Watchman Nee Libro Book cap.9 Los asuntos de la iglesia
LA RELACIÓN ENTRE LA IGLESIA LOCAL, LA OBRA Y LOS APÓSTOLES
CAPÍTULO NUEVE
LA RELACIÓN ENTRE LA IGLESIA LOCAL, LA OBRA Y LOS APÓSTOLES
¿Cuál es la relación que existe entre la iglesia local y la obra? ¿Cuál es la relación entre la iglesia local y los apóstoles? Queremos prestar especial atención a esta cuestión. Iglesias locales como aquéllas en Jerusalén y Antioquía son especiales y excepcionales debido a que, por un lado, son iglesias locales, y por otro, son centros para la obra. Como iglesias locales, son iguales a otras iglesias; con respecto a la obra, también son centros para la obra. Por lo tanto, tenemos que reconocer que Jerusalén y Antioquía son en cierta medida diferentes de otras iglesias locales. Sin embargo, con respecto a las otras iglesias locales, ¿cuál es la relación que éstas tienen con la obra?
En el libro La vida cristiana normal de la iglesia hicimos un gran esfuerzo por mostrar a los hermanos y hermanas que la iglesia local es la más alta autoridad en la tierra. Por encima de la iglesia local, el Señor no ha establecido una iglesia federada, una iglesia madre ni una iglesia principal. No existe en la Biblia tal concepto de iglesia madre o iglesia principal. En la Biblia sólo la iglesia local se reconoce como una unidad. Además, en la Biblia solamente la iglesia local se reconoce como la única unidad básica. Por encima de ella no hay otra autoridad.
LOS ANCIANOS, LA MÁS ALTA AUTORIDAD EN UNA IGLESIA LOCAL
En una iglesia local los ancianos son la más alta autoridad. Todos los asuntos están en manos de los ancianos. Los apóstoles no deben intervenir directamente en los asuntos de una iglesia local; no deben encargarse de los asuntos de una iglesia local. Por ejemplo, aunque había una persona en Corinto que tenía que ser quitada, Pablo no podía hacerlo. Este es un ejemplo sumamente crucial. ¿Pueden ver en esto la relación que existe entre la iglesia local y la obra, así como la relación entre la iglesia local y los apóstoles? En otras palabras, lo que los apóstoles quieran hacer, debe ser efectuado por medio de los ancianos; lo que los apóstoles quieran hacer, no puede ser llevado a cabo directamente. Dios no ha pedido que una iglesia local reciba órdenes de los apóstoles directamente. Dios solamente pide que los hermanos y hermanas de una iglesia local reciban órdenes de los ancianos. Si la condición espiritual de un anciano es la debida, él debería recibir las órdenes de los apóstoles. Por el lado espiritual, los ancianos deben atender lo que dicen los apóstoles.
Los ancianos son nombrados por los apóstoles
Tenemos que prestar especial atención al hecho de que los apóstoles nombran a los ancianos. Los ancianos de cada localidad son nombrados por los apóstoles. Timoteo y Tito también eran apóstoles; ellos fueron enviados por Pablo. Estos dos, uno en Efeso y el otro en Creta, viajaron por las áreas circundantes y nombraron ancianos en varias localidades. Por lo tanto, los ancianos no reciben su autoridad de parte de la iglesia. Debemos hacer que las iglesias en las diferentes localidades comprendan que ningún sobreveedor local es elegido localmente. Mi padre es mi padre, no porque haya votado por él, sino porque nací de él. El Señor dijo: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros”. Los ancianos no son elegidos por los hermanos que están en la iglesia, sino que son nombrados por los apóstoles. Una iglesia local no debe elegir ancianos; no tiene ni la autoridad ni el conocimiento para hacerlo. A los hermanos de una localidad de ninguna manera les es permitido seleccionar algunos hermanos que los supervisen. ¡No hay tal cosa! Lo que Dios nos ha mostrado es que fueron Pablo, Timoteo y Tito quienes nombraron a los ancianos. Los ancianos son nombrados por los obreros de fuera.
La iglesia escucha a los ancianos, y los ancianos aprenden a escuchar a los apóstoles
Una vez que los ancianos hayan sido nombrados, la iglesia local debe escuchar a los ancianos, y no a Timoteo ni a Tito. Los ancianos son los sobreveedores de la iglesia. La más alta autoridad en una iglesia local es los ancianos; sin embargo, son los apóstoles quienes dan esta autoridad a los ancianos. Los apóstoles les dan la autoridad a los ancianos, y los ancianos administran la iglesia local directamente. Por lo tanto, todo el que sea anciano, sobreveedor, debe aprender a escuchar a los apóstoles. Puesto que son ancianos, debido a que han sido nombrados por los apóstoles, ellos no pueden derrocar la autoridad de los apóstoles. Está bien que la iglesia no reciba las órdenes de los apóstoles directamente, pero no está bien que la iglesia no reciba las órdenes de los ancianos directamente. Sin embargo, es necesario que los ancianos aprendan a escuchar a los apóstoles. Esto es lo que Dios ha dispuesto con respecto a la iglesia local.
Los apóstoles son los que tienen la autoridad de destituir a los ancianos
Después de la reunión en Hangkow, algunos hermanos entendieron que los ancianos, aunque son nombrados por los apóstoles, no tienen que escuchar a los apóstoles. Esto es imposible. Cuando hubo hermanos que no respetaron a los ancianos y surgieron problemas, la carta de acusación de parte de dos o tres testigos fue enviada a Timoteo. En otras palabras, los apóstoles tienen la autoridad para nombrar ancianos, y los apóstoles también tienen la autoridad para destituirlos. Una iglesia local no puede expulsar a un anciano; más bien, son los apóstoles quienes deben tomar la responsabilidad de destituir a los ancianos. Esta es la razón por la cual la carta de acusación de parte de dos o tres fue enviada a Timoteo.
¿Por qué se requieren dos o tres personas? Porque esto no es asunto de opinión personal. Algunas personas hablan descuidadamente, y esto no es admisible. Se necesita una carta de acusación de parte de dos o tres para poder oponerse a un hermano. Esto hace que la acusación sea un asunto bastante difícil. Se requieren al menos dos o tres para poder acusar a un anciano. ¿Por qué debe usarse una carta de acusación en vez de palabras habladas? Las palabras habladas fácilmente pueden convertirse en rumores; pero ya que una carta de acusación es algo por escrito, puede llegar a ser una acusación formal. Por lo tanto, debe haber una carta. De esta forma, nadie puede hablar descuidadamente. Si alguien actúa descuidadamente, debe responsabilizarse de ello.
LOS APÓSTOLES TIENEN LA RESPONSABILIDAD DE LA OBRA Y LOS ANCIANOS TIENEN LA RESPONSABILIDAD DE LA IGLESIA
Aquí podemos ver que los apóstoles nombran a los ancianos, y que los apóstoles también destituyen a los ancianos. Sin embargo, la administración directa de una iglesia local no está en manos de apóstoles, sino en manos de los ancianos. Los apóstoles toman la particular responsabilidad de extender la obra, no la de administrar los asuntos locales. La administración y el cuidado de una iglesia local son responsabilidad de los ancianos, no de los apóstoles. Los apóstoles se encargan de llevar a cabo la obra de la iglesia en su totalidad. Esto se debe a que la Biblia hace una clara distinción entre los obreros, las iglesias locales y los ancianos con respecto al límite de su autoridad, al arreglo de su trabajo y a su coordinación. Por lo tanto, estamos aquí tratando de hallar la manera de seguir adelante apropiadamente.
LA MANERA EN QUE LA IGLESIA TOMA DECISIONES
Una vez un hermano me preguntó cómo debe decidirse un asunto en la obra o en la iglesia después que éste haya sido discutido. Creo que los obreros o los ancianos en una localidad dada tienen el sentir común de que una reunión de predicación es relativamente fácil, pero que una reunión de asuntos administrativos es difícil. Cuando se trata de asuntos espirituales no hay problema; el mayor problema surge en relación con la reunión de negocios. Esto se debe a que en tal clase de reunión es muy fácil que cada uno tenga su propio punto de vista, y la opinión de cada uno es diferente. Muchos de los problemas radican especialmente en el asunto de tomar decisiones.
HECHOS 15: EL MODELO PARA UNA CONFERENCIA DE LA IGLESIA
Hoy quiero mostrarles, como ya he dicho en estos últimos meses, que Hechos 15 es el único lugar en toda la Biblia donde se menciona una reunión en la cual la iglesia discutió los asuntos administrativos. Aunque ha habido muchos concilios en la Iglesia Católica, en Jerusalén solamente hubo una conferencia de esta índole. La iglesia en su totalidad ha tenido solamente una conferencia de esa índole. Por lo tanto, Dios ha puesto en la Biblia específicamente esta única conferencia para que sirva de modelo para todas las conferencias. Por consiguiente, ustedes nunca deben cometer el error de considerar que el capítulo quince de Hechos no es muy bueno. Más bien, deben darse cuenta de que el capítulo quince es el capítulo más precioso del libro de Hechos. Sin el capítulo 15, simplemente no sabríamos qué hacer al tratar los asuntos administrativos. Qué bueno es que el capítulo quince de Hechos haya sido puesto delante de la iglesia. El modelo que nos es mostrado por este único caso es el modelo aceptado por la iglesia en los últimos dos mil años. Reconocemos que éste es el modelo más alto.
Algunos problemas
Aquí surge un problema. Muchos hermanos insensatos piensan que no tener problemas es señal de que una iglesia es espiritual. Pero por favor, tengan presente que la señal de que una iglesia es espiritual no es la ausencia de problemas. En lugar de eso, la señal de que una iglesia es espiritual depende de su capacidad de resolver los problemas y también de si las maneras de hacerlo son apropiadas. Si la iglesia es espiritual, le ocurrirán muchas cosas. Una vez que la iglesia llegue a ser espiritual, muchos problemas tendrán que ser considerados. Si la iglesia no es espiritual, cualquier manera y cualquier cosa estará bien. Si la iglesia no es espiritual estará en paz y sin problemas. Cuanto más esté uno bajo la mano del “hombre fuerte”, más pacífica será la situación de uno. Cuanto más espiritual sea, más problemas tendrá que resolver.
Jerusalén tenía un problema. ¿De donde salió ese problema? Mucha gente que anteriormente servía celosamente al judaísmo fue a distintos lugares. Algunos fueron a Antioquía y dijeron que los creyentes en la iglesia también deberían ser circuncidados según las ordenanzas de Moisés. Bajo tales circunstancias, tanto Pablo como Bernabé tuvieron que subir a Jerusalén, y con ellos también fueron otros hermanos de la iglesia en Antioquía.
A los hermanos se les permitió hablar en la conferencia de los apóstoles y ancianos
Deseo que presten especial atención al hecho de que cuando subieron a Jerusalén, ellos fueron a ver a los apóstoles y a los ancianos. Hechos 15:2 dice: “Que subiesen … a Jerusalén … a los apóstoles y los ancianos”. El versículo 4 dice: “Y llegados a Jerusalén, fueron recibidos por la iglesia y los apóstoles y los ancianos”. La iglesia, los apóstoles y los ancianos, los tres los recibieron.
Algunos de los creyentes anteriormente habían sido fariseos; su pasado era faraico. Estos se levantaron y dijeron: “Es necesario circuncidarlos y mandarles que guarden la ley de Moisés”. Quiero que los hermanos y hermanas vean cómo se dialogaban los asuntos en la conferencia mencionada en la Biblia. La conferencia en Jerusalén fue una conferencia de los apóstoles y los ancianos; no fue una conferencia de la iglesia. La responsabilidad recaía sobre los apóstoles y los ancianos. Por supuesto, tal cosa no era un problema para los apóstoles y los ancianos. Pero unos cuantos creyentes, que anteriormente habían sido fariseos, se levantaron y dijeron que deseaban que los gentiles fueran circuncidados y que guardaran la ley. Quiero que los hermanos presten atención al hecho de que fueron los apóstoles y los ancianos quienes jugaron el papel principal en la discusión de los asuntos en la iglesia, y que después fueron los apóstoles y los ancianos los que tomaron la decisión en el asunto. Pero antes de que los apóstoles y los ancianos tomaron decisiones, ellos tenían que escuchar a los hermanos que se oponían. Los apóstoles y los ancianos habrían podido fácilmente tomar la decisión en esta cuestión. Ellos no tenían problemas; tenían claridad delante de Dios. Pero unos cuantos creyentes, que habían sido anteriormente fariseos, pensaban que los creyentes aún necesitaban ser circuncidados y guardar la ley. ¿Qué hizo la iglesia en Jerusalén? Los apóstoles y los ancianos en Jerusalén se reunieron y también permitieron que estos hermanos viniesen y presentasen sus argumentos. Ustedes deben de dar oportunidad de hablar a los que se oponen y a los que tienen diferentes opiniones, diciéndoles: “Digan todo lo que deseen”. Nunca consideren que esto no es espiritual. Dios desea que los hermanos responsables, los hermanos con autoridad, sean aquellos que puedan escuchar a otros. Los hermanos responsables, los hermanos con autoridad, tienen la habilidad de sentarse y escuchar a todas las palabras de los que se oponen. Si un hermano no tiene la capacidad de escuchar las palabras de otros, ni los argumentos de los oponentes, entonces no está calificado para ser un líder en la iglesia.
Por lo tanto, pueden ver que “se reunieron los apóstoles y los ancianos para conocer de este asunto” (v. 6). Los que eran anteriormente fariseos, aún abogaban por la práctica de la circuncisión y por guardar la ley. “Y después de mucha discusión”. Estas palabras indican que se hizo mucho esfuerzo, que muchas palabras fueron expresadas, que varios argumentos fueron presentados y que diferentes puntos de vista fueron dados a conocer. Muchos hermanos estaban de acuerdo con que los creyentes debían ser circuncidados, y muchos hermanos no lo estaban. Los apóstoles y los ancianos permitieron que todos los hermanos que tenían opiniones y los hermanos que querían hablar presentasen sus puntos de vista. Aunque esta reunión pertenecía a los apóstoles y los ancianos, ellos permitieron que los hermanos hablasen y que todo aquel que quisiese, viniera y estuviera presente. A los que deseaban hablar, se les daba la oportunidad de expresar su opinión. Este es el principio según el cual las cosas son conciliados en la Biblia. Nunca anulen el hablar de una persona, y nunca se rehúsen a escuchar a otros. Aun si sus palabras son débiles y no vienen al caso, con todo, es necesario dejar que hable y que las presente. No obstante, ellos no pueden tomar la decisión. De esta manera, al menos cuando los hermanos cuya condición espiritual es apropiada, esto es, los hermanos responsables, escuchen esas palabras, sabrán cómo tomar una decisión. Muchos hermanos responsables carecen de este hábito de escuchar a otros. Ellos pueden escuchar las palabras de una persona o las de unos cuantos hombres, pero no las palabras de todos. La iglesia ni es autocrática como Tiatira, la Iglesia Católica Romana, ni es democrática como Laodicea. La iglesia opera según el principio de Jerusalén. El principio de Jerusalén consiste en que todos los hermanos hablan, y los hermanos responsables toman la decisión.
La decisión tomada por los apóstoles y los ancianos y respaldada por el Espíritu Santo y la iglesia
Es bastante extraño ver cómo se decidió la cuestión. Después de que todos los hermanos y hermanas habían hablado, los apóstoles y los ancianos tenían que tomar una decisión. El primero en ponerse de pie fue Pedro. Pedro levantándose expresó su opinión personal, contándoles lo que él personalmente había experimentado, diciendo: “Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen. Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros; y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones. Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?”
Después invitaron a Bernabé a que hablase, debido a que Bernabé había salido de Jerusalén. Le pidieron que relatase la verdadera situación del asunto. Entonces Pablo a su vez habló.
Pueden ver que aquí Pedro habló, Bernabé habló, Pablo habló, y finalmente Jacobo se levantó. El versículo 13 es la mejor parte: “Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: Varones hermanos, oídme”. El era el hermano más prominente en la iglesia en Jerusalén. La historia de la iglesia nos muestra que en esa ocasión él estaba actuando allí como moderador, aunque tal vez no sea ésta la mejor palabra para describir su función. Entre los muchos hermanos que había en Jerusalén en ese entonces, Jacobo fue el más destacado. Pedro, Bernabé y Pablo habían testificado, y los tres concordaban. Estos tres hermanos de peso espiritual compartieron el mismo sentir. Veamos lo que Jacobo dijo: “Y cuando ellos callaron, Jacobo respondió diciendo: Varones hermanos, oídme. Simón ha contado como Dios visitó por primera vez a los gentiles … Por lo cual yo juzgo [éstas eran palabras de autoridad] que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se les escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de ahogado y de sangre. Porque Moisés desde tiempos antiguos tiene en cada ciudad quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada sábado … Entonces pareció bien a los apóstoles y ancianos con toda la iglesia…” Así el asunto fue decidido. Esta fue la primera y última conferencia de la iglesia, que consta en la Biblia.
Deseo mostrarles que ésta es la manera en que se deciden los asuntos en la iglesia; no es como lo hace la gente mundana. La gente del mundo decide las cosas según la opinión de la mayoría. Tampoco la iglesia decide los asuntos a la manera de Tiatira, donde una o dos personas en la cumbre toman la decisión, y esa decisión es final. Más bien, todos los hermanos tienen la oportunidad no solamente de decir algo, sino también de dialogar. Primero, a todo lo que desee hablar, se le permite hacerlo. Hacerlo de esta forma, no significa que se tomen sus palabras, sino que la iglesia espera para obrar según la mente de Dios. Tal vez un simple hermano, al hablar, exprese la intención de Dios. Por lo tanto, todos pueden decir algo y dialogar, pero no dejen que los diálogos continúen y ocupen todo el tiempo. Después de mucho diálogo y después de que mucho se haya hablado, dejen que los hermanos responsables, los que tienen peso espiritual delante de Dios, los ancianos y los apóstoles, expresen sus opiniones. Al final, Dios expresa Su pensar por medio de aquellos que tienen la autoridad más alta. Ustedes pueden ver que todos los hermanos responsables tuvieron la misma opinión. Después de escuchar tanto, teniendo todos los hermanos responsables la misma opinión, ellos tomaron la decisión. Era necesario entonces que los demás hermanos aprendieran a aceptar esta opinión. Así que dice: “Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos con toda la iglesia”. Así es como se manejan los asuntos de la iglesia.
La iglesia no administra sus asuntos por medio de votación. La decisión final en el manejo de los asuntos de la iglesia es dejada a los que tienen peso espiritual. Hay que escuchar todos los argumentos; hay que oír todos los argumentos de los hermanos. Esta es la manera de manejar los asuntos de la iglesia. Por lo tanto, necesitamos aprender a dejarlos hablar, y a escuchar todos sus argumentos. Desearía que cada obrero escuchara pacientemente. Si varios hermanos tienen opiniones, déjenlos hablar y discutir. Nunca consideren que hacer esto es incorrecto; ésta es la manera adecuada. Pero al mismo tiempo, pídanle a Dios que les dé el juicio apropiado.
Finalmente, la decisión de los apóstoles fue considerada fácilmente como la decisión de Dios. Por lo tanto, las palabras del versículo 28 son maravillosas: “Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros”. La unción del Espíritu Santo estaba allí. Esa decisión fue tomada por el Espíritu Santo y “nosotros”. Una decisión fue tomada por el Espíritu Santo y “nosotros” de pedirles a los apóstoles y a los ancianos que escribieran una carta.
Por lo tanto, hermanos, espero que ustedes puedan ver que la manera en que la iglesia maneja sus asuntos no debe ser autocrática ni democrática. No se permite ni la autocracia ni la democracia. No debe existir la opinión de una sola persona, ni en el voto popular. Cuando la iglesia maneja los asuntos, la decisión final recae en los que tienen autoridad espiritual. Sin embargo, a todos se les dará la oportunidad de hablar. Mientras ellos hablan, ustedes observan y perciben cómo están sus espíritus. Al final, ustedes se ponen de pie y dicen: “Hermanos, con respecto a esta cuestión, nosotros hemos decidido esto”. En la iglesia no se da que la mayoría escucha a la minoría, ni que la minoría escucha a la mayoría. En la iglesia hay solamente hermanos y hermanas que expresan sus opiniones y hombres espirituales que toman decisiones por ellos. Después de la decisión, la iglesia la lleva a cabo en común acuerdo. Esta manera es diferente a la de las organizaciones del mundo y a sus métodos. Espero que todos los hermanos y hermanas puedan ver esto.
TOCAR EL ESPÍRITU DE LA BIBLIA
Lo más crucial al estudiar la Biblia es tocar el espíritu de la Biblia. El requisito básico al estudiar la Biblia es que la persona toque el espíritu de la Biblia. Ustedes deben tratar de tocar el espíritu de Hechos 15. Ustedes han visto, como lo mencionamos anteriormente, que muchos hermanos estaban allí, y que hubo “mucha discusión”. Ya que la Biblia dice “mucha”, debe haber habido bastante discusión. Tal vez los que anteriormente habían sido fariseos y que después se habían hecho cristianos hayan hablado muchas palabras insensatas. Así que, el espíritu de la primera persona que deseo que toquen es el de Pedro.
Pedro no fue afectado por el espíritu de debate
¿Cómo habló Pedro cuando se puso en pie? El no fue afectado por los que estaban a su alrededor. Cuando Pedro se levantó para hablar, él era como un niño recién nacido, libre de cualquier sentimiento exterior y en nada afectado por el espíritu de debate. Esta debe ser la situación de los hermanos responsables. Si un hermano responsable es afectado interiormente, no está calificado para tomar responsabilidad. Así que la cosa más importante al leer la Biblia es el tocar el espíritu de la Biblia. En esa ocasión cuando Pedro se levantó para hablar no debatió en absoluto. Si usted se involucra en el debate, no está calificado para ser líder, ni está calificado para ser uno que tenga autoridad. Aquel que está en autoridad no contiende con la gente. Una vez que uno contiende, pierde su posición.
Pedro se levantó sin ninguna palabra de debate. ¡Esto fue maravilloso! Pedro se levantó diciendo: “Varones hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo que Dios escogió que los gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio y creyesen”. Pedro estaba diciendo: “Esto fue lo que os dije hace algunos días. No es algo que digo apenas hoy; lo he dicho antes”. “Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo lo mismo que a nosotros”. Pedro parecía estar diciendo: “Yo no los bauticé, ni les impuse las manos. Si los hubiese bautizado, vosotros habríais dicho que aquello fue algo hecho por mí. Si les hubiera impuesto las manos, habríais dicho que fui yo quien les dio el Espíritu Santo. Yo no los bauticé, ni les impuse las manos, ni oré por ellos; fue el Espíritu Santo mismo el que descendió sobre ellos. No podéis culparme por haber hecho eso”. Además, continuó diciendo: “Y ninguna diferencia hizo entre nosotros y ellos, purificando por la fe sus corazones. Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Antes creemos que por la gracia del Señor Jesús seremos salvos, de igual modo que ellos”. Lo que dijo fue muy claro, simple, y sin ningún debate ni espíritu de debate.
Hermanos, la Biblia tiene su espíritu, y ustedes deben tocar tal espíritu a fin de comprender ese libro. Pedro simplemente presentó sus puntos, sin ser afectado y sin perder su dignidad. Era como una persona en autoridad, simplemente exponiendo estas cosas. Espero que vean que en una conferencia de la iglesia, si incurren en argumentos, ustedes serán como los demás y estarán descalificados para tomar decisiones.
Bernabé y Pablo introdujeron la presencia de Dios
Bernabé entonces se puso de pie para hablar, y Pablo hizo lo mismo. Debemos prestar especial atención al hecho de que cuando estos dos hermanos se levantaron para testificar, tenían que estar muy serios delante de Dios. De nuevo, debemos tratar de tocar sus espíritus. Estos dos hermanos indudablemente no se pararon para hablar con griteríos, ni a la ligera; lo que ellos hablaron tenía peso. Ustedes deben entender la situación en aquel momento. Cuando Bernabé y Pablo se pusieron en pie para hablar, su meta era parar la contienda, no producirla. La contienda se detiene con la presencia de Dios. En esta clase de reunión, la palabrería debe ser detenida. La palabrería no se detiene por el hablar de uno, sino por traer a la gente delante del Señor. Si usted no es esta clase de persona, tal conferencia se desmoronará. Es inútil imitar. Cuando Bernabé y Pablo se pusieron de pie para hablar, todos guardaron silencio. Cuando estos dos hermanos se levantaron para hablar, pudieron traer a otros delante de Dios. Los otros hermanos eran más experimentados que ellos, pero debido a que estos dos hermanos se levantaron para hablar, todos fueron traídos delante de Dios, y la presencia de Dios fue introducida en la reunión. El clamor del debate cesó, y todos escucharon silenciosamente a lo que Dios había hecho por las manos de ellos.
Pablo se había puesto de pie muchas veces ante multitudes, y ante los gentiles. No hay manera de traer la presencia de Dios a tales personas de modo que puedan sentirla, sin embargo, todo siervo de Dios puede introducir la presencia de Dios en la iglesia de Dios. Cuando la presencia de Dios es introducida en Su iglesia, todos guardan silencio. Espero que los hermanos vean este principio básico. Nunca piense que usted puede usar palabras para tratar con palabras, opiniones para tratar con opiniones, razonamiento para tratar con razonamiento, y contiendas para tratar con contiendas. Si usted toma esa posición, fracasará inmediatamente.
Pedro, el primero en comenzar, se levantó para hablar, y su espíritu no estaba afectado en nada por el debate de los hermanos. El mostró a los hermanos cuál era desde el comienzo su verdadera situación delante de Dios. Mientras estaba de pie allí, él habló como uno que conocía la autoridad de Dios. Como resultado, abrió el camino para que Bernabé y Pablo hablasen. Cuando estos dos hablaron, ellos introdujeron la presencia de Dios y todos callaron. Cuando la presencia de Dios y la autoridad llegan, todas las opiniones desaparecen. Cuando la autoridad de Dios y Su presencia están ausentes, no se podrá realizar adecuadamente ninguna clase de conferencia en la iglesia. Las opiniones del hombre están llenas de confusión. Cada uno expresa su propio punto de vista. Pero cuando la autoridad de Dios está presente, todos callan.
El versículo 13 dice que “ellos callaron”. En ese momento, solamente Bernabé y Pablo hablaron.
Jacobo introdujo el sentirse en la presencia de Dios
Después de que todos ellos callaron —me gustan en particular las palabras usadas aquí—, “Jacobo respondió”. Esta era la autoridad final. El era el hermano reconocido generalmente como el que tenía el liderazgo entre los hermanos. El se puso en pie y habló de una manera sencilla. Pueden ver que la reunión estaba en sus manos. “Varones hermanos, oídme. Simón ha contado…” Después de repetir las palabras de Pedro, él citó un versículo de las Escrituras. Esto es lo que dice la palabra de Dios. El versículo 19, entonces, dice: “Por lo cual yo juzgo”. El emitió un juicio, su opinión fue que “no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios”. Esto no era una palabra de debate ni de contienda, más bien, él introdujo la presencia de Dios y la autoridad de Dios; él trajo la palabra de Dios, y la consideración y el sentirse delante de Dios. Fue de esta manera que la conferencia de la iglesia tuvo éxito.
No el mero aprendizaje de las prácticas bíblicas sino la posesión del espíritu de la Biblia
Los hermanos y hermanas necesitan aprender las cosas de la Biblia. No aprendan solamente el método de las cosas; aprendan también el espíritu de las cosas. Si solamente tenemos el método sin el espíritu, el método es inútil. Ustedes necesitan el método, y al mismo tiempo, necesitan imitar el espíritu de las personas mencionadas en la Biblia. Debe tenerse ese espíritu y esa presencia. Si ustedes viven en esa realidad, serán capaces de refrenar el discurso de los que se toman la palabra en la reunión. Si son dejados y despreocupados, si la presencia de Dios no es evidente en ustedes, si la autoridad de Dios no está claramente sobre ustedes, si sus actitudes, palabras y acciones son descuidadas, esta clase de reunión no tendrá un buen resultado. Si la carne no puede ser restringida en usted, tampoco podrá ser restringida en la reunión. Si usted no puede atar a su propia carne, tampoco puede atar la carne de los hermanos. Si no permite que la presencia de Dios sea manifestada en usted, sometiéndose usted mismo a la autoridad de Dios, tampoco puede hacer que todos los hermanos se sometan a la autoridad de Dios. Es una cuestión de la condición espiritual de usted. Si la condición espiritual de usted es apropiada, el resultado será apropiado. Si tal condición espiritual no es adecuada, el resultado tampoco será apropiado. Tal vez ustedes quieran tomar Hechos 15 como un método. Pero no hay nada en la Biblia que pueda ser usado como método. Sin duda alguna, las palabras de la Biblia no son una fórmula. Si ustedes trabajan según una fórmula, aunque sea útil, aún así, el resultado carecerá del espíritu. No es una cuestión de método, sino de espíritu; no es asunto de fórmulas, sino de espíritu. No es que cuando salgan a la obra sepan cómo tratar con las situaciones que afronten; más bien, es asunto de que vivan delante de Dios y puedan así conducir toda la reunión delante de Dios. Si no viven delante de Dios, no pueden conducir toda la reunión a la presencia de Dios. Es posible que ustedes conozcan el orden correcto de los procedimientos: Pedro habló primero, Bernabé habló en segundo término, Pablo habló en tercer lugar, Jacobo tomó la decisión final, y los hermanos responsables escribieron la carta; sin embargo, la Biblia no da ningún derecho a los que no son espirituales. Ustedes no pueden ser personas que no son espirituales y aún así, aprender solamente los métodos de la Biblia. Ustedes necesitan aprender a captar el espíritu; entonces pueden seguir adelante y todo armonizará espontáneamente.
Después, cuando lleguemos al tema relacionado con leer la Biblia, mencionaremos de nuevo que al estudiar la Biblia, el requisito básico es que debemos conectarnos con el espíritu. Solamente cuando nos conectamos con el espíritu podemos entender la palabra de Dios; de otra manera, no podemos entenderla.