la palabra del Señor es verdadera y podemos confiar en todo lo que él hace. Él ama lo que es justo y bueno; el amor inagotable del Señor llena la tierra. El Señor tan solo habló y los cielos fueron creados. Sopló la palabra, y nacieron todas las estrellas. Asignó los límites al mar y encerró los océanos en enormes depósitos. Que todo el mundo tema al Señor y todos estén ante él con temor reverente. Pues cuando habló, el mundo comenzó a existir; apareció por orden del Señor . El Señor frustra los planes de las naciones y hace fracasar todas sus intrigas. Pero los planes del Señor se mantienen firmes para siempre; sus propósitos nunca serán frustrados. Qué alegría para la nación cuyo Dios es el Señor , cuyo pueblo él eligió como herencia. El Señor mira desde el cielo y ve a toda la raza humana. Desde su trono observa a todos los que viven en la tierra. Él hizo el corazón de ellos, así que entiende todo lo que hacen. El ejército mejor equipado no puede salvar a un rey, ni una gran fuerza es suficiente para salvar a un guerrero. No confíes en tu caballo de guerra para obtener la victoria; por mucha fuerza que tenga, no te puede salvar. Pero el Señor vela por los que le temen, por aquellos que confían en su amor inagotable. Los rescata de la muerte y los mantiene con vida en tiempos de hambre. Nosotros ponemos nuestra esperanza en el Señor ; él es nuestra ayuda y nuestro escudo. En él se alegra nuestro corazón, porque confiamos en su santo nombre. Que tu amor inagotable nos rodee, Señor , porque solo en ti está nuestra esperanza.’

CAPÍTULO 34

‘Alabaré al Señor en todo tiempo; a cada momento pronunciaré sus alabanzas. Solo en el Señor me jactaré; que todos los indefensos cobren ánimo. Vengan, hablemos de las grandezas del Señor ; exaltemos juntos su nombre. Oré al Señor , y él me respondió; me libró de todos mis temores. Los que buscan su ayuda estarán radiantes de alegría; ninguna sombra de vergüenza les oscurecerá el rostro. En mi desesperación oré, y el Señor me escuchó; me salvó de todas mis dificultades. Pues el ángel del Señor es un guardián; rodea y defiende a todos los que le temen. Prueben y vean que el Señor es bueno; ¡qué alegría para los que se refugian en él! Teman al Señor , ustedes los de su pueblo santo, pues los que le temen tendrán todo lo que necesitan. Hasta los leones jóvenes y fuertes a veces pasan hambre, pero a los que confían en el Señor no les faltará ningún bien. Vengan, hijos míos, y escúchenme, y les enseñaré a temer al Señor . ¿Quieres vivir una vida larga y próspera? ¡Entonces refrena tu lengua de hablar el mal y tus labios de decir mentiras! Apártate del mal y haz el bien; busca la paz y esfuérzate por mantenerla. Los ojos del Señor están sobre los que hacen lo bueno; sus oídos están abiertos a sus gritos de auxilio. Pero el Señor aparta su rostro de los que hacen lo malo; borrará todo recuerdo de ellos de la faz de la tierra. El Señor oye a los suyos cuando claman a él por ayuda; los rescata de todas sus dificultades. El Señor está cerca de los que tienen quebrantado el corazón; él rescata a los de espíritu destrozado. La persona íntegra enfrenta muchas dificultades, pero el Señor llega al rescate en cada ocasión. Pues el Señor protege los huesos de los justos; ¡ni uno solo es quebrado! Sin duda, la calamidad destruirá a los perversos, y los que odian a los justos serán castigados. Pero el Señor redimirá a los que le sirven; ninguno que se refugie en él será condenado.’

CAPÍTULO 35

‘Oh Señor , ponte en contra de los que se me oponen; pelea contra los que luchan contra mí. Ponte tu armadura y toma tu escudo; prepárate para la batalla y ven en mi ayuda. Levanta tu lanza y tu jabalina contra los que me persiguen. Quiero oírte decir: «¡Yo te daré la victoria!». Avergüenza y causa deshonra a los que tratan de matarme; hazlos retroceder y humilla a los que quieren hacerme daño. Sopla y espárcelos como paja en el viento, un viento mandado por el ángel del Señor . Haz que su camino sea oscuro y resbaladizo, y que el ángel del Señor los persiga. Yo no les hice ningún mal, pero ellos me tendieron una trampa; no les hice ningún mal, pero cavaron una fosa para atraparme. Por eso, ¡que la ruina les llegue de repente! ¡Que queden atrapados en la trampa que me tendieron! Que se destruyan en la fosa que cavaron para mí. Entonces me alegraré en el Señor ; estaré feliz porque él me rescata. Con cada hueso de mi cuerpo lo alabaré: « Señor , ¿quién se compara contigo? ¿Quién otro rescata a los indefensos de las manos de los fuertes? ¿Quién otro protege a los indefensos y a los pobres de quienes les roban?». Testigos maliciosos testifican en mi contra y me acusan de crímenes que desconozco por completo. Me pagan mal por bien y estoy enfermo de desesperación. Sin embargo, cuando ellos se enfermaban, yo me entristecía; me afligía a mí mismo ayunando por ellos, pero mis oraciones no tenían respuesta. Estaba triste como si fueran mis amigos o mi familia, como si me lamentara por mi propia madre. Pero ahora que yo estoy en dificultades, ellos se ponen contentos; con aires de triunfo se unen en mi contra. Me ataca gente que ni siquiera conozco; me calumnian sin cesar. Se burlan de mí y me insultan; me gruñen. ¿Hasta cuándo, oh Señor, te quedarás observando sin actuar? Rescátame de sus ataques feroces. ¡Protege mi vida de estos leones! Después te daré gracias frente a la gran asamblea; te alabaré delante de todo el pueblo. No permitas que mis enemigos traicioneros se regodeen en mi derrota; no permitas que los que me odian sin motivo se deleiten en mi tristeza. No hablan de paz; conspiran contra personas inocentes que no se meten con nadie. Gritan: «¡Ajá! ¡Con nuestros ojos lo vimos hacerlo!». Oh Señor , tú sabes de todo esto; no te quedes callado. No me abandones ahora, oh Señor. ¡Despierta! ¡Levántate en mi defensa! Toma mi caso, Dios mío y Señor mío. Declárame inocente, oh Señor mi Dios, porque tú haces justicia; no permitas que mis enemigos se rían de mí en mis dificultades. No les permitas decir: «¡Miren, conseguimos lo que queríamos! ¡Ahora lo comeremos vivo!». Que sean humillados y avergonzados los que se alegran de mis dificultades; que sean cubiertos de vergüenza y de deshonra los que triunfan sobre mí. Pero dales mucha alegría a los que vinieron a defenderme; que todo el tiempo digan: «¡Grande es el Señor , quien se deleita en bendecir a su siervo con paz!». Entonces proclamaré tu justicia y te alabaré todo el día.’

CAPÍTULO 36

‘A los malvados el pecado les susurra en lo profundo del corazón; no tienen temor de Dios en absoluto. Ciegos de presunción, no pueden ver lo perversos que son en realidad. Todo lo que dicen es retorcido y engañoso; se niegan a actuar con sabiduría o a hacer el bien. Se quedan despiertos por la noche tramando planes pecaminosos; sus acciones nunca son buenas; no hacen ningún intento por alejarse del mal. Tu amor inagotable, oh Señor , es tan inmenso como los cielos; tu fidelidad sobrepasa las nubes. Tu rectitud es como las poderosas montañas, tu justicia, como la profundidad de los océanos. Tú cuidas de la gente y de los animales por igual, oh Señor . ¡Qué precioso es tu amor inagotable, oh Dios! Todos los seres humanos encuentran refugio a la sombra de tus alas. Los alimentas con la abundancia de tu propia casa y les permites beber del río de tus delicias. Pues tú eres la fuente de vida, la luz con la que vemos. Derrama tu amor inagotable sobre los que te aman; haz justicia a los de corazón sincero. No permitas que los orgullosos me pisoteen ni que los malvados me intimiden. ¡Miren! ¡Han caído los que hacen el mal! Están derribados, jamás volverán a levantarse.’

CAPÍTULO 37

‘No te inquietes a causa de los malvados ni tengas envidia de los que hacen lo malo. Pues como la hierba, pronto se desvanecen; como las flores de primavera, pronto se marchitan. Confía en el Señor y haz el bien; entonces vivirás seguro en la tierra y prosperarás. Deléitate en el Señor , y él te concederá los deseos de tu corazón. Entrega al Señor todo lo que haces; confía en él, y él te ayudará. Él hará resplandecer tu inocencia como el amanecer, y la justicia de tu causa brillará como el sol de mediodía. Quédate quieto en la presencia del Señor , y espera con paciencia a que él actúe. No te inquietes por la gente mala que prospera, ni te preocupes por sus perversas maquinaciones. ¡Ya no sigas enojado! ¡Deja a un lado tu ira! No pierdas los estribos, que eso únicamente causa daño. Pues los perversos serán destruidos, pero los que confían en el Señor poseerán la tierra. Pronto los perversos desaparecerán; por más que los busques, no los encontrarás. Los humildes poseerán la tierra y vivirán en paz y prosperidad. Los malvados conspiran contra los justos; les gruñen de manera desafiante. Pero el Señor simplemente se ríe, porque ve que el día de su juicio se acerca. Los perversos sacan sus espadas y ponen cuerdas a sus arcos para matar al pobre y al oprimido, para masacrar a los que hacen lo correcto. Pero sus espadas atravesarán su propio corazón, y se les quebrarán los arcos. Es mejor ser justo y tener poco que ser malvado y rico. Pues la fuerza de los malvados será destrozada, pero el Señor cuida a los justos. Día a día el Señor cuida a los inocentes, y ellos recibirán una herencia que permanece para siempre. No serán avergonzados en tiempos difíciles; tendrán más que suficiente aun en tiempo de hambre. Pero los perversos morirán; los enemigos del Señor son como las flores del campo, desaparecerán como el humo. Los perversos piden prestado y nunca pagan, pero los justos dan con generosidad. Los bendecidos por el Señor poseerán la tierra, pero aquellos a quienes él maldice, morirán. El Señor dirige los pasos de los justos; se deleita en cada detalle de su vida. Aunque tropiecen, nunca caerán, porque el Señor los sostiene de la mano. Una vez fui joven, ahora soy anciano, sin embargo, nunca he visto abandonado al justo ni a sus hijos mendigando pan. Los justos siempre prestan con generosidad y sus hijos son una bendición. Aléjate del mal y haz el bien, y vivirás en la tierra para siempre. Pues el Señor ama la justicia y nunca abandonará a los justos. Los mantendrá a salvo para siempre, pero los hijos de los perversos morirán. Los justos poseerán la tierra y vivirán allí para siempre. Los justos ofrecen buenos consejos; enseñan a diferenciar entre lo bueno y lo malo. Han hecho suya la ley de Dios, por eso, nunca resbalarán de su camino. Los malvados esperan en emboscada a los justos, en busca de una excusa para matarlos. Pero el Señor no permitirá que los perversos tengan éxito ni que los justos sean condenados cuando los lleven a juicio. Pon tu esperanza en el Señor y marcha con paso firme por su camino. Él te honrará al darte la tierra y verás destruidos a los perversos. He visto a gente malvada y despiadada florecer como árboles en tierra fértil. Pero cuando volví a mirar, ¡habían desaparecido! ¡Aunque los busqué, no pude encontrarlos! Miren a los que son buenos y honestos, porque a los que aman la paz les espera un futuro maravilloso. Pero los rebeldes serán destruidos, para ellos no hay futuro. El Señor rescata a los justos; él es su fortaleza en tiempos de dificultad. El Señor los ayuda, los rescata de los malvados. Él salva a los justos, y ellos encuentran refugio en él.’

CAPÍTULO 38

‘¡Oh Señor , no me reprendas en tu enojo ni me disciplines en tu ira! Tus flechas me han herido muy adentro y tus golpes me aplastan. Debido a tu enojo, todo mi cuerpo está enfermo; mi salud está arruinada a causa de mis pecados. Mi culpa me abruma, es una carga demasiado pesada para soportar. Mis heridas se infectan y dan mal olor a causa de mis necios pecados. Ven pronto a ayudarme, oh Señor, mi salvador. No me abandones, oh Señor ; no te quedes lejos, Dios mío. Me pagan mal por bien y se me oponen porque procuro lo bueno. Tengo muchos enemigos agresivos; me odian sin razón. Pero confieso mis pecados; estoy profundamente arrepentido por lo que hice. Estoy al borde del colapso, haciendo frente a un dolor constante. Dije en oración: «No dejes que mis enemigos se burlen de mí, ni que se regodeen en mi caída». Pues a ti te espero, oh Señor . Tú debes responder por mí, oh Señor mi Dios. Opté por no oír nada, y tampoco respondo. Pero yo hago oídos sordos a sus amenazas; me quedo callado ante ellos como quien no puede hablar. Mientras tanto, mis enemigos tienden trampas para matarme; los que desean mi mal hacen planes para arruinarme; se pasan el día maquinando su traición. Mis seres queridos y amigos no se me acercan, por temor a la enfermedad; hasta mi propia familia se mantiene a distancia. Mi corazón late aceleradamente, se me acaban las fuerzas y estoy quedando ciego. Estoy agotado y totalmente destrozado; mis gemidos salen de un corazón angustiado. Una fiebre galopante me quema por dentro, y mi salud está arruinada. Me retuerzo atormentado por el dolor; todo el día estoy lleno de profunda tristeza. Señor, tú sabes lo que anhelo, oyes todos mis suspiros.’

CAPÍTULO 39

‘Me dije: «Tendré cuidado con lo que hago y no pecaré en lo que digo. Refrenaré la lengua cuando los que viven sin Dios anden cerca». Pero mientras estaba allí en silencio —sin siquiera hablar de cosas buenas—, el torbellino en mi interior se hizo cada vez peor. Cuanto más pensaba, más me enardecía, hasta que disparé un fuego de palabras: « Señor , recuérdame lo breve que será mi tiempo sobre la tierra. Recuérdame que mis días están contados, ¡y cuán fugaz es mi vida! La vida que me has dado no es más larga que el ancho de mi mano. Toda mi vida es apenas un instante para ti; cuando mucho, cada uno de nosotros es apenas un suspiro». Somos tan solo sombras que se mueven y todo nuestro ajetreo diario termina en la nada. Amontonamos riquezas sin saber quién las gastará. Entonces, Señor, ¿dónde pongo mi esperanza? Mi única esperanza está en ti. Rescátame de mis rebeliones. No permitas que los necios se burlen de mí. En silencio estoy delante de ti; no diré ni una palabra, porque mi castigo proviene de ti. ¡Pero por favor, deja de castigarme! Estoy agotado por los golpes de tu mano. Cuando nos disciplinas por nuestros pecados, consumes como una polilla lo que estimamos precioso. Cada uno de nosotros es apenas un suspiro. ¡Oh Señor , oye mi oración! ¡Escucha mis gritos de auxilio! No cierres los ojos ante mis lágrimas. Pues soy tu invitado, un viajero de paso, igual que mis antepasados. Déjame solo para que pueda volver a sonreír antes de que parta de este mundo y no exista más.’

CAPÍTULO 40

‘Con paciencia esperé que el Señor me ayudara, y él se fijó en mí y oyó mi clamor. Me sacó del foso de desesperación, del lodo y del fango. Puso mis pies sobre suelo firme y a medida que yo caminaba, me estabilizó. Me dio un canto nuevo para entonar, un himno de alabanza a nuestro Dios. Muchos verán lo que él hizo y quedarán asombrados; pondrán su confianza en el Señor . En cuanto a mí, pobre y necesitado, que el Señor me tenga en sus pensamientos. Tú eres mi ayudador y mi salvador; oh Dios mío, no te demores. Pero que todos los que te buscan se alegren y se gocen en ti; que los que aman tu salvación griten una y otra vez: «¡El Señor es grande!». que su vergüenza los horrorice, porque dijeron: «¡Ajá! ¡Ahora sí lo atrapamos!». Que los que tratan de destruirme sean humillados y avergonzados; que los que se deleitan en mis dificultades retrocedan con deshonra; Por favor, Señor , ¡rescátame! Ven pronto, Señor , y ayúdame. Pues me rodean las dificultades, ¡son demasiadas para contar! Es tal la acumulación de mis pecados que no puedo ver una salida. Suman más que los cabellos de mi cabeza y he perdido toda mi valentía. Señor , no me prives de tus tiernas misericordias; que tu amor inagotable y tu fidelidad siempre me protejan. No oculté en mi corazón las buenas noticias acerca de tu justicia; hablé de tu fidelidad y de tu poder salvador. A todos en la gran asamblea les conté de tu fidelidad y tu amor inagotable. A todo tu pueblo le conté de tu justicia. No tuve temor de hablar con libertad, como tú bien lo sabes, oh Señor . me complace hacer tu voluntad, Dios mío, pues tus enseñanzas están escritas en mi corazón». Entonces dije: «Aquí estoy. Como está escrito acerca de mí en las Escrituras: No te deleitas en los sacrificios ni en las ofrendas. Ahora que me hiciste escuchar, finalmente comprendo: tú no exiges ofrendas quemadas ni ofrendas por el pecado. Oh Señor mi Dios, has realizado muchas maravillas a nuestro favor. Son tantos tus planes para nosotros que resulta imposible enumerarlos. No hay nadie como tú. Si tratara de mencionar todas tus obras maravillosas, no terminaría jamás. Ah, qué alegría para los que confían en el Señor , los que no confían en los orgullosos ni en aquellos que rinden culto a ídolos.’

CAPÍTULO 41

‘¡Qué alegría hay para los que tratan bien a los pobres! El Señor los rescata cuando están en apuros. El Señor los protege y los mantiene con vida; los prospera en la tierra y los rescata de sus enemigos. El Señor los atiende cuando están enfermos y les devuelve la salud. «Oh Señor , ten misericordia de mí —pedí en oración—, sáname, porque contra ti he pecado». Pero mis enemigos solo hablan mal de mí. Preguntan: «¿Falta mucho para que se muera y pase al olvido?». Me visitan como si fueran mis amigos, pero mientras tanto juntan chismes y, cuando se van, los divulgan a los cuatro vientos. Los que me odian susurran cosas acerca de mí y se imaginan lo peor. «Tiene alguna enfermedad fatal —dicen—. ¡Jamás se levantará de la cama!». Hasta mi mejor amigo, en quien tenía plena confianza, quien compartía mi comida, se ha puesto en mi contra. Señor , ten misericordia de mí. ¡Devuélveme la salud para que pueda darles su merecido! Sé que soy de tu agrado, porque no permitiste que mis enemigos triunfaran sobre mí. Has preservado mi vida porque soy inocente; me has traído a tu presencia y eso es para siempre. Alaben al Señor , Dios de Israel, quien vive desde la eternidad hasta la eternidad. ¡Amén y amén!’

CAPÍTULO 42

‘Como el ciervo anhela las corrientes de las aguas, así te anhelo a ti, oh Dios. Tengo sed de Dios, del Dios viviente. ¿Cuándo podré ir para estar delante de él? Día y noche solo me alimento de lágrimas, mientras que mis enemigos se burlan continuamente de mí diciendo: «¿Dónde está ese Dios tuyo?». Se me destroza el corazón al recordar cómo solían ser las cosas: yo caminaba entre la multitud de adoradores, encabezaba una gran procesión hacia la casa de Dios, cantando de alegría y dando gracias en medio del sonido de una gran celebración. ¿Por qué estoy desanimado? ¿Por qué está tan triste mi corazón? ¡Pondré mi esperanza en Dios! Nuevamente lo alabaré, ¡mi Salvador y mi Dios! Ahora estoy profundamente desalentado, pero me acordaré de ti, aun desde el lejano monte Hermón, donde nace el Jordán, desde la tierra del monte Mizar. Oigo el tumulto de los embravecidos mares, mientras me arrasan tus olas y las crecientes mareas. Pero cada día el Señor derrama su amor inagotable sobre mí, y todas las noches entono sus cánticos y oro a Dios, quien me da vida. «¡Oh Dios, roca mía! —clamo—, ¿por qué me has olvidado? ¿Por qué tengo que andar angustiado, oprimido por mis enemigos?». Sus insultos me parten los huesos. Se burlan diciendo: «¿Dónde está ese Dios tuyo?». ¿Por qué estoy desanimado? ¿Por qué está tan triste mi corazón? ¡Pondré mi esperanza en Dios! Nuevamente lo alabaré, ¡mi Salvador y mi Dios!’

CAPÍTULO 43

‘¡Declárame inocente, oh Dios! Defiéndeme contra esta gente que vive sin ti; rescátame de estos mentirosos injustos. Pues tú eres Dios, mi único refugio seguro. ¿Por qué me hiciste a un lado? ¿Por qué tengo que andar angustiado, oprimido por mis enemigos? ¿Por qué estoy desanimado? ¿Por qué está tan triste mi corazón? ¡Pondré mi esperanza en Dios! Nuevamente lo alabaré, ¡mi Salvador y mi Dios! Allí iré al altar de Dios, a Dios mismo, la fuente de toda mi alegría. Te alabaré con mi arpa, ¡oh Dios, mi Dios! Envía tu luz y tu verdad, que ellas me guíen. Que me lleven a tu monte santo, al lugar donde vives.’

CAPÍTULO 44

‘Oh Dios, lo oímos con nuestros propios oídos; nuestros antepasados nos han contado de todo lo que hiciste en su época, hace mucho tiempo atrás. Con tu poder expulsaste a las naciones paganas y entregaste toda la tierra a nuestros antepasados. Aplastaste a sus enemigos y liberaste a nuestros antepasados. No fue con sus espadas que conquistaron la tierra, ni sus brazos fuertes les dieron la victoria. Fueron tu mano derecha y tu brazo fuerte, y la luz cegadora de tu rostro que los ayudó, porque los amabas. Tú eres mi Rey y mi Dios; tú decretas las victorias de Israel. Solo con tu poder hacemos retroceder a nuestros enemigos, solo en tu nombre podemos pisotear a nuestros adversarios. No confío en mi arco ni dependo de que mi espada me salve. Tú eres el que nos da la victoria sobre nuestros enemigos; avergüenzas a los que nos odian. Oh Dios, todo el día te damos gloria y alabamos tu nombre constantemente. Pero ahora nos hiciste a un lado en deshonra; ya no estás al frente de nuestros ejércitos en batalla. Nos haces huir en retirada de nuestros enemigos y dejas que los que nos odian saqueen nuestra tierra. Nos descuartizaste como a ovejas, y nos esparciste entre las naciones. Vendiste a tu precioso pueblo por una miseria y no ganaste nada con la venta. Permites que nuestros vecinos se burlen de nosotros; somos objeto de desprecio y desdén de quienes nos rodean. Nos has hecho el blanco de sus bromas; menean la cabeza ante nosotros en señal de desprecio. No podemos escapar de la constante humillación; tenemos la vergüenza dibujada en el rostro. Lo único que oímos son los insultos de los burlones; lo único que vemos es a nuestros enemigos vengativos. Todo esto ocurrió aunque nunca te hemos olvidado ni desobedecimos tu pacto. Nuestro corazón no te abandonó ni nos hemos extraviado de tu camino. Sin embargo, nos aplastaste en el desierto, donde vive el chacal; nos cubriste de oscuridad y muerte. Si nos hubiéramos olvidado del nombre de nuestro Dios o hubiéramos extendido las manos en oración a dioses ajenos, con toda seguridad Dios lo habría sabido, porque conoce los secretos de cada corazón. Pero por tu causa, nos matan cada día; nos tratan como a ovejas en el matadero. ¡Despierta, oh Señor! ¿Por qué duermes? ¡Levántate! No nos rechaces para siempre. ¿Por qué miras para otro lado? ¿Por qué pasas por alto nuestro sufrimiento y opresión? Nos desplomamos en el polvo, quedamos boca abajo en la mugre. ¡Levántate! ¡Ayúdanos! Rescátanos a causa de tu amor inagotable.’

CAPÍTULO 45

‘Hermosas palabras conmueven mi corazón; por eso recitaré un bello poema acerca del rey, pues mi lengua es como la pluma de un hábil poeta. Eres el más apuesto de todos; de tus labios se desprenden palabras amables. Dios mismo te ha bendecido para siempre. ¡Ponte la espada, oh poderoso guerrero! ¡Eres tan glorioso, tan majestuoso! Cabalga con majestad hacia la victoria y defiende la verdad, la humildad y la justicia. ¡Avanza para realizar obras imponentes! Tus flechas son afiladas; traspasan el corazón de tus enemigos, y las naciones caen a tus pies. Tu trono, oh Dios, permanece por siempre y para siempre. Tú gobiernas con un cetro de justicia. Amas la justicia y odias la maldad. Por eso Dios —tu Dios— te ha ungido derramando el aceite de alegría sobre ti más que sobre cualquier otro. Mirra, áloe y casia perfuman tu manto; en palacios de marfil, la música de cuerdas te entretiene. Hijas de reyes hay entre las mujeres de tu corte; a tu derecha está la reina, ¡lleva joyas del oro más fino de Ofir! Escúchame, oh hija de la realeza; toma en serio lo que te digo: olvídate de tu pueblo y de tu familia, que están lejos. Pues tu esposo, el rey, se deleita en tu belleza; hónralo, porque él es tu señor. La princesa de Tiro te colmará de regalos; los ricos suplicarán tu favor. La novia, una princesa, luce gloriosa en su vestido dorado. Con sus hermosas vestiduras la llevan ante el rey, acompañada por sus damas de honor. ¡Qué procesión tan alegre y entusiasta, cuando entran en el palacio del rey! Tus hijos se convertirán en reyes como su padre; los harás gobernantes de muchas tierras. Traeré honra a tu nombre en todas las generaciones; por eso, las naciones te alabarán por siempre y para siempre.’

CAPÍTULO 46

‘El Señor de los Ejércitos Celestiales está entre nosotros; el Dios de Israel es nuestra fortaleza. «¡Quédense quietos y sepan que yo soy Dios! Toda nación me honrará. Seré honrado en el mundo entero». Él hace cesar las guerras en toda la tierra; quiebra el arco y rompe la lanza y quema con fuego los escudos. Vengan, vean las obras gloriosas del Señor : miren cómo trae destrucción sobre el mundo. El Señor de los Ejércitos Celestiales está entre nosotros; el Dios de Israel es nuestra fortaleza. ¡Las naciones se encuentran en un caos, y sus reinos se desmoronan! ¡La voz de Dios truena, y la tierra se derrite! Dios habita en esa ciudad; no puede ser destruida; en cuanto despunte el día, Dios la protegerá. Un río trae gozo a la ciudad de nuestro Dios, el hogar sagrado del Altísimo. ¡Que rujan los océanos y hagan espuma! ¡Que tiemblen las montañas mientras suben las aguas! Por lo tanto, no temeremos cuando vengan terremotos y las montañas se derrumben en el mar. Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza; siempre está dispuesto a ayudar en tiempos de dificultad.’

CAPÍTULO 47

‘¡Vengan todos! ¡Aplaudan! ¡Griten alegres alabanzas a Dios! Pues el Señor Altísimo es imponente; es el gran Rey de toda la tierra. Él subyuga a las naciones frente a nosotros; pone a nuestros enemigos bajo nuestros pies. Escogió la Tierra Prometida como nuestra herencia y posesión, el orgullo de los descendientes de Jacob, a quienes ama. Dios ascendió con un grito poderoso; el Señor ha ascendido al estruendo de las trompetas. Canten alabanzas a Dios, canten alabanzas; ¡canten alabanzas a nuestro Rey, canten alabanzas! Pues Dios es el Rey de toda la tierra. Alábenlo con un salmo. Dios reina sobre las naciones, sentado en su santo trono. Los gobernantes del mundo se han reunido con el pueblo del Dios de Abraham. Pues todos los reyes de la tierra pertenecen a Dios. Él es exaltado en gran manera en todas partes.’

CAPÍTULO 48

‘¡Qué grande es el Señor , cuán digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios, situada sobre su monte santo! Es alto y magnífico; ¡toda la tierra se alegra al verlo! ¡El monte Sión, el monte santo, es la ciudad del gran Rey! Dios mismo está en las torres de Jerusalén dándose a conocer como su defensor. Los reyes de la tierra unieron sus fuerzas y avanzaron contra la ciudad. Pero al verla, se quedaron pasmados; se llenaron de miedo y huyeron. El terror se apoderó de ellos y se retorcieron de dolor como una mujer en parto. Los destruiste como a los poderosos barcos de Tarsis que fueron despedazados por un potente viento del oriente. Habíamos oído de la gloria de la ciudad, pero ahora la hemos visto en persona, la ciudad del Señor de los Ejércitos Celestiales. Es la ciudad de nuestro Dios; él hará que sea segura para siempre. Oh Dios, meditamos en tu amor inagotable mientras adoramos en tu templo. Como lo merece tu nombre, oh Dios, serás alabado hasta los extremos de la tierra; tu fuerte mano derecha está llena de victoria. Que se goce la gente del monte Sión; que se alegren todas las ciudades de Judá a causa de tu justicia. Vayan a inspeccionar la ciudad de Jerusalén; anden por ella y cuenten sus muchas torres. Fíjense en las murallas fortificadas y recorran todas sus ciudadelas, para que puedan describirlas a las generaciones futuras. Pues así es Dios. Él es nuestro Dios por siempre y para siempre, y nos guiará hasta el día de nuestra muerte.’

CAPÍTULO 49

‘¡Escuchen esto todos los pueblos! ¡Presten atención, habitantes de todo el mundo! Los de las altas esferas y la gente común, ricos y pobres: ¡oigan! Pues mis palabras son sabias y mis pensamientos están llenos de buena percepción. Escucho con atención muchos proverbios y resuelvo enigmas con la inspiración del sonido de un arpa. ¿Por qué tendría que temer cuando vienen dificultades, cuando los enemigos me rodean? Ellos se fían de sus posesiones y se jactan de sus grandes riquezas. Sin embargo, no pueden redimirse de la muerte pagándole un rescate a Dios. La redención no se consigue tan fácilmente, pues nadie podrá jamás pagar lo suficiente como para vivir para siempre y nunca ver la tumba. Los sabios finalmente tendrán que morir, al igual que los necios y los insensatos, y dejarán toda su riqueza atrás. La tumba es su hogar eterno, donde permanecerán para siempre. Podrán ponerle su propio nombre a sus propiedades, pero su fama no durará. Morirán, al igual que los animales. Ese es el destino de los necios, aunque sean recordados como si hubieran sido sabios. Como ovejas, son llevados a la tumba, donde la muerte será su pastor. Por la mañana, los justos gobernarán sobre ellos. Sus cuerpos se pudrirán en la tumba, lejos de sus grandiosas propiedades. Pero en mi caso, Dios redimirá mi vida; me arrebatará del poder de la tumba. Así que no te desanimes cuando los malvados se enriquezcan, y en sus casas haya cada vez más esplendor. Pues al morir, no se llevan nada consigo; sus riquezas no los seguirán a la tumba. En esta vida se consideran dichosos y los aplauden por su éxito. Pero morirán como todos sus antepasados, y nunca más volverán a ver la luz del día. La gente que se jacta de su riqueza no comprende; morirán, al igual que los animales.’

CAPÍTULO 50

‘El Señor , el Poderoso, es Dios y habló; convocó a toda la humanidad desde donde sale el sol hasta donde se pone. Desde el monte Sión, la perfección de la belleza, Dios brilla con un resplandor glorioso. Nuestro Dios se acerca, pero no en silencio. A su paso el fuego devora todo lo que encuentra, y a su alrededor se desata una gran tormenta. Pone al cielo arriba y a la tierra abajo como testigos del juicio a su pueblo. «Tráiganme a mi pueblo fiel, a los que hicieron un pacto conmigo, al ofrecer sacrificios». Luego dejen que los cielos proclamen la justicia divina, porque Dios mismo será el juez. «Oh pueblo mío, escucha cuando te hablo. Estas son las acusaciones que tengo contra ti, oh Israel: ¡yo soy Dios, tu Dios! No tengo quejas de tus sacrificios ni de las ofrendas quemadas que ofreces constantemente. Pero no necesito los toros de tus establos ni las cabras de tus corrales. Pues todos los animales del bosque son míos, y soy dueño del ganado de mil colinas. Conozco a cada pájaro de las montañas, y todos los animales del campo me pertenecen. Si tuviera hambre, no te lo diría a ti, porque mío es el mundo entero y todo lo que hay en él. ¿Acaso me alimento de carne de toro? ¿Acaso bebo sangre de cabra? Haz que la gratitud sea tu sacrificio a Dios y cumple los votos que le has hecho al Altísimo. Luego llámame cuando tengas problemas, y yo te rescataré, y tú me darás la gloria». Pero Dios dice a los perversos: «¿Para qué se molestan en recitar mis decretos y en fingir que obedecen mi pacto? Pues rechazan mi disciplina y tratan mis palabras como basura. Cuando ven ladrones, les dan su aprobación, y se pasan el tiempo con adúlteros. Tienen la boca llena de maldad, y la lengua repleta de mentiras. Se la pasan calumniando a su hermano, a su propio hermano de sangre. Mientras ustedes hacían todo esto, yo permanecí en silencio, y pensaron que no me importaba. Pero ahora los voy a reprender, presentaré todas las acusaciones que tengo contra ustedes. Arrepiéntanse todos los que se olvidan de mí, o los despedazaré y nadie los ayudará. Pero el dar gracias es un sacrificio que verdaderamente me honra; si permanecen en mi camino, les daré a conocer la salvación de Dios».’

CAPÍTULO 51

‘Entonces te agradarán los sacrificios ofrecidos con un espíritu correcto, con ofrendas quemadas y ofrendas quemadas enteras. Entonces volverán a sacrificarse toros sobre tu altar. Mira a Sion con tu favor y ayúdala; reconstruye las murallas de Jerusalén. El sacrificio que sí deseas es un espíritu quebrantado; tú no rechazarás un corazón arrepentido y quebrantado, oh Dios. Desata mis labios, oh Señor, para que mi boca pueda alabarte. Tú no deseas sacrificios; de lo contrario, te ofrecería uno. Tampoco quieres una ofrenda quemada. Perdóname por derramar sangre, oh Dios que salva; entonces con alegría cantaré de tu perdón. Entonces enseñaré a los rebeldes tus caminos, y ellos se volverán a ti. Restaura en mí la alegría de tu salvación y haz que esté dispuesto a obedecerte. No me expulses de tu presencia y no me quites tu Espíritu Santo. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y renueva un espíritu fiel dentro de mí. No sigas mirando mis pecados; quita la mancha de mi culpa. Devuélveme la alegría; deja que me goce ahora que me has quebrantado. Purifícame de mis pecados, y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve. Pero tú deseas honradez desde el vientre y aun allí me enseñas sabiduría. Pues soy pecador de nacimiento, así es, desde el momento en que me concibió mi madre. Contra ti y solo contra ti he pecado; he hecho lo que es malo ante tus ojos. Quedará demostrado que tienes razón en lo que dices y que tu juicio contra mí es justo. Pues reconozco mis rebeliones; día y noche me persiguen. Lávame de la culpa hasta que quede limpio y purifícame de mis pecados. Ten misericordia de mí, oh Dios, debido a tu amor inagotable; a causa de tu gran compasión, borra la mancha de mis pecados. ‘

CAPÍTULO 52

‘¿Por qué te jactas de tus delitos, gran guerrero? ¿No te das cuenta de que la justicia de Dios permanece para siempre? Todo el día conspiras destrucción. Tu lengua es cortante como una navaja afilada; eres experto en decir mentiras. Amas el mal más que el bien y las mentiras más que la verdad. Interludio Te encanta destruir a la gente con tus palabras, ¡mentiroso! Pero Dios te herirá de muerte de una vez por todas; te sacará de tu casa y te desarraigará de la tierra de los vivientes. Interludio Los justos lo verán y se asombrarán; se reirán y dirán: «Miren lo que les pasa a los guerreros poderosos que no ponen su confianza en Dios, sino que confían en sus riquezas y se vuelven más y más atrevidos en su maldad». Pero yo soy como un olivo que florece en la casa de Dios y siempre confiaré en su amor inagotable. Te alabaré para siempre, oh Dios, por lo que has hecho. Confiaré en tu buen nombre en presencia de tu pueblo fiel.’

CAPÍTULO 53

‘Solo los necios dicen en su corazón: «No hay Dios». Ellos son corruptos y sus acciones son malas; ¡no hay ni uno solo que haga lo bueno! Dios mira desde los cielos a toda la raza humana; observa para ver si hay alguien realmente sabio, si alguien busca a Dios. Pero no, todos se desviaron; todos se corrompieron. No hay ni uno que haga lo bueno, ¡ni uno solo! ¿Será posible que nunca aprendan los que hacen el mal? Devoran a mi pueblo como si fuera pan y ni siquiera piensan en orar a Dios. El terror se apoderará de ellos, un terror como nunca han conocido. Dios esparcirá los huesos de tus enemigos. Los avergonzarás, porque Dios los ha rechazado. ¿Quién vendrá del monte Sion para rescatar a Israel? Cuando Dios restaure a su pueblo, Jacob gritará de alegría e Israel se gozará.’

CAPÍTULO 54

‘¡Ven con tu gran poder, oh Dios, y rescátame! Defiéndeme con tu poder. Pues me atacan desconocidos; gente violenta trata de matarme. No les importa Dios en lo más mínimo. Interludio Escucha mi oración, oh Dios; presta atención a mi ruego. Pero Dios es mi ayudador; ¡el Señor me mantiene con vida! Pues me libraste de mis dificultades y me ayudaste a triunfar sobre mis enemigos. Sacrificaré una ofrenda voluntaria a ti; alabaré tu nombre, porque es bueno, oh Señor . Que los planes malvados de mis enemigos se tornen en su contra; haz lo que prometiste y acaba con ellos. ‘

CAPÍTULO 55

‘Escucha mi oración, oh Dios; ¡no pases por alto mi grito de auxilio! Por favor, escúchame y respóndeme, porque las dificultades me abruman. Mis enemigos me gritan; me lanzan perversas amenazas a viva voz. Me cargan de problemas y con rabia me persiguen. Mi corazón late en el pecho con fuerza; me asalta el terror de la muerte. El miedo y el temblor me abruman, y no puedo dejar de temblar. Si tan solo tuviera alas como una paloma, ¡me iría volando y descansaría! Volaría muy lejos, a la tranquilidad del desierto. Interludio Qué rápido me escaparía, lejos de esta furiosa tormenta de odio. Confúndelos, Señor, y frustra sus planes, porque veo violencia y conflicto en la ciudad. Día y noche patrullan sus murallas para cuidarla de invasores, pero el verdadero peligro es la maldad que hay dentro de la ciudad. Todo se viene abajo; las amenazas y el engaño abundan por las calles. No es un enemigo el que me hostiga; eso podría soportarlo. No son mis adversarios los que me insultan con tanta arrogancia; de ellos habría podido esconderme. En cambio, eres tú, mi par, mi compañero y amigo íntimo. En cuanto a mi compañero, él traicionó a sus amigos; no cumplió sus promesas. Dios, quien siempre ha gobernado, me oirá y los humillará. Interludio Pues mis enemigos se niegan a cambiar de rumbo; no tienen temor de Dios. Él me rescata y me mantiene a salvo de la batalla que se libra en mi contra, aunque muchos todavía se me oponen. Mañana, tarde y noche clamo en medio de mi angustia, y el Señor oye mi voz. Pero clamaré a Dios, y el Señor me rescatará. Que la muerte aceche a mis enemigos; que la tumba se los trague vivos, porque la maldad habita en ellos. ¡Cuánto compañerismo disfrutábamos cuando caminábamos juntos hacia la casa de Dios! Sus palabras son tan suaves como la mantequilla, pero en su corazón hay guerra. Sus palabras son tan relajantes como una loción, ¡pero por debajo son dagas! Entrégale tus cargas al Señor , y él cuidará de ti; no permitirá que los justos tropiecen y caigan. Pero tú, oh Dios, mandarás a los perversos a la fosa de destrucción; los asesinos y los mentirosos morirán jóvenes, pero yo confío en que tú me salves.’

CAPÍTULO 56

‘Oh Dios, ten misericordia de mí, porque la gente me acosa. Mis enemigos me atacan todo el día. Los que me calumnian no dejan de acosarme, y muchos me atacan descaradamente. Pero cuando tenga miedo, en ti pondré mi confianza. Alabo a Dios por lo que ha prometido. En Dios confío, ¿por qué habría de tener miedo? ¿Qué pueden hacerme unos simples mortales? Siempre tergiversan lo que digo; se pasan el día tramando cómo hacerme daño. Cumpliré los votos que te hice, oh Dios, y ofreceré un sacrificio de gratitud por tu ayuda. En Dios confío, ¿por qué habría de tener miedo? ¿Qué pueden hacerme unos simples mortales? Alabo a Dios por lo que ha prometido; sí, alabo al Señor por lo que ha prometido. Pues me rescataste de la muerte; no dejaste que mis pies resbalaran. Así que ahora puedo caminar en tu presencia, oh Dios, en tu luz que da vida. Mis enemigos emprenderán la retirada cuando yo clame a ti por ayuda. Una cosa sé: ¡Dios está de mi lado! Tú llevas la cuenta de todas mis angustias y has juntado todas mis lágrimas en tu frasco; has registrado cada una de ellas en tu libro. No permitas que estos malvados se salgan con la suya; en tu enojo, oh Dios, derríbalos. Se juntan para espiarme; vigilan cada paso que doy, ansiosos de matarme. ‘

CAPÍTULO 57

‘¡Ten misericordia de mí, oh Dios, ten misericordia! En ti busco protección. Me esconderé bajo la sombra de tus alas hasta que haya pasado el peligro. Clamo al Dios Altísimo, a Dios, quien cumplirá su propósito para mí. Él mandará ayuda del cielo para rescatarme, y avergonzará a los que me persiguen. Interludio Mi Dios enviará su amor inagotable y su fidelidad. Me rodean leones feroces que con avidez devoran a sus presas humanas; sus dientes penetran como lanzas y flechas, y sus lenguas cortan como espadas. ¡Exaltado seas, oh Dios, por encima de los cielos más altos! Que tu gloria brille sobre toda la tierra. Mis enemigos me tendieron una trampa; estoy cansado de tanta angustia. Cavaron un pozo profundo en mi camino, pero ellos mismos cayeron en la trampa. Interludio Mi corazón está confiado en ti, oh Dios; mi corazón tiene confianza. ¡Con razón puedo cantar tus alabanzas! ¡Despiértate, corazón mío! ¡Despiértense, lira y arpa! Con mi canto despertaré al amanecer. Te daré gracias, Señor, en medio de toda la gente; cantaré tus alabanzas entre las naciones. Pues tu amor inagotable es tan alto como los cielos; tu fidelidad alcanza las nubes. Exaltado seas, oh Dios, por encima de los cielos más altos; que tu gloria brille sobre toda la tierra.’

CAPÍTULO 58

‘Gobernantes, ¿saben acaso el significado de la palabra justicia? ¿Juzgan a la gente con imparcialidad? ¡No! En el corazón traman injusticia y desparraman violencia por toda la tierra. Estos malvados son pecadores de nacimiento; desde que nacieron mienten y siguen su propio camino. Escupen veneno como serpientes mortíferas; son como cobras que se niegan a escuchar, y hacen oídos sordos a las melodías de los encantadores de serpientes, aunque toquen con mucha destreza. ¡Quiébrales los colmillos, oh Dios! ¡Destrózales las mandíbulas a estos leones, oh Señor ! Entonces, por fin, todos dirán: «Es verdad que hay recompensa para los que viven para Dios; es cierto que existe un Dios que juzga con justicia aquí en la tierra». Los justos se alegrarán cuando vean la injusticia vengada; se lavarán los pies en la sangre de los perversos. Dios los barrerá a todos, tanto a jóvenes como a ancianos, más rápido de lo que se calienta una olla sobre espinos ardientes. Que sean como caracoles que se disuelven y se hacen baba, como un niño que nace muerto y que nunca verá el sol. Que desaparezcan como agua en tierra sedienta; que sean inútiles las armas en sus manos. ‘

CAPÍTULO 59

‘Rescátame de mis enemigos, oh Dios; protégeme de los que han venido a destruirme. Rescátame de estos criminales; sálvame de estos asesinos. Me han tendido una emboscada. Enemigos feroces están a la espera, Señor , aunque yo no pequé ni los he ofendido. No hice nada malo, sin embargo, se preparan para atacarme. ¡Despierta! ¡Mira lo que sucede y ayúdame! Oh Señor , Dios de los Ejércitos Celestiales, el Dios de Israel, despierta y castiga a esas naciones hostiles; no tengas misericordia de los traidores malvados. Interludio Salen de noche gruñendo como perros feroces mientras merodean por las calles. Escucha la basura que sale de sus bocas; sus palabras cortan como espadas. Dicen con desdén: «Después de todo, ¿quién puede oírnos?». Pero tú Señor , te ríes de ellos; te burlas de las naciones hostiles. Tú eres mi fuerza; espero que me rescates, porque tú, oh Dios, eres mi fortaleza. En su amor inagotable, mi Dios estará a mi lado y me dejará mirar triunfante a todos mis enemigos. No los mates, porque mi pueblo pronto olvida esa clase de lecciones; hazlos tambalear con tu poder y ponlos de rodillas, oh Señor, escudo nuestro. Debido a las cosas pecaminosas que dicen y a la maldad que está en sus labios, haz que queden atrapados por su orgullo, por sus maldiciones y por sus mentiras. En cuanto a mí, yo cantaré de tu poder; cada mañana cantaré con alegría acerca de tu amor inagotable. Pues tú has sido mi refugio, un lugar seguro cuando estoy angustiado. Escarban en busca de comida, pero se van a dormir insatisfechos. Mis enemigos salen de noche gruñendo como perros feroces mientras merodean por las calles. ¡Destrúyelos en tu enojo! ¡Arrásalos por completo! Entonces todo el mundo sabrá que Dios reina en Israel. Interludio Oh Fortaleza mía, a ti canto alabanzas, porque tú, oh Dios, eres mi refugio, el Dios que me demuestra amor inagotable.’

CAPÍTULO 60

‘Nos has rechazado, oh Dios, y quebraste nuestras defensas. Te enojaste con nosotros; ahora, restáuranos al gozo de tu favor. Sacudiste nuestra tierra y la abriste en dos. Sella las grietas, porque la tierra tiembla. Has sido muy estricto con nosotros; nos hiciste beber de un vino que nos dejó tambaleantes. Pero has levantado un estandarte para los que te temen: un punto de reunión en medio del ataque. Interludio Rescata ahora a tu pueblo amado; respóndenos y sálvanos con tu poder. Por su santidad, Dios ha prometido: «Dividiré a Siquem con alegría y mediré el valle de Sucot. Galaad es mío, y también Manasés. Efraín, mi casco, producirá mis guerreros, y Judá, mi cetro, producirá mis reyes. Pero Moab, mi lavamanos, se convertirá en mi siervo, y sobre Edom me limpiaré los pies y gritaré triunfante sobre Filistea». ¿Quién me llevará a la ciudad fortificada? ¿Quién me dará la victoria sobre Edom? ¿Nos has rechazado, oh Dios? ¿Ya no marcharás junto a nuestros ejércitos? Por favor, ayúdanos contra nuestros enemigos, porque toda la ayuda humana es inútil. Con la ayuda de Dios, haremos cosas poderosas, pues él pisoteará a nuestros enemigos.’

CAPÍTULO 61

‘Oh Dios, ¡escucha mi clamor! ¡Oye mi oración! Desde los extremos de la tierra, clamo a ti por ayuda cuando mi corazón está abrumado. Guíame a la imponente roca de seguridad, porque tú eres mi amparo seguro, una fortaleza donde mis enemigos no pueden alcanzarme. Permíteme vivir para siempre en tu santuario, ¡a salvo bajo el refugio de tus alas! Interludio Pues has oído mis votos, oh Dios; me diste una herencia reservada para los que temen tu nombre. ¡Añade muchos años a la vida del rey! ¡Que sus años abunden de generación en generación! Que reine bajo la protección de Dios para siempre, y que tu amor inagotable y tu fidelidad lo cuiden. Entonces cantaré alabanzas a tu nombre para siempre, mientras cumplo mis votos cada día.’

CAPÍTULO 62

‘Espero en silencio delante de Dios, porque de él proviene mi victoria. Solo él es mi roca y mi salvación, mi fortaleza donde jamás seré sacudido. ¡Cuántos enemigos contra un solo hombre! Todos tratan de matarme. Para ellos no soy más que una pared derribada o una valla inestable. Piensan derrocarme de mi alta posición. Se deleitan en decir mentiras sobre mí. Cuando están frente a mí, me elogian, pero en su corazón me maldicen. Interludio Que todo mi ser espere en silencio delante de Dios, porque en él está mi esperanza. Oh pueblo mío, confía en Dios en todo momento; dile lo que hay en tu corazón, porque él es nuestro refugio. Interludio Mi victoria y mi honor provienen solamente de Dios; él es mi refugio, una roca donde ningún enemigo puede alcanzarme. Solo él es mi roca y mi salvación, mi fortaleza donde no seré sacudido. La gente común no vale más que una bocanada de viento, y los poderosos no son lo que parecen ser; si se les pesa juntos en una balanza, ambos son más livianos que un soplo de aire. No te ganes la vida mediante la extorsión ni pongas tu esperanza en el robo. Y si tus riquezas aumentan, no las hagas el centro de tu vida. Dios ha hablado con claridad, y yo lo he oído muchas veces: el poder, oh Dios, te pertenece a ti; el amor inagotable, oh Señor, es tuyo. Ciertamente tú pagas a todos de acuerdo a lo que hayan hecho.’

CAPÍTULO 63

‘Oh Dios, tú eres mi Dios; de todo corazón te busco. Mi alma tiene sed de ti; todo mi cuerpo te anhela en esta tierra reseca y agotada donde no hay agua. Te he visto en tu santuario y he contemplado tu poder y tu gloria. Tu amor inagotable es mejor que la vida misma; ¡cuánto te alabo! Tú me satisfaces más que un suculento banquete; te alabaré con cánticos de alegría. Te alabaré mientras viva; a ti levantaré mis manos en oración. Recostado, me quedo despierto pensando y meditando en ti durante la noche. Como eres mi ayudador, canto de alegría a la sombra de tus alas. Me aferro a ti; tu fuerte mano derecha me mantiene seguro. Pero los que traman destruirme acabarán arruinados; descenderán a las profundidades de la tierra. Morirán a espada y se convertirán en comida de chacales. Pero el rey se alegrará en Dios; todos los que juran decir la verdad lo alabarán, mientras que los mentirosos serán silenciados.’

CAPÍTULO 64

‘Oh Dios, escucha mi queja; protege mi vida de las amenazas de mis enemigos. Escóndeme de las conspiraciones de esta turba malvada, de esta pandilla de malhechores. Afilan su lengua como espada y apuntan como flechas sus palabras amargas. Le tiran a los inocentes desde una emboscada; los atacan de repente y sin temor. Se animan unos a otros a hacer el mal y maquinan cómo tender sus trampas en secreto. «¿Quién se dará cuenta?», preguntan. Dicen mientras traman sus delitos: «¡Hemos orquestado el plan perfecto!». Es cierto, el corazón y la mente del ser humano son astutos. Pero Dios mismo les lanzará sus flechas y los herirá de repente. Su propia lengua los arruinará, y quienes los vean, menearán la cabeza en señal de desprecio. Entonces todos temerán; proclamarán los poderosos actos de Dios, y se darán cuenta de todas las cosas asombrosas que él hace. Los justos se alegrarán en el Señor , y en él encontrarán refugio. Y los que hacen lo correcto lo alabarán.’

CAPÍTULO 65

‘Qué poderosa alabanza, oh Dios, te pertenece en Sion. Cumpliremos los votos que te hemos hecho porque tú respondes a nuestras oraciones. Todos nosotros tenemos que acudir a ti. Aunque nuestros pecados nos abruman, tú los perdonas todos. ¡Cuánta alegría para los que escoges y acercas a ti, aquellos que viven en tus santos atrios! ¡Qué festejos nos esperan dentro de tu santo templo! Fielmente respondes a nuestras oraciones con imponentes obras, oh Dios nuestro salvador. Eres la esperanza de todos los que habitan la tierra, incluso de los que navegan en mares distantes. Con tu poder formaste las montañas y te armaste de una fuerza poderosa. Calmaste los océanos enfurecidos, con sus impetuosas olas, y silenciaste los gritos de las naciones. Los que viven en los extremos de la tierra quedan asombrados ante tus maravillas. Desde donde sale el sol hasta donde se pone, tú inspiras gritos de alegría. Cuidas la tierra y la riegas; la enriqueces y la haces fértil. El río de Dios tiene agua en abundancia; proporciona una exuberante cosecha de grano, porque así ordenaste que fuera. Con lluvias empapas la tierra arada; disuelves los terrones y nivelas los surcos. Ablandas la tierra con aguaceros y bendices sus abundantes cultivos. Coronas el año con una copiosa cosecha; hasta los senderos más pisoteados desbordan de abundancia. Las praderas del desierto se convierten en buenos pastizales, y las laderas de las colinas florecen de alegría. Los prados se visten con rebaños de ovejas, y los valles están alfombrados con grano. ¡Todos gritan y cantan de alegría!’

CAPÍTULO 66

‘¡Griten alabanzas alegres a Dios, habitantes de toda la tierra! ¡Canten de la gloria de su nombre! Cuéntenle al mundo lo glorioso que es él. Díganle a Dios: «¡Qué imponentes son tus obras! Tus enemigos se arrastran ante tu gran poder. Todo lo que hay en la tierra te adorará; cantará tus alabanzas aclamando tu nombre con cánticos gloriosos». Interludio Vengan y vean lo que nuestro Dios ha hecho, ¡los imponentes milagros que realiza a favor de la gente! Abrió un camino seco a través del mar Rojo, y su pueblo cruzó a pie. Allí nos alegramos en él. Pues con su gran poder gobierna para siempre. Observa cada movimiento de las naciones; que ningún rebelde se levante desafiante. Interludio Que el mundo entero bendiga a nuestro Dios y cante sus alabanzas a viva voz. Nuestra vida está en sus manos, y él cuida que nuestros pies no tropiecen. Nos pusiste a prueba, oh Dios; nos purificaste como se purifica la plata. Nos atrapaste en tu red y pusiste sobre nuestra espalda la carga de la esclavitud. Luego colocaste un líder sobre nosotros. Pasamos por el fuego y por la inundación, pero nos llevaste a un lugar de mucha abundancia. Ahora vengo a tu templo con ofrendas quemadas para cumplir los votos que te hice, sí, los votos sagrados que hice cuando me encontraba en graves dificultades. Por eso sacrifico ofrendas quemadas a ti, lo mejor de mis carneros como aroma agradable, y un sacrificio de toros y chivos. Interludio Vengan y escuchen, todos ustedes que temen a Dios, y les contaré lo que hizo por mí. Pues clamé a él por ayuda, lo alabé mientras hablaba. Si no hubiera confesado el pecado de mi corazón, mi Señor no me habría escuchado. ¡Pero Dios escuchó! Él prestó oídos a mi oración. Alaben a Dios, quien no pasó por alto mi oración ni me quitó su amor inagotable.’

CAPÍTULO 67

‘Que Dios tenga misericordia y nos bendiga; que su rostro nos sonría con favor. Interludio Que se conozcan tus caminos en toda la tierra y tu poder salvador entre los pueblos por todas partes. Que las naciones te alaben, oh Dios; sí, que todas las naciones te alaben. Que el mundo entero cante de alegría, porque tú gobiernas a las naciones con justicia y guías a los pueblos del mundo. Interludio Que las naciones te alaben, oh Dios; sí, que todas las naciones te alaben. Entonces la tierra dará sus cosechas, y Dios, nuestro Dios, nos bendecirá en abundancia. Así es, Dios nos bendecirá, y gente de todo el mundo le temerá.’

CAPÍTULO 68

‘Levántate, oh Dios, y dispersa a tus enemigos; que todos los que odian a Dios corran por sus vidas. Sóplalos y disípalos como si fueran humo; derrítelos como la cera en el fuego. Que los malvados perezcan en la presencia de Dios. Pero que los justos se alegren. Que se gocen en la presencia de Dios; que estén llenos de alegría. ¡Canten alabanzas a Dios y a su nombre! Canten alabanzas en alta voz al que cabalga sobre las nubes. Su nombre es el Señor ; ¡alégrense en su presencia! Padre de los huérfanos, defensor de las viudas, este es Dios y su morada es santa. Dios ubica a los solitarios en familias; pone en libertad a los prisioneros y los llena de alegría. Pero a los rebeldes los hace vivir en una tierra abrasada por el sol. Oh Dios, cuando sacaste a tu pueblo de Egipto, cuando marchaste a través de las áridas tierras baldías, Interludio la tierra tembló y los cielos derramaron lluvia a raudales delante de ti, el Dios del Sinaí, delante de Dios, el Dios de Israel. Enviaste lluvia en abundancia, oh Dios, para refrescar la tierra agotada. Finalmente allí se estableció tu pueblo y, con una abundante cosecha, oh Dios, proveíste para tu pueblo necesitado. El Señor da la palabra, y un gran ejército trae las buenas noticias. Los reyes enemigos y sus ejércitos huyen mientras las mujeres de Israel reparten el botín. Hasta los que vivían entre los rediles encontraron tesoros, palomas con alas de plata y plumas de oro. El Todopoderoso esparció a los reyes enemigos como una tormenta de nieve que sopla en el monte Salmón. Las montañas de Basán son majestuosas, con muchas cumbres altas que llegan al cielo. Oh montañas empinadas, ¿por qué miran con envidia al monte Sion, donde Dios decidió vivir, donde el Señor vivirá para siempre? Rodeado de incontables millares de carros de guerra, el Señor llegó del monte Sinaí y entró en su santuario. Cuando ascendiste a las alturas, llevaste a una multitud de cautivos; recibiste regalos de la gente, incluso de quienes se rebelaron contra ti. Ahora el Señor Dios vivirá allí, en medio de nosotros. ¡Alaben al Señor; alaben a Dios nuestro salvador! Pues cada día nos lleva en sus brazos. Interludio ¡Nuestro Dios es un Dios que salva! El Señor Soberano nos rescata de la muerte. Pero Dios aplastará las cabezas de sus enemigos; aplastará los cráneos de los que aman sus caminos perversos. El Señor dice: «Haré descender a mis enemigos desde Basán; los levantaré desde las profundidades del mar. Ustedes, pueblo mío, se lavarán los pies en la sangre de ellos, ¡y hasta los perros tendrán su porción!». Ya asoma tu procesión, oh Dios, la procesión de mi Dios y Rey mientras él entra en el santuario. Los cantores van adelante, los músicos van detrás; en medio hay jovencitas que tocan panderetas. Alaben a Dios, todos los del pueblo de Israel; alaben al Señor , la fuente de vida de Israel. Miren, la pequeña tribu de Benjamín va al frente; le sigue una gran multitud de gobernantes de Judá y todos los gobernantes de Zabulón y Neftalí. Oh Dios, haz que tu poder se presente; despliega tu poder, oh Dios, como lo has hecho en el pasado. Los reyes de la tierra traen tributo a tu templo en Jerusalén. Reprende a estas naciones enemigas, a estos animales salvajes que acechan entre los juncos, a esta manada de toros en medio de los becerros más débiles. Hazlos traer barras de plata como humilde tributo. Dispersa a las naciones que se deleitan en la guerra. Que Egipto venga con regalos de metales preciosos; que Etiopía le lleve tributo a Dios. Canten a Dios, reinos de la tierra; canten alabanzas al Señor. Interludio Canten al que cabalga por los cielos antiguos; su poderosa voz truena desde los cielos. Cuéntenles a todos acerca del poder de Dios. Su majestad brilla sobre Israel; su fuerza es poderosa en los cielos. Dios es imponente en su santuario; el Dios de Israel le da poder y fuerza a su pueblo. ¡Alabado sea Dios!’

CAPÍTULO 69

‘Sálvame oh Dios, porque las aguas de la inundación me llegan al cuello. Me hundo cada vez más en el fango; no encuentro dónde apoyar mis pies. Estoy en aguas profundas, y el torrente me cubre. Estoy agotado de tanto gritar por ayuda; tengo la garganta reseca. Mis ojos están hinchados de tanto llorar, a la espera de la ayuda de mi Dios. Los que me odian sin motivo suman más que los cabellos de mi cabeza. Muchos enemigos tratan de destruirme con mentiras; me exigen que devuelva lo que no robé. Oh Dios, tú sabes lo necio que soy; de ti no puedo ocultar mis pecados. No dejes que los que confían en ti sean avergonzados por mi culpa, oh Señor Soberano de los Ejércitos Celestiales. No permitas que sean humillados por mi causa, oh Dios de Israel. Pues yo soporto insultos por amor a ti; tengo la humillación dibujada en todo mi rostro. Hasta mis propios hermanos fingen no conocerme; me tratan como a un extraño. El celo por tu casa me ha consumido, y los insultos de aquellos que te insultan han caído sobre mí. Cuando lloro y ayuno, se burlan de mí. Cuando me visto de tela áspera en señal de dolor, se ríen de mí. Soy el blanco de los chismes de la ciudad, y todos los borrachos cantan de mí. Pero sigo orando a ti, Señor , con la esperanza de que esta vez me muestres tu favor. En tu amor inagotable, oh Dios, responde a mi oración con tu salvación segura. Rescátame del lodo; ¡no dejes que me hunda aún más! Sálvame de aquellos que me odian y sácame de estas aguas profundas. No permitas que el torrente me cubra, ni que las aguas profundas me traguen, ni que el foso de la muerte me devore. Contesta a mis oraciones, oh Señor , pues tu amor inagotable es maravilloso; cuida de mí, pues tu misericordia es muy abundante. No te escondas de tu siervo; contéstame rápido, ¡porque estoy en graves dificultades! Ven y rescátame; líbrame de mis enemigos. Tú conoces mi vergüenza, mi desprecio y mi deshonra; ves todo lo que hacen mis enemigos. Sus insultos me han destrozado el corazón, y estoy desesperado. Si al menos una persona me tuviera compasión; si tan solo alguien volviera y me consolara. En cambio, de comida, me dan veneno y me ofrecen vino agrio para la sed. Que la abundante mesa servida ante ellos se convierta en una trampa, y que su prosperidad se vuelva un engaño. Que sus ojos queden ciegos para que no puedan ver, y haz que sus cuerpos tiemblen continuamente. Derrama tu furia sobre ellos; consúmelos en el ardor de tu enojo. Que sus casas queden desoladas y sus carpas, desiertas. A quien tú has castigado, agregan insultos; añaden dolor a quienes tú has herido. Amontona sus pecados en una enorme pila, y no los dejes en libertad. Borra sus nombres del libro de la vida; no dejes que sean incluidos entre los justos. Estoy afligido y dolorido; rescátame, oh Dios, con tu poder salvador. Entonces alabaré el nombre de Dios con cánticos, y lo honraré con acción de gracias. Pues al Señor esto le agradará más que el sacrificio de ganado o que presentar un toro con cuernos y pezuñas. Los humildes verán a su Dios en acción y se pondrán contentos; que todos los que buscan la ayuda de Dios reciban ánimo. Pues el Señor oye el clamor de los necesitados; no desprecia a su pueblo encarcelado. Alábenlo el cielo y la tierra, los mares y todo lo que en ellos se mueve. Pues Dios salvará a Jerusalén y reconstruirá las ciudades de Judá. Su pueblo vivirá allí y se establecerá en su propia tierra. Los descendientes de quienes lo obedecen heredarán la tierra, y los que lo aman vivirán allí seguros.’

CAPÍTULO 70

​​‘Por favor, Dios, ¡rescátame! Ven pronto, Señor , y ayúdame. Que los que tratan de matarme sean humillados y pasen vergüenza. Que los que se deleitan en mis dificultades retrocedan con deshonra. Que su vergüenza los horrorice, porque dijeron: «¡Ajá! ¡Ahora sí lo atrapamos!». Pero que todos aquellos que te buscan estén llenos de alegría y de felicidad en ti. Que los que aman tu salvación griten una y otra vez: «¡Grande es Dios!». En cuanto a mí, pobre y necesitado, por favor, Dios, ven pronto a socorrerme. Tú eres mi ayudador y mi salvador; oh Señor , no te demores.’

CAPÍTULO 71

‘Oh Señor , a ti acudo en busca de protección; no permitas que me avergüencen. Sálvame y rescátame, porque tú haces lo que es correcto. Inclina tu oído para escucharme y ponme en libertad. Sé tú mi roca de seguridad, donde siempre pueda esconderme. Da la orden de salvarme, porque tú eres mi roca y mi fortaleza. Dios mío, rescátame del poder de los perversos, de las garras de los crueles opresores. Oh Señor, solo tú eres mi esperanza; en ti he confiado, oh Señor , desde mi niñez. Así es, estás conmigo desde mi nacimiento; me has cuidado desde el vientre de mi madre. ¡Con razón siempre te alabo! Mi vida es un ejemplo para muchos, porque tú has sido mi fuerza y protección. Por eso nunca puedo dejar de alabarte; todo el día declaro tu gloria. Y ahora, en mi vejez, no me hagas a un lado; no me abandones cuando me faltan las fuerzas. Pues mis enemigos murmuran contra mí y juntos confabulan matarme. Dicen: «Dios lo ha abandonado. Vayamos y agarrémoslo, porque ahora nadie lo ayudará». Oh Dios, no te quedes lejos; Dios mío, por favor, apresúrate a ayudarme. Trae deshonra y destrucción a los que me acusan; humilla y avergüenza a los que quieren hacerme daño. Seguiré con la esperanza de tu ayuda; te alabaré más y más. A todos les hablaré de tu justicia; todo el día proclamaré tu poder salvador, aunque no tengo facilidad de palabras. Alabaré tus obras poderosas, oh Señor Soberano, y les contaré a todos que solo tú eres justo. Oh Dios, tú me has enseñado desde mi tierna infancia, y yo siempre les cuento a los demás acerca de tus hechos maravillosos. Ahora que estoy viejo y canoso, no me abandones, oh Dios. Permíteme proclamar tu poder a esta nueva generación, tus milagros poderosos a todos los que vienen después de mí. Tu justicia, oh Dios, alcanza los cielos más altos; ¡has hecho cosas tan maravillosas! ¿Quién se compara contigo, oh Dios? Has permitido que sufra muchas privaciones, pero volverás a darme vida y me levantarás de las profundidades de la tierra. Me restaurarás incluso a mayor honor y me consolarás una vez más. Entonces te alabaré con música de arpa, porque eres fiel a tus promesas, oh mi Dios. Te cantaré alabanzas con la lira, oh Santo de Israel. Gritaré de alegría y cantaré tus alabanzas, porque me redimiste. Todo el día hablaré de tus justas acciones, porque todos los que trataron de hacerme daño fueron humillados y avergonzados.’

CAPÍTULO 72

‘Oh Dios, concede al rey tu amor por la justicia, y da rectitud al hijo del rey. Ayúdale a juzgar correctamente a tu pueblo; que los pobres siempre reciban un trato imparcial. Que las montañas den prosperidad a todos y que las colinas sean fructíferas. Ayúdalo a defender al pobre, a rescatar a los hijos de los necesitados y a aplastar a sus opresores. Que te teman mientras el sol brille y mientras la luna permanezca en el cielo; ¡sí, para siempre! Que el gobierno del rey tenga la frescura de las lluvias de primavera sobre la hierba recién cortada, de los aguaceros que riegan la tierra. Que florezcan todos los justos durante su reinado; que haya prosperidad abundante hasta que la luna deje de existir. Que reine de mar a mar, y desde el río Éufrates hasta los extremos de la tierra. Los nómadas del desierto se inclinarán ante él; sus enemigos caerán a sus pies sobre el polvo. Los reyes occidentales, de Tarsis y de otras tierras distantes, le llevarán tributo. Los reyes orientales, de Saba y de Seba, le llevarán regalos. Todos los reyes se inclinarán ante él, y todas las naciones le servirán. Rescatará a los pobres cuando a él clamen; ayudará a los oprimidos, que no tienen quién los defienda. Él siente compasión por los débiles y los necesitados, y los rescatará. Los redimirá de la opresión y la violencia, porque sus vidas le son preciosas. ¡Viva el rey! Que se le entregue el oro de Saba. Que la gente siempre ore por él y lo bendiga todo el día. Que haya grano en abundancia por toda la tierra; que brote aun en la cima de las colinas. Que los árboles frutales florezcan como los del Líbano y los habitantes crezcan como la hierba en el campo. Que el nombre del rey permanezca para siempre; que se perpetúe mientras el sol brille. Que todas las naciones sean bendecidas por medio de él, y lo elogien. Alaben al Señor Dios, el Dios de Israel, el único que hace semejantes maravillas. ¡Alaben su glorioso nombre por siempre! Que toda la tierra se llene de su gloria. ¡Amén y amén! (Aquí terminan las oraciones de David, hijo de Isaí).’

CAPÍTULO 73

​​‘En verdad Dios es bueno con Israel, con los de corazón puro. Pero en cuanto a mí, casi perdí el equilibrio; mis pies resbalaron y estuve a punto de caer, porque envidiaba a los orgullosos cuando los veía prosperar a pesar de su maldad. Pareciera que viven sin problemas; tienen el cuerpo tan sano y fuerte. No tienen dificultades como otras personas; no están llenos de problemas como los demás. Lucen su orgullo como un collar de piedras preciosas y se visten de crueldad. ¡Estos gordos ricachones tienen todo lo que su corazón desea! Se burlan y hablan solo maldades; en su orgullo procuran aplastar a otros. Se jactan contra los cielos mismos, y sus palabras se pasean presuntuosas por toda la tierra. Entonces la gente se desanima y se confunde al tragarse todas esas palabras. «¿Y qué sabe Dios? —preguntan—. ¿Acaso el Altísimo sabe lo que está pasando?». Miren a esos perversos: disfrutan de una vida fácil mientras sus riquezas se multiplican. ¿Conservé puro mi corazón en vano? ¿Me mantuve en inocencia sin ninguna razón? En todo el día no consigo más que problemas; cada mañana me trae dolor. Si yo realmente hubiera hablado a otros de esta manera, habría sido un traidor a tu pueblo. Traté de entender por qué los malvados prosperan, ¡pero qué tarea tan difícil! Entonces entré en tu santuario, oh Dios, y por fin entendí el destino de los perversos. En verdad, los pones en un camino resbaladizo y haces que se deslicen por el precipicio hacia su ruina. Al instante, quedan destruidos, totalmente consumidos por los terrores. Cuando te levantes, oh Señor, te reirás de sus tontas ideas como uno se ríe por la mañana de lo que soñó en la noche. Entonces me di cuenta de que mi corazón se llenó de amargura, y yo estaba destrozado por dentro. Fui tan necio e ignorante; debo haberte parecido un animal sin entendimiento. Sin embargo, todavía te pertenezco; me tomas de la mano derecha. Me guías con tu consejo y me conduces a un destino glorioso. ¿A quién tengo en el cielo sino a ti? Te deseo más que cualquier cosa en la tierra. Puede fallarme la salud y debilitarse mi espíritu, pero Dios sigue siendo la fuerza de mi corazón; él es mío para siempre. Los que lo abandonen, perecerán, porque tú destruyes a los que se alejan de ti. En cuanto a mí, ¡qué bueno es estar cerca de Dios! Hice al Señor Soberano mi refugio, y a todos les contaré las maravillas que haces.’

CAPÍTULO 74

​​‘Oh Dios, ¿por qué nos has rechazado tanto tiempo? ¿Por qué es tan intensa tu ira contra las ovejas de tu propia manada? Recuerda que somos el pueblo que elegiste hace tanto tiempo, ¡la tribu a la cual redimiste como tu posesión más preciada! Y acuérdate de Jerusalén, tu hogar aquí en la tierra. Camina por las espantosas ruinas de la ciudad; mira cómo el enemigo ha destruido tu santuario. Allí tus enemigos dieron gritos victoriosos de guerra; allí levantaron sus estandartes de batalla. Blandieron sus hachas como leñadores en el bosque. Con hachas y picos, destrozaron los paneles tallados. Redujeron tu santuario a cenizas; profanaron el lugar que lleva tu nombre. Luego pensaron: «¡Destruyamos todo!». Entonces quemaron por completo todos los lugares de adoración a Dios. Ya no vemos tus señales milagrosas; ya no hay más profetas, y nadie puede decirnos cuándo acabará todo esto. ¿Hasta cuándo, oh Dios, dejarás que tus enemigos te insulten? ¿Permitirás que deshonren tu nombre para siempre? ¿Por qué contienes tu fuerte brazo derecho? Descarga tu poderoso puño y destrúyelos. Tú, oh Dios, eres mi rey desde hace siglos; traes salvación a la tierra. Dividiste el mar con tu fuerza y les rompiste la cabeza a los monstruos marinos. Aplastaste las cabezas del Leviatán y dejaste que se lo comieran los animales del desierto. Hiciste que brotaran los manantiales y los arroyos, y secaste ríos que jamás se secan. Tanto el día como la noche te pertenecen; tú creaste el sol y la luz de las estrellas. Estableciste los límites de la tierra e hiciste el verano, así como el invierno. Mira cómo te insultan estos enemigos, Señor ; una nación insensata ha deshonrado tu nombre. No permitas que estas bestias salvajes destruyan a tus tórtolas; no te olvides para siempre de tu pueblo dolido. Recuerda las promesas de tu pacto, ¡porque la tierra está llena de oscuridad y violencia! No permitas que humillen otra vez a los oprimidos; en cambio, deja que el pobre y el necesitado alaben tu nombre. Levántate, oh Dios, y defiende tu causa; recuerda cómo te insultan estos necios todo el día. No pases por alto lo que han dicho tus enemigos ni su creciente alboroto.’

CAPÍTULO 75

‘¡Te damos gracias, oh Dios! Te damos gracias porque estás cerca; por todas partes, la gente habla de tus hechos maravillosos. Dios dice: «En el momento que tengo pensado, haré justicia contra los perversos. Cuando la tierra tiembla y sus habitantes viven en caos, yo soy quien mantiene firme sus cimientos. Interludio »Al orgulloso le advertí: “¡Deja de jactarte!”. Al perverso le dije: “¡No levantes tus puños! No levantes tus puños desafiantes contra los cielos ni hables con semejante arrogancia”». Pues nadie en la tierra —del oriente ni del occidente, ni siquiera del desierto— debería alzar un puño desafiante. Dios es el único que juzga; él decide quién se levantará y quién caerá. Pues el Señor sostiene una copa en la mano, llena de vino espumoso mezclado con especias. Él derrama el vino en señal de juicio, y todos los malvados lo beberán hasta la última gota. En cuanto a mí, siempre proclamaré lo que Dios ha hecho; cantaré alabanzas al Dios de Jacob. Pues Dios dice: «Quebraré la fuerza de los malvados, pero aumentaré el poder de los justos».’

CAPÍTULO 76

‘Dios recibe honra en Judá; su nombre es grande en Israel. Jerusalén es el lugar donde habita; el monte Sion es su hogar. Allí quebró las flechas encendidas del enemigo, los escudos, las espadas y las armas de guerra. Interludio Tú eres glorioso y superas en majestad a las montañas eternas. Nuestros enemigos más audaces fueron saqueados y yacen ante nosotros en el sueño de la muerte. No hay guerrero que pueda levantarse contra nosotros. A la ráfaga de tu aliento, oh Dios de Jacob, sus caballos y carros de guerra quedan inmóviles. ¡Con razón eres tan temido! ¿Quién puede quedar en pie ante ti cuando estalla tu ira? Te levantas para juzgar a los que hacen lo malo, oh Dios, y para rescatar a los oprimidos de la tierra. Interludio Desde el cielo sentenciaste a tus enemigos; la tierra tembló y permaneció en silencio delante de ti. La rebeldía del ser humano solo resalta tu gloria, porque tú la usas como un arma. Haz votos al Señor tu Dios y cúmplelos; que todos le lleven tributo al Temible. Él quiebra el orgullo de los príncipes, y los reyes de la tierra le temen.’

CAPÍTULO 77

‘Clamo a Dios: sí, a gritos. ¡Oh, si Dios me escuchara! Cuando estaba en graves dificultades, busqué al Señor. Toda la noche oré con las manos levantadas hacia el cielo, pero mi alma no encontró consuelo. Pienso en Dios y gimo, abrumado de tanto anhelar su ayuda. Interludio No me dejas dormir; ¡estoy tan afligido que ni siquiera puedo orar! Pienso en los viejos tiempos, que acabaron hace tanto, cuando mis noches estaban llenas de alegres canciones. Ahora busco en mi alma y considero la diferencia. ¿Me habrá rechazado para siempre el Señor? ¿Nunca más volverá a ser bondadoso conmigo? ¿Se ha ido para siempre su amor inagotable? ¿Han dejado de cumplirse sus promesas para siempre? ¿Se ha olvidado Dios de ser bondadoso? ¿Habrá cerrado de un portazo la entrada a su compasión? Interludio Y yo digo: «Este es mi destino; el Altísimo volvió su mano contra mí». Pero después me acuerdo de todo lo que has hecho, oh Señor ; recuerdo tus obras maravillosas de tiempos pasados. Siempre están en mis pensamientos; no puedo dejar de pensar en tus obras poderosas. Oh Dios, tus caminos son santos. ¿Existe algún dios tan poderoso como tú? ¡Eres el Dios de grandes maravillas! Demuestras tu asombroso poder entre las naciones. Con tu fuerte brazo, redimiste a tu pueblo, los descendientes de Jacob y de José. Interludio Cuando el mar Rojo te vio, oh Dios, sus aguas miraron y temblaron; el mar se estremeció hasta las profundidades. Las nubes derramaron lluvia; el trueno retumbó en el cielo; tus flechas destellaron como rayos. Tu trueno rugió desde el torbellino; ¡los relámpagos iluminaron el mundo! La tierra tembló y se estremeció. Te abriste camino a través del mar y tu sendero atravesó las poderosas aguas, ¡una senda que nadie sabía que estaba allí! Guiaste a tu pueblo por ese camino como a un rebaño de ovejas, con Moisés y Aarón de pastores.’

CAPÍTULO 78

‘Oh pueblo mío, escucha mis enseñanzas; abre tus oídos a lo que digo, porque te hablaré por medio de una parábola. Te enseñaré lecciones escondidas de nuestro pasado, historias que hemos oído y conocido, que nos transmitieron nuestros antepasados. No les ocultaremos estas verdades a nuestros hijos; a la próxima generación le contaremos de las gloriosas obras del Señor , de su poder y de sus imponentes maravillas. Pues emitió sus leyes a Jacob; entregó sus enseñanzas a Israel. Les ordenó a nuestros antepasados que se las enseñaran a sus hijos, para que la siguiente generación las conociera —incluso los niños que aún no habían nacido—, y ellos, a su vez, las enseñarán a sus propios hijos. De modo que cada generación volviera a poner su esperanza en Dios y no olvidara sus gloriosos milagros, sino que obedeciera sus mandamientos. Entonces no serán obstinados, rebeldes e infieles como sus antepasados, quienes se negaron a entregar su corazón a Dios. Los guerreros de Efraín, aunque estaban armados con arcos, dieron la espalda y huyeron el día de la batalla. No cumplieron el pacto de Dios y se negaron a vivir según sus enseñanzas. Se olvidaron de lo que él había hecho, de las grandes maravillas que les había mostrado, de los milagros que hizo para sus antepasados en la llanura de Zoán, en la tierra de Egipto. Partió en dos el mar y los guio a cruzarlo ¡mientras sostenía las aguas como si fueran una pared! Durante el día los guiaba con una nube, y toda la noche, con una columna de fuego. Partió las rocas en el desierto para darles agua como de un manantial burbujeante. Hizo que de la roca brotaran corrientes de agua, ¡y que el agua fluyera como un río! Sin embargo, ellos siguieron pecando contra él, al rebelarse contra el Altísimo en el desierto. Tercamente pusieron a prueba a Dios en sus corazones, al exigirle la comida que tanto ansiaban. Hasta hablaron en contra de Dios al decir: «Dios no puede darnos comida en el desierto. Por cierto, puede golpear una roca para que brote agua, pero no puede darle pan y carne a su pueblo». Cuando el Señor los oyó, se puso furioso; el fuego de su ira se encendió contra Jacob. Sí, su enojo aumentó contra Israel, porque no le creyeron a Dios ni confiaron en su cuidado. Pero él ordenó que se abrieran los cielos; abrió las puertas del cielo. Hizo que lloviera maná para que comieran; les dio pan del cielo. ¡Se alimentaron con comida de ángeles! Dios les dio todo lo que podían consumir. Soltó el viento del oriente en los cielos y guio al viento del sur con su gran poder. ¡Hizo llover tanta carne como si fuera polvo y cantidad de aves como la arena a la orilla del mar! Hizo caer las aves dentro del campamento y alrededor de sus carpas. El pueblo comió hasta saciarse; él les dio lo que se les antojaba. Pero antes de que saciaran su antojo, mientras aún tenían la comida en la boca, la ira de Dios aumentó contra ellos, e hirió de muerte a sus hombres más fuertes; derribó a los mejores jóvenes de Israel. Sin embargo, el pueblo siguió pecando; a pesar de sus maravillas, se negaron a confiar en él. Cuando Dios comenzó a matarlos, finalmente lo buscaron. Se arrepintieron y tomaron en serio a Dios. Entonces, hizo que la vida de ellos terminara en fracaso, y sus años, en horror. Lo cuidó con sinceridad de corazón y lo dirigió con manos diestras. Tomó a David de donde cuidaba a las ovejas y a los corderos y lo convirtió en pastor de los descendientes de Jacob: de Israel, el pueblo de Dios. Escogió a su siervo David y lo llamó del redil. Allí construyó su santuario tan alto como los cielos, tan sólido y perdurable como la tierra. Pero rechazó a los descendientes de José; no escogió a la tribu de Efraín. En cambio, eligió a la tribu de Judá, y al monte Sion, al cual amaba. Derrotó a sus enemigos en forma aplastante y los mandó a la vergüenza eterna. Entonces el Señor se levantó como si despertara de un sueño, como un guerrero que vuelve en sí de una borrachera. Masacraron a los sacerdotes, y sus viudas no pudieron llorar su muerte. A los jóvenes los mataron con fuego; las muchachas murieron antes de entonar sus canciones de boda. Entregó a su pueblo para que los masacraran a espada, porque estaba muy enojado con su propio pueblo, su posesión más preciada. Permitió que el arca de su poder fuera capturada; cedió su gloria a manos enemigas. Entonces abandonó su morada en Silo, el tabernáculo donde había vivido en medio de su pueblo. Cuando Dios los oyó, se enojó mucho, y rechazó a Israel por completo. Hicieron enojar a Dios al construir santuarios a otros dioses; con sus ídolos lo pusieron celoso. Le dieron la espalda y fueron tan infieles como sus padres; eran tan poco fiables como un arco torcido. Pero ellos siguieron tentando al Dios Altísimo y rebelándose contra él; no obedecieron sus leyes. A su paso expulsó a las naciones de esa tierra, la cual repartió por sorteo a su pueblo como herencia y estableció a las tribus de Israel en sus hogares. Los llevó a la frontera de la tierra santa, a la tierra de colinas que había conquistado para ellos. Los protegió para que no tuvieran temor; en cambio, sus enemigos quedaron cubiertos por el mar. Pero guio a su propio pueblo como a un rebaño de ovejas; los condujo a salvo a través del desierto. Mató al hijo mayor de cada familia egipcia, la flor de la juventud en toda la tierra de Egipto. Se enfureció contra ellos; no perdonó la vida de los egipcios, sino que los devastó con plagas. Desató sobre ellos su ira feroz, toda su furia, su enojo y hostilidad. Envió contra ellos a un grupo de ángeles destructores. Dejó su ganado a merced del granizo, sus animales, abandonados a los rayos. Destruyó sus vides con granizo y destrozó sus higueras con aguanieve. Les dio sus cultivos a las orugas; las langostas consumieron sus cosechas. Envió grandes enjambres de moscas para que los consumieran y miles de ranas para que los arruinaran. Pues él convirtió los ríos en sangre, para que nadie pudiera beber de los arroyos. No recordaron las señales milagrosas que hizo en Egipto ni sus maravillas en la llanura de Zoán. No se acordaron de su poder ni de cómo los rescató de sus enemigos. Una y otra vez pusieron a prueba la paciencia de Dios y provocaron al Santo de Israel. Oh, cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto y entristecieron su corazón en esa tierra seca y baldía. Se acordó de que eran simples mortales que desaparecen como una ráfaga de viento que nunca vuelve. Sin embargo, él tuvo misericordia y perdonó sus pecados, y no los destruyó a todos. Muchas veces contuvo su enojo y no desató su furia. Con el corazón no eran leales a él; no cumplieron su pacto. Entonces recordaron que Dios era su roca, que el Dios Altísimo era su redentor. Pero todo fue de dientes para afuera; le mintieron con la lengua. ‘

CAPÍTULO 79

‘Oh Dios, naciones paganas conquistaron tu tierra, tu posesión más preciada. Profanaron tu santo templo y convirtieron a Jerusalén en un montón de ruinas. Dejaron los cadáveres de tus siervos como alimento para las aves del cielo. La carne de tus justos se ha convertido en comida para los animales salvajes. La sangre fluyó como agua por toda Jerusalén; no queda nadie para enterrar a los muertos. Nuestros vecinos se mofan de nosotros; somos objeto de desprecio y desdén de quienes nos rodean. Oh Señor , ¿hasta cuándo seguirás enojado con nosotros? ¿Será para siempre? ¿Hasta cuándo arderá tu celo como el fuego? Derrama tu ira sobre las naciones que se niegan a reconocerte, sobre los reinos que no invocan tu nombre. Pues devoraron a tu pueblo, Israel, y convirtieron la tierra en un desierto desolado. ¡No nos hagas responsables por los pecados de nuestros antepasados! Que tu compasión satisfaga pronto nuestras necesidades, porque estamos al borde de la desesperación. ¡Ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación! Ayúdanos por la gloria de tu nombre; sálvanos y perdona nuestros pecados por la honra de tu nombre. ¿Por qué se les permite a las naciones paganas burlarse y preguntar: «Dónde está su Dios»? Muéstranos tu venganza contra las naciones, porque han derramado la sangre de tus siervos. Escucha el lamento de los prisioneros. Demuestra tu gran poder al salvar a los condenados a muerte. Oh Señor, multiplica siete veces tu venganza contra nuestros vecinos por la burla que han lanzado contra ti. Entonces nosotros, tu pueblo, las ovejas de tu prado, te agradeceremos por siempre y para siempre, y alabaremos tu grandeza de generación en generación.’

CAPÍTULO 80

‘Te pido que escuches, oh Pastor de Israel, tú, que guías como a un rebaño a los descendientes de José. Oh Dios, entronizado por encima de los querubines, despliega tu radiante gloria ante Efraín, Benjamín y Manasés. Muéstranos tu gran poder. ¡Ven a rescatarnos! Haznos volver a ti, oh Señor Dios de los Ejércitos Celestiales; haz que tu rostro brille sobre nosotros. Solo entonces seremos salvos. Entonces jamás volveremos a abandonarte. Revívenos para que podamos invocar tu nombre una vez más. Fortalece al hombre que amas, al hijo que elegiste. Somos cortados y quemados por nuestros enemigos; que perezcan al ver tu ceño fruncido. que tú mismo plantaste, este hijo que criaste para ti. Te suplicamos que regreses, oh Dios de los Ejércitos Celestiales. Observa desde los cielos y mira nuestro aprieto. Cuida de esta vid Los jabalíes del bosque los devoran, y los animales salvajes se alimentan de ellos. Pero ahora, ¿por qué has derribado nuestras murallas de modo que todos los que pasan pueden robarse nuestros frutos? Extendimos las ramas al occidente, hacia el mar Mediterráneo; nuestros retoños se extendieron al oriente, hacia el río Éufrates. Nuestra sombra cubrió las montañas; nuestras ramas cubrieron los poderosos cedros. Nos sacaste de Egipto como a una vid; expulsaste a las naciones paganas y nos trasplantaste a tu tierra. Haznos volver a ti, oh Dios de los Ejércitos Celestiales; haz que tu rostro brille sobre nosotros. Solo entonces seremos salvos. Nos convertiste en el desprecio de las naciones vecinas. Nuestros enemigos nos tratan como si fuéramos una broma. Nos diste tristeza por comida, y nos hiciste beber lágrimas en abundancia. Limpiaste el terreno para nosotros, y echamos raíces y llenamos la tierra. Oh Señor , Dios de los Ejércitos Celestiales, ¿hasta cuándo seguirás enojado con nuestras oraciones? Oh Dios, haznos volver a ti; haz que tu rostro brille sobre nosotros. Solo entonces seremos salvos. ‘

CAPÍTULO 81

‘Entonen alabanzas a Dios, nuestra fuerza; canten al Dios de Jacob. ¡Canten! Toquen la pandereta. Hagan sonar la dulce lira y el arpa. ¡Toquen el cuerno de carnero en la luna nueva y otra vez en la luna llena, para convocar a un festival! Pues los decretos de Israel así lo exigen; es una ordenanza del Dios de Jacob. Él lo hizo ley para Israel cuando atacó a Egipto para ponernos en libertad. Oí una voz desconocida que decía: «Ahora quitaré la carga de tus hombros; liberaré tus manos de las tareas pesadas. Clamaste a mí cuando estabas en apuros, y yo te salvé; respondí desde el nubarrón y puse a prueba tu fe cuando no había agua en Meriba. Interludio »Escúchame, pueblo mío, en tanto te doy severas advertencias. ¡Oh Israel, si tan solo me escucharas! Jamás debes tener un dios extranjero; nunca debes inclinarte frente a un dios falso. Pues fui yo, el Señor tu Dios, quien te rescató de la tierra de Egipto. Abre bien tu boca, y la llenaré de cosas buenas. »Pero no, mi pueblo no quiso escuchar; Israel no quiso que estuviera cerca. Así que dejé que siguiera sus tercos deseos y que viviera según sus propias ideas. ¡Oh, si mi pueblo me escuchara! ¡Oh, si Israel me siguiera y caminara por mis senderos! ¡Qué rápido sometería a sus adversarios! ¡Qué pronto pondría mis manos sobre sus enemigos! Los que odian al Señor se arrastrarían delante de él; quedarían condenados para siempre. Pero a ustedes los alimentaría con el mejor trigo; los saciaría con miel silvestre de la roca».’

CAPÍTULO 82

‘Dios preside la corte de los cielos; pronuncia juicio en medio de los seres celestiales: «¿Hasta cuándo dictarán decisiones injustas que favorecen a los malvados? Interludio »Hagan justicia al pobre y al huérfano; defiendan los derechos de los oprimidos y de los desposeídos. Levántate, oh Dios, y juzga a la tierra, porque todas las naciones te pertenecen. Pero morirán como simples mortales y caerán como cualquier otro gobernante”». Yo digo: “Ustedes son dioses; son todos hijos del Altísimo. Pero esos opresores no saben nada; ¡son tan ignorantes! Andan errantes en la oscuridad mientras el mundo entero se estremece hasta los cimientos. Rescaten al pobre y al indefenso; líbrenlos de las garras de los malvados.’

CAPÍTULO 83

‘¡Oh Dios, no guardes silencio! No cierres tus oídos; no te quedes callado, oh Dios. ¿No oyes el alboroto que hacen tus enemigos? ¿No ves que tus arrogantes adversarios se levantan? Inventan intrigas astutas contra tu pueblo; conspiran en contra de tus seres preciados. «Vengan —dicen—, exterminemos a Israel como nación; destruiremos hasta el más mínimo recuerdo de su existencia». Efectivamente, esta fue su decisión unánime. Firmaron un tratado de alianza en tu contra: los edomitas y los ismaelitas; los moabitas y los agarenos; los giblitas, los amonitas y los amalecitas; y los habitantes de Filistea y de Tiro. Asiria también se unió a ellos y se alió con los descendientes de Lot. Interludio Haz con ellos lo mismo que hiciste con los madianitas y como hiciste también con Sísara y con Jabín en el río Cisón. Fueron destruidos en Endor, y sus cadáveres en descomposición fertilizaron la tierra. Que sus poderosos nobles mueran como murieron Oreb y Zeeb; que todos sus príncipes mueran como Zeba y Zalmuna, porque dijeron: «¡Vamos a apoderarnos de estos pastizales de Dios y a usarlos para nuestro beneficio!» ¡Oh mi Dios, espárcelos como a arbustos que ruedan, como a paja que se lleva el viento! Así como el fuego quema un bosque y una llama incendia las montañas, persíguelos con tu tormenta feroz; atérralos con tu tempestad. Desacredítalos por completo hasta que se sometan a tu nombre, oh Señor . Que sean avergonzados y aterrorizados para siempre; que mueran en deshonra. Entonces aprenderán que solo tú te llamas el Señor , que solo tú eres el Altísimo, supremo sobre toda la tierra.’

CAPÍTULO 84

‘¡Qué bella es tu morada, oh Señor de los Ejércitos Celestiales! Anhelo y hasta desfallezco de deseo por entrar en los atrios del Señor . Con todo mi ser, mi cuerpo y mi alma, gritaré con alegría al Dios viviente. Hasta el gorrión encuentra un hogar y la golondrina construye su nido y cría a sus polluelos cerca de tu altar, ¡oh Señor de los Ejércitos Celestiales, mi Rey y mi Dios! ¡Qué alegría para los que pueden vivir en tu casa cantando siempre tus alabanzas! Interludio ¡Qué alegría para los que reciben su fuerza del Señor , los que se proponen caminar hasta Jerusalén! Cuando anden por el Valle del Llanto, se convertirá en un lugar de manantiales refrescantes; las lluvias de otoño lo cubrirán de bendiciones. Ellos se harán cada vez más fuertes, y cada uno se presentará delante de Dios en Jerusalén. Oh Señor Dios de los Ejércitos Celestiales, oye mi oración; escucha, oh Dios de Jacob. Interludio ¡Oh Dios, mira con favor al rey, nuestro escudo! Muestra bondad a quien has ungido. Un solo día en tus atrios ¡es mejor que mil en cualquier otro lugar! Prefiero ser un portero en la casa de mi Dios que vivir la buena vida en la casa de los perversos. Pues el Señor Dios es nuestro sol y nuestro escudo; él nos da gracia y gloria. El Señor no negará ningún bien a quienes hacen lo que es correcto. Oh Señor de los Ejércitos Celestiales, ¡qué alegría tienen los que confían en ti!’

CAPÍTULO 85

‘¡ Señor , tú derramaste bendiciones sobre tu tierra! Devolviste el bienestar a Israel. Perdonaste la culpa de tu pueblo; sí, cubriste todos sus pecados. Interludio Contuviste tu furia y refrenaste tu enojo encendido. Ahora, restáuranos, oh Dios de nuestra salvación; aparta tu enojo de nosotros una vez más. ¿Seguirás enojado con nosotros para siempre? ¿Extenderás tu ira a todas las generaciones? ¿No volverás a darnos vida, para que tu pueblo pueda alegrarse en ti? Muéstranos tu amor inagotable, oh Señor , y concédenos tu salvación. Presto mucha atención a lo que dice Dios el Señor , pues él da palabras de paz a su pueblo fiel. Pero no le permitas volver a sus necios caminos. Sin duda, la salvación de Dios está cerca de los que le temen; por lo tanto, nuestra tierra se llenará de su gloria. El amor inagotable y la verdad se encontraron; ¡la justicia y la paz se besaron! La verdad brota desde la tierra, y la justicia sonríe desde los cielos. Sí, el Señor derrama sus bendiciones, y nuestra tierra dará una abundante cosecha. La justicia va delante de él como un heraldo, preparando el camino para sus pasos.’

CAPÍTULO 86

‘Inclínate, oh Señor , y escucha mi oración; contéstame, porque necesito tu ayuda. Protégeme, pues estoy dedicado a ti. Sálvame, porque te sirvo y confío en ti; tú eres mi Dios. Ten misericordia de mí, oh Señor, porque a ti clamo constantemente. Dame felicidad, oh Señor, pues a ti me entrego. ¡Oh Señor, eres tan bueno; estás tan dispuesto a perdonar, tan lleno de amor inagotable para los que piden tu ayuda! Escucha atentamente mi oración, oh Señor ; oye mi urgente clamor. A ti clamaré cada vez que esté en apuros, y tú me responderás. Ningún dios pagano es como tú, oh Señor; ¡nadie puede hacer lo que tú haces! Todas las naciones que hiciste vendrán y se inclinarán ante ti, Señor; alabarán tu santo nombre. Pues tú eres grande y haces obras maravillosas; solo tú eres Dios. Enséñame tus caminos, oh Señor , para que viva de acuerdo con tu verdad. Concédeme pureza de corazón, para que te honre. Con todo el corazón te alabaré, oh Señor mi Dios. Daré gloria a tu nombre para siempre, porque muy grande es tu amor por mí. Me has rescatado de las profundidades de la muerte. Oh Dios, gente insolente se levanta en mi contra; una pandilla violenta trata de matarme. No significas nada para ellos. Pero tú, oh Señor, eres Dios de compasión y misericordia, lento para enojarte y lleno de amor inagotable y fidelidad. Mírame y ten misericordia de mí. Dale tu fuerza a tu siervo; salva a este hijo de tu sierva. Envíame una señal de tu favor. Entonces, los que me odian pasarán vergüenza, porque tú, oh Señor , me ayudas y me consuelas.’

CAPÍTULO 87

‘En el monte santo está la ciudad fundada por el Señor . Él ama a la ciudad de Jerusalén más que a cualquier otra de Israel. Oh ciudad de Dios, ¡qué cosas gloriosas se dicen de ti! Interludio Incluiré a Egipto y a Babilonia entre los que me conocen, también a Filistea y a Tiro, e incluso a la distante Etiopía. ¡Ahora todas son ciudadanas de Jerusalén! Con respecto a Jerusalén se dirá: «Allí todos disfrutan de los derechos de ciudadanía». Y el Altísimo en persona bendecirá a esa ciudad. Cuando el Señor escriba en el registro a las naciones, dirá: «Ahora todas son ciudadanas de Jerusalén». Interludio La gente tocará flautas y cantará: «¡La fuente de mi vida brota de Jerusalén!».’

CAPÍTULO 88

‘Oh Señor , Dios de mi salvación, a ti clamo de día. A ti vengo de noche. Oye ahora mi oración; escucha mi clamor. Mi vida está llena de dificultades, y la muerte se acerca. Estoy como muerto, como un hombre vigoroso al que no le quedan fuerzas. Me han dejado entre los muertos, y estoy tendido como un cadáver en la tumba. Soy olvidado, estoy separado de tu cuidado. Me arrojaste a la fosa más honda, a las profundidades más oscuras. Tu ira me oprime; con una ola tras otra me has cercado. Interludio Alejaste a mis amigos al hacerme repulsivo para ellos. Estoy atrapado y no hay forma de escapar. Los ojos se me cegaron de tantas lágrimas. Cada día suplico tu ayuda, oh Señor ; levanto a ti mis manos para pedir misericordia. ¿Acaso tus obras maravillosas sirven de algo a los muertos? ¿Se levantan ellos y te alaban? Interludio ¿Pueden anunciar tu amor inagotable los que están en la tumba? ¿Pueden proclamar tu fidelidad en el lugar de destrucción ? ¿Puede la oscuridad hablar de tus obras maravillosas? ¿Puede alguien en la tierra del olvido contar de tu justicia? Oh Señor , a ti clamo; seguiré rogando día tras día. Oh Señor , ¿por qué me rechazas? ¿Por qué escondes tu rostro de mí? Desde mi juventud, estoy enfermo y al borde de la muerte. Me encuentro indefenso y desesperado ante tus terrores. Tu ira feroz me ha abrumado; tus terrores me paralizaron. Todo el día se arremolinan como las aguas de una inundación y me han cercado por completo. Me has quitado a mis compañeros y a mis seres queridos; la oscuridad es mi mejor amiga.’

CAPÍTULO 89

‘¡Siempre cantaré acerca del amor inagotable del Señor ! Jóvenes y ancianos oirán de tu fidelidad. Tu amor inagotable durará para siempre; tu fidelidad es tan perdurable como los cielos. Dijo el Señor : «Hice un pacto con David, mi siervo escogido. Le hice este juramento: “Estableceré a tus descendientes como reyes para siempre; se sentarán en tu trono desde ahora y hasta la eternidad”». Interludio Todo el cielo alabará tus grandes maravillas, Señor ; multitudes de ángeles te alabarán por tu fidelidad. Pues, ¿quién se compara con el Señor en todo el cielo? ¿Qué ángel poderosísimo se asemeja en algo al Señor ? Los poderes angélicos más altos quedan en reverencia ante Dios con temor; él es mucho más imponente que todos los que rodean su trono. ¡Oh Señor Dios de los Ejércitos Celestiales! ¿Dónde hay alguien tan poderoso como tú, oh Señor ? Eres completamente fiel. Gobiernas los océanos; dominas las olas embravecidas por la tormenta. Aplastas al gran monstruo marino; dispersas a tus enemigos con tu brazo poderoso. Los cielos te pertenecen y la tierra también; todo lo que hay en el mundo es tuyo; tú lo creaste todo. Creaste el norte y el sur; el monte Tabor y el monte Hermón alaban tu nombre. ¡Poderoso es tu brazo! ¡Fuerte es tu mano! Tu mano derecha se levanta en alto con gloriosa fuerza. La rectitud y la justicia son el cimiento de tu trono; el amor inagotable y la verdad van como séquito delante de ti. Felices son los que oyen el alegre llamado a la adoración, porque caminarán a la luz de tu presencia, Señor . Todo el día se alegran de tu maravillosa fama; se regocijan por tu justicia. Tú eres la fuerza gloriosa de ellos. A ti te agrada hacernos fuertes. Así es, nuestra protección viene del Señor , y él, el Santo de Israel, nos ha dado nuestro rey. Hace mucho tiempo hablaste a tu pueblo fiel en una visión. Dijiste: «He levantado a un guerrero; lo seleccioné de la gente común para que fuera rey. Encontré a mi siervo David; lo ungí con mi aceite santo. Con mi mano lo mantendré firme; con mi brazo poderoso, lo haré fuerte. Sus enemigos no lo vencerán ni lo dominarán los malvados. Aplastaré a sus adversarios frente a él y destruiré a los que lo odian. Mi fidelidad y mi amor inagotable lo acompañarán, y con mi autoridad crecerá en poder. Extenderé su gobierno sobre el mar, su dominio sobre los ríos. Y él clamará a mí: “Tú eres mi Padre, mi Dios y la Roca de mi salvación”. Lo convertiré en mi primer hijo varón, el rey más poderoso de la tierra. Lo amaré y le daré mi bondad para siempre; mi pacto con él nunca tendrá fin. Me aseguraré de que tenga heredero; su trono será interminable, como los días del cielo. Pero, si sus descendientes abandonan mis enseñanzas y dejan de obedecer mis ordenanzas, si desobedecen mis decretos y dejan de cumplir mis mandatos, entonces castigaré su pecado con vara y su desobediencia con azotes. Pero jamás dejaré de amarlo ni de cumplir la promesa que le hice. Por nada romperé mi pacto; no retiraré ni una sola palabra que he dicho. Le hice un juramento a David y por mi santidad no puedo mentir: su dinastía seguirá por siempre; su reino perdurará como el sol. Será tan eterno como la luna, ¡la cual es mi fiel testigo en el cielo!» Interludio Pero ahora lo has rechazado y desechado y estás enojado con tu rey ungido. Has renunciado al pacto que hiciste con él; arrojaste su corona al polvo. Derribaste las murallas que lo protegían y destruiste cada fuerte que lo defendía. Todos los que pasan por allí le han robado, y se ha convertido en la burla de sus vecinos. Has fortalecido a sus enemigos e hiciste que se alegraran. Has hecho inservible su espada y te negaste a ayudarlo en la batalla. Pusiste fin a su esplendor y derrocaste su trono. Lo has hecho envejecer antes de tiempo y lo deshonraste en público. Interludio Oh Señor , ¿hasta cuándo seguirá esto? ¿Te esconderás para siempre? ¿Hasta cuándo arderá tu ira como el fuego? Recuerda lo breve que es mi vida, ¡qué vacía e inútil es la existencia humana! Nadie puede vivir para siempre; todos morirán. Nadie puede escapar del poder de la tumba. Interludio Señor, ¿dónde está tu amor inagotable? Le diste tu palabra a David mediante una promesa fiel. ¡Considera, Señor, cómo pasan vergüenza tus siervos! Llevo en mi corazón los insultos de mucha gente. Tus enemigos se han burlado de mí, oh Señor ; se mofan de tu rey ungido por dondequiera que va. ¡Alaben al Señor para siempre! ¡Amén y amén!’

CAPÍTULO 90

‘Señor, a lo largo de todas las generaciones, ¡tú has sido nuestro hogar! Antes de que nacieran las montañas, antes de que dieras vida a la tierra y al mundo, desde el principio y hasta el fin, tú eres Dios. Haces que la gente vuelva al polvo con solo decir: «¡Vuelvan al polvo, ustedes, mortales!». Para ti, mil años son como un día pasajero, tan breves como unas horas de la noche. Arrasas a las personas como si fueran sueños que desaparecen. Son como la hierba que brota en la mañana. Por la mañana se abre y florece, pero al anochecer está seca y marchita. Nos marchitamos bajo tu enojo; tu furia nos abruma. Despliegas nuestros pecados delante de ti —nuestros pecados secretos— y los ves todos. Vivimos la vida bajo tu ira, y terminamos nuestros años con un gemido. ¡Setenta son los años que se nos conceden! Algunos incluso llegan a ochenta. Pero hasta los mejores años se llenan de dolor y de problemas; pronto desaparecen, y volamos. ¿Quién puede comprender el poder de tu enojo? Tu ira es tan imponente como el temor que mereces. Enséñanos a entender la brevedad de la vida, para que crezcamos en sabiduría. ¡Oh Señor , vuelve a nosotros! ¿Hasta cuándo tardarás? ¡Compadécete de tus siervos! Sácianos cada mañana con tu amor inagotable, para que cantemos de alegría hasta el final de nuestra vida. ¡Danos alegría en proporción a nuestro sufrimiento anterior! Compensa los años malos con bien. Permite que tus siervos te veamos obrar otra vez, que nuestros hijos vean tu gloria. Y que el Señor nuestro Dios nos dé su aprobación y haga que nuestros esfuerzos prosperen. Sí, ¡haz que nuestros esfuerzos prosperen!’

CAPÍTULO 91

‘Los que viven al amparo del Altísimo encontrarán descanso a la sombra del Todopoderoso. Declaro lo siguiente acerca del Señor : Solo él es mi refugio, mi lugar seguro; él es mi Dios y en él confío. Te rescatará de toda trampa y te protegerá de enfermedades mortales. Con sus plumas te cubrirá y con sus alas te dará refugio. Sus fieles promesas son tu armadura y tu protección. No tengas miedo de los terrores de la noche ni de la flecha que se lanza en el día. No temas a la enfermedad que acecha en la oscuridad, ni a la catástrofe que estalla al mediodía. Aunque caigan mil a tu lado, aunque mueran diez mil a tu alrededor, esos males no te tocarán. Simplemente abre tus ojos y mira cómo los perversos reciben su merecido. Si haces al Señor tu refugio y al Altísimo tu resguardo, ningún mal te conquistará; ninguna plaga se acercará a tu hogar. Pues él ordenará a sus ángeles que te protejan por donde vayas. Te sostendrán con sus manos para que ni siquiera te lastimes el pie con una piedra. Pisotearás leones y cobras; ¡aplastarás feroces leones y serpientes bajo tus pies! El Señor dice: «Rescataré a los que me aman; protegeré a los que confían en mi nombre. Cuando me llamen, yo les responderé; estaré con ellos en medio de las dificultades. Los rescataré y los honraré. Los recompensaré con una larga vida y les daré mi salvación».’

CAPÍTULO 92

‘Es bueno dar gracias al Señor , cantar alabanzas al Altísimo. Es bueno proclamar por la mañana tu amor inagotable y por la noche tu fidelidad, al son de un instrumento de diez cuerdas, un arpa y la melodía de la lira. Todo lo que has hecho por mí, Señor , ¡me emociona! Canto de alegría por todo lo que has hecho. ¡Oh Señor , qué grandes son tus obras! Y qué profundos son tus pensamientos. Solo un simplón no sabría y solamente un necio no entendería que aunque los malvados broten como maleza y los malhechores florezcan, serán destruidos para siempre. Tú, oh Señor , para siempre serás exaltado. Tus enemigos, Señor , sin duda perecerán; todos los malhechores quedarán esparcidos. Pero tú me has hecho fuerte como un buey salvaje; me has ungido con el mejor aceite. Mis ojos vieron la caída de mis enemigos; mis oídos escucharon la derrota de mis perversos oponentes. Pero los justos florecerán como palmeras y se harán fuertes como los cedros del Líbano; trasplantados a la casa del Señor , florecen en los atrios de nuestro Dios. Incluso en la vejez aún producirán fruto; seguirán verdes y llenos de vitalidad. Declararán: «¡El Señor es justo! ¡Es mi roca! ¡No existe maldad en él!».’

CAPÍTULO 93

‘¡El Señor es rey! Se viste de majestad. Ciertamente el Señor se viste de majestad y está armado con fuerza. El mundo permanece firme y no puede ser sacudido. Tu trono, oh Señor , permanece desde tiempos inmemoriales; tú mismo existes desde el pasado eterno. Las aguas crecieron, oh Señor . Los diluvios han rugido como truenos; las inundaciones elevaron sus impetuosas olas. Pero más poderoso que el estruendo de los mares enfurecidos, más potente que las rompientes olas en la orilla, el Señor , quien está en lo alto, es más poderoso que estos. Tus leyes soberanas no pueden ser modificadas; tu reino, oh Señor , es santo por siempre y para siempre.’

CAPÍTULO 94

‘Oh Señor , Dios de venganza, oh Dios de venganza, ¡haz que tu gloriosa justicia resplandezca! Levántate, oh Juez de la tierra; dales su merecido a los orgullosos. ¿Hasta cuándo, Señor ? ¿Hasta cuándo los perversos tendrán permiso para regodearse? ¿Hasta cuándo hablarán con arrogancia? ¿Hasta cuándo se jactarán estos malvados? Aplastan a tu pueblo, Señor ; lastiman a los que llamas tuyos. Matan a las viudas y a los extranjeros, y asesinan a los huérfanos. «El Señor no está mirando —dicen—, y además, al Dios de Israel no le importa». ¡Piénsenlo mejor, necios! ¿Cuándo por fin se darán cuenta? El que les hizo los oídos, ¿acaso es sordo? El que les formó los ojos, ¿acaso es ciego? Él castiga a las naciones, ¿acaso no los castigará a ustedes? Él todo lo sabe, ¿acaso no sabe también lo que ustedes hacen? El Señor conoce los pensamientos de la gente; ¡sabe que no valen nada! Felices aquellos a quienes tú disciplinas, Señor , aquellos a los que les enseñas tus instrucciones. Los alivias en tiempos difíciles hasta que se cave un pozo para capturar a los malvados. El Señor no rechazará a su pueblo; no abandonará a su posesión más preciada. El juicio volverá a basarse en la justicia, y los de corazón íntegro la procurarán. ¿Quién me protegerá de los perversos? ¿Quién me defenderá de los malvados? Si el Señor no me hubiera ayudado, pronto me habría quedado en el silencio de la tumba. Clamé: «¡Me resbalo!», pero tu amor inagotable, oh Señor , me sostuvo. Cuando mi mente se llenó de dudas, tu consuelo renovó mi esperanza y mi alegría. ¿Acaso pueden los líderes injustos afirmar que Dios está de su lado, los líderes cuyos decretos permiten la injusticia? Se unen contra los justos y condenan a muerte a los inocentes. Pero el Señor es mi fortaleza; mi Dios es la roca poderosa donde me escondo. Dios hará que los pecados de los malvados se tornen contra ellos; los destruirá por sus pecados. El Señor nuestro Dios los destruirá.’

CAPÍTULO 95

‘¡Vengan, cantemos al Señor ! Aclamemos con alegría a la Roca de nuestra salvación. Acerquémonos a él con acción de gracias. Cantémosle salmos de alabanza, porque el Señor es Dios grande, un gran Rey sobre todos los dioses. En sus manos sostiene las profundidades de la tierra y las montañas más imponentes. El mar le pertenece, pues él lo creó; sus manos también formaron la tierra firme. Vengan, adoremos e inclinémonos. Arrodillémonos delante del Señor , nuestro creador, porque él es nuestro Dios. Somos el pueblo que él vigila, el rebaño a su cuidado. ¡Si tan solo escucharan hoy su voz! El Señor dice: «No endurezcan el corazón como lo hizo Israel en Meriba, como lo hizo el pueblo en el desierto de Masá. Allí sus antepasados me tentaron y pusieron a prueba mi paciencia, a pesar de haber visto todo lo que hice. Durante cuarenta años estuve enojado con ellos y dije: “Son un pueblo cuyo corazón se aleja de mí; rehúsan hacer lo que les digo”. Así que en mi enojo juré: “Ellos nunca entrarán en mi lugar de descanso”».’

CAPÍTULO 96

‘¡Canten al Señor una nueva canción! ¡Que toda la tierra cante al Señor ! Canten al Señor , alaben su nombre; cada día anuncien las buenas noticias de que él salva. Anuncien sus gloriosas obras entre las naciones; cuéntenles a todos las cosas asombrosas que él hace. ¡Grande es el Señor ! ¡Es el más digno de alabanza! A él hay que temer por sobre todos los dioses. Los dioses de las otras naciones no son más que ídolos, ¡pero el Señor hizo los cielos! Honor y majestad lo rodean; fuerza y belleza llenan su santuario. Oh naciones del mundo, reconozcan al Señor ; reconozcan que el Señor es fuerte y glorioso. ¡Denle al Señor la gloria que merece! Lleven ofrendas y entren en sus atrios. Adoren al Señor en todo su santo esplendor; que toda la tierra tiemble delante de él. Digan a todas las naciones: «¡El Señor reina!». El mundo permanece firme y no puede ser sacudido. Él juzgará a todos los pueblos con imparcialidad. ¡Que los cielos se alegren, y la tierra se goce! ¡Que el mar y todo lo que contiene exclamen sus alabanzas! ¡Que los campos y sus cultivos estallen de alegría! Que los árboles del bosque canten de alegría delante del Señor , ¡porque él viene! Viene a juzgar la tierra. Juzgará al mundo con justicia y a las naciones con su verdad.’

CAPÍTULO 97

‘¡El Señor es rey! ¡Que se goce la tierra! ¡Que se alegren las costas más lejanas! Nubes oscuras lo rodean. La rectitud y la justicia son el cimiento de su trono. Fuego se extiende delante de él y calcina a todos sus enemigos. Sus relámpagos destellan por el mundo; la tierra lo ve y tiembla. Las montañas se derriten como cera delante del Señor , delante del Señor de toda la tierra. Los cielos proclaman su justicia; toda nación ve su gloria. Los que rinden culto a ídolos quedan deshonrados —todos los que se jactan de sus inútiles dioses—, pues todos los dioses tienen que inclinarse ante él. ¡Jerusalén oyó y se alegró, y todas las ciudades de Judá están felices a causa de tu justicia, oh Señor ! Pues tú, oh Señor , eres supremo en toda la tierra, exaltado muy por encima de todos los dioses. ¡Ustedes, los que aman al Señor , odien el mal! Él protege la vida de sus justos y los rescata del poder de los perversos. La luz brilla sobre los justos, y la alegría sobre los de corazón recto. ¡Que todos los justos se alegren en el Señor y alaben su santo nombre!’

CAPÍTULO 98

‘Canten al Señor una nueva canción, porque ha hecho obras maravillosas. Su mano derecha obtuvo una poderosa victoria; su santo brazo ha mostrado su poder salvador. El Señor anunció su victoria y reveló su justicia a toda nación. Recordó su promesa de amar y de ser fiel a Israel. ¡Los extremos de la tierra han visto la victoria de nuestro Dios! Aclamen al Señor , habitantes de toda la tierra; ¡prorrumpan en alabanza y canten de alegría! Canten alabanzas al Señor con el arpa, con el arpa y dulces melodías, con trompetas y el sonido del cuerno de carnero. ¡Toquen una alegre sinfonía delante del Señor , el Rey! ¡Que el mar y todo lo que contiene le exclamen alabanzas! ¡Que se le unan la tierra y todas sus criaturas vivientes! ¡Que los ríos aplaudan con júbilo! Que las colinas entonen sus cánticos de alegría delante del Señor , porque viene a juzgar la tierra. Juzgará al mundo con justicia, y a las naciones con imparcialidad.’

CAPÍTULO 99

‘¡El Señor es rey! ¡Que tiemblen las naciones! Está sentado en su trono, entre los querubines. ¡Que se estremezca toda la tierra! El Señor se sienta con majestad en Jerusalén, exaltado sobre todas las naciones. Que ellas alaben tu nombre grande y temible. ¡Tu nombre es santo! Rey poderoso, amante de la justicia, tú has establecido la imparcialidad. Has actuado con justicia y con rectitud en todo Israel. ¡Exalten al Señor nuestro Dios! ¡Póstrense ante sus pies porque él es santo! Moisés y Aarón estaban entre sus sacerdotes; Samuel también invocó su nombre. Clamaron al Señor por ayuda, y él les respondió. Habló a Israel desde la columna de nube, y los israelitas siguieron las leyes y los decretos que les dio. Oh Señor nuestro Dios, tú les respondiste; para ellos fuiste Dios perdonador, pero los castigaste cuando se desviaron. Exalten al Señor nuestro Dios y adoren en su monte santo, en Jerusalén, ¡porque el Señor nuestro Dios es santo!’

CAPÍTULO 100

‘¡Aclamen con alegría al Señor , habitantes de toda la tierra! Adoren al Señor con gozo. Vengan ante él cantando con alegría. ¡Reconozcan que el Señor es Dios! Él nos hizo, y le pertenecemos; somos su pueblo, ovejas de su prado. Entren por sus puertas con acción de gracias; vayan a sus atrios con alabanza. Denle gracias y alaben su nombre. Pues el Señor es bueno. Su amor inagotable permanece para siempre, y su fidelidad continúa de generación en generación.’

CAPÍTULO 101

‘Cantaré de tu amor y de tu justicia, oh Señor ; te alabaré con canciones. Tendré cuidado de llevar una vida intachable; ¿cuándo vendrás a ayudarme? Viviré con integridad en mi propio hogar. Me negaré a mirar cualquier cosa vil o vulgar. Detesto a los que actúan de manera deshonesta; no tendré nada que ver con ellos. Rechazaré las ideas perversas y me mantendré alejado de toda clase de mal. No toleraré a los que calumnian a sus vecinos; no soportaré la presunción ni el orgullo. Buscaré a personas fieles para que sean mis compañeros; solo a los que sean irreprochables se les permitirá servirme. No permitiré que los engañadores sirvan en mi casa, y los mentirosos no permanecerán en mi presencia. Mi tarea diaria será descubrir a los perversos y liberar de sus garras a la ciudad del Señor .’

CAPÍTULO 102

‘ Señor , ¡oye mi oración! ¡Escucha mi ruego! No te alejes de mí en el tiempo de mi angustia. Inclínate para escuchar y no tardes en responderme cuando te llamo. Pues mis días desaparecen como el humo, y los huesos me arden como carbones al rojo vivo. Tengo el corazón angustiado, marchito como la hierba, y perdí el apetito. Por mi gemir, quedé reducido a piel y huesos. Soy como un búho en el desierto, como un búho pequeño en un lugar remoto y desolado. Me acuesto y sigo despierto, como un pájaro solitario en el tejado. Mis enemigos se burlan de mí día tras día; se mofan de mí y me maldicen. Me alimento de cenizas; las lágrimas corren por mis mejillas y se mezclan con mi bebida, a causa de tu enojo y de tu ira, pues me levantaste y me echaste. Mi vida pasa tan rápido como las sombras de la tarde; voy marchitándome como hierba. Pero tú, oh Señor , te sentarás en tu trono para siempre; tu fama durará por todas las generaciones. Te levantarás y tendrás misericordia de Jerusalén; ya es tiempo de tener compasión de ella, ahora es el momento en que prometiste ayudar. Pues tu pueblo ama cada piedra de sus murallas y atesora hasta el polvo de sus calles. Entonces las naciones temblarán ante el Señor ; los reyes de la tierra temblarán ante su gloria. Pues el Señor reconstruirá Jerusalén; él aparecerá en su gloria. Escuchará las oraciones de los desposeídos; no rechazará sus ruegos. Que esto quede registrado para las generaciones futuras, para que un pueblo aún no nacido alabe al Señor . Cuéntenles que el Señor miró hacia abajo, desde su santuario celestial. Desde los cielos miró la tierra para escuchar los gemidos de los prisioneros, para poner en libertad a los condenados a muerte. Por eso la fama del Señor se celebrará en Sion, y sus alabanzas en Jerusalén, cuando las multitudes se reúnan y los reinos vengan a adorar al Señor . En la mitad de mi vida, me quebró las fuerzas, y así acortó mis días. Pero clamé a él: «Oh mi Dios, el que vive para siempre, ¡no me quites la vida en la flor de mi juventud! Hace mucho tiempo echaste los cimientos de la tierra y con tus manos formaste los cielos. Ellos dejarán de existir, pero tú permaneces para siempre; se desgastarán como ropa vieja. Tú los cambiarás y los desecharás como si fueran ropa. Pero tú siempre eres el mismo; tú vivirás para siempre. Los hijos de tu pueblo vivirán seguros; los hijos de sus hijos prosperarán en tu presencia».’

CAPÍTULO 103

‘Que todo lo que soy alabe al Señor ; con todo el corazón alabaré su santo nombre. Que todo lo que soy alabe al Señor ; que nunca olvide todas las cosas buenas que hace por mí. Él perdona todos mis pecados y sana todas mis enfermedades. Me redime de la muerte y me corona de amor y tiernas misericordias. Colma mi vida de cosas buenas; ¡mi juventud se renueva como la del águila! El Señor da rectitud y hace justicia a los que son tratados injustamente. Dio a conocer su carácter a Moisés y sus obras al pueblo de Israel. El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y está lleno de amor inagotable. No nos reprenderá todo el tiempo ni seguirá enojado para siempre. No nos castiga por todos nuestros pecados; no nos trata con la severidad que merecemos. Pues su amor inagotable hacia los que le temen es tan inmenso como la altura de los cielos sobre la tierra. Llevó nuestros pecados tan lejos de nosotros como está el oriente del occidente. El Señor es como un padre con sus hijos, tierno y compasivo con los que le temen. Pues él sabe lo débiles que somos; se acuerda de que somos tan solo polvo. Nuestros días sobre la tierra son como la hierba; igual que las flores silvestres, florecemos y morimos. El viento sopla, y desaparecemos como si nunca hubiéramos estado aquí. Pero el amor del Señor permanece para siempre con los que le temen. ¡Su salvación se extiende a los hijos de los hijos de los que son fieles a su pacto, de los que obedecen sus mandamientos! El Señor ha hecho de los cielos su trono; desde allí gobierna todo. Alaben al Señor , ustedes los ángeles, ustedes los poderosos que llevan a cabo sus planes, que están atentos a cada uno de sus mandatos. ¡Sí, alaben al Señor , ejércitos de ángeles que le sirven y hacen su voluntad! Alabe al Señor todo lo que él ha creado, todo lo que hay en su reino. Que todo lo que soy alabe al Señor .’

CAPÍTULO 104

‘Que todo lo que soy alabe al Señor . ¡Oh Señor mi Dios, eres grandioso! Te has vestido de honor y majestad. Te has envuelto en un manto de luz. Despliegas la cortina de estrellas de los cielos; colocas las vigas de tu hogar en las nubes de lluvia. Haces de las nubes tu carro de guerra; cabalgas sobre las alas del viento. Los vientos son tus mensajeros; las llamas de fuego, tus sirvientes. Colocaste el mundo sobre sus cimientos, así jamás se removerá. Vestiste a la tierra con torrentes de agua, agua que cubrió aun a las montañas. A tu orden, el agua huyó; al sonido de tu trueno, salió corriendo. Las montañas se elevaron y los valles se hundieron hasta el nivel que tú decretaste. Después, fijaste un límite para los mares, para que nunca más cubrieran la tierra. Tú haces que los manantiales viertan agua en los barrancos, para que los arroyos broten con fuerza y desciendan desde las montañas. Proveen agua a todos los animales, y los burros salvajes sacian su sed. Las aves hacen sus nidos junto a los arroyos y cantan entre las ramas de los árboles. Desde tu hogar celestial, envías lluvia sobre las montañas y colmas la tierra con el fruto de tus obras. Haces crecer el pasto para los animales y las plantas para el uso de la gente. Les permites producir alimento con el fruto de la tierra: vino para que se alegren, aceite de oliva para aliviarles la piel, y pan para que se fortalezcan. Los árboles del Señor están bien cuidados, los cedros del Líbano que plantó. Allí hacen sus nidos las aves, y en los cipreses las cigüeñas hacen su hogar. En lo alto de las montañas viven las cabras salvajes, y las rocas forman un refugio para los damanes. Creaste la luna para que marcara las estaciones, y el sol sabe cuándo ponerse. Envías la oscuridad, y se hace de noche, la hora en que merodean los animales del bosque. Los leones jóvenes rugen por su presa; acechan en busca del alimento que Dios les provee. Al amanecer, se escabullen y se meten en sus guaridas para descansar. Entonces la gente sale a trabajar y realiza sus labores hasta el anochecer. Oh Señor , ¡cuánta variedad de cosas has creado! Las hiciste todas con tu sabiduría; la tierra está repleta de tus criaturas. Allí está el océano, ancho e inmenso, rebosando de toda clase de vida, especies tanto grandes como pequeñas. Miren los barcos que pasan navegando, y al Leviatán, al cual hiciste para que juegue en el mar. Todos dependen de ti para recibir el alimento según su necesidad. Cuando tú lo provees, ellos lo recogen. Abres tu mano para alimentarlos, y quedan sumamente satisfechos. Pero si te alejas de ellos, se llenan de pánico. Cuando les quitas el aliento, mueren y vuelven otra vez al polvo. Cuando les das tu aliento, se genera la vida y renuevas la faz de la tierra. ¡Que la gloria del Señor continúe para siempre! ¡El Señor se deleita en todo lo que ha creado! La tierra tiembla ante su mirada; las montañas humean cuando él las toca. Cantaré al Señor mientras viva. ¡Alabaré a mi Dios hasta mi último suspiro! Que todos mis pensamientos le agraden, porque me alegro en el Señor . Que todos los pecadores desaparezcan de la faz de la tierra; que dejen de existir para siempre los perversos. Que todo lo que soy alabe al Señor . ¡Alabado sea el Señor !’

CAPÍTULO 105

‘Den gracias al Señor y proclamen su grandeza; que todo el mundo sepa lo que él ha hecho. Canten a él; sí, cántenle alabanzas. Cuéntenle a todo el mundo acerca de sus obras maravillosas. Regocíjense por su santo nombre; alégrense ustedes, los que adoran al Señor . Busquen al Señor y a su fuerza; búsquenlo continuamente. Recuerden las maravillas y los milagros que ha realizado, y los decretos que ha dictado, ustedes, hijos de su siervo Abraham, descendientes de Jacob, los elegidos de Dios. Él es el Señor nuestro Dios; su justicia se ve por toda la tierra. Siempre se atiene a su pacto, al compromiso que adquirió con mil generaciones. Es el pacto que hizo con Abraham y el juramento que le hizo a Isaac. Se lo confirmó a Jacob como un decreto y al pueblo de Israel como un pacto eterno: «Te daré la tierra de Canaán como tu preciada posesión». Eso lo dijo cuando eran unos pocos, un pequeño grupo de extranjeros en Canaán. Anduvieron de nación en nación, de un reino a otro. Sin embargo, él no permitió que nadie los oprimiera. A favor de ellos, les advirtió a los reyes: «No toquen a mi pueblo elegido ni hagan daño a mis profetas». Mandó hambre a la tierra de Canaán, y cortó la provisión de alimentos. Luego envió a un hombre a Egipto delante de ellos: a José, quien fue vendido como esclavo. Le lastimaron los pies con grilletes y en el cuello le pusieron un collar de hierro. Hasta que llegó el momento de cumplir sus sueños, el Señor puso a prueba el carácter de José. Entonces el faraón mandó a buscarlo y lo puso en libertad; el gobernante de la nación le abrió la puerta de la cárcel. José quedó a cargo de toda la casa del rey; llegó a ser el administrador de todas sus posesiones. Con total libertad instruía a los asistentes del rey y enseñaba a los consejeros del rey. Luego Israel llegó a Egipto; Jacob vivió como extranjero en la tierra de Cam. Y el Señor multiplicó a los israelitas hasta que llegaron a ser más poderosos que sus enemigos. Después puso a los egipcios en contra del pueblo de Israel, y ellos conspiraron contra los siervos del Señor . Pero el Señor envió a su siervo Moisés, junto con Aarón, a quien había escogido. Ellos realizaron señales asombrosas entre los egipcios, y maravillas en la tierra de Cam. El Señor cubrió a Egipto con oscuridad, porque los egipcios desobedecieron las órdenes de dejar ir a su pueblo. Convirtió sus aguas en sangre y envenenó a todos los peces. Luego las ranas infestaron la tierra y hasta invadieron las habitaciones del rey. Cuando el Señor habló, enjambres de moscas descendieron sobre los egipcios, y hubo una nube de mosquitos por todo Egipto. Les envió granizo en lugar de lluvia, y destellaron relámpagos sobre la tierra. Arruinó sus vides y sus higueras y destrozó todos los árboles. Habló, y vinieron oleadas de langostas, langostas jóvenes en cantidades innumerables. Se comieron todo lo verde que había en la tierra y destruyeron todos los cultivos de los campos. Después mató al hijo mayor de cada hogar egipcio, el orgullo y la alegría de cada familia. El Señor sacó a su pueblo de Egipto, cargado de oro y de plata; y ni una sola persona de las tribus de Israel siquiera tropezó. Egipto se alegró cuando se fueron, porque les tenía mucho miedo. El Señor desplegó una nube sobre ellos para que los cubriera y les dio un gran fuego para que iluminara la oscuridad. Ellos le pidieron carne, y él les envió codornices; les sació el hambre con maná, pan del cielo. Partió una roca, y brotó agua a chorros que formó un río a través de la tierra árida y baldía. Pues recordó la promesa sagrada que le había hecho a su siervo Abraham. Así que sacó a su pueblo de Egipto con alegría, a sus escogidos, con gozo. Les dio las tierras de las naciones paganas, y cosecharon cultivos que otros habían sembrado. Todo eso sucedió para que siguieran los decretos del Señor y obedecieran sus enseñanzas. ¡Alabado sea el Señor !’

CAPÍTULO 106

‘¡Alabado sea el Señor ! ¡Den gracias al Señor , porque él es bueno! Su fiel amor perdura para siempre. ¿Quién podrá enumerar los gloriosos milagros del Señor ? ¿Quién podrá alabarlo lo suficiente? Hay alegría para los que tratan con justicia a los demás y siempre hacen lo que es correcto. Acuérdate de mí, Señor , cuando le muestres favor a tu pueblo; acércate y rescátame. Déjame tener parte en la prosperidad de tus elegidos. Permite que me alegre por el gozo de tu pueblo; concédeme alabarte con los que son tu herencia. Hemos pecado como nuestros antepasados. ¡Hicimos lo malo y actuamos de manera perversa! Nuestros antepasados en Egipto no quedaron conmovidos ante las obras milagrosas del Señor . Pronto olvidaron sus muchos actos de bondad hacia ellos; en cambio, se rebelaron contra él en el mar Rojo. Aun así, él los salvó: para defender el honor de su nombre y para demostrar su gran poder. Ordenó al mar Rojo que se secara y condujo a Israel a través del mar como si fuera un desierto. Así los rescató de sus enemigos y los libertó de sus adversarios. Después el agua volvió y cubrió a sus enemigos; ninguno de ellos sobrevivió. Entonces el pueblo creyó las promesas del Señor y le cantó alabanzas. Sin embargo, ¡qué pronto olvidaron lo que él había hecho! ¡No quisieron esperar su consejo! En el desierto dieron rienda suelta a sus deseos; pusieron a prueba la paciencia de Dios en esa tierra árida y baldía. Entonces les dio lo que pedían, pero al mismo tiempo les envió una plaga. La gente del campamento se puso celosa de Moisés y tuvo envidia de Aarón, el santo sacerdote del Señor . Por esa causa la tierra se abrió; se tragó a Datán y enterró a Abiram junto con los otros rebeldes. Sobre sus seguidores cayó fuego; una llama consumió a los perversos. Los israelitas hicieron un becerro en el monte Sinaí; se inclinaron ante una imagen hecha de oro. Cambiaron a su glorioso Dios por la estatua de un toro que come hierba. Se olvidaron de Dios, su salvador, quien había realizado tantas grandezas en Egipto: obras tan maravillosas en la tierra de Cam, hechos tan asombrosos en el mar Rojo. Por lo tanto, él declaró que los destruiría. Pero Moisés, su escogido, intervino entre el Señor y los israelitas; le suplicó que apartara su ira y que no los destruyera. El pueblo se negó a entrar en la agradable tierra, porque no creían la promesa de que Dios los iba a cuidar. En cambio, rezongaron en sus carpas y se negaron a obedecer al Señor . Por lo tanto, él juró solemnemente que los mataría en el desierto, que dispersaría a sus descendientes entre las naciones, y los enviaría a tierras distantes. Después nuestros antepasados se unieron para rendir culto a Baal en Peor; ¡hasta comieron sacrificios ofrecidos a los muertos! Con todo eso provocaron el enojo del Señor , entonces se desató una plaga en medio de ellos. Pero Finees tuvo el valor de intervenir y la plaga se detuvo. Por eso, desde entonces, se le considera un hombre justo. También en Meriba, provocaron el enojo del Señor , y le causaron serios problemas a Moisés. Hicieron que Moisés se enojara y hablara como un necio. Israel no destruyó a las naciones que había en la tierra, como el Señor le había ordenado. En cambio, los israelitas se mezclaron con los paganos y adoptaron sus malas costumbres. Rindieron culto a sus ídolos, y eso resultó en su ruina. Hasta sacrificaron a sus propios hijos e hijas a los demonios. Derramaron sangre inocente, la sangre de sus hijos e hijas. Al sacrificarlos a los ídolos de Canaán, contaminaron la tierra con asesinatos. Se contaminaron a sí mismos con sus malas acciones, y su amor a los ídolos fue adulterio a los ojos del Señor . Por eso, el enojo del Señor se encendió contra su pueblo, y él aborreció a su posesión más preciada. Los entregó a las naciones paganas y quedaron bajo el gobierno de quienes los odiaban. Sus enemigos los aplastaron y los sometieron a su cruel poder. Él los rescató una y otra vez, pero ellos decidieron rebelarse en su contra, y finalmente su pecado los destruyó. Aun así, él sintió compasión por la angustia de ellos y escuchó sus clamores. Recordó el pacto que les había hecho y desistió a causa de su amor inagotable. Hasta hizo que sus captores los trataran con amabilidad. ¡Oh Señor nuestro Dios, sálvanos! Vuelve a reunirnos de entre las naciones, para que podamos agradecer a tu santo nombre, alegrarnos y alabarte. Alaben al Señor , Dios de Israel, quien vive desde siempre y para siempre. Que todo el pueblo diga: «¡Amén!». ¡Alabado sea el Señor !’

CAPÍTULO 107

‘¡Den gracias al Señor , porque él es bueno! Su fiel amor perdura para siempre. ¿Los ha rescatado el Señor ? ¡Entonces, hablen con libertad! Cuenten a otros que él los ha rescatado de sus enemigos. Pues ha reunido a los desterrados de muchos países, del oriente y del occidente, del norte y del sur. Algunos vagaban por el desierto, perdidos y sin hogar. Con hambre y con sed, estaban a punto de morir. «¡Socorro, Señor !», clamaron en medio de su dificultad, y él los rescató de su aflicción. Los llevó directo a un lugar seguro, a una ciudad donde pudieran vivir. Que alaben al Señor por su gran amor y por las obras maravillosas que ha hecho a favor de ellos. Pues él satisface al sediento y al hambriento lo llena de cosas buenas. Algunos estaban en oscuridad y en una profunda penumbra, presos del sufrimiento con cadenas de hierro. Se rebelaron contra las palabras de Dios; se burlaron del consejo del Altísimo. Por eso los doblegó con trabajo forzado; cayeron, y no hubo quien los ayudara. «¡Socorro, Señor !», clamaron en medio de su dificultad, y él los salvó de su aflicción. Los sacó de la oscuridad y de la profunda penumbra; les rompió las cadenas. Que alaben al Señor por su gran amor y por las obras maravillosas que ha hecho a favor de ellos. Pues rompió las puertas de bronce de su prisión; partió en dos los barrotes de hierro. Algunos fueron necios; se rebelaron y sufrieron por sus pecados. No podían ni pensar en comer, y estaban a las puertas de la muerte. «¡Socorro, Señor !», clamaron en medio de su dificultad, y él los salvó de su aflicción. Envió su palabra y los sanó; los arrebató de las puertas de la muerte. Que alaben al Señor por su gran amor y por las obras maravillosas que ha hecho a favor de ellos. Que ofrezcan sacrificios de agradecimiento y canten con alegría por sus gloriosos actos. Algunos se hicieron a la mar en barcos y surcaron las rutas comerciales del mundo. También observaron el poder del Señor en acción, sus impresionantes obras en los mares más profundos. Él habló, y se desataron los vientos que agitaron las olas. Los barcos fueron lanzados hacia los cielos y cayeron nuevamente a las profundidades; los marineros se acobardaron de terror. Se tambaleaban y daban tumbos como borrachos; no sabían qué más hacer. «¡Socorro, Señor !», clamaron en medio de su dificultad, y él los salvó de su aflicción. Calmó la tormenta hasta convertirla en un susurro y aquietó las olas. ¡Qué bendición fue esa quietud cuando los llevaba al puerto sanos y salvos! Que alaben al Señor por su gran amor y por las obras maravillosas que ha hecho a favor de ellos. Que lo exalten públicamente delante de la congregación y ante los líderes del pueblo. Él transforma ríos en desiertos y manantiales de agua en tierra árida y sedienta. Convierte la tierra fructífera en tierras saladas y baldías, a causa de la maldad de sus habitantes. Pero también convierte desiertos en lagunas y la tierra seca en fuentes de agua. Lleva a los hambrientos para que se establezcan allí y construyan sus ciudades. Siembran los campos, plantan viñedos, y recogen cosechas abundantes. ¡Cuánto los bendice! Allí crían familias numerosas y sus manadas de animales aumentan. Cuando disminuye la cantidad de ellos y se empobrecen por la opresión, las dificultades y el dolor, el Señor derrama desprecio sobre sus príncipes y los hace vagar por tierras baldías y sin sendero. Pero rescata de la dificultad a los pobres y hace crecer a sus familias como rebaños de ovejas. Los justos verán estas cosas y se alegrarán mientras los perversos son bruscamente silenciados. Los sabios tomarán todo muy en serio; verán en nuestra historia el fiel amor del Señor .’

CAPÍTULO 108

‘Mi corazón está confiado en ti, oh Dios; ¡con razón puedo cantar tus alabanzas con toda el alma! ¡Despiértense, lira y arpa! Con mi canto despertaré al amanecer. Te daré gracias, Señor , en medio de toda la gente; cantaré tus alabanzas entre las naciones. Pues tu amor inagotable es más alto que los cielos; tu fidelidad alcanza las nubes. Exaltado seas, oh Dios, por encima de los cielos más altos. Que tu gloria brille sobre toda la tierra. Rescata ahora a tu pueblo amado; respóndenos y sálvanos con tu poder. Por su santidad, Dios ha prometido: «Dividiré a Siquem con alegría y mediré el valle de Sucot. Galaad es mío, y también Manasés. Efraín, mi casco, producirá mis guerreros, y Judá, mi cetro, producirá mis reyes. Pero Moab, mi lavamanos, se convertirá en mi siervo, y sobre Edom me limpiaré los pies, y gritaré triunfante sobre Filistea». ¿Quién me llevará a la ciudad fortificada? ¿Quién me dará la victoria sobre Edom? ¿Nos has rechazado, oh Dios? ¿Ya no marcharás junto a nuestros ejércitos? Por favor, ayúdanos contra nuestros enemigos, porque toda la ayuda humana es inútil. Con la ayuda de Dios, haremos cosas poderosas, pues él pisoteará a nuestros enemigos.’

CAPÍTULO 109

‘Oh Dios, a quien alabo, no te quedes distante y callado mientras los perversos me calumnian y dicen mentiras acerca de mí. Me rodean con palabras de odio y sin razón pelean contra mí. Yo los amo, pero ellos tratan de destruirme con acusaciones, ¡incluso mientras oro por ellos! Me devuelven mal por bien y odio a cambio de mi amor. Dicen: «Consigan a un malvado para que se ponga en su contra; envíen a un acusador para que lo lleve a juicio. Cuando llegue el momento de juzgar su caso, que lo declaren culpable. Tomen como pecados sus oraciones. Que sean pocos sus años; que otro tome su lugar. Que sus hijos queden huérfanos de padre, y su esposa quede viuda. Que sus hijos vaguen como mendigos y que los echen de sus hogares destruidos. Que los acreedores se apoderen de toda su propiedad, y que los extraños se lleven todo lo que ha ganado. Que nadie sea amable con él; que ninguno tenga piedad de sus hijos sin padre. Que toda su descendencia muera; que el nombre de su familia quede borrado en la próxima generación. Que el Señor jamás olvide los pecados de su padre; que los pecados de su madre nunca se borren de los registros. Que el Señor siempre recuerde estos pecados, y que su nombre desaparezca de la memoria humana. Pues rehusó mostrar bondad a los demás; persiguió al pobre y al necesitado, y acosó hasta la muerte a los de corazón quebrantado. Le encantaba maldecir a otros; ahora, maldícelo tú a él. Jamás bendijo a nadie; ahora, no lo bendigas a él. Maldecir le resulta tan natural como la ropa que usa, o el agua que bebe o los alimentos deliciosos que come. Ahora, que sus maldiciones se vuelvan en su contra y se le peguen como la ropa; que le aprieten como un cinturón». Que esas maldiciones sean el castigo del Señor para los acusadores que hablan mal de mí. Pero a mí trátame bien, oh Señor Soberano, ¡por el honor de tu propia fama! Rescátame porque eres tan fiel y tan bueno. Pues soy pobre y estoy necesitado, y mi corazón está lleno de dolor. Me desvanezco como una sombra al anochecer; me quitan de encima como una langosta. Mis rodillas están débiles de tanto ayunar y estoy reducido a piel y huesos. Soy objeto de burla para la gente; cuando me ven, menean la cabeza en señal de desprecio. ¡Ayúdame, oh Señor mi Dios! Sálvame a causa de tu amor inagotable. Haz que vean que esto proviene de ti, que tú mismo lo has hecho, Señor . Entonces que me maldigan si quieren, ¡pero tú me bendecirás! Cuando me ataquen, ¡serán deshonrados! ¡Pero yo, tu siervo, seguiré alegrándome! Que mis acusadores se vistan de vergüenza; que la humillación los cubra como un manto. Pero yo daré gracias al Señor una y otra vez; lo alabaré ante todo el mundo. Pues él está junto al necesitado, listo para salvarlo de quienes lo condenan.’

CAPÍTULO 110

‘El Señor le dijo a mi Señor: «Siéntate en el lugar de honor a mi derecha, hasta que humille a tus enemigos y los ponga por debajo de tus pies». El Señor extenderá tu poderoso reino desde Jerusalén, y gobernarás a tus enemigos. Cuando vayas a la guerra, tu pueblo te servirá por voluntad propia. Estás envuelto en vestiduras santas, y tu fuerza se renovará cada día como el rocío de la mañana. El Señor ha hecho un juramento y no romperá su promesa: «Tú eres sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec». El Señor está a tu derecha para protegerte; derribará a muchos reyes cuando estalle su enojo. Castigará a las naciones y llenará de cadáveres sus territorios; destrozará cabezas por toda la tierra. Pero él se refrescará en los arroyos junto al camino. Saldrá vencedor.’

CAPÍTULO 111

‘¡Alabado sea el Señor ! Daré gracias al Señor con todo mi corazón al reunirme con su pueblo justo. ¡Qué asombrosas son las obras del Señor ! Todos los que se deleitan en él deberían considerarlas. Todo lo que él hace revela su gloria y majestad; su justicia nunca falla. Él nos hace recordar sus maravillosas obras. ¡Cuánta gracia y misericordia tiene nuestro Señor ! Da alimento a los que le temen; siempre recuerda su pacto. Ha mostrado su gran poder a su pueblo al entregarle las tierras de otras naciones. Todo lo que hace es justo y bueno, y todos sus mandamientos son confiables; siempre son verdaderos, para ser obedecidos fielmente y con integridad. Él pagó el rescate completo por su pueblo y les ha garantizado para siempre el pacto que hizo con ellos. ¡Qué santo e imponente es su nombre! El temor del Señor es la base de la verdadera sabiduría; todos los que obedecen sus mandamientos crecerán en sabiduría. ¡Alábenlo para siempre!’

CAPÍTULO 112

‘¡Alabado sea el Señor ! ¡Qué felices son los que temen al Señor y se deleitan en obedecer sus mandatos! Sus hijos tendrán éxito en todas partes; toda una generación de justos será bendecida. Ellos mismos serán ricos, y sus buenas acciones durarán para siempre. La luz brilla en la oscuridad para los justos; son generosos, compasivos y rectos. Les va bien a los que prestan dinero con generosidad y manejan sus negocios equitativamente. A estas personas no las vencerá el mal; a los rectos se los recordará por mucho tiempo. Ellos no tienen miedo de malas noticias; confían plenamente en que el Señor los cuidará. Tienen confianza y viven sin temor, y pueden enfrentar triunfantes a sus enemigos. Comparten con libertad y dan con generosidad a los necesitados; sus buenas acciones serán recordadas para siempre. Ellos tendrán influencia y recibirán honor. Los perversos lo verán y se pondrán furiosos. Rechinarán los dientes de enojo; se escabullirán avergonzados con sus esperanzas frustradas.’

CAPÍTULO 113

‘¡Alabado sea el Señor ! Sí, alábenle, oh siervos del Señor , ¡alaben el nombre del Señor ! Bendito sea el nombre del Señor ahora y para siempre. En todas partes —del oriente al occidente—, alaben el nombre del Señor . Él está por encima de las naciones; su gloria es más alta que los cielos. ¿Quién puede compararse con el Señor nuestro Dios, quien está entronizado en las alturas? Él se inclina para mirar el cielo y la tierra. Levanta del polvo a los pobres, y a los necesitados, del basurero. Los pone entre príncipes, ¡incluso entre los príncipes de su propio pueblo! A la mujer sin hijos le da una familia y la transforma en una madre feliz. ¡Alabado sea el Señor !’

CAPÍTULO 114

‘Cuando los israelitas escaparon de Egipto —cuando la familia de Jacob dejó esa tierra extranjera—, la tierra de Judá se convirtió en el santuario de Dios, e Israel llegó a ser su reino. El mar Rojo los vio venir y se apuró a quitarse del camino; el agua del río Jordán se hizo a un lado. ¡Las montañas saltaron como carneros, las colinas brincaron como corderos! ¿Qué te pasa, mar Rojo, qué te llevó a quitarte del camino? ¿Qué sucedió, río Jordán, que te hiciste a un lado? Montañas, ¿por qué saltaron como carneros? Colinas, ¿por qué brincaron como corderos? Tiembla, oh tierra, ante la presencia del Señor, ante el Dios de Jacob. Él convirtió la roca en una laguna de agua; sí, de la roca sólida fluyó un manantial.’

CAPÍTULO 115

‘No a nosotros, oh Señor , no a nosotros, sino a tu nombre le corresponde toda la gloria, por tu amor inagotable y tu fidelidad. ¿Por qué dejar que las naciones digan: «Dónde está el Dios de Israel»? Nuestro Dios está en los cielos y hace lo que le place. Los ídolos de ellos no son más que objetos de plata y oro; manos humanas les dieron forma. Tienen boca pero no pueden hablar, tienen ojos pero no pueden ver. Tienen oídos pero no pueden oír, y tienen nariz, pero no pueden oler. Tienen manos pero no pueden sentir, tienen pies pero no pueden caminar, y tienen garganta pero no pueden emitir sonidos. Y los que hacen ídolos son iguales a ellos, como también todos los que confían en ellos. ¡Oh Israel, confía en el Señor ! Él es tu ayudador y tu escudo. ¡Oh sacerdotes, descendientes de Aarón, confíen en el Señor ! Él es su ayudador y su escudo. ¡Todos los que temen al Señor , confíen en el Señor ! Él es su ayudador y su escudo. El Señor se acuerda de nosotros y nos bendecirá. Bendecirá al pueblo de Israel y bendecirá a los sacerdotes, los descendientes de Aarón. Bendecirá a los que temen al Señor , tanto a los grandes como a los humildes. Que el Señor los bendiga ricamente, tanto a ustedes como a sus hijos. Que sean bendecidos por el Señor , quien hizo los cielos y la tierra. Los cielos pertenecen al Señor , pero él ha dado la tierra a toda la humanidad. Los muertos no pueden cantar alabanzas al Señor porque han entrado en el silencio de la tumba. ¡Pero nosotros podemos alabar al Señor ahora y para siempre! ¡Alabado sea el Señor !’

CAPÍTULO 116

‘Amo al Señor porque escucha mi voz y mi oración que pide misericordia. Debido a que él se inclina para escuchar, ¡oraré mientras tenga aliento! La muerte me envolvió en sus cuerdas; los terrores de la tumba se apoderaron de mí. Lo único que veía era dificultad y dolor. Entonces invoqué el nombre del Señor : «¡ Señor , por favor, sálvame!». ¡Qué bondadoso es el Señor ! ¡Qué bueno es él! ¡Tan misericordioso, este Dios nuestro! El Señor protege a los que tienen fe como de un niño; estuve frente a la muerte, y él me salvó. Que mi alma descanse nuevamente, porque el Señor ha sido bueno conmigo. Me rescató de la muerte; quitó las lágrimas de mis ojos, y libró a mis pies de tropezar. ¡Así que camino en la presencia del Señor mientras vivo aquí en la tierra! Creí en ti, por tanto dije: « Señor , estoy muy afligido». En mi ansiedad clamé a ti: «¡Estas personas son todas mentirosas!». ¿Qué puedo ofrecerle al Señor por todo lo que ha hecho a mi favor? Levantaré la copa de la salvación y alabaré el nombre del Señor por salvarme. Cumpliré las promesas que le hice al Señor en presencia de todo su pueblo. Al Señor le conmueve profundamente la muerte de sus amados. Oh Señor , soy tu siervo; sí, soy tu siervo, nací en tu casa; me has liberado de mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de agradecimiento e invocaré el nombre del Señor . Cumpliré mis votos al Señor en presencia de todo su pueblo, en la casa del Señor , en el corazón de Jerusalén. ¡Alabado sea el Señor !’

CAPÍTULO 117

‘Alaben al Señor , todas ustedes, las naciones. Todos los pueblos de la tierra, alábenlo. Pues su amor inagotable por nosotros es poderoso; la fidelidad del Señor permanece para siempre. ¡Alabado sea el Señor !’

CAPÍTULO 118

‘¡Den gracias al Señor , porque él es bueno! Su fiel amor perdura para siempre. Que todo Israel repita: «Su fiel amor perdura para siempre». Que los descendientes de Aarón, los sacerdotes, repitan: «Su fiel amor perdura para siempre». Que todos los que temen al Señor repitan: «Su fiel amor perdura para siempre». En mi angustia oré al Señor , y el Señor me respondió y me liberó. El Señor está de mi parte, por tanto, no temeré. ¿Qué me puede hacer un simple mortal? Así es, el Señor está de mi parte; él me ayudará. Miraré triunfante a los que me odian. Es mejor refugiarse en el Señor que confiar en la gente. Es mejor refugiarse en el Señor que confiar en príncipes. Aunque me rodearon naciones hostiles, las destruí a todas con la autoridad del Señor . Así fue, me rodearon y me atacaron, pero las destruí a todas con la autoridad del Señor . Me rodearon como un enjambre de abejas; se enardecieron contra mí como un fuego crepitante, pero las destruí a todas con la autoridad del Señor . Mis enemigos hicieron todo lo posible para matarme, pero el Señor me rescató. El Señor es mi fuerza y mi canción; me ha dado la victoria. Se entonan canciones de alegría y de victoria en el campamento de los justos. ¡El fuerte brazo derecho del Señor ha hecho proezas gloriosas! El fuerte brazo derecho del Señor se levanta triunfante. ¡El fuerte brazo derecho del Señor ha hecho proezas gloriosas! No moriré, sino que viviré para contar lo que hizo el Señor . El Señor me castigó severamente, pero no me dejó morir. Ábranme las puertas por donde entran los justos, y entraré y daré gracias al Señor . Estas puertas conducen a la presencia del Señor y los justos entran allí. Te doy gracias por contestar mi oración, ¡y por darme la victoria! La piedra que los constructores rechazaron ahora se ha convertido en la piedra principal. Esto es obra del Señor y es maravilloso verlo. Este es el día que hizo el Señor ; nos gozaremos y alegraremos en él. Te rogamos, Señor , por favor, sálvanos. Te rogamos, por favor, Señor , haznos triunfar. Bendigan al que viene en el nombre del Señor . Desde la casa del Señor , los bendecimos. El Señor es Dios y brilla sobre nosotros. Lleven el sacrificio y átenlo con cuerdas sobre el altar. ¡Tú eres mi Dios y te alabaré! ¡Eres mi Dios y te exaltaré! ¡Den gracias al Señor , porque él es bueno! Su fiel amor perdura para siempre.’

CAPÍTULO 119

‘Felices son los íntegros, los que siguen las enseñanzas del Señor . Felices son los que obedecen sus leyes y lo buscan con todo el corazón. No negocian con el mal y andan solo en los caminos del Señor . Nos has ordenado que cumplamos cuidadosamente tus mandamientos. ¡Oh, cuánto deseo que mis acciones sean un vivo reflejo de tus decretos! Entonces no tendré vergüenza cuando compare mi vida con tus mandatos. A medida que aprendo tus justas ordenanzas, te daré las gracias viviendo como debo hacerlo. Obedeceré tus decretos; ¡por favor, no te des por vencido conmigo! ¿Cómo puede un joven mantenerse puro? Obedeciendo tu palabra. Me esforcé tanto por encontrarte; no permitas que me aleje de tus mandatos. He guardado tu palabra en mi corazón, para no pecar contra ti. Te alabo, oh Señor ; enséñame tus decretos. Recité en voz alta todas las ordenanzas que nos has dado. Me alegré en tus leyes tanto como en las riquezas. Estudiaré tus mandamientos y reflexionaré sobre tus caminos. Me deleitaré en tus decretos y no olvidaré tu palabra. Sé bueno con este siervo tuyo, para que viva y obedezca tu palabra. Abre mis ojos, para que vea las verdades maravillosas que hay en tus enseñanzas. No soy más que un extranjero en la tierra. ¡No escondas de mí tus mandatos! Siempre me conmueve el deseo de conocer tus ordenanzas. Tú reprendes al arrogante; los que se alejan de tus mandatos son malditos. No permitas que se burlen de mí y me insulten, pues he obedecido tus leyes. Hasta los príncipes se sientan y hablan contra mí, pero yo meditaré en tus decretos. Tus leyes me agradan; me dan sabios consejos. Estoy tirado en el polvo; revíveme con tu palabra. Te conté mis planes y me respondiste. Ahora, enséñame tus decretos. Ayúdame a comprender el significado de tus mandamientos, y meditaré en tus maravillosas obras. Lloro con tristeza; aliéntame con tu palabra. Líbrame de mentirme a mí mismo; dame el privilegio de conocer tus enseñanzas. He optado por ser fiel; estoy decidido a vivir de acuerdo con tus ordenanzas. Me aferro a tus leyes. Señor , ¡no dejes que pase vergüenza! Perseguiré tus mandatos, porque tú aumentas mi comprensión. Enséñame tus decretos, oh Señor ; los cumpliré hasta el fin. Dame entendimiento y obedeceré tus enseñanzas; las pondré en práctica con todo mi corazón. Hazme andar por el camino de tus mandatos, porque allí es donde encuentro mi felicidad. Dame entusiasmo por tus leyes en lugar de amor por el dinero. Aparta mis ojos de cosas inútiles y dame vida mediante tu palabra. Confirma a tu siervo tu promesa, la promesa que hiciste a los que te temen. Ayúdame a abandonar mis caminos vergonzosos, porque tus ordenanzas son buenas. ¡Anhelo obedecer tus mandamientos! Renueva mi vida con tu bondad. Señor , concédeme tu amor inagotable, la salvación que me prometiste. Entonces podré responder a los que se burlan de mí, porque confío en tu palabra. No arrebates de mí tu palabra de verdad, pues tus ordenanzas son mi única esperanza. Seguiré obedeciendo tus enseñanzas por siempre y para siempre. Caminaré en libertad, porque me he dedicado a tus mandamientos. A los reyes les hablaré de tu ley, y no me avergonzaré. ¡Cuánto me deleito en tus mandatos! ¡Cómo los amo! Honro y amo tus mandatos; en tus decretos medito. Recuerda la promesa que me hiciste; es mi única esperanza. Tu promesa renueva mis fuerzas; me consuela en todas mis dificultades. Los orgullosos me tratan con un desprecio total, pero yo no me aparto de tus enseñanzas. Medito en tus antiguas ordenanzas; oh Señor , ellas me consuelan. Me pongo furioso con los perversos, porque rechazan tus enseñanzas. Tus decretos han sido el tema de mis canciones en todos los lugares donde he vivido. De noche reflexiono sobre quién eres, Señor ; por lo tanto, obedezco tus enseñanzas. Así paso mis días: obedeciendo tus mandamientos. ¡ Señor , eres mío! ¡Prometo obedecer tus palabras! Deseo tus bendiciones con todo el corazón; ten misericordia, como lo prometiste. Consideré el rumbo de mi vida y decidí volver a tus leyes. Me apresuraré sin demora a obedecer tus mandatos. Gente malvada trata de arrastrarme al pecado, pero estoy firmemente anclado a tus enseñanzas. Me levanto a medianoche para agradecerte por tus justas ordenanzas. Soy amigo de todo el que te teme, de todo el que obedece tus mandamientos. Oh Señor , tu amor inagotable llena la tierra; enséñame tus decretos. Señor , has hecho muchas cosas buenas a mi favor tal como lo prometiste. Creo en tus mandatos; ahora enséñame el buen juicio y dame conocimiento. Yo solía desviarme, hasta que me disciplinaste; pero ahora sigo de cerca tu palabra. Tú eres bueno y haces únicamente el bien; enséñame tus decretos. Los arrogantes me difaman con mentiras, pero la verdad es que obedezco tus mandamientos con todo el corazón. El corazón de ellos es torpe y necio; yo, en cambio, me deleito en tus enseñanzas. El sufrimiento me hizo bien, porque me enseñó a prestar atención a tus decretos. Tus enseñanzas son más valiosas para mí que millones en oro y plata. Tú me hiciste; me creaste. Ahora dame la sensatez de seguir tus mandatos. Que todos los que te temen encuentren en mí un motivo de alegría, porque he puesto mi esperanza en tu palabra. Señor , sé que tus ordenanzas son justas; me disciplinaste porque lo necesitaba. Ahora deja que tu amor inagotable me consuele, tal como le prometiste a este siervo tuyo. Rodéame con tus tiernas misericordias para que viva, porque tus enseñanzas son mi deleite. Trae deshonra sobre los arrogantes que mintieron sobre mí; mientras tanto, me concentraré en tus mandamientos. Permite que esté unido a todos los que te temen, los que conocen tus leyes. Que sea intachable en guardar tus decretos; entonces nunca seré avergonzado. Estoy agotado de tanto esperar a que me rescates, pero he puesto mi esperanza en tu palabra. Mis ojos se esfuerzan por ver cumplidas tus promesas; ¿cuándo me consolarás? Estoy arrugado como un odre ahumado, pero no me olvidé de obedecer tus decretos. ¿Hasta cuándo tendré que esperar? ¿Cuándo castigarás a los que me persiguen? Estos arrogantes que odian tus enseñanzas cavaron hoyos profundos para atraparme. Todos tus mandatos son confiables. Protégeme de aquellos que me persiguen sin causa. Casi acaban conmigo, pero me negué a abandonar tus mandamientos. En tu amor inagotable, perdona mi vida; entonces podré continuar obedeciendo tus leyes. Tu eterna palabra, oh Señor , se mantiene firme en el cielo. Tu fidelidad se extiende a cada generación, y perdura igual que la tierra que creaste. Tus ordenanzas siguen siendo verdad hasta el día de hoy, porque todo está al servicio de tus planes. Si tus enseñanzas no me hubieran sostenido con alegría, ya habría muerto en mi sufrimiento. Jamás olvidaré tus mandamientos, pues por medio de ellos me diste vida. Soy tuyo, ¡rescátame!, porque me he esforzado mucho en obedecer tus mandamientos. Aunque los malvados se escondan por el camino para matarme, con calma, mantendré mi mente puesta en tus leyes. Aun la perfección tiene sus límites, pero tus mandatos no tienen límite. ¡Oh, cuánto amo tus enseñanzas! Pienso en ellas todo el día. Tus mandatos me hacen más sabio que mis enemigos, pues me guían constantemente. Así es, tengo mejor percepción que mis maestros, porque siempre pienso en tus leyes. Hasta soy más sabio que los ancianos, porque he obedecido tus mandamientos. Me negué a andar por cualquier mal camino, a fin de permanecer obediente a tu palabra. No me he apartado de tus ordenanzas, porque me has enseñado bien. ¡Qué dulces son a mi paladar tus palabras! Son más dulces que la miel. Tus mandamientos me dan entendimiento; ¡con razón detesto cada camino falso de la vida! Tu palabra es una lámpara que guía mis pies y una luz para mi camino. Lo prometí una vez y volveré a prometerlo: obedeceré tus justas ordenanzas. He sufrido mucho, oh Señor ; restaura mi vida, como lo prometiste. Señor , acepta mi ofrenda de alabanza y enséñame tus ordenanzas. Mi vida pende de un hilo constantemente, pero no dejaré de obedecer tus enseñanzas. Los malvados me han tendido sus trampas, pero no me apartaré de tus mandamientos. Tus leyes son mi tesoro; son el deleite de mi corazón. Estoy decidido a obedecer tus decretos hasta el final. Detesto a los que tienen divididas sus lealtades, pero amo tus enseñanzas. Tú eres mi refugio y mi escudo; tu palabra es la fuente de mi esperanza. Lárguense de mi vida, ustedes los de mente malvada, porque tengo la intención de obedecer los mandatos de mi Dios. ¡ Señor , sostenme como prometiste para que viva! No permitas que se aplaste mi esperanza. Sostenme y seré rescatado; entonces meditaré continuamente en tus decretos. Pero has rechazado a todos los que se apartan de tus decretos, quienes no hacen más que engañarse a sí mismos. Desechas a los perversos de la tierra como si fueran desperdicios; ¡con razón me encanta obedecer tus leyes! Me estremezco por mi temor a ti; quedo en temor reverente ante tus ordenanzas. No me dejes a merced de mis enemigos, porque he hecho lo que es correcto y justo. Te ruego que me des seguridad de una bendición. ¡No permitas que los arrogantes me opriman! Mis ojos se esfuerzan por ver tu rescate, por ver la verdad de tu promesa cumplida. Soy tu siervo; trátame con tu amor inagotable y enséñame tus decretos. Da discernimiento a este siervo tuyo; entonces comprenderé tus leyes. Señor , es tiempo de que actúes, porque esta gente malvada ha desobedecido tus enseñanzas. De verdad, amo tus mandatos más que el oro, incluso que el oro más fino. Cada uno de tus mandamientos es recto; por eso detesto todo camino falso. Tus leyes son maravillosas. ¡Con razón las obedezco! La enseñanza de tu palabra da luz, de modo que hasta los simples pueden entender. Abro la boca y jadeo anhelando tus mandatos. Ven y muéstrame tu misericordia, como lo haces con todos los que aman tu nombre. Guía mis pasos conforme a tu palabra, para que no me domine el mal. Rescátame de la opresión de la gente malvada, entonces podré obedecer tus mandamientos. Mírame con amor; enséñame tus decretos. Torrentes de lágrimas brotan de mis ojos, porque la gente desobedece tus enseñanzas. Oh Señor , tú eres recto, y tus ordenanzas son justas. Tus leyes son perfectas y absolutamente confiables. La indignación me agobia, porque mis enemigos despreciaron tus palabras. Tus promesas fueron sometidas a una prueba rigurosa; por eso las amo tanto. Soy insignificante y despreciado, pero no olvido tus mandamientos. Tu justicia es eterna, y tus enseñanzas son totalmente ciertas. Cuando la presión y el estrés se me vienen encima, yo encuentro alegría en tus mandatos. Tus leyes siempre tienen razón; ayúdame a entenderlas para poder vivir. Oro con todo el corazón; ¡respóndeme, Señor ! Obedeceré tus decretos. A ti clamo; rescátame para que pueda obedecer tus leyes. Me levanto temprano, antes de que salga el sol; clamo en busca de ayuda y pongo mi esperanza en tus palabras. Me quedo despierto durante toda la noche, pensando en tu promesa. Oh Señor , en tu fiel amor oye mi clamor; que el seguir tus ordenanzas me reanime. Los que no respetan la ley vienen a atacarme; viven alejados de tus enseñanzas. Pero tú estás cerca, oh Señor , y todos tus mandatos son ciertos. Desde los primeros días sé que tus leyes durarán para siempre. Mira mi sufrimiento y rescátame, porque no me he olvidado de tus enseñanzas. ¡Defiende mi caso; ponte de mi lado! Protege mi vida como lo prometiste. Los perversos están lejos de ser rescatados, porque no se interesan en tus decretos. Señor , qué grande es tu misericordia; que el seguir tus ordenanzas me reanime. Muchos me persiguen y me molestan, sin embargo, no me he desviado de tus leyes. Ver a esos traidores me enferma el corazón, porque no les importa nada tu palabra. Mira cómo amo tus mandamientos, Señor . Por tu amor inagotable, devuélveme la vida. La esencia misma de tus palabras es verdad; tus justas ordenanzas permanecerán para siempre. Gente poderosa me acosa sin razón, pero mi corazón tiembla únicamente ante tu palabra. Me alegro en tu palabra como alguien que descubre un gran tesoro. Odio y detesto toda falsedad, pero amo tus enseñanzas. Te alabaré siete veces al día porque todas tus ordenanzas son justas. Los que aman tus enseñanzas tienen mucha paz y no tropiezan. Anhelo que me rescates, Señor , por eso, he obedecido tus mandatos. Obedecí tus leyes, porque las amo mucho. Así es, obedezco tus leyes y tus mandamientos porque tú sabes todo lo que hago. Oh Señor , escucha mi clamor; dame la capacidad de discernir que me prometiste. Escucha mi oración; rescátame como lo prometiste. Que la alabanza fluya de mis labios, porque me has enseñado tus decretos. Que mi lengua cante de tu palabra, porque todos tus mandatos son correctos. Tiéndeme una mano de ayuda, porque opté por seguir tus mandamientos. Oh Señor , he anhelado que me rescates, y tus enseñanzas son mi deleite. Déjame vivir para que pueda alabarte, y que tus ordenanzas me ayuden. He andado descarriado como una oveja perdida; ven a buscarme, porque no me he olvidado de tus mandatos.’

CAPÍTULO 120

‘Llevé mis problemas al Señor ; clamé a él, y respondió a mi oración. Rescátame, oh Señor , de los mentirosos y de todos los embusteros. ¡Ay, lengua engañosa! ¿Qué hará Dios contigo? ¿Cómo aumentará tu castigo? Te atravesarán con flechas afiladas y te quemarán con brasas encendidas. Cuánto sufro en el lejano Mesec. Me duele habitar en el distante Cedar. Estoy cansado de vivir entre personas que odian la paz. Busco la paz; pero, cuando hablo de paz, ¡ellos quieren guerra!’

CAPÍTULO 121

‘Levanto la vista hacia las montañas; ¿viene de allí mi ayuda? ¡Mi ayuda viene del Señor , quien hizo el cielo y la tierra! Él no permitirá que tropieces; el que te cuida no se dormirá. En efecto, el que cuida a Israel nunca duerme ni se adormece. ¡El Señor mismo te cuida! El Señor está a tu lado como tu sombra protectora. El sol no te hará daño durante el día, ni la luna durante la noche. El Señor te libra de todo mal y cuida tu vida. El Señor te protege al entrar y al salir, ahora y para siempre.’

CAPÍTULO 122

‘Me alegré cuando me dijeron: «Vayamos a la casa del Señor ». Y ahora, aquí estamos, de pie dentro de tus puertas, oh Jerusalén. Jerusalén es una ciudad bien construida; sus murallas compactas son impenetrables. Todas las tribus de Israel —que son el pueblo del Señor — peregrinan hasta aquí. Vienen a dar gracias al nombre del Señor , como la ley requiere de Israel. Aquí están los tronos donde se emiten los juicios, los tronos de la dinastía de David. Oren por la paz de Jerusalén; que todos los que aman a esta ciudad prosperen. Oh Jerusalén, que haya paz dentro de tus murallas y prosperidad en tus palacios. Por amor a mi familia y a mis amigos, diré: «Que tengas paz». Por amor a la casa del Señor nuestro Dios, buscaré lo mejor para ti, oh Jerusalén.’

CAPÍTULO 123

‘Levanto mis ojos a ti, oh Dios, entronizado en el cielo. Seguimos buscando la misericordia del Señor nuestro Dios, así como los sirvientes fijan los ojos en su amo y la esclava observa a su ama, atenta al más mínimo gesto. Ten misericordia de nosotros, Señor , ten misericordia, porque ya estamos hartos de tanto desprecio. Ya estamos más que hartos de las burlas de los orgullosos y del desprecio de los arrogantes.’

CAPÍTULO 124

​​‘¿Qué habría ocurrido si el Señor no hubiera estado de nuestro lado? Que todo Israel repita: ¿Qué habría ocurrido si el Señor no hubiera estado de nuestro lado cuando nos atacaron? Nos habrían tragado vivos en el ardor de su enojo. Las aguas nos habrían envuelto; un torrente nos habría inundado. Así es, las impetuosas aguas de su furia nos habrían ahogado hasta la vida misma. ¡Alaben al Señor , quien no permitió que nos despedazaran con sus dientes! Escapamos como un pájaro de la trampa del cazador; ¡la trampa se rompió y somos libres! Nuestra ayuda viene del Señor , quien hizo el cielo y la tierra.’

CAPÍTULO 125

‘Los que confían en el Señor están seguros como el monte Sion; no serán vencidos, sino que permanecerán para siempre. Así como las montañas rodean a Jerusalén, así rodea el Señor a su pueblo, ahora y siempre. Los perversos no gobernarán la tierra de los justos, porque entonces los justos podrían ser tentados a hacer el mal. Oh Señor , haz bien a los que son buenos, a los que tienen el corazón en armonía contigo. Pero expulsa a los que recurren a caminos torcidos, oh Señor ; llévatelos junto con aquellos que hacen el mal. ¡Que Israel tenga paz!’

CAPÍTULO 126

‘Cuando el Señor trajo a los desterrados de regreso a Jerusalén, ¡fue como un sueño! Nos llenamos de risa y cantamos de alegría. Y las otras naciones dijeron: «Cuántas maravillas ha hecho el Señor por ellos». ¡Así es, el Señor ha hecho maravillas por nosotros! ¡Qué alegría! Restaura nuestro bienestar, Señor , como los arroyos renuevan el desierto. Los que siembran con lágrimas cosecharán con gritos de alegría. Lloran al ir sembrando sus semillas, pero regresan cantando cuando traen la cosecha.’

CAPÍTULO 127

‘Si el Señor no construye la casa, el trabajo de los constructores es una pérdida de tiempo. Si el Señor no protege la ciudad, protegerla con guardias no sirve para nada. Es inútil que te esfuerces tanto, desde temprano en la mañana hasta tarde en la noche, y te preocupes por conseguir alimento; porque Dios da descanso a sus amados. Los hijos son un regalo del Señor ; son una recompensa de su parte. Los hijos que le nacen a un hombre joven son como flechas en manos de un guerrero. ¡Qué feliz es el hombre que tiene su aljaba llena de ellos! No pasará vergüenza cuando enfrente a sus acusadores en las puertas de la ciudad.’

CAPÍTULO 128

‘¡Qué feliz es el que teme al Señor , todo el que sigue sus caminos! Gozarás del fruto de tu trabajo; ¡qué feliz y próspero serás! Tu esposa será como una vid fructífera, floreciente en el hogar. Tus hijos serán como vigorosos retoños de olivo alrededor de tu mesa. Esa es la bendición del Señor para los que le temen. Que el Señor te bendiga continuamente desde Sion; que veas prosperar a Jerusalén durante toda tu vida. Que vivas para disfrutar de tus nietos. ¡Que Israel tenga paz!’

CAPÍTULO 129

‘Desde mi temprana juventud, mis enemigos me han perseguido. Que todo Israel repita: Desde mi temprana juventud, mis enemigos me han perseguido, pero nunca me derrotaron. Tengo la espalda cubierta de heridas, como si un agricultor hubiera arado largos surcos. Pero el Señor es bueno; cortó las cuerdas con que me ataban los impíos. Que todos los que odian a Jerusalén retrocedan en vergonzosa derrota. Que sean tan inútiles como la hierba que crece en un techo, que se pone amarilla a la mitad de su desarrollo, que es ignorada por el cosechador y despreciada por el que hace los manojos. Y que los que pasan por allí se nieguen a darles esta bendición: «El Señor los bendiga; los bendecimos en el nombre del Señor ».’

CAPÍTULO 130

‘Desde lo profundo de mi desesperación, oh Señor , clamo por tu ayuda. Escucha mi clamor, oh Señor. Presta atención a mi oración. Señor , si llevaras un registro de nuestros pecados, ¿quién, oh Señor, podría sobrevivir? Pero tú ofreces perdón, para que aprendamos a temerte. Yo cuento con el Señor ; sí, cuento con él. En su palabra he puesto mi esperanza. Anhelo al Señor más que los centinelas el amanecer, sí, más de lo que los centinelas anhelan el amanecer. Oh Israel, espera en el Señor , porque en el Señor hay amor inagotable; su redención sobreabunda. Él mismo redimirá a Israel de toda clase de pecado.’

CAPÍTULO 131

‘ Señor , mi corazón no es orgulloso; mis ojos no son altivos. No me intereso en cuestiones demasiado grandes o impresionantes que no puedo asimilar. En cambio, me he calmado y aquietado, como un niño destetado que ya no llora por la leche de su madre. Sí, tal como un niño destetado es mi alma en mi interior. Oh Israel, pon tu esperanza en el Señor , ahora y siempre.’

CAPÍTULO 132

‘ Señor , acuérdate de David y de todo lo que sufrió. Le hizo una promesa solemne al Señor ; le juró al Poderoso de Israel: «No iré a mi hogar ni me permitiré descansar; no dejaré que mis ojos duerman ni cerraré los párpados adormecidos hasta que encuentre un lugar donde construir una casa para el Señor , un santuario para el Poderoso de Israel». Oímos que el arca estaba en Efrata; luego la encontramos en los campos distantes de Jaar. Vayamos al santuario del Señor ; adoremos al pie de su trono. Levántate, oh Señor , y entra en tu lugar de descanso, junto con el arca, símbolo de tu poder. Que tus sacerdotes se vistan de santidad; que tus leales servidores canten de alegría. Por amor a tu siervo David, no rechaces al rey que has ungido. El Señor le hizo un juramento a David con una promesa que nunca retirará: «Pondré a uno de tus descendientes en tu trono. Si tus descendientes obedecen las condiciones de mi pacto y las leyes que les enseño, entonces tu linaje real continuará por siempre y para siempre». Pues el Señor ha escogido a Jerusalén; ha querido que sea su hogar. «Este es mi lugar de descanso para siempre —dijo—; viviré aquí porque este es el hogar que he deseado. Bendeciré a esta ciudad y la haré próspera; saciaré a sus pobres con alimento. Vestiré a sus sacerdotes con santidad; sus fieles servidores cantarán de alegría. Aquí aumentaré el poder de David; mi ungido será una luz para mi pueblo. Vestiré de vergüenza a sus enemigos, pero él será un rey glorioso».’

CAPÍTULO 133

‘¡Qué maravilloso y agradable es cuando los hermanos conviven en armonía! Pues la armonía es tan preciosa como el aceite de la unción que se derramó sobre la cabeza de Aarón, que corrió por su barba hasta llegar al borde de su túnica. La armonía es tan refrescante como el rocío del monte Hermón que cae sobre las montañas de Sion. Y allí el Señor ha pronunciado su bendición, incluso la vida eterna.’

CAPÍTULO 134

‘Alaben al Señor , todos ustedes, siervos del Señor , que sirven de noche en la casa del Señor . Levanten sus manos hacia el santuario, y alaben al Señor . Que el Señor , quien hizo el cielo y la tierra, te bendiga desde Jerusalén.’

CAPÍTULO 135

‘¡Alabado sea el Señor ! ¡Alaben el nombre del Señor ! Alábenlo, ustedes, los que sirven al Señor , los que sirven en la casa del Señor , en los atrios de la casa de nuestro Dios. Alaben al Señor , porque el Señor es bueno; celebren con música su precioso nombre. Pues el Señor escogió a Jacob para sí, a Israel, como su tesoro especial. Yo conozco la grandeza del Señor : nuestro Señor es más grande que cualquier otro dios. El Señor hace lo que le place por todo el cielo y toda la tierra, y en los océanos y sus profundidades. Hace que las nubes se eleven sobre toda la tierra. Envía relámpagos junto con la lluvia y suelta el viento desde sus depósitos. Destruyó al primer hijo varón de cada hogar egipcio y a las primeras crías de los animales. Realizó señales milagrosas y maravillas en Egipto en contra del faraón y todo su pueblo. Hirió de muerte a grandes naciones y masacró a reyes poderosos: a Sehón, rey de los amorreos; a Og, rey de Basán, y a todos los reyes de Canaán. Entregó sus tierras como herencia, como preciada posesión a su pueblo Israel. Tu nombre, oh Señor , permanece para siempre; tu fama, oh Señor , se conoce en cada generación. Pues el Señor hará justicia a su pueblo y tendrá compasión de sus siervos. Los ídolos de las naciones no son más que objetos de plata y oro; manos humanas les dieron forma. Tienen boca pero no pueden hablar, tienen ojos pero no pueden ver. Tienen oídos pero no pueden oír, tienen boca pero no pueden respirar. Y los que hacen ídolos son iguales a ellos, como también todos los que confían en ellos. ¡Oh Israel, alaba al Señor ! ¡Oh sacerdotes —descendientes de Aarón—, alaben al Señor ! ¡Oh levitas, alaben al Señor ! ¡Todos los que temen al Señor , alaben al Señor ! El Señor sea alabado desde Sion, porque él vive aquí en Jerusalén. ¡Alabado sea el Señor !’

CAPÍTULO 136

‘¡Den gracias al Señor , porque él es bueno! Su fiel amor perdura para siempre. Den gracias al Dios de dioses. Su fiel amor perdura para siempre. Den gracias al Señor de señores. Su fiel amor perdura para siempre. Den gracias al único que puede hacer milagros poderosos. Su fiel amor perdura para siempre. Den gracias al que hizo los cielos con tanta habilidad. Su fiel amor perdura para siempre. Den gracias al que ubicó la tierra en medio de las aguas. Su fiel amor perdura para siempre. Den gracias al que hizo las lumbreras celestiales: Su fiel amor perdura para siempre. el sol para que gobierne de día, Su fiel amor perdura para siempre. y la luna y las estrellas para que gobiernen de noche. Su fiel amor perdura para siempre. Den gracias al que mató a los hijos mayores de Egipto. Su fiel amor perdura para siempre. Él sacó a Israel de Egipto. Su fiel amor perdura para siempre. Actuó con mano fuerte y brazo poderoso. Su fiel amor perdura para siempre. Den gracias al que separó las aguas del mar Rojo. Su fiel amor perdura para siempre. Hizo cruzar a salvo a Israel, Su fiel amor perdura para siempre. pero arrojó al mar Rojo al faraón y a su ejército. Su fiel amor perdura para siempre. Den gracias al que guio a su pueblo por el desierto. Su fiel amor perdura para siempre. Den gracias al que hirió de muerte a reyes poderosos. Su fiel amor perdura para siempre. Mató a reyes poderosos: Su fiel amor perdura para siempre. a Sehón, rey de los amorreos, Su fiel amor perdura para siempre. y a Og, rey de Basán. Su fiel amor perdura para siempre. Dios entregó las tierras de estos reyes como herencia: Su fiel amor perdura para siempre. como preciada posesión a su siervo Israel. Su fiel amor perdura para siempre. Él se acordó de nosotros en nuestras debilidades. Su fiel amor perdura para siempre. Nos salvó de nuestros enemigos. Su fiel amor perdura para siempre. Él provee alimento a todo ser viviente. Su fiel amor perdura para siempre. Den gracias al Dios del cielo. Su fiel amor perdura para siempre.’

CAPÍTULO 137

‘Junto a los ríos de Babilonia, nos sentamos y lloramos al pensar en Jerusalén. Guardamos las arpas, las colgamos en las ramas de los álamos. Pues nuestros captores nos exigían que cantáramos; los que nos atormentaban insistían en un himno de alegría: «¡Cántennos una de esas canciones acerca de Jerusalén!». ¿Pero cómo podemos entonar las canciones del Señor mientras estamos en una tierra pagana? Si me olvido de ti, oh Jerusalén, que mi mano derecha se olvide de cómo tocar el arpa. Que la lengua se me pegue al paladar si dejo de recordarte, si no hago de Jerusalén mi mayor alegría. Oh Señor , recuerda lo que hicieron los edomitas el día en que los ejércitos de Babilonia tomaron a Jerusalén. «¡Destrúyanla! —gritaron—. ¡Allánenla hasta reducirla a escombros!». Oh Babilonia, serás destruida; feliz será el que te haga pagar por lo que nos has hecho. ¡Feliz será el que tome a tus bebés y los estrelle contra las rocas!’

CAPÍTULO 138

‘Te doy gracias, oh Señor , con todo el corazón; delante de los dioses cantaré tus alabanzas. Me inclino ante tu santo templo mientras adoro; alabo tu nombre por tu amor inagotable y tu fidelidad, porque tus promesas están respaldadas por todo el honor de tu nombre. En cuanto oro, tú me respondes; me alientas al darme fuerza. Todos los reyes del mundo te darán gracias, Señor , porque cada uno de ellos escuchará tus palabras. Así es, cantarán acerca de los caminos del Señor , porque la gloria del Señor es muy grande. Aunque el Señor es grande, se ocupa de los humildes, pero se mantiene distante de los orgullosos. Aunque estoy rodeado de dificultades, tú me protegerás del enojo de mis enemigos. Extiendes tu mano, y el poder de tu mano derecha me salva. El Señor llevará a cabo los planes que tiene para mi vida, pues tu fiel amor, oh Señor , permanece para siempre. No me abandones, porque tú me creaste.’

CAPÍTULO 139

‘Oh Señor , has examinado mi corazón y sabes todo acerca de mí. Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto; conoces mis pensamientos, aun cuando me encuentro lejos. Me ves cuando viajo y cuando descanso en casa. Sabes todo lo que hago. Sabes lo que voy a decir incluso antes de que lo diga, Señor . Vas delante y detrás de mí. Pones tu mano de bendición sobre mi cabeza. Semejante conocimiento es demasiado maravilloso para mí; ¡es tan elevado que no puedo entenderlo! ¡Jamás podría escaparme de tu Espíritu! ¡Jamás podría huir de tu presencia! Si subo al cielo, allí estás tú; si desciendo a la tumba, allí estás tú. Si cabalgo sobre las alas de la mañana, si habito junto a los océanos más lejanos, aun allí me guiará tu mano y me sostendrá tu fuerza. Podría pedirle a la oscuridad que me ocultara, y a la luz que me rodea, que se convierta en noche; pero ni siquiera en la oscuridad puedo esconderme de ti. Para ti, la noche es tan brillante como el día. La oscuridad y la luz son lo mismo para ti. Tú creaste las delicadas partes internas de mi cuerpo y me entretejiste en el vientre de mi madre. ¡Gracias por hacerme tan maravillosamente complejo! Tu fino trabajo es maravilloso, lo sé muy bien. Tú me observabas mientras iba cobrando forma en secreto, mientras se entretejían mis partes en la oscuridad de la matriz. Me viste antes de que naciera. Cada día de mi vida estaba registrado en tu libro. Cada momento fue diseñado antes de que un solo día pasara. Qué preciosos son tus pensamientos acerca de mí, oh Dios. ¡No se pueden enumerar! Ni siquiera puedo contarlos; ¡suman más que los granos de la arena! Y cuando despierto, ¡todavía estás conmigo! ¡Oh Dios, si tan solo destruyeras a los perversos! ¡Lárguense de mi vida, ustedes asesinos! Blasfeman contra ti; tus enemigos hacen mal uso de tu nombre. Oh Señor , ¿no debería odiar a los que te odian? ¿No debería despreciar a los que se te oponen? Sí, los odio con todas mis fuerzas, porque tus enemigos son mis enemigos. Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce los pensamientos que me inquietan. Señálame cualquier cosa en mí que te ofenda y guíame por el camino de la vida eterna.’

CAPÍTULO 140

‘Oh Señor , rescátame de los malvados; protégeme de los que son violentos, de quienes traman el mal en el corazón y causan problemas todo el día. Su lengua pica como una serpiente; veneno de víbora gotea de sus labios. Interludio Oh Señor , líbrame de la mano de los perversos; protégeme de los violentos porque traman un complot en mi contra. Los orgullosos tendieron una trampa para atraparme; extendieron una red; colocaron trampas a lo largo del camino. Interludio Le dije al Señor : «¡Tú eres mi Dios!». ¡Escucha, oh Señor , mis súplicas por misericordia! Oh Señor Soberano, tú eres el poderoso que me rescató. Tú me protegiste en el día de la batalla. Señor , no permitas que los malvados se salgan con la suya; no dejes que prosperen sus maquinaciones malignas porque se volverán orgullosos. Interludio Que mis enemigos sean destruidos por el mismo mal que han planeado contra mí. Que les caigan carbones encendidos sobre la cabeza; que sean arrojados al fuego o a pozos llenos de agua donde no haya escapatoria. No dejes que los mentirosos prosperen en nuestra tierra; haz que les caigan grandes calamidades a los violentos. Pero a los que ellos persiguen, yo sé que el Señor los ayudará y hará justicia a los pobres. Sin duda, los rectos alaban tu nombre; los justos vivirán en tu presencia.’

CAPÍTULO 141

‘Oh Señor , clamo a ti. ¡Por favor, apresúrate! ¡Escucha cuando clamo a ti por ayuda! Acepta como incienso la oración que te ofrezco, y mis manos levantadas, como una ofrenda vespertina. Toma control de lo que digo, oh Señor , y guarda mis labios. No permitas que me deslice hacia el mal ni que me involucre en actos perversos. No me dejes participar de los manjares de quienes hacen lo malo. ¡Deja que los justos me golpeen! ¡Será un acto de bondad! Si me corrigen, es un remedio calmante; no permitas que lo rechace. Pero oro constantemente en contra de los perversos y de lo que hacen. Cuando a sus líderes los arrojen por un acantilado, los perversos escucharán mis palabras y descubrirán que son verdad. Como las piedras que levanta el arado, los huesos de los perversos quedarán esparcidos, sin que nadie los entierre. Busco tu ayuda, oh Señor Soberano. Tú eres mi refugio; no dejes que me maten. Líbrame de las trampas que me han tendido y de los engaños de los que hacen el mal. Que los perversos caigan en sus propias redes, pero a mí, déjame escapar.’

CAPÍTULO 142

‘Clamo al Señor ; ruego la misericordia del Señor . Expongo mis quejas delante de él y le cuento todos mis problemas. Cuando me siento agobiado, solo tú sabes qué camino debo tomar. Vaya adonde vaya, mis enemigos me han tendido trampas. Busco a alguien que venga a ayudarme, ¡pero a nadie se le ocurre hacerlo! Nadie me ayudará; a nadie le importa un bledo lo que me pasa. Entonces oro a ti, oh Señor , y digo: «Tú eres mi lugar de refugio. En verdad, eres todo lo que quiero en la vida. Oye mi clamor, porque estoy muy decaído. Rescátame de mis perseguidores, porque son demasiado fuertes para mí. Sácame de la prisión para que pueda agradecerte. Los justos se amontonarán a mi alrededor, porque tú eres bueno conmigo».’

CAPÍTULO 143

‘Oye mi oración, oh Señor ; ¡escucha mi ruego! Respóndeme, porque eres fiel y justo. No lleves a juicio a tu siervo, porque ante ti nadie es inocente. El enemigo me ha perseguido; me ha tirado al suelo y me obliga a vivir en la oscuridad como los que están en la tumba. Estoy perdiendo toda esperanza; quedo paralizado de miedo. Recuerdo los días de antaño. Medito en todas tus grandes obras y pienso en lo que has hecho. A ti levanto mis manos en oración; tengo sed de ti como la tierra reseca tiene sed de lluvia. Interludio Ven pronto, Señor , y respóndeme, porque mi abatimiento se profundiza. No te apartes de mí, o moriré. Hazme oír cada mañana acerca de tu amor inagotable, porque en ti confío. Muéstrame por dónde debo andar, porque a ti me entrego. Rescátame de mis enemigos, Señor ; corro a ti para que me escondas. Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios. Que tu buen Espíritu me lleve hacia adelante con pasos firmes. Para gloria de tu nombre, oh Señor , preserva mi vida; por tu fidelidad, sácame de esta angustia. En tu amor inagotable, silencia a todos mis enemigos y destruye a todos mis adversarios, porque soy tu siervo.’

CAPÍTULO 144

‘Alaben al Señor , mi roca. Él entrena mis manos para la guerra y da destreza a mis dedos para la batalla. Él es mi aliado amoroso y mi fortaleza, mi torre de seguridad y quien me rescata. Es mi escudo, y en él me refugio. Hace que las naciones se sometan a mí. Oh Señor , ¿qué son los seres humanos para que te fijes en ellos, los simples mortales para que te preocupes por ellos? Pues son como un suspiro; sus días son como una sombra pasajera. Abre los cielos, Señor , y desciende; toca las montañas para que echen humo. ¡Lanza tus rayos y esparce a tus enemigos! ¡Dispara tus flechas y confúndelos! Alcánzame desde el cielo y rescátame; sálvame de las aguas profundas, del poder de mis enemigos. Su boca está llena de mentiras; juran decir la verdad pero, al contrario, mienten. ¡Te entonaré una nueva canción, oh Dios! Cantaré tus alabanzas con un arpa de diez cuerdas. ¡Pues tú concedes la victoria a los reyes! Rescataste a tu siervo David de la espada mortal. ¡Sálvame! Rescátame del poder de mis enemigos. Su boca está llena de mentiras; juran decir la verdad pero, al contrario, mienten. Que nuestros hijos florezcan en su juventud como plantas bien nutridas; que nuestras hijas sean como columnas elegantes, talladas para embellecer un palacio. Que nuestros graneros estén llenos de toda clase de cosechas; que los rebaños en nuestros campos se multipliquen de a miles, y hasta de a diez miles, y que nuestros bueyes estén muy cargados de alimentos. Que ningún enemigo penetre nuestras murallas, ni nos lleve cautivos, ni haya gritos de alarma en las plazas de nuestras ciudades. ¡Felices los que viven así! Felices de verdad son los que tienen a Dios como el Señor .’

CAPÍTULO 145

‘Te exaltaré, mi Dios y Rey, y alabaré tu nombre por siempre y para siempre. Te alabaré todos los días; sí, te alabaré por siempre. ¡Grande es el Señor , el más digno de alabanza! Nadie puede medir su grandeza. Que cada generación cuente a sus hijos de tus poderosos actos y que proclame tu poder. Meditaré en la gloria y la majestad de tu esplendor, y en tus maravillosos milagros. Tus obras imponentes estarán en boca de todos; proclamaré tu grandeza. Todos contarán la historia de tu maravillosa bondad; cantarán de alegría acerca de tu justicia. El Señor es misericordioso y compasivo, lento para enojarse y lleno de amor inagotable. El Señor es bueno con todos; desborda compasión sobre toda su creación. Todas tus obras te agradecerán, Señor , y tus fieles seguidores te darán alabanza. Hablarán de la gloria de tu reino; darán ejemplos de tu poder. Contarán de tus obras poderosas y de la majestad y la gloria de tu reinado. Pues tu reino es un reino eterno; gobiernas de generación en generación. El Señor siempre cumple sus promesas; es bondadoso en todo lo que hace. El Señor ayuda a los caídos y levanta a los que están agobiados por sus cargas. Los ojos de todos buscan en ti la esperanza; les das su alimento según la necesidad. Cuando abres tu mano, sacias el hambre y la sed de todo ser viviente. El Señor es justo en todo lo que hace; está lleno de bondad. El Señor está cerca de todos los que lo invocan, sí, de todos los que lo invocan de verdad. Él concede los deseos de los que le temen; oye sus gritos de auxilio y los rescata. El Señor protege a todos los que lo aman, pero destruye a los perversos. Alabaré al Señor , y que todo el mundo bendiga su santo nombre por siempre y para siempre.’

CAPÍTULO 146

‘¡Alabado sea el Señor ! Que todo lo que soy alabe al Señor . Alabaré al Señor mientras viva; cantaré alabanzas a mi Dios con el último aliento. No pongan su confianza en los poderosos; no está allí la ayuda para ustedes. Ellos, al dar su último suspiro, vuelven al polvo, y todos sus planes mueren con ellos. Pero felices son los que tienen como ayudador al Dios de Israel, los que han puesto su esperanza en el Señor su Dios. Él hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos. Él cumple todas sus promesas para siempre. Hace justicia al oprimido y da alimento al que tiene hambre. El Señor libera a los prisioneros. El Señor abre los ojos de los ciegos. El Señor levanta a los agobiados. El Señor ama a los justos. El Señor protege a los extranjeros que viven entre nosotros. Cuida de los huérfanos y las viudas, pero frustra los planes de los perversos. El Señor reinará por siempre. Él será tu Dios, oh Jerusalén, por todas las generaciones. ¡Alabado sea el Señor !’

CAPÍTULO 147

‘¡Alabado sea el Señor ! ¡Qué bueno es cantar alabanzas a nuestro Dios! ¡Qué agradable y apropiado! El Señor reconstruye a Jerusalén y trae a los desterrados de vuelta a Israel. Él sana a los de corazón quebrantado y les venda las heridas. Cuenta las estrellas y llama a cada una por su nombre. ¡Qué grande es nuestro Señor! ¡Su poder es absoluto! ¡Su comprensión supera todo entendimiento! El Señor sostiene a los humildes, pero derriba a los perversos y los hace morder el polvo. Canten su gratitud al Señor ; al son del arpa, entonen alabanzas a nuestro Dios. Él cubre los cielos con nubes, provee lluvia a la tierra, y hace crecer la hierba en los pastizales de los montes. Da alimento a los animales salvajes y alimenta a las crías del cuervo cuando chillan. No se complace en la fuerza del caballo ni en el poder del ser humano. No, el Señor se deleita en los que le temen, en los que ponen su esperanza en su amor inagotable. ¡Glorifica al Señor , oh Jerusalén! ¡Alaba a tu Dios, oh Sion! Pues él ha reforzado las rejas de tus puertas y ha bendecido a tus hijos que habitan dentro de tus murallas. Envía paz por toda tu nación y te sacia el hambre con el mejor trigo. Envía sus órdenes al mundo; ¡qué veloz corre su palabra! Envía la nieve como lana blanca y esparce la escarcha sobre la tierra como ceniza. Lanza el granizo como piedras. ¿Quién puede resistir su frío congelante? Luego, a su orden todo se derrite; envía sus vientos y el hielo se disuelve. Dios reveló su palabra a Jacob, sus decretos y ordenanzas a Israel. No ha hecho esto con ninguna otra nación; las demás naciones no conocen sus ordenanzas. ¡Alabado sea el Señor !’

CAPÍTULO 148

‘¡Alabado sea el Señor ! ¡Alaben al Señor desde los cielos! ¡Alábenlo desde el firmamento! ¡Alábenlo, todos sus ángeles! ¡Alábenlo, todos los ejércitos celestiales! ¡Alábenlo, sol y luna! ¡Alábenlo, todas las estrellas brillantes! ¡Alábenlo, los altos cielos! ¡Alábenlo, los vapores que están mucho más allá de las nubes! Que toda cosa creada alabe al Señor , pues él dio la orden y todo cobró vida. Puso todo lo creado en su lugar por siempre y para siempre. Su decreto jamás será revocado. Alaben al Señor desde la tierra, ustedes, criaturas de las profundidades del océano, el fuego y el granizo, la nieve y las nubes, el viento y el clima que lo obedecen, ustedes, las montañas y todas las colinas, los árboles frutales y los cedros, los animales salvajes y todo el ganado, los animales pequeños que corren por el suelo y las aves, los reyes de la tierra y toda la gente, los gobernantes y los jueces de la tierra, los muchachos y las jovencitas, los ancianos y los niños. Que todos alaben el nombre del Señor , porque su nombre es muy grande; ¡su gloria está por encima de la tierra y el cielo! Dios hizo fuerte a su pueblo y honró a sus fieles: los del pueblo de Israel que están cerca de él. ¡Alabado sea el Señor !’

CAPÍTULO 149

‘¡Alabado sea el Señor ! Canten al Señor una nueva canción; canten sus alabanzas en la asamblea de los fieles. Oh Israel, alégrate de tu Creador. Oh pueblo de Jerusalén, regocíjate de tu Rey. Alaba su nombre con danza, y acompáñala con panderetas y arpas, porque el Señor se deleita en su pueblo; él corona al humilde con victoria. Que los fieles se alegren de que él los honra; que canten de alegría mientras descansan en sus camas. Que las alabanzas de Dios estén en sus labios y tengan una espada afilada en las manos, para tomar venganza contra las naciones y castigar a los pueblos, para encadenar a sus reyes con grilletes y a sus líderes con cadenas de hierro, para ejecutar el juicio que está escrito contra ellos. Este es el privilegio glorioso que tienen sus fieles. ¡Alabado sea el Señor !’

CAPÍTULO 150

‘¡Alabado sea el Señor ! Alaben a Dios en su santuario; ¡alábenlo en su poderoso cielo! Alábenlo por sus obras poderosas; ¡alaben su grandeza sin igual! Alábenlo con un fuerte toque del cuerno de carnero; ¡alábenlo con la lira y el arpa! Alábenlo con panderetas y danzas; ¡alábenlo con instrumentos de cuerda y con flautas! Alábenlo con el sonido de los címbalos; alábenlo con címbalos fuertes y resonantes. ¡Que todo lo que respira cante alabanzas al Señor ! ¡Alabado sea el Señor !’