Watchman Nee Libro Book cap.4 El cantar de los cantares

Watchman Nee Libro Book cap.4 El cantar de los cantares

EL LLAMADO A VIVIR EN LA CRUZ DESPUÉS DE EXPERIMENTAR LA RESURRECCIÓN

SECCIÓN CUATRO

EL LLAMADO A VIVIR EN LA CRUZ DESPUÉS DE EXPERIMENTAR LA RESURRECCIÓN

(5:2—6:13)

I. LA CRUZ DESPUÉS DE LA RESURRECCIÓN Y EL FRACASO DE LA DONCELLA

(5:2—6:3)

A. El llamado (5:2)

En Cantar de los cantares 5:2 leemos: “Yo dormía, pero mi corazón velaba. Es la voz de mi amado que llama: Abreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, perfecta mía, porque mi cabeza está llena de rocío, mis cabellos de las gotas de la noche”. En este momento, la obra y vida de la doncella han cesado. Ella parece estar dormida; no hay más actividad, obras, esfuerzos, luchas ni ansiedades. Ella se encuentra en perfecto descanso. La cruz no sólo ha eliminado todos sus pecados, sino que también ha quebrantado su carne. Ni el pecado ni el yo están activos ya. El hombre exterior ha sido conducido a una condición en la cual toda actividad ha cesado. Aunque ella actúa, no siente que lo esté haciendo por sus propias fuerzas; se considera una espectadora. En realidad duerme, pero esto no significa que carezca completamente de actividad y pensamientos, de esperanza y actividad, y de todas sus obras y su vida. La vida de resurrección del Señor está en ella, y el mismo Señor resucitado mora y vive en ella por medio del Espíritu Santo. Aunque el hombre exterior está quieto, el hombre interior está activo. Aquí vemos una separación completa entre el hombre exterior y el interior. Podemos estar dormidos por fuera pero internamente estamos despiertos y sin nada de sueño. Esto concuerda con las palabras de Pablo: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gá. 2:20). Esta es la expresión de una perfecta comunión con Cristo. Una persona que está perfectamente unida al Señor es rápida, muy sensible y alerta. Una persona así, puede sentir la voz del Señor o Su más leve movimiento. El hombre interior nunca duerme. Cuando el Señor habla, la doncella inmediatamente escucha y reconoce la voz de su amado.

¿Qué hace el Señor ahora? El le dice: “Abreme, hermana mía”. En este libro, el Señor se revela primero como Rey porque procura el trono de nuestro corazón. Luego El se dirige a la doncella guiándola a salir de detrás de la pared para introducirla en la vida de resurrección. Finalmente, El se le revela como Novio, teniendo una perfecta relación de amor con ella. Ahora revela algo completamente nuevo: “Mi cabeza está llena de rocío, mis cabellos de las gotas de la noche”. ¿Qué clase de escena es ésta? Esta es claramente Su experiencia en Getsemaní. Allí Su cabeza estaba verdaderamente llena de rocío. Aquella noche Su cabeza estaba llena de las gotas de la noche (Lc. 22:44). Aquí El se revela como un varón de dolores.

Antes habíamos visto la cruz, que efectúa la redención. También vimos la cruz con la cual nos identificamos. Ya vimos el sufrimiento y la muerte que producen la cruz, y cómo ésta nos libra del mundo y del yo. Vimos la victoria de la cruz y cómo somos conformados a ella. Después de que un creyente ve todas estas cosas, puede pensar que ya alcanzó la cumbre de la experiencia y que avanzará hacia la resurrección y la gloria. Muy lejos está de entender que existe otro aspecto de la cruz que él no ha experimentado. Aunque haya podido experimentar algo de este aspecto, habrá sido algo superficial. A pesar de que sabe de los sufrimientos de la cruz, no lo conoce al máximo. Ya sabe lo que es la conformación, ser moldeado por la cruz, con todo, no sabe a qué lo conformará este molde. El Señor ahora llama a Sus creyentes a pasar por una experiencia de la cruz que no han experimentado antes, o que han experimentado superficialmente.

El huerto de Getsemaní habla del rechazo de Dios y de todo lo relacionado con este rechazo (Is. 53:4b). Podemos entender el aspecto redentor de la cruz; sin embargo, también está el otro aspecto del rechazo externo de Dios hacia el Hijo, que lo sometió a un vituperio extremo. Todavía podemos encontrar alguna gloria en todos los sufrimientos anteriores, porque Dios está allí. Pero el Señor no sólo fue rechazado por el hombre, sino que también fue aparentemente rechazado por Dios. Tal parece que todo lo que le sobrevino era un castigo de Dios. Esta es la mano de Dios. Debido al castigo de Dios, El fue rechazado, y éste fue el mayor vituperio que El llevó.

El Señor no nos invita a participar en Su obra redentora. Pero sí nos pide que tengamos comunión con El en los otros aspectos de Su cruz. Los problemas a los cuales nos enfrentamos en el pasado se relacionan con el pecado, el mundo, Satanás y el yo. Aunque nos encontramos con los sufrimientos y con el proceso de ser conformados a la cruz, desconocíamos completamente el rechazo de Dios y el vituperio del hombre. Ahora el Señor nos llama diciendo: “Abreme”. Esto significa que El llama a cada creyente a abrirle el corazón una vez más y a recibir de nuevo al Señor, quien está lleno de las gotas de la noche. La doncella todavía debe aprender el significado de ser rechazada por Dios y de sufrir la confusión y el oprobio de la cruz. El la llama “hermana”; indicando así que la vida de Dios está en ella. “Amiga mía” indica que ella conoce la voluntad de Dios. “Paloma mía” se refiere a la naturaleza del Espíritu Santo, mientras que “perfecta mía” habla de su pureza, su castidad y su consagración. Sin embargo, El no la llama “esposa mía”, porque espera que ella le responda antes de estar seguro de su condición de esposa, una persona que está en completa unión con El.

El Señor le ruega que abra su ser a El. Previamente, ella había abierto su ser a El y lo había recibido como Rey. Ahora el Señor quiere que ella abra su ser y lo reciba como varón de dolores. Ahora el Señor la dirige al aspecto profundo de una vida de sufrimiento en unión con El y conformada a Su muerte. Sin embargo, el Señor nunca forzará a nadie a tomar un camino que no quiera. En consecuencia, El solamente llamará y pedirá; El tiene que esperar hasta que los creyentes estén dispuestos por ellos mismos.

B. Pretextos (5:3)

El versículo 3 dice: “Me he desnudado de mi ropa; ¿cómo me he de vestir? He lavado mis pies; ¿cómo los he de ensuciar?” El llamado del versículo 2 va más allá de lo que muchos creyentes se puedan imaginar. Ellos no se dan cuenta de que existe el aspecto del vituperio de la cruz. No son inexpertos con respecto a la cruz; es posible que hayan tenido experiencias profundas con la cruz. Aunque ellos han sufrido un poco por la cruz y han enfrentado alguna persecución y algo de vituperio, siempre han sentido que la cruz es su gloria, su vida y su poder. Pero nunca pensaron que la cruz pudiera llegar a ser su vituperio, de tal manera, que ellos perdieran no solamente la fama ante el mundo, sino también su renombre espiritual, al grado que otros piensen que Dios los ha rechazado y los ha puesto en pruebas y despojado del aliento y la solidaridad de quienes los conocen y quienes pueden pensar que han sido castigados por Dios. Es posible que hayan sufrido vituperio de parte del mundo, pero el vituperio espiritual es algo nuevo para ellos. Esta clase de confusión afectará sus sentimientos de una manera profunda, porque tiene que ver con la relación entre Dios y ellos. Solamente entonces, ellos sabrán lo que significa [la expresión] “completo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo” (Col 1:24).

¡Cuánto desconocemos este llamado, y cuán riguroso es! No nos sorprende que muchos retrocedan. La doncella puede pensar que la gloria de Dios es más importante que todo lo demás. Antes ella tal vez haya tratado de glorificar el nombre de Dios en su vida y obra. Si Dios permite que sea incomprendida, despojada de su buen nombre, vituperada y que otros piensen que ella está en enemistad con Dios, ¿cómo podrá ella seguir glorificándolo? Tal vez ella no piense en sí misma tanto como piensa en la gloria de Dios. Pero no se ha dado cuenta de que su preocupación se centra en la manera en que ella puede glorificar a Dios. Dios debe despojarla hasta el punto de que esta buena intención de glorificarlo a El sea eliminada. La cruz debe obrar tan profundamente en ella que se alegre con la porción que Dios le asignó y que le permita a Dios que cuide de Su propia gloria.

Aquellos que han escuchado tal llamado, pueden tener otro problema. Es posible que estén preocupados por la obra de Dios. Mediante la cruz que ellos han experimentado, otros han sido atraídos para hallar el camino del Señor. La experiencia de la cruz que la doncella había tenido hizo de ella un canal de vida; quienes querían seguir al Señor tenían que ir a ella. Pero si ella responde a este nuevo llamado y permite que la cruz la lleve a un lugar de vituperio, ¿no perderá ella su posición y sus oportunidades en la obra? Las experiencias de la cruz que había tenido han atraído a otros hacia ella. La futura experiencia de la cruz ¿no alejará a las personas de ella? ¿Será alguien atraído hacia ella? ¿Querrá alguien aprender de ella el camino de la cruz? Estos pensamientos pueden hacerla vacilar antes de seguir adelante.

Por lo tanto, ella responde: “Me he desnudado de mi ropa; ¿cómo me he de vestir?” En su caminar externo, la cruz ha quitado de ella el viejo hombre con todas sus obras. ¿Debe ella levantarse para aceptar la soledad y el vituperio de la cruz y soportar el ser incomprendida, que es como ponerse el vestido que se quitó? ¿No es suficiente que una persona experimente la cruz hasta ser librada genuinamente del viejo hombre? Muchos creyentes que han llegado a este grado no ven que la cruz tiene dos aspectos: uno negativo y uno positivo. La doncella conoce la resurrección y la cruz, pero sólo en su aspecto negativo. Su atención está puesta en la obra de la cruz que pone fin a la vieja creación; ella no ve cómo la cruz también se relaciona con la nueva creación. Ella solamente ve la cruz en su obra de liberación; no ve la cruz en su obra de iniciación. Ella puede entender mal y pensar que estas obras pertenecen a la esfera de la resurrección. En realidad, pertenecen a la esfera de la cruz. En el lado positivo, la cruz pone una marca de vituperio, sufrimiento y malentendidos a la nueva creación. La vida del Señor Jesús se experimenta en la nueva creación. Pero, ¿no vemos una marca de sufrimiento en El, la cual proviene de la cruz?

“He lavado mis pies; ¿cómo los he de ensuciar?” Fuimos lavados y estamos limpios ante el Señor. Cuando andamos por el mundo, tocamos el polvo y la suciedad del mundo, pero somos purificados por una limpieza continua. La doncella puede pensar que debe mantenerse limpia, sin volverse a ensuciar y sin dar la impresión de que ha dejado de progresar, pero eso en realidad es un retroceso. Todo lo que ella ve es la preservación de su propia limpieza; no ve que ensuciarse para abrirle la puerta al Señor no es realmente ensuciarse. Ella debe vestirse y estar dispuesta a ensuciarse nuevamente antes de poder abrir la puerta. Pero esto no implica que ella debe ponerse el viejo hombre y contaminarse otra vez con el mundo. Significa vestirse y ensuciarse por las disensiones. Esta negación es un rechazo de lo mejor para conformarse con algo de segunda clase.

Este es un cuadro del conformismo de alguien que se encierra en su propia experiencia y no ve la importancia de experimentar a cabalidad Filipenses 3:10. Inconscientemente surge el yo. La doncella sólo se ve a sí misma. Parece que sus experiencias de la obra y gloria de Dios ya la han llenado. Sus preguntas indican que no quiere cambiar su condición espiritual presente. Pero el llamado de Dios interrumpe nuestra condición actual. Todo progreso espiritual implica un cambio de nuestra condición presente. Aquí yace el precio que hay que pagar. Con frecuencia, apegarnos a la comodidad espiritual es la razón por la cual rechazamos un llamamiento más elevado. Cuando estamos cómodos espiritualmente y nuestra conciencia no nos censura en cuanto a algún error, y cuando nos encontramos llenos de experiencias espirituales que provienen de la muerte y la resurrección del Señor, estamos reacios a seguir en pos de la meta que Cristo nos ha puesto delante. Preferimos seguir viviendo del mismo modo, sin hacer ningún esfuerzo por seguir algo nuevo a fin de no perder nuestra paz actual.

C. Abre la puerta (5:4-5)

El versículo 4 dice: “Mi amado metió su mano por la ventanilla, y mi corazón se conmovió dentro de mí. Yo me levanté para abrir a mi amado, y mis manos gotearon mirra, y mis dedos mirra, que corría sobre la manecilla del cerrojo”. Al conmoverse el corazón, los sentimientos más profundos son afectados. Sus preguntas no son un rechazo sino una indicación de la debilidad de su carne. Su voluntad ha sido completamente sujetada al Señor. La demora es causada por su constitución natural. Internamente ella no tiene ningún problema, pero es algo débil externamente. Es por eso que el Señor la anima invitándola de nuevo. Si su corazón estuviera endurecido, el Señor no la llamaría. Por consiguiente, El “metió su mano por la ventanilla”. Este es un llamado, no un castigo. Esta mano es la mano que una vez la abrazó, la mano que estaba debajo de su cabeza. Esta mano es la mano traspasada por los clavos. El señor la llama una vez más con esa mano. Meter la mano por la ventanilla indica que el Señor hace todo lo posible por revelar algo de Sí mismo. Al revelar Su mano, el Señor espera que ella empiece a pensar en El. Su mano representa Su corazón y revela Su persona misma.

Todas las experiencias espirituales son el resultado de la atracción que Cristo ejerce. Los hombres deben ver la revelación del Señor antes de levantarse de su comodidad para avanzar con Cristo. Aquellos que verdaderamente ven al Señor son conmovidos inevitablemente en sus corazones. ¡Pero cuán pocos son conmovidos por el Señor! ¿Cuántos hay que puedan diferenciar entre ser tocados por las enseñanzas y ser tocados por el Señor?

La doncella se levanta a abrir la puerta. Debido a la atracción del Señor, ella está dispuesta a aceptar la cruz del oprobio de la misma manera que estuvo dispuesta a aceptar la cruz de poder. Las manos que abren la puerta, las cuales representan fe y obediencia, indudablemente destilan mirra. Aquí no sólo vemos el poder de la muerte del Señor, sino también el aroma de Su muerte. La vida del Señor, la cual ha pasado por la muerte, está en las manos de ella y se levanta como una ola, fortaleciéndolas para que abran la puerta. Ni siquiera el cerrojo de su voluntad puede evitar ser impregnado con el aroma de la muerte del Señor.

D. Se retira (5:6)

El versículo 6 dice: “Abrí yo a mi amado; pero mi amado se había ido, había ya pasado; y tras su hablar salió mi alma. Lo busqué, y no lo hallé; lo llamé y no me respondió”. Una persona que ha experimentado el quebrantamiento del Señor no experimenta la disciplina de Dios cuando desobedece. La disciplina de Dios viene cuando obedece. Cuando una persona es obediente, el Señor le muestra lo maligna que es la desobediencia. (En el caso de un creyente nuevo, la disciplina viene antes de la obediencia para enseñarle a obedecer. En el caso de una persona con experiencia, la disciplina viene después de la obediencia con el fin de proporcionarle el amargo sabor de la desobediencia.) La doncella piensa que su amado se ha ido de nuevo. Ella había perdido la presencia del Señor por su necedad. Ahora, ella experimenta aflicción en su espíritu. Su espíritu parece estar rodeado de oscuridad y parece no hallar la luz. Ella recuerda cuán emocionada estaba cuando el Señor la llamó por primera vez y cuán extasiada estaba su alma. Cuando El habló, su corazón fue cautivado. Ahora ella se aborrece a sí misma y no sabe por qué no tiene la fuerza externa que concuerde con sus deseos internos. Aborrece el hecho de haber dado un pretexto que hizo que El escondiera Su glorioso rostro. Ella solamente puede mirar y llamar; no puede encontrarlo y El no responderá. Esta búsqueda es diferente de la anterior. Esta búsqueda no se realiza en las calles ni en las plazas sino delante de Dios. Inclusive la oración parece inútil.

E. Herida (5:7)

El versículo 7 dice: “Me hallaron los guardas que rondan la ciudad; me golpearon, me hirieron; me quitaron mi manto de encima los guardas de los muros”. En esta ocasión ella no sale a buscar a los guardas ni les pregunta nada. Pero ellos la encuentran y se preguntan cómo una persona tan hermosa que ha experimentado un cambio tan grande, pudo perder a su amado. Ellos posiblemente tratan de ayudarla, pero sus palabras sólo la hieren más y aumentan su dolor. Ella anhela ser consolada pero es herida. La señora Penn-Lewis citó un versículo con relación a este pasaje: “Porque persiguieron al que tú heriste, y cuentan del dolor de los que tú llagaste” (Sal. 69:26). Ellos no saben cómo ayudarla con sus problemas. Piensan que ella debe de estar equivocada ya que el Señor se ha apartado de ella. Ellos no se han dado cuenta de que ya ha sufrido muchos golpes; piensan que sus regaños pueden ayudarla. La abaten más con sus palabras. En tal circunstancia, ella sólo puede proclamar: “El escarnio ha quebrantado mi corazón, y estoy acongojado. Esperé quien se compadeciese de mí, y no lo hubo; y consoladores, y ninguno hallé” (Sal. 69:20).

Su dolor no se detiene aquí. Ellos no pueden ayudarla ni confortarla, y además se burlan de su condición. Aquellos que son responsables de cuidarla no la cubrieron sino que divulgaron sus asuntos. Como resultado, ella perdió su manto y quedó descubierta; por tanto su vergüenza es expuesta. Ella es en verdad como Job, quien trató de encontrar un amigo que le ayudara, pero quedó sólo con aquellos que lo censuraron.

Estos guardas son responsables en la casa de Dios. Desde el punto de vista espiritual, ellos deberían ser la guía de ella. Pero muchas veces hasta el discernimiento de una persona espiritual puede estar errado. La actitud de nuestros hermanos para con nosotros puede estar equivocada muchas veces; sin embargo, esto es algo que el Señor permite con el propósito de que estemos conscientes de nuestros propios fracasos. Si avanzamos con el Señor según Su voluntad, El encontrará la manera de disciplinar a nuestros hermanos. Cuando fallamos, no importa cuán pequeño sea el fracaso, el Señor permitirá que nuestros hermanos nos disciplinen con mayor severidad de lo que el Señor mismo nos disciplinaría.

F. Busca ayuda en las hijas de Jerusalén (5:8)

El versículo 8 dice: “Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, si halláis a mi amado, que le hagáis saber que estoy enferma de amor”. Cuando la doncella no puede encontrar ayuda de los hombres espirituales, la busca entre aquellos que están menos avanzados que ella. Cuando piensa que ha ofendido al Señor y ha perdido Su rostro, en su desesperación trata de encontrar ayuda aun en las hijas de Jerusalén. En sus palabras reconoce su propio fracaso y les pide que, si es posible, oren por ella. El sentido de fracaso es tan profundo que ella siente que aun los niños en el Señor pueden ayudarla. No desconoce la falta de madurez de ellas y sabe que la comunión de ellas con el Señor no es perfecta. Por eso ella dice: “Si halláis a mi amado”. Sabe que posiblemente ellas no lo encontrarán. Sin embargo, en su remordimiento e incapacidad, espera encontrar a una o dos personas que puedan brindarle alguna ayuda. Sus mismas oraciones no parecen ser contestadas, por lo cual acude a otros.

Ella quiere transmitir el mensaje “estoy enferma de amor”. Ella usó esta expresión antes; pero su condición era diferente. Ella estaba en medio de una comunión íntima y ahora ella está atravesando un período de sequedad. No es extraño que una persona exprese estas palabras mientras experimenta momentos gloriosos, pero cuando atraviesa momentos de aridez y dificultad, no le es fácil hablar así. Esto comprueba que ella ha avanzado considerablemente en la vida de fe. Ella ha aprendido a controlar su medio ambiente y puede controlar sus propios sentimientos. El hecho de que esté enferma de amor no se debe a una entrega incondicional al amor, sino a su ansia por este amor.

G. La pregunta de las hijas de Jerusalén (5:9)

El versículo 9 dice: “¿Qué es tu amado más que otro amado, oh la más hermosa de todas la mujeres? ¿Qué es tu amado más que otro amado, que así nos conjuras?” Aunque las hijas de Jerusalén no han tenido experiencias profundas con el Señor y aunque no están llenas de la vida de la nueva creación, ellas pueden ver a la doncella como la más hermosa de todas las mujeres. La humildad, santidad y gloria de la nueva creación son admiradas y reconocidas por todos, aun por aquellos que no las poseen. Aunque la doncella no ha vuelto a ver el rostro de su amado, ella sigue siendo la más hermosa de todas las mujeres; no ha perdido su belleza.

Nunca es apropiado comparar a Cristo con nadie, porque El está más allá de cualquier comparación. No obstante, para las personas comunes, las comparaciones son inevitables; sus ojos no han visto que El es único; de modo que sólo pueden conocerlo por medio de alguna comparación. Indudablemente, este Amado es mucho más valioso que cualquier otro amado. Estas palabras también nos muestran que a pesar de que estas mujeres moran en Jerusalén, no han recibido una revelación personal del Señor. Sólo pueden recibir la luz reflejada por el brillo de la doncella.

H. La impresión que tiene la doncella de su amado (5:10-16)

El señor Darby dijo: “Me parece que es una noción de perfección moral el hecho de que la novia nunca hable de la perfección del Novio al dirigirse a El, como si ella tuviera que aprobarlo; ella habla de El libremente como una expresión de sus propios sentimientos. El habla libremente de ella y se dirige a ella asegurándole que se deleita en ella. Cuando pensamos en nuestra relación con Cristo, vemos que esta porción se nos aplica con mucha propiedad” (Synopsis of the Books of the Bible [Sinopsis de los libros de la Biblia], J. N. Darby, tomo 2, pág. 265).

Dios usa las preguntas de otros para que la doncella exprese su impresión acerca del Señor. Esto permite que la revelación que ella recibió brille nuevamente en ella. Esto espontáneamente la pondrá en su posición inicial. La revelación que recibimos de Cristo mediante el Espíritu puede volverse borrosa, pero lo maravilloso es que nunca la perderemos. La doncella sigue enseñando a las hijas de Jerusalén. Aun en medio del fracaso, ella es más fuerte que las hijas de Jerusalén cuando éstas se encuentran en su momento de victoria.

El versículo 10 dice: “Mi amado es blanco y rubio, señalado entre diez mil”. Al comienzo ella habla de su amado de una manera general. La palabra “blanco” en el lenguaje original denota una clase de blancura resplandeciente, que habla de Su pureza y de Su separación de los pecadores. Pero Su blancura no es una blancura de muerte ni es pálida; por el contrario, El es blanco y rubio. Esto significa que El está lleno de vida y de poder (de la misma manera que David era rubio y de buen parecer, cfr. 1 S. 16:12). El Señor fue un hombre lleno de poder y vigor toda Su vida. Desde que El tuvo doce años de edad hasta hoy que está sentado a la diestra de Dios, a El nunca le ha faltado la fuerza.

La palabra “señalado” en el lenguaje original significa “erguido como una bandera” o “abanderado”. Esto significa que Cristo es la bandera levantada entre diez mil personas. El es aquel a quien todos observan. Cristo es nuestra bandera, y lo miramos a El. El también es como un abanderado. Esto significa que El es el Señor crucificado. “Vendrá el enemigo como río, mas el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él” (Is. 59:19). La bandera se refiere a la cruz. Así que el Señor, siendo el abanderado, se refiere a Sí mismo como el Cordero inmolado. Adonde El va, diez mil lo siguen, El está más allá de cualquier comparación. Después de que la doncella relata esta descripción general, ella describe minuciosamente las revelaciones e impresiones que ha recibido del Señor.

El versículo 11 dice: “Su cabeza como oro finísimo; sus cabellos crespos, negros como el cuervo”. El “oro finísimo” se refiere a Su divinidad. El posee la vida y la gloria de Dios. “Porque en El habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Col. 2:9). Dios ha puesto a Cristo como nuestra cabeza. Todo lo que es de Dios está en El. Por tanto, al asirnos de la cabeza, podemos crecer “con el crecimiento de Dios” (Col. 2:19).

“Sus cabellos crespos, negros como el cuervo”. El color negro como el cuervo significa Su poder eterno. Cuando El se manifiesta como el Anciano de días, muestra Sus cabellos blancos (Ap. 1:14). Pero lo que se recalca aquí es Su poder eterno e inmarcesible. Por consiguiente, Su cabello es negro. Cuando la Biblia describe la condición de un hombre que se va degenerando y desvaneciendo, habla de sus canas (Os. 7:9). Pero nuestro Señor no tiene ninguna cana. “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (He. 13:8).

El versículo 12 dice: “Sus ojos, como palomas junto a los arroyos de las aguas, que se lavan con leche, y a la perfección colocados”. Los ojos expresan los sentimientos y éstos son sentimientos íntimos. Las palabras y las cartas pueden expresar sentimientos a través de la distancia, pero los sentimientos expresados por los ojos no pueden sentirse a menos que la persona se encuentre muy cerca. Lo más hermoso de las palomas son sus ojos. “Junto a los arroyos de las aguas” indica frescura. “Que se lavan con leche” habla de su blancura; y “a la perfección colocados” indica orden. Los ojos del Señor expresan Sus sentimientos para con nosotros los creyentes, para quienes estos ojos son tan hermosos como ojos de paloma. Estos ojos están llenos de vigor y no están secos; son como los que están junto a ríos de aguas. Estos ojos se distinguen por su claridad como si hubiesen sido lavados con leche. Están perfectamente colocados y tienen una visión sana; nunca cometen un error causado por una vista deficiente.

El versículo 13 dice: “Sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como fragantes flores; sus labios, como lirios que destilan mirra fragante”. Sus dos mejillas sufrieron el maltrato del hombre (Is. 50:6) y recibieron injurias de los hombres (Mt. 27:30). Con razón los creyentes consideran Sus mejillas como una era de especias aromáticas, como fragantes flores; son hermosas y fragantes.

“Sus labios” aluden a las palabras que proceden de Su boca. Cuán puras son estas palabras. Son tan fragantes como la mirra cuando destila. “La gracia se derramó en tus labios” (Sal. 45:2). No es de maravillarse que los hombres lo alabasen y se maravillasen de las palabras de gracia que salían de Su boca (Lc. 4:22). La mirra que destila no se refiere a la gracia solamente, sino también a la muerte del Señor. Esto denota la gracia que proviene de Su muerte. Sus labios destilan mirra; cada palabra de gracia que sale de Su boca se basa en Su muerte. Cuando esto sucede, El dice: “Tus pecados te son perdonados … ve en paz” (Lc. 7:48, 50). “El que cree, tiene vida eterna” (Jn. 6:47). O “levántate, toma tu camilla y anda” (Mr. 2:9), todas estas cosas las dijo basándose en Su muerte.

El versículo 14 dice: “Sus manos, como anillos de oro engastados de jacintos; su cuerpo, como claro marfil cubierto de zafiros”. La raíz de la palabra “anillos” es la misma que se traduce “giraban” en 1 Reyes 6:34. El propósito de girar es impedir que algo se deslice o se pierda. Los anillos de oro nos dicen que las obras del Señor Jesús llevan a cabo la voluntad de Dios y nunca fallan porque todas Sus obras provienen de Dios. Por eso los anillos son de oro. El jacinto se menciona pocas veces en el Antiguo Testamento, incluyendo Ezequiel 1:16 [donde se traduce crisólito ] y Daniel 10:6 [traducido allí berilo ]. En ambos pasajes denota estabilidad. En el versículo anterior, aunque los gentiles reinaban, la rueda del gobierno de Dios (hecha de jacinto) seguía girando. En el segundo versículo vemos que el Cristo de Dios (cuyo cuerpo es de jacinto) dirige el destino del mundo. En consecuencia, tanto los anillos de oro como el jacinto aluden a la estabilidad de la obra de Dios.

La palabra “cuerpo” [“vientre” en algunas versiones] es la misma que se traduce “corazón” en Cantares 5:4. Esto significa que el Señor tiene sentimientos profundos, los cuales se dirigen a Su pueblo. El “marfil” no es como las joyas, que carecen de vida. Para obtener marfil primero debe producirse un sacrificio o una muerte. Esto indica que lo que siente el Señor por Su pueblo proviene de Sus padecimientos y del gran precio que pagó. “Claro” puede traducirse “forjado”. Una obra forjada es fina, lo cual nos muestra que Sus sentimientos no son superficiales ni ordinarios. Los “zafiros”, en la Biblia, se comparan con el cielo cuando está sereno (Ex. 24:10). Estos zafiros se tocan, lo cual indica que cuando Sus sentimientos nos tocan, el contacto se efectúa bajo el control del cielo.

En el versículo 15 leemos: “Sus piernas, como columnas de mármol fundadas sobre basas de oro fino; su aspecto como el Líbano, escogido como los cedros”. En la Biblia, los pies indican movimiento, y las piernas denotan una posición firme. El mármol se traduce muchas veces en la Biblia “lino fino”. Aquí el mármol significa justicia. Las columnas representan solemnidad. Esto nos indica que nuestro Señor y todo lo que El tiene es inconmovible debido a la justicia que El ha establecido. Todos los que lo han seguido tienen esta misma impresión. En la descripción que hace la doncella del amado, ella menciona el oro tres veces. Esto significa que los pensamientos de la muerte del Señor, la obra de Sus manos y la estabilidad de Sus piernas, provienen de Dios. Dios controla todo Su ser. El es una persona completamente sumisa, que satisface los deseos que Dios tiene en Su corazón. Es El a quien conocemos. “Su aspecto como el Líbano” indica que El es más alto que la tierra pues vive en lugares altos; es una persona celestial. “Escogido como los cedros”. El es un hombre, más aún, un hombre glorificado. Así como el cedro es superior a los demás árboles, El es el único hombre glorificado entre todos los hombres.

El versículo 16 dice: “Su paladar, dulcísimo, y todo él codiciable. Tal es mi amado, tal es mi amigo, oh doncellas de Jerusalén”. Por último, menciona Su paladar. La palabra “paladar” hace alusión al sentido del gusto. Esta palabra también se usa en 2:3. El gusto tiene que ver con la obra mediadora del Señor Jesús. Esto significa que todo lo que proviene de Dios es primero gustado por El antes de que se nos dé a nosotros. Todo lo que proviene de Dios es guardado en Cristo y luego nos es dado a nosotros por medio de El. Esta es Su obra mediadora y es muy hermosa. Después de conocerlo en este aspecto, inevitablemente nos damos cuenta de que todo proviene de Dios por medio de Cristo.

En este momento, el corazón del que escucha es animado y el corazón de la que habla se inflama con más afecto. Cuando pensamos en el camino que hemos tomado y meditamos en el Señor a quien reconocemos, no podemos evitar exclamar: “Todo El es codiciable”. Lo único que podemos decir es que todo El es hermoso. Los que no han seguido al Señor incondicionalmente deben darse cuenta de que El es nuestro Amado. Tal es nuestro Amigo. Es inevitable seguirlo.

La descripción que hace la doncella del amado es, en un sentido, una descripción del Señor mismo, a quien ella conoce, y también es una descripción de lo que ella ha recibido de El; además es una descripción de su unión con El y de la comunión producida por esta unión. Ya que ha visto la gloria del Señor a cara descubierta, ella refleja esa gloria como un espejo y es transformada a la imagen del Señor, de gloria en gloria. Al final de su discurso, el sol ha salido sobre ella. Sus palabras están llenas de sentimientos. Es como si ella estuviera cantando y proclamando: “Todo El es hermoso. Tal es mi amado, tal es mi amigo”.

I. La pregunta de las hijas de Jerusalén (6:1)

El versículo 6:1 dice: “¿A dónde se ha ido tu amado, oh la más hermosa de todas las mujeres? ¿A dónde se apartó tu amado, y lo buscaremos contigo? Después de escuchar el testimonio que ella da, es natural que la hijas de Jerusalén quieran ir en pos de Él. Aquí vemos una persona de la nueva creación que se llena con la frescura de la misma. El Cristo que ella conoce es muy diferente del Cristo que otros han predicado de acuerdo a sus propias ideas. Con razón en esta descripción hay poder y atracción. No es sorprendente que ellas todavía la consideren la más hermosa entre todas las mujeres y se unan a ella en la búsqueda del amado. Debido a que El es tan hermoso, ¿dónde está El ahora? Esto es lo que la pregunta de ellas implica. La pregunta que ellas repiten es ¿a dónde se apartó tu amado? Esto implica que existe una barrera entre la doncella y el amado, y ésa es la razón por la cual El se ha apartado. Ya que ella conocía Su hermosura, y debido a que ellas están listas para buscarlo, ella debería decir dónde está El ahora. Esto es lo que implican estas palabras. Ellas piensan que cuando la doncella habla de su amado, se expresa como nadie más lo hace.

J. La respuesta de la doncella (6:2-3)

El versículo 2 dice: “Mi amado descendió a su huerto, a las eras de las especias, para apacentar en los huertos, y para recoger los lirios”. Primero la doncella buscó ayuda de las mujeres sin experiencia, esperando que la súplica y la oración de ellas la guiaran al lugar donde su amado estaba. Pero después de que ella presenta su propio testimonio y después de su intento de ayudar a los demás, es iluminada repentinamente y ve claramente dónde se encuentra su amado. Ella puede decir ahora: “Mi amado descendió a su huerto, a las eras de las especias, para apacentar en los huertos, y para recoger los lirios”. El huerto de El es ella misma (4:16—5:1). Ella de repente ve con claridad que su amado nunca se ha ido. No tiene que ascender al cielo ni descender al Hades, pues el Señor está cerca de ella, cerca de su boca y de su corazón. Aunque parecía que Él se hubiera apartado cuando ella tardó en obedecer, en realidad Él solamente quitó Su presencia de los sentimientos de ella; solamente le muestra el dolor que causa la ausencia de Su rostro. El permanece en ella. No es necesario que ella se desespere. Lo único que ella debe hacer es abrir su ser a su amado y confesar sus fracasos pidiendo perdón. Cuando ella piensa que ha perdido la presencia del amado, debe retener la palabra de Dios con una mente calmada y tener la fe de que sigue en su huerto, dispuesto a manifestarse otra vez en el momento oportuno. Aunque en ella todavía hay cierto sentir de rebelión y separación, a pesar de eso, debe apoyarse en la palabra de Dios y sumergirse en dicha palabra. Debe comprender que la fidelidad de Dios es más segura que la suya. Ninguna búsqueda carnal producirá resultados; por el contrario, muchas veces traerá más confusión. Frecuentemente la pasividad de los creyentes es perjudicial, y la búsqueda carnal les puede dejar profundas cicatrices. Por lo tanto, ésta no es la manera de recobrar Su presencia.

La doncella es restaurada contando su testimonio. No deja de dar fiel testimonio del Señor sólo porque piense que ella no ha sido fiel. Sin pensarlo, ella es atraída por Dios a quitar su mirada de sí misma. Es por eso que puede decirle esas cosas al Señor. Esta es su manera de poner los ojos en Jesús (He. 12:2a). Cuando ella piensa en la persona, la gracia, la obra, la fidelidad y el amor del Señor, recobra sin darse cuenta la luz que había perdido.

Al acercarse al punto de la desesperación, trata de hacer lo posible por ayudar a otros. Aunque ella piensa que ha perdido la comunión, espera que otros vean cuán precioso es el Señor y que tengan comunión con Él. Aunque habla de su antigua revelación, ¿no escucha el Señor en silencio cuando los santos hablan de Él? Naturalmente, el Señor se revelará a ella en estos momentos. Aunque ella tiene hambre, hay otros que tienen más hambre que ella, y cuando ella los satisface, espontáneamente está satisfecha. Aquí vemos cómo la doncella es librada de sí misma. Su enfermedad se debe a la oscuridad y depresión que experimenta en la esfera espiritual. Después de ser atraída a salir de sí, sus síntomas desaparecen.

Después de ser iluminada, se da cuenta de que cuando habla a las hijas de Jerusalén, en realidad se dirige a sí misma. Aunque ella no percibe la separación, descubre que durante este lapso, El permanecía en su huerto. El huerto está en singular, lo cual significa que se refiere a ella. Los huertos que se mencionan luego, figuran en plural, refiriéndose a los santos. Ella dice que Él está en su corazón como también en el corazón de los demás santos. La palabra “eras” también está en plural, lo cual comunica esto mismo. Cuando se usó antes la expresión “era de especias”, se refería a las dos mejillas. Esto significa que el Señor come Sus mejores frutos en Su huerto y también disfruta la belleza de sus creyentes. Él pastorea a los creyentes en el corazón de ellos. El recoge los lirios, lo cual hace alusión al gozo puro que proviene de El y que se dirige a El.

El versículo 3 dice: “Yo soy de mi amado, y mi amado es mío; El apacienta entre los lirios”. Cuando ella ve esto, se da cuenta de que aunque ha habido un gran cambio, el pacto entre ella y el Señor sigue vigente. Ella puede decir: “Yo soy de mi amado, y mi amado es mío”. Cuando su experiencia era más superficial, ella dijo en la cumbre de su deseo de comunión: “Mi amado es mío, y yo suya” (2:16). Ella estaba llena de dulzura y no podía dejar de proclamar que el Señor era suyo. Pero esto difiere de lo que dijo anteriormente. Los sentimientos ya no son tan fuertes; por el contrario, son sentimientos de rebeldía, aunque ella cree profundamente que el Señor está en Su propio huerto. Por tanto, ella puede decir: “Yo soy de mi amado, y mi amado es mío”. Lo que había dicho antes se basaba en sus sentimientos, pero ahora se basa en su fe. Su corazón se vuelve espontáneamente de ella al Señor.

El todavía “apacienta entre lirios” (2:16). De la misma manera que Él alimentó al rebaño antes, Él lo alimenta ahora. Anteriormente, El alimentaba al rebaño entre los lirios, y ahora lo sigue haciendo allí. Ella ha aprendido a mirar al Señor, quien nunca cambia, y a no mirar sus fluctuantes sentimientos. Ya no sigue sus sentimientos ni siquiera en tiempos de fracaso.

II. UNA VIDA QUE SE EXPERIMENTA DETRÁS DEL VELO (6:4-13)

A. La alabanza del amado (6:4-9)

Después de que la doncella llega a este nivel, vemos la satisfacción que el Señor halla en ella. El libro habla de una unión progresiva, y el propósito de esta unión es la comunión, mientras que el significado de la comunión es la identificación. En consecuencia, la doncella ve en el rey lo que ella ha experimentado en él. El Rey ve la manifestación de Su vida en la doncella. La alabanza del Rey es una proclamación de las riquezas que los creyentes han recibido por medio de su unión con El.

El versículo 4 dice: “Hermosa eres tú, oh amiga mía, como Tirsa; de desear, como Jerusalén; imponente como ejércitos en orden”. El Señor ve a los creyentes desde el cielo, desde el santuario. Así que, esto es algo que sucede detrás del velo. El Señor ya había mencionado la belleza y la hermosura de ella. Pero la belleza y hermosura que se mencionan en este versículo son más específicas que las de antes. Por consiguiente, dice: “Hermosa eres tú, oh amiga mía, como Tirsa, de desear, como Jerusalén”.

Tirsa es el lugar donde se asienta el palacio (1 R. 14:17). Jerusalén es la ciudad del gran Rey. Tirsa representa el santuario celestial, la morada de Dios. Jerusalén denota la Jerusalén celestial. El Señor examina nuestra naturaleza y vida celestiales en el santuario. En Jerusalén todo es hermoso, y en esta Tirsa todo es bello, porque ambos lugares son la nueva creación. Hoy los creyentes expresan la belleza y la hermosura del santuario que está por venir.

Las armas son lo más importante para un ejército en medio de la batalla, mientras que la bandera lo es en la victoria. Si la batalla se pierde, la bandera se esconde con vergüenza. Una bandera desplegada exhibe la gloria de la victoria. Este versículo indica que la doncella es hermosa y bella delante del Señor, tan sólida como la ciudad celestial y tan serena como el santuario. Al mismo tiempo, expresa la gloria de la victoria obtenida sobre el enemigo y el mundo. Una vida que se experimenta detrás del velo no es sólo una vida delante del Señor, sino también delante del enemigo, puesto que el cielo en el que moran los santos es el mismo cielo donde el enemigo ataca. Dios no tiene la intención de que Sus creyentes posean sólo la belleza celestial sin tener una naturaleza guerrera. La guerra celestial nunca disminuye delante del Señor.

Los creyentes deben ser amables e imponentes al mismo tiempo. Los creyentes de hoy han perdido su hermosura delante del Señor y su imponencia ante el enemigo y ante el mundo. ¿Se asustan los hombres ante nuestra presencia? La Biblia menciona reiteradas veces cuán terrible es el Señor; El es imponente debido a que es santo. Si mantenemos nuestra santidad y nuestra victoria, veremos al enemigo retroceder y al mundo alejarse. Pero los creyentes de hoy han sacrificado su imponencia, y ni los hombres ni los demonios les temen.

El versículo 5a dice: “Aparta tus ojos de delante de mí, porque ellos me vencieron”. La primera frase del versículo 5 es una expresión poética. El poder del amor se expresa en los ojos. El Señor no rechaza el amor de los creyentes, pues vemos que responde dando aliento y elogiando. El invita a la doncella en un tono aparentemente áspero, a que lo siga mirando con esa expresión de amor, de la misma manera que el no concedió inicialmente lo que le pidió la mujer sirofenicia (Mr. 7:25-29); tardó dos días antes de ir a Judea (Jn. 11:5-7); cuando le dijo a Moisés: “Déjame” (Ex. 32:10) y le permitió a Jacob asirse de El (Gn. 32:26). Apartar los ojos de un objeto es lo opuesto a fijarlos en él. Esto no se refiere exclusivamente al amor, sino también a la firmeza del amor. Parece que El se hubiera debilitado ante el amor de ella. Esta debilidad que parece verse en El se ha expresada en ocasiones en su rostro amoroso. Parece que se insinuara una total incapacidad, un aparente fracaso y falta de defensa ante este amor. Sólo quienes han experimentado ese aparente rechazo, esa demora, esa debilidad y esa negación del Señor, conocen el camino del Señor.

Los versículo del 5b al 7 dicen: “Tu cabello es como manada de cabras que se recuestan en las laderas de Galaad. Tus dientes, como manadas de ovejas que suben del lavadero, todas con crías gemelas, y estéril no hay entre ellas. Como cachos de granada son tus mejillas detrás de tu velo”. Igual que antes “el cabello” representa poder de consagración, y los “dientes”, la capacidad de asimilación. Las mejillas detrás del velo representan la belleza escondida. La alabanza de estos versículos es la misma que en se ve en 4:1-3, pero aquí vemos dos hechos importantes: (1) El amor del Señor nunca cambia. Aunque la doncella falló al demorarse en obedecer, ella siente que ha pecado al estar en tinieblas, el Señor la ha castigado de la misma manera que antes. Para quitar la duda de que El tal vez haya cambiado, El se le revela con las mismas palabras. Lo que más necesita un creyente después de haber fracasado es la certeza de la fe; es fácil desarrollar una evaluación equivocada de su relación con el Señor. Muchas veces no nos damos cuenta de cuán llenos de dudas estamos. Esta es la razón por la cual el Señor usa las mismas palabras, y lo hace para eliminar nuestras dudas.

(2) Muchas experiencias espirituales necesitan repetirse aun después de que el creyente obtiene el nivel más alto. Así como en las primeras etapas de crecimiento son necesarias la consagración, la capacidad de recepción y una vida escondida, también lo serán en las etapas de madurez. Algunas experiencias espirituales pueden cambiar en la medida en que uno progresa, pero otras experiencias espirituales tales como las mencionadas aquí, no cambian mientras se progresa. Estas experiencias se hacen más profundas al llegar a un mayor nivel de madurez. ¿No hemos experimentado muchas lecciones repetidas en nuestro caminar espiritual? ¿No hemos aprendido, en las etapas posteriores, lecciones más perfectas que las aprendidas en la etapa inicial? Las experiencias pueden ser las mismas, pero el nivel o el grado son diferentes.

El versículo 8 dice: “Sesenta son las reinas, y ochenta las concubinas, y las doncellas sin número”. Todas estas personas se relacionan con Salomón. En el mundo esto puede ser maligno, pero en el campo espiritual, esto representa un cuadro hermoso para los que entienden los tipos espirituales. Nuestro Señor obtiene la iglesia con todos los creyentes. Colectivamente, el Cordero tiene una sola esposa, pero en el aspecto individual, El tiene muchas personas que lo aman. Algunas en calidad de reinas, algunas como concubinas, y otras en calidad de vírgenes. Adán, Isaac y Moisés tipifican al Cristo que se casa con una esposa corporativa. Pero Salomón tipifica a Cristo con sus muchos creyentes. Parece que los que son santos y espirituales no son escogidos como tipo de Dios, sino las personas injustas. Sin embargo, la injusticia de la persona no es tipificada. Un ladrón puede ser un tipo del Señor pero sólo se usa como tipo el acto de robar. Los que tienen sabiduría deberían entender esto.

Las experiencias de los creyentes individuales, en su comunicación y relación de amor con el Señor, no son las mismas. Algunos son como reinas, otros concubinas y otros vírgenes. Pero sea cual fuere la relación, todas ellas tienen una relación de amor con el Rey. Pero ninguna de ellas tiene el mismo nivel de búsqueda de la doncella.

El versículo 9 dice: “Mas una es la paloma mía, la perfecta mía; es la única de su madre, la escogida de la que la dio a luz. La vieron las doncellas, y la llamaron bienaventurada; las reinas y las concubinas, y la alabaron”. Aquí el Señor resalta a una de entre todas las personas, que satisface Su corazón. El Señor la considera como la única. Esto no significa que sólo hay una persona como ella; más bien significa que a los ojos de Dios, ella puede ser considerada la única. Ella está absolutamente en el Espíritu Santo, y por eso, ella es una paloma. También está apartada del mundo. Por lo tanto, ella es en verdad “perfecta”. Parece como si ella fuese la única que es perfecta y que nace por gracia, la única hija nacida mediante la gracia. Parece que de todos los resultados de la obra de la gracia, ella es la obra más excelente. Ser un hijo de la gracia no significa solamente experimentar la paciencia y el perdón de Dios. Todo lo que Dios realiza en el corazón del hombre son obras de gracia. La gracia equivale a lo que es hecho por Dios y no por el hombre. La persona que recibe más gracia es la que más permite que Dios obre en ella, mientras que la que recibe menos gracia es la que da menos libertad a Dios para obrar. Dios tiene la gracia, pero el hombre no siempre permite que Dios obre en él. Todo lo que es del yo pertenece a la ley, y todo lo que es de Dios pertenece a la gracia. La iglesia está llena de hijos de gracia; no obstante, sólo un número reducido de personas permite que la gracia opere en ellas hasta ser perfeccionadas. Cuando se habla de la única hija de la gracia, no se da a entender que la doncella sea la única, sino que ella es la mejor. (El significado del hijo único es que posee una unión incondicional con el Señor y que todo le pertenece al Señor. Ella ha alcanzado una unión completa con el Señor.)

“La vieron las doncellas, y la llamaron bienaventurada”. Aunque muchos creyentes se dan cuenta de que no se han entregado incondicionalmente al Señor, pueden reconocer a quienes sí lo han hecho. Ellos tienen suficiente vida dentro de sí para admirar a los que son absolutamente obedientes, aunque ellos mismos no lo sean. Las hijas, reinas y concubinas tal vez no admiren a la doncella de una manera carnal, pero no pueden hacer otra cosa que reconocer que la doncella es bienaventurada por recibir tal gracia. La vida que se experimenta detrás del velo y todo lo proveniente de Dios que se halla en el hombre, debe tenerse en alta estima.

B. La gloria de la doncella (6:10)

El versículo 10 dice: “¿Quién es ésta que se muestra como el alba, hermosa como la luna, esclarecida como el sol, imponente como ejércitos en orden?” Aquí el Espíritu Santo habla en tercera persona una vez más y describe la gloria de la doncella con exclamaciones en forma interrogativa.

Las cuatro partes de esta pregunta aluden a la doncella. Al Espíritu Santo le gusta estimular los pensamientos de los creyentes con preguntas; El les despierta la atención una vez más para que observen la obra de Dios y entiendan lo que a El le place. El Espíritu Santo hace preguntas cada vez que perfecciona algo de la doncella. Esto sucedió en el capítulo tres y se repite en el capítulo ocho. Aquí vemos el mismo modelo. Cada vez que el creyente alcanza un nivel mayor de experiencia, el Espíritu Santo usa preguntas que revelan la razón que existe detrás de dicha experiencia.

“Se muestra como el alba”. Ella ha llegado al alba una vez más. La palabra traducida “alba” aparece como “apuntar el día” en 2:17 y 4:6. Las sombras se han alejado; por lo tanto, ya no hay barrera entre ella y el Señor. Ella penetra en una vida sin barreras. Aunque no ha llegado al pleno mediodía, sí ha llegado al alba. Su futuro es tan brillante como la luz de la mañana y su esperanza tan segura como la mañana. Ella puede mirar de antemano todas las cosas así como la mañana mira de antemano el día que vendrá. El futuro y la esperanza se encuentran en pleno mediodía. Ella ha recibido la promesa del mediodía (Pr. 4:18). La senda de los justos en las manos del Señor llega hasta el mediodía; no hay nada más allá del mediodía.

En la expresión “hermosa como la luna” el énfasis que se da no está en las fases de la luna, crecer y menguar, sino en su belleza, el brillo suave que emana de ella. Ella es celestial, pero brilla en la tierra y revela su testimonio a los que están en tinieblas (Sal. 89:37).

“Esclarecida como el sol” significa que no hay sombras, pues ella está llena de luz. Tanto el sol como la luna denotan su naturaleza celestial. La luna representa la gracia que hay en ella, y el sol, lo que ella es en el Señor. En sí misma, ella está muerta. Como luna, ella carece de vida y de vitalidad en sí misma, pues la vida y la luz vienen del sol. Cuando ella mira al sol, obtiene la luz. Cuando le da la espalda al sol, queda en oscuridad. Sin embargo, en cuanto a su unión con el Señor, ella brilla como el sol. Ella es una nueva creación. Está llena de luz, y no tiene nada de tinieblas. Como el Señor es el sol, ella también es un sol.

“Imponente como ejércitos en orden” da a entender que ella no sólo tiene un futuro lleno de esperanza, sino que es victoriosa, pues constantemente triunfa en su victoria. Es “imponente como ejércitos en orden”. Va de victoria en victoria. ¿Conoce usted una persona así? ¿La ha visto?

C. Esta sección es un pasaje inconcluso y sin juicio concluyente (6:11-12)

Los versículos 11 y 12 dicen: “Al huerto de los nogales descendí a ver los frutos del valle, y para ver si brotaban las vides, si florecían los granados. Antes que lo supiera, mi alma me puso entre los carros de Aminadab”. La última frase puede traducirse: “Mi alma me puso entre los carros de mi pueblo dispuesto”. Si estos dos versículos describen a la doncella, el único problema es la frase “mi pueblo dispuesto”. Aparte de esto, los dos versículos parecen ser una respuesta de la doncella; ella se pregunta si ha habido algún progreso o avance en la obra del Señor. Mientras analiza esto, pone su corazón en los carros del Rey. (Pero el problema, como ya lo dijimos, se halla en la expresión “los carros de mi pueblo dispuesto”, porque sólo el Rey puede sentarse en los carros.)

D. El progreso y la victoria de la doncella (6:13)

El versículo 13 dice: “Vuélvete, vuélvete, oh sulamita; vuélvete, vuélvete, y te miraremos. ¿Qué veréis en la sulamita? Algo como la reunión de dos campamentos”. “Sulamita” significa hija de paz y es la forma femenina del nombre Salomón. El Espíritu Santo habla como si fuera una tercera persona y le ruega intensamente que se vuelva para que ellos puedan contemplarla. Ella se alejó en un carro. Ella avanza y vence y no tiene ningún obstáculo ni limitación. Ahora otros quieren verla y enterarse de la preparación por la cual ella atravesó para lograr su mismo progreso y su misma victoria. Por un lado, esta pregunta refleja el interés de los que tienen una búsqueda similar, los que anhelan saber las razones del progreso de la sulamita. Por otro lado, el Espíritu Santo les muestra a quienes vienen después de ella la clase de preparación necesaria para la obra. El les muestra con una pregunta hecha por una tercera persona y mediante la respuesta de otra persona.

Aquí el Espíritu Santo revela Su intención por medio de dos grupos de personas. El hace la pregunta por medio de un grupo y provee la respuesta por medio de otro grupo. De esta manera, El provee la oportunidad de que otros conozcan el proceso a través del cual la sulamita pasó en preparación para la obra. Ella es ahora una sulamita de verdad, porque su unión con Salomón ha llegado a ser indisoluble. Además, ella ha hecho de la obra de Salomón su propia obra.

La reunión de dos campamentos puede ser traducida la danza de dos ejércitos. Este es el lugar donde Jacob vio al ángel de Dios (Gn. 32:2). Seguramente es un lugar muy emocionante, un lugar que atrae a las personas. La danza es una señal de victoria (Ex. 15:20; 1 S. 18:6). Por consiguiente, la danza de dos campamentos posiblemente indique victoria. Esta pregunta implica: “¿Por qué tiene usted que mirar a la sulamita como si mirara dos campamentos celestiales que celebran una danza de victoria? ¿Qué virtudes tiene la sulamita para que se le compare con dos campamentos?